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vol.57 issue136Sanfélix Vidarte, Vicente. “Un alma enferma. La experiencia religiosa de Wittgenstein a la luz de las Variedades de la experiencia religiosa de William James”, Diánoia 52 (2007): 67-96 author indexsubject indexarticles search
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Ideas y Valores

Print version ISSN 0120-0062

Ideas y Valores vol.56 no.136 Bogotá Jan./Apr. 2008

 

Respuesta de Vicente Sanfélix:

 


Quisiera comenzar mi respuesta al comentario que Santiago Mejía ha hecho de mi artículo sobre James y Wittgenstein felicitando a la revista Ideas y Valores por su iniciativa de poner en relación a las publicaciones periódicas de habla hispana y portuguesa. La inexistencia de una amplia masa crítica es, quizás, uno de los principales problemas que a mi entender tiene el pensamiento en estas lenguas hermanas. Bienvenida sea, pues, cualquier propuesta para paliar este mal endémico de nuestra cultura.

Pasando ya a lo sustancial del asunto, diré, a modo de síntesis, que no estoy en desacuerdo radical con lo que Mejía dice. En todo caso sólo haría algunas matizaciones y, sobre todo, pondría en duda que, lo que alega como crítica de mi trabajo, realmente le afecte.

Un ejemplo de matización. Dice Mejía que mi trabajo no estrictamente filosófico, sino biográfico. Ni estrictamente biográfico, matizaría yo. Pues no me ha interesado tanto aclarar la vida y milagros de Wittgenstein, cuanto hacer ver cómo la lectura de un libro –Las variedades de la experiencia religiosa, de William James– influyó en la configuración de la experiencia religiosa de Wittgenstein; una experiencia a partir de la cual él, desde luego, edificó su filosofía de la religión –en cuya exposición y evaluación crítica no era mi intención entrar en este trabajo (lo he hecho en otros)–. Por ello mismo, no me he servido tanto de “los textos filosóficos” del pensador austriaco, cuanto de sus textos “vitales y personales” (aunque aquí matizaría que esta distinción quizá no quepa hacerla tan tajantemente como Mejía parece suponer...). En definitiva, que Mejía lleva parte de razón. Mi texto no es estrictamente filosófico. Pero tampoco estrictamente biográfico. Se mueve en un territorio híbrido que podría bautizar –sin tener por ello pretensiones de descubridor, y menos de conquistador de nuevos territorios teóricos– como “filo-psico-sofía”.

Vayamos ahora con el malentendido. El reproche principal, según entiendo, que Mejía dirige a mi trabajo, es que la de James no es la influencia principal que la filosofía de la religión de Wittgenstein acusó. Pues es posible. Pero ¿digo yo que lo sea? Mejía remite a la nota 6 de mi trabajo, pero allí todo lo que se lee es que, basándonos en un testimonio de Russell (que podríamos redoblar con pruebas epistolares y otros testimonios aportados por otros interlocutores de Wittgenstein como Drury, por ejemplo), podemos concluir que la influencia de James fue la más original sobre el aspecto religioso de su pensamiento y personalidad. Pero “más original” no es, al menos no en el español de España, sinónimo de “más importante” (particularmente diré al respecto que soy wittgensteiniano en esto: no estimo la originalidad por encima de otras virtudes intelectuales, en realidad, y contra el criterio civilizatorio vigente, ni siquiera la tengo por un indiscutible valor intrínseco). “Original”, según el diccionario de la lengua de la Real Academia Española que ahora mismo tengo entre mis manos, significa, en su primera acepción, “perteneciente o relativo al origen”, y “origen” significa a su vez “principio, nacimiento, manantial, raíz y causa de una cosa”. Así que todo lo que yo digo –y defiendo– es que la influencia de James fue la primera –en el orden cronológico– que Wittgenstein recibió en la conformación de su experiencia y pensamiento religioso. Que es, precisamente, todo lo que el testimonio de Russell dice, para el cual no conozco razones que nos hagan ponerlo en duda.

Donde quizás sí haya una diferencia irreductible entre Mejía y yo es en el punto en que, a partir de mi observación de que Wittgenstein era un renacido gracias a una experiencia mística, me acusa de no haber tenido en cuenta las diferencias entre el autor del Tractatus y el de las Variedades, ya que ni aquél se asemejaba al ideal de santidad de éste –por andar algo falto de caridad–, ni uno y otro entienden lo mismo por “misticismo” y “religión”. Veamos. La aplicación del concepto de “renacido” a Wittgenstein no es mía, sino... ¡del propio Wittgenstein! Lo sabemos por el testimonio de algunos de sus compañeros en el campo de concentración de Cassino. En cuanto a la santidad, podría aludir a la observación fechada en 1920 de su hermana Mining, quejándose por tener de hermano a un “santo desgraciado” en lugar de a “un ser humano normal” capaz de ser feliz, pero creo que no sería lo más decisivo en todo este asunto. Lo más decisivo era la concepción que Wittgenstein tenía de sí mismo. Y en efecto, Wittgenstein no se tenía por un santo. Y desde luego, parte del problema –sólo parte– era su dificultad para soportar la vulgaridad de la gente normal; una gente con la que, no obstante, hacía grandes esfuerzos por relacionarse (alistándose voluntario, renunciando a todo privilegio en el campo de concentración, yéndose de maestro de escuela a remotas aldeas alpinas...). Es decir, que Wittgenstein no se tenía por un santo... pero se esforzaba por serlo. A todas luces me parece demasiado exigente pedir que para que la influencia de James en este punto sobre Wittgenstein fuera efectiva, el segundo debía haberse convertido en el santo que el primero caracterizaba. Un ideal influye si alguien se hace el propósito de cumplirlo. Que llegue o no a cumplirlo es harina de otro costal.

En cuanto a las diferencias entre los conceptos de misticismo y religión en James y Wittgenstein, sin duda las hay. Lo mismo que coincidencias. Y tan legítimo es que alguien se interese por las primeras cuanto por las segundas. A mí, lo confieso, en este trabajo me interesaron más estas últimas. Pero estaría encantado de leer lo que Mejía tenga que escribir a propósito de las primeras.

Vicente Sanfélix Vidarte

Universidad de Valencia Vicente. Sanfelix@uv.es

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