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Revista Colombiana de Psiquiatría

Print version ISSN 0034-7450

rev.colomb.psiquiatr. vol.30 no.2 Bogotá Apr./June 2001

 

ARTÍCULO ORIGINAL

EL AVE FÉNIX LUIS JAIME SÁNCHEZ URREA (1916 – 1988)

 

LUIS JAIME SÁNCHEZ URREA THE PHOENIX BIRD

 

CARLOS ARTEAGA PALLARES*

* Médico Psiquiatra. Director Revista Colombiana de Psiquiatría. Escritor. Docente Universitario.

 


Hijo del general conservador Eutimio Sánchez y Doña María Luisa Urrea, nació en Bogotá el 24 de agosto de 1916. Adelantó estudios de bachillerato en el Colegio Saint Michel de Bruselas, cuando los privilegiados viajaban a Europa para acceder al mundo de las ideas, las letras y las artes. Regresó a su ciudad natal en los años 30 para no volver a abandonarla nunca. Antes de los 21 años ya había terminado sus estudios médicos y había publicado su primer artículo científico. El profesor Sánchez fue entre todos los colegas de su época el más polifacético y de extremos: de la cima a la sima sin intermedios. Y cuando la suerte estaba ya echada, cuando todo parecía terminado, revivía de entre sus cenizas para continuar la búsqueda de una verdad tan frágil como etérea.

Los ámbitos del conocimiento por los cuales transitó hacen muy difícil penetrar en su pensamiento y su vasta obra. Es el personaje de nuestra especialidad que más ha leído, más ha escrito y más ha publicado en los 120 años de historia de la psiquiatría colombiana. Y sin ambages, es alguien para con quien sus herederos en el trajín de la mente estamos en deuda de una lectura más crítica y más pormenorizada. Después de una vida ajetreada y turbulenta, murió entre sus libros, como de seguro siempre lo anheló, en compañía de su familia y mi padre, su médico, el 3 de diciembre de 1988.

Palabras Clave: Historia de la psiquiatría; Luis Jaime Sánchez.

 


He was born in Bogotá, june 24, 1916. His parents were general Eutimio Sánchez and doña María Luisa Urrea. He graduated from high school at Saint Michel School of Brussels, at a time when well-to-do people travelled to Europe to enter into the word of ideas, arts and letters. He returned to his native town in the 30´s, to stay for good. Prior to his 21st birthday, he had already finished his medical studies and had published his first scientific paper. Among all his colleagues, Professor Sánchez was the most versatile and extreme without intermissions: from summit to abyss and when the luck is cast, when everything seems to have ended, he comes to life again to continue his search for a fragile and ethereal truth.

Through the paths of knowledge he went along render very difficult to permeate his thought and his inmense work. Within our specialty, he is the character who read the most, the one who published more books and papers in the 120 years of history of colombian psychiatry. In plain language, he is somebody to whom his heirs, in the affairs of mind, are in debt of a more critical and detailed reading. After a busy and turbulent life, he died in december 3, 1988, surrounded by his books, certainly the way he always wished, close to his family and my father, his physician.

Key Words: Psychiatry, History; Luis Jaime Sánchez.

 


"El hombre está hecho para la búsqueda de la verdad, no para su posesión" Pascal

HUMANISTA SOBRE TODO

Es la una de la mañana. Cierto grado de animada excitación lo lleva a releer apartes de las páginas que conforman el cuerpo del primer número de la Gaceta Neuropsiquiátrica. Gaceta para la cual el insigne maestro de la psiquiatría peruana y latinoamericana, Honorio Delgado, su amigo, le había permitido reproducir la portada de la Revista de Neuropsiquiatría de Perú. Es el producto decantado del acervo de años de lecturas y reflexiones. Después de varios lustros de un silencio acordado, sin publicaciones, se siente de nuevo preparado para someterse a la crítica académica.

La madurez le ha llevado a superar parte de las equivocaciones del pasado. Las épocas de bohemia extrema quedaron atrás. Ha trabajado en su estudio durante quince horas consecutivas. No es de extrañar, así ha sido su vida: de una intensidad desbordante en todos los quehaceres, tanto para el "bien" como para el "mal". Su existencia no conoce términos medios para nada. En los periodos de lucidez puede escribir por días sin dejarse alcanzar por el cansancio. Además, no hay remordimiento por aplazar su clase magistral en la Facultad de Medicina de la Universidad del Rosario de esa mañana. Nada, absolutamente nada es comparable a esos momentos de inspiración intelectual durante los cuales se regodea consultando varios textos simultáneamente, tanto de diversos temas como en diferentes idiomas.

De pronto se detiene y mira alrededor. Observa los estantes de su biblioteca repleta de libros. Libros que est án por todas partes: en el escritorio formando pilas a punto de caer, en el suelo, sobre el diván de cordobán verde, en los asientos. A ese espacio pertenece. En ese minúsculo recinto su espíritu se despliega y vuela, vuela por lo más amado para él desde su niñez: el conocimiento.

Todo ser humano posee un sitio donde encuentra una anhelada y presentida paz interior. Allí donde la angustia vital se convierte en creación, allí donde el yo se expande para crear el mundo ideal de cada quien, allí en donde existe el desorden y el orden que se llama vida. Eso es su estudioconsultorio en el primer piso de su casa de antaño. Casa donde ha transcurrido su existencia al lado de su familia: Leonor Arango Jaramillo su esposa y compañera y Amparo, Jaime Fernando y Marcela sus hijos.

El primer número de la Gaceta Neuropsiqui átrica ve la luz en junio de 1975. Es la culminación de un sueño que, con la ayuda de Leonor en el campo administrativo, es una realidad. Un escenario para él, pero tambi én para otros. <Sé perfectamente las dificultades que encarna una publicaci ón de este género. Pero la más alarmante de todas, es el crónico marasmo esterilizante en que se aletarga nuestra Psiquiatría Colombiana… Sé perfectamente también que una Revista de este género, probablemente no va a despertarnos de nuestra inercia científica porque acaso en ella se inscriban hábitos nacionales y culturales de muy difícil vencimiento… Nuestra "Gaceta" no pertenece a ning ún cenáculo profesional exclusivo y excluyente, sino que es y será, mientras dure, una publicación sustancialmente permeable y abierta a TODAS las corrientes de la Psicología, la Psicopatolog ía y la Psiquiatría> (1).

