SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.68 número169NOTAS PARA UNA CARACTERIZACIÓN DEL FASCISMOACERCA DE LA NORMATIVIDAD DEL AMOR Y EL ALCANCE UNIVERSAL DEL AMOR AL PRÓJIMO EN HUSSERL índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • En proceso de indezaciónCitado por Google
  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO
  • En proceso de indezaciónSimilares en Google

Compartir


Ideas y Valores

versión impresa ISSN 0120-0062

Ideas y Valores vol.68 no.169 Bogotá ene./abr. 2019

https://doi.org/10.15446/ideasyvalores.v68n169.62461 

Artículos

EL UNIVERSO ESPIRITUAL HUMANO EN LOS TEXTOS DE JOSÉ MARTÍ DE LA OPINIÓN NACIONAL

THE HUMAN SPIRITUAL WORLD IN JOSÉ MARTÍ’S TEXTS PUBLISHED IN LA OPINIÓN NACIONAL

FREDDY VARONA DOMÍNGUEZ* 

* Universidad de la Habana - Habana - Cuba. fvarona@cepes.uh.cu


RESUMEN

Ante la urgencia de atender a los problemas cuya solución no es solo material, el universo espiritual humano se presenta como una categoría central. Al conjugar lo racional y lo afectivo, se delimita su esencia, asimismo se despliega una reflexión teórica y se revela su presencia en el pensamiento de José Martí. Se estudian sus escritos de 1881-1882 en el diario caraqueño La Opinión Nacional, hasta ahora poco analizados, para mostrar la relación dialéctica en la visión unitaria e integradora, así como sus consideraciones sobre el universo espiritual humano.

Palabras clave: J. Martí; afectividad; lo racional; universo espiritual

ABSTRACT

The human spiritual world is a central category in view of the pressing need to address problems whose solution cannot be merely material. The objective of the article is to show how the rational and the affective are combined in José Martí's conception of spiritual world, through a theoretical reflection that defines its essence. To that effect, it studies Martí's writings published between 1881 and 1882 in the Caracas newspaper, La Opinión Nacional. The analysis of these texts, which have been little studied to date, makes it possible to reveal the dialectical relation underlying Martí's unitary and integrating vision, as well as his considerations regarding the human spiritual world.

Keywords: J. Martí; affectivity; the rational; spiritual world

Introducción

Entre los temas que más han preocupado a los diversos estudiosos a lo largo de la historia de la humanidad está la esencia del ser humano y con ella, sus cualidades y la solución de sus problemas. Hoy, cuando la segunda década del siglo XXI está por pasar a la historia, con tantos y novedosos adelantos científicos y tecnológicos podría pensarse que estos asuntos teóricos han perdido actualidad y que la tarea por hacer consiste en aprovechar esos adelantos e incrementarlos, por cuanto con ellos se develará, cada vez con mayor profundidad, los enigmas de dicha esencia, aumentará la calidad de la vida humana en todos los sentidos, con lo cual serán mayores y mejores sus cualidades y en la misma medida se satisfarán las necesidades y se resolverán los problemas. Pero no es así. Esta afirmación puede argumentarse con ejemplos de muchos países, incluso de los del llamado Primer Mundo, como España, donde el pueblo en los años más recientes ha mostrado que tiene una gran cantidad de insatisfacciones (cf.Llopis 2016 413) -entre ellas no haber logrado una educación verdaderamente inclusiva (cf Santos 2016 147)- lo cual se evidenció en las protestas sociales que comenzaron a desplegarse en 2011 (cf Morán 2016 13-22). Ahora bien, cuando se trata de países menos desarrollados, los problemas son más notables, entre los cuales sobresalen -por solo mencionar algunos- la falta de inversión en programas de calidad en la educación y la salud, así como en el incremento y la diversificación de las oportunidades de los jóvenes (cf Castillo 2016 10-19) para que su desarrollo se eleve a niveles superiores, sea multifacético y cada vez más pleno.

