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Revista Colombiana de Psiquiatría

versão impressa ISSN 0034-7450

rev.colomb.psiquiatr. v.34 n.4 Bogotá set./dez. 2005

 

Departamento de Psiquiatría de la Universidad del Valle: 50 años de historia

 

Discurso del doctor Gerardo Campo Cabal M. D. MMed, jefe del Departamento de Psiquiatría de la Universidad del Valle durante la cena de gala ofrecida como clausura de la celebración de los 50 años de la unidad académica.

No es tarea fácil sintetizar los 50 años de existencia del Departamento de Psiquiatría de la Universidad del Valle, pues son muchas las emociones que pugnan por expresarse: alegría, gratitud, orgullo, satisfacción, lealtad, tristeza… por mencionar sólo algunas de las que logro identificar, y todas ellas atentan contra la elaboración de un relato histórico objetivo. Sin embargo, y dado que todos ustedes conocen los niveles de emocionalidad que me permito en ocasiones tan significativas como ésta, renuncio voluntariamente a la rigurosidad del ensayo histórico y opto, en cambio, por compartir con todos ustedes la visión cargada de sentimiento que tengo del Departamento de Psiquiatría.

Es una historia íntimamente ligada a la de tres instituciones emblemáticas de la región: la Universidad del Valle, el Hospital Universitario del Valle Evaristo García y el Hospital Psiquiátrico Universitario del Valle.

La Asamblea del Departamento del Valle del Cauca, con la ordenanza núm. 12 de 1945, decide la fundación de la Universidad Industrial del Valle del Cauca, como una estrategia para subsanar la ausencia de una institución de educación superior que contribuyera a la solución de los problemas sociales y económicos de la comunidad en su área de influencia. Esta comunidad, hasta entonces pastoril y comercial, miró con recelo la recién creada institución, pero la decidida actitud de sus gestores logró contrarrestar tal incredulidad e imponer el talante de su nueva clase dirigente, como se refleja en la conocida frase del Carlos Arturo Cabal, uno de sus primeros rectores, cuando afirmaba con entusiasmo que el Valle del Cauca “puede con las más altas cargas del espíritu”, concepto corroborado con cada una de las ejecutorias, éxitos y reconocimientos obtenidos por la Universidad del Valle en sus 60 años de vida. Cinco años después, Antonio Lizarazu, en funciones de gobernador del departamento, crea la Facultad de Medicina, hecho que jalona no sólo la conversión de la Universidad, de una industrial a una general, sino también su consolidación en los siguientes años hasta ubicarla como uno de los principales centros educativos del país, lo que llevaría al presidente Carlos Lleras Restrepo a afirmar, durante una visita a la ciudad realizada en 1968, que la historia de Cali se dividía en un antes y un después de la aparición de la Universidad del Valle.

El doctor Gabriel Velásquez Palau, para fortuna de la Facultad de Medicina, es nombrado como su primer decano, y logra no sólo la cesión de parte del lote en el cual se construía el Hospital Universitario Evaristo García para edificar allí la naciente facultad, sino también cimentar el vínculo indisoluble que ha unido a éstas dos instituciones hasta hoy. Por ello podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que es el único vínculo vigente entre un hospital general y una universidad pública en el país, lo cual adicionalmente permite encarar con éxito los nuevos retos impuestos por las recientes legislaciones de salud y educación.

Pero no fueron éstos, en mi concepto, los logros más importantes del decano Velásquez. Destaco que gracias a su arrollador liderazgo pudo convocar y aglutinar en torno suyo y del innovador proyecto educativo que se estaba implementando en Cali, a un selecto grupo de profesionales de la medicina y de profesiones afines, tanto nacionales como internacionales.

