SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 issue42Populism as Concept in Latin America and ColombiaSport and Political Communication: Roads or Shortcuts to Facilitate their Meeting? author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • On index processCited by Google
  • Have no similar articlesSimilars in SciELO
  • On index processSimilars in Google

Share


Estudios Políticos

Print version ISSN 0121-5167On-line version ISSN 2462-8433

Estud. Polit.  no.42 Medellín Jan./June 2013

 

SECCIÓN GENERAL

 

Los jóvenes y sus discursos reconfiguradores de la política. Acciones políticas con las que resisten la cultura política tradicional*

 

The Youth and its Political Reconfiguring Discourses. Political Actions through which Young People Resist the Traditional Political Culture

 

 

Catalina María Tabares Ochoa1

 

1 Socióloga de la Universidad de Antioquia, Magíster en Educación y Desarrollo Humano, de la Universidad de Manizales–CINDE. Profesora del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia e investigadora de la línea Acción colectiva, culturas políticas y ciudadanías, del grupo Estudios Políticos. Correo electrónico: catalina.tabares@udea.edu.co.

 

Fecha de recepción: febrero de 2013

Fecha de aprobación: marzo de 2013

 

Cómo citar este artículo: Tabares Ochoa, Catalina María. (2013). Los jóvenes y sus discursos reconfiguradores de la política. Acciones políticas con las que resisten la cultura política tradicional. Estudios Políticos, 42, Instituto de Estudios Políticos, Universidad de Antioquia, pp. 138–156.

 


RESUMEN

El artículo presenta resultados de la investigación Jóvenes, formación política y participación democrática, cuyo objetivo principal fue identificar los discursos con los cuales los jóvenes reconfiguran la política. La metodología implementada fue la reflexividad dialógica basada en observaciones participantes, talleres de la memoria y entrevistas semiestructuradas, realizadas con jóvenes de Medellín articulados a colectivos artísticos, ecologistas, vegetarianistas, feministas y antimilitaristas. El texto se compone de tres partes: la primera, denominada contextos investigativos, ubica el problema de investigación y el referente teórico de la cultura política en su dimensión interpretativa en la Ciencia Política; la segunda, describe la imagen que del sistema político tienen los jóvenes, para finalmente mostrar cómo con sus acciones debaten y recrean espacios de socialización política como la familia, la iglesia, la escuela, los medios de comunicación y la calle, dotándolos de nuevos sentidos y significados políticos.

Palabras clave: Jóvenes; Cultura Política; Socialización Política; Imagen del Sistema Político; Acciones Políticas.


Abstract

The article presents the results of the research Jóvenes, formación política y participación democrática. Its main aim was to identify the discourse used by the youth to reconfigure politics. The methodology used was the dialogic reflexivity based on participatory observations, memory workshops and semi–structured interviews with young people from Medellín city engaged in artistic, environmentalists, vegetarianist, feminist and anti–militarist movements. The text has three parts. The first one, Research Contexts, establishes the subject of research and the theoretical reference of the political culture in its interpretative dimension within Political Sciences; the second part describes the image that the young people have of the political system, to show how their actions debate and recreate places of political socialization such as their homes, the church, the school, mass media, and the streets, providing new political meanings to such places.

Keywords: Youth; Political Culture; Political Socialization; Political System; Political Actions; Medellín.


 

 

1. Contextos investigativos. Una introducción

La redefinición y ampliación de las formas de representación, la irrupción de lo no representado, el respeto por la autonomía de las acciones de la sociedad pueden ser el camino de la oportunidad democrática que nos vaya liberando de las restricciones heredadas o que, por lo menos, juegue su chance a dar curso transformador a nuestro rumbo institucional

(Landi, 1987, p. 64).

La pregunta sobre cómo los jóvenes reconfiguran la política y proponen formas alternativas de participación en la esfera pública distintas a las establecidas en la política formal, institucional —aquella que transita por los partidos políticos, gremios o sindicatos y que se concreta en los cargos de elección popular y representación política— demanda el reconocimiento de experiencias que se ubican al margen de las prácticas políticas tradicionales centradas en el Estado, las instituciones y los partidos políticos; es por esto que en la investigación de la que hace parte el presente artículo fue necesario recurrir a un enfoque teórico que reconociera la dimensión subjetiva de la vida política, sin reducirla al Estado y sus mecanismos tradicionales de representación y participación (Cf. Hurtado, 2010; Restrepo, 2010). Asimismo, la perspectiva metodológica asumida en la investigación con el lente de la reflexividad dialógica (Cf. Ghiso y Tabares, 2011), a través de técnicas interactivas y conversacionales, promovió la interacción de los investigadores con grupos de jóvenes de la ciudad de Medellín, cuyos discursos claramente cuestionan la política tradicional en sus formas y contenidos.

No se pretende mostrar una imagen generalizada sobre los jóvenes, ellos tienen múltiples características, participan en diferentes espacios, formales e informales y expresan sus sentidos políticos de distintas maneras y en diversos escenarios; pero en este caso se hizo énfasis en aquellos que se pueden percibir como suficientemente distantes de las prácticas institucionales convencionales desarrolladas en los espacios de deliberación política tradicionalmente reconocidos —parlamentos— y avalados por los marcos jurídicos. Como podrá advertirse, en el texto se da cuenta de los matices que este tipo de referencias tienen en una realidad que no se presenta en blanco y negro, sino con muy diversas tonalidades grises y coloridas: los jóvenes transitan en efecto entre lo formal, lo informal, lo institucional, lo anti institucional, lo declarado y lo clandestino (Cf. Garcés, 2010).

El grupo de investigación interactuó con ocho grupos de jóvenes en la ciudad de Medellín que con la música, el baile, el performance, el vegetarianismo, la pintura, el grafiti, entre otras expresiones, se resisten a reproducir la cultura política dominante (Cf. Hurtado y Naranjo, 2002) y proponen otras maneras de ampliación de la esfera pública. Las experiencias de jóvenes aquí aludidas son consideradas resistentes en tanto cuestionan explícitamente ''los poderes arbitrarios, excluyentes y autoritarios, se oponen al orden establecido, son contestatarias y no se quedan en la crítica o el rechazo determinista, emprenden acciones políticas con distintos alcances y énfasis para debatir al Estado y a la sociedad'' (Uribe, 2006, p. 64).

¿Qué es lo que estos jóvenes rechazan de la política? ¿Qué lectura hacen del mundo político en el que viven? ¿Cuáles son las acciones con las que controvierten el mundo político que habitan? Estas son las preguntas que este artículo prentende abordar y para ello se ubica en un enfoque que reconoce la dimensión subjetiva en la vida política, ya que interesa indagar la potencia y capacidad de acción que tienen los sujetos para trastocar el orden establecido, para cuestionarlo o legitimarlo; por esto, en el abanico de posibilidades que ofrece la ciencia política, es la cultura política en su enfoque interpretativo la que, a manera de mapa analítico, ha permitido leer las experiencias políticas de los jóvenes.

En la cultura política que bebe de los aportes de la psicología estudiando el comportamiento de los sujetos —por ejemplo el electoral— y de la antropología que indaga por las prácticas y símbolos —entramado cultural que deriva en acciones políticas observables, por ejemplo el voto, la protesta— como elementos trascendentes en las sociedades contemporáneas, se encuentra una base significativa de la llamada subjetividad política; pero, de manera específica, es en el enfoque interpretativo en el que esta cobra un valor central. En palabras de María Teresa Uribe:

Se trata de pensar las representaciones políticas en el marco de tradiciones culturales de larga duración y de centrarse básicamente en la interpretación y la comprensión de prácticas, modos de ver el mundo, sociabilidades, estrategias culturales de participación, resistencia y supervivencia que no podrían leerse desde la institucionalidad formal, desde la razón instrumental o desde las decisiones tomadas en torno a fines, a valores o intereses (a la manera weberiaria y kantiana), sino desde una matriz sociocultural, subjetiva, afectiva que decide, actúa, se manifiesta en torno a deseos, miedos, esperanzas y frustraciones; es decir, en torno a representaciones simbólicas que están en la raíz de los múltiples sentidos con los cuales los ciudadanos viven la política (1995, p. 154).

La cultura política es asumida como una reconstrucción de aprendizajes y de sentidos; el punto de partida no es la cultura que moldea la acción como en los enfoques tradicionales, más bien se entiende como un proceso circular en el que la acción aporta y dota de sentido a la cultura política a la vez que los sujetos echan mano de elementos que la cultura les aporta para enriquecer su acción; esto permite alejarse de visiones deterministas en las que el sujeto o está determinado por las circunstancias sociales —estructura— o es responsable plenamente de su destino —agencia—.

Jorge Benedicto y María Luz Morán (1995b) hablan de universos políticos refiriéndose a ''los conjuntos de creencias, normas, valores, disposiciones culturales y percepciones que constituyen la matriz básica a partir de la cual los ciudadanos se enfrentan al mundo de la política'' (p. 256). La idea de universo plantea de entrada una diversidad susceptible de incidir y recrear el mundo de la vida pública; se debate con esto la cultura política ''única'' y se toma distancia de enfoques que reducen la socialización política a la reproducción del orden establecido, otorgando al sujeto de la acción capacidad de creación y potencia para trastocar la realidad; en este sentido, la investigación asume que los jóvenes con sus experiencias particulares de participación recrean y generan nuevos significados de la política, que se concretan en acciones y discursos llevados a cabo en la esfera pública con el fin de promover y consolidar su idea de sociedad.

Se reconocen entonces culturas políticas diversas marcadas por diferencias generacionales, de etnia y de género, que configuran y reconfiguran lo establecido, lo determinado e impuesto por el orden social. Los sujetos tienen capacidad para incidir, su personalidad y experiencia individual producto de la socialización desempeñan un rol significativo en la imagen que construyen del sistema político y en las acciones políticas que protagonizan, acciones que pueden tender a reproducir lo existente, a resistirlo o a generar mixturas que les permitan transitar entre lo instituido y lo instituyente.

En toda subjetividad hay unos dispositivos de significados políticos que le dan sentido a la acción política, se construyen en la intersubjetividad e inciden en el comportamiento político; dicho de otra manera, las actitudes y disposiciones de los sujetos frente a la política obedecen a los sentidos y significados que le otorgan a esta. Pero ¿cómo se configuran esos sentidos y esos significados?, ¿cómo se constituyen en acción política? La experiencia del sujeto respecto al sistema político en el que está inmerso vincula aspectos emotivos y cognitivos que producen valoraciones, representaciones y juicios derivando a su vez en acciones políticas. Es esta la pista que interesa indagar en este artículo, la relación ciudadano–sistema político examinada por Benedicto y Morán para el análisis dimensional de la cultura política en su libro La cultura política de los españoles, un ensayo de reinterpretación (1995), y la manera como esa relación puede explicar las motivaciones que subyacen a la acción de los jóvenes en un contexto particular como el de Medellín.

