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Psychologia. Avances de la Disciplina

On-line version ISSN 1900-2386

Psychol. av. discip. vol.5 no.2 Bogotá Dec. 2011

 

Artículo de reflexión

La propuesta socio-cultural de Vygotsky como alternativa a la vía del desarrollo biológicomadurativo y a la corriente «espiritualista»*

Vygotsky's socio-cultural approach as an alternative to the biological-maturationist and idealistic explanations of human development

Adolfo Perinat**
Universidad Autónoma de Barcelona - España

* Este trabajo es la versión ampliada de una comunicación leída en el 23º Simposium de la Sociedad Española de Historia de la Psicología, San Sebastián (España), mayo 2010.
** Catedrático Emérito. Universidad Autónoma de Barcelona (España). Facultad de Psicología. 08193. Bellaterra. Barcelona. España. Correo electrónico: adolf.perinat@uab.cat

Fecha recepción: 01/12/10 • Fecha aceptación: 16/03/11


Resumen

La teoría de Vygotsky acerca del desarrollo en los primeros años de vida se proyecta sobre el fondo de la psicología de finales del siglo XIX y primer tercio del siglo XX. Su idea de la sociogénesis, o sea, la influencia determinante de lo social en la configuración del comportamiento, aparece en sus escritos como contrapunto, por un lado, a los enfoques biologizantes que conciben el desarrollo como un mero proceso de maduración mientras que, por el otro, expresa su rechazo a lo que él llama «la psicología del espíritu», en la que percibe pervivencias del idealismo hegeliano. El presente trabajo busca poner en evidencia que, como salida a la encrucijada Vygotsky, escoge una «tercera vía», la sociogénesis, para encauzar el desarrollo de los procesos psíquicos superiores. Se hace una incursión en la sociogénesis, tal como aparece expuesta en las obras de Vygotsky, y se apuntan algunos matices que no deben perderse de vista al valorar esta transcendental aportación.

Palabras clave: Vygotsky sociogénesis, desarrollo biológico, corrientes idealistas post-hegelianas.


Abstract

The psychology of the end of the 19Th Century and first third of the Twentieth Century furnishes the background of Vygotsky's theory about the psychological development. His idea of the sociogenesis or, in other words, the determinant influence of the social world in the behavioral development, appears in his mind as a counterpoint, on one hand, to biologizing approaches that concei-ve the development as just a maturation process whereas, for the other, expresses its rejection to what he calls «the psychology of the spirit», in which he perceives the long lasting influence of the Hegelian idealism. This paper try to highlight the «third via» -sociogenesis- that Vygotsky proposes as a valid issue to the crossroads of biological and idealistic psychology. We delve into the vygotskian idea of sociogenesis and point to some nuances that should not be overlooked when considering this transcendental contribution.

Key words: Vygotsky's sociogenesis, biological development, idealistic currents.


Introducción

A lo largo de los últimos 25 años las ideas de Vygotsky han renovado el panorama de la psicología del desarrollo humano e infantil. Un recorrido por las publicaciones sobre Vygotsky deja la impresión que ciertos temas son recurrentes (el clásico paralelismo con Piaget, la mediación semiótica, el lenguaje interno, la zona de desarrollo próximo); queda, sin embargo, aun mucho espacio para que su pensamiento quede expuesto en todos sus matices. La publicación en los años 1990 de sus Obras Escogidas (Madrid, Editorial Visor, Tomos 1-5; N.York, Kluwer/Plenum, Tomo 6) permite incursiones mas monográficas en el corpus básico de su obra. El autor de esta líneas, que lleva ya bastantes años inmerso en la Obra de Vygotsky, constata que hay en ella numerosos detalles que merecen ser abordados para ahondar en su psicología. Por ejemplo, los que atañen a la influencia que ejerció el entorno socio-político en su obra o bien a su posicionamiento frente al pensamiento psicológico de sus días. En el presente escrito voy a centrarme en este segundo dominio exponiendo, en una primera parte, el punto de arranque de las ideas vygotskianas sobre la sociedad y la cultura impulsoras del desarrollo psicológico, infantil y de la humanidad (la sociogénesis) planteado por él como alternativa a otras dos corrientes de la psicología de su época: la biológico-madurativa y la «espiritualista», continuadora, esta última, de la tradición hegeliano-idealista. En una segunda parte, desarrollaré el tema de la sociogénesis, introduciendo matices que no suelen ser comentados y desentrañando su filiación. Las ideas de Vygotsky recogidas en este escrito están extraídas particularmente de su Historia del desarrollo de las funciones psíquicas superiores (1995/1931), del tratado editado con el título Tool and sign (1999/1930), de Studies on the History of Behavior (1931/1993) con algunas incursiones en Pensamiento y lenguaje (1934/1993)1.

El desarrollo infantil y humano según Vygotsky

Vygotsky es muy conocido (y celebrado) por su teoría socio-cultural. Estrictamente hablando, ésta no es una teoría Es más bien lo que hoy llamaríamos «una gran narrativa» (Perinat, 2007) que justifica la propuesta -tan aparentemente obvia como difícil de elaborar científicamente- de que la psique humana ha evolucionado progresivamente a lo largo de la historia de la humanidad y de que la clave de esta evolución o despliegue de capacidades está en la vida social y la cultura inherentes a los seres humanos ya desde sus inicios. Vygotsky articula estas ideas en torno a su dicotomía procesos psíquicos elementales/ superiores: la actividad socio-cultural (literalmente «el desarrollo cultural») se constituye en el camino entre los primeros y los segundos. Dicho de otra manera, las funciones elementales, fecundadas por la cultura (un proceso histórico-social), alumbran las superiores.

Ahora bien, ¿qué son las funciones elementales y, por oposición, las superiores? Aquí Vygotsky va poco más allá de ofrecernos un catálogo: memoria, atención, imaginación, pensamiento, y les asigna dos grados, uno inferior (elemental) y otro superior. Las funciones elementales tienen por un lado el estatus de «naturales», queriendo indicar que son intrínsecas a nuestra naturaleza biológica. Vygotsky sostiene indirectamente que las compartimos con los antropoides (particularmente con los chimpancés, citando las experiencias de Köhler que trae a menudo a colación). Por oposición, las funciones superiores, intrínsecamente sociales, son obra de la cultura. Esta contraposición tiene otra faceta. Las funciones psíquicas superiores se han construido «históricamente» (adverbio éste muy marxista pero de una decepcionante vaguedad) y en este sentido las funciones elementales constituyen la prehistoria del comportamiento del hombre. Si queremos resumir lapidariamente el pensamiento de Vygotsky nada mejor que esta elocución suya: «Las funciones psicológicas superiores son producto del desarrollo social, no del biológico.[...]. Esto es una tesis indiscutible» (Vygotsky, 1995/1931, pg 34).

Vygotsky impone una ruptura drástica (un salto dialéctico, hegeliano) entre la fase biológica de la humanidad y la histórico-cultural: «Hay una diferencia determinante entre el proceso evolutivo (darwiniano, biológico) y el histórico y es que el desarrollo de las funciones psíquicas superiores se produce sin que se modifique el tipo biológico del hombre. [...]. La adaptación del hombre al medio (que es una continuación de la evolución biológica del hombre) sufre modificaciones y se caracteriza por el desarrollo del órganos artificiales, las herramientas» (Vygotsky, 1995/1931, pg 31). Esta ruptura (el salto dialéctico) la reubica luego en el paso de las funciones elementales a las superiores en tanto las primeras constituyen las raíces biológicas de la humanidad y las segundas son fruto de la transformación que la cultura realiza sobre la biología (ver Vygotsky, 1999/1930, cap 3).

En el dominio del desarrollo infantil, que es lo que principalmente nos va a ocupar, Vygotsky sigue el mismo esquema general, ahora a escala reducida. El niño sale de su cuna biológica de manos de la sociedad, de la cultura. De nuevo Vygotsky insiste en que hay aquí una nueva ruptura. Con ecos enfáticamente hegelianos proclama: «En la historia del desarrollo infantil ha de introducirse el concepto de conflicto, es decir, de contradicción o choque entre lo natural y lo histórico, lo primitivo y lo cultural, lo orgánico y lo social» (Vygotsky, 1995/1931, pg 303). Ahora también las herramientas juegan su papel primordial. Por de pronto, asimila a herramientas los objetos que tempranamente manipulan los pequeños. Es decir, estos esquemas manipulativos (como hoy los denominamos siguiendo a Piaget) son el pórtico de entrada en la cultura, contemplada ésta en la perspectiva histórica marxista del trabajo transformador de la humanidad. Luego Vygotsky hará entrar en escena otras «herramientas» de desarrollo cultural insistiendo particularmente en el lenguaje, la lectura, escritura, cálculo y dibujo que subsume dentro de la categoría de signos o actividades simbólicas (Vygotsky 1995/1931, pg 29 ; 1999/1930, pg 40)2.

Enseguida comentaré que la tesis vygotskiana de la ruptura o hiatus entre las etapas biológica y cultural de la humanidad no es de recibo. Sería injusto, con todo, desmontarla a la luz solo de la paleoantropología actual que acepta sin dejar lugar a dudas que las primeras manifestaciones culturales de la humanidad (fabricación de útiles, hábitat, caza) se superponen a la evolución biológica; no se puede desacreditar a un pensador del pasado cuando no dispone de datos obtenidos en descubrimientos ulteriores. Lo que sí quiero subrayar es que Vygotsky no niega que la biología juega un papel en el desarrollo del niño; él trata de reducirla a su justo límite y, a la vez, rechaza otras alternativas. De aquí surgen sus críticas y discrepancias con escuelas psicológicas de su tiempo, algunas de las cuales tienen en cuenta solo los factores biológicos (con lo cual dejan inexplicadas capacidades superiores) mientras que otras explican éstas a partir de principios «metafísicos»3.

La polémica de Vygotsky con los «biologizantes» y los «espiritualistas»

En los primeros capítulos de su Historia del desarrollo de la funciones psíquicas superiores (Vygotsky, 1995/1931), Vygotsky polemiza con las escuelas psicológicas de su tiempo y las critica acerbamente por las limitaciones que comportan sus intentos de aprehender los procesos mentales de orden superior. Por una parte, está la psicología fisiológica (la reflexología y el conductismo) que, al reducir todo el comportamiento a agregados de reflejos o a cadenas de reacciones «cierra los ojos ante la peculiaridad cualitativa de las formas superiores de comportamiento; para ella no existen diferencias fundamentales con los procesos elementales» (Vygotsky, 1995/193 1, pg 15). Al psicoanálisis le achaca su «fijación» en un principio biológico, el sexo, como explicación última de todo comportamiento: «El psicoanálisis no logra superar el burdo biologismo en psicología. Para el psicoanálisis lo primario es la atracción orgánica, el sexo -el substrato biológico de todas las transformaciones ulteriores-. Lo cultural en la psicología del ser humano es para el psicoanálisis algo derivado, un fenómeno secundario». (Vygotsky, 1995/1931, pg 25). También Piaget, a quien por otra parte admira, es blanco de sus ataques; a este propósito Vygotsky diagnosticó certeramente sus tendencias biologizantes: «Aunque Piaget y Claparède no hagan mención de Freud y de su principio de placer, nadie puede dudar que se trata de una concepción puramente biológica dentro de la cual la originalidad del pensamiento infantil proviene de las particularidades biológicas de su naturaleza» (Vygotsky, 1993/1934, pg 88).

Pero quizás sea en el prólogo al libro de K. Bühler, «Ensayo sobre el desarrollo espiritual del niño» (Vygotsky, 1991/1930, pg 163), donde con mas detalles exponga su rechazo a un biologismo a ultranza. Luego de otorgar a Bühler los elogios de rigor, Vygotsky le acusa de compartir con la psicología infantil de su tiempo «el concepto unilateral y erróneo de que el desarrollo psicológico del niño es un proceso único y además biológico por naturaleza». Proceso único significa que «no establece la distinción que se da en la ontogénesis entre la línea de desarrollo biológico y la de formación socio-cultural de la personalidad del niño». Estamos, pues, ante el «leit motiv» de Vygotsky: la cultura, la sociedad desplazan a la biología y asumen un papel, decisivo, en el desarrollo. «Quien trate (como Bühler) de reducir el desarrollo a su base primaria (biológica) estará otorgando a ésta un valor absoluto. Estará ignorando la dialéctica objetiva del desarrollo que estriba en un proceso de aparición sucesiva de formaciones nuevas sobre la base primaria original y que cualitativamente no pueden reducirse a ella. Estará ignorando también que el método dialéctico del conocimiento científico es el único procedimiento adecuado para descubrir la dialéctica objetiva del desarrollo. [...] El salto de la biología a la historia no existe para él y por consiguiente tampoco existe el salto de la evolución biológica del comportamiento a la histórica que es un salto fundamental cuando se pasa de la psicología animal a la psicología humana» (Ibid, 171).

