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Ideas y Valores

Print version ISSN 0120-0062

Ideas y Valores vol.65 no.160 Bogotá Jan./Apr. 2016

https://doi.org/10.15446/ideasyvalores.v65n160.53726 

http://dx.doi.org/10.15446/ideasyvalores.v65n160.53726

Wittgenstein, Ludwig. Escrito a máquina. Traducción, introducción y notas críticas de Jesús Padilla Gálvez. Madrid: Trotta, 2014. 694 pp.

En el 2014, la editorial Trotta publicó Escrito a máquina de Ludwig Wittgenstein, la traducción de Jesús Padilla Gálvez del texto que corresponde al escrito mecanografiado con la signatura ts 213 del catálogo de escritos de Wittgenstein, ubicado en los archivos de la Universidad de Cambridge. Este texto, titulado por sus albaceas literarios con el nombre de The Big Typescript –y al que el propio Wittgenstein llamaba Maschinenschrift o Typescript–, surge cuando, en 1929, Wittgenstein decide retornar a la actividad filosófica, tras su largo retiro luego de la finalización del Tractatus logico-philosophicus. Entre 1929 y 1934, Wittgenstein trabajó en la elaboración de una serie de textos mecanografiados, entre los cuales se encuentran las Observaciones filosóficas (1929-1930) y la Gramática filosófica (1931-1934). Anthony Kenny cuenta que, a partir de la elaboración de una serie de mecanogramas de sus notas manuscritas, Wittgenstein recortaba en fragmentos (Zettel) una copia de estos, de tal forma que pudiera reordenar y agrupar sus pensamientos en secciones. El texto conocido hoy en su traducción castellana como Escrito a máquina es, según Kenny, "una buena copia mecanografiada de esta ordenación que sigue las agrupaciones en capítulos y secciones" (56).

El Escrito a máquina está compuesto por ciento cuarenta secciones, divididas en diecinueve capítulos, y guarda un gran parecido con el contenido de la Gramática filosófica y, en menor medida, con muchas anotaciones de las Investigaciones filosóficas. A diferencia de los otros escritos de esta época, que conservan un carácter aforístico enfocado en observaciones, este texto se encuentra organizado de manera sistemática con una argumentación estructurada capitularmente. Los títulos de los diecinueve capítulos son: "Comprensión", "Significado", "Proposición. Sentido de la proposición", "La comprensión instantánea y la aplicación de la palabra tiempo", "Esencia del lenguaje", "Pensamiento. Pensar", "Gramática", "Intención e imagen", "Inferencia lógica", "Generalidad", "Expectativa. Deseo. Etc.", "Filosofía", "Fenomenología", "Idealismo, etc.", "Fundamentos de las matemáticas", "Sobre los números cardinales", "Prueba matemática", "Pruebas inductivas. Periodicidad" y "El infinito en las matemáticas. El punto de vista extensional". En 1969, G. H. von Wright escribió acerca de esta obra: "[…] en un sentido externo es, quizás, el escrito de Wittgenstein más acabado después del Tractatus" (cit. en Kenny 55). Así, los objetivos que persigue el Escrito a máquina son múltiples: por un lado, tiene la pretensión de marcar distancia con el pensamiento expresado en Tractatus logico-philosophicus y, por otro, fundamentar el núcleo conceptual de la obra tardía. En un primer momento, el Wittgenstein del Tractatus se regía por una concepción en la que se resolverían los problemas de la filosofía mediante el análisis lógico del lenguaje; en el contexto del Escrito a máquina, esto es, en lo que se conoce como el período transitorio, se gesta una transformación del modo en que deben entenderse los problemas filosóficos: la lógica es desplazada por el análisis gramatical del lenguaje, en la medida en que se hace énfasis en la multiplicidad de significados de las palabras.

