Introducción
Para la Universidad de Caldas “los semilleros de investigación se constituyen en espacios universitarios orientados a la formación para la práctica investigativa en los cuales los estudiantes de pregrado y posgrado tienen la oportunidad de interactuar con equipos de investigadores” (Consejo Académico, 2007). En esta institución los semilleros de investigación se han articulado a grupos de investigación reconocidos y avalados por Colciencias, favoreciendo otras experiencias pedagógicas y formativas que fortalecen el perfil profesional de las estudiantes y los estudiantes. El semillero Observatorio de Paz y Ciudadanía se conformó en 2016 en la Dorada-Caldas y está vigente, siendo uno de los semilleros con impacto en el Magdalena caldense, lugar que evoca su génesis con organizaciones de víctimas y sobrevivientes de La Dorada-Caldas que han hecho parte de este proceso.
El semillero durante el 2018 desarrolló la investigación: Reconocimiento de las organizaciones de víctimas y de sus percepciones acerca de la construcción de paz, que concluyó que existe un desconocimiento de la ciudadanía sobre el contexto del conflicto armado, hay desinterés por parte de las organizaciones de víctimas en socializar la experiencia y, por tanto plantearon, una necesidad pedagógica para reconocer, construir y fortalecer los saberes propios de una cultura de paz, de reconciliación y de restauración en la etapa de posconflicto que estaba atravesando Colombia (Semillero Observatorio de Paz y Ciudadanía, 2020).
Para conversar sobre la implementación del Acuerdo de Paz de la Habana se ordenó bajo el Decreto presidencial 1038 del 2015 que los colegios deberían implementar una cátedra de paz: “considerando que la paz es un derecho y no un deber [...] y por tanto la Cátedra de la Paz será obligatoria en todos los establecimientos educativos de preescolar, básica y media de carácter oficial y privado” (Decreto 1038 de 2015). El enfoque de las cátedras de paz estuvo alineado al desarrollo de competencias emocionales, y aunque es un asunto relevante, las organizaciones de víctimas contemplaron que:
No queríamos que la cátedra de paz se convierta en un proceso solo académico o de competencias emocionales, sino que nos permitiera dialogar de lo que pasó en Dorada y cómo nos vinculamos en este proceso difícil de construcción de paz para construir otro futuro. (Posada, comunicación personal, 2 de abril de 2022)
La investigación Innovación social: dinámicas curriculares y educativas para la construcción de Paz en La Dorada Caldas, es el segundo proceso de investigación-acción que construye el semillero en el marco de acompañamiento a los sobrevivientes. Así, la investigación tuvo dos pretensiones: construir una cátedra de paz y reconocer la práctica pedagógica como un lugar propio para pensar la enseñanza y aprendizaje en Trabajo social. La pregunta de investigación estuvo relacionada con ¿cómo construir una cátedra de paz desde los saberes propios de las organizaciones sociales de víctimas y sobrevivientes que permita reflexionar en la acción los saberes propios y fortalezca la identidad en estudiantes de Trabajo Social?
Esta investigación contó con la participación de organizaciones de víctimas Sobrevivientes en el marco de la paz, y Familiares Colombia. La propuesta de la investigación se centró en construir espacios de reflexión ciudadana y pedagógica desde Trabajo Social que vincularan la construcción de paz, la reconciliación y la restauración a través de un método de investigación acción participación. Para lograr este objetivo se propusieron los siguientes objetivos específicos: 1) investigar los discursos de paz y los retos con relación a la construcción de paz con los ciudadanos del Magdalena caldense; 2) sensibilizar a los futuros trabajadores sociales desde apuestas pedagógicas; y 3) sistematizar la experiencia de los estudiantes en Trabajo Social que estuvieron vinculados a la construcción de cátedras de paz vivas en este proceso (Semillero Observatorio Paz y Ciudadanía, 2020-2023).
Para Trabajo Social sumergirse en los contextos desde la región y para la región en la construcción de paz es vital, dado que implica en principio reconocer las vivencias, relaciones, emociones y resistencias en el marco de los movimientos sociales en La Dorada que siguen enseñando sobre el país y la vida que sea digna de ser vivida. La investigación-intervención es un proceso que se vive en comunidad, se acompaña por una pedagogía de la pregunta que toma como referencia los sentires, las experiencias y las historias de vida de las personas, al comprender los marcos de opresión. En este proceso formativo, Trabajo Social es un agente catalizador de cambio que afianza las relaciones en los territorios en horizontes de justicias y derechos humanos, construye acción política en diálogo con otros; se orienta por su lectura crítica de contexto, la subjetividad política de quien encarna una intervención, la relación teoría-práctica y el diálogo constante con la alteridad.
Tanto la investigación como la intervención social son dos procesos en estrecha conversación con la apuesta ético-política del Trabajo Social que encarna una praxis viva desde consciencia reflexiva, para ello, no solo le interesa la comprensión de los derechos humanos de los sobrevivientes, sino, que la misma praxis hace posible que las lideresas y los líderes sociales se constituyan en las reivindicaciones colectivas. Para lo cual, aunque la investigación de acción participativa (IAP) se reconoce en las vivencias y les permite a los sujetos una participación clara del norte de la investigación, es la praxis del Trabajo Social, también la que por un lado permite comprender la agencia más allá de la vivencia y, por el otro lado, fortalece una práctica coherente (Cifuentes, 2013).
Cifuentes (2013), comenta que la IAP:
Debe ser una práctica fundamentada en el conocimiento crítico de lo social, para lo cual la investigación es condición sine qua non; y 2) debe ser una práctica coherente con el compromiso ético del Trabajo Social en relación con la justicia social. (p. 167)
Durante la investigación-intervención existe una implicación del estudiante de Trabajo Social que permite volver sobre sus huellas y reconocer los saberes de acción (Mosquera, 2005), aquellos que “se han construido a lo largo de la interacción y diálogo constante, tanto con las diversas poblaciones vulnerables que se intervienen como con sus equipos de trabajo” (Mosquera, 2010, p. 264).
Referente teórico y conceptual
En esta investigación para su estado del arte se consultaron las bases de datos: ProQuest, EBSCO, Taylor & Francis y Jstor a través de las cuáles se indagó sobre 1) las organizaciones sociales, 2) la agencia de los líderes sociales en el territorio y 3) la práctica pedagógica que fortalece la identidad profesional.
Primero, las organizaciones de víctimas y sobrevivientes son un movimiento social, colectivo y político que busca garantizar los derechos humanos y que resiste en el marco de las complejidades. Para el caso de La Dorada-Caldas, las organizaciones resisten como procesos sociales ante la violencia, cuidan y elaboran un tejido social propio resiliente, de esperanza, de amor y de constante elaboración de las memorias por sus desparecidos, por la tierra o por mujeres afectadas por las violencias basadas en género. En este movimiento social las integrantes y los integrantes de las organizaciones sociales se conciben como sobrevivientes al conflicto armado en el Magdalena caldense; una categoría que les reconoce sus resistencias, luchas y construcciones colectivas dentro de los procesos (Semillero Observatorio Paz y Ciudadanía, 2020). Como integrantes de estos movimientos, plantean la subjetividad política definida como “una finalidad política, también determinados por estrategias y principios a partir de los cuales se articulan demandas y reivindicaciones concretas” (Latte, 2009, como se citó en Tejero, 2020, p. 233).
Para Cruz y Prieto (2020) “las organizaciones de víctimas han avanzado en la reivindicación de los derechos humanos” (p. 76), estas estrategias de resistencia son “acciones que deciden emprender los actores colectivos con la finalidad de afrontar el desafío de conseguir que sus reclamos sean visibles y eficaces” (p. 76). Las estrategias de resistencia también configuran una cultura para la construcción de paz, donde las reivindicaciones se construyen en articulación con actores regionales y locales desde una mirada compleja para que perviva la verdad como futuro de las comunidades, la cultura de paz y, por tanto, las organizaciones sociales conciben un deseo de hacer y materializar una educación inclusiva como alternativa real para la transformación de los conflictos que han padecido y de las cuales han sufrido afectaciones en más de los 50 años (Rivera-Lozada et al., 2021).
Aunque las organizaciones de víctimas y sobrevivientes conocen que la firma del Acuerdo de Paz es un inicio importante, la paz representa acciones colectivas de reparación, la disminución de la desigualdad social y política, la generación de ingresos en los contextos rurales, así como la configuración de mecanismos para la resolución de conflictos dentro del territorio. Alcanzar el logro de los acuerdos de paz depende de que la sociedad en pleno transite a una reflexión constante de la sociedad que quiere construir, vivir y sentir y, por tanto, la paz es una decisión vital de cada día y también de decisiones administrativas orientadas a la ello (LeGrand et al., 2017; Rodríguez Morales, 2012).
Segundo, la agencia es una capacidad política movilizadora que permite asumir una posición ética y política desde la responsabilidad colaborativa y que llama a construir escenarios de paz para escuchar las voces que siempre estuvieron ahí desde la empatía; de acuerdo con la definición, la Comisión de la Verdad (2022) explica que el poder de las víctimas también depende de las personas que quieren escucharlas. En este proceso de interacción, de relaciones y de estructuras se afianza un proceso de justicia restaurativa donde la escucha de las emociones se convierte en un eje movilizador de apuestas comunes; según Ahmed (2012), los procesos ligados a la justicia restaurativa son aquellos en los que la escucha muestra más claramente su relación directa con el poder, porque reconoce las emociones en el devenir histórico y corporal de quienes no han sido escuchadas haciendo un llamado pleno a una escucha y la presencia del cuerpo con otros “este tipo de buena cicatriz nos recuerda que recuperarnos de la injusticia no se trata de tapar las heridas, que son efecto de esa injusticia; [...] las emociones justas son las que trabajan con y en más que sobre la herida” (Ahmed, 2004, p. 21).
