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Revista de Estudios Sociales

Print version ISSN 0123-885X

rev.estud.soc.  no.21 Bogotá May/Aug. 2005

 

Estado de la investigación sobre conflicto, posconflicto, reconcialiación y papel de la Sociedad Civil en Colombia*

Maria del Rosario Guerra **
Juan José Plata***

* Versión de este artículo se presentó en el Centro Rockefeller para Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Harvard, en la conferencia “Moving Beyond Armed Actors: The Challenges for Civil Society in Colombia”, febrero 20-21 de 2004.

** Directora General de Colciencias.
***Jefe Programa Ciencias Sociales de Colciencias.


Resumen

En este documento se exploran las condiciones para el logro de la gobernabilidad y el desarrollo humano sustentable a partir de una mirada reflexiva sobre parte de la investigación realizada en Colombia en los problemas del conflicto, postconflicto, reconciliación y papel de la sociedad civil. Esta reflexión tiene tanto su interés académico como pragmático en el sentido de apoyar la identificación del conocimiento necesario para la sociedad postconflicto y elaborar lo que con su innegable humor Jesús Antonio Bejarano llamó la pazología en contraposición a la violentología.De algunos elementos de contexto se pasará a situaciones y procesos que nos son propios, acompañados de reflexiones más generales desde el conocimiento y los debates producidos por la ciencia social moderna. No es razonable pensar que más de lo mismo es bueno y saludable. No se trata de caer en uno de dos extremos, el autoflagelamiento o la autocomplacencia, menos en relación con un tema tan complejo como el del conflicto y el futuro de los colombianos. Muchos son los retos tanto en el plano del conocimiento como de los hechos que confrontamos como personas y como nación.

Palabras clave: Investigación social, conflicto, posconflicto, reconciliación, rol de la sociedad civil en Colombia.


Abstract

A critical look into research carried out in Colombia on the subject of conflict, post-conflict, reconciliation, and the role the civil society plays, is the starting point for an in-depth exploration into conditions required to achieve good governance and a sustainable human development, as set out in this paper. One of the most important challenges from the vantage point of knowledge is to review the kind of questions we are posing ourselves as regards research. To establish a distinction between actions conducive to the construction of mechanisms to explain conflict, coexistence and peace. To forestall common sense explanations, or more endogenous outlooks regarding such a sensitive issue.This paper will gradually advance from some contextual elements towards our own situations and processes, coupled with a wider analysis on the basis of knowledge and discussions arising from the modern social sciences. Pretending that more of the same thing may be good and healthy is unreasonable. We should avoid going to the extremes: either self-flagellation or self-satisfaction, even less so as regards such an issue as complex as conflict and what the future has in stock for Colombian people. Many challenges lay ahead of us, both as far as knowledge is concerned and regarding the facts we face as individuals and as a nation.

Keywords: Social research, conflict, post-conflict, reconciliation, and the role the civil society in Colombia.


Colombia: modernización, conflicto y democracia

Sorprende la manera explícita con que se hace referencia hoy a la nación colombiana como un proyecto inconcluso. Como si existiese un modelo único para seguir en la tarea de armar un país, una nación, una sociedad, una región, una institución, una familia. Hace falta más investigación social comparada, desligada de ciertas ideas y tendencias ideologizantes que han acompañado la investigación social en nuestro medio, que nos ha legado explicaciones a fenómenos como la violencia o la práctica social que antes que ayudarnos en la comprensión de los hechos nos impiden tomar plena conciencia de nuestra propia autonomía y responsabilidad.

El tema es complejo, los hechos lo son aún más; por lo tanto, no se trata de borrar la historia o las interpretaciones que se han hecho sobre las múltiples violencias que atraviesa la vida nacional. Se intenta un análisis crítico a partir de la investigación realizada en el país sobre el tema. La gran pregunta que hay detrás de este intento es ¿cómo relacionar el conocimiento social y las políticas sociales? ¿Cómo poner en comunicación a investigadores con tomadores de decisiones? ¿Cómo poner en comunicación el conocimiento generado por la investigación social con la sociedad?

Norbert Elías en su ensayo, "El atrincheramiento de los sociólogos en el presente" (1998), resalta cuatro funciones básicas que toda sociedad, de alguna manera, debe proveer: a) la provisión del sustento; b) la provisión de la seguridad contra la agresión en el interior del grupo o ente grupos; c) la provisión de conocimiento; d) la provisión de mecanismos de autorregulación. Claramente, estas cuatro funciones se encuentran entrelazadas unas con otras y es necesario pensarlas cuando se quiere abordar el tema del desarrollo humano sustentable y la construcción de una paz perdurable.

Estas funciones recurrentemente aparecerán en el transcurso del presente escrito. Se trata, además, de lograr destacar hitos gruesos que marcan nuestro devenir como nación, con algún nivel de detalle de la actual coyuntura, a la par que se incluyen reflexiones sobre los resultados o el conocimiento generado sobre la sociedad desde la investigación social en relación con los tópicos del conflicto, la convivencia y la paz y sus retos. Por último, se propondrán algunos lineamientos preliminares para la investigación en estos temas.

El conflicto y los avatares de la construcción de un proyecto nacional

La historia de la configuración de la Nación siempre será una historia contada en perspectiva. Hoy interpretamos e interpelamos ese devenir histórico a partir de las preguntas que nos hacemos desde el presente. No hay tal objetividad de los hechos por sí mismos. Por tanto, los hechos, los hitos que marcan el proceso de construcción de la nación, siempre serán contados según la perspectiva construida desde los resultados de la investigación social y de las propias dinámicas sociales.

Se afirma que para el caso colombiano y el latinoamericano lo que se dio fue una modernización acelerada de la estructura productiva y administrativa sin que se acompañase de expresiones propias de la modernidad.