Ahora bien, como ya se ha insinuado, el rechazo a la corriente biológica no es absoluto. Vygotsky, aunque lo constata, no entra a examinar el entramado que se da en el desarrollo de la criatura humana entre procesos biológicos y las aportaciones de la cultura; se limita a advertir que prolongar su acción de la biología más allá de un cierto momento sería «zoologizar (sic) la psicología del niño»: «Ultimamente ha surgido un estado excepcional y paradójico en la psicología del desarrollo infantil cuando se ha escrito un capítulo sobre el desarrollo de los procesos mentales superiores, específicos del hombre, haciéndolos una continuación directa del correspondiente capítulo de la zoopsicología». (Vygotsky, 1999/1930, pg 4. Cursiva añadida). Implícita aparece aquí la ruptura antes anunciada. Queda de todos modos en el aire cuáles son los límites que Vygotsky impondría a las fuerzas biológicas impulsoras del desarrollo infantil ya que él admite que la acción de aquéllas y la social están inextricablemente fundidas, comprometidas ambas, en sus primeras fases. En definitiva, lo verdaderamente fundamental para Vygotsky - su reiterada insistencia lo demuestra - es que el desarrollo del niño no puede explicarse únicamente por la acción de las fuerzas de la naturaleza (en base a la maduración del cerebro o por comparación con la embriología) (Vygotsky, 1995/1931, pgs 16, 17). Su tesis de que la cultura, la sociedad toman el relevo de las fuerzas biológicas supone, en la psicología de los años 1930, un avance trascendental para teoría del desarrollo. Es con toda certeza revolucionaria y la razón de la celebridad ulterior de Vygotsky. Ahora bien, una cosa es revalorizar genéricamente el papel de la socialización en el desarrollo del niño y otra la justificación científica de esa propuesta, es decir, su teoría socio-cultural; esta última es mucho más discutible como logro científico (Ver Perinat 2007 y en vías de publicación).

Contra Vygotsky hay que afirmar que el relevo que toma la cultura no acarrea, per se, la existencia de una discontinuidad radical entre aquella y la naturaleza (de hecho, no se da, como él lo reconoce, en la fase infantil). Y es que separar drásticamente las fases de adaptación biológica y cultural de la humanidad es el corolario de un parti pris filosófico (o ideológico) de nuestro autor que, siguiendo a Hegel, contempla el desarrollo humano como un proceso dialéctico4. Dentro de esta concepción, se imponen las rupturas o «saltos dialécticos» tanto en el desarrollo (histórico) de la humanidad y como en el del niño (aunque aquí sean mas metafóricos que reales). En otras palabras, se trata de una propuesta de índole metapsicológica (filosófica). Todo ello queda meridianamente de manifiesto en el fragmento de su controversia con Bühler, citado más arriba, o también en su empleo del término «zoologismo» (sic) que para él significa «ignorar los saltos en la transición del hombre a su forma social de existencia» (Vygotsky 1999/1930, pg 14].

La otra corriente psicológica, blanco de la crítica de Vygotsky, es la que él llama «la psicología del espíritu» y también «psicología comprensiva». Es, junto con la psicología fisiológica, una ramificación de la «vieja psicología empírica» (supuestamente la de Brentano, a quien no nombra). Desde las primeras páginas de su Historia del desarrollo de los procesos psíquicos superiores muestra su oposición intelectual a esta corriente acusándola de «edificar sobre cada función elemental un segundo nivel que surge de no se sabe dónde» (Vygotsky, 1995/1931, pg 18). Lo cual para él equivale a «una concepción metafísica ya que elimina las diferencias entre formas psíquicas superiores e inferiores y supone que han sido creadas es esa doble forma» (Ibidem, pg 19).

Vygotsky abrazó la causa de una psicología científica calcada sobre el modelo de las ciencias de la naturaleza, lo que se conoce como la psicología explicativa (Vygots-k y, 1991/1927). Ipso facto, rechaza a su competidora, la psicología descriptiva o comprensiva (Dilthey, 1894). Es a ésta a la que Vygotsky también reserva su denominación de «psicología del espíritu». La tilda asimismo de «psicología metafísica» por oposición a la psicología materialista o naturalista. «La vida del espíritu (afirma aquella psicología) precisa ser comprendida y no explicada. La vía experimental e inductiva de la investigación debe ser sustituida por la visión intuitiva, por la comprensión de la esencia, por el análisis de los datos directos de la conciencia; la explicación causal deberá sustituirse por la teleológica» (Vygotsky, 1995/1931, pg 20). Para rematar esta crítica que podríamos calificar de epistemológica, Vygotsky afirma de esta psicología «espiritualista» que «renuncia a todo lo material para iniciar una vida nueva, eterna esta vez, libre, intemporal en el reino de las ideas» (Ibid, pg 21)

Queda, pues, claro que para Vygotsky es primordial el principio de que los procesos psíquicos superiores no son una secuela directa del orden de la naturaleza ni tampoco «caen del cielo». Dicho de otra manera, ni las fuerzas biológicas propulsan desde abajo su aparición ni el «el espíritu» preexistente se proyecta en las mentes humanas desde arriba para desplegarse allí en forma de funciones superiores de memoria, atención, pensamiento (Vygotsky, 1995/1931, pg 18). Los procesos psíquicos superiores, típicamente humanos, son fruto de la cultura. Son un hecho histórico. Vygotsky carga, a lo largo de varias páginas, contra el carácter antihistórico tanto de la psicología fisiológica como de la «psicología del espíritu» y de la Gestalt. Su postura es la antítesis de lo que leemos en el siguiente fragmento que pone voz a la corriente «espiritualista»: «El desarrollo cultural se separa de la historia, como si se tratase de un proceso independiente, autosuficiente, regido por fuerzas internas existentes en el mismo, supeditado a su lógica inmanente: una forma de autodesarrollo».

En este mismo punto - la negación del desarrollo como proceso histórico de carácter materialista- radica su crítica a la Psicología de la edad juvenil de Edward Spranger (1924). Spranger «más que introducir el desarrollo psíquico del adolescente en un contexto histórico, lo que hace es declarar que la historia es el reino del espíritu. [...] No sólo la incorporación del adolescente en su proceso de maduración a las diversas esferas de la cultura tales como derecho, ética, arte, religión, vida profesional es obra del automovimiento interno del espíritu sino que también las propias esferas de la cultura son producto exclusivo del puro proceso espiritual» (Vygotsky, 1995/1931, pg 27). Y remata: «Esta psicología (la comprensiva que sigue Spran-ger) no establece ninguna diferencia fundamental entre las categorías biológicas e históricas en el desarrollo psíquico del adolescente. El instinto sexual y la formación de conceptos se estudian desde su faceta psicológica como procesos del mismo orden; la diferenciación de tipos de adolescentes en las distintas épocas históricas, clases sociales, nacionalidades y los diferentes tipos de adolescentes de distinto sexo y edad, es decir, los determinantes históricos y biológicos del desarrollo psíquico forman una línea única» (Ibid. id.)

Dentro del dominio del pensamiento -una de las funciones psicológicas superiores- Vygotsky muestra también sus discrepancias con las ideas de Külpe y su Escuela de Wurtzburgo acerca del pensamiento sin imágenes. En un largo discurso sobre el método en psicología (Vygotsky, 1995/1931, cap 2) Vygotsky reconoce que el esquema básico del experimento psicológico en general es el E - R. Es el adecuado, afirma, para estudiar los procesos elementales aunque no deja claro hasta qué punto puede extenderse a los procesos superiores. Wundt pensaba que esta trasposición era imposible. Pero la escuela de Wurtzburgo dio un salto (prohibitivo, según Vygotsky) que fue considerar el lenguaje como un estímulo al mismo nivel de los demás estímulos sensoriales. ¿Con qué consecuencias? La primera es que esto supone un enfoque naturalista y, sobre todo, que «si el lenguaje es tan solo un simple estímulo sensorial, si su papel se limita a ser la causa material necesaria para que se originen los procesos del pensamiento, entonces se puede anticipar lo que ha sucedido: en el pensamiento sin imagen, carente de todos los vestigios sensoriales, independiente del lenguaje, verán los investigadores (de Wurtzburgo) un «actus purus», un acto puramente espiritual. Nos encontramos, dijo Külpe, con motivo de estas investigaciones, en el camino hacia las ideas» (Vygotsky, 1995/1931, pg 57). El pasaje es un poco ambiguo pero situado en el contexto de las ideas vygotskianas acerca del lenguaje y del origen del pensamiento viene a decir que éste no es independiente del lenguaje y que el lenguaje es mucho más que un estímulo (que, por definición, sólo desencadena el fenómeno pero no forma parte del mismo).

Precisamente, el pensamiento y su origen es un tema capital en Vygotsky aunque hay que decir que lo trató de manera incompleta. Pero en cuanto forma parte de los procesos psicológicos superiores, él afirma taxativamente que tiene un origen social. Lo cual, en relación al movimiento de la «psicología del espíritu» o psicología comprensiva, es, en cierta manera, consecuencia de una idea que Vygotsky explicita así: no hay, en la infancia, formas ni manifestaciones de pensamiento «puro» primordiales (como serían las representaciones mentales). Hacia 1928, luego de haber tenido conocimiento, de las ideas de Stern defendiendo que el niño descubre, al filo de los 2 años, que «todo tiene un nombre» (o sea -diríamos hoy- que vincula significante y significado) interpreta esta presunción, rechazándola, como un acto de pensamiento: se trataría de un «puro acto mental, lo cual es una forma extrema de espiritualismo» (Vygotsky, 1999/1930, pg 14). Vygotsky deja patente ahora su parti pris: no existen -no pueden existir por principio- formas de pensamiento (representacional) en las mentes infantiles; solo existe un pensamiento práctico (inteligencia sensorimotora).

Como punto final al desfile de las dos corrientes psicológicas, la biologizante y la «espiritualista», Vygotsky contempla una vía de escape: «Pretendíamos poner de manifiesto el estado actual del problema del desarrollo de las funciones psíquicas superiores y los numerosos callejones sin salida en que han desembocado los principales sistemas psicológicos contemporáneos. Pretendemos esbozar el contenido propio del concepto de 'desarrollo de las funciones psíquicas superiores' o 'desarrollo cultural del niño'» (Vygotsky, 1995/1931, pg 28. Cursiva añadida). Va pues a dedicar su esfuerzo y su talento a dar forma a esta idea: las funciones/procesos psíquicos superiores son fruto de la acción de la cultura, de la sociedad. Esta es la que los genera y en esto consiste la sociogénesis. Ahondemos un poco en este concepto típicamente vygotskiano.

La sociogénesis

Como salida a la encrucijada en que la biología y el idealismo han colocado el arranque de los procesos psicológicos superiores, Vygotsky va a defender su tesis grandiosa que atribuye un origen social a estos procesos. Y, en general, a todo el comportamiento humano. El concepto de sociogénesis no aparece nominalmente en los primeros escritos de Vygotsky5 aunque sí queda de manifiesto su esencia: «El comportamiento humano es el producto del desarrollo de los sistemas de contactos sociales y relaciones, de las formas colectivas de comportamiento y de la cooperación social» (Vygotsky, 1999/ 1930, pg 41). Pero lo que llama la atención (y quizás la posteridad post-vygotskiana no ha reparado suficientemente en ello) es su formulación extremada: todo lo psíquicamente humano tiene un origen social (Vygotsky, 1995/1931, pgs 150, 151).

Cabe preguntarse si apelar a la sociogénesis es un recurso que trae Vygotsky como consecuencia de un examen a fondo de las limitaciones de la biología o de las corrientes «espiritualistas» o bien, por el contrario, es una opción a priori y se trata de dejarle el paso libre demoliendo las opciones competidoras. Todo parece indicar que la segunda tesitura es la mas verosímil ya que en Vygotsky la primacía de lo social tiene todos los visos de un auténtico axioma. Ello no quiere decir que su crítica del biologismo o del idealismo no tenga fundamentos (mas la segunda que la primera). Pero la razón de ser de su opción es filosófica y/o ideológica: es marxista. Tampoco ello es óbice para que tenga su gran parte de verdad, como ha reconocido la psicología del siglo XX. El problema no es tanto su plausibilidad sino el tono excluyente con que Vygotsky la presenta.

Digo que los fundamentos de la primacía de lo social que Vygotsky pregona son notoriamente marxistas. Aparecen ya en filigrana en su famosa «première» del Congreso Neuropsicológico de Moscú en 1924 donde plantea el tema marxista del origen social de la conciencia. Sigue ya explícitamente en su Psicología Pedagógica (escrita probablemente en los años inmediatamente post-revolucionarios, en Gomel, pero publicada en 1926). Luego se delata en numerosas oportunidades, con alusiones más o menos directas a Marx, al trabajo, a los instrumentos, temas estos últimos que extrae de Engels y su Dialéctica de la naturaleza. La tesis adopta por último variadas expresiones en su Historia de los procesos psiquicos superiores (1995/1931), en Estudios sobre la historia del comportamiento. Antropoides, primitivos y niños (1993/1931) y en Tool and Sign (1999/1930)6.

Vygotsky invoca lo colectivo, lo cultural, lo social, el proceso histórico de desarrollo de la psique a lo largo de las edades; invoca las relaciones sociales en general y la dual entre niños y adultos; habla de la transferencia de lo colectivo a lo individual, introduce el papel del signo (lingüístico) en la comunicación; sienta su ley de los dos planos, el intermental y el intramental, o sea, el proceso de interiorización, etc. Todo ello, aunque disperso en sus escritos, es un razonamiento masivo en pro del papel determinante de lo social como constituyente de la psique humana. Insisto en que lo que me parece más discutible (por no decir erróneo, según los cánones actuales) es su enunciado rotundamente excluyente: «Toda función psíquica superior pasa ineludiblemente por una fase externa de desarrollo porque, al principio, es social» (Vygotsky, 1995/1931, pg 150). Sigue al pie de la letra a Piaget, en Le langage et la pensée chez l'enfant cuando asegura que, en los niños, las funciones superiores del pensamiento, la reflexión, surgen como interiorización de las discusiones que mantienen colectivamente (Ibidem, pg 147). Y como remate podemos transcribir el siguiente pensamiento que reúne en un mismo haz los conceptos, objeto de estos comentarios: «Detrás de todas las funciones superiores y sus relaciones se encuentran genéticamente las relaciones sociales. [...]. Por ello el resultado fundamental de la historia del desarrollo cultural podría denominarse como la sociogénesis de las formas superiores de comportamiento» (Vygotsky, 1995/1931, pg 150. Cursivas añadidas).

Cabría preguntarse si en todo este discurso de Vygotsky sobre la preeminencia de lo social, hay resonancias (o no) de los intentos de la post-revolución soviética de «reeducar» al pueblo ruso bajo el presupuesto de que la transformación de la sociedad, abocaría a transformar el hombre e imponiendo a tal efecto formas colectivas de hábitat (arquitectos constructivistas), uniformizando la vestimenta, montando un aparato de propaganda mono-color. Investigadores de la cultura ruso-soviética7 coinciden en que los soviets sostenían un concepto pavloviano de la persona humana moldeable por «estímulos». Un comportamiento social «programado» era lo más conducente a ello. No pretendo insinuar que Vygotsky haya dado «razones de ser» a este movimiento o que lo haya refrendado; lo único que constato es la intrigante coincidencia entre tanto insistir sobre «lo colectivo», «lo social» como génesis del comportamiento y las maniobras soviéticas de «educar al pueblo» a través de directrices claramente inspiradas en una ideología que acabó siendo totalitaria. No es tampoco de descartar que en la insistencia vygotskiana en lo colectivo hubiese reminiscencias de aspectos de la cultura comunitaria rusa, en vigor desde tiempos remotos entre el campesinado.

Sea como fuere, lo que me parece importante subrayar y que, quizás no ha sido suficientemente tenido en cuenta, es el valor absoluto y decisivo que él otorga a lo social -lo externo, aunque luego se interiorice- en la configuración de la mente. Vygotsky es otro personaje más que, sin pretenderlo directamente, tercia en la polémica de dónde de ubicar las causas del desarrollo: ¿dentro o fuera? ¿en la naturaleza o en la cultura? Su resolución, extremada y sin matices, lo sitúa en el campo «medioambientalista» (aunque ese término sea anacrónico en lo que le atañe).

Conclusión

La reconstrucción del pensamiento de Vygotsky, disperso en sus escritos, nos hace ver que ata con coherencia las ideas que forman el núcleo de su doctrina. Ante todo, el principio general de la sociogénesis expresado en múltiples variaciones. «El comportamiento humano es el producto de un sistema que desborda el de las funciones propiamente individuales; se trata del sistema de contactos y relaciones, de las formas colectivas de comportamiento y cooperación social» (1999/1930, pg 41). Dicho de otra manera, este desarrollo conceptual se sigue rigurosamente del conjunto de «axiomas» que fundamentan la psicología de Vygotsky. Ahora bien, el que un sistema conceptual esté bien construido a partir de unos principios no quiere decir que sea ipso facto válido... Calificarlo de «tercera vía» es un tanto excesivo si por ello entendemos que nos procura una salida definitiva a la encrucijada en que se sitúa este debate. En honor de Vygotsky hay que reconocer que la importancia decisiva que él atribuye a los factores sociales y culturales en la formación de la personalidad humana es un principio bien asentado en la psicología de hoy. Gracias a ello, las corrientes psicológicas biologizantes de Bühler, Piaget, Gesell y otros así como también las corrientes conductistas y del aprendizaje han sido reubicadas. Lo mismo cabe decir de su rechazo (calificable de visceral) a las tesis que asumen que el niño posee una cierta «vida mental» que va mas allá de hacer de él en sus primeros pasos un haz de reflejos. Tampoco podemos descalificar a Vygotsky por desconocer las tempranas capacidades representaciona-les de los niños que la psicología actual ha puesto en evidencia (Véase, por ejemplo, Mandler 1998). Pero la acción social-cultural es parte -todo lo importante que se quiera, pero solo parte- del enigmático proceso de socialización del niño. Darle un valor absoluto, como hace Vygotsky al imponer un hiatus (un salto dialéctico) entre los procesos biológicos y sociales, y rechazar toda actividad mental primigenia es sustituir unos principios discutibles por otro que lo es tanto o más, sobre todo si se le adscribe un carácter absoluto. Así las cosas, en el último tercio del siglo XX hemos asistido, en conjunción con la doctrina vygotskiana, a una reestructuración del campo de la psicología del desarrollo infantil. Se ha dado un «reparto de poderes» entre maduración biológica, capacidades representacionales (cognitivas) e influencia social más equitativa y equilibrada a la hora de desentrañar los procesos del desarrollo del niño.