Y, tercero, el saber de acción es inherente a la intervención social-investigación y a la práctica pedagógica del Trabajo Social que moviliza en el proceso de enseñanza y aprendizaje. En el primer caso, esta propuesta de investigación permitió la generación de diálogos de saberes que reconoce las voces de los líderes y lideresas sociales, una negociación del saber que se gesta en la pregunta, conocimiento, interpelación e interacción constante, puesto que son los saberes propios los que se querían poner en conversación en la cátedra de paz. Ello les permitió construir una capacidad reflexiva sobre su historia de vida y los dilemas sociales que pueden emerger en la relación investigación-intervención. En el segundo punto, la práctica pedagógica es definida como el saber práctico-ético contextualizado (Herrera y Martínez, 2017) y desde una arquitectura propia de ellas (Kemmis et al. 2014) que permite construir sentidos para un mundo en el que valga la pena vivir, en ello también se vincula la reflexión en la acción de la práctica docente (Kemmis et al. 2014). En palabras de Gadamer (1997):
El que posee un sano juicio no está simplemente capacitado para juzgar lo particular según puntos de vista generales, sino que también sabe qué es lo que realmente importa, esto es, enfoca las cosas desde los puntos de vista correctos, justos y sanos. (p. 63)
La dimensión ética y política del saber de los líderes sociales acerca de la construcción de paz representa un ejercicio colectivo e histórico que interpela el para qué se forman estudiantes en Trabajo social y además cómo se relacionan con los contextos afectados por la violencia social y política del país (Comisión Académica Conets, 2020). En este contexto pedagógico, escuchando los relatos de otros, sus experiencias y sus saberes es posible construir reflexiones desde el aprendizaje para la justicia social. Siguiendo a Herrera y Martínez (2017):
El saber práctico no consiste en algún tipo de astucia que permita atinar formas de adaptarse a las situaciones, más allá de los propósitos que puedan estar involucrados. Al contrario, en tanto que la dimensión ética es constitutiva del saber práctico. (p. 11)
La intervención social-investigación es una relación propia en Trabajo Social que permite escuchar atentamente al otro, acompañar, orientar y construir con comunidades otras formas de relaciones democráticas y emancipadas. Para ello, la intervención social debe iniciar por la reflexión de quien encarna el Trabajo Social, una relación que es constante y que al conversarla desde el conflicto ético que se identifica en las relaciones, logra vislumbrar su propio camino.
Metodología
Es una investigación cualitativa crítica que utilizó a la IAP como método de investigación. La investigación cualitativa es un proceso de acciones y decisiones que se vinculan con quien realiza la investigación, su historia de vida, su posición ética y política y sus compromisos y proyecciones como investigador (Denzin y Lincon, 2013). La investigación cualitativa tuvo un enfoque crítico que se caracteriza por profundizar en la enunciación política del contexto, la comprensión de las historias de vida desde un contexto histórico, político y relacional, donde emergen los discursos; y moviliza acciones de cambio que demandan una posición política en un contexto.
De Schutter (1983) define la IAP como “un método que centra en la participación de la población para generar conocimiento y los puntos de vista que nos llevará a tomar las decisiones y a ejecutar una o más fases en el proceso de investigación” (p. 5). Este método permite construir nuevos caminos de aprendizaje comunitario bajo identidades colectivas, posibilita establecer relaciones de manera horizontal, con una perspectiva de sujeto-sujeto, a través de la democracia, la cooperación y la acción; finalmente, los investigadores se asumen con una posición política y ética con relación al saber. Una de las características propias de este método es la participación real, humana, endógena y constructiva que reduce las diferencias, se afirma como un acto creativo basado en la “ayuda mutua, en el cuidado de los viejos, el uso comunitario de la tierra y las formas solidarias de la familia extensa” (Fals Borda, 1991, p. 11; Cruzo y Prieto, 2020).
El método de IAP se desarrolló a través del siguiente proceso:
Fase 1. Investigación sobre los discursos de las paces: planteó una comprensión narrativa sobre cómo las lideresas y los líderes sociales han consolidado una experiencia propia para reconocer ideas, saberes y emociones que convoca abrir una cátedra de paz, se diseñaron instrumentos y se solicitó el consentimiento informado.
Fase 2. Diálogo de saberes sobre los retos para la construcción de paz imperfecta: fueron los espacios de intercambio de experiencias entre los integrantes del semillero Observatorio Paz y Ciudadanía, estudiantes de Trabajo Social y estudiantes de colegios en La Dorada-Caldas a través de cartografías corporales y cartografías sociales.