Destacando el hecho de privilegiar el desarrollo de infraestructura, la incorporación de tecnologías y el impulso de la industrialización y la urbanización, ante todo en relación con la provisión del sustento y la inserción en el mercado global, sin garantizar la función de provisión de conocimiento. El concepto de la originalidad de la copia de CEPAL apunta a ese señalamiento.

La función de proveer la seguridad y mecanismos de autorregulación (construcción de ciudadanía) se relegó, en cierta medida, a los avatares del mercado, a las prácticas clientelistas en política, a las dinámicas emergentes en el proceso de construcción de las regiones y de articulación a un proyecto de nación contradictorio. Las aspiraciones de la modernidad -como proceso civilizatorio- no se materializaron ni en nuestra cultura ni en nuestras instituciones. Los acontecimientos vividos por la humanidad en el siglo XX, el siglo más corto de la historia (Hobsbwan, 1995), marcado por múltiples guerras y conflictos, nos permiten afirmar que tales aspiraciones no se han concretado en forma cabal en alguna parte. La emergencia del mundo moderno, ha significado a la vez, la presencia tanto de la razón substantiva como de la razón instrumental.

En una perspectiva de largo plazo, podemos recurrir a los conceptos desarrollados por Fernand Braudel (1984) de la Economía-Mundo, que nos sitúa en ese acelerado proceso de generalización de las relaciones mercantiles, de la incorporación mediante el saqueo y la fuerza de nuevos territorios al mundo colonial, luego neocolonial y postcolonial. De igual modo, nos podemos apoyar en el concepto del Proceso de la Civilización de Norbert Elías1, donde en una perspectiva de largo plazo se plantea de manera novedosa la relación entre la estructura de la personalidad y las estructuras sociales. O en aquel otro concepto de Karl Polanyi (1992), La Gran Transformación, que da cuenta de la creciente generalización de la economía de mercado, sus orígenes políticos y económicos, pero y, ante todo, sus determinantes institucionales y socioculturales.

Las migraciones del campo a la ciudad, que acompañan las dinámicas de transformaciones urbano rurales, socioeconómicas y las manifestaciones culturales, han sido objeto de atención tanto de la investigación social como de la política pública. En estos casos, como en el de la movilidad internacional de la fuerza de trabajo, se ha hablado de zonas de expulsión y zonas de atracción, de países receptores y países emisores. Sin embargo, este tratamiento, así como las explicaciones sobre relaciones entre el centro y la periferia, no parecen ser suficientes para dar cuenta de los hechos en nuestros días. El centro se descentra, el tercer mundo invade las capitales del primer mundo, lo urbano se refugia en el campo. Una de las características de la morfología urbana en Colombia es su dinamismo y su capacidad de transformación. Rápidamente un barrio de invasión va pasando de construcciones provisionales a elementos más estables y de mejor material, a mejores vías de acceso y mejor provisión de servicios públicos. A través de la autoconstrucción, las clases subalternas aúnan esfuerzos para lograr la provisión de aquello que no se puede conseguir vía el mercado o vía el Gobierno. Esto hace que recurrentemente se reproduzca el fenómeno de la migración y la urbanización precaria, acentuado hoy por factores estructurales como la violencia política, las presiones paramilitares y los nuevos procesos de disputas por el territorio y por el poder.

La cambiante urbanización y las posibilidades de ascenso social han puesto en entredicho aproximaciones como las de la marginalidad urbana de los años sesenta o las de la antropología de la pobreza2 (Rogers, 1969). La ciudad se presenta en el imaginario popular como la opción de lo diferente, la opción del cambio. Los procesos de moverse hacia la ciudad han estado marcados por acciones colectivas como en el caso del desplazamiento forzado, otras son acciones individuales. Siempre se ha hecho alusión a las dificultades de adecuación al nuevo entorno urbano, al desarraigo cultural, a la fragmentación urbana. Sin embargo, esto es, muchas veces más, producto de la imaginación de los intelectuales que se asoman a dar cuenta del fenómeno, que una expresión de la vida de los nuevos habitantes urbanos.

Las posibilidades de ascenso social, de abrirse camino en la ciudad tienen que ver con las estrategias de los grupos migrantes de lograr mayores espacios de participación. De la capacidad de los nuevos grupos de lograr establecer relaciones no conflictivas con los ya establecidos y lograr acceso a su capital social, a su saber hacer urbano, trabajos, desplazamientos, servicios, etc., de las relaciones con los establecidos, depende en buena parte su posibilidad de éxito o fracaso en su adaptación al nuevo entorno sociocultural. Esto guarda relación con el establecimiento de redes de solidaridad, bien familiares o regionales (compadrazgo y amistad), bien funcionales de trabajo o de acceso a servicios. Para el migrante, las posibilidades de ascenso social se asocian a la capacidad de aprovechar e identificar esas redes y ofertas que están en el medio urbano.

Colombia, como el resto de América Latina, es rica en diversidad biológica y de recursos genéticos, así como en una diversidad humana sociocultural producto de los múltiples procesos de mestizaje e hibridación cultural. Diversidad de reservas importantes de la biosfera concomitante con importantes procesos de transformaciones sociales (migraciones, multiculturalismo, conflictos, urbanización, criminalidad internacional, pobreza) que en ocasiones tienden a ponerla en peligro.La permanencia de saberes tradicionales y otros conocimientos. Todo lo cual plantea importantes retos en términos de conocimiento, de derechos de propiedad, de gestión del conocimiento y de adecuación institucional. Una sociedad que no tiene la capacidad de pensarse a sí misma y sus posibles alternativas de futuro es una sociedad inviable. Para Colombia y para América Latina es urgente generar talento (capital humano) para la competitividad. Se requiere la integración de la prospectiva científica y tecnológica con la prospectiva social y, de éstas con las políticas públicas. Hay la necesidad de adelantar ejercicios conjuntos que propicien la formulación de políticas comunes, sobre la base del reconocimiento de semejanzas y diferencias, de intereses y de fortalecimiento de la capacidad de negociación.

