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Revista Colombiana de Psiquiatría

versão impressa ISSN 0034-7450

rev.colomb.psiquiatr. v.39 n.4 Bogotá out./dez. 2010

 

Editorial

Discurso de posesión del presidente de la Asociación Colombiana de Psiquiatría.

Speech of the New President of the Colombian Association of Psychiatry

Muy buenas tardes. Reciban todos el más cálido y cariñoso saludo. Expreso mi complacencia por haber contado con su asistencia y participación en el XLIX Congreso Colombiano de Psiquiatría. Confío en que Santa Marta haya sido para todos ustedes una experiencia enriquecedora y que nuestro clima, paisajes y atención sean tan positivos y agradables, que consideren a ésta como su casa.

En forma muy especial agradezco a todos los presentes, ya que es una difícil competencia enfrentar una ceremonia como ésta a una tarde de playa y relajamiento luego de la jornada académica desarrollada en este congreso. Agradezco con todo mi cariño a mi esposa, Liliana; a mis hijos, Carlos Andrés, María José, Martin José y Juan Manuel; a mi madre, María Josefa, y mi padre, Carlos Julio —ausente prematuramente, un hombre de campo con un alma liberal y universal—, quienes han aprendido a ser espectadores y víctimas de mi oficio como psiquiatra. Las palabras quedan cortas para expresar mi emoción y gratitud ante la distinción que la Asociación Colombiana de Psiquiatría me ha otorgado de ser su representante como presidente en este periodo 2010-2011, más aún cuando en el 2011 celebraremos el congreso número 50 de nuestra asociación.

Llegando a este punto no puedo dejar de recordar y exaltar la influencia de mis profesores de pregrado, mis docentes de la Universidad del Norte, de Barranquilla, quienes por medio de su labor favorecieron en mí la inspiración y sembraron la semilla de esta bella profesión; los doctores Armando de Hart, Fernando Cortizoz, Jairo Palacios, Manuel Miranda y Herber Mosquera. Cuando escogí continuar con psiquiatría como mi especialidad médica, ya no había dudas, y sin demora fui recibido en la casa del Instituto Colombiano del Sistema Nervioso, Clínica Montserrat, aún mi casa, donde la formación humanística, investigativa y clínica y el sentido de pertenencia por nuestra profesión han sido los pilares de todo mi ejercicio profesional. A todos mis profesores y compañeros guardo sin cambio mi afecto, respeto y admiración, en ellos, los ausentes pero aún presentes en sus discípulos: los profesores Humberto Rosselli Quijano, maestro creativo y conciliador del conocimiento; María Clara Bayon de Cleves, bondad y sabiduría, y Alberto Álvarez, sabiduría silenciosa, acompañamiento, riqueza académica y espiritual. Ellos son verdaderas y seguras guías en momentos de duda e incertidumbre.

Pero ser psiquiatra no se logra sólo con escoger la especialidad y terminar la residencia. El día a día nos somete a pruebas persistentes y osadas; la misma naturaleza de la profesión nos expone a tratar con toda clase de personas que sufren afecciones que a pesar de estar en el siglo XXI no son bien vistas ni entendidas por nuestro contexto social y cultural. Las enfermedades mentales, sobre todo en sociedades como la nuestra, siguen padeciendo un estigma; estigma que terminamos compartiendo los psiquiatras.

La Asociación Colombiana de Psiquiatría nos ofrece el valor agregado de poder sentirnos entre iguales, con las mismas dificultades y anhelos por el bienestar de nuestros pacientes, con las dificultades por él, a veces, poco reconocimiento y por la desconsideración que se refleja en las injusticias que en los diferentes foros gremiales se han venido develando en los últimos dos años, cuando el Comité Gremial de la ACP ha insistido y perseverado en explorar e intervenir muchas situaciones de colegas en el país. Exalto, pues, la labor de nuestro ex presidente, el doctor Alfredo Montenegro, y del doctor Ramón Lopera, quienes han abanderado este proceso dentro del Comité Gremial, siguiendo el mandato de la Asamblea en los años 2008 y 2009. La actividad gremial es una de las tareas que en este año se continuarán con gran compromiso para seguir cumpliendo este mismo mandato.

Pero el estar agremiados y ser gremiales no sólo nos debe animar a defender nuestros derechos ante la sociedad, sino que dentro de nuestra ACP es necesario que reactivemos y reflexionemos sobre nuestras ventajas por pertenecer a esta agremiación. Tenemos un enorme compromiso con las nuevas generaciones de psiquiatras: la ACP debe ser considerada por todos sus miembros como una insigne institución que no sólo reúne a los psiquiatras del país, sino que vela por la exaltación de los más grandes valores dentro de institución. La solidaridad, consideración y respeto son sólo algunos de los valores que deben atraer a los residentes y a las futuras generaciones de psiquiatras; el humanismo de la psiquiatría, el trabajo en equipo, el valor de lo social y lo comunitario deben transformar de su interior a nuestra ACP para así contribuir al desarrollo de una sociedad más incluyente y menos estigmatizante. Prueba de estos valores es la Asamblea General desarrollada ayer, cuando se evidenció una serie de dificultades técnicas y algunas humanas que generaron confusión y disgusto, pero con el ejercicio de la libre expresión se logró por fin concertar una acción reparadora sin lesionar a personas y corrigiendo errores y procesos sujetos a modificación y mejoramiento.

José Bornacelly T.
Presidente de la Asociación Colombiana de Psiquiatría
josebornacelly@yahoo.com

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