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Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud

Print version ISSN 1692-715XOn-line version ISSN 2027-7679

Rev.latinoam.cienc.soc.niñez juv vol.8 no.2 Manizales July/Dec. 2010

 

 

Segunda Sección: Estudios e Investigaciones

 

 

Las configuraciones sociales de la crianza en barrios populares del Gran Buenos Aires*

 

As Configurações Sociais da criação em Bairros Populares do Grande Buenos Aires

 

Social configurations of rearing in popular neighborhoods in Great Buenos Aires

 

 

Laura Santillán

Universidad de Buenos Aires y Conicet, Argentina. Doctora en Antropología Social, Universidad de Buenos Aires. Correo electrónico: laursantillan@gmail.com

 

 

 

Primera versión recibida marzo 1 de 2010; versión final aceptada mayo 4 de 2010 (Eds.)

 


Resumen:

En este artículo propongo una exploración antropológica sobre la crianza y la educación infantil en contextos de desigualdad social. El interés es discutir una serie de supuestos que suelen limitar las prácticas educativas de los sectores subalternos a "pautas tradicionales" y "privativas del mundo familiar". Sin embargo, en las iniciativas domésticas sobre la crianza y el cuidado infantil que analizo, intervienen actores esperables para ello y también un conjunto de sujetos e instituciones no formalizadas pero que se tornan relevantes en la cotidianeidad de los territorios de pertenencia de los niños y niñas. Para el análisis me basaré en las entrevistas y en los registros de tipo etnográfico que llevé a cabo en asentamientos ubicados en la zona norte del Gran Buenos Aires, Argentina.

Palabras Clave: crianza, educación familiar, infancia, barrios populares, desigualdad social, vida cotidiana

 


Resumo:

Neste artigo proponho uma exploração antropológica sobre a formação e a educação infantil em contextos de desigualdade social. O objetivo consiste em discutir uma serie de supostos que costumam limitar as práticas educativas dos setores subalternos às "pautas tradicionais" e "privativas do mundo familiar". No entanto, nas iniciativas domésticas sobre a educação e o cuidado infantil analisados, temos a intervenção de fatores esperáveis para isso como também um conjunto de sujeitos e instituições não formalizadas, mas que tornam-se relevantes na cotidianidade dos territórios de filiação dos meninos e das meninas. Basearei a minha analise nas entrevistas e nos registros etnográficos realizados em assentamentos localizados na zona norte do Grande Buenos Aires, Argentina.

Palavras-chave: educação, educação familiar, infância, bairros populares, desigualdade social, vida cotidian

 


Abstract:

In this article we put forward an anthropological investigation regarding the upbringing and the care of childhood in contexts of inequality and social transformation. The interest is to discuss certain assumptions that tend to limit the educational practices of poor sectors to "traditional patterns" and as restricted to the privacy of family life. However, a number of expectable actors intervene in the domestic initiatives related to the upbringing and the attention of children that we analyze, but also a set of subjects and non formalized institutions become relevant in every-day life in these territories where the children belong to. We will base our analysis in the interviews and the ethnographic records that we carried out in settlements located in the north area of the Gran Buenos Aires, Argentina..

Keywords: upbringing, family education, childhood, poor neighborhoods social inequality, every-day life.

 


 

1. Introducción

 

En este artículo propongo una exploración de tipo antropológica de los contenidos que adquieren las iniciativas domésticas y cotidianas relativas a la crianza y al cuidado infantil en barrios populares del Gran Buenos Aires, Argentina.

El interés es poner de relieve el carácter específico y cultural de las formas familiares de la crianza y el cuidado infantil1, pero también su sentido relacional y no cerrado a pautas fijas de comportamiento. En nuestra región, dentro del mundo académico y también fuera de él, es usual que las iniciativas educativas de los sectores subalternos suelan interpretarse, en forma lineal, de acuerdo con parámetros preestablecidos (de "estabilidad"/ "no estabilidad"), ligados casi siempre a referencias basadas en usos poco dinámicos de categorías tales como "capital cultural" y "estilos de vida" (de la pobreza).2

Por contrapartida a estos planteos, la hipótesis que atraviesa al siguiente artículo es que en los contextos contemporáneos de desigualdad y transformación social, las concepciones e iniciativas domésticas relativas a la socialización y la crianza de los niños y niñas se definen: a) en vista de cómo los propios sujetos adultos experimentan, asumen y significan los cambios en el contexto; b) y también en referencia a las vinculaciones que los tutores de los niños y niñas estrechan con diversos espacios que exceden el mundo "privado" de la vida doméstica. Nos referimos a actores y espacios comunitarios cuya existencia se relaciona con las configuraciones sociales y políticas que se produjeron en las últimas décadas en los barrios de pertenencia de los niños, niñas y jóvenes.

Por cierto, un conjunto de procesos que tuvieron lugar en las últimas décadas marcan nuestra contemporaneidad con rasgos muy distintos de los que experimentaron las generaciones que nos antecedieron. Al respecto, son insoslayables los efectos que produjeron en nuestra región los procesos de hegemonía neoliberal que tienen lugar desde mediados de la década del setenta, y más tarde el llamado proceso mundial de "globalización". Este proceso, caracterizado por una inusitada expansión de la interdependencia —fundamentalmente económica, pero también socio política— entre las distintas regiones del mundo, ha traído aparejado, entre otros, ciertos cambios en las pautas de consumo, en los intercambios culturales y en las condiciones sociales de vida. En nuestra región de América Latina, el ajuste en las economías durante los años ochenta y noventa implicó, además, la instauración de nuevas regulaciones y la pérdida de protecciones sociales y colectivas ligadas históricamente al trabajo (Basualdo, 2000, Duhau, 2001). Todas éstas, transformaciones que dejaron sus huellas en los modos de vida de bastos conjuntos poblacionales, aun cuando en nuestro país hayan mejorado algunos indicadores de empleo y de Producto Bruto Interno3.