La coyuntura presente para Colombia y la Región Andina es particularmente crítica. Por un lado, el recrudecimiento del conflicto, la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, los efectos que sobre la economía, la convivencia, las relaciones internacionales tienen las actividades criminales asociadas a los cultivos ilícitos y su tráfico y, por el otro, debido a las manifestaciones de criminalidad urbana y de corrupción. Las cifras plantean ya de por sí muchas preguntas, pero también están las referentes a las relaciones entre violencia y sistema político, dinámicas productivas, provisión de sustento, exclusión y violencia urbana y muchas otras posibles relaciones, que nos llevan a preguntarnos por la manera como se resuelven las diferencias, como se asumen y se tratan los conflictos más cotidianos.

Los estudios sobre conflicto

Los temas de la política y la violencia han sido diferenciados tanto por los teóricos de la ciencia política como por el ciudadano corriente. Así se han opuesto violencia y democracia, violencia y política3 . Lo cierto del caso ha sido que la construcción de la democracia y el ejercicio de la política en nuestro caso han estado acompañados por la violencia. En términos de Tilly (2000) para el caso colombiano no solo presenciamos una violencia de gran escala, sino a la vez una política que le encanta la controversia, la camorra, el tropel. Esta característica se evidencia en los estudios que sobre el tema se han realizado en el país.

Uno de los estudios pioneros en el tema fue, sin duda, el realizado por Guzmán, Borda y Umaña (1962), sobre el período clásico de la Violencia, expresión de la contradicción de dos mitos fundacionales excluyentes, que entre otras, habían acompañado de manera recurrente el proceso de conformación de la República. Este es un estudio pionero que abre todo un campo de estudios sobre un periodo que permanecía silenciado en la memoria oficial, en el que además se resalta, hoy día, que no se garantizó de parte del Estado la indemnización del daño causado, ni a la sociedad ni a quienes perdieron bienes y familiares.

Sobre este mismo período, como una manera de relacionar sistema político y violencia, tenemos el estudio de Sánchez y Meertens (1983) sobre bandoleros, gamonales y campesinos, que se constituye en un aporte novedoso y original sobre bandolerismo, un fenómeno recurrente en los procesos de degradación de la guerra en que se sume hoy el país. Pero,además, destacan los problemas relacionados con la legitimidad del orden y los del ejercicio de la democracia.

En una mirada desde los imaginarios y la historia de las ideas, tenemos los trabajos de Carlos Mario Perea (1996) y de Darío Acevedo (1995)4 . Este período marcó tanto al imaginario social, que surgió toda una literatura dedicadaa dar cuenta de los hechos acaecidos durante la violencia, como una manera de realizar una catarsis y poder asimilar todo el horror que significó en la vida de pueblos y veredas. Muy tímidos son los intentos de estudiar las diversas manifestaciones culturales (literatura, obra pictórica como la Débora Arango, etc) sobre este período y su relación con el inconsciente colectivo, en el plano de los estudios de la cultura. Sin duda que este episodio de la vida política nacional es producto y origen de conflictos políticos, económicos y sociales no saldados.

De igual manera, se han presentado nuevas perspectivas en la indagación histórica. Hoy contamos con nuevos estudios sobreel proceso de conformación de nuestras instituciones que se hacen a partir de las preguntas por las guerras del siglo XIX, María Teresa Uribe de Hincapié, Luis Javier Ortiz y Catalina Reyes5, así como estudios sobre el periodode la violencia con nuevas miradas, como es el caso del trabajo de Mary Roldán (2003).

El Frente Nacional constituye un pacto, que si bien mitigó los enfrentamientos partidistas, no logró la participación democrática y diluyó los partidos en un pacto de clientelas y alternaciones en el ejercicio del poder, pero no fue solamente esto, fue por igual, un período de altas y bajas en el clima de gobernabilidad. Varios son los estudios realizados alrededor de las relaciones entre la violencia, conflicto y la política, entre ellos el de Paul Oquist (1978), así como el de Leal y Dávila (1990), que destacan las consecuencias de la democracia realmente existente, la permanencia de prácticas contrarias a su ejercicio que generan factores adicionales de conflicto y perturbación. En el contexto de la guerra fría, se asume en el país la teoría del enemigo interno y de la seguridad nacional, como lo estudia Leal (1994), siendo este uno de los trabajos que aborda el tema de la seguridad nacional, el monopolio de la fuerza y el papel de las fuerzas armadas, tema que de igual modo aborda Elsa Blair (1993).

Este período ha sido particularmente prolijo en la producción académica sobre el asunto. Quizás un evento académico que marca un hito es la realización de La Comisión de Estudios sobre la Violencia (1987)6 , cuyo informe destaca la multiplicidad de la misma así como su reforzamiento y causalidad. Se indican las interacciones de la violencia política, la violencia económica, la pérdida de capital social, los incrementos de la criminalidad urbana, la violencia difusa y los conflictos interétnicos, entre otras. Algunos estudios han buscado abordar la expresión regional y urbana del conflicto en sus más diversas facetas (social, económico, político). Además del contexto global, anteriormente revisado, lo que entra en juego en estas investigaciones no es otra cosa que la expresión de las dinámicas de la construcción social de las regiones como lo diría Sergio Bossier, donde naturalmente se juegan las relaciones entre los procesos regionales y los de conformación de la nación, relaciones que han estado transidas por el conflicto y los niveles desiguales de desarrollo y articulación nacional. Buena parte de las expresiones del conflicto se dan en zonas de colonización interna o en las fronteras.

Un primer grupo de estudios de violencia de expresión regional se presenta en la Maestría de Historia de la Universidad Nacional que continuó el Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales -IEPRI-7. De este núcleo surgen los investigadores que se conocieron como los violentólogos. Se inscriben dentro de estos los trabajos sobre la mafia en el norte del Valle, de Darío Betancourt (1990); el de la presencia paramilitar en las zonas esmeraldíferas, realizado por Javier Guerrero (1991); los desplazados invisibles y el conflicto armado en la zona de Urabá, estudiados por Carlos Miguel Ortiz (1999); y los trabajos de Alejandro Reyes (1993) sobre la geografía de la violencia, temas que siguieron trabajándose posteriormente como los de Camilo Echandía.

En la medida en que las manifestaciones de la violencia insurgente, como la del narcotráfico, y la violencia común se hacían más agudas en el país, se producen expresiones de intento de resolver el conflicto interno. Tokatlian (1999) diferencia tres tipos de diplomacia por la paz, la Diplomacia por la Pacificación Forzada, característica del período de Turbay y Camacho Leyva, con la aplicación del Estatuto de Seguridad; la Diplomacia por la Neutralización, de las administraciones Barco y Gaviria, con múltiples acercamientos y rupturas, siendo la más fuerte la ruptura con las FARC y el asalto a Casa Verde, pero de igual modo se destaca la desmovilización y proceso de reinserción del M-19, EPL, Quintin Lame, PRT, CRS, así como la realización de la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, y la Diplomacia de la Paz Negociada, de las administraciones.Samper y Pastrana. La primera restringida por la presencia de dineros del narcotráfico en la campaña y todas las consecuencias políticas del proceso 8000. Luego tenemos la frustración y el fracaso producto de unas negociaciones para la construcción de una agenda, delimitación de un área de despeje para adelantar las negociaciones, cinco municipios, con una exacerbación de la confrontación armada, bajo la consigna de negociar en medio de la guerra. En la actual coyuntura, como reacción a la experiencia previa, está en vigencia la política de Seguridad Democrática del presidente Uribe, que plantea la lógica del corazón grande y el pulso firme.

Ante la creciente incidencia de las distintas formas de violencia sobre la economía y la sociedad, se desarrolla la investigación sobre la economía de la violencia. En esta línea están los trabajos de Deas y Gaitán (1995), Granada y Rojas (1995), quienes estiman que los costos asociados a la guerra para el periodo 90-94 son en promedio 4% del PIB; los realizados por Mauricio Rubio (1999), quien basado en el individualismo metodológico relaciona violencia con impunidad. Las pérdidas producto del conflicto son tanto en capital físico, capital social y capital humano. Fenómenos como las masacres y los desplazamientos forzosos se han convertido en el pan de cada día aunque con una reducción de las retenciones, los secuestros y las extorsiones en el gobierno del presidente Alvaro Uribe.

No solo ha surgido la preocupación por establecer las cuentas de la guerra (costos, balances, impactos) sino también de los actores de las distintas violencias o sobre las diversas manifestaciones del hecho. Un actor que ha ganado protagonismo y que ha contaminado todo el entramado de las violencias es el narcotráfico. Hay aproximaciones desde la economía política como la realizada por Thoumi (1994), así como en la perspectiva de las relaciones internacionales y la guerra de las drogas, Camacho, López, Thoumi (1999); en este mismo sentido y a raíz de la narcotización de la agenda de las relaciones con Estados Unidos, se llevó a efecto la Misión de Estudios sobre Estados Unidos (Tokatlian,1999)8 , aproximaciones desde las historias de vida como la hechas por Molano (1997), o los efectos sobre la propiedad agraria como los estudios de Alejandro Reyes (1993). El narcoterrorismo y la guerra de las drogas siguen en la memoria social con la voladura del jet de Avianca o los coches bomba. Así mismo, se asocia su emergencia con el sicariato (Salazar, 1991) y el desarrollo de grupos de defensa privados sin dejar atrás los mecanismos de corrupción de las instituciones, en especial, la rama judicial y la clase política.

Hay también una serie de estudios sobre la violencia en el municipio colombiano y en las ciudades. Cubides, Olaya y Ortiz, en La violencia y el municipio colombiano 1980 -1997, parten de una definición general para luego dar cuenta de las expresiones particulares dentro de una dimensión municipal: "la violencia que se expresa en la muerte o eliminación total del otro por cualquier motivo, como impedir la diferencia, hacer sentir la superioridad, defender un principio, negar el conflicto, ganar un negocio, eludir un pago, vengar un agravio, etc.” (Cubides, Olaya y ortiz, 1998, p. 17) o, Álvaro Camacho y Álvaro Guzmán (1990) quienes en su exposición de las características de la violencia urbana y su estudio parten "de una simple definición de violencia: es una relación social de conflicto en la que se recorre al abuso de la fuerza para tramitar o resolver ese conflicto y se lesiona la integridad personal o se apropian o destruyen bienes con intenciones de afectar al contendor” (Camacho y Guzmán, 1990, pg 26).

Como una mirada de conjunto a la totalidad de expresiones de la violencia y los impactos sobre la economía y la sociedad, se realizó el ejercicio conjunto IEPRI-CEDE que se tituló La Paz es Rentable9 , y que coordinó Álvaro Camacho, así como sucesivos encuentros académicos que buscaban polemizar sobre las distintas perspectivas arriba enunciadas. Finalmente, cabe mencionar los estudios que relacionan violencia y sistemas jurídicos, más desde la perspectiva sociojurídica que desde la relación costo beneficio trabajada por Rubio, encaminada a establecer el caleidoscopio de la justicia en Colombia (Sousa y García, 200110 ), así como los estudios relacionados con las atrocidades de la guerra, la violación de los derechos humanos y el derecho internacional humanitario, como el que adelantan el CINEP y la Comisión Colombiana de Juristas. Así mismo las investigaciones relativas a la fragmentación interna del Estado y los procesos de paz (Bejarano, 2000). Estos estudios destacan la estrecha relación que hay entre acceso a la justicia y comportamientos violentos, así como lo complejo y estratégico que es el tema de la modernización del sistema judicial, el acceso a la justicia y la garantía plena de los derechos básicos para todos los asociados. Entran en la misma perspectiva los estudios del CINEP sobre actores de la paz y la violencia, así como la investigación de Clara Inés García sobre movimientos cívicos y regiones, adelantada en el departamento de Antioquia. Los estudios sobre la dinámica socioeconómica en el Valle del Cauca, realizados por Álvaro Guzmán. O el trabajo reciente de Gutiérrez (2002) sobre sistema político y violencia en el que se aborda el caso de Cundinamarca. Un tema que ha surgido como problema de investigación es el relacionado con las manifestaciones locales del poder y sus relaciones con el gobierno central y actividades de cultivos ilícitos. En esa perspectiva se dirige la investigación de María Clemencia Ramírez (2001) en la amazonía, abordando el fenómeno de las marchas cocaleras, y podría ubicarse el estudio de Ferro y Uribe (2002) sobre la guerrilla de las Farc y cultivos ilícitos en el Caquetá11 . Así mismo, hay trabajos muy interesantes sobre jurisprudencia indígena, llevados a cabo por el ICANH y la Universidad del Cauca, y sobre estudios etnográficos de resolución alternativa de conflictos en Córdoba y Guajira, investigación adelantada por Gloria Ocampo y Robert Dover.

