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Revista Colombiana de Psiquiatría

Print version ISSN 0034-7450

rev.colomb.psiquiatr. vol.38 no.1 Bogotá Jan./Mar. 2009

 

Editorial

Obituario Humberto Rosselli, paradigma del psiquiatra colombiano

 

Ha muerto Humberto Rosselli Quijano, uno de los psiquiatras que más hondo ha calado en la comunidad científica colombiana. Nació en Sogamoso (Boyacá) el 21 de febrero de 1923 y se doctoró como médico de la Universidad Nacional en el año 1948. Después de probarse con éxito en el ejercicio libre de la profesión como psiquiatra, el cual nunca abandonó, comenzó a destacarse por sus sólidos conocimientos y por su admirable talento clínico. Su bien ganado prestigio y su brillante inteligencia lo colocaron muy pronto en las posiciones más destacas de la vida académica e institucional.

En 1959 fue nombrado profesor de psiquiatría de la Universidad Na-cional y en menos de dos años se convirtió en el primer jefe de la Sección de Psiquiatría de la Facultad de Medicina. Al mismo tiempo fue director del Hospital Neuropsiquiátrico de Bogotá y, un poco más adelante, director de la Unidad de Salud Mental del Centro Hospitalario de San Juan de Dios. Incansable en el logro de sus ideales profesionales, tuvo tiempo y energía para crear y tutelar importantes instituciones, entre las que se cuentan la Asociación Colombiana de Psiquiatría, el Instituto Colombiano del Sistema Nervioso y la Asociación Psicoanalítica Colombiana, de las cuales fue además su presidente y conductor egregio. Su liderato espontáneo, don de gentes, apreciable formación humanística y comprensión universal de la enfermedad mental, lo hicieron traspasar los límites de lo doméstico para servir en el ámbito internacional y presidir de paso la Asociación Psiquiátrica de América Latina (APAL) y el Consejo Interamericano de Asociaciones Psiquiátricas. Con el mismo entusiasmo, seriedad y solvencia, fue miembro distinguido y leal colaborador de la Academia Nacional de Medicina, la Sociedad Colombiana de Historia de la Medicina, la Academia Americana de Psicoanálisis y las Asociaciones Psiquiátricas de Estados Unidos, Canadá, México, Venezuela, Perú, Brasil y de las de Historia de la Medicina de México y Venezuela.

En los útimos años retornó a la cátedra de psiquiatría como profesor y director del Área Psicosocial de la Universidad El Bosque (1980-2004). Desde esa posición, con visión creativa e innovadora, trazó la ruta de la moderna docencia, propiciando el desarrollo de los programas de psiquiatría social y psiquiatría de enlace y organizando los Simposios Internacionales de Actualización en Psiquiatría, los cuales llevan hoy en día su nombre como homenaje y reconocimiento a esta meritoria labor.

A esta ya de por sí obra ciclópea del profesor Rosselli, tanto en lo relativo a su extensión, como a su profundidad y diversidad temática, hay que sumarle su producción escrita. Dos obras magnas brillan por su trascen-dencia: Historia de la psiquiatría en Colombia (1968) y Psiquiatría en América Latina (1969). Le siguen numerosos aportes a la historia de la medicina y la psiquiatría a nivel latinoamericano y mundial, así como contribuciones al texto Psiquiatría (Medellín, 1982-1986) y la Enciclopedia de Psiquiatría (Buenos Aires, 1977), artículos sobre salud mental y psicoanálisis y un precioso libro "La locura de Epifanio y otros ensayos" (1989).

En realidad, fue un afamado y afortunado escritor. Su mundo giraba alrededor de los libros. Organizó varias bibliotecas, entre las cuales se cuenta la "Erasmo de Rotterdam" de la Clínica Montserrat. Se echó sobre sus hombros la responsabilidad de varias publicaciones, entre estas la Revista Colombiana de Psiquiatría, orgullo de la especialidad. A esta última le dedicó 15 años de su vida con empeño inusual y éxito comprobado.

Un buen día, en pleno ejercicio de sus obligaciones académicas y responsabilidades clínicas, la senectud con sus enfermedades características frenó abruptamente el transcurrir armonioso de sus envidiables capacidades. Sus funciones intelectuales y sus procesos creativos entraron en receso y, poco a poco, se redujo a su hogar, en donde encontró el amor y la protección de Helenita, su esposa, y sus amados hijos y nietos, hasta el día de su muerte acaecida el 10 de marzo de 2009.

En medio de un duelo tan reciente más que los recuerdos de la cronología, me llegan los del contenido, motivo por el cual pido excusas por cualquier omisión en la que hubiese incurrido al relatar sus múltiples realizaciones. Espero que el análisis de lo implícito compense las posibles fallas de la secuencia y la enumeración.

No sería extraño que ante un maestro con tantos títulos, con quien además existió una amistad y un colegaje respetuoso, comprensivo y generoso, mis sentimientos, hoy en día regidos por la gratitud, me llevasen al vuelo libre de las asociaciones, y perdiera la capacidad de concretar lo substancial de la obra de Humberto, o lo más preciado, el contenido fundamental de su gran contribución a la psiquiatría colombiana.

