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Revista Colombiana de Psiquiatría

versão impressa ISSN 0034-7450

rev.colomb.psiquiatr. v.40 n.3 Bogotá jul./set. 2011

 

Artículos originales

Depresión en el personal sanitario femenino y el análisis de los factores de riesgos sociodemográficos y laborales

Depression in Female Healthcare Workers and Analysis of Socio-demographic and Work-related Risk Factors

Enrique Castañeda Aguilera1
Javier E. García de Alba García2

1Doctor en Ciencias de la Salud en el Trabajo Unidad de Investigación Social, Epidemiológica y de Servicios de Salud (U.I.S.E.S.S.), Instituto Mexicano del Seguro Social (I.M.S.S.). Guadalajara, México.
2Doctor en Antropología. Unidad de Investigación Social, Epidemiológica y de Servicios de Salud (U.I.S.E.S.S.), Instituto Mexicano del Seguro Social (I.M.S.S.). Guadalajara, México.

Conflictos de interés: Los autores manifiestan que no tienen conflictos de interés en este artículo.

Correspondencia
Enrique Castañeda Aguilera
Belisario Domínguez No. 1000
Col. Independencia. C.P. 44340 (bajos de la farmacia central)
Centro Médico Nacional de Occidente, IMSS
Guadalajara, Jalisco, México
ecastaneda03@hotmail.com

Recibido para evaluación: 6 de abril del 2011. Aceptado para publicación: 12 de julio del 2011


Resumen

Objetivo: Determinar la prevalencia de depresión en el personal sanitario femenino y analizar los factores de riesgo sociodemográficos y laborales. Métodos: Estudio observacional, descriptivo y transversal, con 190 mujeres del Instituto Mexicano del Seguro Social, a quienes se les aplicó una ficha de identificación y el cuestionario clínico de diagnóstico para cuadros depresivos. Resultados: La tasa de respuesta fue del 86,0%. El 52,2% tenía más de 40 años de edad; el 61,0%, pareja estable; el 75,3%, hijos, y el 51,5%, nivel de escolaridad mayor a 12 años. El 71,0% mostró una antigüedad institucional mayor de 10 años y el 56,3% reveló una antigüedad en el puesto de actual menor a 10 años; predominaron el turno vespertino en el 52,1%, la contratación de base en el 90,0% y el no tener otro trabajo en el 8,6%. Se detectó depresión en 18,9%; 9,5% presentó reacción de ansiedad; 8,4%, depresión moderada, y 1,1%, depresión severa. No hubo diferencias significativas en las variables socio-demográficas y laborales, a excepción de tener pareja estable, antigüedad institucional mayor de 10 años, trabajar solamente en la institución, tabaquismo y alcoholismo negativos. Conclusiones: La depresión presentó una prevalencia del 18,9%. Los factores de riesgo fueron: ser trabajadora social, mayor de 40 años, con pareja estable y con menos de 15 años con ella, tener hijos, escolaridad mayor de 12 años, con más de 10 años de antigüedad institucional y en el puesto actual de trabajo, turno matutino, contratación de base y no tener otro trabajo aparte del institucional.

Palabras clave: Depresión, personal sanitario, factores de riesgo, mujer.


Abstract

Objective: To determine the prevalence of depression in women healthcare workers and to analyze the socio-demographic and work-related risk factors. Material and methods: This is an observational, descriptive, and transversal study. 190 female healthcare workers of the Mexican Social Security Institute were assessed by an identification form and a self-administered diagnostic clinical questionnaire of depressive symptoms. Results: The response rate was 86.0%. All were women, 52.2% were over 40 years old, 61.0% had a steady partner, and 75.3% reported having children. 51.5% had more than 12 years of schooling 71.0% had been at the institution over 10 years, and 56.3% had been at their current position for less than 10 years. 52.1% had the afternoon shift, 90.0% were hired directly, and 8.6% had no other job outside the institution. Depression was detected in 18.9% of the women. 9.5% had anxiety reactions, 8.4% moderate depression, and 1.1% severe depression. There were no significant differences according to socio-demographic and work-related variables, except for having a stable partner, being at the institution for more than 10 years, working only at the institution, and non-use of tobacco and alcohol. Conclusions: Depression showed a prevalence of 18.9%. Risk factors were being a social worker, being more than 40 years old, having a stable partner for less than 15 years, having children, having over 12 years of schooling, working for more than 10 years at the institution in the current position, having the morning shift, being a direct hire employee, and not having another job outside the institution.

