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Historia y MEMORIA

Print version ISSN 2027-5137

Hist.mem.  no.spe1 Tunja Dec. 2024  Epub Jan 29, 2025

https://doi.org/10.19053/uptc.20275137.nespecial.2024.16341 

Artículos de investigación e innovación

Protagonismo e incidencia comunitaria de la ANUC en Quinchía, Risaralda (1967- 1980)*

Prominence and Community Impact of the ANUC in Quinchía, Risaralda (1967-1980)

Protagonisme et incidence communautaire de l'ANUC à Quinchía, Risaralda (1967-1980)

Alberto Antonio Berón Ospina1 
http://orcid.org/0000-0002-0296-0406

Jefferson Jaramillo Marín2 
http://orcid.org/0000-0002-0016-7631

1Doctor en Historia de América Latina por la Universidad Pablo de Olavide, España. Profesor titular de la Escuela de Ciencias Sociales, Facultad de Educación. Líder del grupo de investigación «Filosofía y Memoria», categoría B Minciencias (Convocatoria 2021) y miembro del Grupo de Trabajo Clacso «Memorias Colectivas y Prácticas de Resistencia». Universidad Tecnológica de Pereira, Colombia. alveos@utp.edu.co https://orcid.org/0000-0002-0296-0406.

2Doctor en Investigación en Ciencias Sociales, Flacso, México. Profesor titular del Departamento de Sociología. Líder del Grupo de Investigación «Política Social y Desarrollo», categoría Al Minciencias (Convocatoria 2021) y miembro del Grupo de Trabajo Clacso «Memorias Colectivas y Prácticas de Resistencia». Pontificia Universidad Javeriana, Colombia. jefferson.jaramillo@javeriana.edu.co https://orcid.org/0000-0002-0016-7631.


Resumen

La Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC) en Quinchía, Risaralda, fue determinante para las luchas campesinas del occidente de Colombia entre 1967 y 1980; sin embargo, esto no es destacado ni ponderado en los análisis académicos tradicionales, dedicados más a comprender sus acontecimientos organizativos en el Caribe colombiano. El artículo rastrea el protagonismo regional y la crisis de la trayectoria organizativa de la ANUC en este municipio. La metodología empleada se basa en un enfoque histórico subregional que se caracteriza por recuperar relatos de pioneros de esta experiencia organizativa en la zona de Quinchía; además, se realiza análisis de prensa regional, de impresos periodísticos de los años 60 y 70, de la Base ANUC del CINEP y de artículos académicos, libros y monografías. El principal hallazgo del artículo muestra que la trayectoria de la ANUC en el contexto risaraldense se conecta con energías asociativas del ámbito veredal, vinculada con legados liberales de sus habitantes e idearios campesinos cooperativistas, que luego entraron en crisis (aunque no se desvanecieron del todo) como resultado de prácticas clientelistas, dogmatismos políticos y políticas de pacificación.

Palabras clave: movimiento campesino; organización campesina; Asociación Nacional de Usuarios Campesinos; cooperativismo veredal; Quinchía; Risaralda

Abstract

The National Farmer Association (ANUC, by its acronym in Spanish) in Quinchía, Risaralda, was pivotal for the subsistence farmer struggles in western Colombia between 1967 and 1980. However, this significance is neither highlighted nor valued in traditional academic analyses, which focus more on understanding its organisational events in the Colombian Caribbean. This regional history study traces the prominence and crisis of the ANUC's organisational trajectory in this municipality, drawing on accounts from pioneers of this organisational experience in the Quinchía area. The analysis utilises regional press from the 1960s and 1970s, as well as the ANUC database from CINEP. It demonstrates that the ANUC's trajectory in the Risaralda context is connected with associative energies from the village level, linked with the liberal legacies of its inhabitants and cooperative farmer ideologies, which later entered into crisis due to clientelistic practices, political dogmatisms, and pacification policies.

Keywords: subsistence farmer movement; farmer organisation; National Farmer Association; village cooperativism; Quinchía; Risaralda

Résumé

L'Association nationale des utilisateurs paysans (ANUC) de Quinchía, Risaralda, a joué un rôle décisif dans les luttes paysannes dans l'ouest de la Colombie entre 1967 et 1980; cependant, cela n'est pas mis en évidence ni pondéré dans les analyses académiques traditionnelles, davantage consacrées à la compréhension de ses événements organisationnels dans les Caraïbes colombiennes. Cette étude d'histoire régionale retrace l'importance et la crise de la trajectoire organisationnelle de l'ANUC dans cette municipalité à partir de la récupération des récits de ses pionniers dans la zone de Quinchía. L'analyse s'appuie sur la presse régionale, des années 60 et 70, également de la Base CINEP ANUC. On montre que la trajectoire de l'ANUC dans le contexte de Rirasaldense est liée aux énergies associatives de la zone locale, liées aux héritages libéraux de ses habitants et aux idéologies paysannes coopératives, qui sont ensuite entrées en crise à cause de pratiques clientélistes, de dogmatismes politiques et les politiques de pacification.

Mots-clés: mouvement paysan; organisation paysanne

1. Introducción

La Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC) fue constituida normativamente en 1967, mediante Decreto 755, marco que luego fue ampliado con la Resolución 061 y el Decreto 2420 expedidos por el Ministerio de Agricultura, durante el gobierno de Carlos Lleras Restrepo1; sin embargo, su mayoría de edad como organización gremial y política que llegó a ser núcleo de un movimiento social y campesino amplio, comienza a partir del Primer Congreso Nacional de Usuarios Campesinos, realizado en Bogotá entre el 7 y el 9 julio de 19702. Todo ello ocurre a nivel nacional en un contexto marcado por las álgidas discusiones sobre la implementación de la reforma agraria establecida mediante Ley 135 de 1961 y «las orientaciones políticas señaladas por la Alianza para el Progreso»3. Su impacto organizativo fue rápido, a tal punto que hacia 1971 contaba con «aproximadamente 989.306 miembros inscritos»4, en un país de un poco más de 17 millones de habitantes.

El notorio ascenso de las voces campesinas entre 1971 y 1972 coincide con su estigmatización5 debido a procesos de contrarreforma agraria. Ejemplo de esto fue el denominado «Chicoralazo» (9 de enero de 1972), ocurrido durante el gobierno de Misael Pastrana Borrero, quien promovió una política de créditos, más que acciones de redistribución de tierras. Como telón de fondo de esta contrarreforma, además del aumento de la represión estatal, estuvo la división interna de la ANUC en dos tendencias: una más próxima a los lineamientos del Estado, conocida como línea Armenia, y otra que promovía la recuperación y la toma de tierras, denominada línea Sincelejo o también «línea campesinista»6.

Durante el gobierno de Lleras Restrepo (1966-1970), la ANUC recibió respaldo institucional de «una burocracia agraria técnica y neutral a la cabeza de un movimiento de usuarios de los servicios estatales»7; no obstante, en el gobierno del presidente Misael Pastrana Borrero (1970-1974) esa presencia técnica se desvanece y clienteliza. A ello también habrá que sumar una campaña sistemática de divisionismo y represión por parte de este gobierno, para desarticular a los usuarios, por considerar a la ANUC como movimiento «radical»8.

