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Ideas y Valores

Print version ISSN 0120-0062

Ideas y Valores vol.64 no.159 Bogotá Sept./Dec. 2015

https://doi.org/10.15446/ideasyvalores.v64n159.52978 

http://dx.doi.org/10.15446/ideasyvalores.v64n159.52978

Stadler, Friedrich. El círculo de Viena. Empirismo lógico, ciencia, cultura y política. Trad. Luis Felipe Segura Martínez. Santiago de Chile: Fondo de Cultura Económica; Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa, 2010. 976 pp.

Sin duda, el profesor Stadler ofrece una obra que no puede faltar en los aposentos literarios de cualquier seguidor o interesado en el grupo del Círculo de Viena. Este trabajo nos presenta en detalle el proceso histórico-cultural que envolvió al Wiener Kreis, en un texto de muy agradable lectura. La obra aborda aspectos socioculturales y referentes institucionales de la vieja Austria, exponiendo con énfasis y meticulosidad algunas consideraciones relevantes en torno al Círculo como escuela precursora del positivismo lógico.

Un aspecto relevante del trabajo realizado es la exposición sistemática tanto de la fase pública del círculo como de aquella que no vio la luz, mostrando su génesis y sus primeras proyecciones, al igual que ciertas dificultades tanto teóricas como políticas. Se destaca, además, el hecho de reproducir por primera vez el protocolo original del círculo de la Boltzmanngasse, señalando algunos aspectos elementales sobre la formación y discusión temática en sus primeros años de integración. Es evidente que la importancia histórica de esta obra puede despejar muchas dudas y malentendidos respecto del empirismo lógico y su consecuente evolución positivista.

Reseñar la obra de Stadler en su totalidad ciertamente sería un trabajo de gran calado, que no podría realizarse sin olvidar puntos de suma relevancia, toda vez que presenta una exquisita composición histórica y documental que merece analizarse en detalle y a conciencia. No obstante, en esta reseña se aborda tan solo un fragmento del trabajo realizado por el profesor Stadler. Especial mención merece, en este caso, la relación compleja que surge entre dos personajes clave del círculo: Ludwig Wittgenstein y Friedrich Waismann.

El tratamiento de esta compleja relación pone de relieve la figura de dos destacados precursores del empirismo lógico: un Wittgenstein revolucionario, complejo en su carácter y en sus ideas, y un Waissmann defensor de la diversidad cultural, del expansionismo y de la difusión del conocimiento. Antes de entrar a revisar el complejo proceso de comunicación entre estos dos pensadores, es menester recordar los inicios del grupo, siguiendo el planteamiento de Stadler y su amplia visión de esta notable escuela de tendencia empirista.

Remontándose a la Alemania de finales siglo XIX, Stadler nos menciona que el positivismo lógico surge como una escuela en proceso de institucionalización, al desarrollar una nueva corriente de pensamiento denominada neopositivismo. Señala cómo evitó el tratamiento de obras de carácter normativo, a pesar del hecho de que algunos miembros del Círculo, como Victor Kraft y Karl Menger, hubieran desarrollado de forma independiente estudios relacionados con el análisis normativo, los valores y la formulación de sistemas morales fundamentados en procedimientos lógico-formales, lo cual no tuvo mayor implicación dentro del mencionado grupo de pensadores. Stadler pone énfasis en el hecho de que el círculo se encauzó principalmente a desarrollar una síntesis del empirismo y del racionalismo clásico. Así mismo, se abocó a continuar desarrollando la instrumentación lógica proporcionada por Russell y Whitehead.

Se hace notar cómo uno de los principales objetivos de trabajo del círculo fue el estudio de aquellos enunciados que carecían de sentido, es decir, de aquellos que no podrían ser verificados o confirmados analítica o sintéticamente. Según este planteamiento, tales enunciados, en la medida en que se referían a la metafísica, no podían formar parte del conocimiento, apartándolos hacía la recóndita esquina de las denominadas vivencias. En este sentido, Stadler manifiesta que muchas de las divergencias que se vivieron en el grupo radicaban precisamente en intentar resolver una base empírica como fundamento último del conocimiento, postura que luego Carnap y Neurath rechazaron, al proponer un sistema de conocimiento relativista.

