Destacados columnistas de todas las categorías ideológicas, sostienen con argumentos todos válidos, su angustia por la situación actual del ejercicio de la medicina en Colombia.

Denuncian los peligros para la sociedad colombiana de una medicina deshumanizada o implantada dictatorialmente. Ya se comienza a ver las lacras que la sustentan y corroen. No cabe la menor duda que nuestra profesión médica atraviesa por la más grave crisis de su historia.

La proliferación de las facultades de medicina como resultado de la Ley General de Educación genera indefectiblemente una mano de obra barata y obviamente mal calificada, que encuentra como válido un salario de hambre; salario que no admiten ni las llamadas carreras intermedias.

Se respaldan en un ejercicio profesional deficiente, pues lo que importa es el volumen de consultas y procedimientos, no la calidad de la atención.

La crisis por la que atraviesa la Medicina puede ser atribuible a múltiples factores, pero el que más incide es el individualismo médico, factor derivado del llamado Médico Hipocrático que hasta los años 60 era el profesional respetado por todos y pilar fundamental en la sociedad, provenía en general de un estrato social aceptable y nivel económico importante y que de pronto se vio abocado a la plena socialización de su profesión y como respuesta, su individualidad se hipertrofió de su yo como médico.

En un país como el nuestro en donde el presupuesto de salud sufre recortes año tras año, sin que a nadie importe el don más preciado del ser humano, la seguridad social, y por ende la salud, en realidad no solo es la profesión médica, si no la salud del pueblo colombiano que se vislumbra en lo que podríamos calificar de pronóstico reservado.

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