Key words: Depression, health care personnel, risk factors, women.


Introducción

La depresión es la patología más común en el campo de la salud mental, por su impacto y trascendencia; en la actualidad, ocupa el cuarto lugar (1990) entre las enfermedades más discapacitantes, y se estima que para el 2020 será la segunda causa de morbilidad, superada solamente por las cardiopatías (1). Esta se define como el trastorno afectivo que provoca la pérdida de la vitalidad general, el cual se acompaña de una disminución de la actividad intelectual, física, social y ocupacional. Es uno de los desórdenes mentales más comunes en el mundo.

En una investigación de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), acerca de las políticas y programas de salud mental en los trabajadores de los países industrializados, se muestra que los problemas mentales están en aumento, y que uno de cada diez empleados sufre depresión, ansiedad, estrés o cansancio, que en ocasiones llevan al desempleo y a la hospitalización. En España, un 9,2% de la población está afectada por algún trastorno mental; en Estados Unidos, el 26,3%; en Francia, el 18,4%; en Alemania, el 9,1% (2).

Existen varios estudios realizados sobre depresión en la población en general que reportan una prevalencia del 3% al 5% (3,4); en México, de acuerdo con varios autores, esta varía del 6% al 15% (5-8). En el personal sanitario se presenta con una frecuencia del 10% al 12% en España (9); en el Reino Unido, del 11% (10), y en México del 12% (11) y del 19,8% (12). La prevalencia en los diversos estudios de diferentes países varía de acuerdo con la definición del trastorno en el instrumento, el periodo evaluado y la composición etaria de la muestra.

Los factores asociados con el síndrome depresivo han sido estudiados por Calderón (13) y Mercado (14), como son el sexo, la ocupación y la clase social. En la mayoría de las publicaciones se ha observado una proporción de 2:1 entre mujeres y hombres, en los Estados Unidos (15), en Puerto Rico (16), en México (6) y en otros países occidentales en los que se observó la misma relación; a esto debe sumarse la sospecha que impera en medios científicos de que las mujeres que padecen este trastorno y las que no consultan al especialista son todavía más numerosas.

En otro estudio (17) realizado en México se mostró que la frecuencia de depresión se mantiene de manera consistente en ambos sexos, ya que se incrementa con la edad, con afectación en las mujeres menores de 40 años y mayores de 60, y que conforme se incrementa el nivel de escolaridad, disminuye la prevalencia de depresión.

La descripción y explicación de las diferencias de género se han formulado desde muchos ámbitos (18).

  1. Biomédico: en el que se incluyen los factores genéticos, hormonales, anatómicos y fisiológicos. Los más importantes son los factores hormonales a los cuales se les ha atribuido cualquier diferencia en la salud de la mujer respecto al hombre, como síndrome premenstrual, depresión posparto y menopausia.
  2. Psicosocial: con base en diferencias intrapsíquicas e interpersonales, al analizar las diferencias entre la personalidad, el afrontamiento, la autoeficacia, en la vivencia de la enfermedad y en la información de sus signos y síntomas.
  3. Epidemiológico: trata de determinar los factores y condiciones de riesgo.
  4. Social: allí se analizan los procesos culturales, sociales, económicos y políticos que dan lugar a diferentes riesgos para la salud de mujeres y hombres.