En la sección "Significado" (55-88), Wittgenstein critica la perspectiva tractariana del lenguaje y toma como interlocutor a Agustín de Hipona. El Doctor Gratiae es el interlocutor perfecto, porque representa todo lo que el pensamiento que Wittgenstein quiere destruir: la idea de que el lenguaje se fundamenta en los nombres. En términos agustinianos, aprender un lenguaje equivale a aprender a nombrar las cosas. Wittgenstein observará que este pensamiento se basa en una concepción simple del lenguaje. Es simple porque solo da cuenta de una parte del lenguaje, que se encuentra conformada por las palabras que remiten a objetos (definición ostensiva). En opinión de Wittgenstein, conocer el significado de las palabras no es conocer el nombre de las cosas, sino que más bien consiste en observar cómo utilizamos la palabra: "[…] ¿cómo usas esa palabra, qué haces con ella?" (88). Este interrogante nos permite comprender que Wittgenstein no se encuentra interesado en la conformación de un lenguaje perfecto o ideal; su interés se enfoca en conocer cómo se usa una palabra para saber su significado, por lo que es posible interpretar el significado de las palabras de manera fluctuante. Este mismo criterio apunta a la idea fundamental del período tardío; a saber, que las palabras tienen más de un significado, por lo que se puede reemplazar una por otra. No obstante, con esto Wittgenstein no desestima totalmente la teoría agustiniana del significado, puesto que considera que es posible elucidar el significado de una palabra señalando a su objeto o portador.

Sin embargo, será enfático en manifestar que ni el portador ni el objeto son el significado de la palabra. Al preguntarnos por el significado de un vocablo, Wittgenstein considera que debemos remitirnos a lo que él denomina como la "explicación del significado", que consiste en asociar la palabra con determinados sentimientos, esto es, vivirla de un modo determinado. En esencia, el significado de una palabra refiere a la manera de enseñar cómo se usa dicha palabra.

La cuestión del significado es importante porque Wittgenstein toma esta teoría como fundamento para destruir los malentendidos que surgen en el lenguaje, particularmente en el ámbito filosófico que es, por naturaleza, fuente de confusiones. A partir de allí observará que las confusiones que se crean en el ámbito filosófico pueden resolverse a partir de la dilucidación del significado de las palabras.

Parte del armazón conceptual que sostiene las consideraciones acerca del lenguaje en el Escrito a máquina reside, de un modo esencial, en el tema de la gramática. Esta es el trasfondo por el cual Wittgenstein reemplaza la forma lógica de figuración. De esta manera, Wittgenstein se cuestiona: "¿Es la gramática, tal como uso la palabra, solo la descripción del manejo efectivo del lenguaje? ¿De modo que sus proposiciones solo se podrían entender cabalmente como proposiciones de una ciencia natural?" (399). Este cuestionamiento nos orienta en la manera como debe entenderse la gramática filosófica. Más allá de ser la que designa el orden de las palabras en la oración, la gramática filosófica destaca lo que es denominado como el "espíritu adecuado", que permite mirar las cuestiones filosóficas y vislumbrar su solución. Wittgenstein se pregunta por qué existe tanta dificultad para resolver los problemas de la filosofía, y la respuesta apunta a que la gramática filosófica se encuentra en conexión con la forma en que concebimos las cosas o, más puntualmente, con los "antiguos hábitos del pensamiento". La gramática implica la investigación de las reglas del uso de nuestro lenguaje. Ella orienta los usos de las palabras a partir de la descripción del funcionamiento cotidiano del lenguaje; por tal motivo, al hablar de "gramática filosófica" se pone especial acento en la forma adecuada de articular las expresiones. A este respecto, Wittgenstein plantea un ejemplo en el que menciona cómo debe colocarse el vagón de forma apropiada sobre los raíles para que pueda rodar correctamente (cf. 400). El énfasis en el lenguaje viene dado porque es este, y no otro medio, el que permite poner de manifiesto los erróneos procesos de pensamiento que desarrollamos en el ámbito filosófico. De lo que se trata es de vislumbrar el uso adecuado de las palabras que, claramente, no es el del lenguaje metafísico. Alejada de la idea de que las palabras tienen un significado único, la gramática filosófica se encarga de mostrar que las palabras tienen más de un significado (cf. 405-406).

El asunto de la gramática filosófica resulta interesante, porque brinda una mirada a la gestación de uno de los conceptos principales de la filosofía tardía de Wittgenstein presente en las Investigaciones filosóficas: la "regla" (Regel). La gramática se encuentra gobernada por "reglas", pero estas están adscritas a un tiempo determinado y a un lugar de aplicación; en última instancia, la gramática es un instrumento de representación. Una regla no es una orden, sino una sugerencia, una manera mediante la cual se deben conducir las cosas. Es en este ámbito donde cobra sentido manifestar que las reglas sirven como instrumentos de la gramática, instrumentos que permiten evitar las formas confusas de expresión. Estas nociones de "gramática" y "regla" son elementos fundamentales que harán parte de la teoría de los juegos de lenguaje (Sprachspielen). A modo de símil, quien usa un lenguaje siempre está participando en un juego de lenguaje, y quien lo hace se encuentra inserto en la dinámica de las reglas. Esto se vincula con la idea de que a Wittgenstein ya no le preocupa el significado exacto de las palabras, puesto que ya no se persigue la construcción de un lenguaje perfecto o ideal, en sentido tractariano. Su preocupación consiste ahora en examinar el lenguaje por sus reglas (cf. 278).

