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Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud

Print version ISSN 1692-715X

Rev.latinoam.cienc.soc.niñez juv vol.10 no.1 Manizales Jan./June 2012

 

 

Segunda Sección: Estudios e Investigaciones

El desempleo juvenil: problema de efectos perpetuos*

 

Desemprego dos jovens: problema de efeitos perpétuos

 

Youth unemployment: problem with perpetual effects

 

Fabio José De La Hoz1, Raúl Quejada2, Martha Yánez3

1Universidad de Cartagena, Colombia. Economista, Universidad de Cartagena. Joven Investigador 2011 - Grupo de Mercado Laboral, Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Cartagena, Programa Jóvenes Investigadores e Innovadores “Virginia Gutiérrez de Pineda”. Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación, Colciencias. Correo electrónico: fjdel@unicartagena.edu.co

2Universidad de Cartagena , Colombia. Magíster en Ciencias Económicas, Universidad Nacional. Docente tiempo completo, Programa de Economía, Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Cartagena. Correo electrónico: rquejadap@unicartagena.edu.co

3Universidad de Cartagena , Colombia. Magíster en Economía y Economía del Medio Ambiente y los Recursos Naturales, Universidad de los Andes. Docente tiempo completo, Programa de Economía, Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Cartagena. Correo electrónico: myanezc@unicartagena.edu.co

Artículo recibido en agosto 26 de 2011; artículo aceptado en octubre 25 de 2011 (Eds.)


Resumen:

El presente artículo evidencia avances teóricos y empíricos respecto al análisis del desempleo juvenil, subrayando en materia teórica argumentos relacionados con las causas de este fenómeno, tales como la dinámica poblacional juvenil, el desempleo estructural y las condiciones socioeconómicas de los países; las consecuencias, como los bajos ingresos, la exclusión social y el desarrollo de actividades delictivas, efectos que pueden prolongarse por más de diez años. Y en materia metodológica, diferencias conceptuales para definir a un individuo “joven”, que varían de país a país, y dependen de instituciones nacionales encargadas de la información estadística, y en algunos casos, de las mismas condiciones económicas de los países.

Palabras clave: desempleo juvenil, demografía juvenil, educación, exclusión social.


Resumo:

O presente artigo evidencia avanços teóricos e empíricos sobre a análise do desemprego juvenil. Sublinhando em argumentos teóricos a respeito das causas deste fenômeno, como a jovem dinâmica populacional, o desemprego estrutural, e as condições econômicas dos países, com consequências como baixa renda, exclusão social e o desenvolvimento da atividade criminal, os efeitos podem durar mais de dez anos. E em termos metodológicos, as diferenças conceituais para definir uma pessoa “jovem”, que variam de país para país e dependem de instituições nacionais de informação estatística, e em alguns casos, as mesmas condições econômicas dos países.

Palavras chave: desemprego dos jovens, demografia juventude, educação, exclusão social.


Abstract:

This paper discusses theoretical and empirical advances regarding the analysis of youth unemployment, stressing the theoretical arguments concerning the causes of this phenomenon, such as youth population dynamics, structural unemployment, education, and socioeconomic conditions of different countries, and also the consequences, as low income, social exclusion and the rise of youth criminal activity, effects that can be extended for over ten years. On methodological issues, the paper analyzes the conceptual differences used to define a “youth”, which vary from country to country and depend on the institutions responsible for national statistics, and in some cases, the economic conditions of countries.

Key words: youth unemployment, youth demography, education, social exclusion.


1. Introducción

El desempleo juvenil, por su magnitud como problemática económica, ha atraído la atención de académicos y de los responsables de la política pública, por lo que este fenómeno ha sido materia de formulaciones teóricas, investigaciones y políticas relativas a su impacto en la producción, en la economía y en el bienestar. Es por ello que la literatura referente a este tema es muy amplia, y abarca desde análisis teóricos hasta discusiones metodológicas y de definición respecto a la condición joven de los individuos. En ese sentido, los trabajos referentes a este tema abarcan un carácter multidisciplinario, por lo cual se evidencia lo complejo del fenómeno que en algunos casos implica efectos prologados hasta la vida adulta de los individuos. Estos efectos están relacionados con el desperdicio y la degradación del capital humano, con la imposibilidad de satisfacer sus necesidades, con la incapacidad de generar ingresos que permitan acceder a bienes y servicios, y con una incertidumbre económica, expresada en la pérdida de la capacidad de ahorro a lo largo del ciclo vital y en general, en las perspectivas laborales futuras.

Con el objeto de evidenciar los avances relacionados con el desempleo juvenil, realizamos una búsqueda de publicaciones científicas relativas a éste, disponibles en bases de datos bibliográficas virtuales, tales como Jstor, Ebsco Host - (Econlit), Science Direct, Econpapers, y Redalyc, integradas por revistas como: The Economic Journal, Journal of Youth Studies, Institute for the Study of Labor (IZA), Educational Evaluation and Policy Analysis– Stanford University, Scandinavian Journal of Economics, International Development Research Centre, Scandinavian Journal of Economics, The Canadian Social Science, Revista Cuadernos de Economía, Revista Estudios Públicos, Revista Política y Cultura.