Los estudios ponen en evidencia las desigualdades regionales, y, a la vez, la diversidad de procesos de integración de las regiones y la nación. A través del desarrollo de los cultivos psicotrópicos y la presencia de diversas organizaciones armadas, y de la economía de las drogas, el tráfico ilegal de armas y sus respectivas organizaciones, se pone en evidencia la conjunción global-local, y la internacionalización de los elementos del conflicto, así como las consecuencias negativas sobre la población local, el medio ambiente y el ejercicio de la democracia.

Los estudios micro sobre la violencia se dirigen a indagar por la violencia más en el ámbito de lo privado, los conflictos en el seno de la familia, la violencia intrafamiliar y los factores de riesgo asociados. A veces se pierde de vista la diversidad de género y los temas del conflicto, la convivencia y la paz. Esto ante todo por la predominancia que se ha dado al aspecto político en el tratamiento del tema.

Más centrado en los procesos de socialización en relación con la violencia, está el trabajo de Daza y Zuleta (1997), las maquinaciones sutiles de la violencia. Y en una línea similar, pero con enfoques teóricos distintos, están los trabajos de Jimeno y Roldán (1998) sobre violencia cotidiana en contextos urbanos. Los estudios sobre violencia intrafamiliar en Cali, adelantados por María Cristina Maldonado y los de violencia intrafamiliar, de María Cristina Palacio en la Universidad de Caldas12 . El grupo de Género y Sociedad de la Universidad Nacional de Colombia que ha liderado el trabajo de estudios sobre las relaciones conflictivas entre géneros y generaciones, la discriminación contra la mujer, la violencia cotidiana con Donny Meertens, Magdalena León, Yolanda Puyana y Juanita Barreto, entre otras.

El desplazamiento forzado, las angustias de las familias y sus integrantes para reconstruir sus proyectos de vida, pero así mismo la permanencia de relaciones de dominación y maltrato entre género y generaciones, nos ponen de nuevo frente al reto de explicar la condición humana. De igual modo, cuestionan nuestras instituciones y los procesos de socialización. Un trabajo pionero en este tema del desplazamiento, tanto por el enfoque como por los resultados, fue el realizado por Alejandro Castillejo (2000) quien desnuda nuestra incapacidad de comprender al otro, resalta los imaginarios construidos alrededor del desplazado y los aspectos socioculturales del fenómeno. En una perspectiva de investigación social aplicada, Martha Nubia Bello, de la Universidad Nacional y Gloria Naranjo, en la Universidad Medellín, vienen trabajando sobre el fenómeno del desplazamiento en la perspectiva de los derechos, resaltando la crisis humanitaria y la necesidad de políticas públicas sobre el particular.

Los estudios sobre el posconflicto, la convivencia y el papelde la sociedad civil

Hay toda una línea de inamas dvestigación sobre resolución alternativa de conflictos en medios educativos. Rodrigo Parra Sandoval es un sobresaliente investigador en el tema. Pero, igualmente, han ido surgiendo otras organizaciones no gubernamentales que para el caso de Bogotá se han dedicado a estudiar los procesos de construcción de una cultura democrática en la escuela, o la conciliación en medios escolares, como la Fundación CEPECS y SOCOLPE. Los conflictos, la manera de resolverlos, los procesos adaptativos y las estrategias cognitivas, sin duda, se construyen ante todo en la escuela. Los valores, las prácticas y los imaginarios sobre el conflicto, la democracia y la manera de resolver la diferencia son producto en buena parte de instituciones como la escuela, la familia y en nuestros días los medios y la vida en la ciudad. Hay resultados de investigación y casos interesantes por aplicar el conocimiento generado en la investigación a la transformación de la institución escolar, pero hay camino por recorrer tanto en el mundo del conocimiento como de la acción13 .

Igualmente, hay estudios desde la perspectiva de la salud pública como los adelantados por CISALVA (Centro de Investigaciones Salud y Violencia), que han apoyado progre intervención como los contemplados en DESEPAZ para la ciudad de Cali. En materia epidemiológica están las investigaciones sobre factores de riesgo en jóvenes, realizadas por el Centro de Estudios de la Salud en la ciudad de Medellín.

Como un experimento social para la construcción de la paz, merece especial mención el proyecto para la paz y el desarrollo del Magdalena Medio, apoyado por el Banco Mundial, y coordinado por el CINEP. Proyecto con un componente pedagógico con alta participación local, que impulsa planes productivos y la construcción de ciudadanía en una de las regiones de gran expresión del conflicto armado. Se han puesto en la agenda nuevos experimentos de esta índole, apoyados por la Unión Europea para el oriente antioqueño y el macizo colombiano.

Estos experimentos sociales de gran envergadura, así como las iniciativas de los empresarios por la paz, como VALLENPAZ o la experiencia de INDUPALMA, o las iniciativas de mujeres, municipios y otras organizaciones civiles por la paz, se empiezan a documentar, pero no cuentan con un estudio sistemático que permita hacer del conocimiento tácito un saber explícito y comunicable. Las mediaciones entre el conocimiento y las políticas públicas son múltiples y diversas. Este nexo, entre investigadores y tomadores de decisiones, demanda que se construyan más espacios de encuentro y comunicación. En algunos casos esta asociación es posible por los cambios de roles, como fue el caso de Antanas Mockus (2003) y su investigación sobre indicadores de convivencia, en el que la investigación se incorpora a los programas de Convivencia Ciudadana. O como en el de Medellín, en el que se da la relación entre usuarios (profesores e investigadores tanto en la actividad de investigación como en la capacitación otorgada), o por la participación en las mesas de trabajo organizadas por el Programa de Convivencia y Seguridad. Pero está también la que se da hacia la comunidad de investigadores y, en general, la comunidad académica cuando se incorporan al debate público de los resultados y propuestas, o a los planes y programas de estudio. No es fácil realizar un balance sobre los posibles impactos de estas investigaciones, como tampoco se puede inferir relaciones de causa efecto sobre las políticas públicas en materia de convivencia y seguridad ciudadana. Pero sí se puede destacar el hecho de que, en el plano meramente académico, se han cumplido las promesas hechas de generar conocimientos sobre esos temas y publicar el grueso de los trabajos, algunos de los cuales han logrado premios y reconocimientos como son: el trabajo de Luz María Agudelo, premio de Pediatría de Colsubsidio, o el de Ciencias Sociales de la Fundación Ángel Escobar, otorgado al trabajo de Francisco Leal Buitrago (2002).

Esta constituye tan solo una referencia parcial a los estudios que se han realizado, en el tema se podrá encontrar que la dinámica es mayor. En el país se viene consolidando una comunidad de investigadores. En una consulta en la Red SCienTI de Colciencias14 donde está consignada la información sobre los grupos de investigación que se presentaron a la convocatoria de grupos del año 2002, buscando por la palabra convivencia encontramos 5 grupos; por la palabra democracia, 3 grupos; por la palabra conflicto, 8 grupos; por la palabra violencia, 7 grupos y por la palabra cultura política, 11 grupos; lo que en total nos da 34, trabajando en temas de interés para la política pública relacionada con la convivencia y la seguridad ciudadana, como se puede desprender de las temáticas de las líneas de investigación declaradas. Sin embargo, hay que señalar que todavía nos queda mucho camino por recorrer tanto en la generación de conocimiento como en su consumo por quien tiene a su cargo la política pública o la posibilidad de promover procesos de intervención social, así como por la sociedad en su conjunto. Si bien hemos ido consolidando una capacidad nacional de generación de conocimiento, persisten los desbalances regionales, y las redes de generadores y de usuarios del conocimiento son aún débiles.

Retos para la investigación social y la política pública

Este trabajo no hace una relación del conjunto de trabajos, y la alusión realizada en el texto a varios de ellos puede pecar de omisiones importantes. De todos modos, nos sirve para señalar la preocupación y el empeño de los investigadores colombianos por comprender y explicar un fenómeno que atraviesa los procesos de construcción de la nación, de sus instituciones, de sus partidos políticos, del ejercicio de la política y la democracia.

De nuevo, la situación presente pone en tensión la capacidad que posee la sociedad para generar el conocimiento social básico. Así mismo, nos confronta en la posibilidad de construir los acuerdos y los espacios para el ejercicio de la política y la democracia. No solamente está en juego nuestra capacidad de explicación y comprensión de los fenómenos; también lo está nuestra capacidad de actuar en consecuencia. El reto, sin duda, es vital y en él s compromete nuestra propia suerte como nación. Reto que sin conocimiento será más difícil de sortear.

La criminalidad urbana en el país, pero de manera especial la que sucede en los centros de consumo, asociada a fenómenos como el enriquecimiento rápido y el cada vez más común fenómeno de la corrupción, plantean nuevos y peligrosos temas de investigación para las ciencias sociales. Alrededor de estos fenómenos como del escalamiento de la guerra se deberían impulsar investigaciones básicas sobre el fenómeno de la adicción. Como lo sugiere Gregory Bateson.

"Parece pues que adaptación y adicción son fenómenos muy estrechamente relacionados. Observemos al pasar que en este período de postguerra todas las naciones que se adaptaron a la guerra dan todavía respuestas de adaptación que lograron en aquel momento y que la entidad superior, el sistema internacional, es aún adicto a la misma manera. ¿Cuántas naciones están haciendo investigaciones sobre los aspectos formales de la adicción? Bien valdría la pena gastar en éstos unos pocos miles de millones, para no hablar de las aplicaciones al campo de la droga y los fenómenos de contaminación ecológica, etcétera” (Bateson, 1991, pg 279).

Adicción también al conflicto, a ciertas maneras de hacer política y ejercer la democracia. Adicción a una forma tropelera del ejercicio de la política, en contraste con otras posibilidades, como los retos de construir mecanismos y espacios para la democracia participativa. Hay necesidad de recuperar la autonomía del sujeto individual y colectivo, reivindicar la participación y el derecho a construir nuestro propio porvenir.

En suma, como lo sugieren Angulo y Medina (2000), la sociedad colombiana está frente al reto de dejar el círculo vicioso de las relaciones de clientela. La corrupción y la guerra, propias de una sociedad que ha quedado por el momento atrapada en el doble vínculo del conflicto y el afán de la ganancia excluyente, así como las disputas por los poderes territoriales.

Esta situación que pone a nuestra sociedad en la necesidad de recuperar esa propiedad de las culturas de aprender a aprender y de corregir, para pasar al circulo virtuoso de una sociedad orientada al diálogo, el desarrollo humano, la inclusión y la participación.

El reto es construir una sociedad democrática, participativa, incluyente, respetuosa del medioambiente y de la diversidad cultural en la que sea dable la comprensión, la solidaridad y la compasión.

En términos de conocimiento, el reto se expresa como el reto de los diálogos de saberes, las formas de circulación y uso de los mismos. Se trata de precisar qué conocimiento, quiénes lo producen, cómo circula y se usa por la sociedad y las comunidades.

Tenemos el reto de producir y generar el conocimiento que demanda la sociedad. Pero ante todo, es necesario adelantar acciones conducentes a obtener cambios en la cultura. Una cultura de la paz requiere entrar en redes conversacionales vivas, de diálogo fecundo.

Hay avances en el plano del conocimiento, pero no es suficiente, hay avances en el plano de la acción, pero tampoco es suficiente. Se hace necesario ponerse en los zapatos del otro, aprender también de los errores ajenos y de los propios.

Quizás uno de los retos más importantes desde la perspectiva del conocimiento es el de revisar el tipo de preguntas que nos estamos haciendo en investigación, deslindar la actividad conducente a la construcción de mecanismos explicativos sobre el conflicto, la convivencia y la paz. Para salir al paso a las explicaciones de sentido común, o a las posturas más endopáticas, en un tema tan sensible.

No se trata de una pregunta solamente por la situación local. Se trata de un tema donde los estudios comparados y los intercambios científicos son importantes, para la situación actual, no solo de Colombia, sino del mundo. La investigación social tiene la palabra, no para ratificar las explicaciones de sentido común, sino para reformular las explicaciones sobre la agresión, el conflicto y la construcción de posibilidades de vivir juntos. Se trata de volver al sentido antropológico del conocer, de resaltar la función adaptativa del conocimiento, como conocimiento vivido y como conocimiento para la vida, el amor y la paz. COLCIENCIAS es una institución caracterizada por su capacidad de aprender a aprender. Hoy está frente al reto de repensar la institucionalidad de los mecanismos que se han ido estableciendo para proveer el conocimiento que demanda la sociedad. Todavía la ciencia, la tecnología y la innovación no son parte de la cultura nacional. Con la conciencia de la necesidad de una ciencia con conciencia. Convencidos de la necesidad del conocimiento para confrontar adecuadamente los retos que tenemos como nación, se viene trabajando para lograr transformar el lugar del conocimiento en la sociedad y buscar los caminos que nos lleven a ser una sociedad sustentada en el conocimiento. Para el tema del conflicto, la convivencia y la sociedad civil se plantean los siguientes campos de acción en la perspectiva del postconflicto.

CONFIANZA. Es necesario construir confianza, esto demanda ampliar la actividad de investigación hasta hoy realizada, con el diseño y puesta en marcha de un programa de investigaciones y acciones relacionadas con la reconciliación, la reinserción a la vida civil, duelo y resarcimiento, fortalecimiento de las instituciones, los bienes públicos y la sociedad civil.

SOSTENIBILIDAD. Sin sustento, dignidad y equidad, la paz será débil. Se hace necesario desarrollar alternativas para el progreso agrario y rural, atendiendo a la diversidad regional. Asimismo, el diseño e impulso de ciudades sostenibles, centradas en el conocimiento que permitan la inserción internacional con base en el respeto a la naturaleza y la vida humana.

DIÁLOGO. De una sociedad orientada a la solución de las diferencias por medio del conflicto y a la ganancia inmediata, se requiere pasar a una sociedad orientada al diálogo como medio de solución de las diferencias y a un desarrollo humano y social. Esto demanda esfuerzos en la educación y transformaciones en el mundo de la cultura.

SOLIDARIDAD. Devenir humanidad y tomar conciencia de la responsabilidad planetaria. Aceptar y tomar conciencia de la necesidad de la solidaridad y la comprensión de lo humano. Desarrollar los aprendizajes sociales para la convivencia, el aprender a aprender, los ajustes institucionales así como el aprecio por la vida, la comprensión y el compartir, como parte de la cultura. En una mirada retrospectiva a los estudios realizados, a la manera como han surgido las iniciativas, así como al modo de circulación de los resultados y su uso tanto por los tomadores de decisiones como por los investigadores y la sociedad en general, se puede decir que se ha avanzado, tanto en la capacidad de producir el conocimiento sobre la sociedad y sus conflictos, como en la capacidad de ser interlocutores de los pares en cualquier parte del mundo. Sin duda, hemos aprendido que son posibles los esfuerzos de colaboración para proveer el conocimiento que requerimos en la sociedad. Hemos aprendido que dicho camino no es sencillo, que demanda la construcción de espacios de concertación y comunicación interinstitucional, no siempre fáciles. Hemos aprendido que la política pública debe apoyarse en el conocimiento, pero que éste no se puede esperar como una formula mágica que de una vez por todas, cambie aquellos hechos que hoy nos confrontan como sociedad.

En el periodo 1990- 2003 se han cofinanciado por parte de COLCIENCIAS 107 proyectos de investigación. Lo anterior ha servido para conformar una capacidad de investigación en los temas del conflicto, la convivencia y la democracia. Buena parte de los resultados de estos proyectos hacen parte hoy del mundo académico a través de publicaciones, también se han incorporado a la reflexión y al diseño de políticas públicas. No obstante, todavía hace falta conocimiento.

En esta mirada se resaltan las condiciones básicas de la política pública en el fomento de la investigación social, con base en criterios de calidad y autonomía, en procura de generar la capacidad de producir el conocimiento con apertura intelectual, sin suprimir la capacidad crítica que debe tener toda ciencia, siguiendo aquel principio del Programa de Ciencias Sociales que indica que la ciencia social debe ser la conciencia crítica de la sociedad.

COLCIENCIAS promueve la investigación social y busca propiciar la capacidad de pensarnos como sociedad.

El reto de la construcción de la paz es ante todo el de la construcción de sociedad y de democracia. El reto de recuperar la vitalidad y la expresión de los actores y los movimientos sociales, es el de establecer el adecuado balance entre estado y sociedad civil.

