SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.16 issue34Nosotros los cobardes and the Cuban Decima of the 21 st Century as Heterotopic Vindication of InfamyAn Abyss of Movement: The Desert in Porque parece mentira la verdad nunca se sabe author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • On index processCited by Google
  • Have no similar articlesSimilars in SciELO
  • On index processSimilars in Google

Share


Perífrasis. Revista de Literatura, Teoría y Crítica

Print version ISSN 2145-8987

perifrasis. rev.lit.teor.crit. vol.16 no.34 Bogotá Jan./Apr. 2025  Epub Nov 19, 2024

 

Dossier

Dossier. El amplio espectro de la ecocrítica: pájaros, desiertos y otros humanos y no humanos en la literatura

Camilo Del Valle Lattanzio* 

* Fundación Alexander von Humboldt y Friedrich-Alexander-Universität Erlangen-Nürnberg, Alemania


La literatura y las artes en general pueden entenderse como mediaciones sensoriales y, al mismo tiempo, simbólicas, o bien metafóricas de aquello que llamamos "mundo", "Tierra" o "Gaia". El mundo se nos presenta siempre como uno sensiblemente mediado; nos aproximamos a él de forma sensorial, y así se configura, una y otra vez durante el transcurso de los tiempos, como objeto por medio de mediaciones lingüísticas, científicas, pictóricas, literarias, fílmicas, etc. Envolvemos, vestimos mediáticamente el mundo y así lo constituimos como "realidad", como sensorialidad -ahora bien, lo podemos vestir de otras maneras, tal vez más adecuadas-. El mundo se configura como ese elefante, hiperobjeto interdisciplinar, del que habla McKenzie Wark en la introducción a su libro Sensoria, y el cual no podemos tocar nunca en su totalidad desde ninguna perspectiva absoluta. Las diferentes estéticas -nótese su raíz etimológica con aisthesis, en griego antiguo "percepción, sensación"- ofrecen un mundo o mundos a sentir ya sea confrontándonos, poniendo en crisis, removiendo o desplazando otras formas de sentirlos, generalmente oficiales y/o habituales discursivamente. Esa es tal vez la dimensión más crítica de las artes: al moldear de forma distinta este u otro mundo nos brindan un folio crítico de comparación y contraste para poder entendernos críticamente y proponer nuestro habitar de otra manera.

Ahora bien, el cambio climático está poniendo física y sensorialmente, en la cotidianidad de nuestras vidas, nuestros supuestos sobre el mundo en crisis: las temperaturas cambian, las estaciones ya no son fijas, los bosques se prenden en llamas, el mar se llena de cadáveres, el nivel de las aguas ha cambiado, los corales mueren aceleradamente, la biodiversidad disminuye, etc. Y mientras lo de "afuera" muere aceleradamente, nuestra propia especie puede constatar con esto la garantía de su propia extinción. Pusimos nuestra subsistencia en jaque, y el reto intelectual y científico es poder imaginarnos o mediar una imagen de la Tierra que nos deje entender y, en el mejor de los casos, cambiar nuestra relación con aquello que nos excede y nos es necesario para vivir. La Tierra misma viene obligándonos a imaginarnos un hábitat distinto, al hacernos sentir nuestro histórico maltrato a lo no humano, nuestra falta de cuidado, al devolvernos la peor cara del antropocentrismo cultural que nos ha llevado, en el área de los estudios culturales, a plantearnos la pregunta de cómo es que llegamos a desequilibrar la frágil cibernética de la superficie terrestre o de la "zona crítica", o bien, como algunas y algunos colegas han querido rebautizarla, de Gaia. Como agencia que nos excede y de la cual hacemos parte, como megaorganismo autorregulador de la vida sobre la tierra, este reiterado bautizo de la Tierra como Gaia, por parte sobre todo de James Lovelock y de Lynn Margulis, hace parte también de una remodelación sensorial de nuestro entendimiento de la Tierra. De pronto, la Tierra se llama Gaia y adquiere agencia y pierde su dimensión de paisaje y objeto de la episteme antropocéntrica. La crisis planetaria es de esta manera una tangible y por ende sensible y estética, y sus orígenes unos que hay que sondear en su profundidad histórico-cultural de nuestro autoentendimiento como seres humanos y como habitantes de Gaia, es decir de nuestra relación ética y política con aquello que nos excede y es necesario para nuestro subsistir.

Joseph Meeker plantea, en los inicios de la subdisciplina llamada literary ecology, ecocrítica o ecocriticism, en su libro The Comedy of Survival. In Search o fan Environmental Ethic (1980), que las razones para el meollo medioambiental en el que nos encontramos yacen en una profunda tradición de la cultura occidental que nos ha mostrado una cara muy poco realista del ser humano: la de héroe trágico, la de una trascendental excepcionalidad humana, la de aquel que puede sobrepasar sus límites materiales y terrestres, y vive y obra por una irrealidad moral y trascendental. Muy por el contrario de una excepcionalidad heroica del ser humano, el transcurso histórico de los hechos ha demostrado que el ser humano cuadra más en la figura de un fantoche que en la de un héroe: la promesa de la prosperidad, por medio de las ideologías de la modernidad, la civilización, el progreso y la industrialización, han puesto en jaque la subsistencia de la especie humana y de muchas otras especies. Las artes y la literatura entonces contienen en sí una historia profunda en su historicidad humana (de sus representaciones, ideologías, etc.) que se deja rastrear críticamente, y cuyo pensamiento humanista la misma Tierra ha estado poniendo en crisis, poniendo en duda sus paradigmas de progreso y modernización. Al mismo tiempo, las artes pueden tender a lo utópico, presentándonos salidas o modelos alternativos para relacionarnos cuidadosamente con lo no humano.

La crisis planetaria va de la mano de otra crisis epistémica, ontológica y existencial de nuestra especie humana que nos motiva a plantearnos en este dossier la pregunta etológica, política y ética, y desde los estudios culturales, sobre qué pueden críticamente las artes y nuestra lectura de ellas en momentos de incertidumbre generalizada y de amenazada subsistencia humana. Esta crisis debe entenderse como el marco necesario y urgente que motivan las investigaciones que hemos recopilado en este dossier: todos los textos parten de una pregunta por la representación estética y discursiva de la relación de la especie humana con lo no humano y demarcan en todos ellos los problemas que reclaman cada vez más ser nombrados como tales. Desde los inicios de las "humanidades ambientales", los enfoques de estudio han sido diversos y han abierto una gama muy amplia de preguntas críticas: desde el análisis de la representación de lo "natural" en la literatura, pasando por el análisis de los discursos políticos sobre lo no humano y las preguntas epistémicas y estéticas que van más allá de lo humano, hasta los análisis sociológicos, ecofeministas, interseccionales en toda su amplitud, entre muchos otros enfoques.

Este dossier trata de desplegar con sus artículos el amplio espectro de investigación de los estudios ecocríticos: desde el ecofeminismo y la perspectiva interseccional, pasando por la pregunta teórica sobre el materialismo y el lenguaje, el análisis concreto de escenarios "naturales" de la literatura como el desierto, hasta lecturas de textos que indagan sobre el meollo medioambiental de forma directa (como en el caso de Verónica Gerber Bicecci y de Mariana Matija). Considerando que la relación entre lo humano y lo no humano es indispensable, no solamente desde el aspecto biológico y ecológico, sino también desde sus articulaciones discursivas y artísticas, para poder entender las razones históricamente profundas del meollo de la crisis terrestre y poder imaginarnos una vida distinta y con futuro sobre la Tierra, como también para entender ese hipercomplejo objeto llamado humanidad, el dossier demuestra lo fructífero y complejo de una perspectivización crítica que se deja aplicar a toda la historia de las artes. Comenzamos con el texto de Andrea Garcés Farfán, que indaga, partiendo de y actualizando una novela más bien olvidada del escritor mexicano Daniel Sada, Porque parece mentira la verdad nunca se sabe (1999), sobre la representación del desierto, sus imaginarios políticos, artísticos y coloniales en el contexto de un ecosistema que se ha denominado erróneamente como "inhabitado", "vacío", "inhóspito", para así poder hacer uso indiscriminado de sus recursos. Este texto, que se nutre del análisis literario para entender los meollos coloniales del extractivismo y del despojo, representa muy bien la idea de una ecocrítica poscolonial que ha venido cogiendo fuerza en la crítica y literatura hispanoamericana. Es importante señalar el carácter interseccional que este texto despliega, en el que el entramado antropocénico entre humano y no humano, la política y la Tierra se torna evidente.