Este momento de emergencia y esplendor de la ANUC a nivel nacional coincide regionalmente con la disolución del antiguo departamento de Caldas en 1966 y con la creación de tres nuevos departamentos: Caldas, Risaralda y Quindío9. Todo esto fue conseguido por una política frentenacionalista de reorganización y modernización del Estado, liderada por Lleras Restrepo, además de una serie de programas de asistencia norteamericana desplegados en América Latina con repercusiones en la región occidental del país10.

Aunque el protagonismo organizativo de la ANUC en el Viejo Caldas, especialmente en el occidente risaraldense, se puede apreciar en los relatos de pioneros de esta experiencia campesina en la región y es refrendado por fuentes como la prensa y cronistas regionales, continúan siendo notorios los vacíos académicos acerca de la importancia e impacto de esta organización en esta parte del país. La mayoría de las investigaciones existentes sobre la ANUC han puesto el foco en sus desarrollos y vicisitudes en el Caribe colombiano11, con justa razón, claro, si se considera que fue «la Costa Atlántica el corazón del movimiento campesino entre 1968 y 1971, por las reivindicaciones al acceso a la tierra»12.

El propósito de este artículo, por tanto, es comprender el protagonismo y la incidencia comunitaria de la ANUC en el occidente del departamento de Risaralda (Colombia), en especial su trayectoria organizativa en el municipio de Quinchía entre 1967 y 1980, en un arco temporal que va desde su esplendor regional (1967-1975) hasta la agudización de la represión y estigmatización sobre varios de sus miembros, a partir de mediados de los años 70 (1975-1980). La aproximación analítica a este caso busca contribuir a ampliar la comprensión de la ANUC como antecedente de muchas otras organizaciones en la región.

En este artículo se considera que esta trayectoria fue el resultado de energías asociativas a nivel veredal conectadas con legados liberales13 de sus habitantes e idearios campesinos cooperativistas. Estos idearios son producto de procesos incubados por las organizaciones, a través de los cuales las relaciones de poder son debatidas y redefinidas, mediante distintas expresiones como procesos de levantamiento popular, asociacionismo, cooperativismo campesino, paros cívicos, entre otros14. El artículo mostrará también que, con el tiempo, la ANUC en esta zona del país experimentó una significativa crisis, en parte por las prácticas clientelistas, los dogmatismos políticos y las políticas de pacificación.

El trazado metodológico estuvo orientado por un enfo que histórico subregional, con un interés particular por la recuperación crítica del pasado, con la intención de activar y potenciar los relatos de protagonistas excepcionales del momento en el contexto risaraldense15. Con esto en mente, recurrimos a conversaciones y entrevistas con usuarios campesinos, pioneros/ as de la experiencia organizativa en la región, con quienes nos reunimos en Quinchía, Pereira, Santa Rosa, Manizales y Bogotá entre los años 2020 y 2023.

De forma adicional, se llevó a cabo la revisión de la prensa regional para el período abordado (Diario La Patria, Diario de Risaralda, Periódico El Diario, Periódico La Tarde), al igual que consulta de documentos depositados en archivos nacionales y locales, y centros de documentación como el CINEP, que cuenta con una base de más de 150 entrevistas a antiguos usuarios de la ANUC y exdirigentes del INCORA. El proceso metodológico se fortaleció con la revisión, categorización y triangulación de información proveniente de artículos académicos, libros y monografías generales sobre la ANUC.

En la primera parte del artículo se hace un paneo histórico a la emergencia y protagonismo de la ANUC en el contexto risaraldense entre 1967 y 1975. La segunda parte está enfocada en comprender las energías asociativas que a nivel veredal fueron desplegándose con la ANUC y los idearios campesinos que alimentaron el proceso. La tercera parte se orienta a señalar como ese ideario entra en crisis, fruto de prácticas clientelistas, dogmatismos políticos, políticas de pacificación. El artículo finaliza, más que con unas conclusiones, con un conjunto de desafíos históricos de este proceso a más de cuarenta años de distancia.

2. La emergencia y el protagonismo de la ANUC en el contexto risaraldense: 1967-1975

La ANUC emerge y se consolida en Risaralda entre 1967 y 1975 en un contexto de reorganización del Estado, liderada a nivel nacional por el gobierno de Carlos Lleras Restrepo, que promovía, entre otras cosas, «una modernización de la institucionalidad agraria y un fortalecimiento del poder infraestructural del Estado»16. A nivel regional, una expresión visible de ello fue la disolución del antiguo Caldas en 1966 y la creación de tres nuevos departamentos: Caldas, Risaralda y Quindío. Esto estuvo acompañado por un «civilismo desarrollista»17 impulsado por élites locales que buscaban fortalecer a estos nuevos entes territoriales administrativos, en medio del «auge de la economía cafetera y complejos procesos de violencia regional»18. Uno de los departamentos a los que se dio vida en este marco fue precisamente a Risaralda, mediante la Ley 70 del 1 de diciembre de 1966.

Este nuevo departamento fue considerado por el gobierno de Lleras Restrepo, como una «verdadera necesidad factual para el país»19. De hecho, entre los años 67 y 69 se registraron en prensa regional llamados a las élites locales a pensar acerca de un desarrollo que permitiera «[articular] plenamente los planes del Incora», «favore[ciera] la producción de recursos de la región, como el caso del carbón en las minas de Quinchía» y «colo[cara] atención por las tierras de occidente llamadas a recibir el desarrollo de una portentosa economía»20.

Mientras esto sucede en pleno clímax de las nuevas políticas burocráticas y agrarias del gobierno de Lleras Restrepo, y en medio de un creciente intervencionismo norteamericano21, entre las élites dirigentes locales, el sector gremial y los campesinos están a la orden del día discrepancias acerca de cómo llevar a cabo el «diseño del futuro» a nivel regional. Un acontecimiento que sirve para ilustrar ese forcejeo regional es precisamente el levantamiento de los rieles del ferrocarril que unían a Caldas con el Valle del Cauca, en febrero de 1969.

A propósito de este acontecimiento, la dirigencia liberal pereirana valoró como un «verdadero imperativo suprimir el cinturón de acero [los rieles del antiguo tren de Caldas] que impide el progreso». Por su parte, el sector gremial, de asociaciones locales y centrales de trabajadores, apoyaron la idea de que el progreso así planteado «entraría a encarecer automáticamente los fletes" y "produciría de inmediato una grave situación de desempleo en sectores populares que viven del transporte local»22. Los campesinos, mientras tanto, manifestaron su inconformismo con el abandono de las vías férreas, enfatizando en el significado de este transporte para la economía rural. De hecho, en 1972, en una carta dirigida al gobierno de Misael Pastrana por un grupo de usuarios campesinos de Risaralda, del Quindío y del Valle, ellos manifestaron sentirse «abandonados», a la vez que pidieron que se reactivara el servicio del tren para [suplir las necesidades de la agricultura y la ganadería]. En el mensaje señalaron que «la existencia de este transporte fue fundamental en el desarrollo de la región, por su carácter masivo y su bajo costo»23.