Para abordar la relación ciudadano–sistema político, Benedicto y Morán auscultan entre otras dimensiones: el individuo ciudadano como actor, la vinculación del ciudadano con la política, la imagen del sistema político y los resultados de la acción institucional; si bien los autores proponen un instrumento de medición de la cultura política, este artículo pretende analizar cualitativamente las acciones políticas de los jóvenes y los motivos que subyacen a estas tomando como referente los elementos enunciados; interesa profundizar en el campo de la imágen del sistema político y, particularmente, en el subcampo de las experiencias de socialización correspondiente a las acciones o implicaciones directas con la política.

Para cumplir este objetivo: primero, se describen las percepciones que los jóvenes tienen de la cultura política tradicional y con esto se evidencia el cuestionamiento que hacen a sus formas y contenidos, aquí se incluyen las representaciones sobre las instituciones democráticas y los escenarios de socialización como la familia, la escuela, la iglesia y los medios de comunicación; segundo, se caracterizan las acciones que implican directamente a los jóvenes con la política.

 

2. Cultura política tradicional de la que se distancian los jóvenes

[...] Habría que revisar nuestros sueños, anhelos y miedos pues ellos son la materia prima que nutre las discusiones más elaboradas (ideologías) y sus formas institucionales (partidos); en reiteradas ocasiones he destacado la importancia que a mi entender tienen los deseos y los temores como ingredientes de cultura política.

(Lechner, 1992, p.136).

Reconstruir las representaciones que los jóvenes tienen sobre los actores —políticos de profesión—, las instituciones y sus prácticas, permite —además de una aproximación a la imagen que tienen del sistema político— reconocer algunos rasgos generales de la cultura política de la que toman distancia. Se comprende aquí la cultura política como:

un fenómeno de carácter colectivo, resultado de la interacción constante que se produce en la estructura social entre individuos, grupos e instituciones, la cual tiene su plasmación en sistemas estructurados de valores y creencias básicas referidos fundamentalmente a las relaciones entre el poder y los ciudadanos y que estos hacen suyos en diferentes grados, dotando de sentido a su acción política y a la del propio sistema (Morán y Benedicto,1995a, p. 250).

En el caso de los jóvenes que participaron de la investigación, sus percepciones se concretan en las imágenes que tienen de los candidatos a cargos de representación, en la forma de nombrar las prácticas que llevan a cabo para la consecución de votos y la administración de los recursos públicos, y en las concepciones que tienen sobre el desempeño de las instituciones democráticas. En la figura del ''político'' como aquel que es elegido mediante el voto de los ciudadanos, que ocupa cargos públicos y administra los recursos del Estado predomina la representación del ''politiquero''. Al respecto los jóvenes enuncian:

— Siempre prometen cosas durante la candidatura para ganar votos.

— Usualmente hacen alianzas con la iglesia y los grupos armados.

— En las presentaciones en público, hacen un llamado constantemente para que la gente recuerde el nombre y el número en el tarjetón.

— Son muy sonrientes y siempre saludan a la gente como si los conocieran de toda la vida, y cuando ganan las elecciones ni siquiera los miran.

— Siempre usan corbata.1

Siguiendo a Morán y Benedicto: ''El continuo contraste entre los saberes formales e informales, entre los modelos transmitidos y las experiencias vividas, dará como resultado una peculiar forma de percibir los fenómenos políticos y de reaccionar ante ellos'' (1995a, p. 240). En este sentido las características atribuidas por los jóvenes a las instituciones que vinculan con la política, como la Iglesia y los partidos políticos, están anudadas a sus experiencias y pasan por la denuncia, la sátira y la burla. Frases como ''balas equipo Colombia'' o el ''abc de la pedofilia''2 dan cuenta de las percepciones que individualmente han adquirido y que son alimentadas en su asociación con otros para la acción. Al político tradicional lo relacionan con prácticas como el mal manejo de los recursos, lo que se concreta en la utilización del presupuesto público para beneficios personales; conceptos como corrupción, politiquería, clientelismo y populismo son retomados para explicar la influencia que consideran tienen la Iglesia y los actores armados en las campañas electorales y las decisiones de carácter político.

Se hace referencia a la promesa como el medio utilizado por los ''políticos tradicionales'' para cooptar a sus votantes; promesa que, según los jóvenes, carece de sentido político porque no se concreta en acciones gubernamentales que beneficien a los ciudadanos; la efectividad del sistema como garante del bienestar social se pone en cuestión. La prebenda, por su parte, permite sostener la ''maquinaria'': si el político beneficia al sacerdote puede obtener el voto de un alto número de feligreses, si beneficia al líder comunitario puede obtener el voto de un alto número de integrantes de la comunidad, lo mismo puede hacer con maestros y funcionarios, entre otros; de esta manera la reproducción de esta práctica estará garantizada.