El desarrollo humano íntegro y armónico es un reto perenne de la humanidad y una faena cada vez más complicada, difícil y compleja, no solo porque abarca al ser humano en su integridad, sino también porque los individuos y la sociedad llevan continuamente sus desempeños a niveles superiores y sin parar, ponen ante sí metas más elevadas. Hoy, a mediados de la segunda década del siglo XXI, es un desafío el incremento y la diversificación de los conocimientos, así como la formación y despliegue de valores, sobre todo morales y estéticos. Pero este quehacer quedaría incompleto si se circunscribiera a lo racional y no se incluyera lo afectivo; no se puede perder de vista la importancia de los sentimientos, de la educación de los mismos y del fortalecimiento de la sensibilidad, tanto de los hombres, como de las mujeres (Varona 2016 111-128). En la conjugación de lo racional y lo afectivo está la llave del enriquecimiento espiritual humano, el cual no debe limitarse a la religión.

En cada época histórica, según sus características, ha existido interés por el incremento de la riqueza espiritual; los tiempos que corren no son la excepción. Con este afán actualmente hay muchos hombres y mujeres, cada uno con sus especificidades, pero de ellos sobresalen los educadores -entiéndase no solo maestros y profesores, sino todas las personas que realizan labores educativas, como los periodistas, los médicos y los estudiosos de las más disímiles especialidades-. De este quehacer puede escribirse un listado de ejemplos de una extensión gigantesca; algunos de ellos son los relacionados con la belleza, el arte y la estética (cf Errázuriz 2016 317-323), el amor a la pareja y la sexualidad -son destacables los cambios que han tenido lugar en esta esfera desde finales del siglo xx, así como las expectativas que se fundamentan en ellos (cf Fernández 2004 22-24; Lardellier 78-80; López 2017 121-123), todo lo cual se relaciona, de una manera u otra, con el enriquecimiento espiritual humano-, el cuidado de la salud (cf Teixeira, 2014 120-126), la disminución de la atención a las cosas materiales como vía para fortalecer y ampliar la felicidad (López- Casquete 2018 1-9) y la incentivación del amor y la solidaridad (cf Ortega 2016 464-465). Por otro lado, el interés por el universo espiritual se ha diversificado; una evidencia son las consideraciones en torno a la inteligencia emocional (cf Goleman 2008) y a la que algunos autores llaman inteligencia espiritual (cf Arias y Lemos 2015 80; Pérez 2016 64-67), entre cuyos rasgos están la capacidad de flexibilidad, el autoconocimiento y la capacidad de inspirarse en ideas y valores.

La gran atención al enriquecimiento espiritual denota su importancia y actualidad, que se debe no solo a que sea un tema llamativo, sino a que muchos estudiosos aprehenden la urgencia de atenderlo con esmero, entre otras causas, porque se observa a simple vista -no únicamente en las nuevas generaciones- que las tecnologías de la informatización y las comunicaciones con su amplia y creciente utilización no conducen automáticamente al incremento de dicha riqueza y que este exige un trabajo consciente, al cual se le debe brindar un interés especial. Esta es una faena difícil que debe emprenderse con una mirada múltiple e integradora para que en la búsqueda de soluciones y en su empleo se aprovechen todas las posibilidades al alcance; además, en su realización es imprescindible una mente flexible y abierta a la creatividad.

Sobre esa base metodológica, en el presente artículo se emplea la categoría universo espiritual humano para hacer referencia al sistema formado por las capacidades humanas racional y afectiva, con los resultados de cada una y las relaciones mutuas. Se recurre a una vía poseedora de grandes potencialidades para enriquecer dicho universo, que está al alcance de todos los interesados: el estudio y la difusión del pensamiento de quienes reflexionaron acerca de este tema o lo expusieron de algún modo en sus textos e incitaron a tenerlo en consideración y darle mayor importancia; en este caso está el pensador y patriota cubano José Martí (1853-1895).