Un antiguo usuario de la organización, en entrevista personal, manifestó que en la defensa del tren «la organización campesina, a través de sus comités veredales tuvo una lucha importante y eso significó persecución y amenazas para sus agremiados, aunque en la organización siempre encontraron refugio»24.

Para estos sectores, el levantamiento de los rieles del ferrocarril de Caldas correspondió a una acción liderada por los sectores que apoyaron la fragmentación del departamento. La separación, según este líder25, afectó la vida campesina, pues el ferrocarril era el eje articulador de comunicación y de transporte para las poblaciones y veredas del Viejo Caldas, desde los años 30. El ferrocarril «simbolizaba la identificación del campesinado, unía poblaciones, favorecía el transporte masivo de mercancías y en eso consistió su importancia»26.

Como parte del canto de sirenas de la modernización frentenacionalista, muchas fueron las promesas que se hicieron a los municipios de Risaralda, entre estas la construcción de vías. De hecho, la propuesta era que Risaralda fuera «un departamento piloto en vías terciarias». Quizá por ello, cuando ocurrió la separación, Riosucio, Supía, Anserma y Belalcázar votaron a favor de quedarse en Risaralda. Según la opinión de un usuario campesino entrevistado, «lo que se evidenció fue el manoseo a los sectores campesinos por parte de las élites de Manizales y Pereira»27.

Sin embargo, el campesinado del occidente de Risaralda no fue pasivo a esos cantos de sirena del desarrollo28, por el contrario, reaccionó fuertemente. Y lo hizo, porque siendo un campesinado cafetero, liberal y microminifundista29, sentía que debía hacer frente al estigma y la persecución. Su fortaleza estaba vinculada con los procesos asociativos como las juntas de acción comunal, las juntas parroquiales, los comités veredales, las cooperativas veredales y las empresas comunitarias.

La ANUC se encuentra, en ese momento de emergencia y consolidación, con un campesinado en el occidente risaraldense que transita de la sujeción a las directrices de las «élites del Viejo Caldas» hacia unos intereses propios, una mayor conciencia rural y una organización comunal creciente, que permite cuestionar la manida mirada acerca del campesino risaraldense como «aislado e individualista».

A comienzos de 1967 y mediados de 1968 este campesinado se movilizó, impulsado en parte por el efecto político y comunitario que estaba produciendo la ANUC. Destacan entre estas movilizaciones una huelga campesina en Quinchía por el alza de transporte, el 16 de enero de 1967, y una marcha el 2 de junio de 1968 a propósito del Día del Campesino30. Despuntando el año de 1971, la fuerza de estas movilizaciones y el impulso del reformismo agrario se evidenció en un número importante de usuarios inscritos en Risaralda, que alcanzó un poco más de 20 000, con 11 asociaciones jurídicamente reconocidas.

Muchos de los usuarios entrevistados manifestaron que la ANUC-Risaralda «siempre fue línea Sincelejo», con un corazón operativo e ideológico situado en Quinchía y con algún «auge en Belén de Umbría, Guática, Viterbo y Apia, todos ellos municipios de microminifundio cafetero»31. Si bien el auge de esta línea fue extendiéndose por Risaralda, este declinó después, a tal punto que se mantuvo solo en Quinchía. En una de las entrevistas realizadas, se adujo que Quinchía llegó a ser conocida como «La Barranca Campesina»32. Incluso, según algunos usuarios, «la línea Armenia no tuvo sino sede, con representantes de Pereira, Apia, Pueblo Rico, pero nada de base social»33. Es menester reconocer que también se planteó que «entre 1968 y 1975 en el departamento se hizo sentir la presencia de la ANUC, pero no se trató solamente de una «sola forma de la línea Sincelejo», como habitualmente se tiende a pensar, sino de múltiples expresiones de ella34. Estas múltiples expresiones tienen que ver con la diversidad de tendencias de izquierda que rodeaban a la línea Sincelejo en la zona.

Entre 1970 y 1978 ocurrieron en toda Colombia 1031 tomas de tierras, de las cuales el 60 % tuvo lugar en regiones de latifundio tradicional y capitalismo agrario35. Para el caso de Caldas, Risaralda y Quindío, entendidas como zonas de economía campesina, ocurrieron 25 tomas de tierras, cerca del 2 % del total. 14 de estas tomas tuvieron lugar en Caldas, 9 en Quindío y 2 en Risaralda36. Aunque no fueron tan notorias y significativas en número, varias de estas recuperaciones quedaron en la memoria de los usuarios como parte de una misma experiencia. En un grupo focal realizado en Quinchía, se mencionó que «9 meses después de haber comenzado en la costa Caribe, las tomas en Risaralda tuvieron lugar más o menos hacia el mes de noviembre de 197137, e incluso se prolongaron hasta 197438. Esto implicó no solo invasión, y en eso fueron insistentes los usuarios entrevistados, fue más bien un «ciclo complejo de resistencia» que implicó saber negociar con la institucionalidad39. Además, para algunos funcionarios, este proceso transcurrió por «la compra, la parcelación, la adjudicación, la asistencia y el crédito»40.

En la base ANUC-CINEP se menciona que para el año de 1971 ocurrió una de las primeras tomas emblemáticas en el occidente de Risaralda: la de la finca «Veracruz» en la parte baja de Quinchía; aunque para algunos protagonistas del momento como Octavio Rendón, la debilidad asociativa del campesinado favoreció que la policía lograra controlar a los «invasores»41. No obstante, según otros entrevistados, se logró tiempo después que esta finca fuera «incorada» y se dividiera en «unidades familiares de 10 hectáreas»42.

A este primer proceso de recuperación se suman también la recuperación de la hacienda «La Guajira» en Guática, la recuperación de tierras pertenecientes a la curia arquidiocesana de Pereira en Quinchía, y la recuperación de fincas como «Benítez», «La Rueda», «El Peñol», «Santa Ana» y «Cañamomo y Lomaprieta» en Supía y Riosucio43. Este proceso fue liderado conjuntamente por el cabildo y los usuarios campesinos; no obstante, su convivencia no fue siempre la mejor. Un usuario campesino del momento señaló que, «mientras los indígenas estaban a favor de negociar con el INCORA, dado que ya había cultivos de maíz, caña y yuca en la tierra recuperada, los de la ANUC, por su parte, se negaban y solo querían vías de hecho»44.

En estas tomas, además del liderazgo indígena de Luis Ángel Chaurra, Virgilio Guapacha, Gabriel Campeón, entre otros, también fueron haciéndose notorios dirigentes como Sinforoso Navarro y Noel Montenegro, este último «capaz de liderar la movilización de cientos de campesinos en torno a las demandas de tierras en el Viejo Caldas»45.

