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Discusiones Filosóficas

Print version ISSN 0124-6127

discus.filos vol.25 no.44 Manizales Jan./June 2024  Epub Mar 07, 2025

https://doi.org/10.17151/difil.2024.25.44.5 

Artículos

Retorno a Bruno Latour. Pensando la teoría del actor red como un espacio urbano

Return to Bruno Latour. Thinking the network actor theory as an urban space

Eduardo Alberto León1 
http://orcid.org/0000-0002-0137-6291

Nicol A. Barria-Asenjo2 
http://orcid.org/0000-0002-0612-013X

Jesús Ayala-Colqui3 
http://orcid.org/0000-0002-9059-5401

Gonzalo Salas4 
http://orcid.org/0000-0003-0707-8188

Jorge Antonio Piedra-Rosales5 
http://orcid.org/0000-0002-0379-1173

1 Flacso. Quito, Ecuador. ealeonfl@flacso.edu.ec. https://scholar.google.com/citations?user=i-WGp2QAAAAJ&hl=es&oi=ao.

2 Universidad de Los Lagos, Dirección de Investigación. Osorno, Chile. nicol.barriaasenjo99@gmail.com. https://scholar.google.com/citations?hl=es&user=vCZhRcAAAAAJ.

3 Universidad Científica del Sur. Lima, Perú. yayalac@cientifica.edu.pe. https://scholar.google.com.pe/citations?user=KX_mzasAAAAJ&hl=es.

4 Universidad Católica del Maule. Talca, Chile. gsalas@ucm.cl. https://scholar.google.com/citations?hl=es&user=feMshoAAAAAJ.

5 Universidad Central del Ecuador. Quito, Ecuador. japiedra@uce.edu.ec. https://scholar.google.com/citations?user=T0M6jq4AAAAJ&hl=es.


Resumen

En este artículo se analiza la teoría del actor-red en relación con la comprensión del universo social en los estudios urbanos, la sociología y la metafísica, con un enfoque particular en el libro París: ciudad Invisible de Latour. Se sostiene que, para evaluar críticamente la contribución de Latour a la comprensión del espacio urbano, es necesario examinar la infraestructura filosófica subyacente en su trabajo. Se argumenta que la teoría actor-red aborda las discontinuidades y heterogeneidades como aspectos fundamentales para entender la complejidad topológica de la dinámica urbana contemporánea. Se concluye que el enfoque de la teoría actor-red en la comprensión de la arquitectura y la geografía del universo social puede ser útil para el análisis crítico de la dinámica urbana en la sociedad actual.

Palabras clave: Ontología plana; espacio urbano; ciudad; teoría actor-red; topología; irreducción; Antropoceno

Abstract

In this research paper, the actor-network theory is explored in relation to the understanding of the architecture and geography of the social universe in urban studies, sociology, and metaphysics. In particular, Latour’s book “Paris: Invisible City” is analyzed to understand the complexity of contemporary urban dynamics. It is argued that it is necessary to examine the underlying philosophical infrastructure in Latour’s work to critically evaluate his contribution to understanding urban space. It is highlighted that actor-network theory focuses on the discontinuities and heterogeneities that are fundamental to understanding the topological complexity of contemporary urban dynamics.

Keywords: Flat ontology; urban space; city; actor-network-theory; topology; irreduction; Anthropocene

1. Introducción

La ciudad contemporánea ya no está dominada únicamente por arquitectos y planificadores. En este sentido, en la ciudad moderna, los límites que antes separaban los diferentes dominios se diluyen y se expanden en múltiples direcciones “cruzando muchos dominios que antes estaban separados, como entornos naturales y paisajes artificiales, dominios virtuales y edificios físicos, y espacios públicos y privados” (Lecomte 462). De esta manera, se establecen conexiones complejas y desiguales entre aspectos como lo natural y lo técnico, o lo humano y lo no humano (Lecomte 463). Quizás ninguna otra disciplina ha registrado esta alteración con mayor precisión que la geología. El término “Antropoceno”1 ha sido acuñado para describir una nueva era en la que la historia humana se ha fusionado con el tiempo geológico, desde la primera Revolución Industrial hasta nuestros días, reconociendo así las transformaciones irreversibles e impactantes que las actividades humanas han impuesto en nuestro planeta (Crutzen y Stoermer 16).

En este sentido, este artículo argumenta que el concepto del Antropoceno transforma la comprensión del espacio urbano y la arquitectura de manera radical (Lecomte 257). La intensidad ya no se correlaciona necesariamente con la densidad. A pesar de que la tecnología de la información permite nuevas formas de conexión, la congestión y la extensión ya no pueden considerarse como constantes (Lecomte 243). El espacio de la ciudad parece crecer más allá de lo que cualquier persona puede abarcar. Las concepciones espaciales tradicionales, basadas en la geometría euclidiana y la metafísica cartesiana, no logran abarcar la complejidad de la dinámica urbana actual. Las interacciones entre el espacio urbano y el medio ambiente natural no se pueden entender únicamente como una conexión, sino como entidades fluidas que se mezclan y multiplican sus interconexiones, solo comprensibles desde una perspectiva interna (von Uexküll 187).

La complejidad de las conexiones actuales transforma la distinción entre diversidad y convergencia en la organización urbana. La globalización urbana actual se desarrolla en paralelo con la creciente diversidad de las preferencias individuales y la competencia entre ciudades, que buscan afirmar su identidad con imágenes proyectadas. Sin embargo, también se da una convergencia, con la mayoría de las ciudades y aeropuertos contemporáneos volviéndose cada vez más similares (Lussault 342). Aunque estas observaciones no son nuevas en el estudio de la arquitectura y el urbanismo (Jencks 147), su importancia cada vez mayor plantea cuestiones epistemológicas que ya no pueden ser enmarcadas según las coordenadas modernas. Es aquí donde la obra de Bruno Latour se vuelve relevante.

Bruno Latour ha argumentado que es imposible abordar los problemas urbanos contemporáneos con las categorías epistemológicas establecidas por los modernos, y ha desarrollado herramientas para ayudar a los investigadores a navegar estas complejidades (Latour, Aramis o el amor 47). Aunque su obra contiene libros y artículos importantes sobre dinámica urbana y arquitectura, su propio trabajo sobre el tema rara vez se comenta, a pesar de su creciente influencia en los estudios urbanos. En consecuencia, este artículo tiene como objetivo explorar su libro sobre París -París: ciudad invisible (2010)- y examinar sus explicaciones sobre la complejidad de la dinámica urbana contemporánea. Además, se busca mostrar que para evaluar de manera más decisiva y, tal vez, más crítica su contribución a la comprensión del espacio urbano, es necesario abordar la infraestructura filosófica que sustenta todo su trabajo (Lecomte 243).

El trabajo de Latour en París aborda numerosos temas que ha tratado en publicaciones anteriores y sugiere que su obra en su totalidad puede entenderse en términos geográficos y espaciales. A lo largo de su trabajo, utiliza diversas metáforas espaciales, incluyendo redes, vectores, trayectorias y cadenas de relaciones y referencias circulantes. Además, destaca la importancia de las cuestiones espaciales tanto en la sociología como en la filosofía, y se adhiere a la idea de Peter Sloterdijk de “reubicar lo global” como objetivo central de su trabajo (cf. Latour, “Spheres and networks” 267).

Siguiendo esta línea, este artículo propone explorar el trabajo de Latour como si se tratara de explorar una ciudad; es decir, delineando y abordando su sistema teórico en términos geográficos y espaciales, y analizando las dinámicas espaciales que subyacen a sus argumentos. Se sostiene que, dado que la teoría actor-red enfatiza en la importancia de las discontinuidades y los elementos heterogéneos que conforman cualquier conjunto continuo, es un punto de partida esencial para abordar la complejidad topológica de la dinámica urbana contemporánea (Latour, “Spheres and networks” 274; Latour, Aramis o el amor 86).

Conjuntamente, se discutirán algunos problemas inherentes a este enfoque en particular. La teoría del actor-red implica un despliegue interminable de descripciones horizontales y reversibles, lo que a su vez plantea el problema de definir límites, trazar líneas específicas y aislar funciones sistémicas (Sloterdijk 123; Harman, Hacia el realismo 49). Graham Harman sugiere que este problema puede abordarse desde una perspectiva de regresión infinita. El problema se plantea en términos de determinar dónde terminan las cosas en relación con su causalidad y extensión indefinida, así como en términos de sus límites geográficos y espaciales. Argumentar a partir de esta perspectiva puede ofrecer nuevas vías para comprender y solucionar este desafío. Este problema en cuestión pone de relieve que, aunque la teoría de la red de actores es muy útil para lograr descripciones más simétricas de las interconexiones entre los humanos y la ciencia y “la tecnología que se ha convertido -según la interpretación de los sociólogos y los filósofos que trabajan en el estrecho margen que les concede la solución moderna-” (Latour, La esperanza de Pandora 138), de las dinámicas más estructurales, sistémicas y diagonales que pueden organizarlos.

En este artículo se aborda la importancia de comprender la dinámica urbana contemporánea y cómo los métodos topológicos pueden ayudar en esta tarea. Primero, se analiza la filosofía de Latour y cómo su enfoque en la conectividad no es suficiente para explicar la complejidad de la topología urbana. Y segundo, se discute la importancia de reconocer las regularidades emergentes en la dinámica urbana contemporánea, y cómo estas regularidades pueden ser indexadas a través de patrones y funciones genéricas.

2. Explorando los fundamentos de una ontología plana

Latour desarrolló un sistema metafísico que destaca la importancia de las mediaciones, traducciones y relaciones heterogéneas para construir entidades, en lugar de seguir el enfoque moderno de formas puras y dominios separados. Este sistema “se basa en las teorías de Albert North Whitehead y William James, así como en las propias investigaciones sociológicas y antropológicas de Latour” (Lecomte 465). El argumento central de Latour es que los modernos ignoraron la infraestructura material que sostenía sus producciones, lo que les impidió comprender plenamente qué estaban creando en realidad. Por lo tanto, toda la obra de Latour se centra en abordar estas mediaciones materiales y técnicas para lograr una comprensión más completa de los procesos de producción (Latour, Reensamblar lo social 167).

En términos espaciales, se podría decir que la obra de Latour explora las redes ocultas detrás de la modernidad. Según él, la modernización sistemáticamente ocultó las complejas infraestructuras materiales que sustentaban los objetos y sistemas que la modernidad producía en la práctica. En contraposición, Latour opone la modernización a la ecología, entendiendo que esta última no se refiere solo a la preservación de la naturaleza, sino que también se centra en las infraestructuras que soportan la modernidad y cuestiona las complejas relaciones que existen entre los dominios que los modernos separaron (Latour, La esperanza de Pandora 214). La continuidad nunca surge de forma mágica, sino que se construye a través de muchos puentes que conectan costas y valles separados cuidadosamente ensamblados y diseñados meticulosamente (Lecomte 114).

Durante mucho tiempo las cosas se han dividido en dominios separados, lo que dificulta la comprensión de algo que es natural, fáctico, social y cultural al mismo tiempo. A pesar de ello, muchas cuestiones contemporáneas presentan una complejidad que trasciende diferentes ámbitos (Lecomte 115). Por ejemplo, el desastre nuclear de Fukushima es un problema que cruza diferentes áreas, incluyendo lo natural, lo tecnológico, lo político y lo social. De manera similar, el espacio urbano contemporáneo también presenta una complejidad que se extiende a través de varios dominios (Lussault 214). En este sentido, el concepto de red de Latour es relevante ya que ayuda a comprender cómo estas diferentes áreas están interconectadas. Al comienzo de Nunca fuimos modernos, argumenta que:

O bien las redes que hemos desplegado no existen realmente, y los críticos tienen buenas razones para marginarlas los estudios sobre las ciencias o troceralos en tres conjuntos distintos -hechos, poder, discurso-; o bien las redes son tal como las hemos descrito, y atraviesan las fronteras de los grandes feudos de la crítica y no son ni objetivas ni sociales, ni son efectos del discurso, al tiempo que son reales, colectivas y discursivas. (Latour 22)

Esta cita demuestra cómo la teoría del actor-red reemplaza la geografía diferencial, fragmentada e instituida por los modernos, con un plano inmanente en el que todo se considera real, colectivo y discursivo simultáneamente. La ontología plana2 de Latour aduce que todo existe en el mismo plano, sin divisiones primarias o absolutas. Como él mismo afirma, no es un “mundo bidimensional hecho sólo de líneas” (Latour, Reensamblar lo social 246). En su lugar, hay una multiplicidad de entidades heterogéneas y separadas que solo llegan a existir a través de las relaciones que mantienen con otros.

Respecto a la ontología plana de Latour, el filósofo norteamericano Graham Harman destaca la importancia de considerar la pluralidad de entidades reales en el universo. Sin embargo, Harman se enfrenta al desafío de abordar la singularidad que va más allá de cualquier relación. Por su parte, Latour considera que las relaciones son cruciales precisamente porque las entidades existen individualmente en el universo sin estar divididas en categorías primarias (Lecomte 44).

La filosofía de Latour se basa en el principio de irreducción que se enfoca en la importancia de las relaciones. Según este principio nada puede reducirse a una explicación última y absoluta “nada es, por sí mismo, reducible o irreductible a otra cosa” (Latour, “What if we talked” 154). En otras palabras, al insistir en la doble negación, se puede argumentar que el principio de irreducción sostiene que las cosas son irreductibles y, por lo tanto, pueden ser reducidas infinitamente a través de las relaciones que tienen con los demás. Latour en Reensamblar lo social declara que “las cosas en sí mismas son en realidad cosas a las que se llega, lo que siempre es una paradoja” (72), lo que sugiere que la realidad es construida por nuestras interacciones y mediaciones en el mundo. Él sostiene que, a diferencia de los filósofos que se obsesionan con las cosas en sí mismas, es el espacio que hay entre la irreductibilidad y la reducibilidad lo que es más importante que la posición en sí misma (Latour et al. The prince 130).

3. Relaciones, traducciones y articulaciones en la ontología plana de Latour

Según Latour, la importancia radica en las relaciones, las traducciones y las articulaciones. Su principio de irreducción3 sustenta la idea de que la sociología de Latour no se limita ni al dominio único de las relaciones intersubjetivas ni al dominio de las estructuras colectivas inconscientes. En lugar de elegir entre el actor y la red, o entre el carácter determinante de la acción individual o las estructuras sociales, para Latour lo crucial es considerar su articulación:

Se rastrea un actor-red cuando en el curso de una investigación se toma la decisión de reemplazar actores de cualquier tamaño por sitios locales y relacionados, en vez de clasificarlos como micro y macro. Las dos partes son esenciales, de allí el guión. La primera parte (el actor) revela el estrecho espacio en el que todos los ingredientes imponentes del mundo comienzan a gestarse; la segunda parte (la red) puede explicar a través de que vehículos, que rastros, que sendas, que tipos de información se está llevando el mundo al interior de esos lugares y entonces, luego de haber sido transformados allí, se bombean nuevamente hacia afuera de sus estrechas paredes. (Latour, Reensamblar lo social 258)

En lugar de seguir una lógica de generaciones lineales como las muñecas rusas matrioska, donde cada objeto es contenido dentro de uno más grande, Latour prefiere medir el número de conexiones que cada objeto, individuo o procedimiento es capaz de establecer. Para él, lo que está bien conectado es grande y lo que no lo está es pequeño. En consecuencia, el tamaño de las entidades, tanto macro como micro, es relativo al número de relaciones que pueden mantener con los demás. Este enfoque relacional es el primer y crucial aspecto que define la red en la sociología de Latour: el espacio relacional define cómo las entidades se desarrollan, y ese espacio relacional es a la vez un interior y un exterior que las define como constelaciones móviles. Latour ha argumentado repetidamente que su perspectiva relacional busca incluir todo dentro de su análisis: desde la inscripción de hechos científicos en el laboratorio, hasta el análisis de la tecnología a partir de los numerosos ensayos y errores que constituyen la innovación, y la comprensión de la elaboración de la ley como un todo (Latour y Hermant 56; Latour, La esperanza de Pandora 155). En contraste con la posición de Peter Sloterdijk, Latour sostiene que su enfoque busca mantener una apertura radical hacia el mundo, evitando cualquier intento de clasificar y categorizar el mundo en términos absolutos:

En el caso de Peter y yo, espero que quede claro que pertenecemos al mismo lado de la división: las esferas y las redes se han diseñado para absorber la res extensa, para traerla de regreso a lugares, oficios, instrumentos, y medios, y dejar que circule nuevamente, pero sin perder un momento de lo que en la industria se llama su trazabilidad (Latour, “Spheres and networks” 124)

En su obra, Latour se acerca a los objetos no desde una perspectiva estática, sino como resultado de un proceso de construcción que involucra múltiples experimentos, proyectos, construcciones y modelos. En lugar de partir de un objeto ya constituido para analizar su estructura, Latour adopta una “ingeniería inversa” que busca desentrañar la complejidad de su génesis y su propia existencia (Harman, Prince of Networks 185). Para Latour, ningún objeto o hecho puede reducirse a una explicación última y absoluta, ya que todo está conformado por relaciones y conexiones. Su perspectiva relacional trata de inscribir hechos científicos en el laboratorio, analizar la tecnología a partir de los ensayos y errores que componen su desarrollo, y comprender la elaboración de la ley como un conjunto de procesos complejos (Lecomte 153).

Latour no cree en estados definitivos para los objetos, ya que estos continúan cambiando y definiendo trayectorias incluso después de haber sido constituidos. Su trabajo se centra en mostrar que los hechos más indiscutibles están compuestos de múltiples controversias, invenciones y negociaciones que dan forma a cajas de Pandora hechas de cuestiones sociales estabilizadas en contextos específicos. En lugar de considerar generaciones lineales, Latour mide la importancia de los objetos por el número de conexiones que son capaces de mantener con los demás, y cómo estas relaciones conforman su existencia como constelaciones móviles.

Latour desarrolla una filosofía relacional que hace énfasis en la importancia de la acción en la existencia y duración de las entidades.

Según él, ninguna entidad se define de otra manera que de acuerdo con lo que hace (Latour, Reensamblar lo social 124). Como señala Latour, las acciones humanas no son exclusivas de los seres humanos, ya que “aunque los humanos pueden actuar de formas más diversas y complejas, la acción no es su privilegio único. Los objetos también desempeñan un papel decisivo en las acciones humanas” (Latour, La esperanza de Pandora 45). Latour presta atención a esta capacidad simple pero crucial y destaca que las relaciones de las que habla no son meras proyecciones de la mente, sino relaciones reales que pueden referirse a fenómenos como el impacto del viento y la lluvia en las estructuras de los edificios. Según él, las relaciones no solo existen en nuestra mente, sino también en el mundo (Lecomte 57).

4. Tejidos urbanos: explorando las complejas redes de la ciudad

En esta sección del artículo, se enfocará en la contribución específica de Latour a la comprensión de la dinámica urbana y su influencia en los estudios urbanos. Latour ha desarrollado descripciones más simétricas de las relaciones que los humanos mantienen con las entidades no humanas en la producción y transformación del espacio urbano. A pesar de que la antropología urbana todavía se basa en gran medida en la distinción entre el entorno construido y el papel activo que los humanos juegan al habitarlo (Lussault 263), el marco conceptual de Latour se ha convertido en una referencia importante para alejarse de esta distinción fundamental. En consonancia con su filosofía general, “Latour rechaza las definiciones estructurales de la ciudad como una entidad unificada, estática y delimitada, y más bien, se enfoca en comprender las relaciones dinámicas que configuran las redes urbanas” (Lecomte 467). Su trabajo en conjunto con Émilie Hermant, Paris ciudad invisible, ejemplifica muy claramente cómo esto puede funcionar. Centrando su atención en las infraestructuras, la arquitectura como organización activa, la tecnología y la adaptación medioambiental, y en la multiplicidad y heterogeneidad de las redes, Latour desarrolla argumentos interesantes sobre “cómo se entrelazan las relaciones humanas, la tecnología y el entorno construido” (Lecomte 468).

En la misma obra Latour presenta una narración de visita acompañada de fotografías de Émilie Hermant, en la que se aleja de las perspectivas holísticas y propone un análisis de las múltiples redes que componen la totalidad de la ciudad. En lugar de concebir la ciudad como una entidad unificada que contiene dinámicas y dominios diferentes, Latour la retrata como un resultado de la interacción y aglomeración de muchos agenciamientos distintos, determinados por su movilidad, materialidad y especificidad. La ciudad es, en definitiva, el espacio donde se encuentran los abogados del Conseil d’État; los maestros de la École des Mines; y donde se encuentra Aramis4, es decir, el sistema de transporte que analiza Latour en Aramis o el amor a la tecnología. La idea de implementar lo que fue abandonado y que podría haber sido viable. Los neurocientíficos trabajan con los operadores del tráfico y suministro de agua, y los economistas del mercado de Rungis se relacionan con los microbios de Pasteur (Lecomte 38). En la ciudad, Latour se centra en los elementos en movimiento; sin embargo, es importante tener en cuenta “que, si bien las paredes no se mueven, Latour simplemente subraya el hecho de que deben mantenerse” (Lecomte 468).

La configuración de las calles permanece invariable, lo único que cambia es el nombre. Los encargados del tráfico tienen la capacidad de controlar los semáforos y, en algunos casos, desviar el flujo de vehículos. No obstante, esto no es suficiente para desafiar la base del argumento de Latour, quien cambia la perspectiva de la arquitectura aparentemente sólida compuesta por edificios fijos a la organización activa de lo que constantemente se mueve, cambia y amenaza con perecer o explotar: sistemas de transporte, abastecimiento de agua, elecciones políticas, determinación de precios en el mercado, entre otros. Aunque es cierto que la mayoría de las dinámicas que dan forma a París están dedicadas a la conservación y la reproducción, el argumento general de Latour destaca que la ley es el cambio y no la conservación, y que esta continuidad solo se establece a través de múltiples discontinuidades y transformaciones (Lecomte 25).

De esta manera, la ciudad se convierte en un cuerpo gigante donde las infraestructuras invisibles que alimentan y gestionan la ciudad son los múltiples órganos que lo conforman. Esta perspectiva sugiere una interesante mezcla de entendimientos biológicos, técnicos y políticos de la dinámica urbana, que reemplaza las concepciones holísticas por múltiples descripciones de redes situadas y específicas (Lussault 129). Al alejarse de las descripciones indeterminadas, la comprensión de la dinámica urbana se amplía para abarcar más allá del imaginario humano y profundizar en los movimientos de los materiales y la ingeniería que dan forma al entorno urbano (Lecomte 471). El relato de Latour otorga significado a una transformación más amplia y profunda, “ya que el impacto de las nuevas tecnologías no solo agrega otra dimensión al espacio físico existente, sino que también crea nuevas formas de continuidad entre las dimensiones físicas e informativas de la ciudad” (Lecomte 470).

Aunque este libro puede considerarse bastante antiguo5 en comparación con la velocidad de la innovación tecnológica, el argumento de Latour anticipa la forma en que el espacio físico y el espacio informativo ya no son fácilmente distinguibles en las ciudades contemporáneas. Las ciudades actuales manejan y registran grandes volúmenes de información que circulan por todas partes, no solo flotando como nubes en las calles y entre los edificios, sino también indexando activamente las interacciones entre personas, edificios y máquinas (Lecomte 470). Estas nuevas coordenadas indican que ya no es suficiente considerar solo “el plano virtual de los ordenadores y la información inmaterial, por un lado, y la realidad física inmutable de los monumentos y edificios por el otro” (Lecomte 470). La experiencia común de viajar en avión proporciona amplias manifestaciones de la forma en que la información se ha vuelto omnipresente.

En lugar de sostener que el ciberespacio es esencialmente virtual, resulta más preciso describir el desarrollo de la tecnología digital como una actualización que visibiliza aspectos de la vida urbana que antes permanecían ocultos. Este es uno de los principales argumentos que plantea Latour, quien sostiene que las tecnologías digitales no desmaterializan la ciudad, sino que la hacen más patente y manifiesta en su complejidad, es decir:

En lo que se transforma, se transporta, se deforma de una imagen a otra, de un punto de vista, de una perspectiva a otra. Es necesario que una traza las ligue, que permita ir y regresar, circular a lo largo de esta vía, de esta “escalera de Jacob”, transversal, lateral. (Latour y Hermant 53)

Siguiendo este argumento, según Latour, las ciudades deben ser entendidas como sistemas complejos que no solo son construidos socialmente, sino que se ejecutan a través de redes heterogéneas formadas por interacciones entre cuerpos, materia, tecnología, objetos y seres humanos. Estos sistemas nunca son totalidades armoniosas y unificadas, sino más bien, son el resultado de procesos caóticos y discontinuos que pueden ser contradictorios y mutuamente excluyentes. En lugar de ser vistos como estructuras estáticas, las ciudades son sistemas dinámicos y en constante cambio que emergen de la interacción de sus componentes heterogéneos. Por ejemplo, la red de transporte, el abastecimiento de agua y energía, la gestión de residuos, la planificación urbana y la infraestructura digital son solo algunos de los elementos que contribuyen a la complejidad y heterogeneidad de la ciudad (Lecomte 468).

5. Interconexiones urbanas: la red de conexiones entre sitios en la ciudad

El énfasis de Latour en la heterogeneidad y la fragmentación lo lleva a argumentar que ningún sitio es capaz de abarcar completamente el panorama de la ciudad. El libro sobre París describe la ciudad como una construcción imaginaria (Lecomte 471). Para entender su rechazo a una noción global de la ciudad, es útil comparar su obra con la de Michel Foucault. Mientras que Foucault expuso las relaciones subyacentes que mantienen en funcionamiento a instituciones aparentemente globales, Latour es crítico con cualquier enfoque que se desvíe de estas relaciones específicas con el fin de llegar a una lógica más general. Tomando como ejemplo el panóptico, Latour sigue las descripciones de Foucault sobre el modelo arquitectónico creado por el reformista Jeremy Bentham para las cárceles modernas (Lecomte 471). Sin embargo, rechaza el movimiento teórico que permitiría generalizar el panóptico a muchas otras instituciones, como la escuela, el ejército, la fábrica, el hospital y, por lo tanto, a toda la sociedad. Para ilustrar esto, Latour introduce el concepto de “oligóptico”, que se define en contraposición al panóptico y se refiere a la interconexión de habitaciones separadas que controlan redes específicas. Es importante señalar que este es el único concepto completamente desarrollado en el libro. Latour sostiene que estos oligópticos están encargados de la gestión de diversos sistemas urbanos, desde los organigramas de la École des Mines y la lista de calles referenciadas y nombradas, hasta las salas de control desde las que unos pocos agentes supervisan el tráfico o el suministro de agua y las computadoras que administran los sistemas de transporte público, tienen una visión limitada de la ciudad. A pesar de su alcance, estos sistemas solo pueden ver una parte de la realidad de la ciudad debido a su enfoque fragmentado y su incapacidad para visualizar las interconexiones holísticas de la ciudad (Lecomte x). Latour rechaza la posibilidad de centralización y descarta cualquier escenario de vigilancia total como el Gran Hermano. En cambio, sostiene que las acciones son limitadas y específicas, pero efectivas. Según Latour, la idea del panóptico es solo una fantasía compartida por líderes megalómanos y críticos paranoicos, ya que la realidad es mucho más fragmentada. Para él, la ciudad no es un todo unificado ni un contexto, sino más bien el resultado de las conexiones entre diferentes sitios, lo que la convierte en el espacio más grande y estable de estas conexiones (Lecomte 221).

Siguiendo el argumento central de Latour sobre la definición de las cosas a través de sus acciones, los sitios que explora no son simples paisajes contemplativos. En lugar de eso, son instituciones activas que constantemente gestionan, componen y alinean diferentes trayectorias y ensamblajes dinámicos que los constituyen. Cada sitio se define por las actividades específicas que ocurren allí, que a menudo están claramente separadas. Por ejemplo, las personas que controlan el suministro de agua en el norte de la ciudad utilizan paneles de control diferentes a los que usan las personas que manejan el tráfico desde un edificio en el sureste. Sin embargo, ambos grupos están preocupados por los mismos problemas fundamentales de la ciudad, en este sentido se sigue a Ignacio Farías y Thomas Bender:

Los sitios se localizan no por límites espaciales o escala, sino por tipos y líneas de actividad (...). Los espacios emergen a través de las redes que conectan diferentes sitios. Por lo tanto, mientras que la teoría del actor red se convierte en un medio vagamente acoplado a través del cual las nociones de espacio (...) afectan los estudios urbanos. (Farías & Bender 7)

Latour explora sitios que son instituciones activas, definiéndose por las actividades que se llevan a cabo en ellos. Su enfoque geográfico no es completamente fragmentado ni finalmente aglomerado, sino que está definido por una doble negación. Aunque esto permite relatos detallados de la especificidad del sitio, también presenta el problema de no poder dirigirse a toda la ciudad de otra manera distinta que a la del supuesto implícito de que es el ensamblaje de todos los ensamblajes. Latour no aborda lógicas operativas más generales y diagonales y no hay una habitación central desde la que se pueda ver todo París, y aunque fuera posible, parecería poco probable que este punto de vista global realmente pueda conducir a la posibilidad de controlar toda la ciudad.

El libro de Latour presenta un argumento poderoso y recurrente que desacredita teorías conspirativas y de control absoluto al enfatizar la especificidad de las acciones y sitios. Sin embargo, este argumento pasa por alto el problema crítico de abordar lógicas más diagonales que estructuran múltiples redes específicas sin necesidad de concentrar todo en un solo lugar. Aunque Latour no se enfoca en la racionalidad económica que permea muchos ámbitos (desde la educación hasta la arquitectura), tampoco aborda las dinámicas históricas, económicas y sociales que mantienen una fuerte división entre el lado rico y el lado más pobre de la ciudad. A pesar de esto, se puede entender París en términos más abstractos, lo que sugiere que hay muchos factores que no son contemplados en la teoría de Latour.

En su obra: Reensamblar lo Social, Latour aborda de manera más sutil el tema que se ha discutido anteriormente. Explica que su enfoque en las dinámicas locales y fragmentadas surge como respuesta a los argumentos más estructurales que han dominado el campo de la sociología durante mucho tiempo. A pesar de su concesión a la sociología clásica al reconocer la importancia de analizar las fuerzas de reproducción y los mecanismos de conservación, Latour señala que la sociología clásica no ha sido capaz de comprender y describir adecuadamente el cambio, y ha asumido en exceso que la reproducción es la ley. Latour, que se opone a esto, sostiene que la reproducción solo se obtiene mediante esfuerzos costosos y que lo que realmente es la ley es el cambio (Latour, Reensamblar lo social 49). Aunque la perspectiva de Latour, que sostiene que la ley es el cambio y que la reproducción solo se logra a través de esfuerzos costosos, parece ser más fructífera y estar más en línea con los hallazgos de la termodinámica, la biología y la física, a veces parece caer en una oposición simétrica. Por un lado, la sociología estructural no puede dar cuenta de los cambios reales, pero por otro, Latour parece considerar las dinámicas más generales y estructurales como meras imágenes. Aunque los oligópticos que estudia Latour se definen principalmente por su materialidad y las acciones concretas que realizan, las dinámicas más amplias que aborda en términos de “panorama” (Latour, Aramis o el amor 273) parecen no tener ningún impacto en la realidad.

6. Asociaciones infinitas

La relación estrecha entre la metafísica empírica de Latour y la dinámica urbana contemporánea se aclara a través de su concepto de redes urbanas. La teoría del actor-red no es un modelo definido, sino más bien un modelo negativo que establece las condiciones mínimas para permitir la máxima movilidad metafísica y empírica. Aunque el espacio está presente en toda la obra de Latour, su función a menudo permanece en las sombras. La teoría del actor-red parece haber sido concebida sin una forma específica, lo que le permite definir lo que se describe. Sin embargo, la cuestión decisiva es la imposibilidad de que la teoría del actor-red supere la extensión indefinida de la dinámica reversible de los actores y las redes. El problema radica en que los actores innumerables que pueblan el plano inmanente de Latour dificultan definir límites, trazar líneas y aislar funciones sistémicas. Si bien esto ayuda a dar cuenta de las cosas que no se pueden categorizar según dominios separados y a no presumir explicaciones estructurales de antemano, la teoría del actor-red lucha por definir límites y trazar líneas definidas.

El enfoque propuesto por Latour tiende a explicar la continuidad a través de múltiples discontinuidades. Su tendencia a considerar los objetos como proyectos suele sustituir los objetos cerrados por las trayectorias más complejas y frágiles que han seguido para existir y que aún deben seguir para perdurar. La cuestión es que la ingeniería inversa “solo funciona bien una vez que los ingenieros han ensamblado algo. La definición de trayectorias más complejas es interesante y útil cuando se necesita desempaquetar los objetos que se están estudiando” (Lecomte 472). Sin embargo, cuando las cosas ya son entidades complejas y vaporosas sin límites claros que cuestionar, el marco de Latour parece de repente menos útil y más problemático, es decir, “la teoría del actor red funciona mejor en situaciones muy definidas” (Bender & Farías 112). Debido a que París perdura como un cuadro clásico cuidadosamente preservado en el Museo del Louvre, su análisis se vuelve aún más interesante (Lecomte 489).

Postulando que las entidades se definen simplemente por lo que hacen y las relaciones que mantienen con los demás de manera totalmente real, es decir, sin reserva potencial alguna, sino solo con la capacidad infinita de asociarse, Harman sostiene que el “realismo relacional de Latour implica en última instancia una regresión infinita” (Prince of Networks 120). El marco relacional de Latour, al no poder explicar lo que un objeto es más allá de sus cualidades y relaciones, implica que en última instancia no hay causas y dimensiones últimas. Harman lleva esta afirmación aún más lejos, argumentando que para Latour los eventos son ocasiones únicas y singulares. Cualquier cambio, por mínimo que sea, implica un cambio decisivo y completo.

En este sentido, Latour describe los acontecimientos en términos vectoriales y su enfoque en la explicación de los objetos se centra más en sus trayectorias que en eventos puntuales. No es necesario compartir la visión puntualista y fáctica de Latour como lo hace Harman, para comprender el problema que su marco conceptual implica, el cual es la regresión infinita. El problema no radica en la incapacidad de Latour para explicar el cambio, sino en su incapacidad para dar cuenta de las estructuras duraderas y regularidades sistémicas. Aunque estos dos problemas están estrechamente relacionados, es importante destacar el segundo, ya que abre perspectivas diferentes. Es decir, no se puede afirmar que algo haya cambiado si no hay un estado anterior para referirse a ese cambio.

La regresión infinita se refiere a una serie de proposiciones donde cada una requiere la proposición explicativa anterior, y así sucesivamente hasta el infinito. Este fenómeno también se experimenta en óptica al colocar un objeto entre dos espejos enfrentados. Siguiendo esta analogía, la teoría del actor-red podría compararse con una sala de espejos, donde cada entidad se abre a una serie de otras entidades interminablemente, sin encontrar nunca un criterio decisivo para detener este proceso (Lecomte 241). A diferencia de lo que argumenta Harman, el problema no es definir lo que un objeto es más allá de sus relaciones, sino entender cómo un enfoque centrado en la fragmentación, la innovación y el cambio puede abordar la cuestión de la continuidad de manera diferente. En lugar de centrarse en estructuras duraderas y regularidades sistémicas, la teoría del actor-red se enfoca en las trayectorias y la evolución de los objetos a lo largo del tiempo. Sin embargo, es importante reconocer que estos dos problemas están estrechamente relacionados, ya que no se puede hablar de cambio si no hay algo que cambie. Por lo tanto, la teoría del actor-red debe encontrar un equilibrio entre la comprensión de la continuidad y la innovación y el cambio constante.

El espacio urbano contemporáneo presenta continuidades que no pueden explicarse únicamente en términos de extensión, sino que también están determinadas por regularidades sistémicas y convergencias que el enfoque de Latour en la especificidad no puede capturar. Estas continuidades están influenciadas por una gran cantidad de procedimientos y fórmulas estándar que limitan la construcción de edificios, el tamaño de las carreteras y la calidad y forma de muchos elementos materiales (Lussault 473). Además, estas continuidades también se manifiestan en redundancias más genéricas.

Desde Los Ángeles y París hasta Estocolmo, Quito, Bogotá y Santiago, los centros de las ciudades albergan las mismas tiendas, las mismas cadenas minoristas. Es cada vez más común encontrar la misma oferta de comida y alojamiento en múltiples lugares, llegando incluso a ser en habitaciones idénticas. Los entornos parecen estar homogeneizándose, como los aeropuertos que parecen centros comerciales, los cines que parecen bancos y los bancos que parecen salas de espera de aeropuertos. Las personas usan ropa similar y siguen protocolos similares en cuanto a la información y la administración. Las interfaces de plataformas digitales como Google, Facebook o TikTok también se están pareciendo cada vez más. Esta uniformidad no solo implica una estandarización, sino también la emergencia de patrones genéricos y entornos polivalentes. A primera vista, esta imagen podría parecer limitada al contexto de las clases medias occidentales. Sin embargo, existen otros ejemplos donde una alta diferenciación produce resultados sorprendentemente uniformes, como se observa en las calles principales de Quito o en los barrios marginales de Medellín. Estas regularidades sistemáticas y continuidades intensivas son ignoradas en gran medida por el modelo principalmente extensivo de Latour. Su continuidad se enfoca en la extensión, postulando que no existe nada más que la capacidad indefinida de los actores y entidades individuales para asociarse con otros, lo que permite describir lo que sucede de un paso al siguiente. Sin embargo, su modelo teórico es abierto y exige hacer un seguimiento de todos los pasos intermedios para comprender el desarrollo de toda la cadena, lo que puede extenderse indefinidamente. Además, estas similitudes no solo apuntan a la estandarización, sino también a la emergencia de patrones genéricos y entornos polivalentes.

7. La importancia de los elementos heterogéneos en la teoría del actor-red

La estrategia de Latour para abordar problemas metafísicos se asemeja a una estrategia de derivación empírica en la mayoría de los casos. De manera similar a Latour, se podría argumentar que el problema de la regresión infinita se reduce a saber por dónde empezar y por dónde parar. En cuanto a dónde comenzar, Latour ha abordado esta pregunta de manera contundente, ya que sostiene que las controversias son en realidad momentos reveladores que permiten una mejor comprensión y control inicial de las cosas. Latour considera que la única investigación válida es la empírica y que esta debe comenzar en medio de las cosas, utilizando las controversias como modelos. Sin embargo, el problema de saber cuándo detener la investigación es mucho más difícil de resolver. La teoría del actor-red enseña que nunca se debe asumir ningún contexto explicativo y, en cambio, siempre se debe considerar que puede haber más entidades relacionadas, lo que da lugar a múltiples jerarquías establecidas. Por lo tanto, no está claro si los asuntos empíricos y el sentido común pueden resolver cuestiones que no son metafísicas ni epistemológicas.

Aunque Latour no ofrece una solución alternativa, el diálogo presentado en Reensamblar lo social entre un profesor/investigador de la teoría del actor-red y un estudiante de doctorado es uno de los textos en los que aborda este tema con mayor claridad. Este diálogo es una buena muestra de la filosofía de Latour, ya que combina humor con afirmaciones prácticas para navegar en las profundidades teóricas. Sin embargo, resulta difícil tomar en serio la solución que ofrece, ya que parece no más que jugar en las turbulentas aguas del retroceso infinito (Lecomte 421).

En el diálogo, el profesor sostiene principalmente que una buena descripción es suficiente para explicar el concepto (Lecomte 347). El alumno busca un contexto explicativo que ponga en perspectiva su descripción, pero el profesor responde que describir es explicar y advierte al alumno de su afán por pasar de la descripción empírica a las explicaciones contextuales:

Como dijo Rem Koolhaas, “el contexto es una porquería”. Es simplemente una manera de detener la descripción cuando uno está cansado o es demasiado perezoso para continuar. E.: Pero ese es exactamente mi problema: terminar. Tengo que completar este doctorado. 5610 me quedan ocho meses. Usted siempre dice “más descripciones”, pero esto es como Freud y sus curas: análisis indefinido. ¿Cuándo se termina? ¡Mis actores están por todas partes! ¿A dónde ir? ¿Qué es una descripción completa? (Latour, Reensamblar lo social 213)

El estudiante de doctorado en organización, y aquellos que estudian los sistemas altamente complejos y cambiantes de las ciudades contemporáneas, seguramente encuentran angustioso el problema de saber dónde terminar la investigación. Aunque Latour parece comprender la importancia de esta cuestión, su respuesta no brinda mucho consuelo: “Uno termina cuando ha escrito 50.000 palabras o lo que sea el requisito aquí, siempre me olvido” (Latour, Reensamblar lo social 214). Parece que el profesor sugiere que se debe terminar cuando se han cumplido los requisitos administrativos y sociales, sin más ni menos. La ironía del estudiante no logra disipar la seriedad del profesor, quien sostiene que este límite es solo textual y no tiene relación con los problemas de método que el estudiante busca resolver.

La crítica de Ray Brassier en su artículo “Concepts and objects” sostiene que Latour, al intentar resolver el problema de la regresión infinita, abre otro problema al colapsar la metodología en cuestiones textuales y convertir problemas epistemológicos en prácticos y mundanos. Como señala el profesor en el diálogo con el estudiante, su argumento no es elegante, sino simplemente realista. La cuestión de cómo detenerse en la investigación es abordada por Latour, quien sugiere dos posibles soluciones: agregar un marco explicativo o dejar la última palabra en el último capítulo de la tesis (Latour, Reensamblar lo social 224). Sin embargo, según Ray Brassier en su artículo “Concepts and objects”, esta última opción puede ser problemática ya que puede llevar a una elusión de las distinciones epistemológicas entre conceptos y objetos. De hecho, Brassier argumenta que la eliminación de esta distinción puede indicar una relación estrecha entre Latour y la deconstrucción literaria de Jacques Derrida. Para Brassier, esta eliminación lleva a una inclinación hacia el texto y los conceptos en detrimento de la realidad y los objetos. Por lo tanto, Brassier critica el irreduccionismo de Latour y sugiere que presenta el rostro urbano del irracionalismo posmoderno.

La argumentación de Brassier puede no parecer extravagante al considerar la diferencia que él plantea. Es aún más plausible si se tiene en cuenta el trabajo de Schmidgen sobre la influencia de los primeros trabajos de Latour en la concepción de la práctica científica, inspirada en Charles Péguy y la exégesis bíblica. Aunque Latour nunca afirmó que los descubrimientos científicos son meras construcciones textuales, es cierto que su enfoque sobre la ciencia siempre estuvo influenciado por el modelo de la exégesis bíblica y la distinción de Péguy entre historia y tradición (Lecomte 345).

La postura de Latour sobre la ciencia se relaciona estrechamente con el material escrito, la inscripción, las huellas y la interpretación (Latour, Ciencia en acción 147). Aunque esto no implica necesariamente que Latour sea un seguidor de Derrida, sí es cierto que Brassier plantea un punto importante al destacar cómo la elisión de Latour de la distinción epistemológica entre conceptos y objetos puede tener cierta similitud con la deconstrucción literaria de Derrida. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la idea central de Latour de que la ciencia es tecnológica lo aleja del irracionalismo posmoderno, por lo que acusarlo de forma exagerada de adherirse a esta corriente sería una caricaturización injusta. El argumento de Brassier es que, al describir todo en términos de acciones y negar la existencia de jerarquías previas o metajerarquías para comprenderlas, Latour sostiene una ontología plana que no ofrece soluciones sobre dónde detenerse. Como resultado, pareciera que su poder descriptivo se basa en la pura arbitrariedad, lo que solo es equilibrado por el sentido común. Brassier sostiene que este irreduccionismo de Latour implica muchas reducciones: la razón se reduce a la discriminación y, por ende, al arbitraje; la ciencia a la costumbre; el conocimiento científico a conocimientos prácticos y, finalmente, la verdad al poder y la fuerza.

En cuanto al problema de la regresión infinita, es posible considerar el irreduccionismo de Latour en términos de un deconstructivismo positivo, que no busca despojar a las entidades unificadas de su realidad, sino más bien cargarlas con una mayor cantidad de realidad. Aunque Latour siempre ha negado ser parte de la deconstrucción, argumentando que se encuentra más del lado del constructivismo, esta acusación podría volverse en su contra al señalar un problema que la teoría del actor-red no ha logrado resolver. Al abrir todas las entidades a sus múltiples relaciones con otras, no solo se corre el riesgo de desatar la caja de Pandora de la esperanza, sino también de entrar en un laberinto de espejos.

8. Conclusiones

Se argumentado que Latour no ofrece una solución coherente al problema de la extensión indefinida generado por su sistema debido a su indiferencia hacia dinámicas de convergencia más generales y genéricas. Si bien Latour enfatiza la especificidad y la heterogeneidad, sus investigaciones prestan atención a las muchas entidades, transformaciones y detalles minuciosos que conforman conjuntos complejos como las ciudades contemporáneas. Al criticar la transición de un análisis detallado de mecanismos concretos hacia una lógica más general, Latour opone la realidad concreta de los mecanismos específicos del sitio con la dimensión ilusoria de los panoramas (Latour, Reensamblar lo social 148). Sin embargo, en lugar de establecer esta oposición, es necesario encontrar una manera de articular la copresencia de estas diferentes dimensiones. Para repensar lo que Latour llama panoramas, es necesario renunciar a la idea de que son meras imágenes flotantes sobre la experiencia actual y concreta de las microtransformaciones y los conjuntos específicos y fragmentados. Los panoramas, en cambio, pueden ser vistos como imágenes y modelos concretos que, aunque no actúan como estructuras deterministas y sistemas que lo abarcan todo, aún pueden mantener unidos estos conjuntos fragmentados (Latour, La esperanza de Pandora 347).

La filosofía de Latour se destaca por su capacidad de superar los dualismos que han estructurado sistemas filosóficos más tradicionales y avanzar hacia una comprensión topológica de las complejas dinámicas que dan forma a nuestro entorno antropocéntrico (Arellano 22). En contraposición a la geometría euclidiana, que considera el espacio como una dimensión extrínseca absoluta donde las entidades se desplazan y se puede medir su posición y transformaciones, la topología plantea una definición más relacional del espacio en la que no hay desplazamientos que no conlleven transformaciones. Las formas topológicas no se mueven dentro del espacio ni están contenidas en él como una cama en un dormitorio, sino que constantemente generan y modifican sus dimensiones. Aunque Latour no aborda explícitamente las complejidades de la geometría topológica, introduce conceptos relacionados con ella:

Probablemente no haya diferencia más decisiva entre los pensadores que la posición que tienden a tomar sobre el espacio: ¿es el espacio qué dentro de lo que residen objetos y sujetos? ¿O es el espacio una de las muchas conexiones que hacen los objetos y los sujetos? En la primera tradición, si vacía el espacio de todas las entidades, queda algo: el espacio. En el segundo, dado que las entidades engendran su espacio (o más bien sus espacios) a medida que avanzan penosamente, si eliminas las entidades, no queda nada, especialmente el espacio. Dime cuál es tu posición sobre el espacio y te diré quién eres: sospecho que esa piedra de toque discrimina igualmente a filósofos, arquitectos, historiadores del arte y otros. (Latour, “Spheres and networks” 211)

Con base en las ideas de Latour, diría que esta prueba es particularmente exigente para los estudios urbanos, la arquitectura y cualquier comprensión del entorno urbano en general. De hecho, solo a través de la aplicación de la topología se puede entender la compleja distribución ecológica de la dinámica urbana contemporánea.

Al parafrasear a Latour, podemos entender que su filosofía sugiere que el espacio solo existe a través de las conexiones específicas que existen entre diferentes entidades. Sin embargo, su teoría no toma en cuenta que la topología no solo se enfoca en la conectividad, sino también en la continuidad y los límites. Estos tres aspectos están interconectados y son importantes para comprender la complejidad del espacio. A pesar de que Latour ha abordado estos temas en su libro: Investigación sobre los modos de existencia, la relación entre continuidades y límites todavía no está completamente articulada en su filosofía. Por lo tanto, es importante tener en cuenta estas complejidades al aplicar la filosofía de Latour a campos como los estudios urbanos y la arquitectura.

Comprender las regularidades emergentes es esencial para entender la dinámica urbana contemporánea. Aunque la globalización urbana no implica que todo se esté convirtiendo en extensiones urbanas y organizaciones polilineales, sí existe una dinámica de convergencia que no puede ignorarse. Según Rem Koolhaas en su libro: La ciudad genérica (1997), las ciudades contemporáneas y los aeropuertos cada vez se parecen más. Por lo tanto, a diferencia de Latour, es importante señalar que hay más en estas convergencias que simples imágenes panorámicas. Si bien no se trata de defender un modelo único de control absoluto, existen modelos transversales que indexan la urbanización global de manera decisiva. Esta indexación se debe en parte al hecho de que las normas, los planes y los materiales estándar siguen enmarcando la organización urbana de acuerdo con reglas deterministas y repetitivas. Pero es posible que sean efectivos a través de patrones y funciones más genéricas y emergentes (Lecomte 463).

Estos patrones y funciones genéricos pueden ser utilizados para crear nuevas fórmulas estándar y también para proporcionar nuevas herramientas para comprender las relaciones entre planificación y cambio (Koolhaas 12). En conclusión, es esencial argumentar que la comprensión de la dinámica urbana contemporánea y la construcción de herramientas efectivas para navegar la creciente complejidad requieren el desarrollo de métodos topológicos capaces de reconocer cómo estas características emergentes y genéricas sustentan los diagramas estratégicos que estructuran esta complejidad.

Referencias

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1 “Del griego anthropos, por humano, y cene, que significa nuevo o reciente, se considera necesario que el nombre de la época en que vivimos refleje lo que está ocurriendo en el planeta, principalmente porque la Tierra está cambiando aceleradamente por la actividad humana” (Estévez párr. 5)

2 “Latour subraya la necesidad de abordar lo social desde una ontología plana y bidimensional, pues de ese modo se pueden captar -en la superficie- los rastros que dejan las relaciones empíricas de co-funcionamiento entre elementos asociados” (Heredia 10)

3 “El principio de irreducción es la vía mediante la cual Latour se apropia de una concepción inmanente y la hace patente” (Barrero 13).

4 “Se estudia el caso de un metro de alta tecnología denominado “Aramis”, desarrollado en Francia durante los 80’ que tenía como objetivo constituirse como un sistema de transporte de punto a punto, sin trasbordos, donde el pasajero podía indicar su destino en un panel. El diseño de Aramis estaba pensado para alivianar la congestión urbana, acústica y disminuir la polución del aire. Sin embargo, el proyecto fracasó debido a que Aramis, en la explicación de Latour, no pudo movilizar los intereses necesarios, impidiendo que se transformase en una institución a diferencia de otro tren exitoso: VAL, cuyos buenos resultados se entienden por la asimilación de apoyos humanos, realizada en sus especificaciones técnicas” (Padilla y Vásquez 118).

5 Su publicación en francés es del año 1992.

Cómo citar: León, Eduardo Alberto, Nicol A. Barria-Asenjo, Jesús Ayala-Colqui, Gonzalo Salas y Jorge Antonio Piedra Rosales. “Retorno a Bruno Latour. Pensando la teoría del actor red como un espacio urbano”. Discusiones Filosóficas, vol. 25, núm. 44, 2024, pp. 71-96, https://doi.org/10.17151/difil.2024.25.44.5.

Recibido: 02 de Mayo de 2024; Aprobado: 05 de Junio de 2024

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