SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 número119REVISTA VNIVERSITAS, GANADORA DE CONCURSO JOSÉ IGNACIO DE MÁRQUEZ índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • En proceso de indezaciónCitado por Google
  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO
  • En proceso de indezaciónSimilares en Google

Compartir


Vniversitas

versión impresa ISSN 0041-9060

Vniversitas  n.119 Bogotá jul./dic. 2009

 

EDITORIAL*

Julián Daniel López Murcia**
Rafael E. Wilches Durán
***

*El presente editorial sólo refleja la opinión de los autores y no necesariamente la de la revista Vniversitas, ni de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Pontificia Universidad Javeriana, ni de la Universidad.
**Julián Daniel López Murcia es abogado y magíster en Derecho Económico de la Pontificia Universidad Javeriana. Se desempeña actualmente como director del Centro de Estudios de Derecho Internacional Francisco Suárez, S. J. Líder del Grupo de Investigación en Derecho Internacional y Derecho Global. Editor de la revista International Law. Revista Colombiana de Derecho Internacional de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Pontificia Universidad Javeriana.
Correo electrónico: lopez.j@javeriana.edu.co.
***Rafael E. Wilches Durán es abogado y magíster en Derecho Económico de la Pontificia Universidad Javeriana. Se desempeña actualmente como profesor-investigador del Departamento de Derecho Privado. Líder del Grupo de Investigación en Derecho Civil y Comercial. Editor de la revista Vniversitas de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Pontificia Universidad Javeriana.
Correo electrónico: rwilches@javeriana.edu.co.


    Galán era otra cosa, era un político que creía en la democracia, que había combatido siempre dentro del sistema, un hombre pacífico al que nos quedaba imposible imaginar con un revólver en la mano o lanzando una granada. Ese crimen no era como los demás, y aunque nos hicieron creer que se trataba sólo de un odio que le tenían a él tanto los políticos tradicionales (corruptos, sucios, tramposos) como los narcotraficantes, había un ingrediente adicional: era un atentado contra la sociedad en general, contra el sistema, contra esa farsa que los poderosos han llamado democracia para justificar todos sus atropellos y sus bajezas. Esa noche, cada uno de nosotros murió un poco. ¿Por qué ese crimen nos dolió tanto? Porque estaba planeado para minar las bases mismas de lo que hasta entonces había sido nuestra escasa y mínima estabilidad.

    Buda Blues
    Mario Mendoza


El poeta inglés John Donne, en su meditación XVII de la obra Devotions Upon Emergent Occasions, posteriormente rescatada por Ernest Hemingway, expresó:

    Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la tierra; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia. La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente, nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti.

Ojalá todos los colombianos hiciéramos propia tal afirmación y comprendiéramos el respeto sagrado al derecho a la vida, irrestrictamente como eje fundamental de cualquier sociedad que se precie de ser civilizada o -al menos- de querer serlo. Todos los muertos en circunstancias violentas deben dolernos, así haya sido un criminal o la persona que más amamos, pues la que se está viendo perjudicada es la humanidad en conjunto. Y aunque este deseo hoy dista mucho de nuestra realidad, estamos seguros de que el 18 de agosto de 1989 fue un día en que la gran mayoría de los colombianos sentimos la disminución que mencionaba el poeta inglés, pues el absurdo de nuestra violencia había hecho aparición por primera vez o nuevamente -para algunos- en nuestras vidas. De hecho, aunque para 1989 los autores de este editorial éramos muy jóvenes, recordamos claramente la gran tristeza que se vivió en nuestros hogares al conocer la noticia de la muerte de Luis Carlos Galán.

Algunos sostienen que los logros de Galán durante su vida política no fueron extraordinarios, que no hubiera sido el presidente que todos imaginan, que hay aspectos de su vida privada que se han olvidado o ignorado para preservar al héroe, y que su trágica muerte fue la que lo inmortalizó a él y a sus ideas. Sin embargo, aunque dichas posiciones son respetables, consideramos que a Galán no hay que verlo ni medirlo desde la perspectiva de que hubiera sido el presidente que todo lo hubiera solucionado -de hecho ningún hombre o mujer puede hacerlo solo- ni tampoco bajo el entendido de una absoluta ausencia de errores políticos o personales, sino como el líder a quien el paso del tiempo lo eleva cada vez más sobre sus contemporáneos, porque cada día hay una mayor comprobación de la veracidad de sus advertencias sobre los vicios más graves de la sociedad colombiana y porque tuvo una valentía que la gran mayoría de los colombianos no hemos igualado para hacerles frente y para defender y profundizar nuestra democracia con la pasión que parecía ser sinónimo de su nombre y de su imagen. Todo ello, siendo un hombre con aciertos y errores, con fortalezas y debilidades, como cualquier otro; he allí lo extraordinario.