A las recuperaciones de tierras se sumaron los paros cívicos como otro de los repertorios de insubordinación social utilizados por los campesinos en la región. Uno de los que más repercusión tuvo para consolidar el protagonismo de la ANUC fue el paro del 2 de julio de 1972. Este paro quedó en la memoria de sus protagonistas, porque «movilizó cerca de 8000 campesinos» que exigían salud, electrificación y escuelas. Su duración fue de casi dos semanas y su punto de partida fue el rechazo a los cobros realizados por el Instituto Colombiano de Seguro Social. Estos cobros, según se argumentó, tenían la finalidad de promover entre los dueños de predios rurales la afiliación al seguro de sus trabajadores; en el caso de Quinchía, los propietarios eran pobres, a lo sumo con 1 o 2 trabajadores, y para ellos los cobros resultaban onerosos46.

El éxito de ese paro, que se levantó el 16 de julio47, fue el de haber logrado llamar la atención en Pereira y Bogotá sobre los usuarios de Quinchía, obligando a que el Instituto Colombiano de Seguro Social tuviera un mes de plazo para dar respuesta a las demandas de los pequeños propietarios48. Este paro cívico hizo notorios los liderazgos organizativos de Roque Aricapa, Jorge Alberto Uribe, Octavio Rendón, Gonzalo Trejos, Oscar Abad, Bartolo Veloza, Gustavo Útima, entre otros49. El paro aumentó la presencia del movimiento campesino en el occidente de Risaralda y ayudó a afianzar el sentimiento de que la «utopía de una mejor vida» era realizable en lo local,

Las marchas del 72 fueron consideradas por nosotros no solo como un paro más, sino como una utopía, en el sentido de una búsqueda de mejor vida (...) Las tomas de Anserma y Riosucio en agosto de 1972, así las vivimos. La utopía de la ANUC tuvo que ver con la toma de tierras para el que trabaja, y los usuarios durante los años 70 caminamos por este objetivo de vivir juntos con los indígenas y con los jóvenes hasta los primeros años 80 cuando nos separamos de esos grupos50.

Hacia 1975 se experimentó uno de los momentos más altos en la carrera de los usuarios campesinos en Risaralda, pues se registraron acciones como las tomas de tierras y los paros campesinos motivados por las alzas del transporte. Uno de los hitos de estas ocupaciones ocurrió en el hoy conocido barrio José Antonio Galán, en Quinchía. En los relatos de algunos de los entrevistados que participaron en la ocupación de estos predios urbanos,

[...] las veredas respondieron llevando madera, comida, etc. El terreno se pedía para viviendas de gente campesina y jornalera que no tenía donde vivir. El respeto a la ANUC llegó a ser tan grande después de eso, que, cuando iba a haber un alza de precios, venían a consultar con los líderes y a negociar con ellos51.

Desde nuestra perspectiva, estas diversas formas de acción colectiva revelan la notoria capacidad asociativa y de insumisión veredal que logró condensar la ANUC en especial en Quinchía y que se abordará en el siguiente acápite.

3. Energías asociativas veredales e idearios campesinos de insubordinación en Quinchía

Para el año de 1973 la ANUC en Quinchía tenía incidencia en 48 comités veredales y en dos grandes cooperativas veredales, una en Miracampo y otra en Buenavista. De la experiencia de estas dos grandes cooperativas rurales provino la idea de crear una nueva cooperativa en el casco urbano de Quinchía, administrada por los mismos usuarios y con el liderazgo, primero, de Roque Aricapa, y luego de Hernando Alarcón52. Esta cooperativa en su mejor momento logró posicionar fondos de solidaridad para la educación campesina y créditos53. La cooperativa de Buenavista fue creada en 1972 y sobrevivió hasta 2023, momento en el que se transformó en Tienda Multiactiva. Según algunas fuentes, se tiene registro de empresas comunitarias impulsadas en la primera década de los años 70 en esta zona, las cuales, según un antiguo supervisor de crédito del INCORA en la región, «fueron cerca de 13 entre 1971 y 1975, y llegaron a beneficiar a unas 230 familias»54.

Es probable que las aspiraciones asociacionistas en Quinchía hayan tenido la influencia de los CERA (Consejos Ejecutivos para la Reforma Agraria), surgidos en el marco del Primer Mandato Campesino de 1971, que tenía como misión orientar el programa de la ANUC «hacia la realización de una reforma agraria integral, a través de formas socialistas de producción en el campo sobre la base de una economía campesina con características comunitarias»55. No obstante, la capacidad de organización de los campesinos en la zona se canalizó por rutas variadas, con actores y lógicas que trataremos de explicar a continuación.

En los procesos organizativos van a converger tendencias y actores de diverso tipo, con no pocas tensiones: desde el usuario campesino, pasando por el miembro de acción comunal, hasta el funcionario estatal o burócrata de vereda, el integrante del partido político tradicional, el cura rebelde, el estudiante militante, la izquierda maoísta (PC-ML)56 y la trotskista (Bloque Socialista). En las entrevistas se reconoció a la ANUC-Risaralda, precisamente, como un «cuerpo muy plural» que funcionó muy bien en su capacidad de congregar y reunir varias fuerzas y tendencias, incluso muy opuestas entre sí, pese a que luego se sentirían con «vehemencia las divisiones»57.

El asociacionismo veredal fue favorecido, a su vez, por un tejido formativo a través de capacitaciones que recibieron los campesinos de la zona, que ya tenían un «raigambre liberal popular»58. Esto ayudó a no ceder a «la militancia ciega», según dijeron algunos usuarios entrevistados. En nuestra pesquisa encontramos que, para el año de 1974, el de mayor auge del cooperativismo veredal, especialmente en Quinchía, se produjo una extensa actividad formativa en los territorios a través de cursos realizados en los municipios risaraldenses de Guática, Belén de Umbría, Pereira y Quinchía, dirigidos por el CIAS (Centro de Investigación y Acción Social, predecesor del CINEP), fundado en los años 60 por jesuitas y laicos, además de actividades lideradas por estudiantes de Pereira.

Ciertos dispositivos transgresores fueron centrales en el proceso organizativo de los campesinos de la zona. Las denominadas escuelas radiofónicas de Sutatenza y los Comités de Educación Campesina entregaron argumentos para enfrentar a las «jaurías intelectuales universitarias de Pereira y Manizales»59. A su vez, la literatura revolucionaria contribuyó a que forjaran una opinión sobre lo que ocurría en el país y en el resto del mundo. Durante la investigación se nos comentó que en Pereira y en Quinchía los textos de Kim II Sung, por ejemplo, eran conocidos al igual que «Las 5 tesis de Mao» en un momento en el que el PC-ML incidió en la ANUC y también el cooperativismo rural. De hecho, organizaciones como la Liga Marxista Leninista contribuyeron a la formación de liderazgos campesinos en varias zonas del país60, entre estas, el occidente de Risaralda.