Gaceta que se mantuvo trece años con 32 números publicados. Durante ese tiempo fue su director y mayor colaborador con más de medio centenar de artículos. Ejemplo de su erudición es el número 9 en homenaje a Claude Bernard en el centenario de su muerte (2); de su producción intelectual es el número 20, dedicado a los problemas de la moral médica, con una extensi ón de 170 páginas y 358 referencias bibliográficas (3); de su polifacetismo es el número 29, completamente literario, con ocho cuentos del licenciado Lotario Montarco, otro de sus seud ónimos: Los ojos, La niña que comía flores, La loca, El hombre que escribía cartas, El aviso limitado, El secuestro, Un tal Jesús Luterio y Un burro que no era "Platero".

Más adelante agrega: <Es suceso sobresaliente de nuestra actual civilizaci ón el que las llamadas modernas "Ciencias del Hombre" (Psicología, Antropología, Sociología) carezcan de un lenguaje común que las avecine. Pero me parece más grave aún que dentro de ese estado de cosas, todas aquellas disciplinas que se orientan al estudio del hombre enfermo en su armazón somato-psíquica (Psicología, Psicopatología, Psicoaná- lisis, Neurología, Psiquiatría) padezcan de un "Babelismo" cada vez más incongruente y nugatorio… [esta situaci ón] revela un real estado "Esquizop ático" de nuestros conocimientos que, en su diversificaci ón premeditada, está malogrando tortuosamente la imagen de n u e s t r a ciencia y de nuestra profesión> (1).

Su preocup a c i ó n constante: un foro democrático inspirado en el saber, la importancia de un eclectisismo auténtico, lo fundamental de unas ciencias sociales, entre las cuales incluía a la psiquiatría, guiadas por una filosofía antropológica que preserve un acentuado sentido humanista.

Humanista en su acepción renacentista, de aquel que más tiene en cuenta lo general humano y también en su acepción actual, de ciertas tendencias filosóficas en las que se pone de relieve algún ideal humano. Ideales a los cuales no es ajeno en sus lecturas: cristianos, liberales, existencialistas, científicos, integrales. Para él la noción de persona en oposición a la de individuo, es capital en muchos de sus ensayos. Mientras el individuo, si se trata del ser humano, es sólo una entidad psico-física, la persona, aunque también es una realidad psico-fí- sica, no es enteramente reductible a ella, porque encarna el espíritu. Mientras el individuo está determinado en su ser; la persona es libre y aun consiste en ser tal. Esa "persona" a la cual se refirió San Agustín –uno de sus predilectos- y Boecio como "una substancia individual de naturaleza racional", que es una concepción basada en ideales metafísicos y teológicos, pero a los que él agrega elementos psicológicos y éticos a través de sus lecturas de Kant, Fichte, Scheler y otros filósofos modernos.

Esta noción de la persona –difundida sobre todo por las tendencias adscritas a la filosofía del espíritu y a la llamada ética material de los valoresdestaca un motivo primordial: su trascendencia. Si la persona no se trascendiera, continuamente a sí misma, quedaría dentro de los límites de su individualidad psicofísica y, en último término, acabaría inmersa en la realidad impersonal de la cosa. Trascenderse a sí misma no significa una operación de carácter incomprensible y misterioso, quiere decir que la persona no se rige por los límites de su propia subjetividad. Así, cuando el individuo realiza ciertos actos –el reconocimiento de una verdad objetiva, la obediencia a una ley moral, el sacrificio por amor a otra personapuede decirse de él que es persona. Y aquello hacia lo cual la persona trasciende son diversos asuntos: Dios, los valores, la comunidad, la especie humana, un "Absoluto", etc.

UNA OPCIÓN DE VIDA

Ha meditado la decisión de convertirse en psiquiatra durante varios meses. Es la más importante desde cuando tomó la de hacerse médico. A pesar de su juventud, 21 años, se siente preparado para expresar su vocación al doctor Julio Manrique, Director del Frenocomio de Mujeres. Sus altas calificaciones y el conocimiento que de él tienen sus profesores lo acreditan para ingresar, simult áneamente, como Practicante a El Aserrío y como Externo a la Cátedra de Psiquiatría y Neurología de la Universidad Nacional. Instituciones donde obtiene por concurso todos los títulos posibles de alcanzar. En el primero hasta Director en 1951 y en la segunda hasta Profesor Titular en 1952.

Pero aquí no terminan sus galardones académicos. Profesor Titular de la Cátedra de Enfermedades Mentales de la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Javeriana desde 1946 hasta 1958 y desde 1961 hasta 1963. El motivo de ese cese temporal no es diferente al de otras desvinculaciones prematuras: su arraigada conducta dionisíaca. Tampoco lo es el de su regreso: méritos, erudición y señorío. Por ello, y en contravía de sus antecedentes, es invitado de nuevo por los jesuitas para reemplazar la corriente psicoanalítica.

Consciente de sus aciertos y desatinos se promete, como tantas otras veces, modificar sus excesos. Reconoce lo desmedido de su comportamiento, lo controvertido de su figura y la magnífica oportunidad para demostrar su valía. Si, ahí está él para servir a la causa de una psiquiatría global, una psiquiatría bio-psico-social. Propósitos de enmienda de corta duración que lo obligan a retirarse después de dos años. No es difícil, pues, que la idea de un hombre apocado haga carrera en el ámbito intelectual bogotano. Todo apunta a hacer pensar que el destello de su estrella se desvanece: el inicio de una psiquiatr ía escolarizada con varios programas de residencia en el país; una medicina acartonada y jerarquizada de corte francés que, poco a poco, ha cedido a favor de una enseñanza de cuño americano; más colegas provenientes del Norte con nuevos conocimientos y actualizadas técnicas; unas corrientes psicoanalíticas que ganan adeptos y prestigio. En síntesis, vientos de renovación en donde su figura no parece tener cabida.

Él lo presiente y lo advierte a sus seres queridos. Se siente traicionado al no recibir la lealtad que aspira. No hay términos medios: o se vive a su ritmo o se abdica. Y contra todo pron óstico es llamado por la Sociedad de Cirugía de Bogotá a dirigir el Departamento de Psiquiatría de la Facultad de Medicina del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario desde 1966 hasta 1978. Es imposible, entonces, no concebirlo con una incomparable capacidad para renacer de entre sus cenizas, con una enigmá- tica fuerza que lo sostiene contra toda adversidad.

Además, para satisfacer sus necesidades profesionales, en 1952 funda la Clínica del Perpetuo Socorro de la cual es, con periódicas interrupciones, su director hasta su muerte en 1988. Primero en una casa del barrio Divino Salvador y a partir de 1953 en la Quinta Pomona de la avenida Suba. Se trata de una institución tradicional que no se aparta del estilo imperante. Recibe pacientes con diversas patologías que son valorados y tratados con un enfoque predominantemente biológico.