Por su parte, Gaviria (19) agrupó los factores de vulnerabilidad que hacen que la mujer se deprima; estos son:

  • Hormonales: están relacionados con el ciclo reproductivo y pueden desempeñar un papel importante y predisponerla a deprimirse (20).
  • Genéticos: se han investigado como una explicación para mayores tasas de depresión en ellas (21).
  • Ansiedad preexistente: Breslau, Schultz y Peterson (22) han encontrado una mayor prevalencia de depresión en las mujeres que tienen este trastorno.
  • Acontecimientos vitales traumáticos: implica no solo que las enfermedades psiquiátricas son iniciadas y prolongadas por interacciones entre el entorno en el que se desarrollan y del propio individuo, sino que estos sucesos modifican dicha interacción (separación de padres, efectos de los abusos físicos y sexuales, fragilidad individual, factores ambientales adversos y episodios de depresión en la niñez y la adolescencia) (23,24).
  • Condición social y roles: se alude asociación entre depresión y situaciones en las que existe una carencia de poder de las mujeres en las relaciones personales, laborales, económicas, sociales, profesionales y políticas (25).

En la última década se ha manifestado un incremento notable de este trastorno en personas que viven en grandes comunidades urbanas (26). En México se ha observado este fenómeno en las ciudades con más habitantes, las prevalencias más altas en las entidades federativas corresponden a Hidalgo, con el 9,9%; Jalisco, con el 8,2%, y el Estado de México, con el 8,1%; mientras que las más bajas son las observadas en Sonora, con el 2,8%, y Campeche, con el 2,9% (17).

En los últimos años se ha reportado una fuerte relación entre el tabaquismo, la ansiedad y la depresión. Se sabe que las personas con historia de depresión son más susceptibles a fumar (27). También, en un estudio realizado por Caetano y Medina (28) entre la comunidad hispana que vive en la Unión Americana se investigó la relación entre la depresión y el consumo de bebidas alcohólicas, y se encontró que esta comparación es más frecuente entre mujeres solteras y con bajos ingresos.

Como se puede observar, esta patología constituye un problema con repercusiones sociales que conducen a la persona a disminuir la productividad laboral, altera las relaciones interpersonales y provoca repercusiones en su bienestar general; además, se vincula con el bajo rendimiento laboral, incremento en el número de accidentes de trabajo, altas tasas de incapacidad temporal laboral, así como continuas sustituciones en el personal.

El objetivo del presente trabajo es analizar los factores de riesgo sociodemográficos y laborales en el personal sanitario femenino, relacionados con la depresión y su prevalencia.

Material y métodos

Estudio con diseño observacional, de tipo descriptivo y transversal, de un universo de 220 trabajadoras del sector sanitario adscritas a dos unidades médicas del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), de la Delegación Jalisco, México, incluyendo a 190 de ellas, que tenían más de un año de antigüedad, se presentaban activas al momento del estudio y aceptaban participar. Se excluyeron a las que no se encontraban ocupando su plaza en el periodo de la aplicación de las encuestas (incapacidad, vacaciones, permisos, etc. ), en cuyo caso el cuestionario fue contestado por el personal sustituto, y los criterios de eliminación se aplicaron a las que no respondieran como mínimo el 80% del cuestionario.

Para acceder a las entrevistadas fue necesario obtener el permiso de las autoridades de las instancias correspondientes, con el fin de llevar a cabo el proyecto. Una vez presentado y aprobado, se explicaron al personal sanitario los motivos y los objetivos del estudio, se obtuvo su autorización para participar mediante el consentimiento informado verbal, haciendo énfasis en que la aplicación sería de carácter anónimo y voluntario, que no conllevaba riesgo alguno, con lo cual se aplicó en las instalaciones de las clínicas.

Se utilizó la ficha de identificación de las variables sociodemográficas y laborales, y el cuestionario clínico diagnóstico para cuadros depresivos de Calderón Narváez (29). Diseñado para adultos y la población en general, validado en México por Morales, Ocampo, De la Mora y Alvarado (30), y en el cual, al igual que en casi todas las escalas, se incluyen los 20 síntomas más frecuentes de depresión, de acuerdo con nuestra realidad sociocultural mexicana. La calificación se da al anotarle un puntaje a cada síntoma en una escala del 1 al 4; así, se obtiene una puntuación mínima de 20 y una máxima de 80. Y se valora de acuerdo con la tabla de equivalencia del autor (Tabla 1).