En ese sentido, no sólo fueron justos, sino necesarios todos los homenajes y reflexiones sobre el legado de Luis Carlos Galán con ocasión de los veinte años de aquel trágico momento para nuestra historia, que fue su asesinato. A ellos se une la revista Vniversitas como publicación de la Facultad que tuvo el privilegio de ser testigo temprano y apoyo decidido de su amor por Colombia, de la fortaleza de su carácter y del brillo de su inteligencia.

Justos porque corresponden con su patriótico sacrificio, porque su valentía, su honestidad y su claridad sobre los problemas colombianos lo llevaron a no vacilar en su lucha por lo público, a pesar de los riesgos contra su vida. Y necesarios porque sus luchas siguen vigentes: a) el narcotráfico ha mutado de mil maneras para mantener a la sociedad colombiana en la violencia y en la pobreza material y espiritual y b) ha sido tal la incapacidad de articulación y los vicios de los partidos políticos que el Congreso todavía no ha podido asumir sus tareas fundamentales de proponer políticas públicas serias, de vigilar su ejecución y de controlar el poder presidencial.

Además, porque existe una gran responsabilidad de los medios de comunicación de visibilizar otros modelos de conducta para nuestra sociedad, modelos con valores que nos permitan progresar, en contraste con todas las apologías al dinero fácil, a la violencia y a lo ilegal que le transmiten a la sociedad colombiana todas las noches.

Así, es necesario proyectar cómo un hombre joven, de clase media, entendió que los cambios del país eran urgentes, pero que nunca se dejó seducir por las vías violentas. Cómo, dedicado de lleno a la actividad política, no cedió en sus principios, y una tras otra vez se levantó de sus derrotas electorales para enseñarle al país el valor de la constancia, del trabajo. Cómo entendió la vida pública como un acto de responsabilidad, por sus especiales calidades, pero insistiendo en que lo esencial eran las ideas y no los personalismos.

Sin duda, en estos decisivos momentos que vive el país, es imperativo recoger su entendimiento verdaderamente democrático, cuando en el recinto del Congreso, sin vacilaciones, advirtió:

    La concentración del poder en la Presidencia de la República es antidemocrática. Ese es otro paso clave en el desarrollo de la democracia del país: reducirle las atribuciones al Jefe del Estado; redistribuir poder; modificar ese sistema de competencias que convirtió al Jefe del Estado en un monarca; la de la descentralización en serio, que signifique redistribuir competencias y recursos entre la nación, los departamentos y los municipios1

Así pues, las ideas de Galán son más necesarias que nunca. Y como en la vida de Galán, frente a las difíciles circunstancias de la Colombia del siglo XXI, debemos superar el miedo y la indiferencia, especialmente en la academia. Por ello, la revista Vniversitas quiere reiterar su especial invitación para que publiquen en sus páginas todos aquellos que, con sentido ético, hayan investigado las causas del difícil camino de nuestra sociedad, y que estén proponiendo alternativas justas, seriamente sustentadas y creativas para alcanzar nuestras metas nacionales, simultáneas e ineludibles: a) la construcción de una paz sostenible -garantizando los derechos a la verdad, la justicia y la reparación-; b) la construcción del desarrollo -sin confundirlo con el crecimiento sin equidad y respetando los distintos modos de vida existentes en el país-, y c) la preservación de la democracia -con base en instituciones y no en caudillos.

Bogotá, agosto de 2009


Pie de página:

1Discurso incluido en el documental Galán, la lucha de un gigante, realizado por Caracol Televisión y Televideo en el 2004. Reeditado en el 2009. En la presentación en DVD, minutos 41 y 42.

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons