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Ideas y Valores

Print version ISSN 0120-0062

Ideas y Valores vol.59 no.142 Bogotá Jan./Apr. 2010

 

Sánchez, Miguel Ángel.
Bachelard: la voluntad de imaginar o el oficio de ensoñar.
Bogotá: Siglo del Hombre Editores,
Bogotá:
Universidad de La Sabana, 2009. 166 p.


El libro ha sido publicado por la Universidad de la Sabana (Bogotá), en colaboración con la Editorial Siglo del Hombre. Y lo primero que considero importante resaltar es precisamente lo acertado del título que se le ha dado a esta publicación: Bachelard, la voluntad de imaginar o el oficio de ensoñar. Porque con esas pocas palabras se da a conocer lo que constituye el propósito fundamental del escrito: desplegar ante el lector la obra de Gaston Bachelard como la aventura que conecta al epistemólogo con el poetólogo, es decir, que convierte al agudo filósofo de la ciencia moderna en el no menos agudo analista de la creación poética. Para el filósofo francés, aquello que identifica al verdadero científico con el verdadero poeta o el verdadero artista, por encima de sus fundamentales diferencias, es precisamente su voluntad de imaginar que los convierte, a uno y otro, en profesionales de la ensoñación.

No era tarea fácil presentar al público de habla hispana al escritor francés, que logra integrar de manera tan exquisita la seriedad del investigador con la finura del poeta. Porque había que evitar dos peligrosos escollos que hubieran dado al traste con la empresa: hacerlo en un lenguaje frío y académico, que no permitiera descubrir al poeta, o hacerlo en un lenguaje literario, que impidiera penetrar en la profundidad del científico. El autor ha logrado navegar a través de esos escollos con una admirable destreza, gracias a una prosa que ha sabido combinar el cuidado estético del lenguaje con la seriedad y la precisión del analista.

El autor mismo, en su Introducción, nos ofrece un resumen claro de su obra que está compuesta en forma de tríptico. En primer lugar, nos describe lo que yo llamaría, con lenguaje de Ignacio de Loyola, una "composición de lugar". Sitúa así la propuesta de Bachelard dentro del contexto académico de la epistemología histórica en Francia, lo que le permite precisar muy bien sus alcances y sus límites, sobre todo frente a las dos principales corrientes de pensamiento: el positivismo y el idealismo.

En una segunda parte nos muestra cómo Bachelard se distanció de la visión realista de la ciencia, sustentada por Émile Meyerson, para desarrollar la fase afectiva del saber científico. En esta forma, Sánchez busca descubrir la conexión "del sano psicologismo epistemológico [...] con el uso poético de las imágenes" (29).

Finalmente, en la tercera parte asistimos al momento culminante del estudio: el análisis del poder de la imaginación, una vez que Bachelard ha tomado distancia del psicoanálisis freudiano en beneficio de la interpretación de Carl Jung, y que ha sabido aprovechar de manera muy fecunda los aportes de la fenomenología husserliana.

Me parece que no resulta difícil apreciar que quien pretenda, como lo hizo Bachelard, conectar de manera adecuada y convincente el quehacer del científico con el quehacer del poeta, no tiene ante sí una tarea fácil; pero no resulta menos claro, en caso de lograrlo, que se trata de una labor fecunda, muy atractiva y llena de muy gratas sorpresas. Y esto nos lo muestra muy bien el libro que hoy presentamos. Porque una vez que el autor ha desplegado, en el primer capítulo, la composición de lugar, en los dos siguientes logra hacerle un seguimiento al desarrollo y a los cambios de orientación en el pensamiento bachelardiano, señalando con precisión sus continuidades, así como sus rupturas.

A mi parecer, uno de los principales logros de este libro es haber cumplido a cabalidad con su cometido: presentar a los lectores el pensamiento de Gaston Bachelard sin pretender suplantarlo, o sin pretender ahorrarnos la lectura de sus obras, sino, por el contrario, incitándonos a que nos adentremos en sus escritos, estando mejor preparados para enriquecernos con su estudio. Y para quienes ya han leído al filósofo francés, permitirles profundizar aún más su conocimiento.

Hay un punto en particular, en la tercera parte del libro, que me ha llamado la atención, y es el análisis bachelardiano de la imaginación y su confrontación con el análisis no menos interesante que ha llevado a cabo Kant en su Crítica de la razón pura: la diversidad de ambas formas de interpretar la facultad imaginativa viene a darle pie al escritor francés para desarrollar su comprensión de lo onírico, y del sentido que llega a tener el fenómeno de la ensoñación. Y es ahí donde el título del libro alcanza toda su significación.

El texto logra elaborar formulaciones que desempeñan el papel de verdaderas "degustaciones", ya que nos permiten saborear el espíritu poético de Bachelard y nos despiertan el deseo de leerlo. Es el caso, por ejemplo, cuando nos dice:

Fascinado por el inconsciente y los complejos, ya no como fuente insondable de obstáculos epistémicos, sino redefinidos de manera positiva como 'fuentes fundamentales de las imágenes', Bachelard [...] entendía que los pensamientos científicos nacían propiamente de la ensoñación sobre el interior de las substancias [...]. (130)

El libro nos señala con toda claridad cómo la intención de Bachelard no fue nunca confundir los ámbitos de la poesía y de la ciencia, sino sacar a la luz su profunda complementariedad. Esto lo lleva a elaborar formulaciones en las que se amalgaman lo poético, lo filosófico y lo científico, como cuando define, por ejemplo, la realidad en los siguientes términos:

La realidad –nos dice Bachelard– es el polo de la verificación aproximada, ella es en esencia un límite dentro de un proceso de conocimiento; no podemos definirla correctamente sino como el término de una aproximación. (125)

No viene al caso extenderme a señalar todas aquellas facetas que hacen de este libro un agradable objeto de lectura. Sólo quiero subrayar la importancia que tiene hoy el conocimiento de un pensador como Gaston Bachelard, sobre todo en el ámbito de habla hispana, donde sus escritos no han despertado por parte de la academia todo el interés que se merecen. También quiero retomar las palabras con las que Sánchez termina su libro:

La filosofía de la imaginación bachelardiana –nos dice– permite vivir estas transacciones entre la función de lo real y la función de lo irreal, transacciones que son la vida misma, y representan la conciencia lúcida del poeta [...]. (157)

Finalmente, cabe destacar una vez más la limpia labor de edición a la que nos tiene acostumbrados la Editorial Siglo del Hombre. Este libro viene a enriquecer su ya amplia Biblioteca Universitaria de Ciencias Sociales y Humanidades, en la serie de Filosofía.

JORGE AURELIO DÍAZ
Universidad Nacional de Colombia
jadiaz9@cable.net.co

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