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Revista Colombiana de Psicología

Print version ISSN 0121-5469

Rev. colomb. psicol. vol.22 no.1 Bogotá Jan./June 2013

 

El Concepto de Atención y Consciencia en la Obra de William James

The Concept of Attention and Consciousness in the Work of William James

O Conceito de Atenção e Consciência na Obra de William James

Ana Lorena Domínguez
Jaime Yáñez-Canal
Universidad Nacional de Colombia, Bogotá

La correspondencia relacionada con este artículo debe dirigirse a Jaime Yáñez-Canal, e-mail: jyanezc@unal.edu.co.
Departamento de Psicología, Universidad Nacional de Colombia, carrera 30 n.º 45-03, edificio 212, oficina 220, Bogotá, Colombia.

*Este producto surge en el marco del Proyecto de Investigación adelantado por Ana Lorena Domínguez Rojas y dirigido por el tutor Jaime Yáñez-Canal,"El Inconsciente, Nuevas Aproximaciones al Estudio de la Mente Humana", aprobado en la Convocatoria 510 del 2010 del Programa Jóvenes Investigadores e Innovadores"Virginia Gutiérrez de Pineda" apoyado por Colciencias. Este escrito hace parte igualmente de los productos del grupo de investigación Estudios sobre el Desarrollo Socio/Moral, adscrito al Departamento de Psicología de la Universidad Nacional de Colombia.

Artículo de reflexión
Recibido: 1 marzo de 2013 - Aceptado: 4 de abril de 2013


Resumen

Situar un punto inicial en la historia de la psicología para rastrear el concepto de la atención no es tarea sencilla. Esta labor indudablemente nos lleva a enfrentar viejos problemas que surgieron con la filosofía y que, con el paso de los años y de los intereses intelectuales, fueron madurando y orientándose hacia múltiples direcciones. Con el ánimo de aportar en este mapa conceptual sobre el problema de la conciencia, abordaremos la obra de un autor fundamental en esta área de estudio. El objetivo del presente texto es reconstruir parte del pensamiento de William James, especialmente sus reflexiones alrededor del concepto de atención y del campo de conciencia.

Palabras clave: conciencia, atención, William James, historia de la psicología, subjetividad, yo.


Abstract

Identifying a starting point in the history of psychology to trace the concept of attention is no easy task, since it inevitably involves addressing old problems that arose with philosophy and gradually matured and shifted in multiple directions depending on intellectual interests. Aiming to contribute to the conceptual map of the problem of consciousness, the article addresses the work of a fundamental author in this field. Thus, its objective is to partially reconstruct the thought of William James, especially his reflections on the concept of attention and the field of consciousness.

Keywords: consciousness, attention, William James, history of psychology, subjectivity, self.


Resumo

Situar um ponto inicial na história da psicologia para rastrear o conceito da atenção não é uma tarefa simples. Este trabalho indubitavelmente nos leva a enfrentar velhos problemas que surgiram com a filosofia e que, com o passar dos anos e dos interesses intelectuais, foram amadurecendo e orientando-se às múltiplas direções. Com o ânimo de contribuir nesse mapa conceitual sobre o problema da consciência, abordaremos a obra de um autor fundamental nesta área de estudo. O objetivo do presente texto é reconstruir parte do pensamento de William James, especialmente suas reflexões ao redor do conceito de atenção e do campo de consciência.

Palavras-chave: consciência, atenção, William James, história da psicologia, subjetividade, eu.


En la época precedente a la obra de James las posturas asociacionistas ocupaban el centro de la atención en las investigaciones sobre la naturaleza y el conocimiento humano. Los planteamientos de dichas posturas, cuya raíz se encuentra en la tradición inglesa, fueron fundamentales tanto para el desarrollo de la psicología experimental en la obra de Wundt (1913), los desarrollos de la reflexología, la psicología fisiológica y psicofísica, la obra de James (1890), como también para el desarrollo posterior de un amplio campo de discusiones acerca de los procesos psicológicos (Boring, 1990). La idea general de estas posturas aludía a que los eventos eran captados1 a través de los sentidos, los que operaban de manera directa y solo atendían a lo particular y atómico.

Para las posturas empiristas y asociacionistas el origen de todo conocimiento debería establecerse a partir de las impresiones simples, que en sus combinaciones darían lugar a las ideas complejas. Las maneras como se asociaban las ideas simples en formas más complejas, se explicaba de acuerdo con la intensidad en cómo las primeras se presentaran a los sentidos y según particulares reglas de asociación. La semejanza y la contigüidad entre los objetos y los eventos conducían a procesos de pensamiento más generales y a las reflexiones de la razón2. El acto de conocimiento se limitaba al registro o a la combinación de esos procesos pasivos de las primeras impresiones3. De tal manera, que si las impresiones eran las que determinaban los procesos de conocimiento, la tarea de toda empresa psicológica era establecer los mecanismos encargados de captar las maneras como se presentaban los eventos.

Así la consciencia4 y con ella la atención, para esta tradición, está determinada por la intensidad, la novedad o los contrastes físicos que presentan los objetos. Tal es el caso, por ejemplo, que al escuchar un ruido intenso en medio de una suave conversación, nuestra atención se dirige a descubrir el foco del disturbio, descuidando la comunicación que segundos antes robaba nuestra concentración. Con este ejemplo, se ilustra que tanto la atención y la consciencia, como nuestros recuerdos, están determinados por las particularidades en cómo se nos presentan los eventos del mundo. El que pensemos en determinadas cosas, o el que tengamos particulares razonamientos, se debe, afirman los autores asociacionistas, a que un determinado evento, que desencadena una serie de asociaciones por similitud y contigüidad, se presenta ante nuestra percepción con una determinada intensidad.

Estos supuestos asociacionistas y la abierta e indefinida posibilidad de establecer cadenas de conexiones entre elementos atómicos, generaron en los primeros momentos de la ciencia psicológica, tal como se presentó en la historia previa de la filosofía moderna (Humphrey, 1973), una serie de reacciones y debates. Las principales críticas de Bradley, fuertemente respaldadas en la obra de James (1890), se resolvieron hacia dos puntos esenciales (Humphrey, 1973), a saber: la vida mental está dirigida, es decir, nuestros procesos de conocimiento y de acción"no pueden entenderse como un mero concurrir fortuito de elementos sensoriales" (p. 21) y dos, la organización resultante de las sensaciones experimentadas conjuntamente debe ser vista como una totalidad y no como la suma de elementos independientes5.

Los defensores de la teoría de la Gestalt y algunos integrantes de la Escuela de Würzburg, fueron los primeros en reaccionar contra los postulados de la teoría del asociacionismo, enfatizando el carácter activo y creador de la mente. Sus propuestas intentaban incorporar en el análisis unos aspectos activos de la percepción, que hacían que las semejanzas y los eventos que entran en los actos de conocimiento dependieran más de las significaciones y de procesos organizadores por parte del sujeto6. En otras palabras, las semejanzas no eran vistas como aspectos salientes de los eventos, sino que dependían de las formas en cómo los sujetos valoraban y significaban la información. Igualmente la atención no era una reacción de los sentidos ante eventos no usuales del ambiente, ni una simple energía arrastrada por las particularidades llamativas del mundo circundante.