La presencia de grupos estudiantiles61 de izquierda durante los años 70 en esta región seguramente también contribuyó a ampliar la mirada asociativa y a dinamizar «una colaboración robusta en la lucha», aunque también esto luego tendría enormes costos para la organización campesina. Jairo Arango Gaviria cuenta sobre estos acercamientos:

Los estudiantes universitarios de Pereira viajaban a municipios como Guática, Apía y Quinchía. Sus consignas eran diversas, según la facción a la que pertenecieran: "tierra para el que la trabaja", "tierra sin patrón", "a desalambrar"..., los estudiantes se consideraban, a su vez, estudiantes, obreros y campesinos. Preparaban síntesis de Lenin, Trotsky y Ho-Chi -Minh para llevárselas a los campesinos a las veredas... Los estudiantes eran recibidos solidariamente e integrados a la comunidad, eran aceptados por los campesinos62.

Además de los estudiantes, los promotores fueron pieza clave para disertar sobre el valor de la reforma agraria y dejar instalados ciertos «pensamientos emocionales» en los usuarios63. Para algunos, estas figuras eran simplemente una ficha del gobierno, en particular del Ministerio de Agricultura o del INCORA; para otros, eran cuotas políticas de gamonales y políticos tradicionales, cuya misión era dividir el movimiento. Empero, también van a representar «personajes democráticos y progresistas»64 que alimentaron la energía asociativa de los usuarios a través de espacios como los comités municipales y veredales, las cooperativas y empresas comunitarias fungiendo como «aliados de los campesinos». En el relato de un usuario esto queda evidenciado así:

[...] recuerdo que se trabajaba mucho de la mano de los funcionarios que pertenecían al INCORA de Caldas y de Risaralda, y estos funcionarios fueron fieles a bregar a cumplir la ley... ellos nos acompañaron hasta donde pudieron, hasta donde legalmente lo pudieron hacer, pero cuando vino la arremetida contra el INCORA y contra funcionarios del SENA que trabajaban con nosotros en las veredas, a muchos de ellos los destituyeron, los persiguieron […]65.

Otra de las maneras de canalizar y potenciar lo asociativo fueron los «semilleros organizativos» con el apoyo especialmente de maestros y mujeres. En palabras de uno de los usuarios del momento:

Nosotros hacíamos reuniones en las veredas entre las siete u ocho de la noche... Generalmente, las reuniones las coordinaban y las programaban las mujeres porque nosotros no podíamos frentear y entonces cuando estaba el grupito de 10, 15 personas para ir a hablar de la reforma agraria o de cualquier tema, íbamos. En la escuela, usualmente los maestros nos colaboraban prestándonos el salón, o nos reuníamos en la caseta comunal sin hacer mucha bulla, sin dejar acabar la organización66.

No obstante, con el tiempo esas formas de «insurgencia cotidiana», tomando prestado el término de la socióloga boliviana Silvia Rivera Cusicanqui67, donde las mujeres no solo «ponían la cara en las reuniones sino además frente al DAS rural cuando llegaban a buscar a sus esposos»68, sufrieron los asedios de la cooptación institucional a través de prácticas clientelistas, pero también el predominio de lenguajes dogmáticos y, lamentablemente, la persecución, estigmatización y eliminación de algunos de sus líderes.

4. Crisis del ideario ANUC en el contexto risaraldense

Parte de la crisis del ideario de la ANUC, en el contexto risaraldense que comienza a transcurrir a partir de 1975, se puede explicar por el impacto de tres factores: las prácticas clientelistas, los dogmatismos políticos y las políticas de pacificación, los cuales deben leerse de forma un tanto cruzada en el análisis.

El período de mayor auge de las cooperativas veredales y quizá también de las empresas comunitarias, provocó las primeras fisuras entre el ejecutivo de la ANUC y la dirección local de ellas, en especial en Quinchía. Estas tensiones se produjeron durante el último año del gobierno de Misael Pastrana (1974), momento en el que, además, se estimularon políticas de contrarreforma agraria, y donde la línea de los usuarios más afín al reformismo institucional ya había hecho su aparición y comenzaba a consolidarse la denominada línea Armenia, frente a otros sectores que llamaban a la movilización campesina y a la toma de tierras.

Pese al éxito de esta energía de insubordinación local, las fuentes consultadas permiten entrever que el mes de febrero de 1975 fue un «hito crítico» para el proceso cooperativo en la ANUC en la región. En ese mes se publica un extenso documento de 14 páginas mecanografiadas, elaborado y firmado «desde las montañas del municipio de Quinchía»69. A nuestro entender, el documento de denuncia publicado expresa los devenires, errores, tensiones e influencias por las que atravesaba el campesinado colombiano en ese momento. Allí se sugiere que, aunque la ANUC rompió con sus orígenes gobiernistas desde los años 70, un sector de «campesinos ricos» fortalecieron una máquina burocrática, que con apoyo norteamericano, holandés y alemán planteó políticas reformistas.

Además de este tipo de denuncias, también comenzó a surgir la pregunta acerca de los influjos discursivos de las izquierdas que circulaban por entonces en el territorio risaraldense. En la visión de algunos de los entrevistados estaban en juego, por aquel entonces,

[...] ciertas posturas como la bolchevización de la gente del campo70, las concepciones foquistas y el llamado a la lucha armada, aspectos que no todos compartían "de algunos que se decían de la línea Sincelejo", en una zona de mucha influencia liberal como Quinchía71.

En paralelo a esas tensiones internas de la organización, debe contemplarse en el análisis la llamada «bonanza cafetera», que favoreció unos excedentes para la mejora de viviendas y la adquisición de vehículos por parte de algunos grupos de campesinos que pudieron verse más beneficiados que otros. Además, fueron comunes las confrontaciones del campesinado de la zona, según manifestaron los mismos usuarios, «por el surgimiento de una nueva mentalidad como fue el fomento del crédito entre los usuarios y las indagaciones por malversación de fondos que fueron denunciadas a nivel nacional por la dirección de la ANUC»72. A nivel local, ello tocó directamente a la dirección de la cooperativa de Buenavista en Quinchía, en cabeza de Roque Aricapa, con acusaciones de supuesta corrupción, lo que llevó a que fuera removido de su cargo73.

La última gran efervescencia de la ANUC en la región del occidente de Risaralda fue el «gran paro de 1978» en Quinchía. Este paro, sucedido el 28 de mayo de ese año, según uno de sus protagonistas fue «una fuerte pelea porque llegaron triplicadas las tarifas de la luz y el propio alcalde llamó al paro y todos los sectores apoyaron, entre ellos los usuarios y las juntas de acción comunal. Del pliego, lo único que se consiguió sacar fue la construcción de un colegio»74.