La referencia que los jóvenes hacen de las instituciones democráticas está vinculada al poder asumido como representación; ponen en entredicho que los ciudadanos se sientan realmente representados, por lo tanto, no hay diálogo ni consenso para la toma de decisiones; en suma, uno de los rasgos predominantes en la política que describen es la concentración del poder, frente a lo cual manifiestan abiertamente su inconformidad.

Existen también símbolos y rituales propios de la cultura política tradicional ''que se transmiten de generación en generación, otorgando identidad a los miembros de una comunidad, que orientan, guían y dan significado a sus distintos quehaceres sociales'' (Peschard, 2001, p. 10), y que los jóvenes, en este caso, identifican como carentes de significado, entre estos objetos como la bandera, el escudo, la urna de votación —que en algunos de sus afiches y calcomanías se parodia con un sanitario—, y prácticas como entonar el himno, inculcar y ''respetar'' los valores patrios y admirar o idolatrar a los ''héroes nacionales''. Al respecto uno de los jóvenes afirma:

La bandera, el himno y los héroes ya no nos dicen nada, [...] en un evento que organizamos con jóvenes de los colegios en Itagüí, para comenzar el acto pusimos el himno de Estados Unidos y nadie preguntó por qué, cuando habla el presidente hay una imagen de Bolívar detrás de él, pero también cuando lo hacen las FARC, entonces estos símbolos la mayoría de las veces no representan nada.3

Como ejes estructurales de la cultura política lo jóvenes reconocen cuatro escenarios de socialización: la familia, la Iglesia, la escuela y los medios de comunicación, los cuales definen como verticales, en los que se inculca la obediencia, se mantienen las jerarquías y, por lo tanto, la subordinación y dominación.

Si bien la familia, la escuela y los medios de comunicación son considerados los ámbitos de socialización política más significativos e influyentes en los sujetos, existen otros de suma importancia como los grupos de pares o asociaciones en los que se refuerzan posturas o se adquieren nuevos valores que enriquecen los universos políticos; en el lenguaje de Peter Berger y Thomas Luckmann (2003) se trata de las diferentes socializaciones secundarias que el sujeto experimenta a lo largo de su vida y que hacen que la socialización ''nunca sea total, y nunca termine'' (p, 164). Teniendo en cuenta estos ámbitos de socialización puede afirmarse que la cultura política es nutrida por los sujetos con sus acciones, a la vez que los sujetos van dotando su llamada caja de herramientas políticas con la cultura y subculturas políticas existentes; se trata entonces de la interacción entre estructura y agencia.

El primer escenario de socialización es la familia, allí se fomentan valores de obediencia, respeto a las instituciones y a la norma, que son controvertidos por los jóvenes desde temprana edad; manifiestan no sentir reconocidas sus posturas políticas y las formas de expresarlas, por el contrario, padres y madres entran en conflicto con sus prácticas, las califican de ''inmaduras'' o dicen ''resignarse'' frente a las creencias, atuendos y actividades en las que participan sus hijos; por lo tanto, los jóvenes consideran que no hay respeto y reconocimiento en la esfera familiar frente a sus estilos de vida.

Sobre el segundo escenario, la Iglesia, los jóvenes mencionan que sigue siendo una institución que marca profundamente su dinámica organizativa, incide en la actividad política local y barrial, y ejerce control social; en este sentido, autores como Fabio López de la Roche (1993) han llamado la atención sobre la influencia de la Iglesia en las decisiones políticas del país:

en aspectos tan problemáticos como su participación activa durante la violencia como uno de los instigadores principales de la intolerancia político–religiosa bipartidista, o sus dificultades actuales para comprender el intenso proceso de secularización vivido por la sociedad colombiana (p. 99).

Los jóvenes denuncian los nexos de miembros de la Iglesia con actores armados de sus barrios, cuando hablan del señalamiento que hace el sacerdote desde el púlpito a las prácticas artísticas y políticas de las agrupaciones juveniles que los pone en riesgo en contextos barriales de alta conflictividad; de igual manera cuando se pronuncian en contra de las luchas de los grupos feministas para que asuntos relacionados con sus cuerpos no sean decididos por el clero.4 Denuncias que muestran justamente la dificultad de esta estructura clerical para asimilar la secularización aludida por Fabio López.

En el tercer escenario, la escuela, los jóvenes argumentan que no se promueve el pensamiento, lo que se evidencia en la preponderancia de las áreas de las ciencias ''exactas'' frente a las sociales y humanas; según ellos, allí se coartan, reprimen y silencian todas esas expresiones estéticas, artísticas y políticas plurales; se reproducen las actitudes y comportamientos tendientes al mantenimiento de un orden caracterizado por la disciplina, la obediencia, la subordinación, y en el que sus propuestas muchas veces son ridiculizadas.5

Respecto a los medios de comunicación tradicionales, los jóvenes denuncian que la información que emiten obedece a los intereses ideológicos y económicos de los sectores dominantes, mientras que excluyen discursos alternativos de los círculos de opinión pública y reproducen puntos de vista parcializados que no contribuyen al debate político.

En síntesis, son estos símbolos, rituales, costumbres, estructuras y mecanismos de poder, de los que los jóvenes se distancian para proponer sus propias formas y es justamente la falta de identificación con el sistema político y el desencanto con la política tradicional y los escenarios en que esta se desarrolla, lo que ha derivado en la formación de preferencias político–ideológicas (Cf. Benedicto y Morán, 1995a) basadas en un sistema de valores que sustenta los discursos promulgados. Antimilitarismo, vegetarianismo, ambientalismo, feminismo, anarquismo y humanismo, son algunos de los contenidos discursivos que dan forma a sus luchas y resistencias.

