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Ideas y Valores

Print version ISSN 0120-0062

Ideas y Valores vol.61 no.spe149 Bogotá Aug. 2012

 

LECTURA EJEMPLAR

GALENO, LIBRO SOBRE LA BUENA CONDICIÓN*

 

PEIRAS: GRUPO DE ESTUDIOS
EN FILOSOFÍA ANTIGUA Y MEDIEVAL
Universidad Nacional de Colombia
Universidad de los Andes - Colombia
*semilleropeiras@alumni.com


El semillero de traducción1 del grupo Peiras está conformado por estudiantes y docentes que se reúnen en torno al oficio de la traducción y la lectura de los textos clásicos. El semillero tiene como fin el desarrollo de destrezas investigativas y traductológicas, así como la aproximación de los estudiantes a otras formaciones afines a su carrera profesional en la Universidad Nacional de Colombia (paleografía, papirología). En proyecto paralelo a las traducciones, el semillero ha creado un proyecto editorial llamado Revista de Traducción Linguaium, de la cual se espera publicar próximamente un primer ejemplar.

La presente versión del tratado De Bono Habitu Liber o El libro sobre la buena condición, de Galeno de Pérgamo, se presenta al lector de habla hispana como un acercamiento a la prolífica obra filosófica de quien fuera reconocido en su época como un notable médico anatomista y físico. Los argumentos expuestos por el autor acerca de la 'buena condición' dan cuenta de la influencia retórica de Platón y Aristóteles y, al mismo tiempo, de las enseñanzas médicas de Hipócrates. Junto al texto original y la traducción al español, se ofrece una versión en latín empleada en el proceso de traducción como un apoyo para resolver las dificultades textuales y léxicas que presentaba el texto griego, al permitir confrontar una recepción medieval del tratado.

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1 Juana Catalina Bastidas Elorza, María Camila Bastidas Elorza, Héctor Luis Pacheco Acosta, Diana Vallejos (estudiantes de Español y Filología Clásica de la Universidad Nacional de Colombia), William Alcides Rodríguez González (docente de Lenguas Clásicas), Liliana Carolina Sánchez Castro (estudiante de Doctorado en Filosofía).


ESPAÑOL

GALENO, LIBRO SOBRE LA BUENA CONDICIÓN

Hemos acostumbrado a poner el nombre genérico de 'condición' a lo constante e indisoluble, y no alabamos ni reprochamos nada distinto. Pues, cada vez que decimos “buena condición” o “mala condición”, de hecho hacemos una distinción; decimos cómo es cierta condición. En efecto, la condición buena sin más se da en el mejor cultivo del cuerpo, pero la que no es sin más se da según cada cuerpo. Sin embargo, la mala condición en relación con todo cultivo del cuerpo se da, sea sin más, sea que se diga en relación con algo.

Ahora, el que quiera conocer de manera precisa qué es la 'buena condición' sin más, debe recordar lo dicho acerca del mejor cultivo del cuerpo, puesto que la 'salud' abarca un amplio rango de significados, tal como se ha mostrado muchas veces en otros lugares: los filósofos antiguos y los médicos, por un lado, llaman “buena condición” al incremento de la salud; por el otro, a su debilitamiento ya no lo designan con un nombre particular, sino que lo llaman igualmente “salud” con un nombre genérico. De aquí que la buena condición es cierta excelente salud y por esto las mejores cosas suceden a los cuerpos mejor cultivados; pues si no fuera este el caso, no podrían admitir la mejor salud, de modo que tampoco podrían admitir la buena condición.

La buena condición relativa a algo se da conforme a la naturaleza de cada quien y, por esto, la 'buena condición' acompañada de predicación se dice de Dión, si ocurre así, o de Milón, pero no se dice “buena condición” sin más. En todo caso, [la 'buena condición' de Milón], la de Aquiles y la de Heracles son buenas condiciones sin más y son nombradas separadamente de la predicación: así también Aquiles se dice “bello” sin más, pero al simio no se le dice sin más, sino que es bello en tanto simio.

De entre las cosas que se dicen acompañadas de predicación está también la buena condición de los combatientes, sobre la que Hipócrates solía decir adecuadamente:

[E]n los aficionados a la gimnasia la buena condición llevada al extremo es peligrosa.1

Ciertamente, no afirma que la 'buena condición' nombrada sin más sea peligrosa cuando haya llegado al extremo. Pues para ella llegar al extremo es que se dé la más segura de todas las disposiciones del cuerpo.

Pero, puesto que la mejor disposición del cuerpo es una 'buena condición' sin más, la buena condición de los combatientes o de los atletas, o comoquiera que alguien elija denominarla, se convierte, con razón, en la más peligrosa de las condiciones, porque tiende al exceso. Pues Hipócrates dice:

La disposición atlética no es por naturaleza; la condición saludable es mejor.2

En efecto, la realización de la condición saludable es la 'buena condición'. Pero la realización de la disposición de los atletas no es una 'buena condición' sin más, sino acompañada de predicación, así como 'simio bonito', 'brazo largo', 'quénice fraudulento' o 'dracma falso'. Pues si el brazo es largo, ya no es un brazo sin más, sino que 'brazo largo' es todo un conjunto; y si el quénice es fraudulento, ya no es un quénice sin más, sino que 'quénice fraudulento' es todo un conjunto. De manera semejante, en todos los demás casos lo que recibe un nombre sin más no es de la misma naturaleza que lo que es dicho acompañado de predicación, sino que algunas veces algo es encomiable en extremo y otras veces, en caso de ocurrir, es algo vituperable, como también lo es la buena condición de los atletas. Pues tal cosa dista de tenerse por elogiable, de modo que también necesariamente se reprocha, no sólo por Hipócrates o los demás médicos antiguos, sino también de parte de los mejores filósofos, como Platón en el tercer libro de la República cuando muestra la absoluta inutilidad de esta para la vida según la naturaleza y explica que es peligrosa para la salud. Pues al no perseguir la buena apariencia sin más, sino también el incremento de la masa corporal, que no podría darse separada de una desmesurada compleción, así ellos mismos la hacen peligrosa e inútil para la práctica política.

Así pues, para que alcancemos un conocimiento preciso de la genuina 'buena condición', es necesario comparar con esta la buena condición homónima, la atlética, e investigar entre estas dos qué es idéntico y qué diferente.

La buena apariencia de todas las partes del cuerpo es común a ambos; así, también la virtud de las acciones y, si es así, también el balance de los humores. Las anteriores son las cosas comunes. Las siguientes son las contrarias: la proporción tanto de la sangre como de toda figura de los cuerpos sólidos se da en las verdaderas buenas condiciones; la desproporción de estos mismos y, principalmente, de lo corpóreo se da en las buenas condiciones atléticas, que conllevan necesariamente lo peligroso tan pronto como alcanzan el extremo. Pues, cada vez que comen más de lo necesario, el estómago digiere formidablemente y la asimilación ocurre con facilidad durante la digestión, y cada vez que la producción de sangre, la administración de comida, la asimilación y la nutrición siguen a los anteriores procesos, hay peligro de que la condición se atiborre, que ya no haya un lugar por naturaleza para la producción de sangre y que, por esto, las venas se llenen desproporcionadamente de sangre, y se ahogue y se seque el calor natural que se advierte en la transpiración. Y si todavía persiste esto, se rompe alguno de los vasos vitales que están ubicados en el hígado, los pulmones y el pecho. Pues, peor aún, estos son vasos más suaves de membranas más débiles que los que están en los miembros y reciben la alimentación primero. Y por causa del calentamiento físico en dichos vasos y de la continuidad de las actividades, al experimentar la sangre algo semejante a la efervescencia, rompe sus membranas, como el vino parcialmente fermentado rompe las jarras.

En efecto, todas estas cosas ocurren así como resultado necesario de las compleciones desmedidas y las demostraciones de estos eventos concuerdan con las investigaciones naturales. En los tratados Sobre la función de la respiración se menciona que el calor natural de las venas que se han atiborrado de sangre se extingue, y en el tratado Sobre Anatomía se dice que las venas se rasgan. Así también Hipócrates parecería que lo sabía, no sólo cuando afirma que la buena condición en las prácticas gimnásticas excesivas es peligrosa, sino cuando escribe en otro lugar:

Al quedarse repentinamente alguien sin voz, los bloqueos de las venas causan dolor.3

Así pues, demostró que las parálisis súbitas de todas las actividades son causadas por una sola, la más vital. Y denominó 'bloqueos de las venas' a las repleciones excesivas, cuando evitan el enfriamiento de la respiración.

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1 Esta cita hipocrática, recogida como el aforismo 1.3 (tercero de la primera parte del libro de aforismos) es usada en otras ocasiones por Galeno (Thr. 5.820.5; In Aph. 17b.361.11). Véase: Hippocrates. “Aforismos”, 1.3. Oeuvres complètes d'Hippocrate, Vol. 4. Littré, É. (ed.). París: Baillière, [1844] 1962.

2 Esta cita también es usada por Galeno en otras ocasiones (Thr. 5.820.4 y 5.875.17; Adh. 10.35 y 11.38) y se encuentra en la obra hipocrática “De Alimento”, 34.3. Oeuvres complètes d'Hippocrate, Vol. 9. Littré, É. (ed.). París: Baillière, [1861] 1962.

3 La cita, también usada por Galeno en otros lugares de su obra (De Causis 7.14.7; In De Victu 15.775.2), pertenece al texto hipocrático “De Diaeta” 4.2. Oeuvres complètes d'Hippocrate, Vol. 2., Littré, É. (ed.). París: Baillière, [1840] 1961.


GRIEGO

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¤ Helmreich, G., ed. “Galenus de optima corporis constitutione. Idem de bono habitu”, Programm Gymnasium Hof, 1900–1901. Leipzig, 1901.