En el proceso de búsqueda, las palabras clave utilizadas fueron: youth unemployment, youth demography, education and labour market, transition from school to labour market, youth violence and social exclusion, long terms effects of youth unemployment, en idioma español o inglés, encontradas en el título de la publicación, en el resumen, o en el contenido, cuyo criterio de selección para las publicaciones fue el título y el resumen de las mismas.

Lo anterior nos permitió organizar el documento en siete secciones, incluida la introducción. En la segunda parte incluimos avances relacionados con la dinámica poblacional de los jóvenes y de las jóvenes, y un espacio de transición; en la tercera, el desempleo estructural, el mercado laboral y la educación; en la cuarta, la situación socioeconómica, la exclusión social y la violencia; en la quinta, El carácter perpetuo del desempleo juvenil; y en la sexta abordamos el ámbito de la definición de población “Joven”, y la Metodología aplicada en el análisis del fenómeno; al final presentamos las conclusiones al respecto.

2. La dinámica poblacional de los sujetos jóvenes y un espacio de transición.

 

Los más populares argumentos relacionados con las causas del desempleo juvenil se centran entre quienes aducen que esta problemática es efecto de la dinámica poblacional de los jóvenes y de las jóvenes, donde el ritmo con el que ingresan al mercado laboral es más rápido que el ritmo con que éste puede absorberlos, proceso que está determinando por el “tamaño de la cohorte” (Easterlin, 1969), debido a que aquellas cohortes precedidas de altas tasas de fecundidad, al momento de entrar al mercado laboral experimentan fuertes restricciones para encontrar empleo. Es decir, un crecimiento abrumador de la población joven, implica un crecimiento de iguales proporciones de los jóvenes y las jóvenes que buscan trabajo y cuya magnitud no es correspondida por los mercados laborales (Vila, 1985, y Fortino, 2007). Variables socio demográficas como el género, el estado civil, e hijos o hijas dependientes, implican efectos diferenciales del desempleo juvenil. Jóvenes con hijos o hijas dependientes, tienen menor probabilidad de encontrar empleo; respecto al estado civil, en los hombres no existe evidencia de efectos diferenciados entre casados y no casados, pero en el caso de las mujeres, las casadas tienen un 58% menor de probabilidad de encontrar empleo que las solteras (Ahn & Ugidos, 1995).

Al contrastar el precitado argumento con la dinámica poblacional de los países, encontramos casos que lo apoyan y refutan. Tal es el caso de Nigeria, país que ha registrado persistentes tasas de crecimiento poblacional e iguales tasas de desempleo juvenil que oscilan entre el 40 y el 75% (Venatus & Agnes, 2010, p. 232); el denominado efecto Baby Boom, que se presentó en la Segunda Guerra Mundial, caracterizado por un aumento de las tasas de natalidad y una drástica subida de las tasas de desempleo juvenil como consecuencia de un acelerado incremento del número de personas con edades entre los 16 y los 24 años (Levin, 1983, p. 235). En América Latina la tendencia de las tasas de fecundidad alcanzaron niveles de 3,4 nacimientos por mujer, que aumentó el peso relativo de la población en edades productivas y reproductivas, y simultáneamente el número de personas que aspiran a ingresar a la fuerza de trabajo, que como efecto inmediato, provoca elevadas tasas de desempleo, especialmente entre los jóvenes (Thezà, 1995). En contraste, en Estados Unidos y en Australia rechazan este argumento, debido a que estos países históricamente han registrado elevados niveles de desempleo juvenil durante todas las fases del ciclo demográfico (Levin, 1983, p. 236), por lo que a pesar de que la dinámica demográfica de los jóvenes y las jóvenes puede ser una explicación al desempleo juvenil, esta no parece ser una causa importante, porque este, según Kabbani y Kothari (2005) y Abad (2005), depende en gran medida de otras variables como las condiciones macroeconómicas de los países y del mercado laboral.

La transición, vista como el espacio entre el momento en que el sujeto joven termina –por abandono o culminación– su etapa educativa, se convierte en un arma de doble filo, en el sentido de que surge como un espacio de oportunidad en el que los jóvenes y las jóvenes tienen la posibilidad de enriquecer su capital humano con experiencia, aprendizaje e identificación de perfiles ocupacionales; y como un espacio de exclusión que se expresa principalmente en los sujetos jóvenes de bajos ingresos, quienes por su condición socioeconómica, por los déficits educacionales y por la necesidad de ingresos a tempranas edades, enfrentan mayores restricciones al momento de entrar al mercado laboral, cuya consecuencia es la precariedad, la informalidad y la baja productividad en el trabajo (Ramírez, 2002).

