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Revista Colombiana de Psiquiatría

versão impressa ISSN 0034-7450

rev.colomb.psiquiatr. v.29 n.1 Bogotá jan./mar. 2000

 

EDITORIAL

POR UNA PSIQUIATRÍA INDECLINABLEMENTE HUMANA


Aunque se trate de un año más, sin mayores escándalos en el devenir humano,los cambios de década, siglo y milenio constituyen una invitación para mirary reconstruir el pasado y una excelente oportunidad para atisbar e intentarpredecir el futuro. Son momentos para la reflexión, para mantener viva la esperanza de aprender de los errores del ayer y de proyectar los aciertos dehoy en un mañana idealmente menos incierto. Intentos por disminuir la ansiedad que signa al hombre en su permanente incertidumbre. Producto deuna razón, quizá titubeante, que se atreve a la conjetura y al análisis.

El camino recorrido por el pensamiento humano en el curso de su historia, para llegar a afirmar la posibilidad de estudiar con un método científicamentecorrecto las ideas, las percepciones, los sentimientos, las emociones y lasconductas -lo que genéricamente englobamos bajo el prefijo psi-, no ha sido ni breve ni lineal. Fueron y continúan siendo el fruto de la confluencia deaportes desde diferentes ramas del saber y dependientes del momento histórico en el cual surgieron: filosofía, biología, fisiología, medicina, astronomía, antropología, sociología, lingüística, neurociencias, entre otras. Esdecir, todo aquello que en sentido amplio o restringido, en el desarrollo desaber hace referencia al hombre. Y es que no puede ni pensarse ni plantearsedistinto. Psi) la vigésima tercera letra del alfabeto griego, que implica el anima, el soplo primordial, el pneuma, el espíritu, el alma, no es elemental ni fácil de aprehender. Psi hace alusión a lo intangible, a lo esencial, a lo trascendental. En una palabra a lo que nos distingue y nos caracteriza como humanos entre todos los seres de la naturaleza.

La cuestión de la recomposición entre mente y cuerpo, entre materia y espíritu, entre el determinismo de lo "mecánico" y el voluntarismo de lo "moral", que nunca ha sido definitiva y total, continua y continuará gravitando sobre lapsiquiatría como una de sus dificultades primordiales. Sus distintas corrientes siguen oscilando entre dos polos opuestos a veces no dispuestos al diálogo. Los que consideran al hombre como un mecanismo determinado porlas leyes de la neurofisiología y de la bioquímica, y los que lo considerancomo un ente filosófico. No se trata sólo de una diferencia de posiciones"ideológicas". Va mucho más allá: de esa diferencia derivan opcionesdefinitivamente opuestas en hipótesis y teorías, tipos de problemas a enfrentary tipos de instrumentos a utilizar.

Digámoslo sin preámbulos y sin ambages: la psiquiatría no es una especialidadcualquiera de la medicina. Es distinta por su objeto de estudio, diversa por la multiplicidad de disciplinas y conocimientos de los cuales se nutre y participa,e intrigante porque no puede ser ajena a una representación del Hombre. Hombre con mayúscula, hombre como un todo. Representación que se fue destiñendo progresivamente en la evolución y el desarrollo de una medicina con aspiraciones de ciencia natural y con estatuto de "científica"; de una medicina que tomó partido unilateral por la biología en aras delos sistemas corporales, de los órganos y de las moléculas.

La psiquiatría no puede ni debe ser distante de una imagen del Hombre. De la representación que la psiquiatría posea del ser humano depende su especificidad como disciplina del conocimiento. Imagen vinculada, imagenadherida, imagen epicentro, aun inmersa dentro de toda la heterogeneidadposible de aquello que con el tiempo llegue a llamarse psiquiatría o a ladisciplina o disciplinas que la sucedan. Representación sin la cual no sería loque es y se la definiría de modo diferente: ahora sin el prefijo psi.

A pesar de que los aportes de las neurociencias a la psiquiatría puedan verse como un reduccionismo temporal, es indudable que dicho reduccionismo nos ha deslumhrado. Deslumbramiento que nos puede llevar a los errores comolos del conductismo cuando en su afán experimental y extremo, para satisfacer las exigencias de una "nueva" psicología, postuló sin mayor reparo, " una psicología sin mente". Camino por el cual temo que en nuestro caso pudiera dar lugar a "una psiquiatría sin psicología". No pretendo con esto soslayar o minimizar los aciertos de las neurociencias, sino simplemente hacer hincapiédel riesgo de dogmatizarlo como tantas otras veces ha sucedido en el devenir de las ideas.

Cabe entonces preguntarse si la psiquiatría al alejarse de la psicología ytambién de la filosofía ha mutilado una concepción global del hombre.Durante más de dos mil años la psicología ha sido entendida en su sentido etimológico de "disciplina que tiene por objeto el alma". Psicología enraizada con una filosofía de carácter deductivo desde Aristóteles hasta el siglo XIX,cuando empezó a abrirse camino la tesis de una psique que podía conocersemejor a través de la experiencia. Pero su objeto no se modificó: siguió siendoesa elusiva psique, aunque su carácter de sustancia -el alma-se fue sustituyendo por otros de aspecto fenomenotógico: percepción, memoria, conciencia.

Considero que la psicología moderna -a partir de su constitución por Wundt en1879- ha aportado a la psiquiatría desde diferentes perspectivas. Así, cuandonos referimos a la percepción echamos mano de la Gestalt, cuando hablamos de aprendizaje recurrimos a los aportes de la reflexología pavloviana y del conductismo, cuando se trata de acometer el estudio de la personalidad nos declaramos freudianos, cuando hacemos alusión a la evolución de la inteligencia emerge Piaget y su escuela de Ginebra. Cada una de las corrientesmencionadas, con núcleos teóricos y problemas diferentes, ha sido más productiva que otras en determinados sectores de la investigación. Este estadode cosas no es de suyo lamentable y de hecho hay que preferirlo a una legitimación dogmática y autoritaria. Tener presente un marco comparativo delos diversos puntos de vista, unos al lado de los otros, permite una mejor condición para explorar en un tema tan espinoso y tan complejo.

Ahora bien, cuando propongo la necesidad de rescatar para la psiquiatría unafundamentación psicológica no estoy ni promulgando ni favoreciendo el retorno a un dualismo estricto, afortunadamente en muchos ámbitos yasuperado. Postular que toda realidad esta entreverada con y no existe sin realidades físicas, es muy distinto de sostener que todo lo que hay se reduce a "cosas físicas", o que puede explicarse sólo y exclusivamente por medio de lasleyes de la física. Recordemos que los seres humanos, si bien estamosconstituidos por elementos materiales, también estamos social-mente organizados y con una serie de normas y valoraciones que forman nuestro ambiente cultural.

Eso que denominamos lo psicológico: realidades mentales, hechos mentales o procesos mentales, cuyos ejemplos son las sensaciones, las percepciones, lasasociaciones, los recuerdos, los pensamientos, las intenciones o los estados deconciencia, son un conjunto de propiedades-funciones emergentes del proceso biológico y específicamente neurobiológico de un organismo.Numerosos estudios concernientes a los mecanismos genéticos y procesosquímicos en el cerebro humano apoyan la hipótesis de que más que decoordinación e interacción entre procesos mentales y procesos neurales, setrata de una identidad entre ambos.

"Mental"es, pues, el nombre de una propiedad que se atribuye, o se adscribe, a un organismo en la medida que lleva a cabo ciertas actividades o se encuentraen ciertos estados. Por lo tanto, la actividad y el estado titulados mentales, sontambién actividades y estados orgánicos. Cualquier actividad llamada mental es a la vez neural -orgánica-, pero es también subjetiva. Subjetivo en cuanto acto privado mío, exclusivo, particular, lo cual, en últimas, significa que yosoy distinto de. Mientras que por orgánico nos referimos a un procesomaterial -bioquímico-, por subjetivo aludimos a la actividad o estado de unsujeto orgánico en tanto que ve, odia, piensa, siente, ama, teme. Asumir estaposición significa dejar de lado concepciones que consideran lo psíquico unorden de realidad distinto del físico, biológico y orgánico. Pero también prescindir de las posturas que impiden que algo se pueda llamar sentir, pensar, o recordar y considerar que todo se puede explicar a través de la bioquímica ola conducta.

Y ahora recurro a Renato Alarcón para decir con él: Cuando viajar de Lima a Vladivostock demore sólo pocas horas, cuando la ingeniería genéticasustituya un set de genes «deficientes» por otro vigoroso y superior a voluntaddel «usuario», cuando desde el planeta Tierra se detecte un sismo en Plutón y se transfiera su energía para convertirla en electricidad en un apartado villorrio de Afganistán, quisiera aún pensar que la psiquiatría -o la disciplinaque la haya reemplazado-practique el credo de la armonía en la diversidad,diagnostique y cure la anomalía genético-bioquímica, pero restaure también lafe y la esperanza del ser doliente en sus semejantes, la convicción del buenvivir para un buen morir como transición a la inmanencia, la noción de que ser física o biológicamente inmortal no es ni económica, ni ética, ni estéticamente tan importante como haberse adentrado a plenitud en el alma ajena en una relación afectiva intensa y sincera. El desafío del futuro es eldesafío de un dialogo auténtico, trascendente y de significados reales.

CARLOS ARTEAGA PALLARES

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