Para el análisis estadístico se utilizó el paquete estadístico SPSS-15.0 y Epi-infoV6.1. Se empleó la estadística descriptiva: frecuencias absolutas, promedios aritméticos y desviación estándar, como porcentajes, medidas de tendencia central y variabilidad; como medida de inferencia se aplicó la χ2 (con o sin corrección de Yates), y como nivel de significancia, una p ≤ 0,05.

Resultados

De las 220 encuestas distribuidas, 190 cumplieron con los criterios de estudio y se completaron correctamente, las 30 restantes de eliminaron por no reunir los pautas establecidas; se obtuvo un porcentaje de respuesta del 86%.

El perfil sociodemográfico: todo el grupo que participó en la investigación fueron mujeres, con una edad media de 39,2 ± 7,4 años, el grupo de edad mayor a 40 años predominó, con el 52,2% (p < 0,05). El 61% (p < 0,05) vivía con pareja estable, el tiempo promedio con esta fue de 14,2 ± 6,2 años; el 53,5% (p < 0,05) tenía más de 15 años con ella; el 75,3% (p < 0,05) manifestó tener hijos. El 51,5% presentó un nivel de escolaridad mayor de 12 años (p < 0,05).

El perfil laboral mostró: antigüedad en la empresa con un promedio de 14,2 ± 6,8 años, y en el puesto actual de 9,7 ± 7,4 años. El grupo de más de diez años de antigüedad laboral se mostró en el 71% (p < 0,05), y en el grupo de menos de diez años de antigüedad en el puesto sobresalió el 56,3%. El 52,1% trabajaba en el turno vespertino y el 47,9%, en el matutino; el 90% tenía puesto de base y el 10% era eventual (p < 0,05). El 8,6% tenía otro trabajo aparte del institucional (p < 0,05).

Sobre las toxicomanías, se observó que el 81,6% no manifestó adicción al tabaco; el 86,9% no manifestó adicción al alcohol. La depresión se detectó en 36 casos (18,9%), de las cuales, en 18 (9,5%) manifestaron reacción de ansiedad; 16 (8,4%), depresión moderada, y 2 (1,1%), depresión severa. En lo referente al puesto de trabajo, la frecuencia de depresión en las trabajadoras sociales predominó en 4 (36,4%) de ellas y ninguna de las estomatólogas lo manifestaron, como se observa en la Tabla 2.

Posteriormente se caracterizaron dos grupos: uno afectado y otro sin afectar; enseguida se realizó una asociación con cada una de las variables sociodemográficas, laborales y toxicomanías. En la Tabla 3 se observa que tener pareja estable, más de diez años de antigüedad en la institución y no tener otro trabajo aparte del institucional, así como no presentar adicciones al tabaco y al alcohol, se asociaron como variables de riesgo, con la presencia de depresión.

Discusión

La depresión es sumamente importante en el campo de la salud mental, por sus repercusiones, que tienen trascendencia en el individuo y su ambiente (conyugal, familiar, social, sanitario y laboral), donde pueden crearse condiciones que aumenten la predisposición depresiva del individuo. Es uno de los problemas de salud mental más frecuente en mujeres. Excepto en la infancia, en que no se dan diferencias en las tasas de depresión entre niños y niñas, o son estos los que las tienen más altas, se ha encontrado que las mujeres presentan mayor depresión a lo largo de su ciclo vital, que surge en la adolescencia y aumenta en la vida adulta (31).

Las principales limitantes del trabajo están relacionadas con su diseño transversal y con algunos atributos del instrumento de recolección de datos utilizado, el cuestionario estructurado, que reduce las respuestas obtenidas de los sujetos de estudio a las opciones empleadas que limitan la explicación o profundización del tema investigado. Otras posibilidades fueron: el sesgo de memoria y la reserva individual, por temor a que la información otorgada se usara de forma negativa. El primer aspecto se solventó al usar cuestionarios validados, en el segundo se trató de evitar mediante el uso de preguntas concretas y objetivas, y el tercero, al asegurar el anonimato de las informantes.

