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vol.64 número159Stadler, Friedrich. El círculo de Viena. Empirismo lógico, ciencia, cultura y política. Trad. Luis Felipe Segura Martínez. Santiago de Chile: Fondo de Cultura Económica; Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa, 2010. 976 ppMas, Salvador (comp., trad. y estudio preliminar). Alemania y el mundo clásico (1896-1945). Madrid: Plaza y Valdés, 2014. 504 pp índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
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Ideas y Valores

versión impresa ISSN 0120-0062

Ideas y Valores vol.64 no.159 Bogotá set./dic. 2015

https://doi.org/10.15446/ideasyvalores.v64n159.52944 

http://dx.doi.org/10.15446/ideasyvalores.v64n159.52944

Cardona-Restrepo, Porfirio y Santamaría, Freddy. Eds. Estética analítica: entre el pragmatismo y el neopragmatismo. Medellín: Universidad Pontifica Bolivariana, 2014. 340 pp.

Este libro, que hace parte de la Colección Estéticas Contemporáneas, ha sido pensado para crear un espacio dialógico y plural, en el cual se dan cita académicos de diferentes corrientes y escuelas, para reflexionar sobre la estética analítica en el marco del pragmatismo y el neopragmatismo. Aunque luzca como un proyecto ambicioso e irrealizable, esta singular publicación constituye una importante contribución, puesto que, como lo afirma Tomasini, es preciso "escribir filosofía en español" y emprender investigaciones en nuestra lengua, para hacer posible el diálogo con la filosofía europea y de otras latitudes.

Visto en la singularidad de cada texto, el libro expone diferentes formas de abordar el problema de lo estético, a veces dispares en profundidad. Llama la atención cómo, a través de todo el documento, se plantean perspectivas críticas y creativas en la lectura y los plantemientos particulares, además del peculiar modo como se articula desde lo estético la aparente divergencia entre la filosofía angloamericana del pragmatismo clásico -especialmente Dewey y Peirce-, el neopragmatismo de Rorty y Brandom y la filosofía continental de Wittgenstein y Frege. Ahora bien, en conjunto, el libro es propiamente un aporte que invita a los investigadores que deseen adentrarse en la labor de profundizar en estos temas.

El primer texto, escrito por Freddy Santamaría, inicia haciendo una caracterización, difícil por cierto -dada la heterogeneidad de sus exponentes-, de aquello que se ha dado en llamar filosofía analítica. Busca establecer propósitos orientadores que permitan situar bajo el mismo apelativo tan variada pluralidad. Es así como entrega una mirada alrededor de su surgimiento y posterior desarrollo, desde los planteamientos fundamentales de Moore, Frege y Russell. Así mismo, presenta la tarea filosófica de Wittgenstein, cuyas pretensiones consisten en reconocer los problemas filosóficos genuinos; tarea cuidadosa que logra una esterilización, una "limpieza de la casa", de la filosofía especulativa plagada de "sinsentidos", lo que permite comprender, en esta primera parte del texto, cómo el cometido depurador de Wittgenstein, llevado hasta sus consecuencias naturales, deriva en el reconocimiento de la indigencia de la filosofía.

En un segundo momento, el texto expone, a partir de este quiebre, lo que Santamaría denomina las "nuevas maneras de filosofar" que implican un cierto estilo de indagación, donde está ya presente lo aprendido con Wittgenstein, para pasar a mostrar las conexiones que encuentra con el pragmatismo clásico estadounidense y el neopragmatismo de Rorty y Brandom. Hace luego una brevísima referencia a la somaestética de Shusterman, a fin de explicar el vínculo de continuidad entre estos y el pensamiento analítico que se constata en el espíritu con que la filosofía se traduce en actos con significado o, en términos de Shusterman, "la filosofía como arte de vivir".