La sección denominada "Filosofía" (cf. 395-419) se encuentra alimentada por la dificultad que le es inherente, y por la búsqueda del método adecuado para esta. En esta sección, permanece la idea tractariana de que es en la filosofía donde se originan las confusiones lingüísticas que le proporcionan su carácter problemático. En este sentido, Wittgenstein sigue considerando que si la filosofía debiera tener alguna función, esta debe ser la de mostrar las analogías engañosas en el uso de nuestro lenguaje (como bien lo expresa en el título de la sección 87 del mismo texto). Así, la finalidad que persigue el Escrito a máquina, como lo resalta Jesús Padilla Gálvez en la introducción al texto, consiste en liberarse de las preocupaciones filosóficas (13). Esto se ampara bajo la suposición de que, al expresarnos sobre cuestiones filosóficas, somos engañados permanentemente, ya que introducimos erróneamente analogías que no corresponden. El énfasis wittgensteiniano recae sobre el hecho de que debemos tomar conciencia del desorden de nuestros conceptos. Ante este panorama, Wittgenstein concibe la filosofía de forma tradicional y de la manera en que "debería" ser.

El modo tradicional de entender la filosofía está relacionado con una especie de intranquilidad, una actividad atormentadora. Wittgenstein recrea algunos ejemplos para dar cuenta de la intranquilidad que producen los problemas filosóficos: son nudos de nuestro pensamiento, son cerraduras de cajas caudales, son confusiones.

Lo insólito de la intranquilidad filosófica y su solución podría parecer que es como el sufrimiento del asceta que mantiene levantado un pesado globo entre gemidos y al que un hombre le alivia al decirle: "Déjalo caer". Uno se pregunta: si esas proposiciones te intranquilizan, no sabes qué hacer con ellas, ¿por qué no las has dejado caer antes?, ¿qué es lo que te impedía hacerlo? Bien, creo que el falso sistema al que él pensaba que tenía que acomodarse, etc. (405-406)

La filosofía concebida de modo no tradicional –que es la propuesta implícita del propio Wittgenstein– consiste en que si ella misma ha de tener alguna misión, esta sea precisamente la de traer paz a los pensamientos, siguiendo los ejemplos propuestos en el libro: encontrar la palabra o número que abra la caja, desatar nudos, eliminar las confusiones. Esta forma de concebir la actividad filosófica significa que esta es una manera de ver las cosas en el lenguaje, y se demuestra cuando podemos ver que las palabras no tienen un significado unívoco, sino que, contrariamente, encontramos diversos significados a una expresión. Para Wittgenstein, el método correcto en filosofía es "el descubrimiento auténtico es el que me hace capaz de dejar de filosofar cuando quiero" (416).

La solución para desatar nudos no es mágica, lleva un arduo trabajo, aunque el resultado ha de ser simple (cf. 410). Este es precisamente el trabajo de la gramática filosófica: poder ver con claridad que las palabras no son exclusivas, o univocas, y que existen diversos significados para una palabra. No obstante, esto no significa utilizar arbitrariamente las palabras basándonos en que una expresión tiene múltiples significados. La presunción es lograr encontrar, dentro del contexto, el significado preciso de la palabra que le corresponde: "el vagón debe colocarse sobre los raíles precisamente así, para que, a continuación, pueda rodar correctamente" (400).