La relevancia del escrito (si bien no es comparativo) reside en que el conocimiento obtenido evidencia la importante afectación de la salud mental de la mujer profesionista, aspecto que tradicionalmente se había considerado de una magnitud baja, y por lo tanto, no se había considerado para el desarrollo de políticas de salud institucionales.

En nuestro trabajo, la prevalencia de depresión fue del 18,9%. Nos ubica por encima de los estudios realizados en la población en general por otros autores (3-8,32,33). Y también por los efectuados en el personal sanitario (9-11). Y por debajo de ellos, los efectuados por García de Alba et al. , en el 2011 (12); Díaz et al. , en el 2007 (34), y Díaz et al. , en el 2004 (35).

Toda la población estudiada en nuestra investigación fue del sexo femenino; aunque como grupo las mujeres tienen más sintomatología depresiva que los hombres, estas diferencias se dan en función de las variables sociales, laborales y estructurales (6,15,16,30,33,34,36,37). Se menciona, desde la perspectiva psicosocial, que la mayor vulnerabilidad femenina se deriva de condicionantes relacionados con el menor estatus y poder, así como la interiorización de expectativas referentes a los roles femeninos tradicionales, al considerarlos, en ocasiones, como norma esperada y valorada (38).

Mirowsky (39) encontró que las diferencias en depresión en función del género aumentaban en la edad adulta, cuando experimentan más diferencias en su estatus, pese a los cambios que las mujeres presentan en sus vidas, que continúan con desigualdades en salario, poder y autonomía, en casa y en el trabajo, así como en las responsabilidades familiares y del cuidado del hogar, lo que explicaría que persistan las diferencias de depresión en función del género.

A pesar de todo, las mujeres continúan teniendo mayores tasas de pobreza (no tan solo económica, sino social, cultural, política, etc. ), lo cual las hace depender más del apoyo material y emocional de su red social, lo que puede generar mayores situaciones de riesgo para problemas mentales (40).

Por ello, los factores psicosociales en el trabajo son inherentes al género y aumentan la vulnerabilidad de las mujeres a la depresión, que a su vez afecta su calidad de vida personal, familiar y laboral, por lo cual la alta prevalencia encontrada en nuestro estudio y en otros países sugiere una sinergia aditiva entre el género y el trabajo; quizá ello se debe al rol que desempeña la mujer como madre, ama de casa y trabajadora (19).

Para contextualizar nuestro estudio se realizó una amplia revisión sobre la prevalencia de depresión en mujeres de diversos países (Tabla 4), que evidenció la amplia variabilidad en la frecuencia de este trastorno, situación que a su vez manifiesta el carácter complejo de dicha patología.

La edad también fue analizada; el mayor número de casos se presentó en el grupo de mayores de 40 años, que se ajusta a la literatura médica revisada (12,35). Ello no coincide con otros autores (17,34,41,42), en que predominaron las personas menores de 40 años. Duque (43) encontró la misma proporción en ambos grupos de edad.

Matud et al. (44), en España, señalan que las diferencias de género en depresión se maximizan a partir de los 34 años, en las mujeres que tenían hijos, sobre todo en las casadas o divorciadas. Sin embargo, a diferencia de nuestro estudio, las asocian con bajos niveles de estudio y trabajos manuales.

Lo anterior apunta a que la depresión en el género femenino está fuertemente afectada por los factores estructurales y sociales, más que por los biológicos (45). Tener pareja estable se mostró con mayor frecuencia en nuestro estudio en forma estadísticamente significativa, que coincide con las investigaciones de García de Alba et al. , en el 2011 (12); Díaz et al. , en el 2007 (34), y Díaz et al. , en el 2004 (35). Quizá ello se deba al rol que desempeña la mujer en lo familiar (atender a los hijos), en el hogar (realizar labores domésticas) y en el trabajo (por la carga laboral como profesionistas activas), cuando las mujeres están más inmersas en los roles profesionales y familiares, aspecto que parece desfavorecer a nuestras profesionistas, en una sociedad de consumo en la que la producción de servicios se mide más en términos cuantitativos que cualitativos; aunque en otros estudios prevaleció no tener pareja estable (11,41,44).