Smyth (2001) considera que el contexto demográfico, socio-económico y laboral del mercado, el sistema de regulación laboral, y las características del sistema de educación, tienen mayor incidencia en este proceso. Por su lado, Jimeno y Rodríguez-Palenzuela (2002) argumentan que países con sistemas educativos de poca calidad, de débiles vínculos con el mercado de trabajo, son aquellos en los que el proceso de transición de la escuela al trabajo experimenta mayores restricciones, lo que al final se traduce en tasas de desempleo juvenil desproporcionadamente altas en comparación con la de las personas adultas.

Los anteriores argumentos proporcionan una explicación desde una perspectiva demográfica al fenómeno del desempleo juvenil. A continuación presentamos argumentos relativos desde la óptica del desempleo estructural y su relación con la educación como factor determinante en la naturaleza del fenómeno.

3. Desempleo Estructural y Educación

 

El desempleo estructural, entendido como un desajuste entre las cualificaciones necesarias para ocupar los puestos de trabajo y las que poseen quienes solicitan empleo (Campbell & Stanley, 1997), es otra de las causas a las que se les atribuye el desempleo juvenil, debido a que la falta de correspondencia estructural entre la oferta y la demanda de trabajo por una insuficiente transparencia de los mercados laborales, no permite ofrecer una adecuada y oportuna orientación vocacional (Muñoz, 2006). Esta “brecha”, a pesar de no ser un problema exclusivo de los sujetos jóvenes, implica profundos déficit en educación y una baja empleabilidad, lo que conduce a mayores tasas de desempleo y, en específico, a la profundización de las limitaciones de entrada al empleo. Estas limitaciones son consecuencia, además de la ignorancia de las características de la demanda, de los acelerados cambios tecnológicos en que se encuentra inmersa la economía, y de la tendencia de las empresas a elevar sus requisitos en relación con las calificaciones de su fuerza laboral (Weller, 2007). Tal es el caso de los países del continente africano, en los cuales las habilidades que poseen los jóvenes y las jóvenes no coinciden con las demandas de los empleadores, y cuyos sistemas de educación han hecho que los trabajadores y trabajadoras que suministran al mercado laboral no posean las habilidades que necesitan los empleadores, y carezcan de habilidades para autoemplearse (Venatus & Agnes, 2010, p. 232).

Aunque se considera poco significativa, los salarios mínimos son otra explicación al desempleo juvenil. Al asumir el supuesto de un mercado de competencia perfecta en el que a los trabajadores y trabajadoras se les paga el equivalente a su contribución a la producción, las empresas tienden a contratar trabajadores y trabajadoras de más edad, o a destinar sus inversiones en planta y equipo en lugar de contratar jóvenes, por considerar que éstos no son productivos para ganar los salarios mínimos del mercado, lo que implica un mayor número de sujetos jóvenes desocupados (O’Higgins, 2001).

La relación entre el desempleo juvenil y la dinámica de la actividad económica es expuesta por Demidova y Signorelli (2010), y por Choudhry, Marelli y Signorelli (2010), en el sentido de que un insuficiente crecimiento económico expande el desempleo en general y el de los jóvenes y las jóvenes en particular, quienes quedan vulnerables al riesgo de inactividad prolongada y exclusión social. Según Lépore y Schleser (2004), en periodos de recesión económica los hogares tienden a aumentar su oferta laboral, mediante la participación de los miembros más jóvenes en el mercado de trabajo; por otro lado, las empresas dejan de contratar personal, y los sujetos jóvenes son los primeros en ser despedidos por su baja productividad o por los mayores costos que implican los despidos del personal con mayor antigüedad y con más experiencia. De hecho, las tasas de desempleo juvenil son más sensibles a las crisis económicas. Entre 2008 y 2009 -la más reciente crisis económica-, el número de jóvenes desempleados creció en un 9,0%, y su tasa de desempleo creció en un punto porcentual, mientras que la de las personas adultas se incrementó en 0,5% (Oficina Internacional del Trabajo, 2010).

Por otro lado, los jóvenes y las jóvenes registran altos niveles de rotación laboral; en Australia, el número total de empleos de tiempo completo para los sujetos jóvenes ha registrado progresivas disminuciones en los últimos 15 años. Según el informe del Foro Dusseldrop de Habilidades 2003, desde 1995 el número de empleos disponibles a tiempo completo para jóvenes disminuyó en un 15.2%. Esta disminución de los empleos de tiempo completo ha estado acompañada por el aumento de los empleos de tiempo parcial y por la proliferación del trabajo informal; de acuerdo con la Australian Bureau of Statistics (ABS), menos del 20% de los trabajadores y trabajadoras jóvenes trabajaban de tiempo parcial en 1978; veinte años más tarde la cifra ha aumentado a más del 60%, tendencia que implica profundas limitaciones para las perspectivas de empleo de los jóvenes y de las jóvenes a largo plazo, en el sentido de que los sujetos jóvenes que trabajan a tiempo parcial o informal, dejan de aprender habilidades y de obtener experiencia (Burrows, 2008, p. 89).

La Educación

 

Además de las condiciones del mercado laboral, en la mayoría de las producciones científicas el papel de la educación es identificado como un factor fundamental, en tanto que ha sido reconocida como el principal motor de la redistribución de ingreso. Según la teoría de capital humano desarrollada por Gary Becker en 1964, la inversión en educación mejora las destrezas, aumenta la productividad del trabajo y es una forma de adquirir atributos de capital humano necesarios para desempeñar un puesto de trabajo (Becker, 1993). Claro está que esta no es la única forma de alimentar el capital humano; las habilidades innatas y la experiencia son variables que determinan la acumulación de capital humano, pero la educación es una parte esencial en este proceso (Fabra & Camisón, 2008). Es decir, en la medida en que un individuo esté más capacitado, tendrá la posibilidad de obtener un empleo, mayores ingresos y una mejora en su bienestar.

En términos del desempleo juvenil, la mayoría de los países del mundo le apuestan a los sistemas educativos como una herramienta esencial en la lucha contra el desempleo juvenil, mediante el estímulo y la generación de oportunidades de formación y capacitación (Behrens & Evans, 2002, Audas, Berde & Dolton, 2005). Riphahn (1999, pp. 6-8) apoya la tesis de que los individuos con mayor educación y mejor calificados tienen una tasa de desempleo menor, una mayor probabilidad de obtener trabajo y aumentos en los salarios. En ese sentido, Mitrakos, Tsaklogou y Cholezas (2010), consideran que el desempleo juvenil es resultado de falta de educación, debido a que un bajo nivel de escolaridad aumenta el lapso en el que el sujeto joven permanece desempleado antes de encontrar un empleo estable, e implica que la tasa de desempleo con el paso del tiempo sea más alta. Li (2006) afirma que, en promedio, quienes terminan sólo la educación básica obligatoria reducen la probabilidad de estar desempleados en 2,5 puntos porcentuales. Y Levin (1983, p. 238), afirma que la alta tasa de desempleo juvenil es el resultado del deterioro de la educación y de la formación de la juventud; es decir, este fenómeno existe como consecuencia de la escasez de mano de obra calificada; y al suponer que el desempleo juvenil no es más que una función del número de jóvenes que carece de una educación adecuada para trabajar en los puestos de trabajo, hay más puestos de trabajo disponibles que sujetos jóvenes calificados para suplirlos. Por otro lado, la falta de educación como determinante esencial del desempleo juvenil induce a la prolongación de la estadía de los jóvenes y de las jóvenes dentro del sistema educativo, tendiente a lograr un acceso exitoso al mercado de trabajo, es decir, un “reciclamiento educativo de la población joven” (Aparicio, 2009).

En contraste a los anteriores argumentos, en algunos países la teoría del capital humano no se aplica al mercado laboral de los jóvenes. Fernández (2006) encuentra en su análisis acerca de la relación entre las tasas de desempleo juvenil y los niveles de educación en España, que éstos no parecen garantizar la empleabilidad de los jóvenes y de las jóvenes. Sin embargo, este resultado es explicado por la falta de experiencia laboral, porque es posible que los sujetos jóvenes de mayor nivel académico se hayan dedicado exclusivamente a estudiar, por lo que al momento de buscar trabajo el requisito de experiencia laboral se convierte en un obstáculo para conseguir este fin. De igual forma, en Colombia llama la atención que el mercado laboral de los jóvenes y de las jóvenes evidencia una similitud con el de los jóvenes y las jóvenes en España; en su estudio, Pedraza (2008) encuentra que en el período comprendido entre los años 2001 y 2005, un mayor número de jóvenes desocupados había completado la básica secundaria en comparación con los ocupados de iguales edades. Pero este resultado es explicado por la existencia del sector informal, porque al desagregar la información, la autora encuentra que en el sector formal de los jóvenes y de las jóvenes, los sujetos jóvenes desocupados registran niveles educativos inferiores.

4. Situación socioeconómica, exclusión social y violencia

 

Es de esperarse que las condiciones socioeconómicas influyan en la situación laboral de los jóvenes y las jóvenes. Según el ingreso del hogar, aquellos sujetos jóvenes integrantes de hogares con menores ingresos tienden a experimentar una menor probabilidad de ser empleados o empleadas, en comparación con los integrantes de hogares con mayor ingreso. En Australia, para el año 2004 el 60% de los jóvenes y las jóvenes integrantes de hogares con menos de 350 dólares semanales de ingreso, no participaron plenamente en el trabajo o en actividades educativas, en comparación con 9% de los sujetos jóvenes de hogares que superan los 1.565 dólares semanales (Burrows, 2008, p. 93); en Argentina, los jóvenes y las jóvenes de hogares con bajos ingresos, experimentan mayores tasas de desempleo que aquellos de hogares con ingresos medios, cuya tasa de desempleo representó el 37% de la tasa de las personas jóvenes provenientes de hogares con menos ingresos (Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de Argentina, 2001).

