Editorial

Psiquiatría colombiana: momentos y retos

Carlos A. Miranda Bastidas
Presidente Asociación Colombiana de Psiquiatría

Quiero comenzar con un reconocimiento a la gestión seria y acertada de mi antecesor, el doctor Carlos López.

Asumir la presidencia de la Asociación Colombiana de Psiquiatría tiene esa connotación extraña de sentimientos múltiples, a veces contradictorios, que tienen los momentos importantes de la vida; en lo práctico, las cosas se presentan simples: la continuación de líneas de trabajo maduras y exitosas que la organización ha implantado desde hace algún tiempo, y el manejo de situaciones nuevas o viejas cuya importancia coyuntural obligue a un abordaje inmediato, para lo cual los principios y objetivos de la Asociación, siempre son una guía.

En lo emocional, la vida pone al elegido frente a retos, responsabilidades, miradas introspectivas, interrogantes, dudas..., alegrías por supuesto, que por su carácter novedoso se resuelven y renuevan día a día.

Presidir la Asociación para mí es un honor, frase que por lo gastada no deja de ser verdad; un honor fruto de la generosidad de muchos amigos y colegas. Quiero dejar presente que la gestión anual es debida al trabajo de una junta, de doce personas, entre quienes el presidente es un miembro más, y a Beatriz, Marcela, Sonia, Alfredo, Carlos, Christian, Juan David, Mario, Ramón, Roberto y Rodrigo, debo manifestarles mi complacencia y agradecimiento por su compañía en este proceso que comienza.

El momento político de la Asociación

Nos encontramos en un momento de intensificación de situaciones complejas en el mundo, el país y la profesión. Lo que sucede en un contexto global no nos es ajeno ni para bien, como es la disponibilidad de información inmediata, a la par de los sucesos, ni para mal, como el actual momento de la economía, que algunos han llegado a calificar como el fin del capitalismo salvaje. En la semana que concluye, el vocero del Fondo Monetario Internacional manifestó que ya el mundo estaba en recesión y en la peor situación económica en ochenta años; un experto economista colombiano invitado a nuestro Congreso nos contó que uno de los efectos sensibles para el país de esa situación será la pérdida de empleos. Una baja adicional para un país que tiene el índice más alto de desempleo de la región.

Sabemos que ese tipo de contextos disparan la incidencia de las enfermedades fuertemente moduladas por el entorno social, y dificulta la atención de las patologías más graves; en términos de salud pública más enfermos y con mayores complicaciones para atenderlos con menos recursos, por la crisis; porque seguramente se nos pedirán sacrificios a todos en general, pero en particular a los profesionales proveedores de servicios; gremio que cada vez tiene más inequidad en su situación laboral como lo demuestran los testimonios presentados en la asamblea general del día de ayer.

Es un momento entonces en el que todos los actores de la salud mental están vulnerables, y hay un deber ético de actuar como gremio, en la máxima expresión que los recursos lo permitan. Como Asociación este momento no nos llega sin preparación: el comité de políticas redactó la del campo de salud mental, documento que establece el diagnostico, el contexto y el camino para la acción; el Ministerio tiene la palabra. Pero no por ello nuestra responsabilidad ha terminado; la Asociación ha buscado mantener su presencia, para contribuir a la aplicación de lo propuesto.

Además, se tiene la buena fortuna de haber logrado cercanías importantes con las instituciones de control, la defensoría del pueblo y la procuraduría, entes de vigilancia que han prometido estar al tanto del cumplimiento de las políticas, y han solicitado a la Asociación convertirse en asesora. Con la procuraduría, de acuerdo con el pronunciamiento del doctor Edgardo Maya, el día de la inauguración del Congreso, esa asesoría será oficial con la firma de un convenio para el efecto.

Igualmente la junta directiva de la Asociación y el comité gremial han comenzado los pronunciamientos, para intentar la modificación de las situaciones particulares en la geografía nacional donde se vulneran los derechos y, las remuneraciones de los trabajadores de la salud mental. Las líneas de trabajo ya emprendidas, como dije al comienzo, serán seguidas por la nueva junta, con la seriedad y disciplina que las anteriores lo hicieron.

En el panorama hay una agenda legislativa amplia que nos incumbe directamente: la ley del talento humano, que ha sufrido un tropiezo en el control de las cortes y está por reglamentarse; las tarifas, cuestión angular en la sobrevida del sistema; por citar sólo los casos más notorios. Nuestro empeño será porque la voz del grupo se escuche y participe en las decisiones.

El momento disciplinar y científico de la psiquiatría

Si el momento político es crítico, el momento disciplinar y científico es prometedor; se piensa en la psiquiatría con diferentes enfoques, herramientas y recursos; los avances notables en el discernimiento científico de la fisiología cerebral, de la cognición y el comportamiento no sólo han dado insumos para conocer más de las enfermedades y su tratamiento, sino para que la filosofía de la mente, la sociología, la pedagogía, la investigación histórica critica entren en el debate de la enfermedad, la salud y la psiquiatría. Hay un cuerpo teórico robusto en construcción, al que los practicantes de la disciplina podemos contribuir, y la Asociación ha estado presente en el debate, proveyendo los escenarios para que las diferentes tendencias se expresen.

Esta situación, que hace de la psiquiatría una especialidad privilegiada entre las especialidades médicas, en términos de presencia en la generación de conocimiento global, es también un riesgo que el debate académico debe vigilar continuamente, con el debido escepticismo que se merecen las teorías para ser probadas; lo decía Wittgestein: "los conceptos se forman de acuerdo con lo que resulta cómodo al pensamiento"; para nosotros es un momento de no rehuir a la incomodidad, para el bien de la disciplina.

Las universidades nuestras son de reconocida calidad y alcanzan un punto alto en el desarrollo académico; en este asunto, la Asociación no ha sido inferior a las circunstancias, tanto en la calidad de sus eventos, como por ser la única asociación médica del país que tiene una revista de la más alta categoría en las publicaciones científicas de Colombia. Un reconocimiento a su director, el doctor Carlos Gómez-Restrepo.

El apoyo a los logros en este cambio seguirán con un compromiso irrestricto de parte de la Junta; pero también es el momento de pensar en nuestra proyección global; sé que nuestras publicaciones lo tienen en sus expectativas, sin embargo, debemos alcanzar más presencia en las asociaciones y organizaciones mundiales que se ocupan de nuestras materias; tenemos el firme propósito de comenzar un proceso que logre escaños de representación para uno o varios de nuestros asociados. El trabajo ya emprendido bajo el liderazgo del doctor Rodrigo Córdoba, es la primera piedra.

El momento ético de la Asociación

Estamos también, en un importante momento ético; bajo la recordada presidencia del doctor Hernán Santacruz, el Comité de Bioética de nuestra Asociación lideró la redacción del código deontológico a la luz del cual deben regularse nuestros comportamientos en cuanto psiquiatras. Dos puntos están en la actualidad en primer plano: el comportamiento de los profesionales con los pacientes y la relación con la industria farmacéuti ca. En el primer caso no existe posibilidad alguna de que seamos sordos al clamor de los derechos de los pacientes; hay un compromiso de velar porque las pocas personas que pueden estar infringiendo el adecuado comportamiento terapéutico reciban como mínimo el escarnio moral de sus pares; escuchar a los pacientes, a sus asociaciones, será un compromiso de la junta; ayudarlos a que consigan espacios de reivindicación y ayudas terapéuticas es un deber de todos los asociados.

La relación psiquiatras-casas farmacéuticas está en el centro de la polémica actual, en un debate que debe no solamente ser cuidadosamente seguido por nosotros, sino que nos reclama como protagonistas activos; la Asociación ha sido vigilante de que las reglas sean claras; propender por transparencias aún mayores será un oficio de diálogo y respeto con estas entidades, que en forma histórica han sido buenos aliados nuestros.

El momento del presidente

De mí puedo decir que creo haber sido feliz y sin lugar a dudas, ampliamente afortunado. Soy altivamente pastuso e intensamente caleño, en una dualidad que no quiere ser resuelta.

Vengo de una familia afectuosa, crítica y divertida. De una madre práctica y soñadora, que con mi padre educaron a siete hijos. Por mi parte, con la ayuda de Indira, mi esposa, estamos intentando construir un oasis en tiempos difíciles, para nuestros tres proyectos de seres buenos: Valentina, Sebastián, Santiago, nuestros hijos. Para ellos cuatro la renovación pública de mi amor y compromiso, y la creencia firme de que el cumplimiento pleno de los deberes con la Asociación también lo haré, por ellos.

Gracias a mis colegas del Valle, no saben lo sensacional que para mi vida son sus conocimientos, reclamos, particularidades y formas de ser. Entre ellos quiero destacar a dos que además de colegas son amigos cercanos, Juan Carlos y Eduardo. Gracias por todo.

El afecto y sapiencia de los míos es lo mejor que tengo para liderar al grupo que durante un año dirigirá las acciones de la Asociación Colombiana de Psiquiatría.