Actualmente, algunos creen que no representó ningún progreso asistencial en el ejercicio de la psiquiatría, pero otros piensan que tiene mérito por su cambio de actitud manicomial a partir de los conceptos de Basaglia en La institución negada: la "apertura" de sus puertas, la instauración de un vigoroso programa de consulta externa psiquiátrica, la disminución en la cantidad y tiempo de hospitalización, las modificaciones en el uso del coma insulínico, el desarrollo en el uso de los neurolépticos, como campo de formación para estudiantes de medicina de las Universidades Javeriana y Rosario y de un grupo de especialistas: Luis Alejandro Cárdenas, Horacio Taborda, Carlos González, Luis Carlos Taborda, entre otros.

Posiciones académicas, posiciones administrativas, por lo que ejemplariza como extraordinario exponente de la psiquiatría nacional. Persona hecha de inteligencia brillante, conocimiento extenso, disertaciones penetrantes, aguda capacidad de síntesis, pero en lo fundamental de una proliferación sin par de escritos. Escritos iniciados en la infancia con poes ía, que dan paso a tímidas cavilaciones filosóficas adolescenciales, que continúan con psiquiatría clínica, investigaciones biológicas, intentos de aproximación a la psicoterapia y siguen con sociología, antropología, teología, lingüística y demás. Lo que siente y piensa tiente un fin preestablecido: papel y tinta de la mano de su obsoleta Olivetti. Más de la mitad de su producción literaria no fue publicada. La cantidad de escritos inéditos es inmensa, la de textos destruidos también.

PERSONALIDAD SIN PAR

A pesar de sus múltiples cualidades es un tanto tímido y retraído. Profundamente auténtico y honesto. Con gran sentido de la generosidad cató- lica que se expresa en el trato a sus seres queridos, amigos y pacientes. Enamorado de la literatura francesa contemporánea, la poesía la filosofía y todo aquello para dar razón de su entusiasmo intelectual del momento. Lo apasionan Dostoyevski –de quien intentó un ensayo-, Barba Jacob, Proust –En busca del tiempo perdido es su predilecto y permanece sobre su mesa de noche-, Rubén Dario, Carpentier, Borges, Bennedeti, Cortazar, García Márquez.

Simpático en extremo y conversador excelso. De buen comer sin refinamientos ni exquisiteces. De platos elegantes a la fritanga. Bebedor de grandes cantidades de tinto. Fumador exuberante de Pielrroja. Televidente de novelas populares que comenta con su familia. Amante del fútbol y asistente asiduo, en la "época de oro", al Estadio El Campín, de ruana y termo, con su hermano Raúl.

Liberal de ideas, quien dice no interesarse por el ejercicio del poder. Poder que, sin embargo, ostentó a lo largo de su vida en diferentes cargos y posiciones. Poder para hacer siempre su parecer sin mayores consideraciones externas. Analítico y de retentiva impresionante –deslumbra su habilidad para encontrar la página exacta entre centenares de libros. Pluma brillante, verbo elocuente, con una facilidad innata para escribir, sin correcciones sustantivas.

Pésimo manejador del dinero que gasta en lo efímero e inútil. Curioso y coleccionista. Extravagante y estramb ótico. Comprador compulsivo de libros, con crédito sin límite en las principales librerías de la Ciudad, pero además del embeleco circunstancial: discos –tangos, rancheras o música clásica-, camisas, corbatas, mancornas, equipos de sonido, pipas, implementos para fotografía, artesanías.

El profesor Sánchez pertenece a una época de excesos bohemios en la medicina bogotana. Actitud que comparte con otros grandes de la psiquiatr ía del momento. Es, hasta cierto punto, una moda y que involucra compañeros, colegas, subalternos, discípulos y amigos. Es una actitud que puede definirse sin recato "nietzchiana ", donde están presentes los principios que éste distingue en la estética griega: lo apolíneo y lo dionis íaco. El primero simboliza la belleza serena, mesurada, racional y ní- tida; el segundo la agitación, el impulso, el exceso, el erotismo y, en general, lo orgiástico.

Pero ninguno como él, de oscilaciones tan amplias. De una parte creativo, culto y profundo; de la otra despreocupado, desordenado y destructivo. El resultado, una vida convulsionada y desconcertante: entre lo sublime y lo abyecto, lo alto y lo bajo, lo blanco y lo negro. Lo más visible, el marcado contraste que caracteriza su existencia: de la cima a la sima. Es la expresión rampante de lo que Dostoyevski llama la antinomia de la condici ón humana. De un extremo a otro en permanente movimiento: construcci ón y destrucción, inspiración y desasosiego, vuelo y caída. Ese es nuestro Apolo y Dionisos, que despierta gran ambivalencia entre quienes le rodean: amor y odio, admiraci ón y fastidio, respeto y rechazo, que culminan en una cadena ininterrumpida de rompimientos siempre dolorosos y difíciles.

En los instantes más aciagos, parte de lo que escribe lo destruye: lo quema. Es su "feria del libro". Un rito inquisitorial donde él, únicamente él decide que vive y que muere. Una sentencia donde es víctima y verdugo. ¿Una inmolación simbólica para amilanar el horror de esa existencia caó- tica?

Reflexionar, su vocación de vida. Leer y escribir, su interés prioritario. La psiquiatría un vehículo idóneo para transitar a su antojo por variedad de temas. Temas que pueden agruparse en tres etapas sucesivas y relacionadas.

UNA ESTRELLA DESPUNTA

La primera de trabajos clínico cientí- ficos y algunas disertaciones filosóficas alrededor del ejercicio psiquiátrico (1936-1947). En el "Asilo de Locas" conoce los nuevos procedimientos biológicos para el tratamiento de las psicosis: el coma insulínico de Sakel y las diversas terapias convulsivantes. Es el propio doctor Manrique quien lo apoya para las investigaciones iniciales sobre el uso del cardiazol en el país. Ellos, maestro y discí- pulo, presentan a la Academia Nacional de Medicina los resultados comparativos entre la insulina y el cardiazol en 80 casos (4). Es su ingreso a los grandes escenarios médicos.

Por los años 30 y 40 la Psiquiatría no está, ni como práctica ni como ciencia, completamente desarrollada. Son unos pocos los "Quijotes" que se interesan por conocer la enfermedad mental y los enfermos mentales. Hay gran entusiasmo por los tratamientos biológicos, especialmente para la esquizofrenia: el electrochoque y la lobectomia prefrontral. Ellos muestran su eficacia y se utilizan masivamente en el Frenocomio de Mujeres y después en Sibaté y en Medellín.

A este período pertenecen Freud y las neurosis (5). Sobre un caso de delirio agudo mortal de etiología palúdica (6). Consideraciones sobre la opinión de Karpmann, en el psicodiagnóstico del criminal (7). Pirexia insulínica (8). Valor terapéutico del veneno de abeja (Apis Mellifica), en el tratamiento de ciertos síndromes neuromentales (9). Consideraciones críticas acerca del problema nosológico de la esquizofrenia (10). Consideraciones críticas acerca del diagnóstico precoz de la esquizofrenia (11). Crítica a los conceptos de Jackson y a la opinión de Ey y Rouart, sobre disolución de funciones en patología mental (12). Vida y ritmo de la psicología experimental (13). Investigaciones sobre esquizofrenia y otros estudios (14) con la cual obtuvo el grado de médico del que el periódico EL TIEMPO public ó: <En el Aula Máxima de la Facultad de Medicina se efectuó en la tarde de ayer el grado de Luis Jaime Sánchez, considerado por múltiples motivos en los círculos universitarios como el más alto exponente intelectual de la juventud colombiana>. Ensayo crítico sobre la actividad funcional de los lóbulos frontales (15). El problema de la psicopatía (16). Psiquiatría, responsabilidad y delincuencia (17). Evaluaci ón del test de Ballard (18). Grandezas y miserias de las glándulas de secreción interna (19). Estructura y fundamentos de la responsabilidad humana (20). La psiquiatr ía como problema axiológico (21), basada en la obra de Scheler, y donde considera que la estimación de la psicología de los valores, alterada en el enfermo mental, puede dar una significación más profunda al estudio de lo psicopatológico. Psicología general del suicidio (22). La evolución de la personalidad normal (23). Raíz axiológica de las anomalías de la voluntad (24), en la cual prosigue el estudio de los valores en relación con las perturbaciones del querer y sus modalidades: a) una defectuosa presentación de los móviles, bienes o valores; b) una defectuosa subjetivación de los mismos; y c) una deformación de los valores impl ícitos en los objetos por la influencia del hábito.

Max Scheler, a través de la elaboraci ón de una antropología filosófica, se propuso crear un puente entre las ciencias positivas y la metafísica. Parte de una concepción de la persona como una entidad dinámica, como la unidad de sus actos y, en consecuencia, como algo que se halla fuera de toda reducción a lo material y aun a lo psíquico. Para él, lo material y lo psíquico, en lo que se resuelve habitualmente el mundo humano, no es suficiente para explicar el puesto del hombre en el cosmos. Así, el primer logro filosófico es el descubrimiento del reino de los valores que son algo peculiar, no idéntico con las cosas, ni con el simple ser natural de los bienes, ni con los actos psíquicos. Los valores son "cualidades" de un orden especial, que descansan y se justifican en y por sí mismas. A diferencia de Kant, piensa que los valores no necesitan ser impuestos sino que atraen por sí mismos al ser humano. El hombre no es tan malo para que necesite un imperativo categórico. No está solicitado sólo por el mal, sino también por el bien.

Opina que el "sentimiento de valor" nada tiene que ver con aquellos estados subjetivos del alma que en la psicolog ía son tratados como placer y displacer; es más bien un acto intencional. Rechaza el relativismo del valor promulgado por Nietzche y atribuye a ese sentimiento de valor la misma objetividad que compete al pensamiento lógico: al valor objetivo corresponde, pues, una aprehensión del valor igualmente objetiva, según la ley de correlación entre objeto y acto. Con base en esa ley las cosas sensibles son percibidas, los conceptos son pensados y los valores son sentidos, distinción que hace factible que un espíritu sumido en una mentalidad técnico-materialista puede ser ciego para el valor. De tal manera, el interés por el sentimiento de valor no es meramente ético y está dentro del contexto más amplio de una filosofía de las emociones. Se trata del estudio de la esencia y de las diferentes formas de simpatía, de amor y odio, de vergüenza, de temor y angustia, y de honor.

La doctrina de Scheler sobre las formas de amor constituye una parte esencial de la persona: lo que hace persona a la persona son los valores. No la subsistencia metafísica (hipóstasis), no la suma de los actos psíquicos. La persona es algo siempre actuante que aprehende en libertad el mundo de lo valioso. Las personas no son, se hacen al hacer efectivos los valores. El espíritu hace al hombre libre del cosmos al ligarle a la esfera ideal de las verdades y los valores (25, 26, 27).

LA CONSAGRACIÓN LLEGA

Una segunda de artículos varios y libros de texto de orientación clínica con una clara propuesta de demarcaci ón conceptual del saber psiquiátrico (1947-1956). Son sus años de esplendor, de una profusa y fecunda producción intelectual. Este período lo sitúa en lugar protagónico del escenario médico del siglo XX.

A él pertenecen Aplicaciones del psicodiagn óstico de Rorschach en psiquiatría clínica y forense (28). El narcoanálisis en la práctica psiquiátrica (29), en donde incluye 50 observaciones y propone un método objetivo de valoración de sus resultados bajo el nombre de narcograma. Un caso de Corea de Sydenham, tratado con éxito con penicilina (30). Introducción al Estudio de la Psiquiatría, en el cual considera los grandes aportes científicos de este siglo al progreso de la psiquiatría con los trabajos de Freud, Pavlov y el descubrimiento de los tratamientos biológicos; advierte contra el peligro de que se fragmente demasiado el ser humano a favor de un excesivo tecnicismo por parte de cada una de las corrientes existentes, donde el concepto de enfermo mental tiende a polarizarse en dos sentidos: el humanismo europeo y el tecnicismo norteamericano; y como intentos prometedores de síntesis, propone el Narcoanálisis y la Medicina Psicosomática (31).

Por su parte, el narcoanálisis fue un método diagnóstico y terapéutico de alguna utilización en el país entre 1945 y 1953; basado en planteamientos psicodinámicos, era una manera de explorar los conflictos "profundos " de los pacientes inyectándoles un barbitúrico endovenoso hasta alcanzar un estado crepuscular que permitía recuperar aspectos íntimos de su vida. De otra parte, la medicina psicosomática fue un intento de conciliación entre lo somático y lo psicológico, por entonces disociados; era en rigor un enfoque biomédico para explorar las tendencias subconscientes e inconscientes presentes en la enfermedad somática y en la enfermedad mental, cuyos postulados posteriormente se universalizaron con otras denominaciones.

