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Revista Colombiana de Psiquiatría

versão impressa ISSN 0034-7450

rev.colomb.psiquiatr. v.38 n.2 Bogotá abr./jun. 2009

 

 

Relatos reconfiguradores de la violencia familiar en Antioquia (Colombia)*

Reconfguring Narratives of Family Violence in Antioquia (Colombia)

María Victoria Builes Correa1 y Lina María López Serna2

* Este artículo surge de la tesis de maestría Relatos de buen trato en las familias donde hay violencia, para obtener el título de Magíster en Educación y Desarrollo Humano, de la Universidad de Manizales-Cinde. Se llevó a cabo durante los años 2007 y 2008, en Medellín, Colombia.

1 Médica general y especialista en Terapia Familiar de la Universidad de Antioquia. Magíster en Educación y Desarrollo Humano de la Universidad de Manizales-Cinde. Docente Departamento de Psiquiatría Universidad de Antioquia. Medellín, Colombia. mbuiles_correa@hotmail.com

2 Comunicadora social y especialista en Terapia Familiar de la Universidad de Antioquia. Profesional en Desarrollo Familiar de la Fundación Universitaria Luis Amigó. Magíster en Educación y Desarrollo Humano de la Universidad de Manizales-Cinde. Docente Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Antioquia. Medellín, Colombia.

Recibido para evaluación: 22 de octubre del 2008 Aceptado para publicación: 25 de febrero del 2009


Resumen

Introducción:La autoridad impuesta con sangre y lágrimas ha empezado a cuestionarse, debido a que se percibe como ine ficiente y plantea la necesidad de introducir el diálogo y la negociación en las prácticas de crianza. Objetivo: Reconocer los relatos de buen trato en la experiencia de las familias donde hay violencia. Método: En este estudio comprensivo, de tipo fenomenológico-hermenéutico, se privilegia la salida ética frente a la experiencia de violencia intrafamiliar y se preocupa por develar los relatos de buen trato en las familias donde hay lenguajes de violencias, para permitir rescatar la dignidad de las familias como potencial autorrestaurador frente a las vivencias de menosprecio. Se entrevistaron cuatro familias que consultaron en comisarías familiares de Medellín y Sabaneta (Antioquia, Colombia). Resultados: La conversación giró en torno a las prácticas cotidianas individuales y familiares. Dentro de las familias entrevistadas se visibilizaron cuatro relatos: cuidado femenino y masculino, reconocimiento de sí, capacidad de integrar la pluralidad y hermenéutica cotidiana como condición de posibilidad. Conclusiones: Las prácticas de buen trato recuperadas de la vida familiar y social pueden transformar la vida de los sujetos, por cuanto reconfguran estéticamente la cotidianidad. No se trata de sepultar ni olvidar el agravio, sino de reescribir la historia con las familias, de manera que la violencia no anule la capacidad que tienen los individuos en su cotidianidad de hacer justicia desde el ejercicio ciudadano.

Palabras clave: relaciones familiares, violencia familiar, entrevista.


Abstract

Introduction: Authority imposed with blood and tears has begun to be questioned as it is perceived as inef ficient and poses the need of introducing dialogue and negotiation in child rearing. Objective: To recognize narratives of well-treatment among the experiences of violent families. Method:This is a comprehensive study of a phenomenological-hermeneutical type in which an ethical outcome of the experience of familial violence is privileged together with the disclosure of narratives of well-treatment in families in which a language of violence exists, allow-ing the family's dignity to be rescued as a self-restoring potential against undervaluing experiences. Four families were interviewed in Medellín and Sabaneta (Antioquia, Colombia). Results:Conversation focused on individual and family daily practices. Four narratives were made visible: Feminine and masculine care, acknowledgement of oneself, capacity of integrating plurality, and daily hermeneutics as a possible condition. Conclusions: Recovered well-treatment practices can transform people's existence by esthetically reconfguring everyday family and social life. It is not about burying or forgetting the assault but about rewriting history with the families in a way that violence does not annul the capacity an individual has of doing justice on a daily basis.

