SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.58 número141Jonathan Edwards: Una Investigación Cuidadosa y Estricta de las Nociones Modernas Prevalecientes de la Libertad de la Voluntad: Parte III Sección VI "La libertad de indiferencia no sólo es innecesaria para la virtud, sino que es completamente inconsistente con ella; y todas las inclinaciones y los hábitos, ya sean virtuosos o viciosos, son inconsistentes con las nociones arminianas de la libertad y de la agencia moral"Rescher, Nicholas. Free Will: A Philosophical Reappraisal.New Jersey: Transaction Publishers, 2009, 173p. ISBN 978 1 4128 0874 3. índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • En proceso de indezaciónCitado por Google
  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO
  • En proceso de indezaciónSimilares en Google

Compartir


Ideas y Valores

versión impresa ISSN 0120-0062

Ideas y Valores v.59 n.141 Bogotá sep./dic. 2009

 

Castañeda, Felipe, ed.
Anselmo de Canterbury.
Tratado sobre la libertad del albedrío.
Edición bilingüe.
Bogotá:
Universidad de los Andes, 2007. 328p.
ISBN 978 958 695 280 4.


Para obtener una buena idea del contenido de este libro, puede consultarse la excelente Presentación del mismo elaborada por Roberto Palacio, y que ocupa las 9 primeras páginas del texto. En esta reseña buscaré resaltar algunos elementos que considero particularmente significativos, no tanto de la obra de Anselmo, cuya traducción se ofrece, sino de los comentarios que la acompañan.

El Tratado de Anselmo se halla precedido, en una primera parte (Momento histórico y concepción de la libertad en Anselmo), por tres escritos, dos de los cuales buscan situarlo en su contexto: "Anselmo y sus contemporáneos", de Felipe Rojas, y "La reforma eclesiástica del siglo xi o reforma 'gregoriana'"; mientras que el tercero, de Felipe Castañeda, titulado "La libertad condicionada: un análisis del 'De Libertate Arbitrii' de Anselmo de Canterbury", es un amplio estudio (31-98) sobre el contenido del texto traducido. Vale la pena detenernos un poco sobre este último.

Castañeda parte de un serio problema que plantea la interpretación del texto anselmiano: ¿se trata de un escrito filosófico, o es más bien un texto de teología? Problema que determina en gran medida la forma en que deberá ser leído e interpretado. Sin embargo, dice Castañeda,

[P]retender desconocer o bien el componente teológico, o bien el racional, del pensamiento de Anselmo, sería tanto como pretender comerciar con una moneda de una sola cara. (34)

Con este principio hermenéutico, el análisis se desarrolla en cinco partes, cuyos subtítulos señalan muy bien el interés de los temas desarrollados: "La gracia y el poder de pecar y de no pecar", "¿Cómo pecar por medio del poder de no pecar?", "Hacia una definición de libertad ajustada a la condición de esclavo", "De qué manera se puede ser libre sin ser libre" y "La tentable tentación". Lo que resulta fascinante de este recorrido es que los problemas de la libertad y del libre albedrío se analizan confrontando sin ninguna clase de esguinces el asunto realmente fundamental del mismo, como es el del pecado. Término este que, a pesar de hallarse en el centro mismo de la controversia, suele brillar por su ausencia en los análisis contemporáneos. Al fin de cuentas, el problema que plantea la libertad en el pensamiento occidental proviene de la concepción judeo-cristiana del pecado, que habiendo comenzado por ser objeto de fe, ha terminado por convertirse en un asunto de la razón.

La consideración filosófico-teológica de la libertad, tal como la desarrollaron los teólogos cristianos, contaba entre sus múltiples peculiaridades con el ingrediente muy significativo de tener que confrontar la idea de libertad humana con la divina, de modo que si la humana debía incluir de alguna manera la posibilidad y la realidad del pecado, la segunda lo excluía por principio, siendo además esta última libertad la única que cumplía a cabalidad con su propio concepto. No es de extrañar, entonces, que la exposición de Castañeda termine con un balance en el que recoge los siguientes temas:

[E]l señalamiento de algunas implicaciones ligadas con la definición de libertad en cuanto preservación de la rectitud por la rectitud misma [pace Kant]; un esbozo de la concepción del no cristiano desde el punto de vista de esta concepción de la libertad; la determinación de algunos eventuales inconvenientes asociados con el intento de adelantar una lectura 'laica' del tema; y, finalmente, y a modo de un muy modesto epílogo, unas consideraciones sobre la posible actualidad del modelo anselmiano para abordar el problema de la libertad teniendo en cuenta condicionamientos culturales específicos. (91)

Me atrevo a decir que los tres párrafos a los que el autor llama "el muy modesto epílogo", vienen a ser la coronación de un excelente análisis, y sobre ellos me voy a permitir dos señalamientos. El primero tiene que ver con la conclusión que extrae Castañeda, y que podemos resumir con sus mismas palabras:

Es claro que Anselmo plantea el problema de la concepción de la libertad con base en un sistema de creencias que él da por supuesto y que, a la vez, le determina no sólo los asuntos concretos por abordar, sino también los criterios para establecer si se logró satisfactoriamente el cometido. Así, desde este punto de vista, no parece tener mayor sentido emprender un estudio filosófico de la libertad en completa abstracción de preguntas especificas generadas por situaciones reales. […] Por lo mismo, no parece posible plantear algo así como una metodología general para abordar el problema de la libertad, porque no hay tal problema con mayúscula. […] Y quizás demasiada de esta gimnasia de calentamiento, combinada con ejercicios más bien infértiles de clasificación taxonómica casi botánica de escuelas, pensamientos y posiciones, se entrevé en las actuales discusiones 'escolásticas' sobre las relaciones entre el determinismo y la libertad, sobre la compatibilidad entre voluntad y necesidad, por mencionar algunos de los lugares más frecuentes al respecto. (97-98)

A lo que yo me atrevo a añadir: ¿no será que estamos pasando realmente de una configuración social y cultural determinada en sus raíces por las doctrinas del Cristianismo, uno de cuyos fundamentos es precisamente el concepto de pecado, a otra donde ese concepto se halla en vías de extinción? ¿No cabría pensar que estamos retornando a la 'inocencia' pagana? Si esto fuera así, la observación de Castañeda podría leerse en el sentido de que tal vez no podamos plantear hoy filosóficamente el problema de la libertad, si no estamos dispuestos a renunciar a la idea de pecado, con todas sus consecuencias, la primera de las cuales sería la desaparición del concepto de libre albedrío, como ya lo había anunciado Spinoza.

En cuanto al escrito de Anselmo y su traducción, que configura la segunda parte, me permito señalar la conveniencia de que el texto latino y su traducción se hubieran armado uno frente al otro, de modo que el lector pudiera conferirlos fácilmente. Esto hubiera implicado algún trabajo adicional de edición, pero valía la pena haberlo hecho. Y en cuanto a la traducción, creo que se ha logrado un sano equilibrio, nada fácil, entre la fidelidad al texto y el respeto por el español, equilibrio que constituye el dolor de cabeza de todo traductor.

Sólo unas pocas palabras sobre la tercera parte, Aproximaciones al problema de la libertad en la Edad Media, donde siete especialistas ofrecen muy valiosas consideraciones sobre la forma en que el problema de la libertad y el libre albedrío fue elaborado por pensadores medievales. Siguiendo el consejo de Castañeda, tal vez sea precisamente en estos pensadores donde deberíamos aprender a considerar dicho problema.

Los textos buscan confrontar la concepción de Anselmo con la de Aristóteles (Alfonso Correa); examinar la concepción estoica, que tanta influencia ejerció sobre el pensamiento cristiano (Laura Liliana Gómez); estudiar desde dos perspectivas diferentes la idea de libertad en Agustín de Hipona, de quien se ha dicho que es el pensador que mayor influencia ha ejercido sobre Occidente (Alfonso Flórez y Christian Schäfer); analizar el fascinante y extraño texto de Boecio, Consolatio philosophiae (Jorge Sierra); y aplicarle al texto anselmiano algunos criterios actuales de lectura (Jaime Barrera).

Se trata entonces de un libro que enriquece la ya conocida colección de traducciones que ha venido realizando el Grupo de traducción del latín, de la Universidad de los Andes en Bogotá, y que cuenta con dos textos más de Anselmo: Fragmentos sobre la filosofía del lenguaje y Tratado sobre la caída del demonio, y uno de Agustín: Principios de dialéctica.

JORGE AURELIO DÍAZ
Universidad Nacional de Colombia
jadiaz9@cable.net.co

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons