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Ideas y Valores

Print version ISSN 0120-0062

Ideas y Valores vol.59 no.141 Bogotá Sept./Dec. 2009

 

NOTA NECROLÓGICA


Claude Lévi-Strauss
(1908-2009)

In memoriam

 

VÍCTOR FLORIÁN
Universidad Nacional de Colombia
vflorian@hotmail.com


Nació en Bruselas, de padres judíos franceses de origen alsaciano. Su padre fue pintor. Cursó estudios de derecho (sin terminarlos) y de filosofía en la Sorbona (1927-1931). Posteriormente se hizo etnólogo y profesor de antropología social. En 1959 fue elegido profesor en el Collège de France en la Cátedra de Antropología Social, labor que desempeñó hasta 1982.

Esta condición y situación de filósofo de origen será bien problemática para la filosofía y los filósofos mismos, particularmente en sus debates con Sartre desde el existencialismo, con Paul Ricoeur desde la hermenéutica y la fenomenología, y desde el marxismo con Roger Garaudy, quien luego de reconocer la fecundidad del método estructural en las diversas disciplinas y el impulso que las ciencias humanas han recibido de él, no vacila en señalar "los postulados contingentes" de Lévi-Strauss. Sin embargo, por profesión de humildad, Lévi-Strauss había reconocido que las ciencias humanas estaban muy lejos de merecer tal calificativo frente a ciencias ya constituidas como la física o la biología, que tenían claro lo que entendían por "hecho científico", y señalaba la gran dificultad del hombre para constituirse en "objeto para él mismo, haciendo abstracción de su existencia como sujeto". En esta perspectiva, el estructuralismo garantizaría una mayor objetividad, por cuanto se ocupa de fenómenos que se elaboran por fuera de la conciencia del sujeto.

Por otra parte, la aparición de Tristes trópicos (1955) significó una especie de proceso a la filosofía que es preciso evocar junto a las críticas a la enseñanza de esta disciplina: lo fácil que era la sustitución del "saber-hacer" por una búsqueda de la verdad y la poca relación del discurso filosófico con la actividad científica. La crítica se extiende a la fenomenología, "en la medida en que postula una continuidad entre la experiencia vivida y lo real", y también al existencialismo (Sartre concretamente), en cuanto se complace "en las ilusiones de la subjetividad", para culminar en un rechazo radical a "toda tentativa de utilizar la sociología con fines metafísicos" (47).

Además de la admiración por Rousseau, "fundador de las ciencias del hombre" (discurso de Ginebra, 1962), y del reconocimiento a sus tres grandes maestros (la geología, Marx y Freud), no se puede desconocer, en el camino que lo conduce a la etnología, el viaje a Brasil como profesor de sociología en la Universidad de Sao Paulo, en 1934, y el trabajo allí realizado. Más tarde es nombrado profesor de ciencias sociales en Nueva York, en 1941, donde el encuentro con Roman Jacobson le revela, a manera de una enseñanza motivante, que el proyecto de constituir un método de análisis de las relaciones de parentesco lo habían logrado ya los lingüistas en su campo. En el trabajo Los gatos de Baudelaire, estudio de Jakobson y Lévi- Strauss, son evidentes las coincidencias en torno al análisis literario del poema de Baudelaire como intento de aplicación del método estructural. Recordemos que en el ensayo Lingüística y poética (1960), introducido luego como capítulo de los Ensayos de lingüística general, Jakobson se había hecho la pregunta: "¿qué es lo que hace de un mensaje verbal una obra de arte?"

El pensamiento salvaje (1962) representa un terreno propio para explorar temas que ya no se muestran evidentes en el interior de una tradición de pensamiento, y más bien anuncian su cuestionamiento: irrupción de otras formas de conocimiento que relativizan la universalidad de las categorías de la razón. Señalemos, por ejemplo, la ciencia de lo concreto, la lógica de lo sensible presente en el pensamiento que llamamos primitivo a través de sistemas clasificatorios, sistemas de relaciones y exigencia de orden. Otra evidencia: la historia como totalidad en marcha hacia un sentido, pero para Lévi-Strauss no hay una historia, sino Historias, una multitud de historias: "el etnólogo respeta la historia, pero no le otorga un valor privilegiado", expresa en el polémico capítulo "historia y dialéctica". El concepto de "pensamiento salvaje" merece una atención especial, por cuanto toca otras formas de pensamiento y amplía el universo de lo que significa pensar. El pensamiento salvaje procede de un deseo de conocimiento, "no es el pensamiento de los salvajes, ni el de una humanidad primitiva o arcaica, sino el pensamiento en estado salvaje, distinto del pensamiento culto o domesticado con miras a algún rendimiento".