Key words: Family relations, domestic violence, interview.


Introducción

La noción de violencia es compleja, dado que involucra múltiples actores, contextos, circunstancias y dimensiones de lo humano y social. Desde los inicios de la humanidad, y luego, con la aparición del Estado, la violencia ha estado presente, ligada a la hegemonía del poder (1).

La OMS define la violencia como "el uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o que se lleve efectivamente a la práctica contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones" (2).

Para otros autores, la violencia es definida como:

  • Hannah Arendt: "la violencia se distingue del poder, la fuerza o el poderío en que siempre requiere implementos. La sustancia misma de la acción violenta está determinada por la categoría de medios-y-fin, cuya característica principal, en cuanto a los asuntos humanos, es que el fin está en constante peligro de dejarse abrumar por los medios que justifica y que son precisos para alcanzarlo" (3).

  • Saúl Franco: "Entiendo por violencia toda forma de interacción humana en la cual, mediante la fuerza, se produce daño a otro para la consecución de un fin" (4).

Como una de sus dimensiones emerge la violencia intrafamiliar, que se concibe desde el programa presidencial Haz Paz (5) como una forma de establecer relaciones y de afrontar conflictos recurriendo a la fuerza, la amenaza, la agresión emocional o el abandono.

En el país, de acuerdo con el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, para el año 2005 la tasa de violencia intrafamiliar fue de 155 casos por cada 100.000 habitantes. Los reportes de violencia intrafamiliar se han incrementado en un 65% entre 2003 y 2006. Además, continúan siendo las mujeres y los niños y niñas los más afectados por este tipo de violencia (6).

Pensar en abolir la violencia resulta prácticamente utópico, lo cual no quiere decir que esta sea una experiencia deseable. La moral y la ética, a través de la construcción de democracia y de prácticas de reconocimiento mutuo, se convierten hoy en un clamor frente a la violencia, dado el actual impacto que ocasionan en el mundo.

Su magnitud es tal que ha llevado a que en América y el Caribe se considere la violencia como un problema de salud pública y mental, debido a su elevada incidencia y a los efectos físicos y emocionales que implica. En Colombia y Antioquia las primeras causas de muerte entre los 14 y 45 años desde hace 20 años son el homicidio y el suicidio, y ambas son la causa más frecuente de hospitalización. Los costos directos de la violencia, que incluyen el valor de bienes y servicios para prevenir la violencia, tratar a las víctimas y capturar a los agresores, alcanza el 8,4% del PIB en Colombia (2).

Frente a la violencia doméstica, el imaginario social y su intervención han estado centrados en la patología del fenómeno, en el déficit, y han hecho de este el discurso dominante,como si la vivencia del mundo de la vida en el interior de estas familias fuera solo de violencia, y subyugan relatos alternos que coexisten en dicha cotidianidad. Hasta ahora, la violencia se ha intervenido desde la justicia, desde el control de los expertos. Engrosar los relatos de buen trato en el plano social, desde las prácticas cotidianas de los sujetos y las familias, puede ir haciendo que el control empiece a ser ejercido desde dentro (moralidad).

Los protagonistas de la vida moral no son los expertos o quienes detentan el poder judicial: los protagonistas de la vida moral son las personas comunes y corrientes (7).

Recientemente, algunas investigaciones (8,9) dan cuenta de lo anterior; es decir, de cómo las familias han ido tejiendo otro tipo de narrativas dentro de la vida familiar, que se alejan de los lenguajes de violencia. Es así como la autoridad impuesta con sangre y lágrimas empieza a ser cuestionada, debido a que se percibe como ineficiente, a que plantea la necesidad de introducir el diálogo y la negociación en las prácticas de crianza. Esta situación devela un mayor autocontrol en los padres, que buscan no hacer daño

La presente investigación privilegiará la salida ética frente a la experiencia de violencia intrafamiliar; de ahí que se preocupe por develar los relatos de buen trato en las familias donde hay lenguajes de violencias, para rescatar la posibilidad, la dignidad de las familias como potencial autorrestaurador frente a las vivencias de menosprecio. La experticia de las familias introduce elementos importantes en la intervención social y terapéutica de la violencia intrafamiliar, pues recupera la voz de las familias y promulga conversaciones dialógicas que permiten acuerdos desde la posibilidad, no desde el ámbito del estigma ni desde la patología.