Pie de página

1La cronología de las obras de Vygotsky no está bien establecida. Las acotaciones bibliográficas de este artículo están citadas atendiendo a la que figura al comienzo del Tomo I las Obras Escogidas, Madrid, Ed. Visor, 1997. Por lo que respecta al Vol. 6 de los Collected Works, Tool and Sign, no está traducido al castellano; me atengo a la edición americana de 1999 por Kluwer/Plenum. Debo indicar que, pese a que los editores rusos y Visor, dan este trabajo como inédito y lo datan de 1930, todo induce a creer que es posterior a la Historia del desarrollo de las funciones psíquicas superiores, datado por Visor en 1931. En el presente escrito se citan los textos de Vygotsky con las dos fechas, la de la edición española primero y la original a continuación La bibliografía final está ordenada según lols mismos criterios.
2«Las formas simbólicas externas de actividad (el habla, la lectura, la escritura, la aritmética y el dibujo) no son algo periférico sino fundamental para la adquisición de las funciones superiores. Han de considerarse como formas de comportamiento específicas que se han constituido a lo largo de la historia del desarrollo sociocultural del niño» (1999/1930, pg 40). Hago notar que Vygotsky califica de externas y simbólicas las actividades enumeradas; asimismo, apunto que son aprendizajes típicamente escolares (excepto el lenguaje). Una consecuencia obvia sería que carecer de esos aprendizajes es un impedimento para el acceso a los procesos psíquicos superiores. Durante mucho siglos ha prevalecido el analfabetismo, agrafismo y demás... ¿Significa esto que la humanidad no ha ejercitado sus procesos psíquicos superiores?.
3El término «metafísico» acude varias veces a la pluma de Vygotsky para calificar las posturas de las escuelas que propugnan una psicología puramente introspectiva, la «vieja psicología empírica» (Brentano) o también la psicología comprensiva de Dilthey.
4Vygotsky expresa así su concepto del desarrollo: «Se trata de un complejo proceso dialéctico que se distingue por una complicada periodicidad, la desproporción entre las diversas funciones, las metamorfosis o transformaciones cualitativas de unas formas en otras, un entrelazamiento complejo de procesos evolutivos e involutivos, el complejo cruce de factores externos e internos, un complejo proceso de superación de dificultades y de adaptación» Vygotsky, 1995/1931, pg 141.
5La primera cita en la Historia del desarrollo de los procesos psíquicos superiores (1995/1931) aparece en el capítulo 5 . En Tool & Sign (1999/1930) queda consignado en las pags 10, 34, 53.
6Sería alargar innecesariamente este escrito bucear en las raíces marxistas del pensamiento de Vygotsky. Baste recordar su reiterada apelación al trabajo y las herramientas (Engels, «Dialéctica de la Naturaleza») como piedras angulares de la cultura humana. Son conocidas las ideas de Marx acerca del papel de la sociedad en la constitución de la persona. No sólo su famoso aforismo «la existencia social determina la conciencia del hombre», que aparece en el prólogo a la «Contribución a la crítica de la economía política» y reitera en «La Ideología alemana», sino afirmaciones como las que se leen en sus»Manuscritos de 1844»: «el ser humano ha sido creado por la sociedad al propio tiempo que ésta» son germinales en la teoría histórico-cultural de Vygotsky. El lo reconoce taxativamente cuando escribe: «Modificando la conocida tesis de Marx, podríamos decir que la naturaleza del hombre viene a ser un conjunto de relaciones sociales trasladadas al interior [...] En esta tesis vemos la expresión mas completa de todo el resultado de la historia del desarrollo cultural» (Vygotsky, 1995/1931, pg 151).
7Véase, entre otros, Stites, R (1990) Stalinism and the Restructuring of London: MacMillan; Service, R. (1997), Historia de Rusia en el siglo XX. cultural rusa. Barcelona: Edhasa, pgs 533 y sigs.


Referencias

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Perinat, A. (en vías de publicación). L.S. Vygotsky. Una psicología entre la ciencia y la ideología.         [ Links ]

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Vygotsky, L.S. (1999/1930). Tool and sign in the development of the child. The Collected works of L.S. Vygotsky, Vol 6. Scientific Legacy. Kluwer Academic/ Plenum Publishers.         [ Links ]

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Vygotsky, L.S. (1993/1934). Pensamiento y lenguaje. En Vygotsky, L.S. Obras Escogidas, Tomo II. Madrid: Visor.         [ Links ]