Sumado a los ingresos, las características de la residencia, el entorno familiar y las características ocupacionales de los padres y madres, son aspectos que inciden en la situación laboral de los jóvenes y de las jóvenes, porque dentro de la familia los miembros con conexiones pueden recomendar al sujeto joven para un puesto de trabajo, aun cuando éste no tenga experiencia laboral previa –siendo la falta de experiencia uno de los obstáculos de los jóvenes y de las jóvenes al momento de buscar trabajo– (Coloma & Vial, 2003, p. 163). La situación laboral y la educación de los padres y madres ha cobrado importancia por su incidencia en la vida laboral de los jóvenes y las jóvenes, debido a que en la medida en que los padres y las madres estén empleados, las probabilidades de exposición al desempleo de los jóvenes y de las jóvenes disminuye, porque estos jóvenes probablemente tendrán una menor urgencia de trabajar, y por lo tanto un salario de reserva más alto (Beyer, 1998 & Smyth, 2008).

Al estar desempleados o desempleadas, los sujetos jóvenes permanecen al margen no solo del sistema económico, sino también de las redes sociales1 y demás relaciones en las que se desenvuelven como personas (Toro, 2001). Según Weller (2006) y Guataquí, Forero y García (2009), por el desajuste entre sus expectativas y las realidades del mercado laboral, y porque obtienen trabajos de mala calidad, los jóvenes y las jóvenes deciden abandonar la búsqueda de empleo hasta llegar al caso extremo de retirarse del mercado de trabajo, es decir, el desempleo juvenil pasa de ser un desempleo involuntario a un desempleo voluntario (Clark & Sumers, 1978). Y por el fracaso en su búsqueda de empleo y sumado a la inactividad educacional, los jóvenes y las jóvenes adecuan su estilo de vida a un estilo llamado por Phillips (1973, en Ullah & Banks, 1985) “vago de la esquina”; es decir, jóvenes que a partir de su nefasta experiencia en su búsqueda de empleo deciden no desarrollar ningún tipo de actividad productiva o alguna relacionada con la formación y el entrenamiento.

Es por ello que el desempleo juvenil es sinónimo de exclusión social, donde quienes han desertado del sistema educativo son quienes componen los grupos más vulnerables a este problema (Gandini, 2004). Espluga, Baltierrez y Lemkow (2004) identifican las dimensiones de la exclusión social como consecuencia del desempleo juvenil: una exclusión del mercado laboral, definida por las barreras que encuentran los jóvenes y las jóvenes a la hora de entrar al mercado laboral; una exclusión económica, referida a la incapacidad de generar ingresos y a la dependencia de los programas del Estado; una exclusión institucional, relacionada con la falta de apoyo gubernamental en los periodos de desempleo; y una exclusión cultural, por la incapacidad de vivir de acuerdo con las normas y valores aceptados socialmente. Dimensiones que en conjunto se expresan en el deterioro de las relaciones sociales con la familia, los amigos o amigas y la sociedad.

La exclusión social es un factor de riesgo para el vínculo de los jóvenes y las jóvenes con formas ilegales de subsistencia (Marrau, 2006), quienes por la marginación que sufren como consecuencia del fracaso del sistema económico en la función de generar los medios y oportunidades laborales, desarrollan este tipo de actividades (Edmark, 2005), y se convierten en el epicentro de casi todos los episodios de violencia existente, como víctimas y como victimarios (Perea, 2005; Fougère, Kramarz & Pouget, 2009). Las pandillas, son empresas criminales Bennell (2000) que muestran características propicias para “hacer carrera”, como la posibilidad de ascender, de percibir aumentos salariales, y en general de tener un horizonte de desarrollo personal, a diferencia de lo que les ofrece el mercado laboral formal. De hecho, en todo el continente africano muchos sujetos jóvenes han estado inmersos en situaciones de conflicto; son generalmente los principales actores en estas situaciones, involucrados en milicias que proporcionan retornos más rápidos de una inversión que de ninguna forma es seria, y que dependen de un arma para obtener dinero y respeto (Venatus & Agnes, 2010, p. 235).

5. El carácter perpetuo del desempleo juvenil

 

Son muchos quienes argumentan que los efectos del desempleo juvenil se prolongan a lo largo del tiempo; es por ello que en el título de esta sección utilizamos el término “perpetuo” para denominar los efectos de largo plazo de este fenómeno. Estos efectos implican consecuencias irreversibles en las perspectivas futuras de empleo, en la formación de capital humano y en la capacidad de integrarse al mercado de trabajo. Los análisis relacionados con este argumento se concentran en la premisa de que, individuos que experimentan periodos de desempleo a edades tempranas, experimentan periodos de desempleo en el futuro y restricciones en la generación de ingreso. Ellwood (1982) argumenta que en esto inciden tanto la probabilidad de desempleo, como la alta rotación laboral y los salarios en el futuro. Mroz y Savage (2006, p. 260) encuentran que en promedio los jóvenes hombres que experimentan un periodo de desempleo a los 22 años, experimentan una tasa de salarios inferior en un 8% a los 23 años, efecto que disminuye a 5% a los 26 años y hasta 3.2% a los 31 años. Gregg y Tominey (2004) van más allá, y encuentran que los efectos del desempleo juvenil ocasionan cicatrices en los salarios del individuo hasta 20 años después de experimentarlo; aquellos que experimentan periodos de desempleo a los 23 años, tienen el costo de una reducción en sus salarios de entre el 12% y el 15% a los 42 años. En el mismo sentido Gregg (2001, p. 627) exploró si la experiencia del desempleo de una persona joven se correlaciona con sus patrones de empleo cuando sea adulta, lo que denomina la cicatriz del desempleo juvenil. Según los resultados, aquellos individuos que padecen periodos de desempleo siendo jóvenes, experimentarán un mayor desempleo cuando sean adultos; cada 3 meses de desempleo antes de los 23 años, equivale a dos meses de desempleo a edades entre los 28 y los 33 años.

Finalmente, Bell y Blanchflower (2010) argumentan que con respecto al desempleo juvenil se tiene la sensación de un Déjà Vu, en el sentido de que el desempleo juvenil a lo largo de la década de los 80 se convirtió en un grave problema, y actualmente, a raíz de la recesión de 2008, el interés de la política pública de empleo se ha centrado nuevamente en este problema. A raíz de lo anterior, surgen interrogantes como: ¿Por qué está aumentando de nuevo? ¿Cómo las dificultades actuales de los sujetos jóvenes que ingresan al mercado de trabajo difieren de las del pasado?; es decir, se percibe una sensación de familiaridad respecto al desempleo juvenil.

6. Población “Joven” y Metodología aplicada en el análisis del desempleo juvenil

 

En el análisis del desempleo juvenil, es necesario subrayar los aspectos metodológicos y de datos relacionados con este fenómeno, debido a que constantemente se presenta una diferencia metodológica, en específico, la definición de la población “joven”. Aunque una convención ampliamente aceptada es la definición de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que involucra exclusivamente a los individuos con edades entre 15 a 24 años, ésta varía de país a país, dependiendo de aspectos socioeconómicos y culturales, de la legislación o por el rango edad que aplica cada entidad del orden nacional encargada de la información estadística relacionada con el tema. Ejemplos de estas diferencias operacionales se observan en países como: India, en el que la política de juventud define como grupo de jóvenes a aquellos que van desde los 15 años hasta los 35 años de edad (Curtain, 2004); Reino Unido, donde la política de empleo juvenil está dirigida a jóvenes con edades de 16 a 18 años; e Italia, país en el que se adoptan diferentes criterios de edad para considerar a un individuo joven; en la región norte del país el rango de edad de la población joven es de 16 a 18 años, y en la región sur, este criterio cambia al rango de edad de 14 a 32 años.

Por otra parte, existen casos en los que la edad típica de incorporación al mercado de trabajo puede ser inferior a los 15 años, y en consecuencia el límite entre el trabajo juvenil y el trabajo infantil deja de ser claro (Oficina Internacional del Trabajo, 2010). Sin embargo, la definición aplicada por la OIT es la más aceptada, porque define de manera concreta la población joven y permite establecer diferencias entre adolescentes y adultos jóvenes, debido a que los problemas que enfrentan estos dos grupos son muy diferentes (O’Higgins, 1997). Contrario a las diferentes definiciones operacionales para la población joven, en lo relativo a las fuentes de información a partir de las cuales se analiza el fenómeno, éstas se concentran en su mayoría en un tipo de fuente, la cual presentamos a continuación.

El manejo de datos y la metodología de análisis

Las fuentes de información para el análisis del desempleo juvenil se concentran en la aplicación de encuestas realizadas por organismos oficiales, centros académicos y universidades. El tipo de datos utilizados son principalmente los datos de corte transversal y de panel. Los primeros no permiten realizar análisis dinámicos, de seguimiento, ni de retrospectiva, pero permiten la estimación de modelos estáticos referidos a temas como la duración del desempleo y la probabilidad de padecerlo. Tal es el caso de trabajos de Coloma y Vial (2003, p. 158) quienes estiman un modelo estocástico de participación en el mercado de trabajo, mediante el método de máxima verosimilitud a partir de la información de la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional de Chile; en el mismo sentido, Ahn y Ugidos (1995) aplican el modelo univariante de supervivencia Kaplan–Meier para estimar la duración del desempleo mediante el cálculo de la tasa de riesgo muestral (simple hazard rate), a partir de la cual es posible comparar tasas de supervivencia entre diversas características, tales como el género, el nivel educativo, el estado civil, entre otros. Pero a pesar de estas propiedades, el modelo Kaplan–Meier, por la falta de control de variables correlacionadas, no garantiza estimaciones exactas, a partir de lo cual los autores, mediante la estimación de un modelo multuvariante de Prentice y Gloeckler, disponen de estimadores factibles estadísticamente, a pesar de la existencia de un número elevado de valores repetidos.

Los datos de panel resultan más adecuados para estudiar la dinámica del cambio en una variable determinada, en especial los conjuntos de datos respecto al desempleo, la rotación en el trabajo y la movilidad laboral (Gujarati, 2004). Este tipo de datos son útiles en el análisis del desempleo juvenil para la estimación de modelos dinámicos que permiten establecer relaciones e impactos de este fenómeno con otras variables a lo largo del tiempo. Mroz y Savage (2006, p. 265) estiman los efectos del desempleo juvenil en el largo plazo a partir de la información de la National Longitudinal Surveys (NLSY79) de Estados Unidos, una serie de entrevistas anuales aplicadas a un total de 12.686 jóvenes con edades entre los 14 y los 22 años, desde 1979 hasta 1994; en igual sentido, Gregg (2001, p. 628) estima un modelo logístico de los efectos del desempleo juvenil sobre el desempleo futuro, con la información recopilada en la National Child Develoment Survey (NCDS), la cual es una cohorte censal de individuos nacidos la misma semana de marzo de 1958, a quienes se les realiza seguimiento desde la infancia hasta la edad adulta temprana, a los 16 años en 1974, a los 23 años en 1981, y a los 33 años en 1991.

Sin embargo, como este tipo de datos se refiere a individuos, empresas, países, etc., a lo largo del tiempo, lo más seguro es la presencia de heterogeneidad (Gujarati & Porter, 2009), es decir, las diferencias estructurales entre las observaciones de un conjunto de datos en el tiempo; y de endogeneidad -la correlación entre las variables explicativas y los errores aleatorios-, que no permite separar los efectos de cada una ellas sobre la variable explicada. Al respecto, Gregg (2001, pp. 632-634) formula consideraciones relativas a la heterogeneidad en el contexto del desempleo juvenil. En primer lugar, el enfoque de la Cohorte, en el que se asume que la heterogeneidad no observada es constante a través de un número de cohortes y que su relación con el desempleo también es constante; sin embargo, como resultado de los ciclos económicos, las cohortes difieren en su experiencia de desempleo, porque aquellas que experimentan el desempleo juvenil, experimentarán el desempleo siendo sujetos adultos; por lo tanto, es probable que las diferencias entre los individuos se deban más que a la heterogeneidad, a un problema de cicatrización. Respecto al enfoque de la forma funcional, el autor cita a Lancaster (1990), quien considera que no es posible superar la heterogeneidad sin establecer fuertes supuestos fundamentados en la teoría económica y en la forma funcional del modelo; en contraste, cita a Heckman y Borjas (1980), quienes consideran que las condiciones necesarias para identificar la heterogeneidad son menos estrictas y no requieren de fuertes supuestos en la forma funcional del modelo; éstos sugieren un enfoque de variables instrumentales, enfoque análogo al aplicado a la búsqueda de variables con rezago en los datos de series de tiempo ante los errores de correlación serial, con el que el impacto de la experiencia de desempleo con rezago puede ser separado de los efectos fijos individuales de cada variable.

El modelo logitmultinomial proporciona un instrumento conveniente para la estimación de probabilidades de elección, cuya aplicabilidad es válida en contextos en los que la variable dependiente representa una alternativa (Hausman & McFadden, 1984); por ejemplo, la elección de carrera profesional, el voto electoral, o la elección de medios de transporte (Barreiro, Ruzo & Losada, 2004). En el desempleo juvenil, Riphahn (1999, pp. 14-16) mediante este tipo de modelo, estima la probabilidad de hacer la transición de la escuela al trabajo de los jóvenes en Alemania, en el que discute el supuesto subyacente en este tipo de modelo: la independencia de alternativas relevantes, bajo el cual las probabilidades de poder escoger una alternativa sobre otra son independientes del conjunto de alternativas consideradas en la especificación del modelo, que al no sostenerse, se induce a problemas de incompatibilidad en las estimaciones. Por otro lado, en los modelos donde la información agregada de tipo regional es considerada conjuntamente con características de los individuos -como el género y el nivel académico-, surge la posibilidad de que las perturbaciones estén correlacionadas, lo que puede sesgar los errores estándar estimados; es decir, un problema de autocorrelación espacial, en donde el valor de una variable en una región no viene explicado por problemas internos, sino también por otras variables en las regiones vecinas (Yánez & Acevedo, 2010). Con el fin de enfrentar este problema, la aplicación de un estimador no paramétrico de efectos aleatorios mediante la aplicación de pruebas de correlación entre las características no observables de los individuos de una región determinada, permitirá que las conclusiones generadas en la estimación, tengan la garantía de consistencia y significancia estadística.

7. Conclusiones

 

En este trabajo ponemos en evidencia avances en materia teórica y de medición respecto al desempleo juvenil, que desde la literatura dan explicación a la naturaleza de este fenómeno, subrayando consideraciones metodológicas relativas a la denominación de los individuos “jóvenes”, definiciones operacionales que por lo general varían de país a país y dependen de las instituciones de orden nacional encargadas de la información estadística agregada, y en algunos casos de las mismas condiciones económicas de los países. Y en el análisis del fenómeno, las fuentes de información se concentran en fuentes primarias con datos de corte transversal y de panel.

Los argumentos relativos a las causas del desempleo juvenil, se centran principalmente en que este fenómeno es consecuencia de la dinámica demográfica, debido a que los jóvenes, al ser precedidos de una cohorte poblacional con altas tasas de fecundidad, experimentan fuertes presiones para encontrar empleo; y aunque en algunos casos la evidencia empírica no apoya este argumento, éste no deja de ser una causa importante en el análisis del fenómeno. Por otro lado, el desempleo juvenil es consecuencia de incongruencias entre la oferta y la demanda laboral, o como es denominado por algunos, la brecha entre las competencias laborales y las requeridas por el mercado, lo que al final permite el desarrollo de problemáticas como el trabajo informal, de subsistencia, y una progresiva pérdida de la capacidad de generación de ingresos. Otro factor al que se le atribuye este fenómeno es el salario mínimo, porque los jóvenes y las jóvenes, al no ser lo suficientemente productivos para ganarlos, quedan excluidos del mercado laboral por la tendencia de los empresarios a contratar trabajadores y trabajadoras de más edad, o a destinar sus inversiones en planta y equipo. Naturalmente, el desempleo juvenil está estrechamente relacionado con la dinámica de la actividad económica, en el sentido de que un insuficiente crecimiento económico eleva los niveles de desempleo general, y en especial el de los sujetos jóvenes. Desde esta perspectiva, en periodos de recesión económica los hogares tienden a aumentar su oferta laboral, mediante la participación de los miembros más jóvenes en el mercado de trabajo, y las empresas tienden a prescindir de mano de obra, principalmente joven. En términos de ingreso, en la medida en que el ingreso de los hogares al que pertenecen los jóvenes y las jóvenes sea menor, serán propensos a experimentar restricciones a la hora de entrar al mercado laboral.

El papel de la educación en el análisis de este fenómeno es de destacar, puesto que muchos autores y autoras se apoyan en la teoría del capital humano, con el argumento de que los individuos con un mayor nivel de educación y mejor calificados tienen una mayor probabilidad de obtener trabajo, de percibir aumentos salariales y de acumular capital humano. Por otro lado, las consecuencias de este fenómeno se reproducen por varios años, es decir, el desempleo juvenil es un fenómeno que deja “cicatrices” a lo largo del ciclo de vida de los individuos, lo que afecta no solo sus ingresos, sino también su condición laboral y la probabilidad de desempleo en el futuro; es decir, es un problema de efectos perpetuos.

Entonces, el desempleo juvenil se convierte en una vía de exclusión social y en un factor de riesgo para el vínculo de los sujetos jóvenes a formas ilegales de subsistencia, por ofrecer un horizonte propicio para el desarrollo personal y laboral, beneficio que no ofrece el mercado laboral formal, y que al final tiene efectos colaterales en la sociedad en general, y cuya consecuencia más notable es el persistente círculo vicioso de la pobreza.


Notas:

*Este artículo de revisión se deriva del proyecto de investigación titulado “Desempleo juvenil en la ciudad de Cartagena de Indias: un análisis de sus causas e implicaciones en la economía local”. Proyecto financiado por la beca - pasantía Programa Jóvenes Investigadores e Innovadores “Virginia Gutiérrez de Pineda”, Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación, Colciencias 2010. La investigación inició el 7 de febrero de 2011 y finalizó el día 7 de febrero de 2012.

1 Definidas como estructuras sociales integradas por grupos de personas, conectadas por varios tipos de relaciones, como la amistad, el parentesco, los intereses comunes y el conocimiento.


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    Referencia para citar este artículo: De La Hoz, F. J., Quejada, R. & Yánez, M. (2012). El desempleo juvenil: problema de efectos perpetuos. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 10, (1), pp. 427-439.