En el ámbito público, reconocer el buen trato como un asunto de ética de mínimos (7), de búsqueda de la justicia, podría ayudar a exigir a los otros, desde el plano moral, que construyan conjuntamente sociedad civil. El buen trato como asunto de justicia se convierte así en relato universal que cualquier ser humano debería vivir, dado que solo así será posible construir un mundo más humano y estético, en el que valga la pena vivir.

Metodología

La investigación se realizó desde una perspectiva comprensiva, pues la pregunta que guió epistemológicamente el proceso hace referencia a los relatos de la cotidianidad.

Para dar respuesta a la pregunta acerca de los relatos de buen trato en las familias donde hay violencia, se hizo un acercamiento a través del enfoque fenomenológico-hermenéutico. La fenomenología, inaugurada por Husserl, es la ciencia de los fenómenos; es decir, lo dado de forma inmediata a la conciencia.

Esta tiene un doble sentido: es, simultáneamente, método y modo de ver. El método implica la suspensión del juicio o colocar el mundo real entre paréntesis (epoché) para lograr abstenerse de juicios frente a la existencia. La fenomenología se ubica antes de las creencias, la conciencia y el conocimiento, para explorar lo dado (1).

La fenomenología privilegia la descripción de la experiencia sobre la explicación; el qué y el cómo, sobre el porqué. La descripción hace posible acercarse al fenómeno en forma respetuosa, sin pretensión de colonizarlo; de ahí que promueva la visión de horizonte como una ampliación que permite una mejor comprensión de la complejidad del acontecer humano (10).

En consonancia con la fenomenología, la hermenéutica busca comprender los acontecimientos cotidianos, penetrarlos. Gadamer la plantea como la fenomenología de la existencia y del entendimiento (11). La hermenéutica, de Ricoeur, presupone la fenomenología, y viceversa: "la comprensión tiene lugar por la mediación de una interpretación: fenomenología hermenéutica, sustituye el mundo natural del cuerpo y de la cosa por el mundo cultural del símbolo y del sujeto, por un mundo del lenguaje [...] El mundo del lenguaje es el mundo de la vida cultural" (1).

La hermenéutica es un modo de pensar los fenómenos; así, la cotidianidad se puede volver un texto que puede ser interpretado a partir del lenguaje (12), los enriquece de tal manera que las acciones de los sujetos, las cuales son vistas como texto que puede ser leído, son libros abiertos que tienen historia, que hacen historia, que ejercen efectos sobre otros, de tal manera que el acontecer del sujeto puede convertirse en fenómeno social.

Finalmente, la perspectiva fenomenológica- hermenéutica permite que la ciencia se introduzca en la vida cotidiana, que se vincule a los contextos vitales individuales e intersubjetivos, para hacerlos comprensibles, de tal manera que ciencia y teoría conformen una circularidad recurrente con la vivencia.

La entrevista como posibilidad de construir relatos

Se empleó como técnica de recolección de la información la entrevista en profundidad. Esta técnica es una de las más empleadas en investigación comprensiva. Se realizaron varias sesiones con cada una de las cuatro familias participantes, y posteriormente, con cada uno de los miembros, iniciando con una primera entrevista muy abierta, la cual partió de una pregunta generadora amplia, con el fin de no sesgar el relato, puesto que dicho texto sirvió de base para la profundización ulterior. Se considera que la propia estructura del relato es portadora ella misma de ciertos significados, que no deben alterarse con una direccionalidad muy alta.

Esto es posible gracias a que los sujetos cuentan, y se cuentan a sí mismos, historias todo el tiempo, y a través de las ellas organizan su temporalidad, configuran y reconfiguran la identidad, hacen discurso de ella, interpretan la vida (13). Así mismo, a través del relato, las investigadoras pueden develar vidas, recoger y contar y recontar historias, escribir experiencias.

Acerca de la construcción de los relatos por parte de las investigadoras

Para la aproximación a la comprensión de las historias de las familias, las investigadoras partieron de las entrevistas como un todo. Más que fragmentar los relatos en categorías, se tomaron todos ellos, y desde ese lugar emergieron hipótesis que dieron cuenta de la preocupación de recorrer las narrativas del buen trato en la temporalidad de las familias.

A partir de los relatos como un todo es posible ir tejiendo la trama del buen trato, ir hallando el hilo de Ariadna que permitirá encontrar salidas alternas frente al relato dominante de la violencia. Los relatos tienen comienzo (pasado), trama (presente) y desenlace (futuro) (13); aproximarse a ellos como totalidad, desde una perspectiva comprensiva, no admite, en este caso, fragmentaciones, pues su sentido se encuentra en la totalidad.

La lógica que favorece esta construcción es la abducción. Pierce, citado por Luna (14), dijo que para aproximarse a la noción de abducción se procura partir de los hechos sin tener ninguna teoría al respecto, sin desconocer que se requiere aquella para explicarlos. La abducción persigue una teoría, y esta se va tejiendo en tanto se vayan considerando los hechos que van develando las múltiples hipótesis, a las cuales accede gradualmente por la vía de la intuición y la inducción, de tal manera que la abducción es más amplia, abarca la inducción.

Las familias que relatan sus experiencias

Las personas y familias que participaron en el proceso de investigación fueron contactadas a partir de la Comisaría de Familia No. 12 de Medellín y la Comisaría del Municipio de Sabaneta. Se recurrió a dichas instituciones, dado que se requería como único criterio de inclusión que estas tuvieran la experiencia de haber vivido situaciones de violencia familiar.

Inicialmente se habló telefónicamente con las familias, y en forma muy global se les propuso participar en la investigación. Después de aceptar la primera visita, se tuvo el contacto directo con ellas, se les explicaron los objetivos, la intencionalidad del estudio y las expectativas de las investigadoras; así mismo, se les aclararon la privacidad y confidencialidad que en relación con las conversaciones iba a tener el estudio. Todo lo anterior quedó claramente expuesto a través del consentimiento informado. Tras su autorización escrita, se procedió a grabar las conversaciones. Las dos entrevistadoras estuvieron presentes durante todo el proceso con las personas y las familias, y el proceso de transcripción fue llevado a cabo por ellas mismas.

La primera familia de Medellín está compuesta por el padre, tres hijos y dos nietos. La segunda familia, por la madre y dos hijas en edad escolar. La primera familia de Sabaneta tiene la madre como cabeza de hogar con dos hijos y una sobrina; la segunda es una familia nuclear con dos hijas en edad escolar. Es decir, hay toda una polifonía en lo que tiene que ver con la conformación familiar, pues hay desde familia nuclear hasta familia extensa, monoparental y ampliada.

Una vez concluido el proceso de análisis de las entrevistas, se visitó a cada una de las familias, se leyó el relato y se puso a su consideración el texto. No fue necesario hacer ajustes, porque, en general, consideraron que habíamos captado y comprendido muy bien sus historias.

Relatos encontrados

El buen trato como experiencia de cuidado en la vivencia femenina y masculina de la familia

    Entonces yo le dije: "Abuelito, yo le dije a Sebas: 'Mi papá nos mandó este sudao; entonces, vamos a darle la presa de pollo al abuelito y nosotros comemos salchicha'".

Mujer de 22 años.

La historia de esta familia, como todas las historias de las familias, está colmada de relatos de vida y muerte, de felicidad y dolor, de permanencias y cambios, de excesos y virtudes. Pero en esta familia su cotidianidad ha estado especialmente impregnada por cuidados de las unas y los otros, no solo en la relación de privacidad del hogar, sino también, en la vida de relación pública de trabajo y vecindad.