(La mayoría de los hombres, cuando quieren embarcarse en una investigación filosófica, hacen como aquel que busca, extraordinariamente nervioso, un objeto en una tienda. Tira papeles fuera de la tienda –lo que busca puede estar entre ellos–, hojea apresurada y descuidadamente los restantes. Arroja de nuevo algunos de la tienda, los entremezcla, etc. Entonces se le puede decir: Alto, si buscas así, no puedo ayudarte a buscar. Primero, tienes que tranquilizarte y empezar a buscar metódicamente una cosa tras otras; en ese caso estoy dispuesto a buscar contigo y a regirme por ti en el método). (417)

Una de las peculiaridades del Escrito a máquina es que muestra de forma clara el interés wittgensteiniano por el tema de la fenomenología. Ya en algunas notas de las conversaciones con Moritz Schlick y Friedrich Waismann, Wittgenstein había esbozado algunas ideas sobre su concepción de la fenomenología, así como al mismo tiempo había dirigido algunas críticas a Husserl, Mach y Hertz. En esta ocasión, Wittgenstein agrupa, bajo el título de "Fenomenología" (cf. 421-458), seis secciones que tratan, a rasgos generales, de la idea de la fenomenología como gramática, el tema del espacio visual, el problema de los colores y una teoría acerca de ellos, titulada Minima Visibilia. La sección titulada "Fenomenología es gramática" contiene la que puede ser considerada como la idea central de su visión fenomenológica. Para Wittgenstein, la esencia de la fenomenología reside en tres aspectos intrínsecamente vinculados, que desembocan en la construcción del "lenguaje fenomenológico": en primer lugar, la investigación de las reglas de uso de nuestro lenguaje; en segundo lugar, el conocimiento de las reglas; y en tercer y último lugar, su representación perspicua (übersichtliche Darstellung) (cf. 423). De manera que hay una evidente vinculación de la fenomenología con la gramática, hasta el punto de aseverar que son equiparables, dando fiel cuenta del título de la sección. Además de la relación que establece entre fenomenología y gramática, Wittgenstein acerca a ambas con las explicaciones de la física: "Lo que Mach denomina un experimento mental no es naturalmente ningún experimento. En el fondo es una consideración gramatical" (426).

Esta noción gramatical largamente esbozada, de que una palabra tiene usos diversos, es el fundamento para cumplir los dos objetivos principales que se proponía Wittgenstein en el Escrito a máquina: derrumbar, mediante una crítica, las concepciones simplistas del lenguaje y construir una teoría adecuada que lo explique. La concepción que implica que el significado de una palabra no es unívoco, sino fluctuante, pone un cimiento a una serie de consideraciones posteriores acerca del lenguaje. Un ejemplo de ello se encuentra plasmado en las Investigaciones filosóficas, en la muy conocida frase: "El significado de una palabra es su uso en el lenguaje" (2004 61).

La importancia de este texto, recien traducido al castellano, reside en que hace parte del período de transición entre el Tractatus y las Investigaciones –sus dos obras más conocidas– y, por lo tanto, puede concebirse como un texto bisagra. Uno de los elementos que hacen más que interesante y necesaria la lectura del Escrito a máquina es que, a partir del fecundo periodo de producción literaria tras su regreso a la filosofía en 1929, se comienzan a evidenciar en la filosofía wittgensteniana muchos avances que muestran una postura enfática de distanciamiento hacia gran parte de los pensamientos expresados en su obra temprana, y, al mismo tiempo, se muestra la gestacion de muchas consideraciones que serán una fuente para su pensamiento tardío. Ahora bien, esta reseña extiende la invitación a la lectura del Escrito a máquina, en el caso de que lo que se pretenda sea emprender una interpretación adecuada de la obra wittgensteiniana en torno a la evolución de su pensamiento, o si lo que se quiere es, simplemente, llevar a cabo un primer acercamiento a la filosofía de este autor. Ahora, si no se es un asiduo estudioso de la filosofía wittgensteiniana, pero se está interesado en temas como los de la fundamentación de las matemáticas, la inferencia lógica o la gramática, entre tantos otros, resulta interesante la profundidad con la que Wittgenstein llega a tocar muchos de los problemas abordados. Desde las diferentes perspectivas, esta excelente traducción de Jesús Padilla Gálvez resulta ser un texto interesante, y el objetivo que persigue esta reseña es invitar a la lectura de tan apasionante obra filosófica.


Bibliografía

Kenny, A. El legado de Wittgenstein. Trad. José A. Robles. Ciudad de México: Siglo XXI, 1990.         [ Links ]

Waismann, F. Wittgenstein y el Círculo de Viena. Ed. Brian F. McGuinnes. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica, 1973.         [ Links ]

Wittgenstein, L. Investigaciones filosóficas. Trad. Alfonso García Suárez y Ulises Moulines. Barcelona: Crítica; UNAM, 2004.         [ Links ]


Margareth Mejía Génez
Doctorando en Filosofía Universidad de Guanajuato -Guanajuato - México
m.mejiagenez@ugto.mx

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