Su definición del estructuralismo como un método de investigación científica y no como una filosofía fue muy oportuna, precisamente en 1968, cuando era asimilado a una moda, a una actividad, pero ni siquiera era reconocido como una escuela o un movimiento (según Barthes). Una fuente de inspiración para el estructuralismo de Lévi-Strauss es sin duda la lingüística de Saussure. Desde esta perspectiva, la declaración de Bernard Pingaud, en la introducción al número 30 de L’Arc, consagrado a Jean Paul Sartre, corresponde a un trayecto bien preciso:

1945-1960: para medir el camino recorrido entre esas dos fechas basta abrir un diario o una revista y leer algunas críticas de libros. No solamente ya no se citan los mismos nombres, no se invocan las mismas referencias, sino que no se dicen las mismas palabras. El lenguaje de la reflexión ha cambiado. La filosofía que hace quince años arrollaba se retira hoy ante las ciencias del hombre, y esa retirada va acompañada de la aparición de un nuevo vocabulario. No se habla ya de "conciencia" o de "sujeto" sino de "reglas", de "códigos", de "sistemas"; ya no se dice que el hombre "da el sentido", sino que el sentido "adviene al hombre"; ya no se es existencialista, sino estructuralista. (Pignaud 11)

A partir de este texto, es bien clara la mutación operada por el estructuralismo en cuanto método que se presenta, con base en la función común de la comunicación, como una trasposición del modelo lingüístico al estudio de la organización social y cultural: el parentesco es un hecho de comunicación, el mito es un lenguaje. En cuanto método, dispone de un aparato conceptual tomado esencialmente de la lingüística (sistema/metasistema, lengua/habla, código/ mensaje, diacronía/sincronía, significante/significado, metáfora/ metonimia, sintagma/paradigma, la noción de forma) y de la instrumentación lógico-matemática.

En la medida en que el estructuralismo de Lévi-Strauss es un método de conocimiento científico, la explicación y la previsión se conjugan como dos principios de base con los cuales procede en la determinación de estructuras ocultas e inconscientes. Por eso, reduce la etnología a una psicología y prescinde de todo sujeto en el análisis de los hechos sociales, para dar cuenta más bien del "inconsciente estructural". De esta manera, el análisis estructural se propone comprender "cómo funciona el espíritu de los seres humanos", y no "cómo piensan tales o cuales seres humanos".

Sin necesidad de exagerar el carácter inconsciente de las estructuras, Luc de Heusch no vacila en señalar un recorrido paralelo en Freud y Lévi-Strauss, en cuanto a la determinación de un objeto semejante, esto es, "el funcionamiento del inconsciente". Sin embargo, en el itinerario que sigue Lévi-Strauss no deja de sorprendernos el isomorfismo entre la música y la mitología: "lo que la música y la mitología hacen intervenir en quienes las escuchan son estructuras mentales comunes" (35). Pero enfrentarse a un mito implica también una emoción estética. El mito es bello, "quizás sea esto en definitiva lo que intentamos confusamente comprender, a través del mito", que cuenta una historia a dos niveles: el sensible (plantas, animales) y el inteligible o mensaje. En La vía de las máscaras (1979) se ocupa de la forma, el color, de las diferencias de estilos. La obra Mirar, escuchar, leer representa un verdadero aporte a la estética y un acercamiento profundo al pintor Poussin, a Rameau, a las palabras y a la música.

Como maestro de pensamiento y uno de los grandes intelectuales del siglo xx, Lévi-Strauss nos deja una extensa obra compuesta por artículos, entrevistas con Raymond Bellour, Georges Charbonnier, Didier Eribon y, ante todo, una veintena de libros que abarcan, entre otros temas, los estudios sobre el mito (cuatro volúmenes de Mitológicas), el totemismo, la prohibición del incesto, el pensamiento salvaje, el poder y, sobre todo, lo que consideró como el problema fundamental de la etnología, a saber, el paso de la naturaleza a la cultura. Temas que a la vez serán objeto de la reflexión sociológica, lingüística y filosófica contemporánea en pensadores como Bourdieu, Derrida y la deconstrucción de la oposición entre naturaleza y cultura (De la grammatología) y F. Wahl (La filosofía entre el antes y el después del estructuralismo). El Finale de Mitológicas IV , El hombre desnudo, es un verdadero testamento intelectual de Lévi-Strauss ante el sujeto comosustancia.


Bibliografía

Lévi-Strauss, C. Mitológicas i. Lo crudo y lo cocido. México: fce, 1988.

Pignaud, B. et al. Sartre: el último metafísico. Buenos Aires: Paidós, 1968.

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