Creo, y espero no equivocarme al decir que su gran contribución fue ha-ber cohesionado el gremio de los psiquiatras colombianos. Cuando inicié mi ejercicio profesional, las disputas entre los representantes de las diferentes tendencias psiquiátricas habían hecho tránsito al debate público, con utilización de los medios y abandono del intercambio científi co y de la controversia académica. Humberto Rosselli, se mantuvo distante, pero alerta y empático, captó el signifi cado de los desencuentros, entendió la idiosincrasia del grupo y confi ó en que su habitual mesura y fl exibilidad favorecerían el diálogo constructivo que llevaría a la integración deseada. Para el logro de este fi n, ningún elemento más propicio que la organización y desarrollo de los con-gresos nacionales de la especialidad, el foro donde brillaban al máximo sus buenas maneras, su talante político y su preclara inteligencia. En ese espacio privilegiado toleró las divergencias y estimuló las convergencias, hasta que por el puntual y repetido ejercicio anual, este evento científi co se convirtió en un encuentro grato, amistoso y productivo, durante el cual transcurría el cambio perenne de las generaciones sin lugar para confl ictos extremos o divisiones irreparables. Mientras en otras latitudes las agremiaciones psiquiátricas se vieron sometidas a constantes escisiones, en Colombia tenía lugar un admirable proceso de continuidad y estabilidad. Esta coherencia, no común en otras instituciones del país, se reflejó ejemplarmente en noviembre de 1968, cuando bajo su coordinación se reunieron en Bogotá el V Congreso Latinoamericano y VIII Colombiano de Psiquiatría.

En realidad, Humberto Rosselli fue un maestro en resolver antagonismos y en impedir la degradación de los debates. Esta cualidad no se basaba solamente en su dotación natural para el liderazgo, sino que era también refl ejo de su propia cohesividad e integridad, así como de su madurez mental. Poseía un pensamiento de amplio espectro y mirada abarcadora que le permitía explorar y cultivar muchos campos. En tan amplias perspectivas cabían todas las tendencias y en su criterio ecléctico se conjugaban todas las escuelas sin contradicciones insalvables. Iba desde la observación detallada del individuo enfermo hasta el planteamiento colectivo y societario sin que los dos enfoques se opusieran; concebía el funcionamiento mental como un fl uido que emana de las raíces biológicas, transcurre por el grueso tronco de lo psicológico y expande sus nutrientes en las ramas de lo social. A estas relevantes aptitudes se sumaba una plástica concordancia entre la forma de su discurso y el contenido de su pensamiento, preciso y ordenado. En la cátedra, en la reunión científi ca, o en el grupo social, fl uían sus palabras bien moduladas, a la vez que sus gestos y ademanes transmitían tranquilidad, sereno equilibrio y calidez. Sobrio, seguro y humano, recto, modesto y persistente. Hombre de grandes empresas y entendimiento lúcido, unió las voluntades de los colegas e hizo respetable la ciencia de la psiquiatría.

Es obvio, que en el caso del profesor Rosselli cada una de sus obras merecería un capítulo especial; sin embargo, una tarea de esa dimensión requeriría no sólo tiempo y dedicación, sino también la contribución de todos aquellos colegas que lo conocieron e interactuaron con él en diversos momentos de su vida y de su producción científi ca, académica y gremial. Habría que estudiarlo como docente, como clínico, como historiador y como terapeuta. Solamente para abordar una inspirada intervención que tuvo en el año 1986 en la Junta Directiva del Instituto Colombiano del Sistema Nervioso, escribí un artículo en el Boletín de la Clínica Montserrat de marzo de 2007. En esa ocasión, en una carta memorable dejó sentado su criterio magistral, lleno de conceptos sabios que solamente pueden surgir de un individuo que se constituyó en fuerza vital para su grupo humano, dada la calidad de sus ideales y valores. Para estudiar otras intervenciones y muchas de sus realizaciones se requeriría una extensa y juiciosa obra de recopilación.

Aparte queda el nivel que supo infundirle a todas sus actuaciones profesionales y a su conocimiento psiquiátrico. Su seriedad científi ca y el rigor metodológico. Su trabajo como psicoanalista y sus condiciones sobresalientes como docente. En fi n, en todas sus intervenciones se marcaba una tendencia, una particular intención y un propósito defi nido que dejó honda huella en quienes fuimos sus discípulos y admiradores.

Ojalá haya podido transmitir en este obituario una mínima parte de la vivencia completa del Rosselli psiquiatra. Pagaría algo de mi deuda de gratitud con este maestro ecuménico, si otros colegas confi rman mi tesis de que Humberto nos prestó el mejor de los servicios como miembros de este conglomerado, al cohesionar la institución rectora de los psiquiatras colombianos. Ese es un componente vital, estructurante y sufi ciente para nuestro desarrollo y para nuestro futuro. Cohesionar un gremio con tan diversos intereses y motivaciones sólo es posible en manos de un conductor con la mentalidad de quien ahora comienza a formar parte de nuestros introyectos más valiosos y transcendentes.

Sí... Humberto Rosselli fue un gran conductor, buscó en la historia las fuentes que alimentaron la ciencia en Colombia e hizo historia en nuestra psiquiatría por su ínclito proceder, su enjundia profesional, su sapiencia universal y su eximia personalidad. Un dechado de condiciones ejemplares para quienes seguimos en la búsqueda de la plenitud como psiquiatras.

Mario González Velásquez Bogotá, 20 de marzo de 2009

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