El artículo de Porfirio Cardona-Restrepo aborda los postulados de la estética analítica, formula las teorías tradicionales de la estética, e integra, a su vez, las reinterpretaciones de lo estético que ha hecho Richard Shusterman. Para ello, exhibe el escenario de reflexión -cuyo núcleo presenta la discusión entre esencialistas y antiesencialistas-, en el cual tiene lugar la pregunta por el criterio que permite designar un objeto como artístico, si es que existe, a fin de evidenciar el influjo que dicha discusión ha tenido en la propuesta de Shusterman. Desde esta última contribución -y siguiendo la aproximación deweyana a la noción de continuidad y su consiguiente planteamiento acerca de la primacía de la experiencia dinámica sobre la verdad y el objeto-, Cardona-Restrepo emprende una decidida crítica a la estética analítica, para arribar a su propuesta del arte como dramatización, donde plantea que este no depende de esencias que lo definan ni de enunciados que lo delimiten, en la medida en que no ayuden a comprender su sentido. Es así como, recuperando el pragmatismo clásico de John Dewey, esto es, su reconstrucción de lo estético y su articulación con lo práctico, ofrece una nueva lectura de lo estético en cuanto constituye un empeño por mostrar que el arte hunde sus raíces en "los ritmos biofísicos del cuerpo vivo condicionado por las fuerzas sociohistóricas".

Por su parte, Freddy Pongutá, en el artículo "La estética de Peirce en sus consideraciones sobre el pragmatismo", pone de presente el lugar de lo estético en la teoría pragmática de este autor norteamericano, a partir de la necesaria máxima de su pragmatismo, desde la cual la mente y las cosas del mundo se encuentran interconectadas en una comunidad tal, que en ellas se busca siempre la constatación de una creencia. Pasa entonces a la explicación de la teoría de la significación y de la interpretación, para explicitar su papel en el modo como se piensa el mundo, pues, según el profesor Pongutá, "la significación de las representaciones tiene su base en un sistema lógico donde la acción interpretativa conforma su realización" (101). Peirce articula de este modo la creencia como guía deliberada de la acción con sus efectos prácticos, puesto que, como lo indica, actuamos según lo creemos y consideramos que es el modo de proceder, de manera que nuestras acciones, convertidas en hábito, deben su origen a las creencias. Se colige, por lo tanto, que la indagación por el sentido conduce directamente al hábito. En este punto se encuentra el vínculo de la estética con el escenario de creencia y práctica, puesto que el autor muestra que la estética en Peirce no es entendida como un saber instrumental, sino más bien en su sentido originario, es decir, a partir del modo como se experimenta la realidad: como sensación corporal proyectada en la acción, pero aceptada como algo admirable, lo que demuestra el incuestionable nexo entre pensamiento, estética y acción.

En el texto de Jaime Nubiola y Sara Barrena, titulado "Charles S. Peirce: creatividad y significación. Hacia una estética pragmatista", se presenta el desarrollo del pensamiento del filósofo estadounidense, que deriva en la idea de la estética como fundamento de las ciencia normativas, en cuanto que lo bello se admira por sí mismo y no en función de otra cosa. Presentan un Peirce versátil, creativo y muy inclinado a la estética, aunque no en términos de análisis metodológico ni formulaciones teóricas, sino a partir de su propia experiencia a través de sus observaciones como espectador. Encuentran en Peirce definiciones de lo bello como aquello que posee una fuerza expresiva en el ámbito del sentimiento y que, a su vez, logra producir un efecto en el espectador, quien consigue percibir esa belleza explicitada por el artista. A partir de este acercamiento, se deduce que un artista es aquel capaz de captar realidades inaprensibles e inefables, y que logra hacerlas comprensibles al ser expresadas en objetos.

El texto de Nubiola y Barrena describe una suerte de movimiento rítmico dado en la relación entre lo racional y lo estético a través del sentimiento, explicando que el artista se ve impulsado por el mundo que lo interpela y lo inquieta, ante el cual responde, expresándose, a fin de calmar tal inquietud inicial, al transformar esta en armonía y equilibrio, rasgos propios de lo bello. El texto concluye señalando que el del artista es un oficio catalítico, que transforma cualidades inaprensibles en cualidades comprensibles.