Luego del paro, según este líder, «fueron arrestados varios miembros de la Cooperativa de Quinchía, la gente dejó de participar en los procesos y las organizaciones se vinieron abajo»75. El paro del 78 quedó como uno de los últimos hitos de recordación debido a la fuerza de las movilizaciones, de nuevo por el alto costo, según los campesinos, en las tarifas de luz, la precariedad de las carreteras y las demandas en la infraestructura educativa.

El corolario de la crisis del 78 fue la represión que en el año 1979 se materializó con el allanamiento a la Cooperativa de Quinchía y su posterior embargo, así como la detención de su presidente Hernando Alarcón y de varios dirigentes de la ANUC y otros movimientos76. Estas personas, capturadas por el Ejército, eran conocidas ampliamente en el occidente del departamento de Risaralda y por supuesto en Quinchía. Dichas capturas fueron parte de una más de las estrategias de pacificación territorial en el occidente de Risaralda, a través de la persecución, eliminación de la disidencia política y criminalización de la protesta social77.

Esta captura fracturó y afectó algunos de los procesos que la ANUC llevaba en el occidente de Risaralda, pues con ello la política de carácter más oficial de la ANUC terminó por hacer más presencia. El repliegue adquirió entre sus integrantes formas de marginación en unos casos, mientras que en otros se buscó transformar el vacío que las corrientes de izquierda dejaron en el marco de las políticas clientelistas tradicionales, a través de un viraje hacia el ambientalismo popular en algunos casos; en otros, hacia el «fortalecimiento de organizaciones cafeteras de base»78, y en algunas situaciones a que se tomaran rumbos de carácter más radical con una aceptación de la lucha armada y la clandestinidad.

Sin embargo, la represión-pacificación no comenzó en el año 79 contra quienes apoyaron o hicieron parte de los idearios de la ANUC en la región. De hecho, los primeros asesinatos se produjeron en Guática, Quinchía, Pueblo Rico y Mistrató, precisamente luego de sucedido el Pacto de Chicoral, un claro ejemplo de pactismo pacificador agrario. En Guática, el 20 de febrero de 1973 fue asesinado el líder Rubén Darío Grajales y pocos días después, el 6 de marzo, fue asesinado Ernesto Correa en Guamal; y el 29 de junio en Guática fue asesinado el dirigente Sinforoso Navarro79. Esta trama de violencia se sintió con fuerza entre los años 1973 y 1980, y dejó una estela de asesinatos de líderes importantes para el territorio80.

Para finalizar, no podemos dejar de mencionar que en las narrativas de los usuarios primó la idea de que fueron estigmatizados y perseguidos básicamente por generar procesos de organización veredal entre los campesinos. Su lucha no era armada ni conspirativa, sino abierta, de masas y formativa81. También insisten en que, para lograr vencer el estigma, en no pocos casos, contaron paradójicamente con el apoyo de funcionarios y promotores.

Más que conclusiones, desafíos históricos

En una investigación que aún sigue abierta y de la cual deriva este primer producto, consideramos que más que conclusiones, son varios los desafíos históricos que plantea este proceso a cuarenta años de su protagonismo, incidencia y crisis en el occidente de Risaralda:

La ANUC, en esta zona del país, representó entre 1968 1980 un horizonte campesino transgresor, una especie de utopismo local encajonado entre cerros y montañas, en medio de la precariedad institucional, la estigmatización estatal y las violencias estructurales, en el que consiguió sobrevivir y persistir un sujeto rural organizado e insubordinado. Los logros se cristalizaron en un tiempo de incremento de las luchas campesinas (años 60 y 70), reformismos estatales y civilismos desarrollistas en la región risaraldense.

Las estelas de la ANUC, en especial en Quinchía, persisten hasta hoy en unas memorias campesinas que se resisten a ser olvidadas. El ideario del «Mandato Campesino» de 1971 resulta para los entrevistados más vigente que nunca, especialmente la imagen de ser reconocidos como «sujetos históricos». Este reclamo, que aparece hoy como «novedoso» en muchos discursos de las ONG y académicos, tiene, no obstante, una larga historia en la zona.

En la región del occidente de Risaralda, los órdenes autoritarios y pacificadores consideraron como peligrosos e inaceptables en los años 60 y 70 las demandas de la organización campesina sobre el derecho a la tierra. A pesar del daño y los estigmas, se construyó una especie de utopía de vida buena, que reapareció con posterioridad en diversas organizaciones campesinas, cafeteras y movimientos ambientalistas. Esa utopía apropió y resignificó a pequeña escala discursos que llegaban de otras partes, lo que permite entender que los usuarios no fueron receptores pasivos de ideas foráneas, sino generadores de dinámicas propias y alternativas de vida.

La experiencia de la ANUC en el occidente de Risaralda nos señala la imperiosa necesidad de seguir trabajando en contrarrestar las miradas instaladas por élites regionales y también miradas académicas que han contribuido a invisibilizar o soslayar la visión sobre la enorme energía de insubordinación social de sus poblaciones, frente a prácticas históricas de acumulación violenta del capital y de pacificación territorial.

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0* Este artículo surge del proyecto de investigación «Tras las huellas de la utopía campesina: la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos en Risaralda 1967-1980», identificado con códigos 4-23-4 (Universidad Tecnológica de Pereira) y 11011 (Pontificia Universidad Javeriana). El proyecto es financiado por la Universidad Tecnológica de Pereira. Agradecemos los juiciosos comentarios de los pares evaluadores, así como las sugerencias y aportes de la profesora Erika Paola Parrado Pardo, coinvestigadora del proyecto.

1 Leopoldo Múnera Ruiz, Rupturas y continuidades. Poder y movimiento popular en Colombia 1968-1988, 1" ed. (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1998), 244. Para ampliar información: León Zamosc, Los usuarios campesinos y las luchas por la tierra en los años 70 (Bogotá: Centro de Investigación y Educación Popular -CINEP, 1987); Juan Guillermo Ferro y Juan Felipe García Arboleda, «Diagnóstico del daño de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC) en el marco de la estrategia de reparación colectiva de casos nacionales», en Informe Final presentado a la Pontificia Universidad Javeriana (Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2015), https://problemasrurales.files.wordpress.com/2018/02/diagnc3b3stico-del-dac3b1o-de-la-anuc-fragmento.pdf.

2Múnera, Rupturas y continuidades..., 245.

3Múnera, Rupturas y continuidades..., 243.

4Ferro y García, «Diagnóstico del daño.», 2.

5Cristina Escobar, Trayectoria de la ANUC (Bogotá: Centro de Investigación y Educación Popular CINEP, 1982), 29.

6Fabio Echeverry Caicedo (exdirigente de la ANUC Caldas), entrevista por equipo de investigación, 23 de abril de 2023. Múnera, Rupturas y continuidades., 254.

7Camilo Acero, «Entre el servicio civil y el padrino político: la formación y el declive de las burocracias de la reforma agraria», en Las Reformas Agrarias del Frente Nacional. Reabriendo el caso, ed. Por Francisco Gutiérrez Sanín (Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2023), 103-153. Múnera, Rupturas y continuidades., 283.