Ahora bien, Stadler indica que los estudios concernientes a Wittgenstein, dentro del círculo originario, vinieron a colación después de analizar, a principios de los años veinte, la base teórica de Bertrand Russell en torno a su concepción moderna de la lógica. El estudio del Tractatus de Wittgenstein se convirtió en un hueso duro de roer, porque no solo era un referente trascendente con respecto a la temática del grupo, sino que propició también contradicciones y constantes actitudes de escepticismo por parte de algunos de sus integrantes. A continuación, el autor indica cómo, en la interpretación del Tractatus, tuvieron especial injerencia Schlick, Hans Hahn y el matemático Kurt Reidemeister. El círculo empieza a producir una especie de exégesis exhaustiva del pequeño tratado wittgensteiniano, que había sido publicado entre los años de 1924 y 1926.

Fue el matemático Reidemeister quien mostró en sus intervenciones la relevancia del Tractatus como un modelo a seguir para la lógica y filosofía moderna. Es entonces cuando Hahn y Menger lo toman con cierta seriedad, ya que en un comienzo se habían mostrado más bien escépticos. Stadler recalca el hecho de que, en esta labor exegética, el joven Waismann tuvo un impacto considerable, de modo que vino a convertirse en intérprete asiduo del pensamiento wittgensteiniano. Buscaba ofrecer una exposición comprensible y autorizada de dicho pensamiento, para lo cual se reunió en ocasiones con el mismo autor y con Schlick.

Lo curioso de tal situación fue que tal pretensión nunca llegó a buen puerto, no por decisión de Waismann, sino por el mismo Wittgenstein, quien se oponía a los cuestionamientos y consideraciones generadas por el grupo respecto de su obra. Stadler indica cómo, pese a ello, Waismann desarrolló un par de trabajos, como Introducción a Wittgenstein y La esencia de la lógica.

Es de notar que en el Círculo se desarrollaron algunas divergencias en torno al Tractatus, de las que Carnap dejó constancia, al indicar una serie de largas reflexiones, no pocas de las cuales resultaron incomprensibles. Tanto Neurath como Carnap lo pusieron en duda, al considerarlo un retorno encriptado a la metafísica, elaborado en una forma difícil de controvertir.

A despecho de la inconformidad y el escepticismo, todavía en los años treinta, Hanhn, Menger y Carnap siguieron retomando el pensamiento de Wittgenstein, analizando con detenimiento algunos fragmentos de la obra. Fueron Schlick y Waismann quienes abordaron el Tractatus con más profundidad, mientras que Neurath lo rechazaba, haciendo notar una especie de "wittgensteinización" del grupo, por la que, en varias ocasiones, expresó su descontento. Sin embargo, es el propio Neurath quien reconoce el hecho de que el grupo, al adentrarse seriamente en el estudio del Tractatus, obtuvo resultados de "mayor trascendencia", ocupándose sobre todo de la liberación y purificación del manto metafísico que cubría sutilmente la obra. Concebir la lógica desde una perspectiva sintáctica constituyó, para Neurath, un prodigioso avance, al igual que la posibilidad de determinar que la lógica y la matemática estuviesen fundamentadas en enunciados analíticos. A pesar de lo anterior, es Neurath quien manifiesta su inconformidad con Wittgenstein, debido al rechazo de ciertos planteamientos propuestos en el grupo de forma poco convincente. Tal es el caso de los enunciados que hablan sobre enunciados, que, pese a la negativa y rechazo de Wittgenstein, posteriormente serían examinados y discutidos.

En esta misma posición se encuentra A. Ayer, quien advierte cierto descontento respecto de varios planteamientos aducidos por Wittgenstein. Para él, como para Neurath, la denominada "mística del silencio" representaba una línea que ponía en peligro las bases mismas del positivismo lógico.