En consideración de este contexto de cambios, en el trabajo que presento aquí me interesa indagar los procesos de producción locales (domésticos y barriales) referidos a la crianza y a la educación infantil, sobre todo en atención a las apropiaciones que los sujetos realizan de los procesos más generales y en referenci a las vinculaciones con el entorno inmediato.

Para el análisis tendré en cuenta los registros de tipo etnográfico que realicé en el marco de una investigación más amplia que llevé adelante entre los años 2001 y 2007 y que continúo en la actualidad en barrios populares ubicados en la Zona Norte del Gran Buenos Aires, Argentina. Una preocupación que recorre al proyecto general de investigación es el interés por comprender cómo se configuran, en relación con los sectores subalternos, los procesos de producción y politización4 de la crianza y la de desigualdad social. También reconocer, tal como daré cuenta aquí, el carácter eminentemente social y relacional de un conjunto de iniciativas ligadas con el cuidado y la educación infantil que se traman en los espacios de vida inmediatos de los chicos y chicas (domésticos/familiares) y que se destacan por su relativo "anonimato" e "informalidad".

He organizado el artículo en cuatro apartados: en un primer momento me dedico a exponer algunas discusiones sobre el tema y planteo el abordaje; en un segundo apartado me aboco al reconocimiento del contexto en el cual tienen lugar las iniciativas domésticas sobre la crianza y el cuidado infantil; luego profundizo en los sentidos que los sujetos le otorgan a la crianza en vinculación con la significación que adquiere la vida en el barrio. Y en un último apartado me dedico al registro de los contenidos que adquieren las formas de crianza y cuidado de los niños y niñas al calor de las interacciones sociales dentro del barrio.

 

2. Acerca del abordaje

Dentro de las Ciencias Sociales, el abordaje de la crianza y la socialización infantil estuvo fuertemente presente en los momentos inaugurales de la disciplina antropológica, en la corriente norteamericana de Cultura y personalidad. Una de las mayores contribuciones de esta escuela, que reunió a varios de los discípulos de Boas (Mead, 1976 [1948]; Benedict, 1974 [1946]), a psiquiatras, psicólogas y psicólogos, ha sido el cuestionamiento, a través de estudios transculturales de la infancia y la adolescencia, de la universalidad de las pautas occidentales de crianza y las separaciones de las etapas de la vida (Mead, 1978 [1935]; 1948, Kardiner, 1955; Linton, 1955 [1945]; Benedict, 1974 [1946]). Un aspecto a señalar es que dentro de la producción antropológica clásica, las investigaciones sobre las formas de crianza, educación y cuidado de los niños y niñas han privilegiado el trabajo con población étnicamente diversa y por fuera de Occidente, quedando abierto el interrogante acerca de cómo estos mismos procesos se ponen en juego en contextos de desigualdad y asimetría en las sociedades urbanas y capitalistas. Junto con ello, una limitación de los estudios de la escuela de Cultura y Personalidad la constituye la noción de cultura en que se basaron, por cuanto la misma es entendida como una totalidad articulada y "homogénea" y en la cual cada sujeto es moldeado en una forma o modelo único.

En la actualidad, dentro de la Antropología y la Sociología de la familia, un conjunto de estudios se dedican a analizar desde una mirada crítica las formas de crianza, educación y cuidado que reciben los niños y niñas en contextos familiares atravesados por la desigualdad (Saraceno, 1995; Aguirre, 2003, 2005; Rodrigo, et al., 2006). Se trata de estudios que produjeron, por cierto, importantes avances relativos al reconocimiento de la tendencia actual de individualización de las formas de atención y cuidado infantil en el marco del quiebre de las protecciones colectivas más amplias5. Estos estudios sobresalen por el marcado interés en establecer clasificaciones y tipologías acerca de las modalidades de crianza, cuestión que valoramos pero intentamos trascender para habilitar otras miradas sobre el tema.

Considero que, dentro y fuera de nuestra disciplina, muchas veces predominan los juicios de valor y apriorismos antes que las explicaciones o descripciones de los fenómenos que se analizan sobre el cuidado y la socialización de las generaciones jóvenes. En ocasiones, no sólo cobran fuerza las prescripciones acerca de cómo se debe criar a los niños y niñas, sino que también se califican y evalúan las capacidades —o la falta de capacidad— de determinados sectores sociales para el cuidado infantil. Para los sectores populares, las descripciones muchas veces se sustentan en el presupuesto de que las iniciativas domésticas sobre la crianza tienen como rasgo principal su falta de sistematicidad, su formalización y su conformación a partir de pautas culturales fijas en el tiempo. Por cierto, un conjunto de estudios antropológicos dentro y fuera de nuestro país contribuyen a confrontar estas concepciones sobre la crianza y la educación y los modos de vida de los sectores subalternos (Neufeld, 1991, Fonseca, 1998, Scheper-Hughes, 1999, Batallán, 2002, Achilli, 2003, Cerletti, 2005, Cragnolino, 1995).

Siguiendo la línea teórica de estos últimos trabajos, me propongo describir las iniciativas domésticas relativas a la crianza y el desarrollo infantil, poniendo principalmente el foco en las experiencias cotidianas y en las apropiaciones6 que los sujetos ponen en juego en los contextos locales de actuación (Rockwell, 1996). Esto implica entonces preguntarnos acerca de quiénes son, en definitiva, los sujetos individuales y colectivos que intervienen en los procesos relativos a la crianza y atención a la Infancia, sin establecer a priori cuáles deben ser los actores que se involucran con los niños y niñas. Esto implica también ahondar en el reconocimiento de las prácticas y apropiaciones de sentidos que los sujetos realizan, siempre en referencia a las condiciones que marca el contexto, pero sin establecer por ello determinaciones mecánicas.

La indagación que sigue se sustenta, como lo anticipé, en un abordaje cualitativo, con base en el enfoque antropológico y etnográfico. Mi unidad de indagación ha sido el recorte de la vida cotidiana. Entiendo que desde allí es posible recuperar los contenidos históricos que otorgan sentidos específicos a los procesos sociales más generales (Heller, 1994). La etnografía, como enfoque, nace en los momentos inaugurales de la Antropología, entre fines del siglo XIX y las primeras décadas del XX. Desde sus comienzos, la etnografía se propuso la descripción o la reconstrucción analítica de escenarios y grupos culturales situados en contextos determinados. Como señala la antropóloga mexicana Rockwell (2009), en la etnografía la estadía prolongada en el terreno es insoslayable (el denominado trabajo de campo). Sin embargo, la etnografía no consiste sólo en un "método" de trabajo; se plantea más bien como una perfectiva o enfoque global de trabajo. Entre otros, su valor reside en "documentar lo no documentado", es decir, plantearse recuperar los conocimientos y las prácticas que no suelen quedar registradas en las esferas "oficiales" ni en las sistematizaciones dominantes (Rockwell, 2009). La etnografía, como enfoque teórico y metodológico, lo hará a través de un modo especial: su resultado será una descripción, preferentemente una descripción densa (Geertz, 1987).

Para este análisis tendré en cuenta los registros producidos en el marco de mi trabajo de campo que comienza en el año 2001 y que continúo en la actualidad, en un conjunto de asentamientos y barrios populares ubicados en los partidos de Tigre y San Fernando, en la Zona Norte del Gran Buenos Aires. He realizado observación participante en distintos ámbitos barriales ligados a la educación y al cuidado de los chicos y chicas (la escuela, espacios comunitarios dedicados al esparcimiento, la alimentación). El análisis que sigue se basa en las entrevistas que realicé en estos espacios con distintos actores barriales y con los tutores y tutoras de los niños y niñas. Se trata en total de 35 entrevistas llevadas adelante a través del método biográfico y en consideración a las trayectorias de vida de los sujetos contactados. En el planteo que realizo, parto de una noción de trayectoria que intenta recuperar tanto el relato biográfico que realizan los propios sujetos sobre sus vidas, como sus "cursos de acción" (De Certeau, 1996), es decir, en tanto recorrido experiencial y de apropiación en la vida de un sujeto, que tiene lugar a partir de múltiples relaciones (con el contexto y con otros actores sociales) y con base en las prácticas que ponen en juego quienes protagonizan dichos recorridos (Santillán, 2007b).

 

3. El contexto de las iniciativas domésticas

Los barrios en donde vengo realizando este trabajo de campo se encuentran, como dije, en la Zona Norte de la conurbación bonaerense, a 30 km de la ciudad de Buenos Aires, Argentina. La Zona Norte del conurbano bonaerense se caracteriza por concentrar los sectores poblacionales con los más altos niveles de ingresos de la región. Sin embargo, durante los procesos de suburbanización —propios de las décadas que van de los años cuarenta al sesenta—, se caracterizó por el asentamiento de pobladores y pobladoras provenientes de los sectores populares. A este proceso se le sumaron además las toma masivas de terrenos durante las décadas de los años ochenta y noventa, que incluyeron, junto con la ocupación no legal (aunque no por ello "ilegítima"), formas de acción colectiva para la auto-organización barrial (Cravino, 1999).

Los barrios que comprenden mi trabajo de campo forman parte de este último cordón urbano cuando pertenecientes a la Zona Norte, presentan las características sociodemográficas de los partidos más pobres del conurbano.

Los grupos familiares que habitan en los barrios y asentamientos en donde realicé el trabajo de campo, sobresalen por estar atravesados por la privación económica y el deterioro pronunciado de las condiciones de vida social. En la actualidad, si bien algunos hombres y mujeres retornaron a algún tipo de ocupación dentro del trabajo formal, un alto porcentaje de los sujetos adultos con quienes dialogamos aún desarrollan actividades como cuentapropistas, en ocupaciones informales tales como el hacer changas y el cartoneo7, todos trabajos significativamente precarizados

En su gran mayoría, los sujetos adultos con quienes me vinculé son receptores de subsidios estatales. Me refiero a los beneficios otorgados por los Programas sociales del Estado argentino ligados con la alimentación, la desocupación y la asistencia a la pobreza8.

En las iniciativas y definiciones domésticas9 relativas a la crianza y a la atención de los hijos e hijas, hay por cierto condiciones objetivas ligadas con las posibilidades de vida material de los grupos familiares. En la realidad de un número importante de hombres y mujeres que habitan en estos barrios, la privación económica afecta negativamente el acceso a un conjunto de derechos que se entienden significativos en nuestras sociedades para el cuidado infantil. Me refiero entre otros al acceso a la salud, a la alimentación, a la educación formal, al esparcimiento, a la vestimenta. Sin embargo, en el marco de estas condiciones de vida, los padres y madres construyen sentidos y prácticas que relativizan cualquier intento de comprender las iniciativas sobre la crianza y la educación como hechos mecánicamente derivados de la posición social, sin desconocer por ello el peso de los procesos de desigualdad.

Como lo han advertido otros trabajos, en distintos contextos y regiones, al momento de pensar en una "buena crianza" o "cuidado de la infancia", las familias de las clases subalternas suelen ser las más desvalorizadas (Donzelot, 1999; Fonseca, 1998; Scheper Huges, 1999). Una serie de presupuestos que en tal caso ligan automáticamente la vida urbana de los sectores populares con violencia, alcoholismo, abandono y desorganización doméstica, producen generalizaciones sobre los modos de vida familiares y las formas de crianza que se llevan adelante entre las clases económicamente más desposeídas.

A contrapartida de ello, las iniciativas familiares relativas a la crianza y a la educación que revelo en la investigación, sobresalen por su diversidad y por tomar elementos de distintos universos simbólicos y materiales (Santillán, 2009). Para comprender esa diversidad, es importante no tomar como equivalentes las condiciones de vida material con los modos en que los sujetos desenvuelven sus vidas. Introduzco así en mi análisis la noción de modos de vida, desde la cual es posible atender críticamente la incidencia —y no determinismo— de la privación económica (Fonseca 1998), así como la historicidad y la significación subjetiva que adquieren las condiciones de vida materiales (Grimberg, et al., 1999). Desde la atención a los modos de vida de los tutores o tutoras y los niños y niñas que conocí, se desprenderán los ejes de análisis que pasaré en breve a describir sobre la crianza y el cuidado infantil.