El texto del profesor Vladimir Sánchez es una propuesta que expone un modelo en el que se presentan las categorías peirceanas en el proceso del pensamiento. Así mismo, hace una amplia descripción y un análisis de las tres tricotomías que permiten caracterizar las diferentes nociones de signo que se utilizan, a fin de mostrar el vínculo existente entre tales consideraciones y la lectura que se puede llevar a cabo, en este caso, en el objeto publicitario.

Esta creativa propuesta de análisis, al hacer una lectura sintética, permite extrapolar las principales inferencias a un posible modelo más amplio, "en el que no solo se tengan en cuenta los efectos posibles del signo, sino también los efectos concretos que operan como criterios funcionales que determinan la viabilidad, eficacia e impacto de cualquier estrategia publicitaria" (154). El artículo representa indudablemente el espíritu pragmatista peirceano, ya que propone un modelo semiótico específico aplicable a la práctica del oficio publicitario, como lo indica su autor, con un impacto efectivo tanto en el ámbito académico, como en el ámbito del desarrollo profesional de la publicidad.

Martha Patiño, por su parte, muestra en su escrito la aproximación de John Dewey a lo estético, cuya comprensión va mas allá de los objetos bellos y se sitúa en las actividades ordinarias de los seres humanos, pues el individuo humano crea, transforma y embellece su ser mismo, su entorno y sus acciones. La versión de Dewey de la profesora Patiño es presentada en un enfoque amplio e integral de lo estético, el arte y la experiencia, pero le da una gran relevancia al principio de continuidad y sus sucesivos despliegues, para mostrar el rasgo estético surgiendo de la dinámica relación entre individuo humano y entorno. Patiño articula lo estético en un modelo orgánico que cumple con este principio de continuidad, oponiéndolo a enfoques que entienden el arte y lo estético como provenientes de un ámbito exógeno al mundo concreto. Es así como expone esa continuidad que se despliega en ascendente complejidad a partir del entorno tanto biológico como social, hasta culminar en la emergencia de lo estético como rasgo resultante de esa compleja y enriquecida dinámica, que demuestra, en su despliegue, el arraigo de lo estético en el mundo concreto de la acción.

El aporte del Diego Pineda señala la profunda relación entre democracia y arte en el pensamiento de John Dewey, habida cuenta de la incuestionable interacción entre la criatura viviente y su entorno social. Debido a esta relación de necesaria interacción, el profesor Pineda examina los prejuicios que subyacen en la comprensión del hecho estético, para culminar en lo que él llama una recuperación de la experiencia estética a partir de nuevas coordenadas que permitan incluir la comunidad de donde surgen, pues, según señala: "ninguna obra humana es una 'esencia encarnada' (es decir, la manifestación de una idea preexistente), ni la expresión totalmente original y creativa de un individuo aislado del contexto de significados y valores del cual participa" (202). Ofrece luego una caracterización de la "experiencia estética", siguiendo la metodología deweyana de poner en tela de juicio y redefinir nociones por largo tiempo abrigadas, para arribar a una propia que contenga elementos que antes no aparecían y que configuran la experiencia en un modelo orgánico, donde ocurren interacciones que, a medida que transcurren, desembocan en un sentimiento no ideal, sino concreto, de equilibrio, armonía y estabilidad.

Luego de lo anterior, se demuestra la relación dada entre arte y democracia, para señalar que democracia no es una simple forma política, como se suele pensar, sino un conglomerado de organismos vivientes que viven sus propios proyectos al expresar su libertad individual. En sus palabras: "Lo esencial en la vida democrática es que los individuos encuentren las condiciones que les permitan ser aquello que ellos mismos, y de forma libre, han elegido ser" (219), por lo que hace eco al llamado de Dewey a crear las condiciones para el surgimiento y configuración de un individualismo definido y conformado por las mismas colectividades, que haga posible que los individuos construyan formas de expresión de su individualidad.