8Zamosc, Los usuarios campesinos y las luchas..., 108.

9Jairo Antonio López Pacheco, «Movilización regionalista y nuevos poderes regionales: la fragmentación administrativa del Viejo Caldas y la creación de Risaralda», Sociedad y Economía, n° 21 (2011): 125-145.

10Antiguos usuarios campesinos en Risaralda coinciden sobre el papel que tuvo, por ejemplo, el CARE en la gestación de algunas cooperativas en Moreta (Quinchía). Antiguos usuarios de la ANUC, grupo focal, 15 de abril de 2023. Para ampliar información se recomienda Thomas Carpenter, «Una investigación microhistórica sobre la remoción del equipo urbano de los Cuerpos de Paz de Pereira, Colombia 1969» (Tesis de Maestría, Universidad Tecnológica de Pereira, 2023), 30.

11La bibliografía es extensa al respecto y por cuestiones de espacio solo mencionamos algunos trabajos clásicos y recientes que aportaron a este artículo: Escobar, Trayectoria de la ANUC., Ferro y García, «Diagnóstico del daño.», Múnera, Rupturas y continuidades., Zamosc, Los usuarios campesinos y las luchas..., Zamosc, Transformaciones agrarias y luchas..., León Zamosc, La cuestión agraria y el movimiento campesino en Colombia. Luchas de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC) 1967-1981 (París: UNRISD-CINEP, 1987). Silvia Rivera Cusicanqui, Política e ideología en el movimiento campesino colombiano: el caso de la ANUC (Bogotá: Centro de Investigación y Educación Popular CINEP, 1982). Comisión de Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición, Colombia adentro. Relatos territoriales sobre el conflicto armado. Eje Cafetero (Bogotá: Comisión de la Verdad, 2022), 66-70, https://www.comisiondelaverdad.co. Diana Ximena Machuca, «El campesinado como interlocutor de la política agraria: la experiencia de la Asociación Nacional de Usuarios campesinos», en Las Reformas Agrarias del Frente Nacional. Reabriendo el caso, ed. Francisco Gutiérrez Sanín (Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2023), 155-198.

12Múnera, Rupturas y continuidades., 279.

13En Quinchía, el liberalismo se concretó en una fuerza política con arraigo desde que hizo parte del estado soberano del Cauca durante el siglo XIX. En el periodo del Frente Nacional distintas corrientes del Partido Liberal hicieron presencia allí: oficialismo Llerista, Gaitanismo y el Movimiento Revolucionario Liberal.

14Jefferson Jaramillo, Alberto Berón y Carlos Victoria, «Pacificación territorial e insubordinación social en una "Plaza Roja", el caso de Quinchía Colombia», Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura 47, n° 2 (2020): 113-150.

15Joanne Rappaport, El cobarde no hace historia (Bogotá: Universidad del Rosario, 2021), 121-123.

16Acero, «Entre el servicio civil y el padrino político.», 107-111.

17Con esta expresión nos referimos a los impulsos e imaginarios de progreso que caracterizaron a las élites del llamado Gran Caldas en los años 50 del siglo XX.

18López, «Movilización regionalista y nuevos poderes regionales...», 126.

19«Hechos como Risaralda es lo que se necesita», El Diario de Risaralda, Risaralda, 2 de febrero de 1967.

20«El Incora en Pereira», El Diario de Pereira, Pereira, 15 de Julio de 1967. Se hablaba para la época de una asignación presupuestal para apoyar dichos desarrollos regionales, con apoyo de la acción comunal campesina con cerca de un millón de pesos, de un total de veinte millones para todo el departamento.

21En este marco, los cuerpos de paz hicieron presencia en Pereira, Santa Rosa de Cabal, Quinchía, Pueblo Rico, Santuario, Guática, Marsella, Balboa y Mistrató, «El Cuerpo de Paz», El Diario de Pereira, Pereira, 12 de febrero de 1969.

22«"Levantar rieles"», El Diario de Pereira, Pereira, 12 de febrero de 1969.

23«Usuarios ferroviarios se dirigen a Pastrana Borrero», El Diario La Patria, Manizales, 3 de marzo de 1972.

24José Alirio García (usuario campesino de Risaralda), entrevista por Alberto Berón y Jefferson Jaramillo, 1 de diciembre de 2021.

25García, entrevista.

26García, entrevista.

27García, entrevista.

28Echeverry, entrevista.

29Aurelio Suárez Montoya (analista político y económico que tuvo trabajo comunitario en la región entre 1975 y 1978), conversación con Alberto Berón y Jefferson Jaramillo, 1 de agosto de 2023. En algunas entrevistas se insistió en el término «microminifundista», por cuanto la mayoría de las propiedades en el occidente de Risaralda son menores de una hectárea. Conversación con Amparo Ballesteros y José Alirio García (usuarios campesinos de Risaralda), 24 de abril de 2023.

30«En Quinchía. Huelga de campesinos por alza de transportes», El Diario de Risaralda, Risaralda, 16 de enero de 1967.

31Octavio Rendón (líder ANUC Risaralda), transcripción entrevista, 15 de diciembre de 1981. Centro de Investigación y Educación Popular, «Entrevistas Base ANUC». https://www.cinep.org.co/publicaciones/es/producto/entrevistas-base-anuc/. Entrevista 01-146.

32Suárez, conversación. Esa expresión, según él, era común escucharla a Francisco Mosquera, un legendario líder del Moir.

33Rendón, transcripción entrevista.

34Guillermo Castaño Arcila (líder ambientalista y profesor universitario), entrevista, 19 de octubre de 2020.

35Zamosc, La cuestión agraria y el movimiento campesino en Colombia..., 124. Según otras fuentes, «hubo 15 invasiones en Quinchía, Rio Sucio y Supía. Todo esto fue abanderado por línea Sincelejo». José Luzberto Torres (antiguo funcionario del INCORA), transcripción de entrevista, enero de 1980. Centro de Investigación y Educación Popular, «Entrevistas Base ANUC», https://www.cinep.org.co/publicaciones/es/producto/entrevistas-base-anuc/ Entrevista 01-153.

36Aludimos a estas como un todo, dado que estos tres departamentos hicieron parte de una misma unidad administrativa hasta 1966, y que en la memoria espacial de los campesinos entrevistados no se discriminaron las tomas, pues ocurrieron en tierras muy próximas entre sí.

37Grupo Focal, Quinchía, Risaralda, 15 de abril de 2023.

38Jaime Tocarruncha Sandoval (supervisor Crédito, INCORA, Riosucio), transcripción de entrevista, 16 de diciembre de 1981. Centro de Investigación y Educación Popular, «Entrevistas Base ANUC». https://www.cinep.org.co/publicaciones/es/producto/entrevistas-base-anuc/. Entrevista 01-148.

39Antiguos usuarios de la ANUC, grupo focal.