La palabra cuidado viene del vocablo sorge, que a veces se traduce como preocupación, y otros autores, siguiendo a Gaos, lo vierten en cura. Heidegger dirá que el cuidado es el ser de la existencia. En la fábula de Hyginus se plantea que Cura dio forma al hombre y que, por ello, la Cura debe poseer al hombre a lo largo de su existencia. En Séneca, el bien del hombre se realiza en la Cura (1).

En el inicio del relato hay vivencias estéticas en relación con el cuidado del padre:

    Una vez, pequeñito, me lo llevé para la fábrica, y lo metí en una caja de cartón, cuando la patrona me preguntó: "Alberto, ¿qué está haciendo aquí con esa criatura?". Y yo le dije: "¿Qué hago?, pues yo tengo que venir a trabajar, señora […]". Cuando ella estaba viva me tocaba también llevar a este, cuando se enfermaba, al Seguro, y habían señoras que me veían y decían: "Ese señor atendiendo la niña, cambiándole el pañal, vamos a ayudarle". Y ellas me ayudaban. Todo el mundo decía que era yo muy guapo haber criado estos niños. Sí, para tenerlos vivos, y ahí están vivos, ya con nietos y bisnietos.

El poder paterno de cuidar, como acción humana, sujeta al sujeto a la vida, carga de sentido la existencia, en la medida en que la cotidianidad es asumida en relación con otros frágiles que dependen necesariamente del padre para su desarrollo, otros y otras que, al igual que los pichones en el nido, requieren el alimento del cuidado para poder volar, replicar y reiniciar la labor de hacerse cargo de otros en el proceso de generar vida. El cuidado de los hijos, que hasta la muerte de la madre estaba primordialmente a cargo de ella, es asumido ahora por el padre. Este relevo en el cuidado se convierte en acontecimiento; es decir, irrumpe en el transcurrir del tiempo cotidiano, y esta ruptura es tejida por el sujeto (15).

El cuidado del padre no solo es narrado por él: es también visto (en sus atenciones masculinas hacia su hija) por mujeres; luego de verlo, se movilizan para ayudarlo a cuidar. Esa escena podría hacer parte de un lienzo cuyo título bien podría ser Ágape, Amor o Caridad. Las mujeres se hacen prójimo de él, no por el hecho de estar cerca, sino, como dirá Ricoeur, por acercarse a él. Ellas se acercan para hacer ágape, para vivir el don. El ágape (16) es próximo a philia, a reciprocidad, a gratuidad, es discurso de alabanza. Esa vivencia de don y alabanza puede llevar al reconocimiento recíproco, tradición recuperada de los antiguos que tiene un poder mágico. El acto de dar convoca a vivir la misma generosidad, y esta cadena de generosidad se convierte en una propuesta pacífica, en un estado de paz frente a la lucha por el reconocimiento.

Esta inclusión masculina en el cuidado, que toma formas de resistencia en esta familia, puede ser fuente de magisterio de ejemplo (17) para una sociedad que, como la contemporánea, proclama aún modelos rígidos de ejercer la masculinidad y la feminidad que, por excesivos, hacen menos fértil la existencia.

El cuidado femenino y masculino es, entonces, un acontecimiento que inaugura, en la vida familiar y comunitaria, la posibilidad de reconocimiento, de memoria que pasa de unos a otros, y que convoca a la virtud hecha cuerpo en la generosidad, en la ayuda y la amistad.

El reconocimiento de sí como experiencia que tranquiliza y reconstruye vida familiar

    Como mujer, yo creo que esa ganancia es el sentir uno que tantas cualidades que yo tenía no las había visto, o no las dejaba ver o no las quería aceptar porque, a veces, hay alguien a tu lado que te amenaza o te ensimisma en tantas situaciones.

Mujer de 33 años.

La vida de esta familia se ha visto especialmente marcada por experiencias de reconocimiento personal que han implicado procesos dolorosos, tiempos, rupturas y prácticas cotidianas personales y relacionales. En este proceso la madre se ha reencontrado con sus hijas, y como familia han podido construir nuevos vínculos. Pero quizá lo que recrean ellas con mayor énfasis es cómo han podido estar tranquilas.

El reconocimiento es un proceso, un devenir que se teje en la relación consigo mismo y con los demás. Como plantea Ricoeur (16), el reconocimiento tiene dos voces: la voz activa (reconocer) y la voz pasiva (ser reconocido).

La historia comienza con el relato de la madre:

    En verdad, esos altibajos emocionales ya me estaban perturbando demasiado; sobre todo, mi trabajo con niños: yo llegaba a la institución llorando. A raíz de la experiencia, eso no se da porque sí, no lo decidís y ya…. fue como explorar tantas situaciones: desamor, desapego, soledades, entonces si voy a estar sola o casada. Si nadie va a estar, entonces prefiero estar sola, realmente sola, y que sea autónoma en mis cosas. Yo creo que desde el momento en que él se fue para Urabá fueron favorables para mí muchas cosas, porque vi que él no iba a cambiar, que yo me iba a morir, a envejecer, esperando que alguien cambie. Pues entonces prefiero quedarme sola; no tan llena, pero con mi tranquilidad.

El hecho de que su pareja empezara a salir del hogar, unido al de ir experimentando a lo largo del tiempo que no se iban a hacer realidad todos sus ideales; que eran pura ilusión, y que, además, estaban dando resultados tan poco deseables como tener altibajos emocionales que perturbaban demasiado su desempeño como profesora de niños y niñas; que el desamor y la soledad emergían, a pesar de estar casada; que él, quizá, no iba a cambiar y, entonces, esta situación se mantendría hasta cuando ella muriera; que prefería su tranquilidad al desequilibrio emocional, van haciendo que sus ideales toquen tierra, que dejen de volar como unas cometas en el cielo que requieren largos metros de hilo para sostenerse.

Es interesante cómo ella enfatiza el valor de la experiencia; es decir, la vivencia que se reflexiona se convierte en experiencia. Esta fue definitiva, pero no lo fue en tanto acto de magia. No: eso requirió tiempo, el necesario para releer e introyectar nuevas experiencias que le permitiesen recrear el proceso de socialización primaria.

En su recorrido hacia el reconocimiento, el ir aprendiendo de su malestar, volver sobre su deseo y su libertad, escucharse y escuchar a otros y otras ha ido haciendo posible el acontecer de la novedad para ella y sus hijas, un estado donde la tranquilidad de saberse reconocidas en lo que son, sienten y hacen, en la palabra y en la capacidad de negociar, les confiere una vida familiar y en relación gustosa, alejada del pasado de menosprecio.

La capacidad de integrar lo plural en la cotidianidad como posibilidad de devenir novedad

    Uno como sufre goza; y ahora se llegó la hora de que tenía que estar en calma con todo.

Mujer de 52 años.

La historia de esta familia se ha ido escribiendo a lo largo del tiempo con un énfasis especial en la capacidad de integrar lo diverso, la diferencia que trae la vida cotidiana como posibilidad para ir siendo diferente. Esta ha ido emergiendo en la cotidianidad de la familia por las presencias, las ausencias, los excesos, la moderación, el destino y el tiempo; es decir, por los nacimientos y muertes que han ayudado a conjurar, pero también, a veces, a mantener el dolor en la intimidad familiar de la madre, sus hijos y su sobrina.

La capacidad de integrar en su vida el sufrimiento y el goce hace que ellos puedan devenir mundos alternos en su cotidianidad, mundos más estéticos que pueden abrirlos a horizontes nuevos de risa y encuentro, de límite y solidaridad, de soledad y compañía, de cuidado y respeto, de acogida y hospitalidad.

    Se han visto cosas buenas, [como] el matrimonio de Nacho. Él conoció a Lina, y él dio un cambio que yo no sé qué le vio; gracias a Dios [risas]. Él la conoció en un problema con un hermano de mi mamá. Y ella, así, como si nada, se dio cuenta de que él estaba en la cárcel, y se fue y lo sacó de la cárcel. Le firmó papeles responsabilizándose de lo que él pudiera hacer por fuera después. Se lo llevó a dormir a la casa de un vecino. Sin conocer nada ni nada, vino hasta acá por ropa para llevarle. Ella misma le hizo comida y le llevó comida. Cuando lo conoció era un viciosito; él no mantenía ni ropa, y ella se fue y lo sacó. Como a los 8 días ya empezaron de novios. Y ese muchacho [decía]: "¡No, mija, no! ¿Cómo voy a tirar yo vicio? ¡Qué pena de Lina!, ¡no, qué vergüenza!". Cuando dizque a los 2 meses nos casamos.

Cuando ella confía en él, es porque intuye que fuera del vicio, del licor, del temperamento fuerte, viven en él otros deseos, otras fuerzas, y ella va tras esas trazas de belleza que pueden develarse en tanto se reconozcan y se crea con tesón en ellas. Esta capacidad de reconocer lo plural que reside en su pareja lanza a la acción que da acceso al nacimiento del amor, al inicio de una vida en relación que se sobrepone a los presagios de los demás.

La hermenéutica de la cotidianidad como condición de posibilidad para una estética de la existencia

    Los otros son espejos; nosotros tomamos las cosas de los otros, no para compararlas, sino para aprender de ellos.

Hombre de 36 años.

La historia de esta familia se ha ido tejiendo alrededor de los relatos y los tiempos de los ancestros y contemporáneos, de las historias de vida de cada uno de ellos, con un énfasis especial en la lectura esperanzadora de ellas. A su vez, esta lectura ha ayudado a convertirlos en mejores sujetos, ha generado una estética familiar.

En el siglo XX, con Heidegger, Gadamer y Ricoeur (18), la hermenéutica adquiere como hilo conductor el lenguaje, el cual permite interpretar el texto. Así mismo, la hermenéutica es un modo de pensar los fenómenos; es decir, la cotidianidad se puede volver un texto que puede ser interpretado a partir del lenguaje.

    Yo digo que es muy bueno hablar, hacer saber las cosas, porque donde yo me hubiera quedado callada, él me hubiera seguido pegando. Yo actué al otro día; al otro día mi mamá me dijo: "Hágale, Sandra; yo la apoyo, y vaya; que sea lo que sea". Y sí: yo me fui y llegué allá, y tuve un momento en que dije: "No voy a hablar; me voy a quedar callada". Y yo: "No, mentiras: voy a hablar y voy a decir esto, porque no puedo". Y hablé con ella y le mostré, porque me dejó muchos morados.

Ante la violencia, ella no se pone en el lugar de víctima; más bien, del acto emerge como una sobreviviente que tiene que leer y releer, contar y recontar lo que ocurrió, no solo en su familia, tal como ya lo había hecho al pedir ayuda a su madre y a su hija, sino por fuera del círculo familiar; es decir, en las instituciones sociales. Es así como acude a la comisaría, para contar y mostrar lo que le ocurrió, a reconocerse y hacerse reconocer como sobreviviente de una experiencia de violencia, y que exige apoyo para sobreponerse a ella. El hablar no se posterga en el tiempo, no da espera, hay que hacerlo cuanto antes.

Ante el acto violento los otros, en este caso, la madre y la institución, toman postura desde la moralidad (20), desde la indignación por el daño causado a la otra, y de esta manera hacen resistencia común al permitir que ella pueda exteriorizar lo ocurrido y recuperar su valor, su dignidad, que estuvieron en peligro de ser perdidos si se silenciara el acto violento. Este acto moral y de resistencia común se torna así en acción política, que libra a la sociedad de actos dolorosos que excluyen al sujeto social de la vida buena.

Con el contar, ella se reconoce como capaz, y eso es suficiente. Si ella sabe que la reconocen y apoyan y esto se da por otros socialmente válidos que le hacen saber a él que ella sí es capaz, eso es suficiente. Y hasta hoy, en realidad, lo ha sido. Ambos acogieron el apoyo que la comisaría les brindó, y que, junto con el potencial individual y que como colectivo familiar tienen, han ido convirtiendo el agravio y la dificultad en lectura de posibilidad para fortalecer la relación y el encuentro cotidiano, para hacer fluir vida buena a raudales.