Prosiguió con Los problemas de la psiquiatr ía contemporánea (1950), escrito a petición del profesor W. Kisker de la Universidad de Cincinati, publicado en el libro Cincuentenario de la psiquiatr ía mundial. La orientación psicosom ática de la clínica del aparato respiratorio (1951) y La orientación psicosom ática de la clínica del aparato digestivo (1951). El Conde Duque de Olivares ante la psiquiatría (1954), dedicado a don Gregorio Marañón, en donde destaca la faceta ciclotímica del famoso ministro de Felipe II. Orientaciones y desorientaciones de la Psiquiatría en Colombia (1954) en el cual plantea: <A la Psiquiatría del Centenario, fincada en la revolución nosológica de Kraepelin y de la Escuela francesa, siguió un movimiento extra-nosológico, psicol ógico y psicoterapéutico. Al criterio de la diagnosis diferencial siguió un criterio de análisis individual. Entre estas dos tendencias se interpuso la corriente somato-terápica de los diversos choques y también la psico-cirug ía. Como un resultado de todo esto, surge la medicina psicosomática, que es un movimiento contrarevolucionario (inconsciente en los mé- dicos) y tendiente a recoger las viejas normas sobre el hombre enfermo, con las nuevas armas, los nuevos métodos y los nuevos sistemas. Yo llamar ía a la medicina psicosomática, el neo-hipocratismo, y a la psicoterapia que de él dimana, psicoterapia "integral> (31). Una y otra vez la misma preocupaci ón: el desarrollo de una psiquiatr ía holística.

Merecen mención especial sus libros de texto Psiquiatría general y psicopatolog ía (32), laureado por la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional, que consta de siete capítulos en donde trata los fundamentos generales de la psiquiatría, las diversas escuelas en patología mental, las pruebas existentes para valorar el desarrollo infantil, diferentes aspectos de la personalidad normal y patológica, la noción de "tipo" en psicología con las propuestas tipológicas humanas, la enfermedad mental y sus clasificaciones, el examen mental y la historia clínica, los síntomas y la dinámica general de los procesos psíquicos.

Inicia con la siguiente definición de la Psiquiatría: <rama de la medicina que estudia las perturbaciones patol ógicas del psiquismo humano (ya sea que tengan ellas una base anatómica o que se manifiesten sin causa orgá- nica aparente) con el objeto de investigar la etiología del trastorno, en sus aspectos psicológicos y orgánicos, y la posibilidad de darles un tratamiento adecuado que logre reintegrar al enfermo a su medio social o por lo menos que alcance a aminorar los peligros, individuales o colectivos, de su conducta patológica>.

Llama la atención la aguda disertaci ón, a partir de la definición mencionada, para establecer su relación con otras disciplinas y su ubicación en el contexto del saber. <En el ámbito de la biología, los problemas de la herencia normal y patológica, han suministrado importante ayuda a la explicación del "terreno" psicopático … Los conocimientos de citología nerviosa [Ramón y Cajal, Del Río Hortega, Achocarro, Lorente de No] se han orientado hacia la relación funcional de grupos celulares y de ahí a sus integraciones fisiológicas… El complicado funcionamiento de las glándulas de secreción interna, y su aún más complicado eco hormonal en las esferas de la mente y de la conducta humanas, que por sí solas determinan toda la psicología de la acci ón, pero sí pasan por su balanza…

El papel [de la Psicología] es complejo, vasto y a menudo equívoco… Si se entiende por psicología "el estudio de los estados de conciencia en tanto que son estados de conciencia", esta ciencia debe ser tomada in sensu strictu, como fundamentalmente normalista y de una imprescindible necesidad en los estudios de los estados de conciencia patológicos. Pero, un gran sector de la patología mental, no solamente se refiere a los estados de conciencia, sino a sus proyecciones en la esfera de la acción y de la conducta, así como a sus raíces instintivas y subconscientes… Ya no se trata de adaptar al hombre a un sistema, sino de aplicar un determinado sistema a un hombre determinado, influido por la herencia, por el ambiente, por su trayectoria de vida, por sus ideales, deseos y esperanzas…

[Al interrogante, ¿organicismo o psicologismo?, responde] El problema ha cambiado de rumbo. Buscar un término medio, una zona media de responsabilidad científica, un lugar en el que no vaguen los ambientes mefíticos de las interpretaciones a priori, un sitio en el que el investigador se sienta seguro de su propia personalidad y de la de aquellos a quienes estudia e interpreta. Este sitio, no lo puede encontrar en los extremos, donde no llegan sino las últimas emanaciones de las hogueras pragmáticas o idealistas, sino en la interminable escala que parte a la vez del cuerpo y del espíritu… Soma y Psique se compenetran, se complementan y se ayudan. Separarlas, equivale a caer en los enormes espejismos del pasado>.

Y Tratado de clínica de las enfermedades mentales (33) que está dividido en diez grandes temas: las oligofrenias, las psicosis y estados afines debidos a la senilidad y a la arteriosclerosis cerebral, la sífilis neuro-psíquica, la epilepsia y estados afines, la psicosis maniaco-depresiva, las psicosis esquizofrénicas, las toxifilias, las psiconeurosis, la paranoia, parafrenia y estados delirantes, y las psicosis sintom áticas. En cada sección desarrolla, en lo posible, una reseña histórica del padecimiento, la definición de términos al uso, el conocimiento existente sobre su etiopatogenia, sintomatolog ía, formas clínicas, evolución y tratamiento biológico y psicoterapéutico, los aspectos médico-legales y una bibliografía muy completa con estudios nacionales e internacionales actualizados. Es interesante la gran variedad fotografías con las cuales ilustra el libro.

En este libro se insinúan algunas de las características de su estilo escritural: largos párrafos, extensas referencias bibliográficas dentro del manuscrito, abuso de las mayúsculas para iniciar las palabras y las palabras completas, exceso de subrayado y de letra negrita para resaltar apartes del texto.

Refiriéndose al pronóstico de la par álisis general progresiva anota: <No hubo en patología mental, enfermedad alguna sobre la que se cernieran pronósticos más oscuros, fatales e irremediables… Antes de 1915, la psiquiatr ía era impotente para detener el avance de la demencia paralítica… Pero en 1917 se abrió súbitamente un vasto horizonte cuando el médico vien és WAGNER von JAUREGG instituy ó, con el beneplácito de todos los especialistas del mundo, el tratamiento de la parálisis general por medio de la inoculación del paludismo

En relación con la patogenia de la epilepsia escribe: <Ninguna enfermedad médica –salvo tal vez el cáncerha sido tan infatigablemente estudiada desde remotos tiempos… Conviene a pesar de todo, conocer los diversos mecanismos patogénicos que han sido invocados en la producción especialmente del acceso convulsivo>. Presenta, así, como hipótesis para valorar, las siguientes: vasculares, de hidratación celular, alérgicas, mecá- nicas, anatomo-patológicas, bioquí- micas, endocrinas, la teoría dinámica (o de la liberación), la perturbación del ritmo cerebral y la teoría psicoanal ítica.