Hemos aprendido que se hace necesario desplegar la imaginación para fortalecer la actividad de los grupos de investigación social y humana en el país, que definitivamente, si hay alguna investigación que sea prioritaria, es la que concierne a la propia sociedad. Que como afirmara Heinz von Foerster (von Foerster, 1996) las ciencias duras se ocupan de los problemas blandos, las ciencias blandas se ocupan de los problemas duros. Que para comprender la experiencia vivida se hace necesario narrarla y que buena parte de la investigación social persigue poder narrar las vicisitudes de nuestro devenir como individuos, como grupos humanos, como nación.


Comentarios

1 Norbert Elias (1987, pg 46) lo expresa de la siguiente manera: "Liberarse de la idea de uno mismo y del ser humano aislado como un homo clausus no es una tarea fácil en absoluto. Pero sin liberarse de esta idea no es posible comprender qué se quiere decir cuando se caracteriza al proceso civilizatorio como un cambio en las estructurasindividuales. Tampoco resulta fácil desarrollar la imaginación propia hasta el extremo de pensar en términos de composiciones y, además,de composiciones una de cuyas características normales es la de cambiar muchas veces, incluso en una dirección determinada.”

2 Se refiere en esta perspectiva de la marginalidad, entre otras, a la experiencia de Candelaria en el Valle del Cauca. Lewis, Oscar (1977). La antropología de la pobreza. México: F.C.E.

3 Hannah Arendt (1969, pg 52) lo expresa del siguiente modo. "El poder emerge dondequiera que la gente se reúne y actúa de manera concertada, deriva su legitimidad del acto inicial de juntarse antes que de cualquier acción posterior. La legitimidad, cuando confrontada, se sostiene asímisma apelando al pasado, mientras que su justificación se relaciona con un fin que se ubica en el futuro. La violencia puede ser justificable, pero nunca será legítima. Su justificación pierde plausibilidad en tanto que su fin perseguido reside en el futuro. Nadie cuestiona el uso de la violencia en defensa propia, no solo por cuanto el peligro es claro sino también presente, el fin justifica los medios de manera inmediata.”

4 Los trabajos de Perea y Acevedo corresponden a los resultados de investigación cofinanciados por COLCIENCIAS. Interesante la manera como Acevedo utiliza la caricatura política como fuente de indagación histórica.

5 Uribe, Ortiz y Reyes refrescan la mirada a la historia de las guerras del XIX renovando la perspectiva conceptual y las preguntas desde el presente. Trabajos de investigación cofinanciados por COLCIENCIAS. Se destacan las reflexiones sobre las metáforas de la guerra que realizaUribe en su trabajo, así como la asociación entre sermones religiosos y sermones patrióticos que puede rastrearse en estos trabajos.

6 Este estudio fue promovido por el Ministro de Gobierno de la administración Barco y apoyado por COLCIENCIAS.

7 En el desarrollo del Programa de Investigación de la maestría, COLCIENCIAS apoyó el desarrollo de cinco proyectos de investigación consolidándose una capacidad de investigación en el tema de las expresiones regionales del conflicto, línea de investigación que ha continuado el IEPRI. Además de las publicaciones de Betancourt, Guerrero y Ortiz están las de Molano (1994) sobre la colonización del Río Duda y la de Barbosa (1992) sobre las guerrillas liberales de los Llanos.

8 Este trabajo apoyado por COLCIENCIAS se hace como respuesta académica a la situación creada ante el estado de las relaciones ente Colombia y Estados Unidos por la narcotización de la agenda. Lo interesante es la relación entre académicos estadudinenses y colombianos para propiciar el conocimiento sobre las relaciones entre ambos países, así como las percepciones mutuas de ambas sociedades.

9 Estudio financiado por el Departamento Nacional de Planeación, el que, además, ha promovido varias reuniones sobre estos temas. Así a partir de una instancia técnica se ha venido promoviendo en Colombia espacios de encuentro entre investigadores y tomadores de decisiones.

10 Estudio cofinancido por COLCIENCIAS; primer trabajo de investigación de largo aliento sobre la justicia en Colombia. Mostró la bondad de la colaboración entre investigadores e instituciones para el avance de las ciencias sociales.

11 Estos trabajos sobre la dimensión regional del conflicto, los de Guzmán y Camacho, Gutiérrez, Ramirez y Ferro fueron cofinanciados por COLCIENCIAS, y han significado la apertura de nuevas temáticas de investigación, así como la formación de nuevos investigadores.

12 Los trabajos de Ocampo y Dover, Daza y Zuleta, Jimeno y Roldán cofinancidos por COLCIENCIAS abren nuevas perspectivas a los estudios sobre el conflicto, la convivencia y la manera de resolver los conflictos, en efecto, con la concurrencia de otras miradas disciplinarias como la psiquiatria, la antropología, el trabajo social, la sociología y la psicología. Se indaga por los conflictos y su manera de resolverlos desde las manifestaciones culturales del lugar y de las instituciones que emergen en él.

13 En el marco del Programa de Convivencia y Seguridad Ciudadana para las principales ciudades del país, COLCIENCIAS apoyó el desarrollo de un programa de investigación, en el que se adelantaron proyectos sobre la escuela y la convivencia, así como el trabajo de Luz María Agudelo sobre prosociabilidad y conflicto; o drogas y riesgo en jóvenes de Medellín realizado por la Universidad Centro de Estudios de la Salud; los trabajos sobre formas alternas de resolver conflictos, realizados por Gabriel Tobón; el trabajo de Antanas Mockus sobre indicadores de convivencia, y el de Forero y Jaramillo sobre Escuela Nueva y Convivencia. Todos estos trabajos y otros afines señalan la posibilidad de promover la investigación social relacionada con programas de intervención social.

14 Esta plataforma de información sobre grupos e investigadores e investigadoras colombianos se puede consultar en la siguiente dirección electrónica http://www.colciencias.gov.co/sienti/


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Fecha de recepción: Octubre de 2004 • Fecha de aceptación: Enero de 2005

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