Discusión

Los relatos de buen trato: reconfiguración de la violencia y la vida privada y pública de los sujetos y familias

    Hay que aprovechar que todavía tenemos la oportunidad de hacer algo. Deja uno una huella; ellos verán si dejan perder la huella o no.

Hombre de 36 años.

Así, el devenir familiar se ha ido tejiendo, ellas lo han ido configurando, narrando, a través de las historias de vida y muerte que se van dando en su cotidianidad. Así, la vida de estas familias se conecta con la perspectiva ricoeuriana de configuración (20), donde la familia va narrando una trama de sí que va integrando lo concordante con lo discordante; es decir, lo esperado con aquello que rompe.

Podría decirse que la reconfiguración que van haciendo las familias de sus tramas se vuelve una historia de belleza que pueden apreciar ellos y sus prójimos, que pueden beber ambos en lo subjetivo e intersubjetivo, y que esta embriaguez torna nuevas configuraciones. Entre los griegos, la belleza se relaciona con kalón: "Es lo que gusta, lo que suscita admiración y atrae la mirada. El objeto bello lo es en virtud de su forma, que satisface los sentidos, especialmente la vista y el oído [...] también desempeñan un papel importante las cualidades del alma y del carácter" (21).

Las configuraciones que va suscitando la vida en cada familia se tornan en formas que despiertan admiración, que atraen la vista, y esto hará que dicha admiración se manifieste en la presencia de propios y extraños que participan de la vida, del ágape que juntos van compartiendo y celebrando.

Las prácticas particulares que emergieron en las familias se vuelven formas de resistencia, en tanto han ido parando la violencia, y son formas de resistencia alternas a la violencia, ponen en evidencia las capacidades del sujeto; como dirá Ricoeur (16), se hacen fenomenología del sujeto capaz.

De esta forma, el buen trato que se da dentro de las familias, que se replica en las conversaciones con ellas desde instancias sociales como las comisarías, donde se escuchan también relatos de violencia, se va convirtiendo en posibilidad de reconocimiento de sí y mutuo, que puede ir reconfigurando la vida en la instancia privada y pública. Esta forma de reconfiguración pone en evidencia las capacidades de los sujetos y familias; desde este lugar es posible hechizar el menosprecio y sobreponerse, para integrarse socialmente desde un lugar diferente: el lugar de la dignidad y la inclusión que se teje en el interior de la persona, y en la relación con otros y otras que suscitan prácticas de buen trato. Esta forma de reconfiguración va visibilizando nuevas formas de ejercer la ciudadanía que se construyen conversacionalmente, dialógicamente en la cotidianidad familiar y social.

Conclusión

En la experiencia de las familias, su construcción de armonía ha estado sujeta a las categorías que surgieron durante el proceso de lectura de sus historias: cuidado femenino y masculino, reconocimiento de sí, capacidad de integrar la pluralidad y la hermenéutica cotidianas como condición de posibilidad: con ellas, sus protagonistas han procurado poner límites a los excesos, detener la insolencia y el menosprecio. Estas prácticas de buen trato dan cuenta de su preocupación por hacer más estética su vida particular y común, y así se tornan en forma de resistencia contra lo feo, contra la violencia.

Desde la investigación surgen, a manera de abanico, horizontes para futuros estudios que permitan escuchar las voces y saberes populares en los diversos ámbitos que tienen que ver con las violencias, no solo desde sus actores, sino también desde testigos que en la vida social los acompañan: amigos, familiares, agentes sociales.

Agradecimientos

Queremos agradecer a las cuatro familias que amorosamente fueron desgranando sus historias en conversaciones tranquilas y dolorosas, pero fundamentalmente cargadas de esperanza y de vida. Sin ellas no habría sido posible caminar este tiempo, sus relatos cargados de fuerza y combatividad fueron nuestra inspiración para culminar este proceso de recontar sus historias de resistencia y reparación de la violencia.


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