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Ideas y Valores

versión impresa ISSN 0120-0062

Ideas y Valores vol.64 no.159 Bogotá set./dic. 2015

https://doi.org/10.15446/ideasyvalores.v64n159.52962 

http://dx.doi.org/10.15446/ideasyvalores.v64n159.52962

Tell, María Belén. Tras la huella del testimonio. Estudio filosófico sobre los silenciosos alcances de la antropología hermenéutica de Paul Ricoeur. Salamanca: Servicio de Publicaciones Universidad Pontificia de Salamanca, 2015. 288 pp.

Este libro de María Belén Tell goza ya, en sus primeras páginas, de una recensión bastante profunda y sutil, de la mano del Prof. Dr. D. Francisco-Javier Herrero Hernández, quien prologa la obra con palabras y juicios que revelan el alcance de esta. Señala que:

[E]l contento que provoca [el] libro es por haber tomado en serio la labor filosófica de ir a las cosas mismas, en este caso, el esfuerzo de ir al problema radical del hombre, y quizá, o muy probablemente, hasta del mismo Dios como objeto principal de la investigación [...]. (20)

Consideramos que en estas pocas palabras quedaría concentrado, tal vez, el propósito perseguido en el presente texto.

El libro constituye el fruto de un hondo y concienzudo trabajo de investigación filosófica que, en sentido amplio, gira en torno a la controversia entre filosofía y fe, o entre razón, fe y antropología-religiosa; y, en sentido estricto, hace hincapié sobre "la ambigua relación, pero al tiempo fecunda, entre la filosofía y la fe en el pensamiento de Paul Ricoeur [...]" (26). En este sentido, son varios aspectos los que llaman la atención, dado que tal "vínculo" no se despliega de cualquier manera, sino que se pronuncia "en el centro mismo del desarrollo antropológico, [...] en el propio corazón de la antropología y hermenéutica del qui-soi" (26), o sea, del quién/sí mismo.

Antes de explayarnos de lleno en la metodología y estructura de la obra, cabe señalar que tres son sus rasgos más relevantes, a saber: a) el problema entre la fe y la filosofía en Ricoeur, problemática que se desenvuelve en el entre de las dos dimensiones de la antropología hermenéutica ricoeuriana, la filosófica y la bíblica, respectivamente; b) se reconoce que el propio dinamismo de la antropología del filósofo francés -y como ámbito privilegiado de encuentro entre razón, reflexión, religiosidad y fe- va dirigiendo la lectura hacia la exigencia de re-formular, en una renovada expresión, dicho recorrido ricoeuriano, llegando de este modo al esbozo final y decisivo de una inédita expresión, tanto en su sentido como en sus alcances; c) tal hermenéutica antropológica, redefinida en su significación, se postularía sagazmente como un puente posible que edifique las bases de una "antropología de la paz". Solo por estos tres elementos medulares, que se van concatenando de modo argumentado y armónico en el transcurso de los distintos capítulos, consideramos que estamos ante un texto que vale la pena leer y confrontar. Dicho con otras palabras, esta obra es un intento por devolverle a la reflexión filosófica su densidad existencial y su compromiso en primera persona.

El sendero que conduce o sigue el rastro de la "Huella del testimonio" oscila permanentemente en un "entre" de dos expresiones centrales, a las cuales Ricoeur echa mano en su antropología hermenéutica. Ellas son el acusativo en francés de "Heme aquí" (Me voici!) y el imperativo "Tú, ámame" (Toi, Aime-moi!), en cuya relación silenciosa se fraguan los posibles alcances de dicho estudio filosófico, yendo claramente -y varias veces confirmado por su autora- más allá de los objetivos y propósitos de Ricoeur, pero asegurando que este más allá no pierde ni un ápice de seriedad ni validez en su despliegue. Podría decirse, con otras palabras, que este tácito juego acontece en el entre de la filosofía y de la supra-filosofía, puesto que la exégesis bíblica le dona generosamente a la actividad filosófica, y sin perder su autonomía ni autenticidad, una serie de vocablos y expresiones que dan curso a un nuevo tipo de "pensar"; uno que se gesta en el cruce, en la amistad entre filosofía y fe bíblica respectivamente. En este sentido, se propone una "novedosa antropología" en el recorrido hermenéutico de Ricoeur, así como una curiosa, por calificarla de alguna manera, vinculación entre fe y filosofía.

Prosiguiendo con la estructura del texto, la obra está dividida en seis capítulos, de una densidad y envergadura que cabe mencionar. El primero presenta la correspondiente ubicación del tema/ problema en su marco teórico y estado de la cuestión filosófica actual, en el cual se destaca, por cierto, un riguroso y completo itinerario bibliográfico, dando cuenta al respecto de un tipo de abordaje inédito, audaz y creativo. En este capítulo, el tema a investigar queda ampliamente justificado, así como presentado el dilema entre los registros de fe y filosofía.