Si bien es cierto que Martí no hizo nunca empleo de dicha categoría, está de manera implícita en muchas consideraciones suyas, sobre todo en las que se relacionan con su concepción acerca del ser humano, que expone con el empleo de la categoría filosófica hombre en una gran cantidad de escritos, entre los cuales están los que envía al periódico caraqueño La Opinión Nacional. Estos están recogidos en varios tomos de sus Obras completas y son numerosos, a tal extremo, que de unirse en un solo libro, este pudiera llegar a tener una gran dimensión. En ellos trata disímiles asuntos: política, arte, literatura, ciencia, religión, entre otros.

Los textos de José Martí publicados en dicho periódico constituyen el marco bibliográfico de este artículo. Su selección se debe a que en la bibliografía acerca de su pensamiento no sobresalen los estudios donde hayan sido tomados como objeto específico de investigación científica y mucho menos que se hayan realizado con este tema. De tal modo, el presente trabajo es novedoso y contribuye a profundizar el conocimiento del ideario martiano.

Debido a que:

la cuestión no es reflexionar sobre algo, sino pensar algo que implique sumergirnos en la profundidad, no con el objetivo de permanecer allí en un estado meramente contemplativo, sino para abrir caminos, trayectos en el bosque, que nos capaciten en función de la solución de determinadas problemáticas. (Díaz 31)

el presente trabajo tiene como propósitos mostrar la relación dialéctica entre la visión unitaria e integradora de José Martí y sus consideraciones acerca del universo espiritual humano y, simultáneamente, destacar la vigencia de las mismas.

Con este estudio no se pretende ir al siglo XIX en busca de respuestas a las inquietudes actuales, sino hallar criterios y vías que puedan tenerse en cuenta e incluso principios teóricos o metodológicos que hoy puedan ser útiles.

Además de los textos de José Martí publicados en el periódico La Opinión Nacional, también constituyen fuentes bibliográficas obras de reconocidos estudiosos del pensamiento martiano, así como de especialistas en los temas tratados y en otros afines.

Desarrollo

José Martí, pensador latinoamericanista y Apóstol de la independencia de Cuba, llega por primera vez a la ciudad de Nueva York el 3 de enero de 1880. Ese día inicia una etapa de su vida, que despliega en los Estados Unidos de América y que se extiende hasta 1895, poco tiempo antes de su caída en combate. Este período está matizado por su quehacer periodístico y diplomático, el cual se entrelaza con su actividad cimera: la de patriota, independentista y revolucionario, que crece de modo sostenido en el país norteño acompañada en todo momento por sus dotes de pensador y poeta, afrontando los obstáculos que la vida pone en su camino. A esta caracterización se le han de añadir otros rasgos importantes de esta etapa de su vida: la maduración de su pensamiento, sobre todo político y ético, la consolidación de sus bases filosóficas (con mayor fuerza en cuanto a la visión unitaria e integradora y la concepción de los seres humanos) y el incremento de su obra escrita con artículos, discursos, ensayos, crónicas, cartas, en una cantidad y calidad asombrosas.

En ese periodo tiene lugar la participación de Martí en el La Opinión Nacional, que comienza en junio de 1881 y culmina en julio de 1882, cuando decide suspender sus envíos al periódico porque le exigían que se pronunciara a favor del dictador que entonces gobernaba Venezuela, Antonio Guzmán Blanco (1829-1899), presidente de la república en 18701877, 1879-1884 y 1886-1887. Al respecto, Martí le comenta a su amigo Manuel Mercado, en una carta (que escribe en Nueva York con fecha del 13 de noviembre, al parecer de 1884), que su decisión se debió a que era "condición para continuar aquella labor que consintiese en alabar en ella las abominaciones de Guzmán Blanco" (Martí 1991x 78).

Los trabajos que Martí publica en La Opinión Nacional en su mayoría son cartas que dirige al director del periódico, aunque realmente son crónicas que forman un volumen de gran dimensión. En ellas puede hallarse, junto a sucesos que tuvieron algún tipo de repercusión social, consideraciones sobre política, arte, literatura, religión y filosofía. Esto se debe a que los grandes pensadores atienden con el mayor esmero el medio sociocultural en el que desarrollan su vida, pero también la obra intelectual que le ha antecedido, sobre todo de la que son herederos, y el caso de Martí lo confirma. A su vez, no es superfluo enfatizar que "las fascinantes cartas de Martí equivalen a sus discursos más íntimos (más conversados, más conmovedores). Y si ellas están estructuralmente emparentadas con sus discursos, no lo están menos con muchos de sus trabajos periodísticos, escritos en forma de cartas" (Fernández 2014 159).

Al parecer, el primer texto que escribe para La Opinión Nacional es uno que trata sobre el homenaje al escritor español Pedro Calderón de la Barca por el bicentenario de su muerte; no tiene fecha completa, solo el año 1881 (cf Martí 199m 109), pero como ese suceso aconteció el 25 de mayo de 1681, seguramente lo escribió a finales de mayo de 1881; además, hay otro texto suyo sobre el mismo tema con fecha 23 de junio de 1881 (cf Martí 199m 120), que parece ser una continuación del ya mencionado. Ninguno de los dos es una carta propiamente dicha, sino narraciones detalladas. El último texto que publica en este periódico -criterio que se apoya en la fecha- data de julio de 1882, es un artículo y lleva por título Darwin ha muerto (cf. Martí 1991v 371-380).

En los escritos que envía a La Opinión Nacional, casi siempre describe con lujos de detalles y gran carga poética acontecimientos que entonces fueron llamativos, y no los abstrae del marco donde tuvieron lugar, sino que los observa en estrechas relaciones; además, no pocas veces destaca con énfasis el contexto. En este sentido sobresalen la sociedad y la cultura de los Estados Unidos y Europa, de las cuales Martí expone diversos rasgos, matizados por opiniones suyas. Es llamativo que, aun cuando este pensador centra su atención en esos lugares, no pierde de vista a latinoamérica; no pocas veces está presente de alguna forma, como cuando habla de la Exposición Internacional de Atlanta de 1881, que caracteriza como un festín de conciliación, porque los Estados del sur y los del norte se iban a unir para aprovechar los "vastos mercados en su frontera como los de México y los del resto de la América Latina" (Martí 1991f 79), y subraya que en sólida unidad interna, el vecino del norte iba a transformarse en un poderoso país industrial.

Además de las características anteriores, es propio de estos textos la presentación de rasgos, muchas veces descritos pormenorizadamente, de los hombres y las mujeres que participan en los acontecimientos que son objeto de su atención; pero de ellos lo que sobresalta son las cualidades racionales y afectivas, que observa en nexos con todo lo otro que incluye en sus narraciones. Explícita o implícitamente, las palabras de Martí portan sus consideraciones acerca del universo espiritual humano y, más aún, expresan el suyo.

Universo espiritual humano. Una puntualización teórica

En este trabajo se entiende el universo espiritual humano como una categoría filosófica que hace referencia al sistema formado por la razón y la afectividad como capacidades humanas, con sus resultados, relaciones mutuas y vínculos con las necesidades, los intereses y fines. El adjetivo "humano" se emplea para destacar que no se hace alusión a una existencia suprahumana o que tiene lugar al margen de las personas, antes bien, este universo existe en cada humano y en sus diversas relaciones, por lo cual no tiene que ver estrictamente con lo individual o lo social, sino con su conjugación, que es lo humano.

La capacidad racional se tiene en cuenta en tanto producción de ideas, su transmisión, consumo, transformación, conservación y con ello, sus resultados: teorías, ideologías, ideales, aspiraciones, creencias, valores y la imaginación con sus elaboraciones, así como los nexos entre todos estos aspectos, tanto en el quehacer cotidiano, como en el nivel superior de especialización y profesionalización, que se alcanza en la filosofía, la ética, la estética, la ciencia, la religión, la política, la economía, las leyes jurídicas, el arte, la literatura, la educación.

La afectividad se entiende como un sistema constituido por las emociones, los sentimientos y las pasiones, en la diversidad de sus manifestaciones individuales, su trascendencia a los planos sociales y sus nexos mutuos.

El componente racional del universo espiritual humano: la producción espiritual

Una de las características fundamentales de los humanos es que con su actividad práctico-material, sobre todo la productiva, transforman la naturaleza, producen objetos y simultáneamente se transforman a sí mismos, lo que significa que se producen como seres humanos, es decir, se humanizan.

La producción tiene un carácter marcadamente social, por eso, cuando se emplea este concepto por lo general se piensa en la sociedad o en grupos sociales, pero también puede verse en el plano individual; además, no se trata solo de creación, ya que en ella forman parte también otros momentos; uno de ellos es el consumo. Este se observa, primeramente, en el proceso de producción, en el uso de las facultades humanas que intervienen en dicho proceso, así como de los medios de producción y la materia prima. Pero, a su vez, en el mismo proceso de consumo hay producción de fuerzas y capacidades humanas; de tal modo, la relación entre consumo y producción no es de yuxtaposición ni de etapas o traspaso, sino de unidad dialéctica (cf Zardoya 109).

No solo se produce objetos materiales y, de hecho, no existe únicamente la producción material; también se producen ideas y, de este modo, es legítimo hablar de la producción espiritual, que abarca la capacidad racional humana, sus resultados y relaciones; su núcleo y esencia son las ideas. Los humanos son quienes las producen, asumen, desarrollan, difunden, defienden y eliminan.

Con las ideas toman forma y consistencia las teorías, las ideologías, los ideales, las aspiraciones, las creencias, los valores y se despliega la imaginación, que no siempre es una aprehensión errada ni una elaboración mental falsa, aunque en ella la fantasía puede estar presente y de un modo verdaderamente significativo.

La producción espiritual tiene lugar en la actividad de los humanos, siempre está mediada por la práctica, con el concurso de su cuerpo, de todas sus capacidades y del lenguaje. Se realiza no solo en ideas, sino también en objetos corpóreos, y expresa las necesidades, los intereses y los fines concretos de los humanos en sus relaciones. De tal manera, sus diversos modos son "momentos de la producción general de la vida social" (Vila 194) y no es simplemente el reflejo de la vida de cada pueblo, sino "su propia vida, por eso la historia espiritual es también la historia de su desarrollo socioeconómico constatada de una manera específica" (Tolstig 154).

Debido al crecimiento de la capacidad productiva humana y a la diferenciación social existen dos grandes áreas opuestas, pero esencialmente vinculadas entre sí: la producción material y la producción espiritual. Esta especialización no impide que ambas estén presentes en toda actividad humana. La consolidación de dicha división condujo a la formación de un grupo humano dedicado profesionalmente a la producción espiritual: los intelectuales. Pero también producen ideas y nociones quienes se dedican al trabajo "estrictamente material", aun cuando en su caso no es una forma específica de producción; esta producción la realizan los humanos en todo el quehacer productivo y reproductivo de su vida cotidiana (cf Zardoya 2009 115-116).

Los productores espirituales se organizan en determinadas profesiones, de acuerdo con las exigencias de la sociedad, que crea y oficializa formas para el trabajo de dichos profesionales, entre quienes se establecen lazos que pueden ser de unidad o lucha, de fortalecimiento o debilitamiento. Dichos profesionales están encargados tanto de producir como de propiciar el consumo; establecen nexos entre sí y con los otros miembros de la sociedad, de manera especial con las clases dominantes que, por lo general, financian su trabajo.

Amerita destacar dos aspectos. Uno es que los consumidores no son un elemento pasivo, tienen sus exigencias y desde ellas influyen en el proceso de producción espiritual. El otro consiste en que las áreas de la producción espiritual no están determinadas mecánica y automáticamente por la totalidad social, ni por la producción material.

Vale destacar que cada área de la producción espiritual tiene una independencia relativa con respecto a las restantes formas sociales, puede contraponerse a ellas, al movimiento integral de la sociedad en una época histórica, así como a la lógica objetiva y necesaria de su desarrollo (cf Zardoya 121). Asimismo amerita subrayar que es inconsistente la intención opuesta: absolutizar la independencia de la actividad espiritual con respecto al proceso real de la vida humana.

La afectividad. Algunas precisiones teóricas

Cuando se habla de la afectividad se tienen en cuenta, como componentes suyos, los sentimientos, las emociones y las pasiones. La palabra sentimiento aparece en la filosofía francesa del siglo xvii y con ella Descartes designa estados mentales ligados a las necesidades del organismo: el hambre, la sed o el dolor; los concibe como confusos, pasivos y dentro de la categoría de pasiones (cf. Maisonneuve 2).

En dicho siglo se forman distintas concepciones acerca de los sentimientos: por ejemplo, la metafísica, procedente de Pascal, según la cual son intuitivos y se asocian a los valores espirituales; la psicofisiológica, procedente de Malebranche, que los concibe como un estado irracional que traduce la reacción del sujeto a su medio y se acompaña de modificaciones corporales; la intelectualista, procedente de Leibniz, que tiende a concebirlos como una forma confusa de inteligencia (cf. Maisonneuve 5).

En el siglo xviii es mayor la preocupación por exaltar los méritos de los sentimientos que por esclarecer su esencia (cf. Maisonneuve 6); J. J. Rousseau es uno de los autores que los destaca (Rousseau 168). En el xix y principios del siglo xx varios filósofos enriquecen la teoría dedicada a los sentimientos, profundizan en sus formas y con frecuencia los fijan en la esfera de la sensibilidad; entre ellos está Víctor Cousin, quien delimita las facultades del alma en: sensibilidad, inteligencia y voluntad. Esta división, que fue "popularizada por los manuales de enseñanza, tiene el grave inconveniente de mutilar la realidad psíquica, señalando una autonomía ilusoria de las tres facciones" (Maisonneuve 6).

Según J. Maisonneuve, la mayoría de los psicólogos de la primera mitad del siglo XX se interesó por los sentimientos y tomó partido por su naturaleza mental o por su origen orgánico y, junto con ello, se pronunciaron en torno a la esencia de los estados afectivos en dos direcciones: la intelectualista (se derivan del conocimiento) y la psicológica (pueden existir fuera de la inteligencia, tienen su raíz en los instintos); apunta además que en ningún caso se reparaba en su autonomía.

Ese mismo autor acota que durante la primera mitad del siglo xx se solía identificar las palabras sentimiento, emoción, estados afectivos y afecto. Él, con la intención de delimitar el contenido de cada una, llega a considerar lo afectivo como el estadio interno del yo con sus tonalidades agradables y desagradables, opuesto a lo racional y a lo voluntario (cf Maisonneuve 1953 7-9) y sugiere que el vocablo emoción se emplee para las formas más explosivas de lo afectivo y el de sentimiento para las serenas (cf Maisonneuve 1953 23).

Con propósitos similares, también en la vigésima centuria, otro autor, el estadunidense Daniel Goleman (2008 9-20) señala que lo afectivo es una categoría general, más amplia que las demás y que las incluye; además, que el estado afectivo perdura más que las emociones, pero es menos intenso que ellas.

Una interpretación de la afectividad, para que sea moderada, debe evitar que se determine en los sentimientos la función de lo corporal y lo espiritual, que no se reduzca uno al otro y que se conciba "el conjunto alma-cuerpo como unidad vivida, una de cuyas funciones es la afectividad" (Maisonneuve 1953 13). A su vez, que se considere que los sentimientos "así como dependen de factores causales y modificadores, también ejercen ellos causalidades o modificaciones en los demás contenidos psíquicos del Yo" (Laburu 35) y que no se olvide que "lo humano se constituye en el entrelazamiento de lo emocional con lo racional" (Maturana 8).