En esa atmósfera crítica contra el asociacionismo es que puede ubicarse la obra de James. Pero sus alcances van más allá de simplemente considerar aspectos organizadores de parte del sujeto7. La selectividad y la valoración de los eventos por parte del sujeto van a adquirir en James unas dimensiones particulares. Los actos de percepción (los que corresponden a sensaciones o a pensamientos) son actos unificados y continuos debido a que el sujeto conserva una identidad o un yo. El yo es el aspecto que asegura la unidad de la experiencia a pesar de que los eventos cambien constantemente y que las condiciones a las que se enfrentan los sujetos sean siempre novedosas.

La subjetividad y la continuidad de nuestra experiencia son los aspectos centrales que, según cree James, garantizan el establecimiento de las similitudes, el trabajo de la memoria y las formas de la identidad, tanto de los acontecimientos como de nosotros mismos. La novedad de estos planteamientos es lo que habrá de demandar la atención de nuestros siguientes apartados.

Campo de Consciencia

La noción de campo de consciencia en el uso que James hizo de este concepto tenía por objeto central describir la arquitectura general de cómo está constituida la consciencia8. Esta opera como un campo tematizado y estructurado, de acuerdo con un interés selectivo, cuya tarea es privilegiar unos contenidos sobre otros. Sin embargo, ¿cuál era la característica que marcaba la diferencia de James respecto a sus predecesores al definir la noción de campo de consciencia?

El concepto de campo de consciencia, que James heredó, estaba relacionado con los conceptos de claridad y diferenciación utilizados por sus predecesores; esto es, el término es utilizado tanto para caracterizar los componentes que se ubicaban dentro y fuera del foco de la consciencia, como para describir el tránsito que tendría la información desde el nivel de los sentidos hasta el pensamiento, en cuyo dominio habría de darse un análisis mucho más rico y elaborado de los datos sensibles. El concepto de campo de consciencia refiere a un horizonte donde los procesos atencionales, así como los procesos reflexivos, son manifestaciones particulares de un mundo de percepción más amplio. El campo de consciencia remite a las dimensiones que garantizan la unidad de nuestras experiencias.

James estableció tres aspectos, que en su conjunto servirían en la formación de la unidad de la experiencia, a saber: (a) el foco atencional9 o el espacio donde se fija la consciencia, (b) los márgenes o bordes del núcleo y (c) el carácter relacional de los objetos al interior del campo de la consciencia10. Veamos primero de dónde retomó James estas consideraciones y después entremos a analizar las implicaciones que tendría su planteamiento en la caracterización de la consciencia.

Estas ideas de James (1890) se apoyaron en previas consideraciones realizadas por Wundt (1913), quien había caracterizado el campo de consciencia como un fenómeno mucho más amplio que la simple acción de fijar un foco o centro del pensamiento. Wundt (1913) introdujo la noción del espacio de consciencia para referirse, específicamente, a la cantidad de información que se podía capturar en un acto de apercepción.

Para caracterizar esta dinámica, dio el nombre de punto de fijación de la consciencia a los contenidos sobre los que esta se posicionaba, mientras que utilizó la noción de campo de consciencia para caracterizar la totalidad del universo de contenidos que tomaban parte o que participaban en un acto perceptivo11 (Sahakian, 1970).

Pero Wundt (1913) hizo énfasis en aspectos del campo de consciencia que no ocupaban un lugar tan protagónico en la obra de James. El primer autor dedicó profundas reflexiones con el fin de resaltar en la caracterización del campo de consciencia los conceptos de claridad y diferenciación. El primer término refería a la comprensión integral de un objeto en sí mismo como una totalidad; el segundo, al contrario, implicaba la diferenciación de dicho objeto respecto a otros, en un margen de consciencia mucho más amplio. La claridad, como expresión de la captación de un contenido psíquico particular tenía por nombre atención, mientras que la posibilidad de diferenciar un evento de otros o comprender sus características, demandaba aspectos de reflexión y de organización explícitos de la información. Esta capacidad de dar cuenta de la información o, podríamos decir con un término más elemental, de reflexionar sobre ciertos eventos, era nominada por el padre de la psicología apercepción12.

El concepto de apercepción en Wundt (1913), aparentemente usado de manera similar por James (1890), fue utilizado para caracterizar el proceso de organización y análisis de la información por parte de los sujetos que actuaban de manera reflexiva sobre sus experiencias perceptivas. Pero al contrario de Wundt, James no establecía límites tan precisos en estas dimensiones de la consciencia y no otorgaba semejantes poderes en el control de la acción, a las funciones de reflexión. Si bien la consciencia tiene varias dimensiones, estas deben entenderse de acuerdo con diferentes niveles, no necesariamente operando de manera explícita. En cada uno de los niveles o estados en los que se manifiesta la consciencia participan procesos de selección de la información y actos de voluntad que orientan la acción y la percepción, según sentidos de unidad y continuidad del sujeto13.

Siguiendo a James (1890), existen distintos modos en los que se da la actividad consciente. Se podría decir que la consciencia actúa como consciencia superior de las cosas, donde una organización de saberes se articula de manera que el sujeto puede dar cuenta de la experiencia de una forma explícita y vívida (apercepción), y otros casos en los que se presenta como una mera sensación de la presencia de determinados objetos de los que se sabe que están presentes, pero que no son parte del foco central de la atención.

Tal como la concebía James, la estructura del conocimiento tenía relación directa con el ejercicio de la voluntad, la cual podía actuar tanto en el campo de las sensaciones, promoviendo impulsos de mover los ojos hacia determinada dirección, como en el del pensamiento, haciendo que, en el caso de la memoria, se privilegiara la evocación de unos recuerdos sobre otros14. La voluntad determinaba la direccionalidad de la atención y de todos los actos de apercepción. En palabras de James"En proporción a la apercepción de todos nuestros objetos mentales nos parece como un ejercicio interior de la voluntad, nuestra consciencia individual comienza a ensancharse y a estrecharse al mismo tiempo" (1890, p. 283).

De acuerdo con esto, insistimos en la misma idea, la atención no es solo una determinada carga energética de la que un organismo dispone ante determinadas demandas del ambiente, sino que es el proceso orientado por un sujeto que goza de un horizonte de significación y valoración de la información. Y tal horizonte opera sin límites precisos donde las formas aparentemente más automáticas deben verse como dependientes de este mismo mundo de significación. Un mundo de significación que es solo posible de caracterizar si se establece una unidad en la historia del sujeto, un yo que es la garantía de la estabilidad.

Al plantear James la consciencia como un campo no delimitable donde todos los contenidos guardan una relación estrecha que en algunos momentos conduce a fenómenos automáticos o a reflexiones explícitas, propone un horizonte de significación que demanda unos criterios que garanticen la unidad y la continuidad de la experiencia. Estos son precisamente los aspectos que demandan nuestra atención en los apartados siguientes.

Propiedades de la Consciencia

Unidad de consciencia. De las discusiones planteadas contra el asociacionismo, es conveniente señalar la dificultad de dar cuenta de por qué no tenemos una consciencia fragmentada, sino, de acuerdo con James, un flujo unificado de pensamientos15. La noción de campo de La noción de campo de consciencia aparece en su obra para dar cuenta de la sensación de unidad y continuidad de nuestras experiencias.

