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Ideas y Valores

Print version ISSN 0120-0062

Ideas y Valores vol.64 no.158 Bogotá May./Aug. 2015

https://doi.org/10.15446/ideasyvalores.v64n158.51099 

http://dx.doi.org/10.15446/ideasyvalores.v64n158.51099.

Supelano-Gross, Claudia. "¡Cómo hacen frente las cosas a las miradas! Walter Benjamin y la mirada de lo urbano." Universitas Philosophica 62 (2014): 147- 168.

La obra de Walter Benjamin desborda con creces la comprensión tradicional de una filosofía cercada por murallas inexpugnables, que mantienen al margen los saberes y las preocupaciones juzgadas como profanas. Su carácter desbordante y, en repetidas ocasiones, transgresor reside en su insistencia en situarse en los umbrales de las más diversas esferas del conocimiento. Es justo desde los umbrales donde la obra de Benjamin se aproxima a la cotidianidad, para iluminar una serie de preocupaciones consideradas triviales, como la infancia, la colección y la ciudad. Entre estas preocupaciones, la reflexión sobre la ciudad exige un esfuerzo particular para el lector, por encontrarse diseminada en los escritos de Benjamin de la más diversa índole, sin asentarse en uno específicamente. Con esto en mente, Supelano-Gross emprende la significativa labor de desentrañar el tratamiento benjaminiano de la ciudad.

Una de las razones para comprometerse con una tarea de estas proporciones reside en la idea, profusamente difundida, del olvido del espacio en la filosofía y, con ello, el olvido de la ciudad. Si admitimos el olvido del espacio en las discusiones filosóficas, y señalamos como causa la importancia concedida al tiempo, hay que reconocer que las críticas no solo se dirigen en contra de la filosofía, como supone la autora. Desde un saber inscrito en el tiempo, como lo es la historia, la misma denuncia no se ha hecho esperar. Basta recordar la crítica del historiador Karl Schlögel al predominio del tiempo en los análisis históricos, y su propuesta de una historia constituida por el espacio y por el tiempo. Sucede, no obstante, que la acusación del olvido del espacio como objeto filosófico no es del todo cierta.

No podemos desconocer el creciente interés en el espacio, simplificado en una conocida declaración de Foucault: "la época actual sería más bien quizá la época del espacio. Estamos en la época de lo simultáneo, en la época de la yuxtaposición, en la época de lo próximo y de lo lejano, de lo contiguo, de lo disperso" (1999 431). Varios discursos filosóficos y aparatos conceptuales han ahondado en la arquitectura y la ciudad; entre ellos, la trilogía de Esferas de Peter Sloterdijk, la noción de territorio y las dinámicas tanto de desterritorialización como de reterritorializaciones de Deleuze y Guattari, la noción de heterotopía de Michel Foucault, sin olvidar los trabajos de Andrew Benjamin sobre arquitectura.

Pese a que el olvido del espacio no es una práctica en auge en la filosofía, coincido con Supelano-Gross en que Walter Benjamin dirige la atención sobre el espacio de una manera singular. A mi modo de ver, el viraje de Benjamin hacia la reflexión del espacio se condensa, como señala Susan Sontag, en su insistencia por encontrar medios de espacializar el mundo, lo que puede constatarse con sus referencias a las ruinas, las topografías y la elaboración de mapas. En esta misma línea, Supelano-Gross circunscribe este viraje al empeño de Benjamin de espacializar la experiencia cotidiana a partir de la ciudad. Los alcances de establecer esta relación entre la espacialización de la experiencia y la ciudad no son pocos. A primera vista, permite cuestionar la idea común que hace de la ciudad el escenario en el que transcurren las acciones, pero, desde una mirada más aguda, hace patente la relación entre ciudad y literatura, dado que la espacialización es producto de la influencia de Franz Hessel y de Charles Baudelaire en la concepción de la ciudad. Precisamente de esta relación surge una nueva forma de entender la ciudad como un texto en el que se busca leer los objetos, los nombres de las calles y los edificios, en últimas, "leer lo que no está escrito" (Benjamin 2005 M 421).

En su demostración de la espacialización de la experiencia, Supelano-Gross cuestiona el modelo de los cuatro puntos cardinales, propuesto por Buck-Morss, por abordar fragmentariamente la comprensión de la ciudad en Benjamin. Por tratarse de un modelo derivado del pasaje de Diario en Moscú, según el cual, "para poseer un sitio hay que haber entrado en él desde los cuatro puntos cardinales e incluso haberlo abandonado en esas mismas direcciones" (Benjamin 1990 32), podría pensarse que la intención de Buck-Morss consiste en configurar un conocimiento de la ciudad seleccionando las cuatro ciudades más relevantes en la vida de Benjamin, a saber, Nápoles, Berlín, Moscú y París, y situando en el centro el Proyecto de los pasajes.

Lo primero que quisiera resaltar es el propósito del modelo de Buck-Morss, distante de la observación de Supelano-Gross. Este modelo es expuesto en el capítulo titulado "Orígenes espaciales", de Dialéctica de la mirada, y, como el título mismo lo indica, busca ubicar geográficamente los orígenes del Proyecto de los pasajes y concederles espacialidad, en lugar de realizar una indagación de la ciudad (cf. Buck-Morss 43). Con todo, otra observación de Supelano-Gross también parece tomar distancia de lo que en realidad propone el modelo. Para ella, este modelo de los puntos cardinales difícilmente corresponde al método de Benjamin para abordar la ciudad.

En lo que concierne a Dialéctica de la mirada, el modelo de los puntos cardinales está lejos de develar totalmente el método benjaminiano. Sin embargo, lo anterior no niega que, en cada una de las descripciones de las ciudades, el modelo señale el trasfondo de la manera de proceder de Benjamin. En primer lugar, el apartado de Nápoles expresa, por un lado, la necesidad de la verdad históricamente transitoria y de la verdad de la transitoriedad histórica, y, por otro, la posibilidad de leer la ciudad desde la experiencia (cf. Buck-Morss 45). En segundo lugar, el apartado de Moscú revela un conocimiento de la ciudad sin la tradicional separación entre teoría y praxis (cf. ibd.). En tercer lugar, el apartado de París muestra que la realidad está conformada por sueños de los que es preciso despertar a los individuos (cf. id. 52). En cuarto lugar, el apartado de Berlín evidencia la cercanía con la literatura y la posibilidad de las técnicas de reproducción para constituir una actitud política crítica. Finalmente, el apartado de los Pasajes muestra la tensionante cercanía entre Proust y Benjamin. Ambos se adhieren a la memoria involuntaria, pero mientras Proust se remite al interior burgués para otorgarle espacialidad a sus recuerdos, Benjamin dirige su atención a la ciudad para mostrar un pasado común (id. 57).

Luego de los cuestionamientos sobre el olvido del espacio y el modelo de los puntos cardinales, Supelano-Gross centra lúcidamente su digresión en las ciudades de Berlín y París. En su tratamiento, establece rasgos característicos que retratan a cada ciudad. Es evidente que algunos de estos rasgos terminan por converger, dado que el extrañamiento, la ciudad como texto y la importancia de los detalles y de lo nimio configuran la comprensión tanto de Berlín como de París. Sin embargo, quisiera llamar la atención sobre una pequeña oposición de las dos ciudades según el concepto de aura. En una nota al pie, Supelano-Gross afirma que Berlín constituye la ciudad aurática, puesto que permite la manifestación irrepetible de la lejanía que, en el caso de la ciudad, alude a la revelación del pasado olvidado por medio de la mirada de extrañamiento, es decir, aquella que permite reconocer lo nuevo en la trivialidad. En contraste, París es la ciudad de la pérdida del aura, porque en ella la multitud de individuos se observan rápidamente con recelo o deciden ignorar por completo al otro, lo que debilita la mirada del extrañamiento y, por consiguiente, impide el abandono en la lejanía. Pese a esta caracterización, considero que, en la oposición señalada, Londres se ajusta más al lugar que ocupa París.

A la luz del cuento El Hombre de la multitud de Poe, Benjamin reconoce en Londres la apoteosis de la ciudad del apresuramiento y la congestión, en la que emerge el hombre de la multitud, un individuo temeroso de sus propias circunstancias que encuentra refugio en las grandes conglomeraciones. Pero en este refugio predomina la uniformidad de las personas en la multitud y, específicamente, la uniformidad de los movimientos en el individuo que terminan asemejándolo con la máquina. En estos términos, el París retratado por Benjamin no coincide completamente con esta ciudad monstruosa, aunque muestra la transición o el comienzo del descenso hacia ella (Benjamin 1972 69-70). El carácter intermedio de París puede verse con el flâneur, dado que esta figura asiste al inminente auge del capital, la extensión de las ciudades y la multiplicación de los vehículos, en detrimento de la amplitud de la calle. Pero esta contemplación de las circunstancias que anuncian lo que ocurre en Londres no termina con las preferencias del flâneur por los concurridos pasajes, la medición del tiempo de acuerdo con el paso de una tortuga, la entrega confortante al ocio y, en especial, la lectura de la ciudad.

A modo de conclusión, es inevitable preguntarse por la pertinencia de una noción benjaminiana para la reflexión del espacio. En uno de sus ensayos iniciales, Sobre la facultad mimética, Benjamin afirma que el hombre dispone de la capacidad de mímesis en un grado mayor que la naturaleza y los animales. Esta capacidad le permite asemejarse no solo a otro individuo, sino también a todo tipo de cosas e incluso lugares. Muestra de lo anterior es la descripción del "Niño escondido", en Dirección única, donde el infante inicialmente se encuentra rodeado por el mundo de los objetos, para finalmente transformase en ellos en el juego del escondite (cf. Benjamin 1987 56). En este sentido, me atrevo a decir que el concepto de mímesis de Benjamin permite pensar la compenetración entre los individuos y la ciudad. Esta posibilitaría la modificación del modo de vivir de los individuos y de las comprensiones que estos tienen de sí mismos, en conformidad con la ciudad y la arquitectura que los permea.


Bibliografía

Benjamin, W. Diarios de Moscú. Buenos Aires: Taurus, 1990.         [ Links ]

Benjamin, W. Dirección única. Madrid: Alfaguara, 1987.         [ Links ]

Benjamin, W. "Baudelaire. Un poeta en el esplendor del capitalismo." Iluminaciones II. Madrid: Taurus, 1972. 21- 85.         [ Links ]

Benjamin, W. Libro de los pasajes. Madrid: Akal, 2005.         [ Links ]

Buck-Morss, S. "Orígenes espaciales." Dialéctica de la mirada. Walter Benjamin y el proyecto de los pasajes. Madrid: La balsa de la Medusa, 1995. 43- 61.         [ Links ]

Foucault, M. "Espacios diferentes." Estética, ética y hermenéutica. Obras esenciales. Vol. III. Barcelona: Paidós, 1999. 431- 441.         [ Links ]

CAROLINA PIRACOCA FAJARDO
Estudiante pregrado - Universidad Nacional de Colombia - Bogotá- Colombia
cpiracocaf@unal.edu.co.