40Tocarruncha, transcripción entrevista. Esto aparece mencionado también en investigaciones recientes. Machuca, «El campesinado como interlocutor de la política agraria...», 189. Francisco Gutiérrez, Paula Alejandra Villamil y Emily Pedraza, «Las invasiones y las reformas agrarias durante el Frente Nacional: una reconsideración», en Las Reformas Agrarias del Frente Nacional. Reabriendo el caso, ed. Francisco Gutiérrez Sanín (Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2023), 283-320.

41Rendón, transcripción entrevista.

42Antiguos usuarios de la ANUC, grupo focal.

43García, entrevista. Según Orbilio Maya (líder ANUC, Risaralda), entrevista, 24 de abril de 2023, estas recuperaciones también estarán encadenadas con las de la hacienda «Santa Coloma» en la vereda La Bella, corregimiento La Florida y la recuperación de la hacienda Cuba, ambas en Pereira. Esta última con apoyo de la Central Nacional Provivienda (CENAPROV) y el Partido Comunista. En el reciente informe de la Comisión de la Verdad para el Eje Cafetero, se afirma que «fueron un total de 126 familias las que ocuparon predios en Chapata y La Loma en Anserma y más de 700 las que hicieron parte de las tomas de tierra de las haciendas Santa Ana, El Peñol, La Rueda, Benítez y el Piñuelo Guayacamero». Comisión de Esclarecimiento, Colombia adentro. Relatos territoriales., 67.

44Gabriel Campeón (dirigente indígena Resguardo Cañamomo y Lomaprieta, Riosucio/Supía y exdirigente de la ANUC). Transcripción de entrevista, 17 de diciembre de 1981. Centro de Investigación y Educación Popular, «Entrevistas Base ANUC», https://www.cinep.org.co/publicaciones/es/producto/entrevistas-base-anuc/. Entrevista 01-150.

45Ballesteros y García, entrevista.

46«Tensa situación en la localidad», El Diario de Pereira, Pereira, 14 de julio de 1972.

47«A las 2 de la tarde del día de ayer fue levantado el paro de usuarios en Quinchía. Plazo de un mes al ICSS», El Diario de Pereira, 17 de julio de 1972.

48Escobar, Trayectoria de la ANUC, 40.

49Jorge Uribe Flórez, Quinchía el renacer de un pueblo (Pereira: s.n., 2018), 59-61.

50Maya, entrevista.

51Rendón, transcripción entrevista.

52Rendón, transcripción entrevista.

53Rendón, transcripción entrevista. También se encuentra información de esta cooperativa en Torres, transcripción entrevista.

54Tocarruncha, transcripción entrevista.

55Múnera, Rupturas y continuidades..., 30.

56La tendencia campesinista de la izquierda se fortalece a partir de la IV Conferencia Nacional donde se traza el esfuerzo de fortalecer su vinculación a la ANUC. De estas ideas se hicieron eco e impregnaron las discusiones de la ANUC de Quinchía que se identificaba con la línea Sincelejo. Frank Molano Camargo «El Campo es leña seca lista para arder. La Liga Marxista Leninista de Colombia, 1971-1982», Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, 44, n° 2 (2017): 137-160.

57Baltasar Trejos (antiguo miembro de la ANUC en Quinchía), entrevista por equipo de investigación, 15 de abril de 2023; Jaime Vinasco (educador de Quinchía), entrevista por equipo de investigación, 16 de abril de 2023.

58Trejos, entrevista.

59Echeverry, entrevista.

60Frank Molano Camargo, «El campo es leña seca lista para arder...»

61El dirigente Orbilio Maya nos indicó que a Guática en el año de 1964 llegaron estudiantes provenientes de la Universidad Nacional. Allí apareció Aldemar Mahecha, uno de los pioneros inspiradores del movimiento usuario campesino.

62Jairo Arango Gaviria (líder estudiantil universitario de la época y exalcalde popular de Pereira), entrevista por Alberto Berón y Jefferson Jaramillo, 6 de mayo de 2021.

63Nos referimos con esta expresión a unos registros discursivos que eran repetidos como «mantras» por los usuarios.

64Froylán Rivera (supervisor Crédito y líder ejecutivo nacional de la ANUC), transcripción entrevista, 21 de marzo de 1979. Centro de Investigación y Educación Popular, «Entrevistas Base ANUC», https://www.cinep.org.co/publicaciones/es/producto/entrevistas-base-anuc/. Entrevista 01-037.

65García, entrevista.

66García, entrevista.

67Silvia Rivera Cusicanqui, Un mundo ch'ixi es posible: ensayos desde un presente en crisis (Buenos Aires: Tinta Limón, 2018), 135-142.

68García, entrevista.

69El documento se tituló «Posición de los campesinos de Quinchía (Risaralda) Ante la dirección de la ANUC y el movimiento campesino en general». Centro de Investigación y Educación Popular, Archivo del CINEP-ANUC. https://www.cmep.org.co/publicaciones/es/producto/entrevistas-base-anuc/

70Una especie de homogeneización ideológica del campesino

71Echeverry, entrevista.

72Echeverry, entrevista.

73Rendón, transcripción entrevista. Según Roque Aricapa (antiguo líder de la cooperativa de Quinchía), estas acusaciones fueron producto de «malentendidos», entrevista, 13 de mayo de 2023.

74Debray Tejada, artesano Quinchía. Centro de Investigación y Educación Popular, «Entrevistas Base ANUC». https://www.cinep.org.co/publicaciones/es/producto/entrevistas-base-anuc/. Entrevista 01-146.

75Tejada, transcripción entrevista.

76Entre los detenidos estuvieron Jorge Rojas, Gonzalo Aricapa, Justiniano Arce, Bernardo Silva Salinas, Marco Aurelio Pineda Rivera, Alejandro de Jesús Restrepo, Horacio Restrepo, Arturo Osorio Betancur, Hernando Alarcón Carbonell, Evelio González y Jorge Uribe, «Doce de los 16 detenidos como del M-19 fueron identificados», Diario La Tarde, 8 de marzo de 1979.

77Jaramillo, Berón, Victoria, «Pacificación territorial...», 117.

78Suárez, conversación.

79Comisión de Esclarecimiento, Colombia adentro. Relatos territoriales..., 68.

80Entre estas personas se encontraban Miguel Aricapa, Mesías Hernández, Roberto Díaz, Saúl Trejos, Gonzalo Ocampo, Rubén Hernández, Ezequiel Tangarife y Gerardo Rojas. Antiguos usuarios de la ANUC, grupo focal.

81Suárez, conversación.

Citar este artículo: Berón Ospina, Alberto Antonio, y Jefferson Jaramillo Marín. «Protagonismo e incidencia comunitaria de la ANUC en Quinchía, Risaralda (1967-1980)». Historia Y MEMORIA, nespecial (2024): 157-185. Doi: https://doi.org/10.19053/uptc.20275137.nespecial.2024.16341

Recibido: 31 de Julio de 2023; Revisado: 05 de Diciembre de 2023; Aprobado: 04 de Febrero de 2024

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