Así es como arriba a Cali el psiquiatra Carlos León Saltos, atraído por los “cantos de sirena” del doctor Velásquez, quien durante una breve visita a la Universidad de Tulane, realizada en búsqueda de candidatos idóneos para ocupar las plazas vacantes, había caído seducido por el talento brillante y las cualidades personales percibidas en este joven profesional de origen ecuatoriano. De manera convincente le describió el moderno hospital psiquiátrico con que contaba la ciudad, el desarrollo urbanístico de ésta y los potenciales beneficios académicos que se le abrirían ante una eventual vinculación a la Universidad del Valle.

El Asilo San Isidro fue construido en 1944 con el no muy noble propósito de custodiar a niños con problemas de carácter, a sociópatas y a enfermos mentales rechazados y estigmatizados por la sociedad caleña, mientras era posible adelantar su traslado a uno de los asilos de Bogotá o Pasto, destinos finales de estos pobres desgraciados, en alguna de las sillas disponibles en el bus destinado a este objetivo, sin que entre tanto se brindara ningún tratamiento médico o cuidado especial, aparte de la vigilancia para evitar su fuga.

Fue éste el “moderno hospital psiquiátrico” encontrado en 1954 por el novel profesor León, quien con benevolencia prefirió abstenerse de realizar cualquier reclamo por el aparente engaño, y apropiándose de la visionaria fantasía de Velásquez, se dedicó con empeño y eficiencia envidiable a la inmediata transformación del Asilo San Isidro, tras lograr que en febrero de 1956 el Departamento de Psiquiatría fuera designado con carácter permanente como Entidad Consejera en Aspectos Técnicos y Médicos del Asilo San Isidro. Transformación descrita magistralmente por Rómulo Mejía Mejía, entonces su director, cuando anotó: “Esta institución, de fundación relativamente reciente, pues como que apenas si cuenta con escasos quince años de existencia, se puede decir que ha pasado y ha vivido todas las etapas de la evolución, durante siglos, de la Psiquiatría”, y agregaba, en la cita que de él hace Humberto Rosselli en la excepcional obra: Historia de la psiquiatría en Colombia, “Con el afán de la Facultad de Medicina de la Universidad del Valle por tener, entre otras cosas, establecimientos apropiados para la enseñanza, se han logrado rehabilitar tanto parte del Hospital Departamental Universitario como la totalidad del Hospital Psiquiátrico o lo que así se llamaba…”, para terminar reconociendo que:

… gracias al personal del Departamento de Psiquiatría de la Facultad de Medicina, se ha logrado, en curso de tres años, darle un vuelco total a la asistencia psiquiátrica que ofrecía el Asilo de San Isidro. Con la presencia de estudiantes, internos, residentes y de docentes (el mismo Mejía, el profesor León y el doctor Ernesto Zambrano Campo quien una vez terminados sus estudios en las universidades de Pennsilvania y Rochester se había vinculado en 1959 al Departamento de Psiquiatría, y asumido casi inmediatamente la dirección del hospital) se comenzaron a elaborar historias clínicas bien llevadas, las cadenas y otras medidas irracionales de restricción física fueron eliminadas, se estableció el servicio de insulinoterapia, y se organizaron todos aquellos servicios propios de un hospital moderno de la época: consulta externa, departamento de servicio social, salas de internación para 250 pacientes, oficina de historias clínicas y archivo, laboratorio clínico, Rayos X, etc.

