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Ideas y Valores

Print version ISSN 0120-0062

Ideas y Valores vol.59 no.143 Bogotá May/Aug. 2010

 

RESEÑA

La Teodicea de Leibniz y el optimismo:
un aniversario y dos libros recientes,
por Hernán Caro


Este año se celebra el tercer centenario de los Essais de théodicée sur la bonté de Dieu, la liberté de l'homme et l'origine du mal; en resumen: los trescientos años de la Teodicea de Leibniz, publicada en Amsterdam en 1710. Que, sub specie æternitatis, el cumpleaños de esta obra -la cual pretendía defender a Dios con herramientas racionales de los cargos de maldad e ineptitud respecto a los males de este mundo, y que inauguro lo que con el tiempo (más exactamente, desde 1737) se vendría a conocer como "optimismo filosófico", o el sistema del mejor de los mundos posibles-; que este cumpleaños, digo, sea un suceso particularmente relevante, es bastante improbable. Y, sin embargo, el establishment filosófico no ha olvidado la fecha y en distintos lugares del mundo (en Notre Dame, en Berlín, en Lisboa) se llevaran a cabo este ano y el próximo varios congresos con motivo del tercer centenario. Previsiblemente, de ellos surgirán colecciones de textos que echaran necesarias luces sobre la historia, el contenido, el papel dentro de la metafísica leibniziana, y la recepción de la Teodicea y el optimismo filosófico. Y es que, crease o no, a pesar de ser el único libro publicado por Leibniz en su vida terrenal (1646-1716), la Teodicea ha sido especialmente desatendida por la llamada "hermenéutica leibniziana" durante las últimas décadas, siendo posible, hasta hace muy poco tiempo, contar con los dedos de una mano los libros dedicados directamente a este texto leibniziano. (De hecho, con un solo dedo: en mi opinión, hasta hace muy poco tiempo, la única obra realmente digna de mención era Leibniz and the Rational Order of Nature de Donald Rutherford, que le concede a la Teodicea un lugar central en el pensamiento leibniziano).

Dado que las colecciones de ensayos que surgirán de aquellos congresos aun no existen, me resulta por completo imposible, por el momento, reseñarlas en este lugar. Lo que sí puedo reseñar son dos excelentes libros aparecidos ambos en el 2008 que tienen como foco de interés, por un lado, la historia del optimismo de cuño filosófico y, por otro, la Teodicea misma, y que, según pienso, ya avisan la atención que estas materias recibirán este ano con motivo de la mentada celebración: el primero de Marion Hellwig y el segundo de Paul Rateau.

 

Hellwig, Marion. Alles ist gut.
Untersuchungen zur Geschichte einer
Theodizee-Formel im 18. Jahrhundert in
Deutschland, England und Frankreich.
Wurzburg: Konigshausen & Neumann,
2008. 384 p.

Esta no es una obra estrictamente filosófica (si por ello se entiende ante todo el análisis y contraste de conceptos y argumentaciones), sino más bien una investigación de la llamada "historia de las ideas", cuyo papel central para la comprensión adecuada del pensamiento filosófico empieza, por fortuna, poco a poco a ser reconocido más allá del ámbito anglosajón. Como su nombre lo indica, el libro examina la historia de la formula "Todo está bien" en el siglo XVIII en Europa. Esta fórmula, en efecto, tiene una historia, y esta historia, como muestra Hellwig, es bastante interesante. No se trata, como el lector de la Teodicea puede comprobar sin mayor dificultad, de una formulación de origen leibniziano. Ni allí, ni en las cartas escritas por Leibniz refiriéndose a la obra, es posible encontrar rastro alguno que indique que el sistema del "mejor de los mundos posibles" puede ser identificado con la formula "Todo está bien". No obstante -como sucede tan a menudo con doctrinas filosóficas: que terminan siendo resumidas por clichés de origen peregrino-, durante el siglo XVIII las variaciones de esta formula -"Whatever is, is right", "Tout est bien", "Alles ist gut"- llegaron a ser vistas por la opinión publica-intelectual como el resumen de las doctrinas de la Teodicea y como la expresión por excelencia del optimismo filosófico.

La obra de Hellwig está dividida en cinco partes. La primera está dedicada a la génesis y el significado de la formula; las tres siguientes, a su recepción en Inglaterra, Francia y Alemania; en la ultima se examina la supuesta muerte del optimismo en el siglo XIX a manos de Schopenhauer, Nietzsche y el poeta romántico alemán Joseph von Eichendorff.

Respecto al origen de la expresión, Hellwig indica que si bien la formula fue, como se sabe, popularizada principalmente a través del extenso poema Essay on Man de Alexander Pope (escrito entre 1733 y 1734), la idea de que el carácter metafísico de lo que existe es positivo (Ser = Bien) tiene sus raíces más notables en Platón, en el texto bíblico, en Agustin y en el siglo XVIII en la Teodicea leibniziana. (Esta constatación no es, claro está, novedad alguna. Sin embargo, en mi opinión, si viene a subrayar una vez más un hecho importante para la comprensión de la pre-historia del optimismo filosófico, a saber: que el proyecto ultrarracionalista que se cristaliza en la Teodicea de Leibniz, y que presuntamente representa el clímax de la Ilustración secularizada, proviene de una tradición esencialmente religiosa. Al respecto, vale la pena recordar dos títulos clásicos que -el primero desde la historia de las ideas, el segundo desde la teología- también hacen énfasis sobre esta genealogía: The Great Chain of Being de Arthur Lovejoy y Evil and the God of Love de John Hick).

No hay claridad respecto a la relación real entre la Teodicea y el Essay on Man de Pope. No es claro si este conocía las doctrinas leibnizianas. No es claro si el Essay tenía como objetivo volcar en literatura el pensamiento de Leibniz. Probablemente, no. Sin embargo, dos cosas si son claras: en primer lugar, que la actitud del Essay guarda gran cercanía con la actitud que subyace a la Teodicea. En efecto, en el poema de Pope es posible percibir al menos tres doctrinas centrales que se corresponden con el racionalismo radical de la Teodicea: (i) El mundo está ordenado racionalmente (es decir, ha sido creado por Dios según principios racionales); (ii) El mal no es un accidente, una falla o una malicia divina, sino en realidad un componente más -y en cuanto tal, necesario- de la estructura del universo; (iii) El problema del mal (si Dios existe -bondadoso, omnipotente, etc.-, .de donde surge el mal?) proviene, en ultima instancia, de nuestro desconocimiento del plan general del universo:

All Nature is but Art, unknown to thee;
All chance, direction, which thou canst
[not see
All discord, harmony not understood,
All partial evil, universal good:
And, spite of pride, in erring reason's
[spite,
One truth is clear, whatever is, is right.
(Essay on Man, Epistle I)

Y en segundo lugar, como indica Hellwig, a pesar de no tener ni pretensiones ni cualidades filosóficas (al menos no en el sentido leibniziano), el Essay de Pope empezó a ser interpretado muy poco tiempo después de su publicación como una versión literaria del optimismo de Leibniz, y la formula "Todo está bien", a ser equiparada con la doctrina del mejor de los mundos posibles. Desde el punto de vista filosófico, lo más interesante es que durante el siglo XVIII esa equiparación es realizada ante todo por críticos del optimismo leibniziano. Es decir: en muchos casos, para criticar a Leibniz se criticaba a Pope. Los ejemplos más notables de esta práctica dudosa pero usual, según Hellwig, son: el Examen de l'Essai de M. Pope, sur l'Homme (1737) de Jean Pierre Crousaz, teólogo y filosofo antileibniziano suizo; el concurso convocado por la Academia de Ciencias de Berlín en 1753, dedicado al "examen del sistema de Pope contenido en la proposición 'Todo está bien'", y su comparación con "el sistema del optimismo, o la elección de lo mejor" (es bien sabido que la Academia, bajo la dirección del científico francés Louis Moreau de Maupertuis, era un bastión de la oposición contra la metafísica tradicional alemana. El texto ganador, escrito por un tal Adolf Friedrich Reinhard, pretende ser una crítica total del optimismo filosófico); y los ataques y burlas literarios de Voltaire contra Leibniz: el Poème sur le désastre de Lisbonne de 1755 (1756) y el Candide (1756), a través de los cuales, como es fama decir, se produjo la primera gran crisis del optimismo filosófico en el siglo XVIII.

Respecto a la recepción, positiva y negativa, de la formula optimista en los tres países mencionados, la investigación de Hellwig da a entender que esta tuvo lugar con mayor ímpetu en ambientes no académicos, principalmente entre literatos y poetas (Louis Racine: crítico del optimismo; Voltaire: inicialmente un adepto de Pope, luego ya se sabe; Holderlin, defensor de la teodicea poética; etc.) o pensadores independientes (Rousseau: enemigo del Voltaire crítico del optimismo tras el terremoto en Lisboa, etc.). También, sin embargo, se rastrea en el libro la presencia de la idea del "Todo esta bien" en el oratorio Jephtha (1753) de Georg Friedrich Handel, que con ello pasa a ser algo así como la principal expresión no literaria del optimismo popularizado.

Es posible preguntarse por que Hellwig examina la recepción crítica propiamente filosófica frente a la doctrina del "Todo está bien" solamente al final de libro, solo en el siglo XIX (Schopenhauer y Nietzsche). Si es cierto que la figura de Pope es empleada en el siglo XVIII como vehículo de las criticas a las doctrinas de Leibniz, uno podría reprocharle a Hellwig no haber prestado suficiente atención a la pregunta por la reacción filosófica (académica) temprana al optimismo, reacción que sin duda existió. Ahora bien, para ser justo, no estoy muy seguro de que en realidad sea posible hacerle este reproche a Marion Hellwig. Por una parte, la recepción teológica/filosófica/académica de los motivos optimistas en las primeras décadas del siglo XVIII (digamos, antes del terremoto de Lisboa) es un tema que, muy lentamente, ha empezado a ser investigado solo en las ultimas décadas, y aún pesa mucho el lugar común de la crisis del optimismo únicamente a partir de 1755, y de la primera mitad del siglo como colectiva embriaguez optimista. Por otra parte, es muy probable (y esto es una conjetura) que, de hecho, tal recepción teológica/filosófica/ académica anterior a 1755 no se ocupe de la fórmula de Pope, sino, aquí sí, del aparato conceptual del sistema del "mejor de los mundos posibles" según Leibniz (y Wolff).

Sea como fuere, el libro de Marion Hellwig ofrece un examen detallado, informativo e iluminador sobre la recepción popularizada del optimismo (o la recepción del optimismo popularizado) en el siglo XVIII. (En esa medida, en lo que respecta a la historia del optimismo, pienso que el valor de esta investigación bien se puede comparar con el de otro clásico: Eighteenth-Century Optimism de Charles Vereker).


HERNAN D. CARO A.
Humboldt-Universitat zu Berlin, Alemania
herrcaro@gmail.com

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