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Ideas y Valores

versión impresa ISSN 0120-0062

Ideas y Valores vol.64 no.159 Bogotá set./dic. 2015

https://doi.org/10.15446/ideasyvalores.v64n159.52976 

http://dx.doi.org/10.15446/ideasyvalores.v64n159.52976

Boyer, Amalia. "Cuerpos, imaginarios y potencias." Eidos 22 (2015): 13-34.

En el momento que empecé la lectura del artículo de Amalia Boyer, tuve la seguridad de que el texto giraría en torno a la presunta discusión entre el feminismo de la igualdad y el feminismo de la diferencia. Sin embargo, a medida que iba pasando las páginas comprendí que el asunto era mucho más rico y complejo. En efecto, como la autora promete en la introducción, se forma un entramado de conceptos relevantes para el feminismo y para la teoría política en general.

Amalia Boyer plantea que el feminismo está dividido en dos corrientes: la corriente de la igualdad y la de la diferencia. En ese momento pensé que si la razón de ser del artículo es aportar a la solución del conflicto entre estas dos vertientes del feminismo, no sería realmente relevante para las discusiones más importantes del feminismo en la actualidad, pues no creo que aquella sea una discusión vigente, y aun cuando lo fuera, no sería la responsable de una suerte de división del feminismo hoy en día. Decir que el feminismo se divide en esas dos grandes corrientes significa ocultar otras tendencias que se han desarrollado en los últimos tiempos, como el feminismo decolonial, el feminismo antirracista, el feminismo radical, el lesbofeminismo, el trasfeminismo, etc. Corrientes que, por una parte, no están en disputa entre sí, y, por otra, no tienen dentro de sus preocupaciones principales el asunto de la igualdad y la diferencia; de hecho, en lugar de discutir sobre igualdad o diferencia, lo hacen sobre la autonomía y la libertad, la institucionalidad, la imbricación de opresiones, entre otros temas. Las críticas de las feministas racializadas, de las lesbianas, de las no burguesas ni occidentales, la visibilidad de la intersexualidad y la transexualidad han desplazado la discusión del feminismo de la igualdad y la diferencia, criticándolo como eurocéntrico, institucional y, en algunos casos, colonial.

No obstante, a pesar de que creo que tal discusión entre el feminismo de la igualdad y la diferencia no es vigente, como parece que la autora afirma -y, en el caso de que lo sea, no conforma hoy un gran abismo−, sí me parecen relevantes los planteamientos del artículo en cuanto a la noción de cuerpo, concebido en relación de inmanencia con la mente, el cuerpo político y la conexión con los imaginarios. Una de las tesis más importantes del texto de Boyer es la no neutralidad de los cuerpos políticos; esta tesis pone en cuestión la creencia de que el cuerpo político liberal es neutral, y que cualquier persona podría situarse en cualquier lugar. Imaginemos un cuerpo humano -recordemos que el cuerpo político se erige en analogía con el cuerpo humano- que sea neutral, es decir, que no tenga ningún género sexual, y que tampoco tenga ninguna especificidad, ¿lo hemos logrado? No, porque no podemos abstraer un cuerpo humano no sexuado; es probable que el lector haya imaginado un cuerpo con características masculinas o, para ser más precisos, un cuerpo con determinaciones de lo que en el imaginario concebimos como masculino. Cuando la teoría política intentó hacer una analogía del cuerpo político con el cuerpo humano, este problema de la representación se trasladó hacia lo político. Así pues, el cuerpo político no es un cuerpo neutral, como se pretende afirmar, sino que es un cuerpo construido a partir de características masculinas, y los lugares que las personas ocupan en ese cuerpo están prestablecidos y corporizados. Esto quiere decir que la posición que una persona tiene en el cuerpo político está relacionada con su corporalidad; por esta razón no es indiferente que cuerpos de mujeres, de hombres y mujeres indígenas, negros, intersexuales -y todos los cuerpos no normativos- estén en posiciones desfavorables y, en la mayoría de casos, en posiciones opresivas, no solo en la estructura política estatal, sino en los imaginarios y en los discursos. Esta es una problemática muy importante que el artículo le plantea a la teoría política y al feminismo, porque, en la medida en que el corpus político tenga unas posiciones definidas, se perpetúan los lazos de opresión.

Lo anterior está ligado a los imaginarios, que, por supuesto, están socialmente construidos. Es aquí donde más relevancia tiene la filosofía de Spinoza, pues de su monismo se desprende que el cuerpo y la mente deben tener, en el fondo, una identidad. El cuerpo y la mente no se pueden concebir como entes separados e inconexos; por el contrario, "la razón, el deseo y el conocimiento están corporizados y dependen de un primer nivel de la complejidad de los afectos corporales" (Boyer 28). La organización política y social está ligada estrechamente a las pasiones y a la imaginación, y estas a los imaginarios (cf. Boyer 31). Aquí encontramos una conexión imaginarios-cuerpo-organización sociopolítica, reconociendo la corporización de los imaginarios y los efectos que esto tiene sobre lo social. En este sentido, el feminismo ha de hacer una genealogía de los imaginarios sexuales, y trabajar con ellos

y contra ellos para la reconstrucción del cuerpo político, y poder solucionar así la pregunta con la que Amalia Boyer cierra su artículo: ¿cómo traer a las mujeres plenamente al cuerpo civil? (cf. Boyer 33). Me surge la duda de si esa pregunta va dirigida a cómo las mujeres puedan tener una ciudadanía plena, y esto esté en relación con la cuestión estatal e institucional. Si es así, es probable que muchas corrientes de feminismos subalternos no quisieran solucionar tal pregunta, pues, como Amalia Boyer, encuentran en el corpus político posiciones prestablecidas que no buscan directamente reformar y en las cuales no quieren participar. De hecho, construyen identidades políticas que buscan la autonomía contra la estatalidad y la normatividad; estas perspectivas que superficialmente acabo de mencionar deben ser consideradas en las discusiones feministas, porque cuestionan, además, la necesidad misma de cuerpo político y de ciudadanía plena.

YOMARY CARRILLO TEQUIA
Estudiante de pregrado Universidad Nacional de Colombia - Bogotá - Colombia
ycarrillot@unal.edu.co