Verdadero proteo de la psiquiatría, la esquizofrenia constituye uno de los más importantes capítulos de la investigaci ón y de la clínica de las enfermedades mentales. Difícil en su penetración psicológica, caprichosa y resbaladiza en sus múltiples patogenias, polimorfa en sus formas clínicas e incesantemente desconcertante en su perspectiva pronóstica, esta enfermedad mental es un vigente problema biológico, psicológico y clínico. Por su marcado interés en esta alteración, es la entidad a la cual dedica mayor extensión, discusión y profundización. En pocos campos de la medicina moderna –descontando acaso el de los antibióticos- se ha trabajado tanto en los dos últimos lustros, como en el del tratamiento de las psicosis endógenas, en especial la esquizofrenia… Débase ello a que la demencia precoz, hasta hace apenas 10 años, era considerada como una enfermedad incurable ante la cual el especialista debía adoptar la táctica de la "expectativa", esperando que del mismo paciente surgiera el curso pronóstico…. Su tratamiento lo divide en "procedimientos varios" como opoterapia, quimioterapia, proteinoterapia, paludoterapia y narcosis prolongada y en "tratamientos de choque" como el método de Sakel (coma insulínico), los métodos convulsivantes (quí- mico y eléctrico) y los métodos quir úrgicos. En cada uno hace alusión a las hipótesis sobre el mecanismo de acción, la escogencia del enfermo, una descripción detallada de la técnica, posibles complicaciones, contraindicaciones y evolución.

La idea de modificar quirúrgicamente el cerebro para producir alteraciones en la personalidad, es muy antigua. Pero hasta 1890, el psiquiatra suizo BOUCKARDT, siguiendo entonces la corriente mecanicista que imperaba en la psicología, concibió la idea de extirpar zonas del cerebro que él consideraba como el asiento de las alucinaciones de algunos enfermos… Más tarde, en Francia, los hermanos PICQUE, cirujanos en el Asilo de Santa Ana en París, trataron de renovar el intento, con mejores resultados. Fue hasta 1936, cuando el cirujano portugu és EGAS MONIZ, utilizando una técnica más perfeccionada, se constituy ó en el verdadero instaurador y fundador del método, que luego de pocos años de tanteo crítico se hizo a la luz definitivamente gracias a los esfuerzos de los cirujanos norteamericanos FREEMAN y WATTS.

No hay duda, haber emprendido como único autor un trabajo de esta envergadura, es una labor encomiable por el estudio y dedicaci ón que significaron. El impacto de estas dos obras es dif ícil de valorar. Si bien, se constituyeron en libros de texto en las Universidades Nacional y Javeriana por cerca de una dé cada, ninguna de ellas es ni retomada ni citada en los tratados de psiquiatr ía que posteriormente se han realizado en el país, a pesar de ser pioneras en su campo, estar bien elaboradas y constituir un material histórico y epistemológico interesante.

En la psiquiatría colombiana se puede plantear la existencia de dos tendencias ideológicas claras a partir de los años 50, ya que llegaron casi simult áneamente la psicoterapia psicoanal ítica y los psicofármacos. Aunque respetaba a Freud, su posición frente al psicoanálisis fue ambivalente y ambigua. Nunca lo ejerció y nunca, ni remotamente, pensó en psicoanalizarse. El profesor Sánchez profes ó entre aquellos de orientación fenomenol ógica en su concepción, bioló- gica en su terapéutica y católica en su finalidad. Vertientes que aparentemente armonizó sin contradicciones explícitas.

Con la aparición de las Investigaciones lógicas de Husserl en 1900, se inaugur ó un movimiento filosófico con una nota característica del siglo XX: la vuelta al objeto y al ser. En sí misma la fenomenología significa sólo un método, cuya norma es dejar que las cosas mismas se hagan patentes en su esencial contenido, mediante una mirada intuitiva y reveladora, en el más íntimo y fiel contacto sintonizante con la objetividad real, en cualquiera de los terrenos filosóficos. Su lema: ¡Vuelta a las cosas mismas! El centro de esta filosofía está dado por el concepto de "esencia", que no es la unidad de ser de la antigua metafísica de trascendencia, sino una unidad objetiva de sentido de carácter lógico- ideal. Es el objeto mismo, con su contenido real y no un sujeto con sus "posiciones" o funciones subjetivas, lo que constituye esa esencia. En profundos análisis lógicos, especialmente de los juicios matemáticos, Husserl muestra que es preciso distinguir entre el acto psíquico individual de pensar (noesis) y el contenido objetivo del pensar (noema). Sobre todo es preciso evidenciar que ciertos actos, tales como la abstracción, el juicio, la inferencia, no son actos empíricos sino actos de naturaleza intencional.

Por la variedad de tendencias que se han manifestado dentro de esta escuela y por los diversos modos que ha adoptado y las varias fases que se han desarrollado, es común especificarla mediante un adjetivo: trascendental, existencial, hermenéutica y contextual. Tomado en su máxima generalidad el "movimiento fenomenol ógico" es complejo y variado, y en él figuran la "fase alemana" con la fenomenología pura de Husserl y su evolución; Pfänder, Reinach, Geiger, Stein, Ingarden y otros; la fenomenolog ía de las esencias de Scheler; las bases fenomenológicas de Heidegger y N. Hartmann. La "fase francesa" de las relaciones de Marcel, las bases fenomenol ógicas de Sartre, Merlau-Ponty y Ricoueur (25, 26, 27).

Insistió en la Psicopatología como una disciplina con un estatuto autó- nomo a partir de sus estudios de la Psicopatología General de Karl Jaspers, ese médico, psicólogo y filósofo, quien junto con Heidegger fundó la escuela existencialista. Formado en disciplinas científicas y conservando un gran interés por integrar la ciencia con el pensamiento filosófico, lleg ó a la conclusión que las ciencias por sí mismas son insuficientes y requieren de un examen crítico que solamente puede darlo la filosofía. Filosof ía que debe fundarse en una dilucidación lo más completa de la existencia del hombre en cuanto existencia "propia", es decir, en la existencia concreta y no meramente "abstracta" del ser humano. La pregunta por el ser y por la realidad es una pregunta humana, que se hace así mismo el hombre en cuanto "existente". No es la pregunta de un objeto, sino de una "entidad", que es justamente lo contrario de un "objeto". Entidad que es primordialmente existencia. La existencia es lo que es para sí y se encamina hacia su propia trascendencia. El ser no es una realidad puramente objetiva. Lo objetivo es, a lo sumo, un momento del ser real, el cual es básicamente trascendencia. Así, la filosof ía no se limita a partir de la "experiencia posible", como quería Kant, sino que debe partir de la "existencia posible". En definitiva, su filosofía es una metafísica (25, 26, 27).

Entre 1955 y 1956 mantuvo una columna semanal en el diario EL TIEMPO con el nombre Los caminos de Swann. Los asuntos tratados en ella son de índole diversa: actualidad nacional, el ejercicio médico, actividades académicas, reflexiones filosóficas, comentario de libros, etc. Su tí- tulo es homenaje a uno de sus autores predilecto, Marcel Proust, quien sedujo a Luis Jaime con su obra de siete libros conexos y recopilados bajo el nombre, En busca del tiempo perdido. Qué similitudes de vida o de pensamiento encontró con el escritor francés, es imposible de establecer. Le impresionaba la concepción Proustiana del devenir: <Cada día doy menos valor a la inteligencia… Lo que la inteligencia nos da bajo el nombre de pasado no es él. En realidad, como pasa con las almas de los difuntos en ciertas leyendas populares, cada hora de nuestra vida, apenas muerta, se encarna y se esconde en algún objeto material. Allí queda cautiva… a menos que encontremos el objeto> (34). Es, pues, la memoria la que nos otorga la esencia de las cosas, todavía nublada en el momento en que las percibimos; la rememoración, en el lenguaje, hace que la experiencia conservada en bruto se vuelva algo dotado de sentido: más aún, algo valioso para el lector que al leerla encuentra en sí mismo el sentido universal de esa experiencia.

MÁS ALLÁ DEL QUEHACER PSIQUIÁTRICO

Una tercera de profundización filos ófica y cierta inquietud epistemoló- gica (1970-1988), iniciada varias dé- cadas atrás, pero sin el grado de sistematizaci ón de este período. A Luis Jaime perfectamente se le puede encuadrar dentro del cartabón de epistem ólogo, término que para la época no se utilizaba. Epistemología entendida como teoría del conocimiento y más específicamente del conocimiento científico o para dilucidar problemas relativos al conocimiento cuyos principales ejemplos eran extraídos de las ciencias. Un aspecto esencial que gira alrededor de toda su obra, con mayor o menor énfasis, es la imposibilidad de una aproximación al enfermo mental sin una concepción del ser humano. De ahí la importancia, para él como para otro de su tiempo, de la obligatoriedad de una seria reflexión filosófica y antropológica para una adecuada formación psiqui átrica.

Para él fue prioritario sustraer la Psiquiatr ía del ámbito de la especulaci ón, sin dejarse tentar demasiado, por homologar la enfermedad psíquica a la enfermedad cerebral o, en otras palabras, homologar el fenómeno psico(pato)lógico al fenómeno neurol ógico. Vio bastante claro y primero que sus contemporáneos que esto es tan solo una ilusión, y como tal erró- nea, resultante del falso planteamiento epistemológico acerca de cuál es la posición de la psiquiatría dentro del campo de la medicina y cuál el de la psicopatología en el conjunto del saber científico. Procedió de modo muy distinto y decidió transitar por otras fuentes del conocimiento que le permitieran acercarse a un entendimiento de lo mental: Platón, Aristóteles, San Agustín, Santo Tomás, Bacon, Descartes, Kant, Fichte, Comte, Dilthey, Nietzche, Scheler, Jaspers, Heidegger, Bergson, Canguilhem, Bernard, Levi-Strauss, De Saussure, Chomski, Ortega y Gasset, Piaget, Pavlov, Freud, Adler, Jung, Sullivan, Klein, Marañón, Frankl, Durkheim, Bunge, Foucault y más y más y más.

<Yo creo que ninguna enfermedad psíquica es solamente psicógena, porque el ser humano, sano o enfermo, es una unidad somato-psíquica, absolutamente indivisible. En ninguna enfermedad caben los supuestos unilaterales que sólo llevan confusión o desconcierto… por sobre las rencillas de escuelas y por sobre la tentaci ón de las hipótesis de moda, está vigente el Hombre, con toda la magnitud de su estatura Ontológica que exige la máxima convergencia de conocimientos, para mantener su dignidad y su libertad…> (35).

No desprecia el papel del cerebro, él está siempre presente implícita o expl ícitamente a lo largo de sus escritos. La remisión de todo estudio de cualquier nivel de la realidad al "último " nivel, es decir, al físico, nos igualaría todos, en aquella ilusa y deseada pretensión de "ciencia unificada " que fue la gran ingenuidad del positivismo, que los mismos positivistas se apresuraron a desechar. Es claro, como dice Castilla del Pino, <La psiquiatría no ha de ser "más ciencia", permítaseme la expresión, porque es neurológica, en última instancia fisicalista, sino porque sitúe exactamente el nivel de la realidad en que tiene lugar lo psico (pato)lógico, porque plantee correctamente su relaci ón con el nivel biológico "por abajo " y el nivel sociológico "por arriba", y porque en momento alguno renuncie a la peculiaridad de lo psicopatol ógico, renuncia que tiene lugar cada vez que el modelo psicológico se trasvasa al modelo físico o fisiológico (reflexolog ía, conductismo, isomorfismo)> (36).

La construcción de un modelo de lo mental requiere de una reflexión ló- gica y epistemológica que por lo general el psiquiatra está muy lejos de hacer, escasamente preparado. En la medida en que la psiquiatría pretende llevar a sus últimas consecuencias el modelo mecanicista, el psiquiatra se aleja cada vez más del sujeto, que es su "objeto" principal de estudio.

<Clínica racionalista. Anticlínica irracional. He aquí los dos extremos del problema fundamental de la psiquiatr ía de nuestros días, inmersos, como si fuera poco en un ámbito sobremanera divergente de las "Ciencias Humanas ", Psicología, Antropología, Sociología, cada una de las cuales, sin mucho mérito hasta el momento, trata, cada una a su manera, de incautarse del desconcierto teórico de las Psicopatologías y de las Psicologías, asimismo divergentes. Hemos llegado a un punto en el que el punto de gravedad del ser enfermo, no es el mismo centro de gravedad de las disciplinas que pretenden estudiarlo… la Psiquiatría moderna está en una encrucijada sin salida. SE ATIENDE MUCHO MÁS A LA ENFERMEDAD QUE AL ENFERMO. Se busca en los pacientes la comprobación de una teoría y se desdeña su padecimiento concreto… El ser del hombre, es a la vez "CONCÉNTRICO" y EX-CENTRICO ". Como ente "Concéntrico aglutina por virtud de su naturaleza racional, en torno suyo todas las fusiones de las "Ciencias Humanas" que contribuyan a su crecimiento. Como ente "Ex-Céntrico", irradia a su vez su entorno, TODAS y cada una de las características de su individualidad como especie y de su personalidad como Raza. La enfermedad mental, pues, compromete en su complej ísima urdimbre TODAS las instancias formativas y expansivas de su persona. Y mientras no se estabilice, en alguna dimensión imposible de prever hoy el equilibrio entre Persona e Individuo, integrando en una y otra TODAS las instancias psicobiol ógicas o psicofísicas que aún están por descubrir, no será posible que la Psiquiatría constituya un "corpus" de doctrina sistemático, coherente y objetivo> (37).