 

3. Acciones políticas con las que los jóvenes se resisten a la cultura política tradicional

Las acciones políticas que se describen a continuación se proponen como susceptibles de incidir y recrear el mundo de la política, debatiendo la idea de una cultura política única, otorgando al sujeto de la acción capacidad de creación y potencia para trastocar la realidad.

Como punto de partida se considera relevante aclarar en qué sentido las acciones llevadas a cabo por los jóvenes son consideradas políticas. Se tomará como referente a Hannah Arendt, para quién la acción está ligada a la idea de natalidad, de iniciativa que no puede contenerse; los jóvenes en este caso, están dotados de capacidad creadora, de autodeterminación; los sujetos pueden aparecer en la esfera pública, por medio de la acción para dar vida a lo inédito. Al decir de Arendt (2007a):

Una vida sin acción ni discurso [...] está literalmente muerta para el mundo [...] Con palabra y acto nos insertamos en el mundo humano, y esta inserción es como un segundo nacimiento, en el que confirmamos y asumimos el hecho desnudo de nuestra original apariencia física (p. 201).

Con el discurso los jóvenes pronuncian su descontento con la política, no se quedan solo en la denuncia, asumen responsablemente su compromiso con la transformación, con el cambio, ponen en marcha proyectos que les permite habitar el mundo de otra manera, introducen nuevas perspectivas en su encuentro con otros, agregando así la pluralidad, rasgo distintivo de la acción según Arendt. Estas acciones son políticas porque los jóvenes desean con ellas transformar la vida política, salen a la calle para promover la participación de otros, para que se sumen a sus posibilidades de futuro; tienen como objetivo la visibilización de sus malestares y concepciones del mundo en la esfera pública y buscan con ellas, en su sentido más amplio, la libertad.

Aclarado este referente, es posible caracterizar la diversidad de acciones que los grupos participantes de la investigación despliegan, tanto en las actividades cotidianas que desarrollan internamente y permiten el funcionamiento grupal como en aquellas que se planean para impactar el espacio público. Aquí se abordan las múltiples formas como son presentadas, los públicos hacia los cuales van dirigidas, si son acciones formales, legales, emergentes, clandestinas, sus intencionalidades y los sentidos otorgados por los integrantes para su desarrollo.

Si bien en algunos aspectos existen experiencias comunes entre los grupos al llevar a cabo sus acciones políticas, es necesario resaltar que debido a la diversidad de los discursos, también las acciones son plurales.

Los jóvenes reconocieron durante el proceso de investigación que las rupturas con el orden social comienzan por ellos mismos; toman en cuenta apropiaciones diferenciales que se vinculan con sus subjetividades, en las que incluyen sentimientos, emociones, sensibilidades y motivos que sustentan sus percepciones y opiniones; lo que es coherente con la práctica de emprender actividades ''hacia adentro''; el reconocimiento de los sujetos que hacen parte de sus organizaciones, de sus necesidades y comprensiones comienza por procesos de formación y capacitación que les permiten hablar un lenguaje común y adquirir conocimientos sobre su contexto.

Las actividades propias del funcionamiento operativo de sus grupos, como los talleres de formación política, círculos de estudio y tertulias, enriquecen la participación de sus integrantes y les permite cualificar sus prácticas y discursos; las formas como distribuyen las responsabilidades contribuye a que el funcionamiento de los grupos no reproduzca los liderazgos totalitarios que tanto han cuestionado.6 Respecto al uso del poder, una de las integrantes de un grupo reflexiona:

El poder sobre y el poder con; para nosotros es importante el poder con, la horizontalidad; no se trata de negar el poder porque siempre existirá, sino de ejercerlo de otra manera, de una horizontal que opera basada en la confianza, aunque la horizontalidad no es que todos estemos en todo. Por eso cada uno da lo que tiene y puede; y como el trabajo es voluntario es una cuestión de actitud. Es muy importante la reflexión constante para que se discuta el ejercicio del poder y así sacar los sinsabores.7

Las acciones hacia afuera, es decir, aquellas que se desarrollan en la esfera pública, se caracterizan principalmente por su intención, que como punto común tienen el objetivo de pronunciar las inconformidades que los jóvenes tienen con ''lo establecido''; buscan visibilizar, difundir información que dé cuenta de sus principios ideológicos; para algunos se trata de interpelar a la sociedad para que cuestione la exclusión, la desigualdad, la injusticia. Si bien aquí se ubican todos los grupos, los musicales lo hacen con más fuerza, sobre todo las bandas de punk, que reiteradamente manifiestan ''sentir la necesidad de gritar la podredumbre que ven en la sociedad''.8 Las acciones políticas buscan la socialización y formación de públicos en los valores e ideas promulgadas por los jóvenes. En palabras de la profesora María Teresa Uribe (2006), ''la retórica pacifista enunciada en estas acciones y movilizaciones colectivas, apela, por lo general a valores humanos universales: la defensa de la vida y de la dignidad, la seguridad, la protección contra los atropellos y vejámenes'' (p. 73).