Fase 3. Diseño de espacios públicos-retos para la cátedra: se construyó colectivamente un proceso de formación donde se tengan objetivos y una agenda cultural que facilite la conversación, la reflexión y la afirmación acerca de la restauración, al tiempo que promuevan ideas de reconocimiento de los saberes propios.
Fase 4. Construcción de la cátedra: permitió la creación de un espacio interactivo web que facilitó la conversación y divulgación del saber. En este proceso los estudiantes de Trabajo Social a través de grupos focales e instrumentos de diarios de campo reconstruyen su experiencia en el marco de la discusión de la identidad profesional.
Fase 5. Socialización: se desarrolló en espacios educativos curriculares y sociales mediante procesos de formación de líderes. Durante este proceso se realizó un proceso de análisis y codificación abierta y axial con propósito de organizar la información, analizarla, encontrar patrones y construir tendencias principales de los hallazgos (Creswell, 1998).
Resultados
La investigación permitió dos resultados: el primero, está relacionado con la construcción de una cátedra de paz itinerante que tuvo como impacto la visita a colegios de la región en Chinchiná y en La Dorada. Esta cátedra creó una serie podcast a través de la formación de radio, y estos insumos fueron puestos en conversación en clases de Trabajo Social y programas de radio que desde la formación en Trabajo Social facilitara conversar en otros espacios educativos sobre el saber de las organizaciones de víctimas y organizaciones de sobrevivientes1.
Se tuvo por pretensión que la cátedra sea una caja de resonancia que facilitara esa conversación de diálogos de saberes y en ese sentido, permitirá que los jóvenes y las jóvenes de colegios puedan afirmar su saber, las formas en como construyan paz y cómo, al tiempo, reconocen a los líderes y lideresas de la región que hacen parte de los movimientos sociales.
El segundo resultado permitió un ejercicio corto de sistematización para reflexionar la práctica pedagógica y especialmente el rol educativo del Trabajo Social desde tres componentes: 1) la práctica pedagógica y la reflexividad desde la interacción con líderes sociales, 2) el coraje de decir la verdad como estudiantes y profesores de Trabajo Social2 y 3) la escritura política del saber. El primer componente explicita una ontología de lugar, propia de las prácticas pedagógicas (Kemmis, 2014); la práctica representa un saber cuyo campo de acción, interpelación y problematización es el discurso (Zuluaga, 1999) y como saber tendría que investigar: a) la historicidad de la práctica, b) la construcción de la subjetividad política, y c) la agencia como praxis, todos estos entendidos como proyectos que permiten construir un mundo en el que valga la pena vivir (Kemmis, 2014).
Si el campo de aplicación de la práctica pedagógica es el del discurso, este implica al saber pedagógico como práctica de resistencia ante las ideologías de dominación homogenizantes presentes en contextos educativos.
En Trabajo Social estar en constante interacción con líderes sociales y lideresas sociales en La Dorada me ha permitido una reflexión del ejercicio profesional que trastoca la huella propia en el rol docente ¿somos víctimas del conflicto armado?, ¿estamos en la responsabilidad de hablar sobre la verdad? En Caldas ¿cómo pedagógicamente tendríamos que conversar para reflexionar de la violencia silente y negada del conflicto armado? Estamos en un contexto que niega esa realidad y se resiste a conversar, por tanto, pedagógicamente debemos interpelar éticamente nuestra relación con el territorio y lo que este nos atraviesa, en especial, por ejemplo, cuando llegamos a trabajar con víctimas y sobrevivientes y lo que ellas y ellos nos demandan en principio pensar desde una acción sin daño y al tiempo desde nuestra historia de vida. (Chamorro, Diario de campo 12 - reflexión sobre la práctica pedagógica, 22 de noviembre del 2022)
El segundo componente está relacionado con la escucha y la continuidad de una conversación sentida con la alteridad. Siguiendo a Freire (1999), escuchar es una práctica que representa un ejercicio de reconocimiento de las voces oprimidas “si no aprendemos a escuchar esas voces en verdad no aprenderemos a hablar” (p. 25). La escucha implica el reconocimiento de la verdad del otro y de sí mismas o sí mismos, porque al escucharla se dignifica y se reconoce a quien cuenta la historia, porque muchas de las historias de las víctimas aún permanecen silentes y solo dando el testimonio se es capaz de renacer y sentirse liberado (Comisión de La Verdad, 2022). La capacidad de la escucha y de la conversación sentida entraña reconocer el propio saber, los saberes de otros y estos saberes al ponerse en común se negocian y se reconstruyen una y otra vez.
Y, el tercer componente se presenta en la escritura reflexiva3, la cual siempre ha ocupado un lugar importante en la formación de los trabajadores sociales; es un proceso que necesita de la experiencia para germinar saberes como el que acontece en la conversación con quienes escuchamos y para qué escuchamos. Esta investigación permite reconocer el saber que aparece en las emociones que acontecen en una intervención social y que, además, estas emociones no solo son de rabia, indignación o miedo, sino que son emociones de compasión, solidaridad, amor y alegría, que también al momento del encuentro con la alteridad abre la puerta hacia el conocimiento del otro (Mosquera, 2010).
Discusión
Este artículo presenta tres discusiones claves: 1) los principios de la práctica pedagógica, 2) el coraje de decir la verdad y 3) la escritura política del saber de acción haciendo énfasis en el ejercicio de sistematización de experiencia, que implicó a los estudiantes y profesora tutora del semillero Observatorio Paz y Ciudadanía.
1. Los principios de la práctica pedagógica
La escucha atenta y compasiva a las narrativas de los líderes sociales y las lideresas sociales han provocado como experiencia en quienes se han formado en el semillero Observatorio de Paz y Ciudadanía un proceso de reflexividad constante que permite nutrir su consciente ética y política, máxime cuando se ven expuestos a emociones que les permiten detenerse en su formación y posicionarse éticamente desde la experiencia de múltiples otros que provocan acontecimientos en la formación. Enfrentarse a experiencias complejas de lideresas: “como víctima del conflicto armado tengo derecho a no perdonar [...], aunque el perdón hay que concederlo primero para sí mismas porque debo ser compasiva conmigo, pero otorgarlo cuando yo no he sido reparada, no puedo” (Lideresa social, comunicación personal, 8 de agosto del 2022).
Para los y las estudiantes en Trabajo Social la experiencia de vincularse en el semillero de investigación como una apuesta sensible y ética para aprender de su región, en principio ha estado llamada a dejarse trastocar por la experiencia de otros y reflexionar sobre los propios discursos que se enuncian para acompañar a los sobrevivientes. Por supuesto, este ejercicio de escucha y lectura narrativa genera dilemas éticos y conflictos sobre el perfil profesional que vienen construyendo, porque les demanda un posicionamiento ético sobre la investigación-intervención de cara a las injusticias y exclusiones que viven los actores sociales en ese contexto y a la vez, provoca un reconocimiento de las relaciones protectoras y sanadoras. Siguiendo las voces de los líderes sociales:
Nosotros somos de esta tierra, de este lugar, somos víctimas y sobrevivimos al conflicto y más que al conflicto al riesgo constante de muerte; sin embargo, las instituciones destinadas a repararnos no nos han escuchado y por ello, acudimos a todos los espacios, nos han puesto más a pelear entre nosotros, y muchas veces eso nos ha desunido. (Líder social La Dorada, comunicación personal, 18 de abril del 2018)
Acudimos a ustedes porque ustedes como futuros trabajadores sociales tienen la obligación ética de construir diferente este país y no desde los odios que a nosotros nos enseñaron [...]. ¡Lástima! Uno ya no tiene los años de antes, los años que sí tienen ustedes y que podrán con toda la seguridad construir diferente cómo nos relacionamos en el territorio, siendo más compasivos con todos y presionando a quien se deba presionar. (Líder social La Dorada, comunicación personal, 2021)
La práctica pedagógica debe fundamentarse en principios de la conciencia política, la reflexividad, la acción y la comunión emancipada de los sujetos a través de la cual nadie se libera solo, todos los hombres se liberan en comunión (Freire, 1970). En ese sentido, la intervención social-investigación es un proceso que se inserta en los espacios de la vida cotidiana en los que habitan dominados frente a las presiones o injusticias sociales y muchas de estas injusticas sociales son padecidas también por quien ejerce Trabajo Social, de ahí la necesidad ética de la reflexión sobre sí, del cuidado de sí y de sus prácticas de libertad (Young, 1990).
Freire (1970), comenta al respecto que la acción liberadora implica un momento necesariamente consciente de sí mismo, del otro y lo otro “alfabetizarse es aprender a leer esa palabra escrita que en la cultura se dice y, diciéndose críticamente, deja de ser repetición intemporal de lo que pasó, para temporalizarse, para concienciar su temporalidad constituyente” (p. 23). La consciencia nace en los encuentros intersubjetivos de la práctica pedagógica, donde cada uno posiciona su saber y reflexiona a partir del encuentro con otros, en los que se reconoce, se confronta, se conflictúa y nuevamente construye apreciaciones sobre el ejercicio profesional problematizando ¿cuál es la concepción de la praxis con relación a la intervención social-investigación y por qué es relevante para el Trabajo Social?
Profesora: ¿qué debemos hacer o decir cuando escuchamos a las víctimas? [...], la práctica llegará y no sé qué decir, solo leyendo los testimonios de los sobrevivientes afectados por la violencia, me refleja a mi infancia en mi contexto ¿hasta qué punto llegamos o cómo empezamos? La violencia debería empezar por ser reflexionada desde mis propios espacios, desde mi lugar como mujer y las historias que como mujer me atraviesan, incluyendo mis propias injusticias. (Estudiante semillero de investigación, comunicación personal, 18 de febrero del 2022)
Foucault (1983) problematiza la ética y la libertad definidas como “el punto de articulación entre la preocupación ética y la lucha política para el respeto de los derechos, de la reflexión crítica contra las técnicas abusivas de gobierno, y de una ética que permita fundamentar la libertad individual” (p. 139); esta construcción se concibe a partir de las relaciones cotidianas en las que Trabajo Social se ve inmerso, y, por tanto, la ética como el cuidado de sí y de los otros debe aparecer como un hilo conductor de la experiencia del Trabajo Social, dado que son en esas relaciones de poder, donde la identidad profesional cobra sentido.
Ustedes que estudian Trabajo Social y que han acompañado nuestras luchas y reivindicaciones como sobrevivientes del conflicto armado, tienen no solo la vocación, sino la obligación de acompañar y de resistir con nosotros. Lo que nos pasó no puede pasarles a otros y hay que empezar el relevo generacional de los liderazgos. Si ustedes tienen la obligación ética de hacerlo por lo que estudiaron en Trabajo Social, tienen la vocación. (Líder social, comunicación personal, 21 de septiembre del 2022)
La experiencia formativa4 desde las arquitecturas de las prácticas pedagógicas se caracteriza por primero, problematizar una y otra vez sobre la experiencia que los estudiantes han construido en su proceso formativo, sus apuestas y cómo se sitúan desde su proyecto ético y político5 para orientar la transformación. Entonces es la relación intervención social-investigación el primer momento donde emerge una polifonía de voces y una gramática de la intervención (Matus, 2012).
Segundo, los saberes que transitan por las voces de los estudiantes aluden a las constantes luchas y reivindicaciones que hacen de su vida, de sus experiencias y cómo las ponen en juego con los otros actores sociales con quienes están en constante interacción. Tercero, la escritura es un acto político de conciencia reflexiva, aquí los sujetos transforman su conciencia en tanto la escritura solo es un medio para situarse en un contexto y problematizar las relaciones de dominación, todas estas reflexiones los pueden llevar a una democratización de la cultura, inclusive de sus historias de vida, cuarto, la pregunta es la movilizadora de experiencias y la ética es uno de los lugares que interpelan las relaciones, sus saberes y la construcción de nuevas experiencias. Y quinto, el docente se deconstruye en la experiencia formativa, muchas veces asumiendo un no lugar (Cifuentes, 2013), porque las preguntas también conflictúan a quien enseña para la justicia social, muchas veces habitando lugares incómodos al tiempo que es la práctica pedagógica un llamado al cuidado de sí (Zuluaga, 2005).
2. El coraje de decir la verdad
La práctica pedagógica para la enseñanza de la relación investigación-intervención requiere de la parresía, entendida como “el coraje de decir la verdad” (Foucault, 1983, p. 11); bajo la arquitectura de las prácticas pedagógicas es “lo que se dice” en los contextos educativos y en el lugar propio de la enseñanza-aprendizaje (Herrera, 2021). Fréderic Gross (1992), parafraseando a Foucault, comenta que la parresía se vincula con un sentido ético y político (p. 8). La experiencia del aprendizaje requiere del cuidado del otro y de movilizar en los estudiantes enunciados sobre los que puedan reflexionar críticamente para darse cuenta, ser conscientes de sus emociones y tomar acciones políticas frente a lo que los incomoda y a partir de los cuales se tejen constantes intercambios de saberes, en dicho sentido, si los principios mencionados son los que orientan el ejercicio de la experiencia enseñanza-aprendizaje, es importante aludir que la experiencia del aprendizaje está guiada por algunas características del parresiasta:
Hay parresia cuando la persona, que es el maestro, a quien a uno le ha confiado la dirección de su alma, dice lo que piensa con una transparencia tan grande que ninguna forma de retórica puede ocultarlo, pero dice lo que piensa no en el sentido de dar sus opiniones, no en el sentido de dar a conocer lo cree verdadero. (Foucault 1983, p. 35)
No se pretende que el profesor o profesora digan la verdad absoluta revelada; por el contrario, se espera que también se expongan en su rol docente las incertidumbres y pocas certezas de lo que le está incomodando al estudiante, incluyendo lo que también le ha incomodado durante su formación. Como lo diría Larrosa en Infdcomunicacion (2010) “no se trata de ahorrarle la experiencia a alguien porque uno ya la vivió” (Larrosa, 2009), sino del cuidado de la orientación con los sujetos. Vale la pena mencionar que el maestro en esta experiencia puede aprender del estudiante, del egresado o del líder social:
¿Cómo podemos intervenir con excombatientes cuando somos víctimas de conflicto armado? [...]. Yo hace mucho decidí perdonar y entender que ellos también son víctimas del conflicto armado, soy consciente que este país necesita sanar, que nadie me devolverá a mi padre, pero sí puedo construir diferente con ellos y no permitir que lo que nos pasó vuelva a suceder, el Trabajo Social debe enseñarnos que tenemos más puntos en común que los lugares diferentes que el conflicto armado nos puso? (Estudiante Trabajo Social, comunicación personal, 18 de marzo del 2021)
Desde ese punto de vista, los saberes de todos se ponen en tensión, crisis, confrontación y los decires de la clase transitan discursos de la esperanza, lo ético y la comprensión de los horizontes de sentido y su materialización con relación a dinámicas de gobernabilidad, gobernanza, e institucionales, incluso las propias condiciones personales.