Los datos históricos que retoma Stadler nos permiten ubicar dos fases en las cuales el Tractatus constituyó la médula de estudio en el Círculo: el periodo que abarca del año 1923 a 1925, con la intervención de Carnap, y 1930, con Waismann como firme precursor del pensamiento wittgensteiniano. Es Karl Menger quien señala cómo, desde finales de 1927, el Tractatus deja de ser discutido con la profundidad propia del grupo. Sin embargo, el pensamiento de Wittgenstein siguió sintiéndose, sobre todo con Schlick, quien continuó planteando durante las reuniones ciertos aspectos centrales de la obra.

Ahora bien, Stadler apunta el hecho de que fue Waismann quien defendió la idea de elaborar una versión "popular" del Tractatus, idea que Wittgenstein rechazó tajantemente, criticando y menospreciando el esfuerzo esbozado por su más devoto intérprete. Incluso, en 1933, Wittgenstein expresa a Schlick su deseo de organizar una reunión, pero bajo la condición de que Waismann no estuviese presente. Pese a tal situación, fue un año más tarde cuando Waismann logra ponerse en contacto directo con Wittgenstein para discutir personalmente el Tractatus, reunión que tuvo resultados muy negativos para ambos. Fue el propio Wittgenstein quien se opuso de forma insistente a cualquier interpretación de su filosofía, dificultando con ello la pretensión de su más destacado seguidor. Stadler interpreta esto haciendo notar la incapacidad de Wittgenstein para llevar a cabo trabajos de carácter colegiado, lo que muestra su condición excéntrica e individualista. Esta actitud fue igualmente objeto de crítica dentro del grupo, como lo ha señalado Carnap al referirse a varios encuentros poco fructíferos, debido a la actitud negativa de Wittgenstein.

Sobra decir que la compleja relación entre Wittgenstein y Waismann no llegó a buen puerto. Una serie de malentendidos prácticos y también "teóricos" propiciaron un drástico y prolongado distanciamiento entre estos dos pensadores; malentendidos, en su mayoría, auspiciados por el autor del Tractatus, quien, opuesto a que sus planteamientos se divulgaran, prefirió mantener en secreto su obra de carácter contemplativo y con algunos rasgos "místicos".

Finalmente, podemos señalar, que los aportes que nos entrega Friedrich Stadler son muy significativos, debido a la calidad de la información empleada y revisada. Es claro que se trata de una investigación histórica que demarca perfectamente una etapa fundamental en el desarrollo de la filosofía. El lector podrá encontrar los siguientes recursos en el trabajo de Stadler: a) una referencia descriptiva histórica en torno a la visión científica de la vieja Austria, b) la exposición de los inicios del empirismo lógico, previos a la Segunda Guerra Mundial, c) el tratamiento de la fase no pública del Círculo, d) la descripción de los últimos momentos del Círculo y su consiguiente éxodo, e) una relación documental inédita de entrevistas y notas, y un apartado bio-bibliográfico referente a los integrantes del grupo, así como de aquellos pensadores que lo visitaron.

En resumen, se trata de un trabajo que se torna indispensable en el tratamiento del empirismo lógico y el neopositivismo, al abarcar la historia y los referentes contextuales de uno de los grupos más influyentes de la primera mitad del siglo XX: el Círculo de Viena.


Bibliografía

Waisman, F. Wittgenstein und der Wiener Kreis. Oxford: Brian McGuinness, 1967.         [ Links ]

Wittgenstein, L. Tractatus Logico-Philosophicus. Frankfurt am Main: Suhrkamp Verlag, 1960.         [ Links ]


MIZHAEL NÁPOLES
Colaborador de Investigación de la Academia Jurídico Formativa /
Coordinador del Área de Investigación y estudio de la Universidad Vizcaya de las Américas /
Universidad de Sonora -Hermosillo - México
mnapoles.uson@hotmail.com