Para los jóvenes, discursos como el feminismo, el cuidado del medio ambiente, la objeción de conciencia, el vegetarianismo, la política y las ideas libertarias, van más allá de la dicotomía izquierda–derecha y buscan incluir diversidad de sujetos y posturas. Estos discursos aparecen en la esfera pública en forma de música, lúdica, teatro, performance, poesía, juegos cooperativos, tomas culturales, talleres, videoforos, pintura, grafitis y danza (Cf. Hurtado, 2010); existe un convencimiento por parte de los jóvenes sobre la importancia que tiene dar a conocer sus ideales, con el fin de generar conciencia política en los públicos; es por esto que para complementar sus acciones utilizan medios publicitarios como pancartas, afiches, calcomanías, botones y volantes, además del uso de medios de comunicación alternativos —blogs, páginas web, chats, redes sociales— que se han convertido en una herramienta para potenciar la acción, generar redes y dar a conocer, en el ámbito nacional e internacional, sus propuestas. En este sentido uno de los jóvenes plantea:

Lo virtual es un medio importante para lograr mejor comunicación entre los miembros de los grupos y dinamizar el trabajo, para poner a circular nuestras propuestas en la sociedad, pero hay que tener cuidado porque lo virtual puede causar la impersonalidad del individuo.9

La creación de sus propios medios de comunicación tiene como fin dar a conocer sus ideas, contribuir al debate público y a la formación de opinión pública; esto aboca a los jóvenes a la creación constante de formas de acercamiento a la comunidad que les garantice que sus mensajes van a ser escuchados. Es por esto que la aparición pública se caracteriza por apelar al arte y la lúdica; pese a esto, los grupos manifiestan que sus esfuerzos no siempre son bien recibidos, los mensajes no son escuchados, interpretados y reflexionados como ellos esperan, y por eso en ocasiones sienten ''que luchan contra la corriente'' cuando en sus propias comunidades son señalados y estigmatizados por querer romper con las formas tradicionales de hacer política, o por innovar e irrumpir en la cotidianidad con sus atuendos, su música, su teatro y su poesía.

Lo anterior, antes que paralizarlos, los impulsa a la búsqueda de nuevos escenarios y públicos; quizá sea esta una de las razones por las cuales ven en los niños y niñas un potencial en el que es posible incidir; muchos de ellos dirigen sus acciones a instituciones educativas por medio de charlas, entrega de volantes y cineforos que buscan dar a conocer a los niños y jóvenes estudiantes los ideales que ellos promueven.

Las acciones formativas adquieren un rol protagónico tanto hacia fuera como hacia adentro de los grupos, nombres como: ''Escuela de Hip Hop'', ''Escuela Popular'', ''Otra Ezcuela'', ''Escuela Feminista'', son propios de las organizaciones o de alguno de sus componentes, y brindan pistas del papel trascendente que los jóvenes dan a la educación, no en ámbitos escolares formales, pero sí con propuestas alternativas de formación. Esto se vincula con el trabajo que algunos grupos han decidido emprender con niños y niñas, debido a que hay un convencimiento de que a través de la lúdica, la música y la recreación es posible modificar comportamientos y actitudes instalados en la cultura.

La mayoría de acciones emprendidas por los jóvenes corresponden a formas ''no convencionales'' de participación política, por eso es recurrente que los espacios en que se desarrollan sean tomados: la calle es el lugar por excelencia; en ella pintan una pared sin permiso, realizan un concierto en un parque público, asisten a la jornada de reclutamiento del ejército para manifestarse contra quienes la promueven, boicotean el desfile de conmemoración de la independencia de Colombia porque no están de acuerdo con su carácter militarista, salen a la madrugada de forma clandestina para quitar carteles de propaganda política,10 todo esto porque los jóvenes están descontentos con un sistema político y electoral que consideran ''mentiroso, falto de ética, de democracia, y vacío políticamente''.

Sin embargo, otros grupos transitan por acciones institucionales/legales, participan en concursos propuestos por el gobierno local, en juntas de acción comunal, proponen acciones populares conjuntamente con secretarías de despacho, ejecutan proyectos aprobados por el presupuesto participativo, incluso ''recogen personas'' para que en las jornadas electorales voten por el candidato de su preferencia.

Vale la pena detenerse un momento para examinar lo que algunos podrían nombrar como una incoherencia de grupos sociales y políticos que se supone resisten el orden encarnado en la figura del Estado. Al respecto Boaventura de Sousa Santos (1998) afirma que:

La distancia de los Nuevos Movimientos Sociales con el Estado es más aparente que real, pues las reivindicaciones globales–locales siempre acaban por traducirse en una exigencia hecha al Estado y en los términos en que el Estado se sienta ante la contingencia política de tener que darle respuesta (p. 320).

Es en este sentido que las acciones de los grupos no pueden considerarse netamente antiestatales, algunos manifiestan una distancia radical con el Estado, otros demandan su atención y otros luchan por incluirse en su estructura.

Es recurrente encontrar que, para los grupos, ''el barrio'' —Aranjuez, Boston, Castilla, El Limonar— es un lugar de acción al que le dan gran importancia: las peñas culturales, las jornadas lúdico–recreativas, los bazares comunitarios y los conciertos de diversos géneros musicales como el punk, el reggae y la música andina son desarrollados allí, y convocan no solo a jóvenes, también a niños y adultos. Otras actividades se realizan en sus sedes, en el centro de la ciudad o en otras ciudades a las que son invitados para alguna presentación.

