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Ideas y Valores

Print version ISSN 0120-0062

Ideas y Valores vol.65 no.161 Bogotá May/Aug. 2016

https://doi.org/10.15446/ideasyvalores.v65n161.57468 

http://dx.doi.org/10.15446/ideasyvalores.v65n161.57468

Suárez Tomé, Danila. "De otro modo de comprender más allá de lo humano en el Zaratustra de Nietzsche." Revista de humanidades 30 (2014): 29-53.

En este interesante artículo, Suárez Tomé ofrece una lectura distinta de Así habló Zaratustra (az), donde reinterpreta el valor de la animalidad como condición para la comprensión del eterno retorno. Esta lectura, que privilegia la noción de cuerpo y la considera central en el argumento, es el resultado de un análisis según el estilo mismo de la obra de Nietzsche, estilo que, de acuerdo con la autora, pone de manifiesto una nueva concepción "más allá" de lo humano.

Sería válido preguntar desde ahora si Nietzsche nos ha dado la suficiente evidencia para entender la animalidad como una categoría que colinda y por ello es distinta e incluso opuesta a lo humano, o si, por el contrario, Nietzsche, así como la autora, se vale de este plano tradicional para "transvalorar" el sentido de estas nociones de lo animal y lo humano. ¿Concibe Nietzsche la "animalidad"? En efecto, este autor ha trazado la línea del hombre como un medio para el superhombre, lo que nos podría inducir a pensar que así como la humanidad es ocaso, la animalidad fue su amanecer: "El hombre es una cuerda tendida entre el animal y el superhombre" (az, Prólogo de Zaratustra).

Suárez acierta al mantener como primera premisa la superación de la "binariedad" de la metafísica, superación auspiciada por Nietzsche a través de una nueva concepción del cuerpo, para luego dirigirse al cuerpo mismo del Zaratustra, donde su estilo cobra protagonismo. Con todo, si la autora plantea una lectura que reclama una comprensión de la animalidad proyectada más allá de lo humano, resulta confuso para este propósito tomar partido por alguna de las interpretaciones ya puestas sobre la mesa: por un lado, la de Nietzsche, donde el cuerpo es central y la animalidad parece surgir como metáfora; y, por otro, la concepción tradicional que plantea la animalidad como una condición prehumana. Esto es confuso, pues fuera de la crítica de Nietzsche al uso y concepción de lo humano, él no parece sin más abandonar el propósito que precisamente lo lleva a la crítica: lo humano.

Suárez realiza el examen de dos tipologías de lo humano: "el último hombre" y "el hombre superior". Ambas solo hacen evidente el carácter que exige algo como el superhombre. Esta "revelación" del Zaratustra toma vida incluso fuera del papel. Este es el punto sobresaliente del trabajo de Suárez, pues propone una lectura orgánica, es decir, viviente, del Zaratustra en el momento en que el transito al superhombre y el sustento del eterno retorno solo es accesible a la corporalidad, que está en la base del estilo nietzscheano. Los oídos dignos de escuchar a Zaratustra son los de aquellos a los que la corporalidad se les ha manifestado como sentido de la vida.

Concuerdo en que la experiencia corporal deba ser el camino en la comprensión del eterno retorno. Citando a la autora:

El pensamiento del eterno retorno se presenta como una experiencia que ha de ser vivenciada y, por eso mismo, no puede ser meramente representada a través de la palabra: existe un resto de experiencia que no puede ser codificado por el lenguaje interpretativo. (45)

Y sin reparos convengo también en que: "[...] la superación de lo humano en Nietzsche puede referir más bien a un más acá del hombre antes que a un más allá de él" (46). No obstante, a partir de lo que sigue sobre este punto tomo distancia de Suárez, ya que si este es el grado de comprensión del eterno retorno en la vida, la animalidad, tal y como lo expone la autora, pierde validez a falta de esta comprensión. A continuación explico por qué:

La autora hábilmente equipara la noción de animalidad con la noción de cuerpo que Nietzsche, en efecto, desarrolla en el Zaratustra. Cito a Suárez:

Podríamos interpretar, pensando en la gran razón que es el cuerpo y que puede sentir el ritmo del pensamiento nietzscheano, que la búsqueda del oído del "lector" a través del ritmo poético es la búsqueda de una comprensión más instintiva, más al ras de la tierra, en definitiva, más animal. (46).

Y es justamente aquí donde todas mis inquietudes convergen en una sola reticencia: el concepto de animalidad y su correspondiente uso por parte de la autora solo surge como par o semejante a la noción de cuerpo, que sí posee una efectiva apreciación por parte de Nietzsche. Siendo aún gris, la animalidad reposa impasible tras las fachadas de los sentidos y la música, a los que la autora acude para metaforizar el estilo del Zaratustra. Con todo, no veo inconvenientes en una comprensión de carácter performativo del eterno retorno a través del estilo "musical" del Zaratustra. Ya de por sí es valioso que la autora presente como propuesta una superación de la lógica discursiva a la hora de leer a Nietzsche. Sin embargo, así como en otro momento rehusamos el valor conceptual que la tradición ha dado a la animalidad y lo humano, dichos conceptos, y hablo específicamente de la animalidad, no pueden subsistir como receptáculos de nuevos contenidos o sentidos.

Que Nietzsche haya encontrado en el cuerpo "una gran razón" que "no dice yo, pero hace yo" y que dicha razón "hable del sentido de la tierra" (cf. az, "De los transmundanos") no supone una reivindicación del cuerpo tras años de desprecio por parte de la tradición, sino que significa, por lo demás, el comienzo de una comprensión de la vida viviendo como el cuerpo.

El uso del concepto de "animalidad" difiere entre la autora y Nietzsche. Inicialmente en el hecho de que Nietzsche no se ha referido a la "animalidad", sino al "animal" del que comienza el tránsito al superhombre. Pero hecha a un lado esta nimiedad, Suárez valora como "animal" la experiencia que Nietzsche, a mi manera de ver, aprecia como verdaderamente "humana", y esta no es otra que la experiencia del cuerpo. Cito a Suárez:

Encontramos en la obra [Así habló Zaratustra] una invocación a una comprensión que no involucra la representación, el lenguaje y el concepto, y que, en cuanto se opone a una apelación a una trascendencia mística, intenta mancomunar al entendimiento humano con la intraducibilidad de una experiencia inmanente, corporal y terrenal: animal. (48)

Considero que el cuerpo es el despertar de lo humano para Nietzsche y que, aun más que la genealogía de los valores, exige nuevas maneras de comprensión. Tanto la animalidad como el cuerpo son nociones que merecen ser pensadas sin su contraparte habitual, de suerte que ellas mismas revelen sentidos enriquecedores aún para la vida.

Así como ahora nos aventuramos a pensar el cuerpo y la animalidad superando la barrera de la negatividad que ejercen los conceptos de alma y humanidad, heredados de una tradición cuya lógica es exclusivamente binaria, de la misma manera debemos pensar el cuerpo y la animalidad superando la barrera de la proximidad que ambas nociones innegablemente poseen. Pues comprender una noción (cuerpo) no nos permite asimilar inevitablemente la otra (animalidad). Solo así pareciera que una "transvaloración de todos los valores" sería posible y, junto a ella, otro modo de comprender lo humano.


Bibliografía

Nietzsche, F. Así Habló Zaratustra (az).Trad. Andrés Sánchez Pascual. Madrid: Alianza, 2013.         [ Links ]


Carlos Felipe Díaz Sterling
Estudiante pregrado Universidad Nacional de Colombia Bogotá - Colombia
cfdiazs@unal.edu.co

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