De esta manera, cuando James asumía como tarea central describir el campo de la consciencia y dar cuenta de cómo se estructuraba el flujo del pensamiento, hacía hincapié en el carácter de afinidad que debía existir entre los componentes que, en un determinado momento, se instauraban en el foco de nuestra mente. Si bien la estructura con la que se configura el campo de la consciencia muestra, de manera predominante, unos contenidos, es conveniente resaltar que las imágenes o las ideas ubicadas en los bordes o márgenes, que parecen vagas u oscuras, son consideradas, en la teoría de James, como partes de la actividad de la consciencia ya que determinan a esta con particulares conexiones de pertinencia.

Como lo expresa Gurwitsch (1979), el campo temático configurado a partir de la afinidad entre los elementos experimentados, mantiene una relación complementaria con los márgenes o rebordes que lo rodean. En este sentido se presenta como ejemplo el proceso de selección de las frases o imágenes que ingresan al pensamiento o que son expresadas en el discurso verbal. Estas frases o imágenes no aparecen azarosamente, sino que, por el contrario, trabajan facilitando la unidad y la coherencia del sistema, a la manera de un flujo que trae información del margen para reconfigurar permanentemente el campo de consciencia.

Ahora bien, James también llegaba a la formulación de este sentimiento de afinidad al referirse al concepto de pensamiento. Tomaba como ejemplo la frase"Colón descubrió América en 1492" para sugerir que era un error creer que, Colón, América o descubrió América, indican el objeto de tal pensamiento como si se tratara de ideas independientes unas de otras. Según James, el objeto del pensamiento tenía como rasgos centrales el corresponder a la totalidad de lo pensado, como una unidad de significación de un estado indiviso de consciencia.

Para James existe un objeto de la consciencia que corresponde al foco de interés, así como una consciencia que orienta sus esfuerzos y toda su subjetividad al examen de unos contenidos que operan en un contexto relacional16. Con esto se quiere señalar el papel transitivo de los actos de consciencia y la noción de totalidad como elementos definitorios de la noción de flujo.

En esta dirección y en respuesta a los planteamientos poco precisos de los asociacionistas para explicar el flujo del pensamiento sensiblemente continuo, James abogaba por la necesaria inclusión de una noción de yo que permitiera dar cuenta de las relaciones de unas ideas con otras (Humphrey, 1973). Al explicar, nuestro autor, cómo los pensamientos son parte de una consciencia personal, intenta presentar una continuidad temporal fenoménica como garantía de totalidad. Gracias a esta unidad temporal fenoménica podemos entender cómo pasamos de la resolución de un problema matemático a prestar atención a una melodía musical, sin rompimiento de continuidad.

Esta variedad de experiencias, que corresponden a temas particulares en el mundo, se organizan de tal manera que en una experiencia de recordar, por ejemplo"la cena del día anterior" no se establece un recuerdo puesto en el vacío, sino que se crea todo un panorama que conlleva a la inclusión de una multiplicidad de aspectos, directa o indirectamente relacionados. En esta situación imaginada no experimentamos una consciencia segmentada y unida por la secuencia rápida de determinadas ideas17, sino que todos estos contenidos están directamente anclados a la existencia de un sujeto que piensa, siente o recuerda en un continuo temporal. El carácter subjetivo relacional de nuestras vivencias,"el que me pertenecen a mí", asegura que la variedad de experiencias sean vividas siempre en primera persona. En esta experiencia subjetiva se considera tanto la participación de lo corporal, como de los procesos de reflexión y organización generados sobre la experiencia. A diferencia de las teorías que instauran un sujeto trascendental, para James, el carácter subjetivo-privado y fluctuante de la experiencia personal se constituye en el principal garante de la idea de la consciencia como unidad.

Tratemos ahora de orientar estas consideraciones hacia la cuestión de la continuidad temporal de la consciencia.

Continuidad de la consciencia. Además de los aspectos ya tratados en relación con la unidad o de la sensación de totalidad expresada en términos sincrónicos, hay una dimensión complementaria y necesaria en el análisis de James, que es la referida a la continuidad de la experiencia. Si bien aceptamos fácilmente que al percibir un evento este es captado como una totalidad, debemos ampliar esta dimensión holística a aspectos temporales. En otras palabras, la perspectiva de totalidad debe poder contemplar análisis estáticos e históricos o biográficos. Si la sensación de totalidad solo se utiliza para captar actos de consciencia momentáneos, o transitorios, queda la pregunta sobre si la experiencia del sujeto es un compuesto de agregados considerados de manera atomística18. La unidad debe referirse tanto a los actos de percepción que captan un evento de manera organizada e integrada, como a las sensaciones de que seguimos siendo los mismos a pesar de las variadas formas de manifestarse nuestro comportamiento a través del tiempo.

James utiliza el concepto de continuidad con diferentes sentidos. Un sentido fundamental es el referido a la ausencia de brechas o huecos temporales en la sensación de sí mismo. Por ejemplo, al despertarnos de una pequeña siesta nos seguimos sintiendo los mismos y no tenemos ninguna dificultad para restablecer la conexión de las vivencias que estábamos experimentando momentos antes. De igual manera si ampliamos la dimensión temporal podemos descubrir que la sensación de mismidad puede remontarse hacia muy variados contextos donde nuestro comportamiento a ojos de terceros puede ser contradictorio y opuesto. A pesar de que exhibamos conductas diferentes, como por ejemplo el encontrarnos en una fiesta donde hayamos degustado algunos productos etílicos, la sensación de que seguimos siendo los mismos no nos abandona19. De igual manera esta sensación de que somos el centro de nuestras sensaciones y que los acontecimientos nos suceden a nosotros, además de esa sensación de agencia, podemos captarla de manera subjetiva desde los momentos más alejados de nuestra infancia, donde los recuerdos ya se han borrado.

Esta noción de subjetividad no solo se ofrece para analizar una dimensión particular de la psicología, como podría ser la idea del yo, sino para abordar los aspectos epistemológicos no aclarados por las perspectivas criticadas en otros apartes de este texto. Las similitudes y asociaciones entre eventos solo serían posibles, cree James, por esta dimensión de mismidad. Si existe una continuidad de mi experiencia puedo establecer las conexiones que me producen a mí-mismo diferentes eventos. Mi cuerpo y la sensación de que soy yo el que experimenta a través de él, es el que facilita que ciertos eventos, que a los ojos de terceros puedan ser disímiles, se asocien de determinada manera. Las conexiones de la experiencia son parte de un flujo que busca asegurar las sensaciones de unidad y de conectividad.

Obviamente con esta sensación de unidad no se afirma que la unidad de consciencia sea el mejor indicador para determinar la fiabilidad de nuestro conocimiento de un evento. Es claro que los engaños son una constante en nuestra vida psíquica y que las sensaciones de certeza e, incluso, las percepciones de nosotros mismos, pueden ser unas ilusiones difíciles de extirpar. La referencia a la continuidad y a la unidad de la consciencia no tiene pretensiones de establecer parámetros para dar cuenta del proceso del conocer, y mucho menos pretende establecer un fundamento universal de nuestras más aceptadas formulaciones sobre el mundo y sobre la verdad. Las formulaciones sobre la subjetividad y el mundo experiencial de James se ofrecen para tratar de dar cuenta de por qué intentamos establecer unidad en nuestras experiencias personales y por qué las"similitudes perceptivas" pueden diferir de manera tan notoria entre las personas.

Fenómenos Particulares de la Consciencia

Retomando lo dicho hasta este apartado, se puede resaltar que la noción de campo de consciencia contempla un horizonte de percepción y de interacción con el mundo difícilmente delimitable. Si en un momento particular la atención se dirige a un determinado evento, para James, existe una serie de vivencias no atendidas que sostienen y hacen posibles los actos de apercepción.

De acuerdo con esto y según James (1890), no se puede establecer una delimitación tajante entre actividad consciente e inconsciente20.

El continuo entre la consciencia y la no-consciencia, ya se denominen niveles subliminales o de cualquier otra forma, se propone para señalar la dificultad de establecer límites precisos e imponer barreras de ese constante fluir de la experiencia subjetiva.

Si en nuestra vida cotidiana podemos realizar una serie de tareas sin que medie una atención explícita y podemos sorprendernos de que en espacios donde no podemos ejercer un control claro, como en nuestros sueños, se presenten algunas formas de planeación, como cuando nos despertarnos a una hora precisa, antes de que suene el molesto despertador o cuando tenemos una cita de vital importancia, las preguntas sobre el operar o las características de la consciencia se hacen de fundamental valor teórico. La selectiva atención de una madre, que durante su sueño responde a los más mínimos sonidos de su hijo recién nacido o los saltos de nuestra atención hacia aquellos temas de nuestro interés a pesar de estar ocultos dentro del ruido de una multitud, nos muestran unos procesos atencionales y un operar de la consciencia más allá de las usuales funciones que ejemplifican su operar a través de un explícito reporte verbal. Estos ejemplos informales, nos permiten insistir sobre la idea de la continuidad de la consciencia y reflexionar sobre cómo las cualidades que se le atribuyen a ella se manifiestan de múltiples y muy variadas formas.

James adelanta su preocupación sobre los niveles de consciencia y sobre la complejidad de la vida subjetiva estudiando el sueño, el sonambulismo, la hipnosis, los casos de personalidades múltiples y las experiencias religiosas21. Al integrar en la explicación de la consciencia este tipo de fenómenos, James pudo constatar que no toda nuestra vida mental efectivamente pertenecía al plano de la consciencia primaria, sino que por el contrario, buena parte de nuestros recuerdos, pensamientos, percepciones, impresiones, etc., podían permanecer en un plano secundario22 de nuestra consciencia por bastante tiempo. En algunos casos nuestros recuerdos podían presentarse en oposición y podían conducir, en casos extremos, a fenómenos de personalidad múltiple, que reflejaban la cristalización de universos de significación diferentes que afectaban nuestro frágil sentimiento de identidad. Pero para James, los casos patológicos y alterados de consciencia no eran excepciones, solo interesantes para el bizarro mundo de la psiquiatría, sino estados que mostraban las muchas maneras de constituirse la consciencia.

A continuación, se tratará de hacer una breve caracterización de otros casos que James retoma para exponer esas ideas de horizonte y del fluir de la consciencia, que son tan claras en su obra.

El fenómeno de la hipnosis, que incluso era considerado antes del trabajo de James como uno de los grandes retos para las teorías sobre la mente humana, nos enfrenta a pensar cómo puede el ser humano recibir órdenes, actuar o expresar ciertas sensaciones, de manera opuesta a la que sus sentidos, atención o voluntad (entendidas en este contexto como asociadas a un reporte verbal explícito) normalmente harían o expresarían. En otras palabras, el fenómeno de la hipnosis nos enfrenta —formulémoslo de manera algo informal inicialmente— a una"consciencia" diferente a nuestra consciencia cotidiana. El hecho de que un sujeto pueda recibir órdenes, en su estado hipnótico, para que no escuche otras órdenes, o deje de ver ciertos eventos en su supuesto estado de vigilia y atención explícita o que tenga o deje de tener ciertas sensaciones que para todos son evidentes, puede reflejar dimensiones o niveles de consciencia alejados de lo que nuestro sentido común estaría dispuesto a reconocer. Pero sigamos la argumentación de James y los casos que él mismo presenta.

Nuestro autor hace referencia al uso que se ha dado a la hipnosis para diferentes tareas o muy variadas actividades. Uno de dichos usos es como método anestésico en cirugías que generarían, sin ayudas que alteraran el dolor, sensaciones displacenteras insoportables. James (1903) cita igualmente los experimentos en los cuales se crean alucinaciones hipnagógicas, donde se inducen23 ciertas ilusiones. En estos casos los sujetos son llevados a creer, por ejemplo, que son animales, a suprimir necesidades básicas de alimentación, a experimentar severas sensaciones de calor o de frio o, incluso, a beber sustancias con total agrado, a pesar de que en su diario vivir las mismas se percibieran como totalmente desagradables. Los sujetos bajo tales"sugestiones" son capaces de crear todo un panorama de actuaciones, donde se alteran no solamente sus sensaciones, sino también sus pensamientos e incluso sus sensaciones de identidad.

En los casos de afectación de la identidad James señalaba otras particularidades que apoyan sus propuestas sobre la consciencia. En algunos casos los sujetos podrían reconocer el absurdo o lo irreal de algún comportamiento inducido en ellos, sin que esto les facilitara oponerse o resistirse a su ejecución. Imagínese el lector que antes de un acto importante, una clase o una conferencia, por ejemplo, fuera inducido por un hipnotizador a gatear debajo de una mesa o a cantar como un gallo. Este tipo de acción, que usted sin ninguna dificultad consideraría absurda, obra en usted (o en muchas personas que son sometidas a estados hipnóticos) como una compulsión que no puede controlar. Usted, en medio de la conferencia, para sorpresa tanto del auditorio como de usted mismo, grita como un gallo. Posiblemente ante la molesta sensación de incomodidad, usted pueda salir del paso con cualquier tipo de fabulación o simplemente se atormente durante un buen periodo de tiempo por este comportamiento inusual, sin que pueda encontrar alguna explicación racional.

Igualmente sorprendentes son los casos, que cita James, sobre la alteración y la afectación de la memoria en estos estados inducidos (James, 1903; Kihlstrom, 1987; Kihlstrom & McConkey, 1990). Nuestro psicólogo americano, siguiendo la experimentación de Janet y Binet, señala que en un estado de trance hipnótico se puede inducir a los sujetos a que olviden una serie de eventos, incluso más allá de lo vivido en el estado de alteración de la consciencia. Igualmente se puede inducir a que las personas"recuerden" eventos nunca sucedidos.

Muy interesante es el hecho de que el sujeto puede recibir la orden de que, cuando despierte de su estado de trance, presente una especie de visión"ciega" ante ciertos eventos. En tales casos, es posible indicarle al sujeto que elimine de su campo atencional a una persona determinada, a pesar de que esta persona"invisible" le afecte con su comportamiento.

Esta serie de fenómenos no se pueden explicar como una alteración de la memoria o de ciertos sentidos, sino más bien como un funcionamiento de la consciencia al estilo jamesiano. El sujeto no deja de ver los eventos, sino más bien los percibe y los atiende para ejercer sobre ellos un particular bloqueo en su acceso a la consciencia. Es decir, tiene que darse la percepción de un sujeto o evento determinado para que el sujeto sea el que lo seleccione para no ser percibido. El sujeto tiene que tomar consciencia del evento, para dejar de prestarle atención. De manera aún más clara, el sujeto tiene que tomar consciencia de algo para, posteriormente, alejarlo de la consciencia24.

Con este tipo de reflexiones James (1903) nos"induce" a pensar sobre la continuidad y los diferentes niveles en los que se pueden expresar los diversos procesos mentales. Un sujeto puede tener información que no logra expresar de manera explícita. De la misma manera el sujeto puede obedecer una serie de instrucciones o compulsiones sin que sobre ellas pueda presentarse un reporte verbal. La consciencia, entendida como el proceso de captar las regularidades del ambiente, de procesar alguna información, de ejercer cierta determinación sobre la acción, puede presentarse en diferentes niveles, sin que ninguno de ellos tenga el completo control sobre nuestra acción.

De manera relacionada, el que un sujeto no sea completamente susceptible a todo tipo de sugestión o que, aun estando en el estado hipnótico, acepte las órdenes que habrían de obrar sobre él de manera compulsiva, muestra que el concepto de unidad de la consciencia se propone evidenciar la continuidad de nuestra subjetividad, más allá del concepto que tengamos sobre nosotros mismos o de las posibilidades que tengamos de construir alguna narración que le dé coherencia a nuestra existencia. El yo es parte de una historia de significación que opera por encima de nuestras reflexiones, garantizando la coherencia de nuestros actos y la estabilidad de nuestras acciones25.

Esas mismas sensaciones de coherencia de las acciones, independientemente de la presencia o de la consistencia con los actos de reflexión que hagamos posteriormente a nuestra experiencia, pueden presentarse en los casos de personalidad múltiple o en los fenómenos místicos u otras experiencias religiosas. Un paciente psiquiátrico puede mostrar diferentes personalidades, cada una con coherencia y unidad notables26 y estas diferentes personalidades pueden hacerse presentes por eventos no necesariamente explícitos y en algunos casos con desconocimiento mutuo. De la misma manera una persona que haya vivido una experiencia mística o de éxtasis religioso, donde siente que hace parte de Dios, puede sentir que su experiencia es real sin que su razón pueda aceptarla o sin que tenga la posibilidad de expresarla en términos verbales.

Con los casos de hipnosis, personalidad múltiple o experiencias religiosas, se puede concluir, siguiendo a James, que la consciencia no depende de ciertas sensaciones de control, ni de reportes explícitos, ni de una sensación de agencia. Estos casos son solo eventos extremos que nos permiten entender que nuestro comportamiento no depende de fuerzas externas claramente identificables, ni de eventos que podamos reportar verbalmente, sino que puede describirse como una continuidad que se escapa de nuestros intentos de delimitación. La consciencia, es un continuo que solo puede ser señalado por esos aspectos de la identidad o de coherencia de una acción que se manifiesta muchas veces como una ilusión.

Conclusiones

La historia de la psicología es una continuidad, ya que muchas discusiones y posturas han permanecido a través de los años, aunque, en periodos particulares, alguna de ellas haya ocupado un lugar periférico en el trabajo investigativo. Las posturas asociacionistas y las que estiman la consciencia como una carga energética ligada al proceso atencional, han estado en el foco de las preocupaciones de los investigadores cognitivos (Colmenero, 2004), a pesar de que las formulaciones jamesianas no hayan dejado de existir. Incluso en los tiempos más recientes las ideas de James han vuelto a asumir su papel protagónico. A continuación señalaremos algunos aspectos de tales posturas.

En la ciencia cognitiva de los últimos 40 años, las versiones computacionales y neurocientíficas insisten en entender la consciencia en relación estrecha con una noción de atención que nos recuerda las formulaciones anteriores a la obra de James. La atención es caracterizada a la manera de una carga energética, inespecífica, que acompaña o facilita la realización de una multiplicidad de operaciones y/o tareas cognitivas (Moreno & Marín, 2006). Este tipo de caracterizaciones ha hecho uso de metáforas como el foco de una linterna, ya que se asume que la principal labor de la atención debe ser la de fijar la mirada o los sentidos del sujeto en una determinada tarea sin que pueda determinar su operar.

Nos permitimos utilizar otra metáfora para que se entienda el significado del concepto de consciencia ligado a esta noción energética de la atención. Si pensamos en el funcionamiento de un equipo de sonido o un televisor u otro aparato eléctrico, lo fundamental es la constitución mecánica del aparato y no la energía que este demanda para operar. La energía eléctrica solo tiene la función de activar el operar de la máquina, pero no de determinar su composición. Si el ingeniero atiende al voltaje es por el impulso que se requiere para el operar de la máquina, pero no para explicar su adecuado funcionamiento. La energía no explica la estructura organizativa del aparato, sino que simplemente es una condición necesaria para su funcionamiento. Así, el proceso atencional de un sujeto es la garantía de que este logre percibir un estímulo o una determinada tarea impuesta por el experimentador, pero no determina su operar. Si el sujeto no presta atención al evento o no lo hace con una determinada carga energética, no se puede continuar el experimento, pero esta carga es una condición necesaria y no el factor cognitivo que se está evaluando al enfrentar a alguien a una tarea27.

Pero si esta visión energética-atencional de la consciencia no demandó mayores preocupaciones en los inicios de la ciencia cognitiva, en los estudios recientes se ha expresado de manera más clara28. Un ejemplo de esto puede ser la perspectiva de Crick y Koch (1990), quienes hicieron énfasis, esencialmente en que la actividad consciente se resume en la activación sincrónica de las neuronas sensibles a distintos rasgos de los objetos, a una velocidad de 40 disparos por segundo. Es claro que toda actividad que responda adecuadamente a una serie de eventos, opera de la misma manera, sin que el modelo pueda discriminar la cualidad y los actos de unidad y valoración que hace el sujeto. Si la actividad consciente se equipara a unas determinadas oscilaciones eléctricas tálamo-corticales su característica se limita a acompañar la actividad con el debido coste energético (Crick, 1994)29.

Al igual que en los albores de la historia de la psicología, las perspectivas que asocian la consciencia a una determinada carga atencional, sometida al vaivén, a la intensidad y saliencia de los estímulos, se enfrentan a posturas opuestas que demandan la consideración del yo en la caracterización de la consciencia. Las reflexiones de James tienen una presencia notoria en la ciencia cognitiva actual, tanto en los autores que retoman muchas de sus conceptualizaciones, como a través del desarrollo que las ideas de continuidad y unidad de la consciencia tuvieron en la obra de Husserl30.

En la ciencia cognitiva, tanto el problema de la subjetividad y la identidad, como los aspectos fundamentales de la consciencia, han vuelto a ocupar un lugar de merecida atención (Blackmore, 2004). Gracias a esta consideración de la consciencia, los problemas que inquietaron a los pioneros de la psicología, se han ubicado nuevamente en el foco central de la investigación cognitiva. La hipnosis, los fenómenos de personalidad múltiple, el sonambulismo, las experiencias religiosas, los fenómenos místicos y otros estados alterados de consciencia son problemas que ocupan la atención de los investigadores, como una adecuada vía para entender la sensación de unidad subjetiva, los límites de la identidad, el papel de las creencias y el aspecto motivacional y de vínculo de la cognición y la acción (Cheesman & Merikle, 1986). Estos problemas conducen a muy variados puentes de comunicación entre los abordajes cognitivos y muchos otros campos de la psicología, la psiquiatría y otras áreas sociales (Kihlstrom, 1996; Stephens & Graham, 2007).