Alcanzado este punto, es elaborado un plan de desarrollo a 15 años, tan habitual en las prácticas administrativas modernas, pero absolutamente inusual para ese tiempo. Con el mencionado plan se marca el desarrollo ulterior del Departamento: una primera fase entre 1955 y 1960, destinada a reclutar un equipo docente capaz; a desarrollar un programa de enseñanza para estudiantes de pregrado; a iniciar cursos para enfermeras y trabajadoras sociales, y a obtener becas para posibilitar estudios de especialización en el exterior. La segunda, de 1960 a 1965, que da lugar a la apertura del programa de entrenamiento para graduados, siendo el doctor Ramón Jaramillo Ramírez el primero y uno de sus más preclaros egresados en 1961. La fase final, de 1965 a 1970, que consiste en consolidar un proceso investigativo, objetivo logrado con creces, como se pone de manifiesto en varios hechos: durante varios años, algunos de los miembros de esta Unidad Académica tuvieron registrado ante el Comité de Credenciales Académicas de la Facultad de Salud la más copiosa producción intelectual de todos sus miembros; la participación destacada en el Estudio Piloto Internacional de Esquizofrenia; el Estudio Multicéntrico de Trastornos Afectivos; múltiples publicaciones en atención primaria en psiquiatría, psiquiatría social y epidemiología con conceptos revolucionarios e innovadores para comienzos de los años setenta, pero de tal solidez, que tras una comprensible resistencia inicial por parte de los mismos colegas psiquiatras, apegados al quehacer tradicional de la profesión, terminaron por imponerse y fueron reproducidos en varios continentes; sin olvidar mencionar el seguimiento de pacientes esquizofrénicos adelantado por el maestro León durante tres décadas y que permitieron reescribir la historia natural de este síndrome.

Estos hechos fueron reconocidos en 1977 por la Organización Mundial de la Salud, al designar al Departamento de Psiquiatría de la Universidad del Valle como el primer Centro Colaborador Abierto en Latinoamérica, con el propósito de la Formación de Recurso Humano en Salud Mental y Estudios en Epidemiología Psiquiátrica. De esta generación de investigadores no es posible dejar de mencionar con nombre propio a sus más destacados exponentes: Carlos León Saltos, Roberto Perdomo Hoyos, Carlos Climent López y María Victoria Meléndez de Arango.

Concomitantemente con estos desarrollos se establecía una fluida comunicación con los grupos psiquiátricos de Bogotá, Medellín y Cartagena, los más representativos de la psiquiatría nacional durante la primera mitad del siglo XX, que adquirió rápidamente un papel protagónico en sucesos tan importantes para la psiquiatría colombiana como la creación de la Sociedad Colombiana de Psiquiatría, en 1960, con una Junta Directiva Nacional provisional de la que hacían parte los doctores León y Zambrano, sociedad de la cual han sido su presidente Carlos León Saltos, Roberto Perdomo Hoyos, Javier Vigoya Echeverri y César González Caro, todos ellos vinculados al Departamento de una u otra forma; la organización del Segundo Congreso Nacional de Psiquiatría de 1962, en Cali; la participación activa en la organización y desarrollo de los dos primeros simposios de educación médica realizados en Colombia (1955 y 1957) en Cali y Medellín, respectivamente, en los cuales se dieron recomendaciones muy concretas respecto a la enseñanza de la psiquiatría.

No obstante, quiero resaltar que durante el segundo simposio las recomendaciones finales para la formación de graduados en la especialidad incluyeron la adopción del plan completo presentado por este Departamento de Psiquiatría, y de cuya implementación dieron fe los profesores Robert Heath y Francisco Silva de la Universidad de Tulane en el conocido Informe Heath, elaborado tras la visita a todos los programas del país en 1960. Esta influencia se ha mantenido a través del accionar de los egresados, quienes han sido partícipes en la creación de otros programas de especialización en el país, como el doctor Hernando Rubiano Groot, gestor fundamental del programa de especialización de la Universidad Militar Nueva Granada y su director por muchos años; o como lealmente nos comparte el doctor Mario Argandoña en su cálido mensaje leído hace pocos minutos, al afirmar que la creación del posgrado en Cochabamba (Bolivia) en 1970 es “copia fiel del original caleño y sigue formando psiquiatras al estilo de Cali hasta el día de hoy”, o a través, de la vinculación de nuestros egresados al equipo docente de destacados centros educativos en los ámbitos nacional e internacional.

A mediados de los años setenta asume la jefatura el doctor Carlos Climent López, quien, fiel al testimonio recibido del profesor León, inyecta una renovada dinámica al accionar del Departamento, y logra su constante modernización al incorporar como había sido sugerido en el Informe Esquivel de la Oficina Sanitaria Panamericana de la OMS (1965), “orientar los programas de entrenamiento de residentes hacia la psiquiatría de la comunidad y el manejo de pacientes psiquiátricos en los hospitales generales”. Desde entonces se reconoce como una fortaleza inherente a nuestro programa de formación el diseño de políticas en salud mental; el desplazamiento de los servicios asistenciales psiquiátricos a los niveles primarios de atención con experiencias obtenidas no sólo en la ciudad de Cali, sino también en otros municipios, veredas y corregimientos del Departamento del Valle del Cauca; la producción conjunta con la profesora María Victoria de Arango del Manual de psiquiatría para trabajadores de atención primaria de la serie Paltex de la Organización Panamericana de la Salud, como una de las estrategias emprendidas por esta entidad para la consecución de la meta fijada entonces de Salud para todos en el año 2000, y otros documentos dirigidos a la comunidad, como la colección Cómo fortalecer la familia. La segunda recomendación del brasileño Esquivel se cumple, al cristalizarse una vieja aspiración del Departamento, como era la apertura de una unidad psiquiátrica en el Hospital Universitario del Valle, con lo cual se logró acercar la psiquiatría a las otras áreas del ejercicio médico y el consecuente mejoramiento de la calidad en la atención de los pacientes.

En diciembre de 1998 se presenta probablemente la mayor crisis enfrentada por el Departamento de Psiquiatría en toda su historia: a la amenaza de cierre de la Universidad del Valle por su colapso financiero se suma la jubilación de seis de los profesores nombrados de tiempo completo y la obsolescencia de la infraestructura y tecnología disponible en la Unidad Académica, así como la carencia de adecuados recursos bibliográficos impresos o virtuales, que termina por generar desconfianza entre los eventuales aspirantes al programa de especialización.

Ante este panorama preocupante se procede al diseño de un plan de acción a cinco años (1999-2003): en la fase inicial se logra mantener la motivación, la confianza y el compromiso de los miembros de la Unidad Académica hacia su Institución; se decide dedicar prácticamente la totalidad del tiempo académico a labores de docencia directa; se consigue la vinculación por contrato de dos tiempos completos equivalentes de docencia y el concurso de cuatro docentes ad honórem con diferentes tiempos de dedicación; dotación de la Secretaría con equipo de cómputo, y adecuación locativa del espacio asignado a los residentes de psiquiatría en el HPUV.

En la siguiente fase de estabilización se estimula y apoya la investigación, lo que permite asistir al Congreso Nacional de la especialidad con cerca de una decena de trabajos de investigación concluidos; generar una línea de entrenamiento en metodología de la investigación a lo largo del currículo; revisar y reestructurar el Programa de Psiquiatría Comunitaria en el Centro de Salud de Siloé, y vincular ad honórem a dos de los profesores eméritos jubilados en 1998.

Finalmente, la fase de consolidación alcanza logros académicos con una revisión y actualización de los programas de posgrado y pregrado, que contribuye a la acreditación nacional del programa académico de Medicina y Cirugía; con la participación en la organización del XLII Con greso Nacional de Psiquiatría, en el 2003, con la presidencia del doctor César González Caro (2002-2003); con la pertenencia al Comité Científico Permanente de la Asociación y al Comité Editorial de varias publicaciones científicas nacionales e internacionales del doctor Gerardo Campo Cabal, y con la diversificación y consecución de diferentes fuentes de financiación en investigación, entre éstas Colciencias, Secretaría de Salud Departamental, Vicerrectoría de Investigaciones, multinacionales farmacéuticas, etc.

De manera concomitante se logran ingresos económicos no previstos presupuestalmente, que permiten por ejemplo la conversión de un espacio ubicado en el HUV en un auditorio inteligente; la adquisición de ayudas audiovisuales modernas, de equipos de cómputo y de mobiliario, y la adecuación del espacio de enseñanza-aprendizaje de psiquiatría comunitaria. Además, se contribuye al mantenimiento físico de la Unidad de Salud Mental del HUV, se brinda asesoría científica por parte del doctor Juan Rivas para la implementación de la más moderna unidad de cuidados intensivos psiquiátricos del país en el HPUV, se adquieren recursos bibliográficos virtuales por la Escuela de Medicina y se actualiza el Comité de Credenciales de los profesores nombrados, con el consecuente ascenso en el escalafón docente y la conversión de tres profesores contratistas a una vinculación formal.