El escrito de Alejandro Tomasini explora lo que Wittgenstein tiene que decir sobre la experiencia estética y la obra de arte. Para ello, explica que el abordaje de Wittgenstein es analítico, y se ocupa de mostrar las aclaraciones conceptuales que el filósofo hace sobre juegos de lenguaje y formas de vida. Señala cómo Wittgenstein considera dos niveles del lenguaje, a saber: uno descriptivo y otro propiamente activo. El primero constituye una consecuencia de las posiciones asumidas en relación con la lógica y el lenguaje, en el que Wittgenstein se desentiende de todo lo que tenga que ver con la experiencia, puesto que se busca expurgar de todo contenido al lenguaje, en sí mismo neutral. En el plano activo se presume el status de la ética y la estética, en cuanto que el valor del mundo se expresa a través del acto, de la conducta, de la creación y del goce estético. Este plano es resultado de la aplicación de los juegos de lenguaje en la vida práctica. En seguida el autor señala la diferencia que existe entre un objeto estético y uno común, con lo que logra una muy detallada caracterización de lo que Wittgenstein entiende por estética. El enfoque aquí presentado muestra por qué la estética resulta ser un área de investigación particularmente fértil para los estudiosos de la obra del pensador austríaco, porque permite realzar el carácter sistemático de su pensamiento y constatar, como uno de sus más valiosos rasgos, una sorprendente congruencia en todo el corpus de su filosofía.

El escrito de Yebrail Castañeda pretende, como él mismo lo indica, visibilizar las relaciones entre la lógica y la estética -específicamente a partir de la noción de belleza- en el primer Wittgenstein. Para ello, establece las distinciones entre tipos de proposiciones y la singular relación que cada una de ellas guarda con la realidad. La estética no hace parte de ninguno de estos tipos, puesto que opera como condición del mundo. Por lo tanto, Castañeda considera necesario preguntarse por su sentido. Con este fin aborda las interpretaciones de distintos comentaristas a propósito de las proposiciones, puesto que pretende examinar si la estética es un objeto o un método o si detenta las dos naturalezas, con lo cual logra explicitar la relación entre lógica y estética. El texto culmina señalando que, por su naturaleza mística, la estética en Wittgenstein accede a las esferas de la intuición y el sentimiento, y, en virtud de su indecibilidad, permite contemplar la vitalidad existencial de la sensibilidad y del desasosiego, y cómo su argumento es la "mostración" de lo inexpresable.

El texto de Carlos Jiménez, titulado "La estética como praxis y la estética como discurso: aportes brandomianos", comienza presentando los presupuestos de la metafísica sobre la estética y la belleza, y lleva al lector por un recorrido histórico que, a manera de contexto, permite hacer claridad sobre la pregunta por lo bello. Es así como desde Grecia, pasando por Schiller hasta Baumgarten y Kant, vemos un catálogo de las distintas nociones que de lo estético, en relación con lo bello, han predominado en Occidente, para mostrar la distinción hecha entre sensibilidad y entendimiento, de modo que sea posible declarar la preeminencia de este último en virtud de su objeto, a saber, estructuras eternas e inmutables. Sin embargo, según el autor, el giro dado por la filosofía del siglo XX consigue la liberación del escollo metafísico y, en consecuencia, la realidad humana no tiene fundamentos absolutos que sean, por un lado, constantes históricamente y que, por otro, tengan validez universal; tales fundamentos solo pueden ser contingentes, históricos y temporales, con lo cual la belleza, esto es, la estética, constituye un resultado histórico y cultural.