El lugar de la acción expresa la intención de incidir en la esfera pública, con las actividades llevadas a cabo en espacios internos —las sedes de los grupos— y externos —la calle, los parques— los jóvenes con o sin permiso emiten sus discursos a distintos públicos. Niños, mujeres, jóvenes, militares, transeúntes desprevenidos, estudiantes, padres de familia son receptores de discursos que cuestionan la obligatoriedad del servicio militar, la desconexión de los servicios públicos, el machismo que sigue imperando en la sociedad, la corrupción de las instituciones políticas, las condiciones de miseria y exclusión en que vive una gran parte de la población mundial, la discriminación étnica o por opción sexual.

Si bien se encuentran valores e ideales conjuntos en los grupos, como la justicia, la equidad y el respeto por las autonomías, sus acciones adquieren un carácter particular según los contenidos específicos que les interesa promulgar. Recoger materia orgánica, hacer una olla comunitaria, sembrar la huerta, hacer artesanías, son acciones cotidianas a las que explícitamente no se les adjudica un carácter político, pero como diría de Sousa Santos (1998): ''En las condiciones del fin de siglo, la forma de politización más lograda del espacio de la producción es el antiproductivismo'' (p. 337); y los integrantes de los grupos con sus actividades y estilo de vida están contribuyendo a él, tanto con sus discursos como con sus acciones del día a día.

Otros grupos como los feministas, antimilitaristas, anarquistas y los ambientalistas realizan acciones políticas directas que buscan cuestionar el Estado o posicionar ideas que consideran comunes a muchos; por ejemplo, asesoría jurídica a quienes deciden no prestar el servicio militar obligatorio, asambleas nacionales e internacionales de objetores de conciencia, conciertos con el fin de recoger fondos —para damnificados del invierno, para población desplazada—, marchas que reivindican los derechos de las mujeres, de las víctimas o de los desconectados de los servicios públicos; encuentros, jornadas, festivales con lemas como: ''En pro del libre desarrollo de ideas y resistencia en la lucha de defender nuestros ideales'', ''No más desigualdad'', ''Contra la criminalización de la protesta social'', ''La cultura generando conciencia'', ''Contra el terrorismo de Estado''.

Por lo general, este tipo de acciones son emprendidas conjuntamente, pues si bien en cada grupo existen intereses particulares, comparten valores e ideales, lo que los lleva a ver en la articulación y creación de redes una potencia para la acción, pero también una acción política en sí misma (Cf. Ospina, 2011).

 

Reflexiones finales

La diversidad de acciones descritas obedece a los distintos objetivos propuestos por los jóvenes, pero se inscriben en un marco más amplio, el de los grupos sociales que buscan democratizar la esfera pública no solo en sus búsquedas particulares, también incluyendo las demandas de otras colectividades, Fernando Calderón y Elizabet Jelin (1987) describen este proceso como:

Multidimensional no solo de las relaciones sociales, sino también de los mismos sentidos de la acción colectiva; por ejemplo, un movimiento de orientación clasista probablemente esté acompañado por sentidos étnicos y de género que lo diferencian y asimilan a otros movimientos de orientación culturalista con contenidos clasistas. Así, los movimientos sociales se ven nutridos por múltiples energías (p. 176).

Esta multidimensionalidad se evidencia en la solidaridad de los jóvenes con luchas tan diversas como el acceso a los servicios públicos, el respeto por la diversidad sexual y las diferencias de género, la apuesta por una sociedad antimilitarista y en armonía con el medio ambiente.

Los jóvenes, entonces, otorgan sentido a sus acciones políticas, son enfáticos en decir que su carácter político está dado por medio del diálogo y el ''hacer con otros'', buscan la transformación de un orden establecido: ''uno encuentra mucha propuesta rebelde pero sin horizonte político'',11 dice uno de los participantes de la investigación.

Las acciones de estos jóvenes son políticas porque con ellas plantean otras vías, que si bien no están exentas de contradicciones, buscan romper con la reproducción de una cultura política con la que no se identifican; es así como en sus familias luchan porque sus opciones de vida sean reconocidas cuando, por ejemplo, una feminista se para frente a su mamá para decirle ''no voy a misa'', ''no voy a casarme'', ''no voy a tener hijos''; cuando se embarcan en el proyecto de crear su propia escuela porque con la establecida no están conformes; cuando diseñan estrategias de comunicación propias que les permitan dar a conocer sus puntos de vista, informarse y contribuir a la construcción de una opinión pública crítica y fundamentada; y cuando se toman el espacio público para reconfigurar la política con sus discursos y sus acciones.

 


Notas

* El artículo es resultado de la investigación Jóvenes, participación política y formación democrática, realizada por el Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia y el Instituto de Estudios Sociales Contemporáneos de la Universidad Central, con la cofinanciación de Colciencias. (Código 160–2000). Una primera versión se presentó en el Seminario Internacional: Resistencia ciudadana y acción colectiva en Colombia y América Latina: enfoques y experiencias, organizado por el Centro de Estudios Latinoamericanos José Martí del grupo de investigación cultura, política y desarrollo social en asocio con el Instituto de Estudios Políticos realizado en mayo de 2011 en la Universidad de Antioquia.