Escuchar a don Guillermo, líder social en La Dorada, me enseñó que podemos construir diferente pese al dolor, que podemos quedarnos en el territorio, que sus voces siempre están y es una responsabilidad ética escucharlos. (Estudiante Trabajo Social, comunicación personal, 18 de agosto del 2022)
Realizar el ejercicio de pódcast me permitió encontrar formas pedagógicas creativas sobre cómo impactamos a otros jóvenes en la región, es cierto que estamos en un contexto que niega la violencia, no por ello, debemos nosotros permanecer silentes [...], esta estrategia ha permitido una conversación continua y constante con las líderesas y los líderes sociales y seguiré pensando siempre cómo intervenimos para generar cátedras de paz interactivas más allá de un contenido. (Estudiante Trabajo Social, comunicación personal, 10 de octubre del 2023)
Construir esta investigación-intervención implica considerar qué hacemos como trabajadores sociales, escuchar sus voces que nos hemos negado a escuchar. Si un día me pidieran una orientación, me llamaría mucho la atención que lo que oriento inicie por mi propia historia de vida y no sé si está bien por ser víctima del conflicto. (Estudiante Trabajo Social, comunicación personal, 18 de noviembre del 2023)
La relación intervención social-investigación se asemeja a la labor del artesano que crea, que destruye, que moldea con sus manos y que vuelve a construir a través de una reflexión constante de sí mismo, de lo que permanece y está en construcción. La enseñanza y aprendizaje debe ser un lugar de transformación de todos lo que lo habitan, y el docente es solo un artesano de la escucha, de la palabra, de la parresía de sí mismo y de los otros, además, debe permitir un lugar para expresar las verdades incómodas que no se quieren decir, pero que terminan posicionándose en el vínculo intervención social-investigación.
3. La escritura política del saber
La escritura política del saber es reconocer los conocimientos propios en el marco de las experiencias de las intervenciones. Lo político es la agencia que reconoce saberes otros y que no juega el Trabajo Social un rol colonizador sobre saberes otros. La escritura es política porque se convierte en proceso de conversación conjunta con los compañeros de clase sobre las reflexiones y dilemas éticos que encarna la investigación/intervención social. Tal como se refleja en el siguiente relato: “Hace algunos días sufrí un nuevo desplazamiento, sin embargo, ya no quiero huir, quiero quedarme en La Dorada, ¿usted como trabajadora social cree que me deba quedar?” (Líder social - La Dorada, comunicación personal, 2020).
Los conflictos en torno a la ética profesional pueden representar entre el profesional que quieren ser y el profesional que no quieren ser, una delgada línea que se va construyendo en el tejido de la relación investigación-intervención y la escritura de la reflexión en la acción hace posible descubrir y comprender el entramado de relaciones en una investigación-intervención (Shon, 2003). En este sentido, sus emociones de miedo, angustia frente a las decisiones propias del Trabajo Social son un acontecimiento, así como también la lectura que tienen de las instituciones que han sido creadas para la reparación integral a las víctimas. A menudo se considera que el contacto con las autoridades contraviene los intereses de los sobrevivientes; no obstante, es con esos actores sociales con quienes hay que gestionar, planear y vincularlos con acciones precisas para una reparación (Carballeda, 2023). La reflexión permite encontrar el camino de la decisión y de la comprensión del contexto social.
Profesora, para mí sería muy difícil. Primero, uno diría que está la vida y que la protección a la vida es lo primero en lo que debemos reflexionar y cuidar. Sin embargo, ¿por qué los líderes deben huir, ¿no basta con lo que les ha pasado? Seguramente también, como segundo punto, estoy de acuerdo en que se quede, su vida está en La Dorada, pero si se queda ¿cuáles son las condiciones? ¿Qué debemos construir desde la intervención que sea justo, ético y defienda la vida como derecho? (Estudiante Trabajo Social, comunicación personal, 18 de mayo del 2020)
El saber es el espacio donde un sujeto puede tomar una posición para hablar de sus emociones, sus reflexiones acerca de ellas, de las situaciones objeto de intervención y de los sujetos que hacen parte de sus relaciones sociales y en los que aparecen constantemente en su discurso (Foucault, 2005). Los saberes son prácticas pedagógicas que interpelan el lugar de la docencia y cómo este orienta el proceso de escritura para que al estudiante le permita encontrarse y afirmarse. Foucault (2005), conceptualiza al saber cómo un “campo de coordinación, resistencia y subordinación de enunciados que posibilitan la aparición de conceptos; donde se definen y se transforman” (p. 186). Es un espacio que problematiza el contexto de relaciones donde las prácticas pedagógicas se convierten en generadoras de aprendizajes, definido por las posibilidades de utilización y de apropiaciones estratégicas, ofrecidas por el discurso (Foucault, 2005).