Al comienzo de esta breve reseña histórica, construida a manera de saludo y bienvenida a esta maravillosa oportunidad brindada por la vida para el reencuentro, les hablé de que aflorarían emociones y hasta ahora sólo me las he permitido marginalmente. Excúsenme entonces que de manera asindética termine esta intervención mencionando hechos aparentemente inconexos, pero todos ellos muy caros para mí: la influencia afortunada en mi elección profesional de Vicky de Arango, quien hoy lamentablemente no nos acompaña; la gratitud hacia el ‘Mono’ Gaviria, por enseñarme a querer y respetar lo nuestro; la admiración ante la capacidad de trabajo del doctor Arévalo y el desborde emocional siempre presente en Soffy; la envidia ante el existencialismo hedónico y el adelantado interés por las neurociencias de Guillermo Escobar, pero a la vez la tristeza por su temprana desaparición, al igual que por la de varios colegas que hubiéramos querido tener hoy presentes; la excentricidad encantadora y la calma imperturbable de Ernesto Zambrano; el respeto por el ‘Jefe Climent’, hombre enérgico pero cálido, con quien el concepto de trabajo en equipo alcanza la máxima expresión; el reconocimiento con el doctor Perdomo por enseñarme no sólo técnica de psicoterapia, sino a cómo encarar y resolver conflictos entre las personas; la amistad leal de Isabel, Eduardo, César y Patricia, mis compañeros de formación; la gratitud hacia cada uno de los compañeros profesores, en especial con los doctores González, Castrillón, Miranda, Valencia y Rivas, por la decisión con que afrontaron nuestro propio Tsunami de 1998, y, finalmente, el orgullo al ser preguntado en cuanto país que he visitado, por el profesor León y el agradecimiento hacia él, quien me honró, no sin algo de aprehensión de mi parte, con su disciplinada pero paternal supervisión individual durante prácticamente toda la residencia, por lo que, para su satisfacción o preocupación, le debo en gran medida el profesional de la psiquiatría que soy hoy.

Les pido que brindemos con optimismo por los próximos 50 años del Departamento de Psiquiatría de la Universidad del Valle, pero no antes de agradecer la presencia de la doctora Carolina Isaza Rectora (e) de la Universidad del Valle; del doctor Héctor Montes, director de la Escuela de Medicina; de los hacedores de realidades León y Climent; de los doctores Carlos Felizzola y Hernán Santacruz, presidente y presidente electo de la Asociación Colombiana de Psiquiatría, respectivamente; de los colegas directores de posgrados del país; del doctor Emilio Aljure, ex rector de la Universidad del Valle y de la Universidad Nacional; del doctor Óscar Bolaños, ex decano de la Facultad de Medicina por 15 años; de los doctores Jorge Iván Ospina y Harold Suárez, gerentes del Hospital Universitario y Hospital Psiquiátrico, respectivamente; de todos aquellos que fueron nuestros profesores, y de todos ustedes que con su presencia simbolizan el vínculo de unión con el Departamento de Psiquiatría.

Agradezco también al Comité Editorial de la RCP, con el doctor Carlos Gómez-Restrepo a la cabeza, al asignar el próximo editorial en mi persona como un reconocimiento a la Unidad Académica. Finalmente, el apoyo brindado por la industria farmacéutica para el desarrollo de la jornada educativa, dirigida a la comunidad de médicos no psiquiatras y la reunión de pacientes y sus familias, bajo la coordinación del profesor Iván Osorio.

 

Jefe Departamento de Psiquiatría
Universidad del Valle
gercampo@univalle.edu.co
17 de septiembre de 2005
Club de Ejecutivos, en Santiago de Cali

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