Una vez ubicada y fundamentada la cuestión a investigar, los capítulos segundo y tercero, de gran minuciosidad y análisis, muestran el desarrollo del soi-même a través de la filosofía de la voluntad y de la hermenéutica filosófica del quién propiamente tal, así como de su estructura fundamental originaria en tensión-mediación, comprendiendo a la obra completa del autor en armónica unidad y coherencia. En tales capítulos se abordan prolijamente distintas obras del filósofo, poniendo en evidencia, sobre todo en el tercer acápite, la tesis de que la palabra humana no constituye ni la última ni la primera palabra, puesto que el soi-même / me voici, en su "puro" despliegue filosófico, fenomenológico / hermenéutico, se ubica en el entre o en medio de otra palabra. Esta temática se profundiza en el capítulo cuarto, dado que aquí el eje central reside en la articulación de la antropología hermenéutica del autor francés, en su doble dimensión filosófica y bíblica, a través de un análisis pormenorizado del "órgano-en-relación" que define a la conciencia. Este capítulo es medular y consideramos que constituiría el punto de inflexión en el recorrido hermenéutico de la obra, ya que se muestra de forma aguda y original la continuidad de la problemática, pudiéndose corroborar así que el proyecto antropológico de Ricoeur conforma un todo consistente e integrado internamente.

El capítulo quinto presenta la llave maestra o clave de comprensión, según las propias palabras de la autora, porque permite visualizar la hondura del problema, que va del vínculo entre filosofía y fe, hasta la dialéctica entre "amor y justicia" respectivamente, dado que la dinámica entre la hermenéutica bíblica y la filosófica se ve consolidada por esta dialéctica entre una lógica racional propiamente dicha y otra sobreabundante y amorosa, en la que cada una no se des-configura en absoluto de su propia identidad. Tales dialécticas proceden en el entre de la "economía del don", asunto que conduce al lector al paulatino encuentro de los personajes-modelos de testimonio, que erigirán el centro de la concreción de dicha dialéctica entre amor y justicia, y entre fe y filosofía. Lo significativo, que se muestra de modo ingenioso y refinado, radica en la comprensión y el sentido que adquiere el "testimonio", dado, que solo gracias a esta categoría es posible contemplar y "resolver", si es que cabe esta expresión, la(s) controversia(s) o ambigüedad(es) sobre la(s) que se indaga en el transcurso de los apartados.

Ulteriormente, el sexto y último capítulo intenta denominar o re-definir dicho itinerario hermenéutico, arriesgando con harta perspicacia y cautela aquella novedad sigilosa perseguida en la antropología filosófica ricoeuriana. Dicha antropología hermenéutica, oscilante en el entre del me voici y el toi, aime moi! del amor y la justicia, entre la fe y la filosofía, quedará redefinida como una "antropología hermenéuticaexistencial fundamental relacional", con toda la hondura y alcance que dicha re-formulación reviste; dado que cada uno de sus términos fue rigurosa y fehacientemente argumentado en este capítulo, así como confrontado con otras posibles nomenclaturas, pero que no daban suficiente cuenta en sentido estricto de lo aquí evaluado y valorado.

El libro culmina con una serie de conclusiones y alcances, preanunciados en la introducción, y que se enuncian concisamente en seis afirmaciones finales que, de alguna manera, recuperan y resumen el despliegue meticulosamente trazado a través de cada capítulo, gracias a un serio y maduro ejercicio de examen crítico y meditación filosófica.

No quisiéramos, sin embargo, dejar de mencionar el breve excursus sobre "la labor del filósofo hoy", que antecede a las conclusiones finales, porque en él el testimonio se postula como un "nuevo pensamiento". En otros términos, ya no sería un "pensar sobre...", sino que la existencia del propio "testimonio" constituiría una nueva lógica, un "renovado pensar", un inédito modo de comprender y reflexionar filosóficamente, pero no separándolo del genuino compromiso con la existencia. Puesto que el testimonio, en cuanto que "prueba viviente de la convicción", es aquel quiensí mismo buscado y encontrado en cuanto realidad gnoseoepistemológica, antropológica, religiosa y existencial, en el vértice relacional entre lo racional y lo suprarracional, entre dos preguntas y dos respuestas que no se contraponen, entre el anhelo ético de la justicia y la opción y decisión metaética y definitiva por el amor, y en donde el "sentido" abordado fenomenológicohermenéuticamente se desplazó luego hacia un plus excedente, que solo en la realidad del amor halla su ulterior y radical significado y fundamento.

Más allá de la calidad investigativa de esta obra, el libro es un testimonio profesional en sí mismo; el de una filósofa que se atreve a mantener el rigor y autonomía de su disciplina, pero sin cerrarse a que las inspiraciones, las mociones y los horizontes puedan venir de otras fuentes. En este caso, de la palabra originaria, que tanto para el judaísmo como para el cristianismo ha dado y sigue dando tantos frutos y tantas luces.

PATRICIO MERINO BEAS
Instituto de Teología UCSC Concepción Chile /
CEBITEPAL Bogotá Colombia /
Universidad Santo Tomás - Bogotá - Colombia.
patriciomerino@usantotomas.edu.co pmerino@ucsc.cl