Al escarbar las distintas capas temporales y espaciales, humanas y no humanas, textuales y gráficas, el texto de Gabriel Giorgi, sobre el libro de Verónica Gerber Bicecci La Compañía, de-sedimenta (un método propuesto por Cristina Rivera Garza en sus Escrituras geológicas) los distintos estratos que vienen a darle una profundidad temporal, histórica y planetaria a la narración del libro. Esta idea de un pensamiento de profundidad temporal y espacial es uno de los marcos reflexivos y críticos de la ecocrítica que viene de su vínculo interdisciplinario con la geología: nuestra relación con la Tierra es compleja, profunda y llena de marcas, capas y estratos, muchos de ellos generados por los humanos. De esta manera, se entiende la obra de Gerber Bicecci como un "laboratorio" que expone los estratos de la profundidad de un problema medioambiental lleno de tiempo (el concepto de timefulness de la geóloga Marcia Bjornerud resuena en esta perspectiva), en los que los distintos registros estéticos, naturales, humanos e históricos demuestran la complejidad de una escritura situada y al mismo tiempo con repercusiones planetarias.

Ahora bien, nuestra relación con Gaia está mediada en primera instancia por el lenguaje. Este lenguaje es materia sobre la Tierra y debe entenderse por ende en relación con ella, y sobre todo partiendo desde las premisas básicas de una lingüística general, en relación, tensión o respuesta a lo que llamamos realidad o materialidad terrestre. La pregunta sobre el habitar en la tierra remite indudablemente, en esta época geológica de la indiferenciación entre historia humana y "natural", a preponderar los límites de lo humano y esto es también de sus lenguajes y por ende sus saberes, técnicas y discursos. La filósofa Giovana Suárez Ortiz lee en su texto algunos testimonios incorporados en el Informe de la Comisión de la Verdad sobre el conflicto armado en Colombia, en el que la incorporación de los seres sintientes no humanos en el informe configura una reflexión que debe ser entendida como parte del pensamiento intelectual y filosófico en el caso de una filosofía contemporánea que vaya más allá de lo humano. Suárez se propone desafiar un canon de la intelectualidad abriendo el registro a textos que nos confrontan con el problema ético y político de las relaciones antropocénicas con los seres sintientes no humanos. La perspectiva epistemológica, político-feminista y eco-feminista de este texto brinda al dossier otra perspectiva ecocrítica que vincula directamente los problemas interseccionales con la relación del humano con los no humanos; ya que la pregunta política sobre la alteridad en general es una que permea todos los niveles espacio-temporales, históricos y culturales.

Esta perspectiva interseccional se ve ya en la obra de clásicas pensadoras eco-críticas como Vincianne Despret o Donna Haraway, que están en el centro de estos dos últimos textos. El dossier cierra con un texto de Rike Bolte en el que la poeta, traductora y literata alemana se introduce en un close reading de la novela de la escritora colombiana Mariana Matija Niñapájaroglaciar (2023), logrando replantear o poner en cuestión presupuestos de la ecología y de los discursos sobre lo natural (interior y exterior, etc.) por medio del folio crítico de la literatura misma. Esta cuestión del interior y del exterior remite a una dualidad de suma importancia en la relación con la Tierra: la conexión o desconexión del individuo con aquello que lo excede. De nuevo los límites de lo humano, de su lenguaje y su epistemología vienen a revelarse en la lectura de una obra ficcional contemporánea. La interdisciplinariedad y la lectura profunda del texto de Bolte resume de cierta manera las aproximaciones anteriores en las que se demuestra la complejidad teórica de la reflexión crítica que parte de la literatura para pensarnos en y con relación a Gaia. El libro de Matija nos hace sentir otro mundo, en el que las barreras de nuestros interiores se ven resquebrajadas por medio del lenguaje.

Con la esperanza de enriquecer los estudios ecocríticos dentro y fuera de la academia colombiana, solamente me queda agradecer a todos y todas aquellas que hicieron posible la publicación de este dossier: en primera instancia mis agradecimientos van a Hugo Hernán Ramírez por el apoyo y la invitación, a las autoras y al autor por sus inspiradores y novedosos textos y al programa de becas Feodor Lynen de la Fundación Alexander von Humboldt por la financiación de mi estancia de investigación (2024-2025) para la elaboración del proyecto posdoctoral con el título Humor as Ecology. Ecocritical Revisiting of Comic Aesthetics in the Spanish American Literature (1880-1920), en el Departamento de Humanidades y Literatura de la Universidad de los Andes en Bogotá, Colombia.

Bibliografía

Meeker, Joseph W. The Comedy of Survival. In Search of an Environmental Ethic. Guild of Tutors Press, 1980. [ Links ]

Rivera Garza, Cristina. Escrituras geológicas. Iberoamericana Vervuert, 2022. [ Links ]

Wark, McKenzie. Sensoria. Thinkers for The Twentieth-first Century. Verso Books, 2020. [ Links ]

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons