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Revista Ciencias de la Salud

Print version ISSN 1692-7273

Rev. Cienc. Salud vol.13 no.3 Bogotá Sept./Dec. 2015

 

Editorial

Perspectiva sistémica de la comunicación humana y sus desórdenes

"Es imposible no comunicar"
Paul Watzlawick
Carlos Alberto Calvache Mora

La comunicación es una esfera constitutiva del desarrollo humano, que determina el proceso de humanización y se consolida como eje fundamental del bienestar y la calidad de vida de las personas. Le permite al individuo establecer relaciones interpersonales y expandir su función heurística para indagar, descubrir e interpretar el mundo. Desde un marco filosófico, la teoría habermasiana otorga a la comunicación un papel relevante en el denominado mundo de la vida, que equivale al espacio donde se integran cultura, sociedad, lenguaje y ser humano, a partir de la interacción interpersonal.

El estudio de la comunicación ha evolucionado, de forma que su conceptualización se suscribe a los paradigmas sociales, culturales y políticos de cada momento histórico. Las teorías tradicionales del funcionalismo y el estructuralismo concebían la comunicación como un sistema lineal y unidireccional, donde emisor y receptor actuaban pasivamente frente a un fenómeno netamente informativo. Otras teorías más desarrolladas, a partir de una perspectiva crítica y dialógica, introdujeron en la comunicación tanto el carácter bidireccional como la concepción del interlocutor como sujeto interactivo que permite la co-construcción del mundo desde elementos interpersonales y socioculturales propios de cada situación comunicativa. Bajo el modelo tradicional, el lenguaje era una representación de la realidad; con el crítico y dialógico, el lenguaje construye la realidad y, por tanto, la unidad de análisis de la comunicación es la interacción comunicativa.

De la misma manera, el concepto de "desorden de la comunicación" se ha modificado con cada momento histórico. A mediados del siglo pasado, los problemas del habla y del lenguaje eran estudiados de manera exclusiva como un producto motor y como un conjunto de signos netamente lingüísticos, lo cual necesariamente se debía abordar y explicar desde modelos clínicos. Aquí, la patología justificaba el abordaje del desorden desde características meramente etiológicas y semiológicas; los signos y síntomas eran interpretados desde la dimensión intrapersonal de estructura y función corporal.

Posteriormente, y gracias a la inmersión de la corriente psicolingüística hacia los años setenta, las alteraciones del lenguaje se abordaban desde el análisis estructural de sus componentes, reconociendo no solo la forma, sino el contenido del mensaje (semántica). Una década más tarde, se une a esta conceptualización la pragmática, por lo cual se empieza a estudiar el lenguaje en términos de los efectos comunicativos, perspectiva a la que se integra el análisis de los aspectos paralingüísticos y las condiciones contextuales particulares en que tiene lugar la comunicación. Sin embargo, para este momento, aún con la inmersión de nuevos elementos propios de procesos psicolingüísticos, se conserva el análisis biológico, lo que hace que se vea a la comunicación como la suma de procesos relacionados con el habla, el lenguaje y la audición, situación que, a pesar de ampliar el marco de análisis de los desórdenes, persiste en una mirada desde lo intraindividual.

Es hacia los años noventa que se integra, al concepto de desorden de comunicación, el impacto en la calidad de vida y el bienestar de las personas. Esta postura hace que la definición de desorden del habla, lenguaje o audición sea homologada a un desorden de comunicación, pasando así de un modelo clínico a un modelo donde se prioriza la necesidad de prevenir, reducir o eliminar factores de riesgo comunicativo, además de promover y potenciar habilidades que lleven a la modificación o superación de dicho desorden.

Ya, en el nuevo siglo, bajo los lineamientos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se tienen en cuenta aspectos facilitadores de la interacción de un individuo con una condición de salud particular, y sus factores contextuales individuales; aspectos que ahora permiten hacer una transición del concepto de desorden al concepto de discapacidad planteado por la Clasificación Internacional del Funcionamiento la Discapacidad y la Salud (CIF). Esto integra determinantes relacionados con las condiciones particulares de la salud comunicativa, que reconocen los micro y macro contextos interpersonales y socioculturales, y que le permiten a cada persona cumplir un rol específico en las diferentes etapas del ciclo vital.

A partir de este análisis, el concepto de "desorden de comunicación" se entiende, entonces, como toda limitación en la interacción comunicativa que puede traer como consecuencia una restricción en la participación de los roles y funciones que individuos o grupos tienen en la cultura y en la sociedad, y que involucran deficiencias en las capacidades y potencialidades del individuo para comunicar. Ello implica que los procesos de intervención e investigación, en el campo de la comunicación humana y sus desórdenes, deban hacerse desde una perspectiva sistémica, donde se integren y se relacionen todos los componentes con una visión de la comunicación como un fenómeno social en forma de espiral. Por lo tanto, se genera una nueva perspectiva de la comunicación como proceso dado desde la interacción, que incluye dimensiones de análisis en los niveles intrapersonal, interpersonal y sociocultural.

El presente número de la Revista Ciencias de la Salud presenta tres artículos relacionados con los desórdenes de la comunicación desde la apuesta planteada. El primer artículo es el de la "Participación e inclusión social en adultos con afasia: análisis bibliométrico" es una revisión en la que se reconoce la dimensión sociocultural de las personas con deficiencia del lenguaje de tipo afásico, bajo el modelo de la CIF; en él se destacan agentes de socialización, para el caso: la familia y el entorno inmediato como facilitadores de participación y, por tanto, como un aspecto clave para la rehabilitación de personas adultas con deficiencia del lenguaje por daño neurológico. El segundo artículo referido a los desórdenes de la comunicación, titulado "Objective Parameters of Voice in Colombian School Workers with Healthy Voices",es una investigación que hace un análisis de los factores de riesgo individual y ocupacional de personas que utilizan su voz como herramienta de trabajo, allí se evidencian ambientes en los que la comunicación se ve afectada no solo por deficiencias estructurales o funcionales, sino por barreras de tipo ambiental que perjudican el óptimo desempeño de los trabajadores. Por último, "Patterns of Stuttering Comparing two Languages: A Case Report" es un estudio que presenta el análisis de la deficiencia en la fluidez del habla (tartamudez) de un adulto bilingüe, y aporta evidencia sobre la variabilidad de los errores de fluidez en función del dominio de una segunda lengua.

Como profesional de las ciencias de la salud y de las ciencias humanas, estoy convencido de que el concepto de comunicación seguirá evolucionando desde una perspectiva holística, lo que genera procesos cada vez más objetivos en la intervención terapéutica de los desórdenes de la comunicación y en la comprensión de la comunicación humana, desde una perspectiva sistémica.

Carlos Alberto Calvache Mora
Fonoaudiólogo, MSc. Comunicación - Educación
Profesor de Carrera Académica
Programa de Fonoaudiología
Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud
Universidad del Rosario

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