Esta obra colectiva coordinada por Marina Garone Gravier reúne a veintiocho investigadoras alrededor de la pregunta por el papel de las mujeres en la historia del libro y la edición. Las trayectorias académicas y disciplinares de todas las autoras evidencian, no solo su inmenso trabajo individual, sino también la existencia de una extensa red de estudiosas que han elaborado rutas para el conocimiento de este campo todavía muy vasto por explorar. Las voces que componen este volumen se suman a ese tejido, hilvanando nuevas agendas para continuar en la tarea primera de hacer visibles a las mujeres en el mundo del libro y de la cultura escrita, y para responder a las cuestiones y desafíos epistemológicos e investigativos de la actualidad.
En ese marco, las autoras asumen en la publicación una amplia perspectiva de género y un enfoque inter y transdisciplinario que enriquece sustancialmente la comprensión del campo, y que configura también una acción política para disputar el lugar de participación, agenciamiento y representación de las mujeres, excluidas de las narrativas sobre la historia del libro y la edición en Iberoamérica. Los veinticinco ensayos reunidos en el libro están organizados bajo los criterios de una cronología historiográfica que estructura, en tres grandes secciones, tres momentos de los estudios sobre la presencia femenina en el campo del libro y la edición; y de unas coordenadas espaciales que sitúan esos aportes y trazan, a partir de trabajos panorámicos y de estudios de caso, las variadas geografías por las que se ha ido desplegando la investigación a lo largo del tiempo.
En la primera parte, Presencias femeninas en el mundo del libro antiguo y del siglo XIX, las investigadoras ofrecen, a partir de siete estudios, una radiografía panorámica continental en la que recuperan las identidades de mujeres que trabajaron en los inicios del oficio en los talleres de la América colonial hasta el desarrollo de la imprenta decimonónica. Los casos presentados de mujeres que, sin formación técnica ni profesional, desempeñaron con suficiencia las tareas de administración y gerencia de los talleres familiares ante la ausencia de los hombres, así como de aquellas que participaron de la cultura mediática del XIX, ya sea agenciando espacios propios para su escritura o como pioneras en el mundo de la edición del libro, son un aporte a la reconfiguración de la historia de esos entornos exclusivos de lo masculino, en tanto que hacen visibles las formas en que las mujeres ejercieron su importante labor en el mantenimiento y desarrollo de la imprenta, y su decidida vocación por participar activamente de la cultura escrita de su tiempo.
La segunda parte, Perfiles editoriales femeninos, siglos XX y XXI, está dedicada a la trayectoria de las prácticas editoriales que por más de una centuria han desplegado las mujeres en América Latina. En principio, se presentan cuatro estudios de caso sobre Camila Henríquez Ureña (República Dominicana), Carolina Amor de Fourier (México), Inés Martell (Colombia) y Susana 'Pirí' Lugones (Argentina) en la perspectiva de situarlas como referentes en la historia de la edición moderna y como protagonistas del campo intelectual y político hasta un poco más de mediados del siglo XX. La sección continúa con tres estudios sobre la dirección editorial de las mujeres, en los que se señalan problemas generales más contemporáneos en el campo estudio. Por ejemplo, sobre el rol de las mujeres en la dirección de editoriales independientes en la actualidad y su participación en la configuración del mundo cultural, y del mercado del libro y la edición en Latinoamérica; o sobre las redes transatlánticas y transnacionales lideradas por mujeres que han agenciado, en el ámbito internacional, la divulgación y la promoción de la literatura latinoamericana como los casos de Beatriz de Moura o Carolina Orloff.
La última sección, Miradas de conjunto a la participación de las mujeres en el mundo del libro iberoamericano, se compone de once ensayos misceláneos en los que las investigadoras dan cuenta del papel desempeñado por las mujeres en la emergencia de nuevos formatos, manifestaciones y horizontes culturales a los que apunta el mundo editorial y la cadena del libro, desde las últimas décadas del siglo XX hasta la actualidad. A partir del análisis de fenómenos editoriales, las autoras muestran de qué manera los aspectos materiales en la producción de lo escrito, la diversificación de los géneros editoriales, colecciones y catálogos, y la conquista de espacios históricamente restringidos para la agencia femenina son asuntos centrales para la comprensión del campo de estudio en el presente. Así, el recorrido propuesto en estos ensayos aborda el rol de las mujeres en temas tan variados como la creación, producción y comercialización del libro ilustrado y de artista, y de la literatura infantil y juvenil; la recuperación y preservación de las técnicas manuales y tradicionales de la impresión tipográfica; la dirección académica de editoriales universitarias y el trabajo de visibilización y recuperación de autoras, entre otros.
Como se hace evidente, la materialización de este proyecto editorial es el resultado de un gran proceso de articulación y sistematización del desarrollo investigativo de todas estas autoras que alcanzan su propósito de contribuir con sendas reflexiones a la construcción de una bibliografía y una historia del libro, como lo anuncian en el título del volumen. Al respecto, uno de sus aportes más significativos es el robustecimiento del estado de la cuestión del campo de estudio. En una labor de costura del pensamiento, las estudiosas tejen sus hallazgos con los aportes de las que antecedieron la búsqueda de esta historia y esta genealogía femenina, dando como resultado un mapeo muy actualizado y completo de los trayectos, avances, vacíos, dificultades, retos y nuevos caminos en el conocimiento sobre la participación de las mujeres en la historia del libro y la edición. De ahí que, otra de sus grandes contribuciones sea el ensanchamiento de los límites epistemológicos e investigativos de las disciplinas que convergen en el trabajo. Es a partir de la perspectiva de género que las autoras logran tensionar la mirada androcéntrica que ha dominado los campos de las ciencias sociales y las artes, en especial, la literatura, mostrando los sesgos y prejuicios ideológicos que operan en los marcos de referencia sobre los que se fundamentan las tradiciones disciplinares que los configuran, y que explican la evidente desvalorización y exclusión de las mujeres de sus historias. En este sentido, la renovación de estas matrices de pensamiento muestra la vigencia de las teorías feministas de las que vienen los estudios de género contemporáneos y el enfoque asumido en el libro, derivado de la necesidad de las investigadoras de resignificar y elaborar conceptos y categorías para comprender los fenómenos generales y particulares estudiados, y de revisar el camino andado para avanzar.
Aunque estos aportes constituyen un punto de referencia muy actualizado sobre el campo, todavía hay un carácter tentativo, exploratorio e indicial, que acompaña la investigación. Las dificultades señaladas por Garone, como la falta de inclusión de algunos países, algunos de ellos con desarrollos muy incipientes y otros aún sin iniciar; o, por las autoras, respecto a la complejidad e inmensidad del trabajo documental y de fuentes de archivos, que exige una minuciosa labor para la que se necesitan tiempo y recursos, demarcan, en gran medida, el alcance del proyecto. Sin embargo, frente a estos y otros obstáculos, con este libro las autoras demuestran que el trabajo colectivo y la agencia política de las mujeres son las estrategias para superarlos. Desde la multidisciplinariedad en la que están situadas, todas estas profesoras, coordinadoras, decanas, directoras, presidentas de centros de investigación científica presentes en el volumen, han potenciado espacios de diálogo, encuentro e intercambio de saberes y conocimientos, y fortalecido redes de mujeres investigadoras que puedan continuar con esta labor nutricia de expandir las márgenes del mundo del libro y la edición para ver ahí la acción de la presencia femenina, huellas que ellas mismas, como gestoras de conocimiento, están dejando para la posteridad de la historia de la cultura escrita en Iberoamérica.