 

4. El barrio, la crianza de los hijos e hijas y los sentidos que construyen los sujetos

Los sujetos adultos que entrevisté hicieron referencias categóricas acerca de sus visiones sobre las formas de crianza, cuidado y educación de los niños y niñas a su cargo. Con matices y diversidad de sentidos, son insoslayables las referencias que la mayoría de los hombres y mujeres nos hicieron sobre al menos tres cuestiones: los peligros de la "calle" y los conflictos en el barrio, el logro de un buen crecimiento de los niños y niñas (sobre todo en vista de las imposibilidades de una adecuada alimentación y cuidado de la salud), y el cumplimiento en tiempo y forma de la escolaridad común. Vale decir que estas preocupaciones y pareceres sobre la crianza y el cuidado provinieron tanto de los sujetos adultos ligados a los niños y niñas a través de las redes de parentesco (padres y madres, tíos y tías, abuelos y abuelas, hermanos mayores y hermanas mayores, otros) así como también por parte de actores comúnmente no esperables para ello. Me refiero a vecinos, referentes barriales y operadores de terreno de determinadas políticas del Estado. Considero que éste no es un punto menor a atender porque amplía las miradas sociales y también académicas que restringen las prácticas de crianza y el desarrollo de los niños y niñas al ámbito de la familia nuclear (bajo el modelo occidental).

Como lo adelanté, al momento de interrogar a los sujetos adultos sobre la crianza y la educación de los hijos e hijas, fueron muy significativas las referencias que nuestros entrevistados hicieron respecto al barrio. Estas referencias son un buen punto de partida para avanzar en el reconocimiento del sentido abierto y no restringido a una suerte de cultura de la pobreza de las iniciativas domésticas y barriales sobre el cuidado infantil.

Hay que decir que los barrios que tomé en cuenta para la indagación reciben con particular fuerza un conjunto de atributos vinculados con "la peligrosidad". La ubicación de estas villas y asentamientos en la periferia de los distritos, pero a la vez próximos a las carreteras de acceso hacia la Ciudad Capital, favorecieron su uso como "aguantadero" [refugio] en los secuestros extorsivos que tuvieron lugar en los últimos años, y en el robo de autos para el desarmado y venta de sus partes, entre otros. Estos hechos en realidad se suman a representaciones y estigmatizaciones que son históricas para los barrios populares en nuestro país.

Sin embargo, los barrios que incluyeron el trabajo de campo son transitados y vividos, como todo espacio social, de acuerdo con las condiciones materiales de vida de quienes los habitan, pero también en vinculación con las experiencias, las relaciones sociales y significaciones que ponen en juego los sujetos. Seguimos a Cravino (2006) cuando dice que el barrio, en tanto espacio constituido a partir de las múltiples relaciones sociales que establecen diversos actores entre sí, incluye valoraciones identitarias, sociales y afectivas que son heterogéneas y diversificadas.

Como lo reflejé en otros trabajos, los sentidos construidos en torno al "barrio", y la crianza, adquieren importantes matices entre los pobladores y pobladoras que habitan estos territorios (Santillán, 2007a). El "barrio" de ningún modo constituye una categoría abstracta (como muchas veces se la representa en ciertos trabajos sociológicos). Sino que más bien el contexto local es vivido y significado singularmente por quienes viven en él. En otras palabras, las nociones sobre el barrio y lo barrial como espacio para el desarrollo de los hijos e hijas no está definido de antemano, y mucho menos constituye un reservorio de experiencias vividas homogéneamente (Santillán, 2007a).

Por ejemplo, para un número importante de los sujetos adultos que entrevisté, las percepciones acerca de la calle y los peligros para con los hijos e hijas se sustentan en un verdadero ejercicio —siempre reactualizado— de contraste con otras experiencias vividas. Un alto porcentaje de los grupos familiares de los barrios en los cuales realicé el trabajo de campo, antes de habitar allí, sufrieron sucesivos desplazamientos espaciales. Los desplazamientos habitacionales son insoslayables en las construcciones de sentidos sobre el cuidado de los chicos y chicas y la crianza. Más que nada lo digo por la significación que le otorgan muchos hombres y mujeres como hitos muy importantes en la historia familiar:

    Ahora se está poniendo jodido [difícil] el barrio. Yo nunca había conocido lo que es droga, porque allá en Santiago del Estero, nada. Acá aprendí lo que es la droga. Antes nosotros cuando llegamos había estos que te robaban de la soga [para tender la ropa], los "sogueros" le decíamos en el barrio. Te sacaban la ropa, que no se podía dejar afuera. Pero ahora todo está en la esquina, están los chicos, mismo en la esquina de mi casa se ve. Yo siempre les digo a los chicos: "miren como terminaron esos, fíjense bien (de la entrevista con María, octubre de 2002).

Junto con este aspecto, para otros entrevistados, en tal caso las iniciativas relativas a la crianza y al cuidado de los niños y niñas se estructuran a partir de la experiencia de la permanencia en el barrio. Así lo relataba un matrimonio que contacté:

Claudia, una mujer con seis hijos me dice [en referencia a la charla que veníamos llevando sobre la crianza de los hijos e hijas en el barrio] que ellos saben cómo manejarse [desenvolverse]. "Nosotros llevamos a los chicos a todos lados. O van solos pero siempre están en algún lugar, llegan de la escuela, se van a lo de la abuela, a la mañana el apoyo, yo sé en donde están". Jorge, el esposo me explica que en momentos de mucho barullo [lío] en el barrio, que no es siempre, todos en la familia se acuestan a las 8 de la noche y no pasa nada. "Ahora es un momento tranquilo en el barrio, por ejemplo", me aclara Jorge. Claudia reconoce que anotaron a los chicos en el centro de apoyo escolar10 para sacarlos un poco de la calle, pero que ellos, a pesar de todo, están tranquilos. Jorge afirma con mucha seguridad que él conoce quiénes arman bardo [conflicto] y quiénes no en el barrio, cómo son las relaciones y las peleas internas. "A mí me gusta que mis hijos se críen acá. Acá nos criamos también nosotros" (de la entrevista con Claudia y Jorge, agosto del año 2003).

Las referencias sobre el "conocimiento local" como estrategia que relativiza los peligros de "la calle" no se reducen "al tiempo de permanencia", sino que más bien se refieren al grado de interiorización que muchos adultos y adultas reconocen tener de las interacciones cotidianas. También se refieren a las relaciones de alianza, conflicto y poder que existen entre distintos grupos o sectores del barrio. Esta percepción se resume en la frase que expusieron algunos entrevistados: "(…) no hay problema si uno sabe cómo viene todo en el barrio, a qué hora pasan las cosas y dónde".

Así mismo, como ya lo he expuesto en otros trabajos, las percepciones y construcciones de sentidos en torno a los niños y niñas y el barrio, adquirieron significados específicos para un número importante de entrevistados que al momento de conversar con ellos tenían un acercamiento estrecho con la calle, sobre todo a partir de determinadas actividades ligadas con la sobrevivencia (Santillán, 2007a). Concretamente me refiero a los sujetos adultos que tienen niños o niñas a su cargo y que para asegurar la reproducción cotidiana familiar se dedican, entre otras actividades, a pedir comida o vestimenta a domicilios particulares, a recolectar cartones para vender, o a realizar ventas ambulantes. Un conjunto de decisiones sobre cuáles miembros de la familia se involucrarán en las actividades, en qué horarios y bajo qué actitudes, relativiza la visión generalizada en nuestro país de que las actividades llevadas a cabo en la calle constituyen per se ámbitos no adecuados para la crianza y el cuidado de los niños y niñas.

Como voy dejando asentado, las definiciones de las personas adultas sobre la peligrosidad de la calle, la crianza y el cuidado, más que reproducir pautas predefinidas por la condición de clase, aluden a construcciones dinámicas que están en vinculación con la experiencia y la significación que adquieren para los sujetos las constricciones estructurales.

En el apartado que sigue abordaré los contenidos que adquieren las concepciones e iniciativas domésticas relativas al cuidado de los niños y niñas desde un abordaje relacional y atento a las interacciones sociales que los sujetos estrechan entre sí en la cotidianeidad barrial.

 

5. La crianza y el cuidado infantil en la trama de las vinculaciones y relaciones barriales.

Es usual que cuando se alude a la crianza y a las experiencias formativas que se llevan adelante en la esfera doméstica de los niños y niñas, las acciones ligadas al cuidado se presenten como hechos "naturales", cuando no instintivos, espontáneos y/ó restringidos a la privacidad del mundo familiar. Así mismo, como ya lo adelanté, en esta región es frecuente que en contextos educativos formalizados y en discursos especializados se plantee muchas veces la incapacidad de los sectores subalternos para construir ideas bien definidas y prácticas adecuadas, por ejemplo, respecto a un conjunto de ítems muy valorados en nuestras sociedades (como determinadas formas de higiene, vestimenta, prolijidad, cumplimiento de la escolaridad obligatoria).

Sin embargo, los adultos y adultas que habitan en las barriadas que conocí, hicieron referencia, como ya lo anticipé, a un conjunto más bien amplio y diversificado de acciones ligadas con el cuidado infantil. Entre estas alusiones, las referencias de la educación formal, por ejemplo, ocuparon un lugar muy importante. Aun cuando esto no esté totalmente reconocido en los escenarios escolares, muchos dichos y prácticas de los tutores y tutoras de los niños y niñas respecto a la educación y a las formas de crianza, tienen como sustrato los sentidos (reapropiados) que forjan la escolaridad común y el Estado11. Al respecto, fueron recurrentes los enunciados que me hicieron mis entrevistados acerca de una serie de "cumplimientos" y "deberes" que, por cierto, muchas veces continúan los planteos valorados en nuestras sociedades, y no así "pautas tradicionales" o "propias" de las clases populares. Como me lo confiaba una entrevistada:

    Señorita, los chicos estaban un poco flojos en la escuela, pero ahora andan bien, yo le miro los cuadernos, siempre, y voy a todas las reuniones que me mandan a llamar en la escuela, siempre que puedo yo estoy ahí (entrevista con Rosario, septiembre de 2003).

Con esto no estoy planteando de ningún modo que las definiciones sobre la crianza y la educación de los hijos e hijas que me hicieron mis entrevistados se ajusten linealmente a los planteos hegemónicos y dominantes sobre el cuidado infantil; sino que no es posible desvincular las concepciones y prácticas domésticas sobre la crianza y el cuidado de los niños y niñas, de un conjunto de demandas y visiones que circulan —con sentidos renovados— en los espacios formalizados de educación (como la escuela) pero también fuera de ellos. Es decir, en espacios comunitarios o a través de actores cuya presencia se liga con procesos sociales y políticos que marcan hoy a los barrios, tal como pasaré a desarrollar sucintamente.

En la provincia de Buenos Aires existe un número significativo de políticas que, formuladas a nivel nacional, provincial y municipal, están dirigidas a la atención de los niños y niñas, sobre todo de aquellos sobre quienes se identifica el atravesamiento de procesos de vulnerabilidad social. Siguiendo una línea de continuidad con las políticas de orientación focalizada12, la implementación de estos programas sobresale porque su gestión se resuelve en el "territorio", a cargo de agentes muy cercanos a las familias (como son los maestros y maestras, los técnicos que trabajan en los barrios, otros referentes de base territorial). Junto con ello, aún cuando no necesariamente se inscriban en los programas oficiales, los cambios en las formas de intervención del Estado en esta región en las últimas décadas, promovieron la entrada a los asentamientos populares de actores sociales que se corren de los canales tradicionales de representación social13. En los barrios de las conurbaciones es usual la presencia de sujetos voluntarios de la Iglesia Católica y también de otros credos; así, también es significativa la presencia de militantes estudiantiles que se definen como autonomistas respecto al Estado, personas voluntarias de ONGs y fundaciones de diversas procedencias ideológicas y posicionamientos políticos.

Por cierto, la presencia de un abanico amplio de actores y espacios de base territorial redefinió relaciones que son históricas en esta región (entre ellas, las relaciones entre "las familias" y "las escuelas", entre "los tutores" de los niños y niñas y "los vecinos y vecinas"). También la presencia de estos actores, como veremos, se torna relevante por su contribución en las definiciones y sentidos sociales sobre la crianza, las "responsabilidades", y las "obligaciones" parentales.

En los barrios de la conurbación bonaerense, una incidencia insoslayable en las percepciones domésticas sobre la crianza es la de la Iglesia Católica. Esta institución, por cierto histórica en esta región, ha adquirido en nuestro país, Argentina, nuevas formas de intervención en los barrios populares14. La difusión en América Latina de la perspectiva tercermundista y la opción por las personas pobres que instaura el Concilio del Vaticano II en el año 1962, produjo en las décadas subsiguientes la implementación de propuestas de evangelización a través de la animación comunitaria. En la zona norte del conurbano bonaerense, las acciones de las visitas a los domicilios particulares, así como las mateadas15 que voluntarias de la Iglesia Católica organizaron durante los años ochenta y noventa y que aún se organizan en los asentamientos populares, resultaron influyentes en las definiciones y decisiones sobre la crianza y atención de los niños y niñas; al menos esto fue así para un número importante de nuestros entrevistados

    Antes no me importaba nada, pero es importante que los chicos tengan su ritmo, siempre la misma hora para levantarse, para comer, cuando se puede jugar y cuando hay que acostarse....todo eso hablábamos en las mateadas que hacíamos con las mujeres de la Iglesia, de todo eso hablábamos, a mí me ayudaron mucho esas reuniones, ahí se hablaba de todo un poco, de la crianza de los hijos y los problemas familiares (de la entrevista con Marcela, septiembre de 2006).

En la actualidad no es menor, además, la incidencia que tiene un conjunto de acciones de la Iglesia Católica vinculadas con la re-conversión de las poblaciones "en riesgo". Un ejemplo de ello es el Movimiento Columna16 que nuestros entrevistados señalaron como muy significativo al momento de aludir a sus iniciativas sobre la educación de los hijos:

    (...) antes yo no me ocupaba de mis hijos, no los acompañaba en la tarea... la escuela no me importaba mucho… vivía en mucho desorden… pero desde que entré a Columna todo cambió. Ahí empecé a darme cuenta de un montón de cosas… cómo tratar a los chicos, como criarlos, como correrlos de la mala junta… nos hablan de muchas cosas en las reuniones... y cuando hice el retiro me di cuenta de lo importante que son mis hijos (de la entrevista con Ramona, marzo de 2008).

Un punto importante a resaltar es cómo la difusión de estas iniciativas laicas ligadas con la Iglesia Católica permea distintos espacios y momentos de la cotidianeidad de los barrios, y se sustenta en vinculaciones e interacciones locales. Es desde esas interacciones y vinculaciones barriales que se configuran en forma dinámica sentidos locales sobre el cuidado de los niños y niñas. Sentidos y orientaciones que no implican que los tutores y tutoras de los niños y niñas asuman las directrices de estos programas linealmente. Como quedó demostrado en el trabajo de campo, muchos hombres y mujeres hacen suyas las recomendaciones que reciben, pero recreando sus sentidos originarios.

En los barrios de la conurbación, además de esta experiencia particular proveniente de la Iglesia Católica, hay otros actores que se tornan significativos en las percepciones y prácticas domésticas sobre la crianza. En tal caso, distintos espacios de atención a la infancia y al complemento alimentario (como centros de "apoyo escolar", comedores y merenderos17) constituyen sitios en los cuales los tutores y tutoras intercambian pareceres e iniciativas ligadas con la educación y el cuidado de los hijos e hijas. A través de interacciones cotidianas, los referentes de estos espacios, muchos vecinos y vecinas del mismo barrio y sujetos voluntarios externos, demostraron, según mis registros, ser portavoces significativos para el intercambio de pareceres y de recomendaciones sobre la crianza y la socialización infantil que se ponen en juego en los ámbitos de vida domésticos de los niños y niñas.

En esta producción de nociones sobre la crianza y la educación infantil, son también muy significativos los vecinos y vecinas que tienen como función, dentro de la cotidianeidad barrial, la distribución de los beneficios que integran las políticas de tipo compensatorio. Como lo he desarrollado en otros trabajos, las "manzaneras", por ejemplo, distribuidoras de los beneficios del Plan Más Vida18, suelen dar información detallada no sólo sobre los subsidios que los padres y madres están en condición de solicitar, sino sobre las escuelas de la zona y también sobre otros espacios a los que sería "aconsejable" que los niños concurran (Santillán, 2009).

Las interacciones y vinculaciones barriales que se producen en relación con el cuidado de los niños y niñas no están exentas de conflicto. Digo esto por cuanto, según lo reconstruí en el trabajo de campo, los padres, madres, tutoras y tutores de los niños y niñas, quedan compelidos a disputar muchos de los beneficios de los Programas sociales en espacios en los cuales los chicos y las chicas también se educan y son cuidados (como la escuela, los comedores, los merenderos19, otras organizaciones barriales). Pero a la vez deben hacerlo en un marco en el cual se acentúa el señalamiento social sobre su "desresponsabilización", por el hecho de no poder hacerse cargo de acciones que se consideran propias del mundo doméstico.

Hay que decir, además, que en esta región las interacciones entre mediadores de las políticas y receptores se estructuran en buena medida en el principio de la "contraprestación", y también en el "merecimiento" de la recepción de los beneficios de los programas sociales. En programas compensatorios que, por ejemplo, involucran de lleno a los niños y niñas (como el Plan Más Vida), el "merecimiento", según lo registré, se mide a partir de un conjunto de ítems que vuelven muchas veces sobre nociones dominantes respecto a lo que significa "un niño bien cuidado". Me refiero a indicaciones sobre cuándo y cómo deben realizarse las acciones vinculadas al descanso, la alimentación, la higiene, el esparcimiento, las demostraciones de "afecto", entre otros, que siguen los valores predominantes de las clases medias y económicamente favorecidas en nuestro país. Vuelvo a insistir que, según me lo permitió documentar el trabajo de campo, se trata de orientaciones sobre el cuidado y la crianza que los sujetos adultos, vinculados a los niños y niñas en los ámbitos domésticos, recuperan activamente las hacen suyas, o las responden, resignificándolas.

Como va quedando al descubierto en el análisis, lejos de las figuraciones que ciñen las prácticas domésticas de la crianza a la privacidad del hogar, en buena medida las mismas tienen lugar con base en las interacciones y relaciones cotidianas que hoy por hoy tienen lugar al calor de cambios más generales en los barrios populares y en el contexto social.

 

6. Consideraciones Finales

En el trabajo que aquí presento me propuse indagar un conjunto de procesos de producción local (domésticos y barriales) referidos a la crianza y a la educación infantil. Para ello tomé en cuenta las visiones de los adultos y las adultas vinculados con los niños y niñas, pero en términos relacionales, es decir, en atención a los modos de vida y a las experiencias sociales de los sujetos.

Como lo intenté desarrollar desde el registro etnográfico, las nociones e iniciativas de los tutores y tutoras de los niños y niñas sobre la crianza y la educación, no se restringen a la "privacidad" del mundo familiar ni se ciñen a pautas culturales predeterminadas, sino que más bien se producen en el entramado de un conjunto de interacciones sociales marcadas por las relaciones de reciprocidad y también por la transacción, es decir, por intercambios que son asimétricos y que tienen lugar en el espacio local de los barrios de referencia.

Tal como quedó registrado en el análisis, referentes barriales, sujetos voluntarios de base, educadores y educadoras, mediadores de las políticas sociales son, en tal caso, agentes altamente significativos en la configuración contemporánea de sentidos sobre la educación y el cuidado infantil. Este reconocimiento discute con otros planteos sobre el tema que suelen abordar las prácticas ligadas con la crianza y la educación en términos a-relacionales, sin historicidad, como si se tratara de hechos ajustados mecánicamente a las voluntades individuales de los sujetos.

En buena medida, en la realidad de los barrios populares bonaerenses, las iniciativas ligadas con la crianza y educación de los niños y niñas se configuran al calor de un conjunto significativo de procesos que son sociales y políticos, que tuvieron lugar en nuestro país y se pueden resumir en: 1) los procesos de conflictividad social vividos a nivel nacional, que comienzan con la implementación de políticas neoliberales ya a mediados de la década de los años setenta con los gobiernos de facto, y se revitalizan en la década de los años noventa, y que se expresaron en el deterioro de las condiciones de los sectores subalternos; 2) las respuestas estatales desde fines de los años ochenta (y con modalidades distintas durante los años noventa y en la actualidad) a partir de políticas de resarcimiento y compensación (expresadas territorialmente en los planes de alimentación, en los comedores, en los merenderos, en la presencia de técnicos y referentes barriales); y 3) en las formas de estructuración y reestructuración del campo popular (expuestas en las demandas, iniciativas y acciones de los pobladores y pobladoras, de los portadores y portadoras de distintas tradiciones y trayectorias de vida), y en la intervención en este proceso de organizaciones de la sociedad civil (como ONGs, fundaciones, la Iglesia Católica).

Históricamente, en nuestro país, las formas sociales relativas a la crianza y a la atención de la infancia, implicaron una trama compleja, conformada por una diversidad importante de actores sociales (el Estado, la sociedad de beneficencia, la Iglesia Católica). Aún así considero que los actuales procesos de construcción de sentidos no son una continuidad lineal de las formas de intervención y configuración históricas. Más bien sostengo que la construcción de sentidos sobre la crianza y la educación en la experiencia de los asentamientos populares, tiene el arrastre de algunos de los elementos de las formas previas de intervención y el agregado de nuevos contenidos y complejidades. Más que nada digo esto porque hoy por hoy los hombres y mujeres pertenecientes a los sectores subalternos, producen sus concepciones sobre la crianza y el desarrollo de los niños y niñas en un escenario fuertemente fragmentado y cruzado por la producción de nuevas interpelaciones —y también estigmatizaciones—, que son a la vez continuamente resistidas desde formas individuales y colectivas.

Los pobladores y pobladoras de los barrios que conocí comparten, sin duda, algunas constantes: una de ellas es la desigualdad de oportunidades y también el registro de los cambios en las formas de vida urbanas. Pero estas condiciones objetivas, como vimos hasta aquí, no determinan, de modo alguno, formas culturales homogéneas y fijas. Aún cuando fuera posible reconocer algunos estilos o formas compartidas de comportamiento —según los registros realizados—, puedo decir que no se trata de prácticas culturales interiorizadas e inmodificables, sino de sentidos construidos en contextos variables y ajustados a las experiencias de los sujetos, siempre renovadas y cambiantes.

 


Notas:

* Este artículo se basa en la investigación realizada por la autora entre agosto de 2001 y julio de 2007, con la financiación de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad de Buenos Aires (Resolución Nº 5398/2001), y que continúa desde el año 2008 y en la actualidad, bajo la financiación del Conicet (Resolución de designación Nº 232/2008).

1 En mi planteamiento, el término de crianza no se restringe al momento de la lactancia de los niños, ni se acota a un período etario (marcado por los primeros años de vida) sino que comprende en términos antropológicos un conjunto amplio de prácticas y relaciones que los sujetos adultos identificamos con la atención infantil, y que connotan como crianza (que puede comprometer acciones relativas a la formación, el cuidado, el esparcimiento, la salud, la alimentación, la educación, entre otros).