Jiménez hace una reflexión sobre lo estético desde la perspectiva pragmatista de Brandom, no sin antes hacer un alto para mostrar sus raíces en la filosofía analítica de Wittgenstein. Dice que Brandom entiende las prácticas humanas como reconstrucciones conceptuales, si "se extraen de ellas las inferencias tácitas que conllevan" (283), lo que significa que lo estético, para Brandom, no son vivencias puras sin concepto ni sensibilidad inmediata y espontánea, ya que, por el contrario, "toda vivencia ocupa una posición en un espacio de afirmaciones inferencialmente articuladas" (295). De este modo, el neopragmatismo de Brandom, según Jiménez, permite comprender la praxis estética como una experiencia de la vida mediante la que el ser humano, suprimiendo los presupuestos metafísicos, se conecta sensiblemente con su entorno, con su realidad, la comprende, en la medida en que su formación sensible se lo permita y pueda, ante la pregunta por el significado, dar el paso, si es el caso, para hacerlo explícito conceptualmente.

Alberto Ramírez, en el texto "La creación divina como acto lingüístico", se propone abordar la tesis sobre la condición performativa del relato de la creación que la tradición judeocristiana recoge en la Biblia. Dura tarea, por cierto, en tiempos en los que el positivismo de la ciencia y el racionalismo definen lo que constituye una legítima pregunta a la luz de sus propias metodologías. Es por esta razón que, para darle vigencia a tan formidable empresa, se permite realizar la pregunta desde la teoría de los actos de habla de Austin, conjuntamente con la utilización de la performatividad y el uso autoimplicativo del lenguaje de Evans y el enfoque estético del pragmatismo estadounidense, particularmente en Dewey y Shusterman. Establece la necesidad de aclarar términos relacionados con la noción de creación y su relación con la perfomatividad del lenguaje, señalando categóricamente que la creación, desde el punto de vista bíblico, es una acción performativa, para dar paso a explorar la relación que podría existir entre esta concepción de creación y la estética.

Se escogen estas rutas, dado que la pretensión del texto es ubicar el relato de la creación en el terreno de lo lingüístico, analizarlo, no desde una perspectiva apriorística ni deductiva, sino enunciativa, y presentar, desde la estética pragmatista, las condiciones que permitan articular la estética de la creación como un relato performativo, puesto que, como Ramírez afirma, la estética pragmática salva la creación de una estética naturalista y se erige como una alternativa válida que, abriéndose camino entre las discusiones estériles entre creacionistas y evolucionistas, ve la creación divina no como un modo de "ser", sino como un modo de reconocer una experiencia y vivir una práctica.

Por último, "Hacia una estética analógica, desde el pragmatismo", de Mauricio Beuchot, aborda lo estético desde el concepto de arte, oponiendo el arte en su versión clásica como fuente de belleza a la lectura contemporánea que entiende el arte como lo impactante. Su propósito es indagar por aquellos que en la actualidad detentan aún el concepto de arte como bello y permitir, desde lo que él designa como hermenéutica analógica, una conexión entre la hermenéutica y el pragmatismo de Peirce. Distingue así entre filosofía del arte y estética, para hacer luego una breve descripción de los criterios que han permitido hablar de lo estético en las épocas clásica y contemporánea, haciendo alusión a lo bello, particularmente en Kant, Hegel, Nietzsche y los románticos, para llegar a las vanguardias artísticas, que constituyen una ruptura respecto de lo clásico y moderno en lo relativo a la interpretación. Es en este punto donde el autor plantea su propuesta de leer el arte desde la hermenéutica, para arribar a la pragmática del arte.

Como contribución al estudio de las corrientes analítica y pragmática en lengua española, el libro viene a ser un referente obligado para quienes se interesan por estas formas de hacer filosofía, así como para quienes se ocupan de la estética. Espero que su lectura sea un aliciente para el análisis y la discusión de estos temas en la comunicad académica. Es justo reconocer a la Universidad Pontificia Bolivariana por el apoyo en la publicación de la obra.

MARTHA PATIÑO BARRAGÁN
Decana académica - Universidad Santo Tomás - Bogotá - Colombia
marthapatino@usantotomas.edu.co