Cualesquiera sean las limitaciones que hoy ostentamos, lo estrictamente psiquiátrico, lo que se puede predecir que será el ámbito de la psiquiatr ía propiamente dicha, es lo mental una vez perturbado. En todos estos casos, no se niega que "algo" ocurra en el organismo, esto es, en el nivel biológico. Pero, ¿es acaso está "interpretaci ón" suficiente para adentrarse en el sentido de tal o cual acto neur ótico o psicótico y tras el cual emerge necesariamente el sujeto? ¿Es que no existen modificaciones en la bioqu ímica cerebral al pensar, sentir, percibir, emocionarse? Es claro, una cosa es la dilucidación de la naturaleza del acto y otra, muy distinta, la de su significado.

La ciencia moderna es una gran aventura que no deja ni cenizas ni escombros. Mantiene su vigencia en virtud de su densidad específica y alimentándose de una provechosa autofagia que no permite vecindarios profanos y se yergue como un estambre formidable y solitario en medio de sus conquistas. El hombre moderno no existe por la ciencia. Existe a pesar de ella, con ella y en ella… El estruendo más resonante de la ciencia es el haberse logrado aislar de la existencia y de la vida. Es decir, del hombre. El científico "puro" a la vez desmitificador y deshumanizante, no conoce sus glorias sino a través de sus impostergables cataclismos conceptuales … Hay hombres privilegiados por el saber que, sin embargo, a pesar de haber escanciado todas las vigilias de la ciencia, se mantienen vigentes, arrogantes y dignos. Los distingue el hecho de que al lado de su ciencia han situado la esperanza, la vida y la libertad…> (38).

Algunos de sus títulos inéditos son: Mundo y vida del Don Nadie (sin fecha), en donde dice: <Al grande e incorregible Mediocre que soy, en mi penumbra de medianía, entre la Loca- Cordura. En esa penumbra donde nadie está sino el que PUEDE, siento el aletazo del que QUIERE, y ambos nos compadecemos…>. El médico y la cultura (sin fecha). Un tesoro oculto: la vislumbre psicológica y psicopatológica de José Ortega y Gasset (sin fecha). El Complejo de Stentor: la vocación del escritor (sin fecha). Cartas a un médico rural (sin fecha), con ocho ensayos sobre la investigaci ón, la vocación, la vejez, los enfermos crónicos, la muerte, la deshumanizaci ón y los especialistas; con este epígrafe del famoso médico espa ñol Carlos Jiménez Díaz: <… vivir siendo médico tiene una ventaja muy superior a la legítima de ganarse la vida con ello. Ser médico nos ofrece la ocasión de ser el bien y hacernos buenos. Vale la pena los sacrificios que nos cuesta aprender a serlo>. La Libertad Humana ante la Psiquiatría (sin fecha). Lección de vida (1972-1975), con los siguientes ensayos: ¿Generaciones de Universidad o Universidad de generaciones?, Psicología del revolucionario, ¿Se justifica una anti-nosología psiquiá- trica? Psicosociología de la familia colombiana (1975). La relación médico-paciente (1975). El alma del médico (1987).

EL FIN SE ACERCA

Caminando por Bomborí, sitio elegido para su descanso en Tabio, observa a su esposa de reojo, mientras accede a su memoria el día cuando la conoció. Fue un enamoramiento a primera vista. Se siente conmovido por los años de intenso noviazgo y tortuoso matrimonio, por sus múltiples afinidades, por sus lecturas compartidas, por sus dificultades superadas. Lo sobresalta la idea, como en tantas otras ocasiones, de haberla hecho sufrir por sus desmanes, por su desautorizaci ón frente a los hijos, por su peri ódico abandono. A pesar de todo, agradece a su Dios, al que él ha buscado incesantemente, por quien se ha sentido tan desamparado, de no haberla perdido, de aún disfrutar su grata compañía. A ella, solamente a ella, le debe un hogar, una familia, unos hijos y sobre todo un solidario e incondicional apoyo a cuanta loca idea a albergado en su mal puesta cabeza.

Piensa en su madre, en los motivos que lo separaron de sus hermanos, en lo intrincado de su vida, en los misterios que encierra la existencia, en el repugnante fastidio que por momentos invade sus días. ¿Por qué ese loco frenesí que lo ha caracterizado? Será, como decía Caliban de Edmundo Rico, que él también posee un demonio interior que tuerce su voluntad y su mente. No importa, al menos ya no importa. Sabe que es un cuestionamiento sin respuesta que lo acompa ñará hasta la tumba. Todo inquirir fracasa en el vacío, / cual fracasan los bó- lidos nocturnos / en el fondo del mar; toda pregunta / vuelve a nosotros trémula y fallida / del choque en el cantil fragoso / la flecha por el arco despedida. / Hermano mío, en el impulso errante, / nunca sabremos nada… (39). No es menester desgastarse en entender una vida que ya se ha vivido. Al mundo que lo espera llevará su arrepentimiento y su inquebrantable fe católica. No es mucho, pero es lo que le queda.

Luis Jaime Sánchez fue en lo fundamental un buscador incansable de la verdad. Un hombre que brilló con luz propia: un erudito, un maestro, un profesor, un clínico. La persona que más ha leído, escrito y publicado en la historia de la psiquiatría colombiana. Sus diversas cualidades hubieran podido llevarlo a ser un personaje de talla mundial, de la altura de los mejores de su época; del lustre de Honorio Delgado en Latinoamérica. Si bien no sucedió así por sus particulares condiciones de existencia, es alguien con quien nuestra especialidad se halla en deuda y le debe una lectura pormenorizada y crítica de su amplia obra.

AGRADECIMIENTOS

A Horacio Taborda Palacio (discípulo, colega, amigo y socio), Humberto Rosselli Quijano (discípulo y colega), Leonor Arango Jaramillo (esposa), Amparo y Jaime Fernando Sánchez Arango (hijos) y Carlos Arteaga Camero (discípulo, amigo y médico personal), sin quienes este trabajo no hubiera sido posible o hubiese tenido un derrotero muy distinto.

REFERENCIAS

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