1 Taller Contextos de surgimiento, 21 de julio de 2008. Los talleres de la memoria fueron una de las técnicas de generación de información implementadas en el proceso de investigación, allí se realizaron murales, socio dramas, historietas y tertulias con el fin de activar el diálogo con y entre los jóvenes.

2 Taller Contextos de surgimiento.

3 Taller Prácticas y costumbres políticas, 4 de octubre de 2008.

4 Taller Contextos de surgimiento.

5 Taller Contextos de surgimiento.

6 La opción metodológica asumida por la investigación fue la reflexividad dialógica; por medio de esta los investigadores y algunos grupos reconocieron que ciertas prácticas de las que se distancian en sus discursos, como la falta de autonomía y la dependencia de liderazgos no renovados ni pluralistas, son reproducidas en sus organizaciones (Cf. Ghiso y Tabares, 2011).

7 Taller Rupturas políticas, 21 de julio de 2008.

8 Taller Contextos de surgimiento.

9 Taller Configuración discursiva, 13 de septiembre de 2008.

10 El Kitting ''ponga la basura en su lugar'' fue una acción realizada por uno de los grupos en momentos de campaña electoral cuyos afiches tenían la fotografía de un político ofreciendo un discurso. Información derivada de la intervención de uno de los sujetos participantes de la investigación. Taller Prácticas y costumbres políticas.

11 Taller Prácticas y costumbres políticas.


 

Referencias bibliográficas

1. Arendt, Hannah. (2007a). La condición humana. Buenos Aires: Paidós.         [ Links ]

2. Arendt, Hannah. (2007b). ¿Qué es la política? Buenos Aires: Paidós.         [ Links ]

3. Benedicto, Jorge y Morán, María Luz. (1995a). La cultura política de los españoles, un ensayo de reinterpretación. Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas.         [ Links ]

4. Benedicto, Jorge y Morán, María Luz. (1995 b). Sociedad y política. Temas de Sociología Política. Madrid. Alianza.         [ Links ]

5. Berger, Peter L. y Luckmann, Thomas. (2001). La Sociedad Como Realidad Subjetiva. En: La construcción social de la realidad (pp. 164–227). Buenos Aires: Amorrortu,         [ Links ]

6. Calderón, Fernando y Jelin, Elizabeth. (1987). Clases y movimientos sociales en América Latina. Perspectivas y realidades. Buenos Aires: Cedes.         [ Links ]

7. De Sousa Santos, Boaventura. (1998). De la mano de Alicia. Lo social y lo político en la postmodernidad. Bogotá, D. C.: Siglo del Hombre.         [ Links ]

8. Garcés Montoya, Ángela. (2010). De organizaciones a colectivos juveniles. Panorama de la participación política juvenil. Última década, 32, CIDPA, pp. 61–83.         [ Links ]

9. Ghiso, Alfredo y Tabares Ochoa, Catalina María. (2011). Reflexividad dialógica en el estudio de jóvenes y prácticas políticas. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 9 (1), pp. 129–140.         [ Links ]

10. Hurtado Galeano, Deicy. (2010). Los jóvenes de Medellín. ¿Ciudadanos apáticos? Revista Nómadas, 32, pp. 99–115.         [ Links ]

11. Hurtado Galeano, Deicy y Naranjo, Gloria. (2002). Aprendizajes sociales y pedagogías ciudadanas. Apuntes para repensar la formación de ciudadanía en Colombia. Estudios Políticos, 21, Instituto de Estudios Políticos, Universidad de Antioquia, pp. 145–159.         [ Links ]

12. Landi, Óscar. (1987). La trama cultural de la política. Cultura política y democratización. En: Lechner, Norbert (comp.). Cultura política y democratización (pp. 39–64).Santiago de Chile: Clacso, Flacso. ICI.         [ Links ]

13. Lechner, Norbert. (1992). ¿La política debe y puede representar a lo social? En: dos Santos, Mario R. (coord.) ¿Qué queda de la representación política? (pp. 135–138). Caracas: Nueva sociedad.         [ Links ]

14. López de la Roche, Fabio. (1993). Tradiciones de cultura política en el siglo XX. En: Cárdenas Rivera, Miguel (coord.). Modernidad y sociedad política en Colombia (pp. 95–160). Bogotá, D. C.: Tercer Mundo.         [ Links ]

15. Ospina Mesa, Catalina. (2011). Jóvenes: Del individualismo al nosotros, a la escena pública. Uni–Pluri/Versidad, 11 (2), pp. 1–15.         [ Links ]

16. Peschard, Jacqueline. (2001). Cuadernos de divulgación de la cultura democrática N.° 2. La cultura política democrática. México, D. F.: Instituto Federal electoral.         [ Links ]

17. Restrepo Parra, Adrián. (2010). Los jóvenes y sus luchas por el reconocimiento. Revista Nómadas, 32, pp. 179–193.         [ Links ]

18. Uribe de Hincapié María Teresa. (1995). El malestar con la representación política en la Colombia de hoy. Estudios Políticos, 6, Instituto de Estudios Políticos, Universidad de Antioquia, pp. 143–157.         [ Links ]

19. Uribe de Hincapié, María Teresa. (2006). Notas preliminares sobre resistencia de la sociedad civil en un contexto de guerras y transacciones. Estudios Políticos, 29, Instituto de Estudios Políticos, Universidad de Antioquia, pp. 63–78.         [ Links ]