Adiós, adiós madre del río, madre del río La lluvia negra, la lluvia negra en el caserío Adiós, adiós madre del monte, madre del monte La lluvia negra, la lluvia negra en el horizonte El compromiso, Patricio Hidalgo
Introducción
Al haber cruzado el umbral de la catástrofe civilizatoria, sus contornos y efec tos se vislumbran y resienten con mayor intensidad y velocidad, al mismo tiempo que un efecto de complementariedad y convergencia agudiza la pola rización en marcha1. Se agregan evidencias científicas, entre las que se incluye el hecho de haber atravesado 6 de los 9 límites planetarios esbozados por un sólido grupo de académicas y académicos (Richardson, et al, 2023), a la vez que elementos que han conducido al planteamiento de encontrarnos ante la sexta extinción masiva de especies (Kolbert, 2015). Somos parte de un proceso en que de acuerdo a la información disponible, la vida humana y no humana se encarrila hacia un desfiladero. Esto profundiza los elementos más perniciosos de este sistema-mundo, proceso que en la larga duración podemos reconocer como un proyecto necrótico, complementario del capitaloceno:
La acumulación de capital es la acumulación de nuestra potencial extinción [...] El Necroceno replantea la historia de la expansión del capitalismo a tra vés de su conversión en un proceso de extinción (MacBrien, 2016).
Esto es especialmente claro si atendemos a una polarización que en las condiciones actuales implica que decisiones vitales sean tomadas por elites políticas e intereses corporativos, sin considerar la obturación del futuro para la mayor parte de la población mundial, elemento que debería colocar en el panorama la siguiente constatación:
La trampa principal de nuestra economía es no incluir en los precios los impactos ecológicos de la producción de las cosas […] esa parte del precio no la paga el comprador, sino que se carga a la cuenta de otros: el conjunto de la sociedad, las generaciones futuras o la propia biósfera que ve destruidas sus materias primas y recursos naturales, su biodiversidad y geodiversidad. (Valero y Valero, 2021)
En relación con ello, destacan las pulsiones destructivas del capitalismo contemporáneo que profundizan la materialidad de este sistema de producción agudizando sus efectos y acelerando la descomposición/desgaste del planeta y la vida en su conjunto. Al mismo tiempo se debe subrayar el ca rácter profundamente antidemocrático/asimétrico del proceso caracterizado por el sostenimiento de modos de vida asociados con el desarrollo a partir de la depredación ambiental:
Desde 1992 a la fecha, Las emisiones se han incrementado en 65%; tan sólo el 1% de las emisiones actuales proviene de 120 países, mientras que cinco países son responsables de 60% de las emisiones. Investigaciones recien tes sugieren que, a nivel mundial, el 10% más rico ha sido responsable de hasta la mitad de las emisiones acumuladas desde 1990 y que el 1% más rico es responsable de más del doble de las emisiones del 50% más pobre (Tornel y Montaño, 2023).
Este proceso de carácter general tiene expresiones concretas, situadas, como lo que ocurre en la actualidad en la región sur-sureste de México, mis ma que tanto por sus riquezas y diversidad natural, como por su densidad cultural, puede ser considerada una de las últimas fronteras en la defensa de la vida en el planeta. Sus poblaciones y territorios están bajo el asedio de grandes proyectos de infraestructura que se articulan con actividades extrac tivas y de servicios, en una compleja articulación entre estrategias geopolíti cas generales, la voracidad de grandes corporaciones y de formaciones esta tales específicas; así como de un intrincado desdoblamiento de expresiones de poder militar que transitan entre formas de violencia armada organizada estatal y no estatal (Barrios, 2023a).
Tren Maya, además de la construcción o remozamiento de aeropuertos y refi nerías; pero también proyectos de urbanización, así como actividades agroin dustriales diversas. En la narrativa gubernamental esto no fue explícito sino a partir de 2023, cuando se reconoció que uno de los tramos, la línea FA del Corredor Interoceánico que va desde Coatzacoalcos a Palenque, será la inter conexión con el llamado Tren Maya (Revista Armas, 2023b), a lo que se debe agregar que la línea K que correrá de Ixtepec a Ciudad Hidalgo, está pensada para integrar actividades económicas diversas con Centroamérica; mientras que la línea Z es la que cubre el recorrido de Salina Cruz a Coatzacoalcos.
En el centro de ese despliegue se pueden ubicar dos elementos princi pales que serán desarrollados en las siguientes páginas. Por un lado, los re querimientos energéticos que en distintas fases suponen pisar el acelerador en lo que a la combustión de hidrocarburos fósiles se refiere, así como en la extracción de minerales y materiales diversos para la construcción de las obras, lo cual agudiza la devastación socioambiental. Por el otro y dejando de lado la retórica de los planes oficiales, que el objetivo más alto de la in tervención público-privada que tiene lugar en el sur-sureste de México está relacionado con impulsar un proceso profundo de desterritorialización hacia las comunidades indígenas de esa porción del país, para hacer compatible el usufructo del medio físico (para producción y tránsito de mercancías) con intereses económicos diversos. Se trata de una ofensiva múltiple contra las territorialidades que subsisten en la región y que han constituido un obstá culo para la implantación de relaciones económicas y de interacción con el entorno de acuerdo con los dictados del mercado. Además de ello, con base en la información disponible, misma que ha cambiado de manera constante desde 2018, se propondrá un balance de los principales intereses corporati vos que se ciernen sobre la región del Istmo.
“Arranca el proyecto (2022), pero necesitamos hacer las ter minales definitivas y esas se llevarán más de 2 años, y ya las vamos a empezar a licitar en enero, ahora estamos licitando el proyecto ejecutivo y ya que los tengamos vamos a licitar la obra. Y en diciembre de 2023 estaremos entregando las terminales definitivas. Aún no sabemos si las va a disponer un operador, posiblemente sí la vamos a concesionar porque no somos expertos, estamos en eso pero primero queremos construir la obra y ya eso es lo de menos, después se deter minará cómo se va a operar, lo mismo que el tren” Rafael Marín Mollinedo titular del CIIT, 29 de noviembre de 20212
Un salto al vacío
La encrucijada en la que se encuentran los territorios y poblaciones que ha bitan el Istmo de Tehuantepec se vincula con problemáticas interrelacionadas pero que se manifiestan en distintas escalas. Resulta útil pensarlo de ese modo para observar, tanto las determinaciones más amplias del megaproyecto, como aquellas que son de carácter transregional y otras más con afectaciones a porciones del territorio más acotadas a lo local y comunitario. Como fue señalado durante la realización de la Caravana El Sur resiste 2023:
El enemigo es un modelo de depredación global, que escoge al sur de Mé xico como un territorio de disputa en la crisis global, en que el gran capital de EU se enfrenta a China. El enfrentamiento no es solo contra el cacique local, se pelea contra cacicazgos regionales, pero sobre todo respecto a la ofensiva de una gran cantidad de actores. Es como mini David contra macro Goliat. Este modelo anuncia el fin del planeta, el fin de la vida. (Beas, 2023)3
En primer lugar, la renovada intentona de establecer un corredor en esa región se vincula con un traslado de carácter general del centro geoeconó- mico del mundo desde el Atlántico hacia el Pacífico. Esto guarda relación con el peso demográfico y comercial que tienen algunos países de Asia en la actualidad, pero también de la capacidad que tienen algunos de los países de la región para disputar en el tablero económico, diplomático, tecnológi co y militar. Desde una perspectiva que haga énfasis en la territorialidad del proceso, los proyectos de construcción de infraestructura, emprendidos en particular por China, dan cuenta de la creciente presencia de la potencia asiá tica, no sólo a través de la Iniciativa One Belt One Road (OBOR), sino también de inversión y construcción de infraestructura en América Latina y el Caribe (USSOUTHCOM, 2023). En materia de inversión el informe destaca que entre 2002 y 2022 el comercio entre la República Popular de China y América Latina pasó de 18 millardos a 450, a eso se agrega que se espera un incremento para 2035 hasta los 700 millardos, lo que supondría igualar el peso del comercio que en la actualidad tiene Estados Unidos con la región, elemento que en el Posture Statement se interpreta como una demostración de la erosión en la ventaja comercial del hegemón (USSOUTHCOM, 2023).
Específicamente respecto a la construcción de infraestructura señala la jerarquía militar del Southern Command de Estados Unidos:
La República Popular China invierte en infraestructura crítica, incluidos puertos de aguas profundas e instalaciones cibernéticas y espaciales que pueden tener un doble uso para actividades comerciales y militares ma lignas (sic). En cualquier posible conflicto global, la República Popular Chi na podría aprovechar los puertos regionales estratégicos para restringir el acceso de los buques comerciales y navales estadounidenses. Este es un riesgo estratégico que no podemos aceptar ni ignorar. Estas actividades es tán fuertemente subsidiadas a través de empresas estatales de la Repúbli ca Popular China, lo que les permite realizar ofertas atractivas en proyectos de infraestructura, desplazando rápidamente a los competidores locales e internacionales. Las empresas estatales están desarrollando puertos de aguas profundas en diecisiete países, particularmente alrededor de estre chos marítimos estratégicos en esta región. En Asia, África y Medio Orien te, las empresas estatales de la República Popular China abusaron de los acuerdos comerciales al realizar funciones militares en los puertos de los países anfitriones. ¿Qué les impide hacer lo mismo en este hemisferio?
En Panamá, empresas patrocinadas por la República Popular China partici pan o presentan ofertas en varios proyectos relacionados con el Canal de Panamá, un estrecho estratégico global. Estos proyectos incluyen operacio nes portuarias en ambos extremos del canal, gestión de aguas y un parque logístico. (USSOUTHCOM, 2023)
Al tratarse de un proceso dinámico y crítico en la disputa por la hegemo nía, este tipo de análisis y prospección se realiza de manera continua, en 2024 este balance fue actualizado incluyendo un par de tópicos más:
La República Popular China está jugando a “largo plazo” con el desarrollo de sitios e instalaciones de doble uso en toda la región [...] presenta sus inversiones como pacíficas, pero, de hecho, muchas sirven como puntos de futuro acceso multidominio para el Ejército Popular Liberación y puntos de estrangulamiento navales estratégicos [...] en Argentina, otra empresa esta tal está intentando obtener los derechos para construir instalaciones ma rítimas de doble uso, que respaldarían el sostenimiento y la proyección de poder en las proximidades del Estrecho de Magallanes, el Pasaje de Drake y la Antártida. Esto mejoraría drásticamente la capacidad para acceder a la región antártica para la pesca, pero también impactaría la movilidad estra tégica de Estados Unidos hacia un área reservada para la paz y la ciencia.
En el hemisferio occidental, una empresa estatal china será la primera con propiedad y control mayoritario de la infraestructura portuaria de un país: el futuro megapuerto de 3.600 millones de dólares en Chancay, Perú. Mismo que servirá como China ha proclamado “La puerta de entrada de América del Sur a Asia”. (USSOUTHCOM, 2024)
La contraparte de esa transición y su carácter contencioso es la respuesta desde las grandes potencias de Occidente a través de la Iniciativa Build Back Better World (B3W) emprendida en 2021 por el Grupo de los 7 (G7) (The White House, 2021) para contrarrestar la OBOR de China. Después de un inicio in cierto, en 2023 la iniciativa fue relanzada en el marco de la reunión del G20 en Nueva Delhi, en donde se anunciaron proyectos concretos en el marco de la Asociación para la infraestructura y la inversión globales (PGI).4
A ello debemos agregar la necesidad de movilizar flujos de mercancías y materias primas a través de los océanos (el 90% del comercio mundial se lleva a cabo a través de contenedores marítimos) (UNODC, 2022b), a lo que se suman las interacciones a partir de rutas multimodales, como aquellas que buscan integrar el Pacífico mexicano con la Costa Este de Estados Unidos. Por ejemplo, desde el puerto Lázaro Cárdenas a través del Kansas City Southern hasta Tamaulipas.
En segundo, en lo que refiere al Sureste de México, la implantación articu lada de megaproyectos (El Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec y el denominado “Tren Maya”) suponen una ofensiva para traspasar los límites y fronteras que aún subsisten a las lógicas del capital, no sólo en términos del acceso a los bienes naturales, sino también a las formas de trabajo, las modalidades de consumo; así como las visiones y formas de ser en el mun do. Aunque esto resulta invisibilizado en la narrativa dominante gracias a lo que podemos reconocer como efecto periferia(Serje de la Ossa, 2017), un elemento esencial de este tipo de megaproyectos reside en la posibilidad de intervención en regiones en las que la memoria histórica y las formas de vida comunitarias mantienen formas de politicidad y reproducción social contra puestas al proyecto de dominación.
De acuerdo con la elaboración de Margarita Serje, el efecto periferia ha resultado especialmente notorio en determinadas regiones del continente (consideradas abiertas, fluidas, cambiantes, siempre porosas y en disputa) que, aunque son pensadas como fronteras de carácter interno, suelen te ner dinámicas multinacionales. En el caso de México se podrían considerar al menos dos: el “gran desierto del norte” del que hace parte la frontera de México con Estados Unidos y la Península de Yucatán.5 A esta lógica se podría agregar ahora la franja que conforma el Istmo de Tehuantepec, no sólo por haber constituido históricamente una región de tránsitos, sino también por la idea de atraso que se le endilga a sus habitantes, pero también por el carácter que adquiere en la actualidad para la contención de los procesos migratorios regionales.
El efecto periferia es considerado como una de las estrategias espacia les del capitalismo, caracterizada por la producción de una “exterioridad” compuesta de tres elementos o estados: 1) estado de opacidad, produci da mediante narrativas y representaciones que invisibilizan a sus habitantes históricos y sus paisajes sociales, razón por la cual son presentados como “desiertos”, lo que remite a un imaginario que los presenta deshabitados; 2) estado de emergencia, al ser presentados en crisis permanente, ya sea como resultado de impactos naturales (sequías, inundaciones), socioeconómicos (áreas pobres, desvalidas), lo que las hace constantemente acreedoras de ayuda por parte del Estado en connivencia con la iniciativa privada; 3) estado de excepcionalidad, que remite a su caracterización como “tierras de nadie”, por fuera del control estatal (Serje de la Ossa, 2017).
Tratándose de un elemento que se puede rastrear en diversos momen tos de la historia, el efecto periferia pervive hasta la actualidad funcionando como narrativa que legitima la realización de estos megaproyectos, en bús queda del afianzamiento del Estado nación que en este caso se encarga de garantizar el acceso del mercado a la región, lo que incluye a sus poblaciones como fuerza de trabajo y consumidores. Para lograr ese objetivo, primero tie ne que reconocer el terreno, “escanearlo” para saber qué recursos existen y qué límites u obstáculos hay para obtenerlos, hacerlo legible y simplificado (Scott, 2020). Eso es lo que hacen posible las etapas de planeación, diseño e inicio en la implementación.
Se trata de un proceso de reordenamiento territorial cuyo objetivo es cambiar para siempre la identidad de los pueblos del Sureste de México. Al profundizar las actividades extractivas e impulsar la conversión productiva hacia parques industriales (maquiladoras), agronegocio o actividades turís ticas, se cumple con el propósito de socavar la autodeterminación de las poblaciones que habitan en esa región del país. En ese sentido, la construc ción del megaproyecto no sólo supone revertir una decisión histórica de los pueblos que se han opuesto iniciativas similares previas (respecto al Plan Puebla Panamá, Iniciativa Mesoamérica, o las Zonas Económicas Especiales), sino concebir su territorio (una vez más y en pleno siglo xxi) como un espacio vacío y desierto, sobre el que se puede proyectar grandes obras e iniciativas económicas y sociales, sin considerar ni consultar a sus habitantes con el fin de subyugar a su población en función de la posición geográfica en la que se encuentran sus territorios. Es otra expresión de la maldición de los recursos naturales-paradoja de la abundancia (Acosta, 2009), pero que en este caso incorpora las cualidades de localización geográfica y de interconexión que permite el estrecho (como ocurre con el Canal de Panamá).
Dicha concepción de la región sur-sureste como un espacio vacío/contenedor, ha implicado que tanto el llamado Tren Maya, como el Corredor Inte roceánico del Istmo de Tehuantepec hayan sido modificados/actualizados de manera constante porque de lo que se trata es de posibilitar las condiciones de intervención/acceso a esa porción del territorio: se trata de allanar el ca mino sin otra consideración. Es en parte por ello que ambos proyectos han sido apalancados por las Fuerzas Armadas, tanto el Ejército como la Marina.
En términos formales el proyecto implica, además de la rehabilitación del ferrocarril y el gasoducto, construir una nueva terminal de contenedores en los puertos de Coatzacoalcos y Salina Cruz; la modernización de la red de carreteras primarias y secundarias, fortalecer la red aeroportuaria y la infraes tructura de redes de conexión digital, así como reforzar la infraestructura de gas; el desarrollo de centrales eólicas para la generación eléctrica; el man tenimiento y rehabilitación de las refinerías de Minatitlán y Salina Cruz y la construcción de Polos de Desarrollo para el Bienestar (PODEBI) (Diario Oficial de la Federación, 2023a). Una vez instalada la infraestructura, se proyecta la participación en el corredor de empresas dedicadas a actividades agroali mentarias, agroindustriales, energéticas, logísticas y de servicios en general. Dicho de otra manera, se trata de una plataforma logística de nivel mundial a cargo de la Secretaría de Marina quien tendrá a su cargo la operación de la línea de Guatemala a Ixtepec; de Salina Cruz a Coatzacoalcos y de Coatza coalcos a Palenque, más cuatro puertos: Dos Bocas, Coatzacoalcos, Salina Cruz y Puerto Chiapas, además de los 10 polos de desarrollo en el Istmo. De manera análoga a lo realizado en la Península de Yucatán, las utilidades serán destinadas a las pensiones de marinos y soldados (Revista Armas, 2023a).
Además de ello y en algo que ha sido común a los megaproyectos durante la administración del ejecutivo federal 2018-2024, se percibe una mezcla de temporalidades entre el diseño, implementación y licitación de actividades dentro de ellos. Reiterando el carácter “abierto” del proyecto, el vicealmirante Raymundo Morales Ángeles, director actual CIIT, ha señalado que las vocacio nes económicas del corredor serán:
...eléctrica y electrónica, serán semiconductores, la automotriz, dispositi vos médicos, farmacéutica, agroindustria, maquinaria y equipos, metales, sectores a los que se les darán facilidades en fibra óptica, gas natural, agua potable, incentivos fiscales y electricidad (Revista Armas, 2024b).
Por su parte, José Daniel Ruíz Flores de la Agencia Naviera Tomás Ruíz, entrevistado por la Revista Militar Armas (de las Fuerzas Armadas de México) destacó que las vocaciones productivas del CIIT se centrarán en transbordos interoceánicos, industria petroquímica, comercialización de productos agrí colas y en el ámbito de la cultura, producción de artesanías (sic) (Revista Armas, 2023d).
Para finalizar este subapartado resulta pertinente abordar una temática que atraviesa todas las escalas antes expuestas, aquella relacionada con la articulación de un proceso de destrucción ambiental inusitado. En el caso de lo que está teniendo lugar en el sur-sureste de México esto tiene al menos tres modalidades. Lo profundamente contaminante y devastador que signifi ca la transición hacia energías “limpias”, como en el caso de los parques eó licos y fotovoltaicos; la destrucción ambiental que supone el propio proceso de construcción de infraestructura y finalmente, la preservación y profundización de un patrón energético anclado en combustibles fósiles.
En el primer caso en virtud de que, para la fabricación, por ejemplo de los parques eólicos y fotovoltaicos, se requieren ingentes cantidades de minera les que ante la “imperiosa” necesidad de transitar a otro patrón energético se vuelven sumamente codiciados, lo que implica distintas afectaciones en los territorios y poblaciones de donde son extraídos:
El rápido despliegue de proyectos eólicos y solares requerirá enormes can tidades de minerales metálicos [...] Se espera que la demanda de aluminio, indio y plata aumente en más de 300% para 2050 desde el escenario base [2018], mientras que la demanda de cobre, hierro, plomo, neodimio y zinc aumente en más de 200% (Dunlap, 2023, p. 46).
La propia creación de infraestructura, que incluye los megaproyectos en boga a nivel mundial, los hace costosos en términos económicos y sociales, al mismo tiempo que emplean descomunales cantidades de materiales que profundizan la devastación del ambiente. Si consideramos datos de 2014, tenemos que alrededor del 8 por ciento del Producto Interno Bruto mundial estaba dirigido a la construcción de megaproyectos con distintas modalida des. Dicha tendencia se encuentra al alza, a pesar de que la “Ley de Hierro” de los megaproyectos establece que es una característica general de este tipo de emprendimientos funcionar con sobrecostos y con mayor tiempo de construcción del originalmente previsto (Flyvbjerg, 2014).
En la región de implantación del llamado Tren Maya y el CIIT se han im plementado innumerables bancos de materiales “gratuitos” (que de diversas maneras terminarán pagando poblaciones y ecosistemas con la degradación ambiental y la destrucción de sus territorios); mismos que son extraídos de lechos de ríos (alterando con ello procesos hidrodinámicos), cerros, y depó sitos minerales de gran tamaño. A ello se suma que las necesidades de uso de tierras sin vegetación para la construcción de los parques, resulta mayor que para la generación de energías fósiles, lo que en un escenario como el del área de implementación de los megaproyectos en México equivale a desatar gigantescos procesos de deforestación (Gómez, 2023).