La intervención social-investigación necesita del saber que se posiciona y recupera el lugar de la ética del Trabajo Social a través de una mirada hermenéutica y crítica; en este ejercicio se entiende a la escritura como un acto político creador y liberador de los sujetos en la que se vive la consciencia y la emancipación. Los saberes desde la escritura implican:
Una invitación a la denuncia del presente y a la apertura del futuro; nos encontramos entonces frente a una categoría cuya esperanza es la transformación de la realidad que permea la vida de los sujetos, esto es, de un proceso de educación de y para los oprimidos que los lleve a la transformación de su realidad por medio de prácticas de concientización y politización. En este sentido, el inédito viable puede equiparase a una utopía educativa cuyos fundamentos están enmarcados dentro de lo pedagógico y lo político; una educación liberadora que problematice la realidad promueva el diálogo y, de esta manera, rompa con la cultura del silencio a fin de constituirse como una sociedad abierta. (Aguilar, 2015, p. 34)
La escritura se convierte en un espacio para la denuncia, para decantar el saber y problematizar las verdades incómodas con relación a su posición ética y política de cara a la formación, se trata de trascender al estudiante reconociendo en sus huellas una posibilidad sensible para conocer. Para que exista un ejercicio reflexivo y crítico de la libertad, a través de la ética, es necesario situar la relación intervención social-investigación donde no sólo se comprenden los juegos de poder, sino, que el reconocerlos en los saberes de la propia cotidianidad de los estudiantes en interpelación con los líderes sociales permite en palabras de Freire (1970): “expresarse, expresando el mundo, implica comunicarse [...] la palabra se entiende como palabra y acción [...] es palabra viva y dinámica, y no categoría inerte y exánime” (p. 24).
Necesitamos reconocer que los jóvenes somos constructores de paz, es decir, que la paz y su construcción no solo depende de quienes han padecido el dolor, sino, cómo nos comprometemos con lo que podemos construir, con escucharnos, con conocer y reconocernos, si conocemos podemos generar responsabilidad. (Estudiante de Trabajo Social, integrante del semillero Observatorio de Paz y ciudadanía, comunicación personal, 29 de marzo del 2023)
Todos los enunciados son habitados por actos, cuerpos, corporalidades y esos saberes también son en la escritura por hacerse presentes en las voces de los estudiantes donde lo más significativo ha sido formar, fortalecer y orientar al estudiante para que se sienta capaz de que puede hablar, decir, construir “lo más significativo fue darme cuenta que sí sabía y que tenía mucho por decir” (Salazar, comunicación personal, 18 de noviembre del 2019)
En ese sentido, los saberes que tienen los estudiantes, no son solo el resultado de su formación, sino que lo son desde su propia experiencia, de las ilusiones, irregularidades, regularidades o las compulsiones discursivas que ellos han construido, desde su intuición, representaciones y elaboraciones (Foucault, 2005, p. 54). La experiencia formativa desde el aula y con relación a los dilemas se configuran en conocer y comprender los discursos de los otros, como el testimonio anterior, la intervención social-investigación surge en medio de unos conflictos, de las explicaciones que otros deben encontrar y que así mismo es importante escuchar, dado que la voz del Trabajo Social y de sus propuestas inicia por las propias convicciones frente al país que se desea construir.
Conclusiones
Construir una práctica pedagógica como el pódcast, ha permitido la integración de todos los miembros de las organizaciones de víctimas para su debida creación. Siendo este un medio para contar los hechos violentos sucedidos, como también para narrar la transformación de estos, para pasar de víctimas a sobrevivientes. Al tiempo, ha permitido a los estudiantes y futuros profesionales en Trabajo Social fortalecer su apuesta ética y política en clave de relacionar la intervención social-investigación. Este diálogo de saberes favoreció darle un lugar vital a la experiencia de ser líder en Colombia y cómo al escuchar sentidamente y escribir de esa experiencia se afirman acciones emancipadas que buscan la formación crítica en el currículo de Trabajo Social de la Universidad de Caldas.
Los sobrevivientes en La Dorada son agentes en la reivindicación de sus derechos desde las diferentes luchas que gestan en la cotidianidad de sus organizaciones, donde han venido construyendo espacios de paz. Si el Trabajo Social es un catalizador de cambio, necesariamente quienes encarnamos la práctica pedagógica, debemos interpelarnos en el encuentro con los estudiantes y con todo actor vivo del currículo, que permita también resignificar el rol docente y el acompañamiento a la praxis profesional de los estudiantes.