Tener hijos predominó en nuestra investigación y concuerda con los estudios realizados por García de Alba et al. (12) y Matud et al. (44). La escolaridad que sobresalió fue la mayor de 12 años, que concuerda con el estudio de Duque (43); no obstante, para los autores Mudgal et al. (11), García de Alba et al. (12), Bello et al. (33), Díaz et al. (35), Gilmour y Patten (41), y Matud et al. (44) mostraron la mayor frecuencia en el nivel de menores de 12 años; sin embargo, Bello et al. (33) concluyeron que conforme se incrementa el nivel de escolaridad, disminuye la prevalencia de depresión.

La antigüedad institucional de más de diez años preponderó en forma estadísticamente significativa; esto es proporcional a los estudios realizados por García de Alba et al. (12) y Díaz et al. (35), pero difiere por el realizado por Duque (43), en el que predominó la antigüedad menor a diez años. La antigüedad en el puesto actual de trabajo se destacó entre aquellos que llevan mas de diez años lo cual difiere del estudio efectuado por García de Alba et al. (12), en el cual se mostró en quienes llevan menos de 10 años. En lo referente al turno laboral, resaltó el matutino, que varía de la investigación realizada por García de Alba et al. (12), en que sobresalió el vespertino.

Estar contratado en forma definitiva se presentó con mayor frecuencia en nuestra investigación, que coincide con los estudios realizados por García de Alba et al. (12) y Duque (43). Trabajar solamente en la institución predominó en nuestro estudio, lo cual fue estadísticamente significativo, coincidiendo con lo realizado por García de Alba et al. (12). En lo referente a los hábitos toxicológicos, en la mayoría de los estudios (34,35,43) prevalece el consumo de alcohol, pero en nuestra investigación destacó el no consumirlo en forma estadísticamente significativa.

No fumar se presentó con mayor frecuencia en nuestro estudio y en forma estadísticamente significativa, lo que coincide con otras investigaciones (12,34,35). Se sabe que las mujeres fumadoras tienen el doble de probabilidades de padecer depresión que las no fumadoras. Además, las que consumen más de una cajetilla al día tienen tres veces más de probabilidad de presentar este trastorno (27,46).

Respecto a tener pareja estable, antigüedad mayor de diez años, no tener otro trabajo aparte del institucional, no fumar y no tomar bebidas alcohólicas encontrados en nuestro estudio, como factores asociados significativamente con la depresión y con odds ratio (OR): no podemos afirmar si realmente son causa o efecto, por el tipo de estudio transversal.

De las variables encontradas en nuestra investigación, como son el grupo de edad mayores de 40 años, tener hijos, escolaridad mayor a los 12 años, antigüedad en el puesto actual de trabajo mayor de diez años, turno matutino y la contratación de base, aunque manifestaron ser mayoritarias en el perfil sociodemográfico y laboral (p < 0,05), estas no se asociaron con una mayor o menor frecuencia de presentar depresión.

Conclusión

La depresión es un problema de salud pública, por la magnitud y trascendencia que representa; detectar su ocurrencia, junto con los factores de riesgo asociados, contribuirá para que se realicen acciones y políticas para incidir en ella.

La depresión en mujeres del área de la salud presentó una prevalencia del 18,9%. Los factores de riesgo encontrados fueron: ser trabajadora social, el grupo de edad mayor de 40 años, con pareja estable y con menos de 15 años con ella, tener hijos, escolaridad mayor de 12 años, con más de 10 años de antigüedad institucional y en el puesto actual de trabajo, turno matutino, contratación de base y no tener otro trabajo aparte del institucional. El tabaquismo y el alcoholismo negativos.


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