Aun sin contar con cifras totales de lo que ha supuesto ese proceso de reordenamiento en el Sur Sureste de México, ya contamos con indicios que dan cuenta de la catástrofe. En el caso de la comunidad de El Bosque, en el municipio de Frontera, en Tabasco, la articulación de actividades extractivas que se realizan desde hace décadas y los requerimientos para la construc ción de la Refinería de Dos Bocas han afectado de manera conjunta a esa comunidad de pescadores. A la erosión de la costa, habitual como resultado de actividades de extracción petrolífera, se sumó la destrucción de más de 300 hectáreas de selva media perennifolia y de manglar (Cervantes, 2019).6 En todo caso, la pérdida de biodiversidad resultado de esto es inconmensurable, tanto por la escala de la apropiación de bienes naturales, como por la opaci dad que ha caracterizado la implantación de ambos megaproyectos.
Es conocido que una de las actividades productivas más contaminantes es la producción de cemento. En el caso del CIIT, la construcción del segun do rompeolas en Salina Cruz demanda la colocación de 11 mil elementos de concreto (kolos), de entre 16 y 19 toneladas de peso, con el objeto de que el puerto esté en condiciones de recibir embarcaciones de gran calado. De acuerdo con declaraciones del superintendente de la obra, Salvador Osorio, la vida útil del rompeolas será de 50 años (Rodríguez López, 2023), lo que reafir ma lo planteado al inicio de este capítulo sobre la ausencia de consideración y compromiso de economistas, ingenieros y políticos con las generaciones venideras, aquellas que habitarán esos páramos dentro de cien años.
Siguiendo la trayectoria hacia el abismo socioambiental, tanto el llamado Tren Maya, como el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, son megaproyectos pensados para continuar con el patrón energético basado en hidrocarburos fósiles, pero reforzado con energías supuestamente “limpias”. En su encadenamiento transnacional, se tiene previsto transportar gas ex traído con la técnica de fractura hidráulica en Texas a través de un gasoducto submarino para electrificar el Corredor Interoceánico, lo que contempla la refinería de Dos Bocas y el llamado Tren Maya. Desde Texas recorrerá una ruta hacia Tuxpan-Coatzacoalcos (Veracruz) y luego hacia Paraíso (Tabasco) y Yucatán; esto de acuerdo con los permisos ambientales de la empresa TransCanada (TC Energy) responsable del proyecto, en coordinación con la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Dicho gas emite metano, uno de los gases causantes del calentamiento global. A esto se debe agregar su peligro sidad, en virtud de ser altamente flamable e inodoro, lo que resultará ries goso durante su traslado tanto en la superficie terrestre como en los ductos submarinos. Además de ello, se anticipa una mayor demanda de electricidad industrial para el CIIT, por lo que TransCanada desarrolla una segunda parte: el denominado proyecto Puerta al Sureste que transportará 1,390 Millones de Pies Cúbicos Diarios de gas “natural”, de acuerdo con la información de la Manifestación de Impacto Ambiental de la iniciativa. Se trata de la construc ción de ductos terrestres y submarinos que transportarán gas “natural” desde Tuxpan a puntos de entrega de la CFE en Coatzacoalcos y Paraíso, la sede de la refinería de Petróleos Mexicanos (Pemex) (Olvera, 2023).
Vaciar las venas de América Latina
Como hemos señalado en este texto, el proyecto se ha ido modificando con el paso del tiempo, lo que se relaciona con la lógica de intervención territorial descrita, pero también con la incorporación de elementos no considerados con anterioridad. Por ejemplo, a partir de la pandemia y ahora de las guerras de Ucrania y la OTAN contra Rusia; o las reverberaciones del genocidio de la población de Palestina a manos del Estado de Israel en lo que se refiere a la dinámica del Canal de Suez. Estos eventos interrumpieron suministros y afec taron cadenas de valor, impulsando estrategias que agregan a la dinámica de estos megaproyectos la necesidad de rediseñar el comercio a partir del princi pio de nearshoring. Con la pandemia, la logística del offshore se vio seriamente afectada, ya que muchos de los proveedores de América se encuentran en Asia, siendo China uno de los más importantes. Es por ello que ahora se busca que los procesos de fabricación, ensamble y proveeduría se realicen en el país o continente en el que serán comercializados, reduciendo con ello el riesgo de sufrir interrupciones operativas a través de garantizar el acceso a los su ministros durante los procesos de fabricación y haciendo eficiente el traslado de las mercancías a los mercados para los que fueron destinados (Montaño y Ordónez, 2022).
Esto no excluye desde luego la reafirmación de la región como exporta dora de materias primas y manufacturas, cuyos suministros también se han visto afectados en porciones de Europa por el conflicto armado, como ha ocurrido con los granos.
