En la población pediátrica, los pólipos representan la primera causa de sangrado colorrectal con una prevalencia del 1 %. De ellos, el 90 % corresponde a pólipos juveniles (PJ) 1.
Se presentan las imágenes de un varón de tres años que como única alteración presentaba rectorragia indolora e intermitente de nueve meses de evolución, sin alteraciones detectadas al examen físico, con calprotectina fecal elevada (1405 mg/kg), sin anemia y una gammagrafía con tecnecio-99m normal. Se realizó una colonoscopia encontrando un pólipo a 10 cm del margen anal externo, el cual fue resecado con un asa de polipectomía (figura 1). No hubo complicaciones y la histopatología confirmó el diagnóstico de pólipo juvenil (figura 2).

Figura 1. Pólipo pediculado de 2cm x 2cm de superficie lisa y cruenta, localizado en la parte antero-superior del sigmoides (flecha).

Figura 2. Tinción de hematoxilina-eosina 4X. Se observa la dilatación quística glandular (flecha, A) con un extenso infiltrado inflamatorio en la lámina propia (círculo negro, B) y cambios erosivos superficiales (círculo amarillo, C).
Los PJ son tumores benignos compuestos por lamina propia y glándulas dilatadas, tienen un pico de incidencia entre los 2-10 años y predominan en varones (2:1). Etiológicamente se considera que la presencia de pliegues mucosos redundantes induce la irritación mecánica e inflamación que provoca un desequilibrio celular y su proliferación. Característicamente se presentan con rectorragia intermitente e indolora tras la defecación (figura 3), un pequeño porcentaje debuta con prolapso o auto-amputación del pólipo y pueden simular un amplio grupo de patologías 2.

Figura 3. Representación del mecanismo por el cual el paso de las heces lesiona la mucosa friable del pólipo (flecha), lo que produce la sintomatología clásica.
La colonoscopia es el procedimiento diagnóstico y terapéutico de elección, endoscópicamente se observan tumores rojizos, lisos y pediculados. En el 85 % de los casos son lesiones solitarias localizadas en la unión rectosigmoidea, y aunque no tienen potencial maligno y solo recurren en el 4,5 % de los casos, deben ser resecados y analizados histopatológicamente 3,4
En la hemorragia digestiva baja en pacientes pediátricos, una historia clínica minuciosa y el tacto rectal evitan gammagrafías y estudios innecesarios, lo que permite disminuir el estrés familiar que genera la rectorragia en el paciente pediátrico.