Notas

1Como lo ilustra Rorty (1989), desde la obra de Descartes, el estudio del conocimiento se estableció por una separación entre las sensaciones que captaban los eventos u objetos particulares y la razón y la consciencia que los organizaba de maneras complejas hasta constituir los pensamientos más abstractos. Los desarrollos posteriores a este autor simplemente harían énfasis en alguno de estos aspectos al que propondrían como el fundamento o el origen de todo conocimiento. Los empiristas y las posturas asociacionistas buscaban dar cuenta del origen de las ideas abstractas en las sensaciones particulares y en las asociaciones entre eventos atómicos.
2Las particulares diferencias entre las obras de Locke, Hume o sus continuadores es irrelevante en nuestra exposición. Por encima de los abordajes radicales o escépticos que puedan diferenciar a estos autores, es claro que el problema de la conexión de los eventos en el pensamiento se hace posible manteniendo la suposición metafísica (que en principio es opuesta a toda posición empirista) de la unidad, la coherencia y la estabilidad del mundo externo. En otras palabras, la unidad de las experiencias solo es posible suponiendo una unidad inicial en el mundo.
3Para los empiristas, el acto de percepción puede referirse tanto a las impresiones sensibles como a las ideas complejas. Debido a que James sigue este mismo tipo de terminología, continuaremos usándola con las aclaraciones necesarias según sea el contexto.
4A pesar de que utilicemos los mismos términos empleados por diferentes perspectivas, en el texto quedarán claras las diferentes concepciones sobre el proceso que nos ocupa. Para los empiristas, la consciencia está relacionada con el proceso atencional y para las posturas de James y la fenomenología el concepto se relaciona con aspectos de subjetividad y referencia a un yo integrador de la experiencia. En las posturas empiristas y las primeras teorías de la psicología, el término consciencia puede ser remplazado por atención, por conocimiento o por otras categorías, sin que merezca una especial consideración.
5Esta problemática consideración fue tematizada inicialmente por John Stuart Mill, quien utilizó la expresión"química mental" en reemplazo de"mecánica mental" para aludir a un proceso de generación más que de composición de las formas o ideas complejas (Humphrey, 1973). Para James (1890) el partir de los principios de la asociación impediría el dar cuenta del carácter de totalidad y unidad de la experiencia. La idea de unidad y de composición de las ideas debe ser parte de un principio organizador inicial y no el producto de una asociación de elementos atómicos. La propuesta de James se diferencia de las posturas racionalistas, dentro de las que podemos incluir las formulaciones kantianas, en que la unidad no es parte de unas formas abstractas, sin contenido, sino es parte de una historia vivencial que puede remontarse hasta la idea de subjetividad.
6Realmente el aporte más significativo de los teóricos de la Gestalt fue su reacción contra el atomismo y su propuesta de conceptos holísticos y de totalidad. La noción empirista y el sometimiento del sujeto a los eventos exteriores es un aspecto que en la Gestalt aún se mantiene. Si bien tales particularidades de esta escuela son secundarias para nuestra exposición, ya que por ahora nos interesa resaltar los intentos iniciales de abordar el concepto de totalidad, es importante precisar algunos aspectos a propósito de la idea de unidad que se abordará más adelante. La noción de totalidad puede ser vista más allá del acto básico de la percepción, o de la integración de todos los eventos del mundo. James resalta que la idea de totalidad depende de una subjetividad y no del conjunto de eventos físicos que proponía la Gestalt siguiendo su particular concepción de la teoría de los vectores.
7Como decíamos en una nota anterior, este debate tiene una larga historia en la filosofía, anterior al nacimiento de la psicología. La forma que adquirió en nuestra disciplina no solo depende de las referencias a una metodología científica, sino a ciertas particularidades dadas por los problemas analizados y por un campo de acción muy particular. Las ideas kantianas de un sujeto trascendental como condición de conocimiento y como criterio organizador necesario para explicar las particularidades de los sentidos, es ejemplo de una argumentación previa en contra de las ideas empiristas y asociacionistas. La psicología presentó argumentaciones similares pero sobre categorías relacionadas con procesos cognitivos como la memoria, los juicios y los fenómenos patológicos. Al menos en los primeros momentos de la disciplina.
8Es importante anotar que si bien la historia del uso del concepto de campo de consciencia es mucho más antigua del uso que James o Wundt le dieron, esta es, sin embargo, una noción fundamental en sus respectivas caracterizaciones acerca de la consciencia. De acuerdo con la lectura realizada por Rorty (1989), dicha noción, puede remontarse a algunas consideraciones de Descartes, quien formuló la existencia de un espacio mental, en el cual se ponían en observación diversos tipos de ideas (e.g., las sensaciones, las verdades matemáticas, las reglas morales, etc.). Descartes incorporó la noción de Ojo interno, con el propósito, primero, de instaurar la razón por medio de la indubitabilidad, como la forma privilegiada en el acceso al conocimiento y, segundo, la de integrar en el estudio de lo mental el concepto de consciencia, que habría de caracterizar todas aquellas ideas claras y distintas, que podrían considerarse verdades eternas (Pred, 2005). Las formulaciones de Descartes condujeron a otorgar a la consciencia la propiedad de conocer verdaderamente los objetos del mundo, ya que su indeterminado operar lograba evitar las contaminaciones que el mundo presentaba a través de los sentidos. Este espacio de indubitabilidad y fundamento de todo conocer, no es aceptado por James.
9Es importante señalar, que el concepto de espacio o foco de consciencia, al igual que el de periferia, no debe asociarse únicamente al problema de la percepción de objetos físicos. La manera en la que James articula la estructura del campo de consciencia, le permite hablar de los efectos de la atención sobre diversas modalidades cognitivas, entre las cuales, la memoria, la concepción (o pensamiento) y las emociones, ocupan un lugar fundamental (Mangan, 2009).
10Estos tres aspectos en su conjunto son la forma esencial en la que se estructura la consciencia y sirven además a la explicación de diversos procesos en los que están envueltos variadas operaciones cognitivas que implican la actividad consciente. El lector debe notar que consciencia en esta posición es algo más que un proceso atencional, dependiente de la saliencia de los estímulos.
11El análisis que podía llevarse a cabo en la inspección de la experiencia inmediata, según Wundt, estaba también relacionado con el tipo de ideas que se colocaban en consideración; las diferencias en los grados de claridad —atencional— dependían en parte de si las ideas eran elementales o compuestas y, si además, había transcurrido mucho tiempo desde que se había tenido la experiencia en cuestión. Solo el uso de observaciones experimentales sistemáticas permitiría, según Wundt, conocer la cantidad de contenido elemental que podía ser apercibido en un solo acto, mostrando lo que Wundt denominaba la envergadura de la atención. En el caso de las ideas compuestas y la cantidad de estas que en un momento determinado entran a la consciencia, este mismo autor habla de la envergadura de la consciencia.
12El uso de la palabra apercepción puede remontarse a la obra de Leibniz ([1714] 1984) quien estableció importantes caracterizaciones que posteriormente serían retomadas por Hartmann (Domínguez & Yáñez-Canal, 2011) en la descripción de las percepciones indistintas e inconscientes. Leibniz enfatizó la diferencia entre percepción y apercepción, indicando que mientras a la percepción le correspondía un simple acto de representación, la apercepción habría de dar cuenta de la capacidad reflexiva de la consciencia sobre sus propios estados. La apercepción es parte de un proceso de autoconocimiento (en el pleno ejercicio de un yo) que se genera sobre la consciencia a partir de la percepción de los objetos externos.
13Recordemos que cuando hacemos alusión a los niveles del operar de la consciencia nos estamos refiriendo a la noción de gradientes de consciencia sugerida por James (1890). La cuestión que vale la pena rescatar aquí es que la noción de los gradientes le permitió a James posicionar a la consciencia como una unidad, bajo la cual se podrían incluir distintos estados divergentes. Por ejemplo en el fenómeno de la hipnosis podemos observar una unidad subjetiva, sin que el sujeto pueda dar cuenta de manera explícita de su proceder (James, 1903).
14El planteamiento de la idea de voluntad en James (1890) tiene una importancia crucial que vale la pena describir brevemente. Contraponiéndose a la tradición del asociacionismo e incluso a algunos postulados que ponían énfasis en el examen del componente fisiológico del comportamiento (que serían claves para el planteamiento posterior del conductismo a inicios del siglo XX), James creía que con el estudio de la voluntad se podían abordar los aspectos de indeterminación de la conducta humana. Esta noción de voluntad está asociada a cierta concepción de libertad, que sugiere entenderla como el espacio de acción posible en un lugar indefinido de incertidumbre. Desde la Ilustración, el concepto de ley causal ha entrado en conflicto con la noción de libertad y de voluntad, entendidas en términos de las capacidades de un ser racional para orientar y regular su comportamiento y su vida social. Las ciencias morales (según la expresión famosa de Hume) tenían por preocupación hacer una investigación científica (desde las épocas de Hume y sus predecesores este término tenía una valor retórico fundamental) del comportamiento humano, según los modelos que Galileo y Newton habían instaurado para la física, sin perder las dimensiones de libertad y autodeterminación propias del ser humano. El énfasis puesto en los aspectos de voluntad o de indeterminación causal, tuvo en los inicios de las ciencias humanas (y dentro de estas en la psicología) una función orientadora que permitía reaccionar contra los múltiples determinismos que ofrecían como modelo del actuar humano las investigaciones de la fisiología o del darwinismo social. Antes de que el lector pueda dar un significado superficial al concepto de voluntad, insistimos en que el dado por James refiere a ese espacio de indeterminación propio de una visión de totalidad. En contra de una visión determinista y atomista, la voluntad es parte de ese campo de indeterminación que caracteriza la consciencia. Igualmente es conveniente diferenciar el uso del concepto de voluntad en la obra de Wundt y de James. Para el primero la voluntad tenía un papel mayor de control y era el proceso que garantizaba que la consciencia organizara la información de manera explícita. Para James, al contrario, era la dimensión de indeterminación, que solo se podía descifrar en relación estrecha con la subjetividad y la continuidad del yo de la experiencia. Muchas de estas ideas serán más claras para el lector en la medida en que avance la lectura.
15La historia previa de asociar la consciencia y la posibilidad de la unidad de la experiencia al concepto de yo es larga en la filosofía. No es nuestra preocupación hacer una sinopsis de esa historia, sino simplemente dar unas pinceladas generales que permitan ubicar la herencia consciencia aparece en su obra para dar cuenta de la sensación de unidad y continuidad de nuestras experiencias. que sigue James. Como decíamos en una nota anterior, donde citábamos a Rorty, la modernidad al instaurar como foco central de la filosofía el problema de la epistemología, estableció la escisión entre las impresiones (que son siempre particulares) y las ideas (o sus equivalentes terminológicos) y como parte de sus reflexiones, el propósito de reunirlas nuevamente o, al menos, de dar cuenta de sus posibles conexiones. En esta tarea la unidad se propuso como tarea del sujeto y este fue caracterizado de muchas formas, siendo el concepto de yo uno de los conceptos ofrecidos para dar cuenta de este proceso de unidad. El yo se abordó tanto como un conjunto de haces de experiencia, como una condición trascendental, como un límite que establece las posibilidades del conocimiento sin ninguna existencia sustancial o como una ilusión que no tenía ninguna referencia real. En esta reflexión la obra de James hace su aporte para considerar al yo como la condición que garantiza la unidad de las experiencias y la continuidad temporal del mundo vivencial. En esta historia es que se deben ubicar los diferentes significados del concepto de cognición.
16Dicha concepción acerca del objeto como el punto sobre el que se disparaba la atención focal de la consciencia, nos recuerda que el énfasis que se le dio a la noción de objeto tanto en Wundt como en Fechner (Sprung & Sprung, 1983), estuvo orientado más a una inspección de cómo los estímulos y las sensaciones se constituían en objetos del pensamiento, elaborando muy poco acerca de cómo se lograba el enlace de la variedad de elementos en una unidad coherente. Por ejemplo, en el lado de Wundt (1913), podemos hacer evidente esta situación con su argumentación acerca de las sensaciones y la manera de cómo estas eran capaces de engendrar representaciones de cosas exteriores. Las representaciones simplemente se conectaban dada su afinidad, logrando mantenerse en la consciencia atencional durante más tiempo. Consideraba así, que tanto la sucesión como la combinación de las representaciones dependían directamente de la secuencia de las impresiones que afectaban al organismo; esta idea de los objetos del mundo exterior convirtiéndose en los objetos del pensamiento, se fundamentó en la visión del carácter fisiológico de la experiencia, propuesta en los inicios de la psicología.
17Las propuestas racionalistas intentaban abordar en sus formas más extremas los actos de síntesis del conocimiento a partir de estructuras trascendentales, ajenas a toda experiencia subjetiva. Las ideas kantianas de un sujeto desprendido de sensaciones, valoraciones o particularidades subjetivas, es la postura que en el texto se señala de manera crítica. Esta idea kantiana ha tenido variadas expresiones en la psicología. Independientemente de los matices que puedan existir entre estas teorías, los más claros herederos de esta perspectiva en nuestra disciplina son las teorías de la Gestalt y la de Piaget.
18Esta es una dificultad bien notoria en las perspectivas gestálticas, ya que la idea de totalidad solo es contemplada como actos de actualización ante eventos presentes a la percepción. La idea de totalidad es desvirtuada cuando se refiere a las dimensiones biográficas, que se contemplan como diferentes Gestalt sumadas y no como constituyendo una nueva Gestalt (Köhler, 1967). Similares dificultades se ven en otras perspectivas cognitivas a pesar de que intenten incorporar aspectos genéticos. Piaget, por ejemplo, solo contempla formas diferenciales de organización del conocimiento, pero sin que en estas diferentes fases se presente una sensación de continuidad y de integración experiencial (Piaget, 1972, 2000).
19Se expone el ejemplo del alcohol en este espacio por razones que gradualmente quedarán claras al lector. Obviamente el límite de la sensación de sí mismo es bastante difuso e implica una referencia a la subjetividad, más allá de la verbalización o reflexión explicita que podamos tener. Por más que en ciertas situaciones perdamos la posibilidad de recordar lo que hicimos en este estado especial de consciencia, hay una sensación de unidad que restringe las posibilidades de acción del sujeto.
20Es importante señalar que James (1903) no estaba de acuerdo con la utilización del término inconsciente, pues consideraba que este podía llevar a confusiones que permitían conferir la existencia de una esfera mental completamente ajena a la consciencia. Para él y siguiendo a Janet, era más sensato referir a un tipo de vivencias subliminales que hablaban de una vida subconsciente, estableciendo así ciertos grados de consciencia (Domínguez & Yáñez-Canal, 2011). Siguiendo a Weinberger (2000), esto pudo deberse a que James quería evitar confusiones con los postulados establecidos por Freud y su teoría del inconsciente que se desarrollaba simultáneamente. No obstante, gran parte del trabajo que James retomó del psicoanálisis con relación al fenómeno de la hipnosis le permitió fundamentar la caracterización de la consciencia como algo que no necesariamente estaba adscrito a las categorías de control y reflexión, al menos si estas se entienden como procesos relacionados con los reportes verbales.
21El interés de James por este tipo de fenómenos en relación directa con el carácter de significación otorgado por los sujetos fue en creciente ascenso desde su obra Principios de psicología hasta su texto Variedades de la experiencia religiosa. En esta última obra las experiencias místicas ocuparon un lugar importante en sus estudios ya que a través de ellas evidenciaba su conceptualización sobre el yo y sobre los límites difusos del fluir de la consciencia. Posiblemente estas diferentes obras muestren cambios radicales en la conceptualización de James. Cambios que no nos interesa resaltar, ya que solo queremos introducir ciertas reflexiones sobre el pensamiento de James, que han sido olvidados por la restringida presentación de su obra en los textos oficiales de la historia de la psicología.
22Asociar el operar de la consciencia (entendida en este contexto como el foco atencional) a la terminología de primaria y el universo de significaciones no explícitas al concepto de secundaria hizo carrera en la psicología, para señalar la oposición a la conceptualización de Freud que daba un sentido diferente a los mismos términos. Esta conceptualización, que también se presenta en Piaget, Merleau-Ponty, Husserl y otros autores de orientación fenomenológica, se establece para cuestionar la formulación de dos instancias separadas con funciones claramente delimitadas y opuestas. Independientemente de los términos, los autores quieren asociar a sus conceptos una significación antifreudiana.
23James discutía ampliamente acerca del papel que el proceso de la sugestión representaba para la hipnosis, rehusándose a admitir que la posibilidad de entrar en dicho estado dependía, estrictamente, de las órdenes que el hipnotizador podía o no dar al sujeto. James señalaba así"... y no se debe olvidar que lo que es necesario explicar es el hecho de que en ciertas condiciones del sujeto las sugestiones obran de diverso modo que bajo otras en cualquier otro momento; que por medio de ellas se realizan ciertas funciones las cuales de ordinario eluden la acción de la voluntad viril vigilante, y que todo esto ocurre en una condición de la cual no queda después ningún recuerdo" (pp. 1141-1142). Lo importante es esa dimensión de la consciencia que establece ciertas zonas de disposición a la sugestión y que impone límites en su poder de influencia.
24James (1890) describe esta situación de la siguiente manera:"es como cuando uno ‘desecha' una obligación, ignora un reclamo o no quiere ser influenciado por una consideración de cuya existencia permanece consciente ... puede distinguir el objeto sagazmente de los demás análogos a él ... Lo ‘apercibe' como función preliminar para ¡poder no verlo!" (p. 1147).
25Uno de los puntos en discusión, a propósito de dicho tipo de fenómenos enunciados en este apartado, se refiere a la noción abiertamente expresada por James acerca de la existencia de varios yos. Si bien, él distinguía la permanencia de un yo primario que representaba el flujo de nuestra experiencia consciente, señalaba, igualmente, la existencia de varios yos, lo que se evidenciaba, según él en los fenómenos de doble personalidad, la histeria e incluso algunos casos de hipnosis. En estos casos podían observarse flujos de consciencia alternos o secundarios, disociados del flujo principal de vivencias fenomenológicas. Tal caracterización como lo indican Kihlstrom y McConkey (1990), se ha mantenido por autores como Hilgard (1977) en lo relacionado con los casos de consciencia dividida. Este punto polémico, en relación con la coherencia de los planteamientos de James no lo abordamos ya que excede los propósitos de nuestro escrito.
26En algunos de estos casos de personalidad múltiple el paciente no solo reporta sus vivencias de manera diferente, sino que muestra habilidades diferenciales, como el caso de una mujer que en una de sus personalidades varoniles y agresivas puede manejar un auto y realizar ciertas destrezas con una notoria habilidad, mientras sus otros yos pueden mostrarse torpes para las mismas tareas o frágiles en su comportamiento (Stephens & Graham, 2007).
27En los estudios de memoria, donde ha predominado esta visión"energética" de la consciencia, puede ilustrarse este operar. Sea la teoría multialmacén de la memoria o la noción de la memoria como una actividad de recuperación de la información almacenada, la pregunta sobre la consciencia es obviada por la sencillez de los experimentos en los que se"obliga" al sujeto experimental a prestar atención. El que el sujeto seleccione cierta información, si se hace un análisis sobre los modelos propuestos, parece demandar a un homúnculo (que no hace parte del modelo teórico) que establezca el porqué atiende a ciertos eventos o porqué recupera cierta información de la memoria a largo plazo. Este tipo de argumentos críticos contra los modelos procedimentales es oscurecida simplemente por el fácil acuerdo que genera en los que toman parte en un experimento (tanto el experimentador como el sujeto experimental y los lectores del estudio) la saliencia del estimulo al que es expuesta la población investigada.
28En la historia de la psicología, lo cognitivo, después de las formulaciones de Wundt y de James, fue asociado a procesos y estructuras que organizaban la información, sin que en ellas se demandara una consideración de la consciencia. La psicología cognitiva de corte computacional, igualmente erradicó de sus preocupaciones el problema de la consciencia y si se refería a ella era para asociarla al proceso atencional que estamos señalando (Baars, 2003). Recientemente por el resurgir de la posturas fenomenológicas, las teorías computacionales han intentado reflexionar de manera explícita sobre el proceso consciente, pero agregando a los fenómenos atencionales el proceso de reflexión explícita.
29En algunas perspectivas recientes de la ciencia cognitiva computacional (Baars, 1988, 1997; Lycan, 1996) se agrega a esta función secundaria, cualidades de control y metacognitivas de la consciencia. Estas aproximaciones no son tratadas en el texto, ya que demandan la presentación de detalles adicionales de la historia de la psicología, que desbordan nuestra preocupación de dar cuenta de la relación entre la atención, la consciencia y la subjetividad.
30De acuerdo con la lectura realizada por Ferrarello (2009) las elaboraciones del estudio fenomenológico de la consciencia, que James emprendió, fueron ampliamente retomadas por Husserl, quien compartió con el autor americano varios puntos conceptuales importantes, a saber, el tema de la voluntad, el concepto de experiencia y el carácter epistemológico de la actividad consciente.
Según la comparación realizada por Ferrarello (2009) acerca del pensamiento de James y Husserl, estos dos autores comparten su interés por el estudio del"movimiento" voluntario de la consciencia sobre el mundo, buscando comprender cuál sería la clase de vínculo que podría configurarse entre ambas realidades (de ser posible tal separación). James resaltaba entonces, que el estudio de la voluntad habría de indicar que tal"esfuerzo atencional" para consentir una idea, permite colocar bajo el foco: la estructuración perceptual del flujo de consciencia, la proyección de los patrones de significado y la culminación natural de este proyecto en la actividad corpórea concreta. Por su parte, Husserl exalta el papel que el conocimiento tiene en la comprensión de la estructura de la consciencia, tomando en consideración el carácter perceptual continuo de la experiencia consciente. Finalmente, otro de los puntos de conexión entre ambos planteamientos se encuentra en la descripción de Husserl sobre su noción de horizonte de consciencia y su concepto de síntesis pasivas de la consciencia, que se asemeja al concepto de campo de consciencia y a la actividad del borde de la consciencia de James.


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