Eso explica que de manera reciente otro tipo de corporaciones muestren interés en las posibilidades del megaproyecto: Entre estas compañías se per filan los nombres de DHL, Minnesota Mining and Manufacturing Company (3M) y Amazon, las cuales planean establecer sus centros logísticos de productos en el CIIT. A estas se suman algunas más como Visa, Meta (antes Facebook), AT&T, Google, Mercado Libre, FEMSA (embotelladora de Coca Cola en México) y Oxxo (Frabes, 2022). También se ha hablado del arribo de corporaciones como Foxconn, Pegatron, Invetec y Unimicron para que se establezcan en la región con sus modelos de producción de semiconductores y microchips en el Istmo (Mota, 2023).
En otra modalidad de la ocupación de ese territorio, el gobierno federal ofreció a la cervecera Constellation Brands la relocalización de la planta ex pulsada de Mexicali por la impugnación social respecto al uso de agua en una región árida, hacia las proximidades del Puerto de Veracruz, lo que pone en el horizonte otros conflictos por recursos hídricos (Martínez Zazueta, 2023). De manera análoga, las automotrices han condicionado su participación en el área del corredor en función de las prerrogativas que se les otorguen, por ejemplo, respecto al uso de infraestructura y también de agua (Navarrete, 2023). En suma, el proyecto cuenta con el beneplácito de distintos sectores empresariales, es la reiteración de esa mirada inmediatista y ensimismada.
A esto debemos agregar una dimensión de la problemática que no puede ser menospreciada, relacionada con el papel que juega en la actualidad de la región y el país la economía criminal. Lo que desde cierta perspectiva aparece como una “ventana de oportunidad”, en tanto que la localización de México entre océanos y mares permiten la conexión con 145 países a través de 103 puertos y 15 terminales habilitadas, en el contexto mexicano supone también una inmejorable opción para el desarrollo de los tráficos ilícitos. Como se mencionó al inicio de este trabajo, se calcula que el 90% del comercio mun dial transita por océanos en contenedores, de los cuales sólo el 2% es revisa do (UNODC, 2022b). Sólo en lo relativo al tráfico de cocaína, se estima que el 90 por ciento se transporta por vía marítima (UNODC, 2022a).
En términos generales la militarización que implica este tipo de megapro yectos ha sido denunciada en relación con el papel que juegan las Fuerzas Armadas y la Guardia Nacional dentro del proceso (Tornel, 2023), pero existe otra vertiente que no ha sido suficientemente visibilizada, relacionada con la fragmentación y disputa del territorio del Estado-nación por parte de las es tructuras de la economía criminal, así como por la imbricación entre estas y distintas escalas de gobierno. Esto guarda relación con otra característica que podemos ubicar con especial fuerza durante las últimas décadas: la pérdida de centralidad de la formación social estatal. En lo que resulta especialmente claro para regiones de África y América Latina y el Caribe, es plausible señalar que después de un poco más de dos siglos de imposición del orden interna cional interestatal, más que enfrentarnos ante un déficit contemporáneo de estatalidad, nos encontramos ante la “aplicación fallida de un modelo, con presunción de universalidad, que devino en formas híbridas de estatalidad” (Ruzza y Geisler, 2015).
En los intersticios del Estado, en las porosidades donde se dan disputas por territorios, observamos una creciente participación de formas de violen cia armada organizada (Barrios Rodríguez, 2021; 2023a) en actividades extrac tivas, o expoliando a las poblaciones que resultan cercadas por la creación/ mejoramiento de infraestructura. Lo que observamos en México es una con frontación armada por los territorios y sus poblaciones por lo que el control y gestión del espacio se ha vuelto un elemento central de la dinámica en el país. Se trata de manera más general de procesos de militarización social que corren por la vía institucional-estatal, privada, informal y aquella que es propia de la economía criminal (Barrios Rodríguez, 2014, p. 2021).
En relación a ello y en estrecha relación con la ofensiva desplegada de manera general sobre territorios en los que se lleva a cabo construcción de infraestructura y actividades extractivas, opera una máxima de la contrainsurgencia que se potencia por lo que se pone en juego en términos económicos y políticos para gobiernos y corporaciones: “En el corazón de la contrainsurgencia está la creencia de que todos los súbditos de un gobierno son enemigos potenciales” (Gelderloos, 2022, p. 289). La actualización de dicho postulado para el caso mexicano implica reconocer que por razones doctrinarias y ope rativas (las estructuras armadas de los cárteles en algunos casos provienen o se entrenaron con cuerpos de élite de las Fuerzas Armadas), el principio contrainsurgente se ha esparcido por los centenares de grupos armados que se disputan a las poblaciones.