2 Al respecto, ver por ejemplo: Tenti-Fanfani (1992), Cervini (2002).

3 Según lo detallan algunos estudios, el PBI en los últimos años en Argentina, creció. En simultáneo con ello persisten evidentes procesos de desigualdad, ya que lo que se experimenta es un estancamiento estructural de la economía de al menos tres décadas (Documento de la Central de los Trabajadores Argentinos, 2005).

4 Uso el término de politización en referencia a la manera como en nuestras sociedades la crianza, la educación y la atención de los niños y niñas se constituyen, siempre en forma cambiante, como cuestión pública y objeto de políticas del Estado; a la vez que demandan por parte de determinados sujetos y conjuntos sociales a partir de su capacidad por disputar sentidos, muchas veces a través de modalidades y categorías legitimadas por el propio Estado (Gledhill, 2000).

5 Es decir, ligadas en nuestro país a la seguridad social, el acceso universal a la salud, la educación.

6 Siguiendo a Rockwell (1996) entiendo por "apropiación" el proceso a través del cual los sujetos responden a los condicionamientos estructurales a partir de la recuperación siempre activa que hacen de los recursos con que cuentan a mano, en vista de su historia social y también de la experiencia individual y colectiva.

7 Bajo el nombre de "changas" se reconoce a los trabajos transitorios y por cuenta propia, en general, ligados con la albañilería, plomería y arreglos en general. Con el nombre de "cartoneo" se alude a la recolección de material reciclable (plástico, papel, cartones) generalmente recogido en la vía pública, para su posterior venta.

8 Me refiero entre otros a los programas estatales de asistencia promovidos a nivel nacional, tales como: Familias por la Inclusión Social, Pensiones no Contributivas, Plan de Seguridad Alimentaria, plan jefe y jefa de hogar desocupados; y a nivel provincial Plan Más Vida, entre otros.

9 En el análisis que sigue parto de una concepción amplia de lo doméstico que no alude ni a lo "privado", ni se opone dicotómicamente a lo político/jural. Tampoco se restringe a la idea de "familia nuclear" ni al espacio natural de reproducción dedicado a la sexualidad (Fonseca, 1998); sino que refiere a las relaciones sociales que suceden en un espacio temporal acotado y a través de interacciones de proximidad, que así son asumidas por los sujetos y que pueden incluir e ir más allá de los lazos afectivos o del parentesco

10 Bajo el nombre de Centros de apoyo escolar se conocen las experiencias comunitarias que ofrecen en forma colectiva ayuda a los niños y niñas en las tareas que solicita la escuela común.

11 Respecto a un análisis en profundidad sobre las penetraciones y articulaciones (no dicotómicas) entre el ámbito doméstico y el escolar, ver: Achilli (2003) y Cerletti (2005).

12 Es decir, políticas sociales dirigidas a una población predefinida a partir de un conjunto de condiciones (entre ellas la condición de vulnerabilidad social) y a través de programas transitorios en el tiempo.

13 La presencia de actores por fuera de los canales tradicionales (políticos partidarios y del Estado) en los barrios de la conurbación en nuestro país, tienen lugar en distintos momentos. En los períodos de gobierno de facto (por ejemplo, en el lapso entre 1976 y 1983) como modo de resistencia a la cancelación de la participación partidaria. Un segundo momento lo marca el retorno de la democracia. Luego, otro momento lo constituye la implementación de las políticas neoliberales de los años 90 con el gobierno de Carlos Menem y que implicó la tercerización de programas sociales del Estado por parte de Ongs y otras organizaciones sociales. Tras los hechos de conflictividad social vividos en nuestro país en diciembre del año 2001, la presencia de nuevos actores sociales en los barrios tiene que ver principalmente con la movilización de las organizaciones de base territorial y los movimientos de desocupados, entre otros.

14 Esto no implica desconocer la incidencia progresiva de la Iglesia Evangélica, cuestión que he abordado en otros trabajos (Santillán, 2007a).

15 En referencia a las reuniones que se hacían en domicilios particulares para la lectura de la Biblia, en las cuales circulaba la típica infusión del mate propia de nuestro país.

16 El Movimiento "Columna" es una iniciativa laica vinculada con la Iglesia Católica que surge en los años noventa como una reformulación (para los sectores populares) de un Movimiento "De Colores" que cobró fuerte difusión en algunas diócesis porteñas entre los años 70 y 80. El Movimiento Columna organiza su accionar básicamente a través de Encuentros que se realizan en determinados momentos del año y por el lapso de un número determinado de días. A estos Retiros asisten contingentes de laicos que se disponen a la reflexión acerca de un conjunto de problemáticas. Si bien la agenda de los Encuentros no es cerrada, la misma se circunscribe con notoria fuerza a problemas tales como las adicciones, la delincuencia, la "desidia" (por ejemplo en el cuidado de los hijos e hijas). A través de esta agenda de preocupaciones, el Movimiento Columna recorta la intervención sobre una población definida básicamente a partir de la situación de "riesgo".

17 En referencia a los espacios comunitarios a cargo de distintos actores de la sociedad civil, y el Estado que se encarga de otorgar una ración de leche y alimento a los niños y niñas una vez terminada la jornada escolar, en domicilios particulares o en instituciones barriales.

18El Programa Más Vida es un programa del Ministerio de Desarrollo Social de la provincia de Buenos Aires que consiste en la entrega de alimentos básicos a grupos económicamente desfavorecidos que tengan hijos hasta los seis años y/o embarazadas, y diversas actividades de prevención en salud y acciones comunitarias a través de una red integrada de Trabajadoras vecinales, beneficiarios, instituciones barriales, gubernamentales y no gubernamentales.

19 En referencia a los espacios comunitarios a cargo de distintos actores de la sociedad civil y/ el Estado que se encarga de otorgar una ración de leche y alimento a los niños tras terminada la jornada escolar en domicilios particulares o instituciones barriales.

 


 

Lista de referencias

 

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    Referencia:

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