LATÍN

GALENI DE BONO HABITU LIBER

Habitus nomen de omni firmo et dissolutu difficili usurpare consuevimus, nihil eo magis vel laudantes, vel reprobantes. At quam bonum aut pravum habitum, seu euexiam vel cachexiam diximus, iam tum, qualis sit habitus, distinguimus et pronunciamus. Bonus itaque simpliciter habitus in optima corporis constitutione est, non vero simpliciter et in quaque corporis natura. Malus sane in omnis corporis statu consistit, sive simpliciter dicatur, sive ad aliquid dicatur. Oportet igitur eum in mentem revocare, quae privatim de optimo statu scripta sunt, qui, quid tandem sit simpliciter dictus bonus habitus, accurate vult cognoscere. Nam quam latitudinem amplam satis habeat sanitas, ut alibi saepe ostendimus, intensionem quidem eius veteres tum philosophi tum medici euexiam, remissionem vero proprio nondum vocabulo, sed generali similiter sanitatem appellant. Quare bona habitudo optima quaedam est sanitas, ob idque corporibus optime constitutis contingit. Nam quae huiusmodi non sunt, sanitatem optimam haud possunt suscipere, eoque nec bonam habitudinem. Si vero aestimes ratione ad aliquid, in uniuscuiusque natura generatur; idcirco cum additione dicitur Dionis, exempli gratia, vel Milonis habitudo bona, non autem simpliciter bonus habitus. Porro Milonis bona habitudo et Herculis et Achillis absolute bonae habitudines sunt et citra appendicem nomiantur, quemadmodum etiam formosus Achilles absolute, simia vero non absolute bona, sed tanquam formosa simia. Ex eorum numero, quae cum appositione dicuntur, est etiam athletarum habitus. Et convenienter de ipso Hippocrates dixit: Exercitatorum ad summum venientes euexiae periculosae. Non enim simpliciter nominatam euexiam, quam ad summum venerit, periculosam esse scribit, (nam idem est hoc ad summum venire, quod omnium corporis dispositionum esse securissimam,) sed illam, qua athletae, vel exercitati, vel quomodocunque euexiam appellare lubet, fruuntur, quoniam non simpliciter euexia optima est corporis dispositio, eam ad summum venienten periculo maxime ex-poni ratio est. Dispositio siquidem, ait, athletica non natura, salubris habitus melior. Itaque sanae habitudinis perfectio euexia dicitur. Athletarum status non simpliciter, sed adiecto nomine pronunciatur, ut formosa simia, cubitus magnus, slatera iniqua, reproba drachma. Sive enim cubitus magnus est, non amplius simpliciter cubitus, sed universum hoc magnus cubitus erit, sive slatera iniqua est, non simplici magis nomine slatera, sed totum hoc puta slatera iniusta dicetur. Eodem modo etiam in aliis omnibus, quod citra adjectionem simpliciter nominatur, non eiusdem est naturae cum iis, quae cum additione proferuntur. Imo interdum illud in summo consistens laudandum, hoc vero, si ita eveniat, damnandum; quemadmodum etiam athletarum euexia sic collaudatur, ut iure non solum Hippocrates, vel alii veteres medici, sed philosophorum quoque praecipui eam vituperaverint. Nam Plato in tertio de Republica libro totam eius incommoditatem in naturae functionibus, ad haec quam periculosam sanitatem reddat, abunde satis ostendit. Non enim probam temperiem corporis simpliciter, sed molis corporeae magnitudinem, que sine immoderata plenitude non sit, infectatur; sic et periculosam ipsam et ad civilia munia obeunda reddunt inutilem. Ut igitur ad revera boni habitus exactam cognitionem perveniamus, conferenda est ei athletarum euexia simili vocata nomine; insuper inquirendum, quid utrisque commune, quid contrarium insit. Omnium itaque corporis partium proba temperies tum communis ambabus est. Sic et functionum integritas, et si haec, etiam fucci probitas. Haec sane communia sunt. Contraria vero commoderatio sanguinis et totius solidarum partium molis in habitu, qui revera bonus est; immoderatio earundem, maximeque carnosi generis in athletarum euexiis, quas periculum necessario sequitur, ubi in summo consistant. Quum enim quantum necesse est edant, ventriculus valide concoquat, distributio propter coctionem ex facili fiat, sanguinis autem generatio, appositio, agglutinatio et nutritio haec consequantur, metus est, ne praeter modum habitus impleatur, ut non amplius natura habeat locum, quo appositum contineat. Atuqe hinc immoderate sanguine venae tungescunt; extinguitur autem et suffocatur innatus calor perspiratu destitutus. Quod si adhuc is resistat, vas aliquod iecinoris, pulmoni et thoracis praecipuum rumpitur. Etenim hic mollioribus tunicis, quam in artubus, vasa constant, priusque nutrimentum suscipiunt et sanguis tum ob naturalis ipsorum caloris copiam, tum actionum continuitatem veluti fervore ebulliens, tunicas ipsorum ut mustum dolia dirumpit. Atque haec omnia, quae immoderatas repletiones sequuntur necessario, hunc in modum fiunt, et demostrationes eorum physicas comitantur speculationes. Quod autem nativus calor venis sanguine uberibus repletis extinguitur, in libro de respirationis usu dictum est. Venas autem rumpi, anatomicae institutiones docent. Ita enim Hippocrates sentire videtur, non solum quando dicit, in gymnasticis euexiam, quum ad summum pervenit, esse periculosam, sed quando alibi quoque scribit: Quum quis subito mutus redditur, venarum interceptiones corpus infestant. Repentinas enim omnium functionum resolutiones per maxime praecipuam unam indicavit. Interceptiones autem venarum immodicas repletiones dixit, quum perspiratu ad refrigerium destituuntur.

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Versión latina de Kühn, Karl Gottlob. Opera omnia Claudii Galeni, Vol. 4. Leipzig: Officina Libraria C. Gnoblochii, 1822. 750-56.