Esto ha conducido a la normalización de formas de resguardo militariza do, lo que es muy claro en el Sureste de México y que puede ser denominado patrullaje ostensivo, en virtud del tipo de entrenamiento y armamento de estos actores armados. Dichas tareas no recaen de manera exclusiva en po licías y Fuerzas Armadas, sino que, en la medida en que entrañan proyectos de disciplinamiento y manejo de entornos y poblaciones; incluye contratistas privados, grupos criminales, mercenarios, así como otro tipo de fuerzas: “El Estado utiliza la violencia (de la policía, el ejército, mercenarios privados y vigilantes privados) para apoderarse de tierras, controlar recursos, proteger las industrias extractivas y reprimir el movimiento ambientalista (Dunlap & Brock, 2022, p. viii).
A ello debemos agregar que este tipo de obras son aprovechadas por las estructuras de la economía criminal, por lo que resultan beneficiarias de este tipo de iniciativas. Un ejemplo claro de ello es la dinámica suscitada en el Pacífico mexicano respecto al litoral, caminos y puertos, codiciados por los grupos de la economía criminal para realizar sus actividades.
El proceso de reordenamiento social, económico y espacial que promue ven los megaproyectos del Sureste, ocurre en un momento en que las estruc turas de la economía criminal y las dinámicas de violencia que despliegan se han afianzado en el país. Esto quiere decir que la apertura del territorio y las actividades económicas que se avizoran por la conjunción del proyecto de nominado “Tren Maya” y el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, serán aprovechados por estos grupos para profundizar y diversificar maneras de controlar y expoliar a las poblaciones. Al cobro de rentas ilegales, robo de combustible, tráfico de estupefacientes, armas y personas con objetivos de explotación laboral y sexual, se agregarán, por las especificidades del Sureste de México, el saqueo de especies animales y biodiversidad. En ese sentido, en el área de implementación de los megaproyectos, la disputa por el territorio, que ya existe, se agudizará, contribuyendo por otros medios al reordenamien to cultural y social que persiguen el ideal de desarrollo y modernización.
Disputa de memorias
La palabra mausoleo proviene de lo que, al considerar recursos y tiempo em pleados, fuerza de trabajo y función sociopolítica, puede ser considerado un megaproyecto (Flyvbjerg, 2014). La palabra fue acuñada a partir de la construc ción de la tumba del rey Mausolo de Caria, un monumento funerario enorme, magnífico y suntuoso, construido por miles de personas y diseñado por artis tas griegos de gran relevancia. Mausolo fue un sátrapa, gobernador del Impe rio Persa, que tenía bajo su mando una importante provincia, cuya capital era Halicarnaso, en la actual Turquía. El gobernante proyectó su tumba para que fuera visible desde el mar y para que dominase el paisaje de la región. Murió al año siguiente del inicio de edificación del proyecto y su hermana y esposa Artemisia II (posiblemente con un legado de mayor relevancia que Mausolo) se encargó de continuar la construcción, pero murió un año antes de que fi nalmente, los responsables de la construcción, entusiasmados con que sus nombres quedarían en la historia relacionados con la majestuosa construc ción, la concluyeran. Fue destruida después de sucesivas incursiones bélicas y un terremoto durante la Edad Media. Se preservan sólo algunos frisos y un par de estatuas que se piensa son de Mausoleo y Artemisia II (Hornblower, 1982; Ancona y Tsouvala, 2021). De acuerdo con lo expuesto en este texto, los megaproyectos son el mausoleo, la tumba que se construye a sí mismo el capitalismo en su fase terminal.
Las comunidades y pueblos de Mesoamérica, los Andes, la Amazonía, nos han mostrado a lo largo de 533 años de resistencia, otra forma de concebir y preservar la memoria, no petrificada en mármol, cemento o granito, sino a partir de procesos que viven y mueren, en ciclos largos, en tecnologías como la milpa, chinampas, terrazas de cultivo, selvas antropogénicas, a terra pre ta do indio. A través de esas tecnologías y esa materialidad la región aportó, entre tantas otras cosas, el maíz, la yuca, papa, cacao, o el chontaduro, que significaron y significan la condición de posibilidad de la vida para miles de millones de personas en el planeta. Los pueblos indígenas son monumentos permanentes a la vida, la diversidad, la colectividad y la (verdadera) alta cul tura. En ello radica la auténtica amenaza de la ofensiva sobre los territorios que implican los megaproyectos en toda la región.