Visión unitaria e integradora de José Martí. Lo racional y lo afectivo

La visión unitaria e integradora de José Martí puede hallarse en textos anteriores a los que difunde en La Opinión Nacional. Un momento importante puede encontrarse en sus "Juicios de filosofía" (que, al parecer, datan de 1877, cuando era profesor en Guatemala), donde asegura que el buen método filosófico para evaluar al ser humano consistía en tomarlo "en todas las manifestaciones de su ser; y no deja en la observación por secundario y desdeñable lo que, siendo tal vez por su confusa y difícil esencia primaria, no le es dado fácilmente observar" (Martí 1991W 364). Este modo de ver, que es su método de aprehensión filosófica (cf Varona 2011 50), puede hallarse posteriormente, por ejemplo, en 1887, cuando sentencia: "Para conocer a un pueblo se le ha de estudiar en todos sus aspectos y expresiones: ¡en sus elementos, en sus tendencias, en sus apóstoles, en sus poetas y en sus bandidos!" (Martí 1991a 51).

Su aprehensión unitaria e integradora condiciona que su concepción acerca del ser humano no sea fragmentada (aunque no desestima a los individuos ni sus especificidades) y mucho menos prefigurada, pues de ella no se ausenta en ningún momento la sociedad como sistema formado por grupos humanos, sus instituciones y las múltiples relaciones entre todos ellos. Este método está expuesto en más de un texto de los que publica en La Opinión Nacional. Hay dos ejemplos elocuentes, uno es un escrito que data del 24 de diciembre de 1881 acerca del dramaturgo francés Victorien Sardou (1831-1908); el otro tiene como fecha 19 de mayo de 1882 y es un comentario sobre el ensayista y poeta estadunidense Ralph Waldo Emerson (1803-1882).

En el primero de esos trabajos, Martí expone implícitamente su concepción unitaria e integradora acerca del ser humano al decir que Sardou en sus tramas gustaba cautivar, deleitar, lastimar, sorprender, pero no cuidaba, tanto como debiera, poner en los caracteres de sus personajes savia humana. Sobre él afirma: "Copia rasgos de seres, no seres durables e íntegros [...] no evoca en la sombra una criatura completa [...]. No son sus personajes criaturas propias, que van pensando y sintiendo por sí mismas" (Martí 1991k 253).

En el escrito dedicado a Emerson destaca una serie de ideas del pensador norteamericano que asimila y emplea en diversos textos, no solo en los que publica en el periódico de marras; algunas de ellas son las siguientes: "hay una unidad central en los hechos, en los pensamientos, y en las acciones"(Martí 1991n 24); "son una la verdad: que es la hermosura en el juicio; la bondad, que es la hermosura en los afectos; y la mera belleza, que es la hermosura en el arte" (id 25); "el Universo, con ser múltiple, es uno"; "el Universo es siervo y rey el ser humano" (id 26); "todas las verdades morales y físicas se contienen unas y otras, y están en cada una todas las demás" (id 29).

En el texto dedicado a la muerte del científico británico Charles Robert DarWin (1809-1882), que publica en julio de 1882, alrededor de dos meses después del que dedica a Emerson, asevera: "La vida es doble. Yerra quien estudia la vida simple" (Martí 1991v 373) y se alarma porque que el científico inglés "no ve el ser humano en lo que tiene de compuesto (cf id. 379). Estas ideas son similares a las anteriores, aunque en cierta medida, diferentes; la similitud, esencial, radica en la oposición a la visión simplificadora y en el reconocimiento de la visión que integra.

No ha de asombrar que opine que "el genio incompleto, el genio mental, el genio que tiene las alas en la frente, pero que no tiene los pies en el corazón, centellea y deslumbra y deja la tierra lóbrega" (Martí 1991q 425), es decir, que los humanos están incompletos si carecen de uno de esos dos aspectos, los cuales deben ser vistos en unidad y mucho más aún: de modo conjugado. Sobre esa base reconoce la importancia del Congreso de americanistas celebrado en Madrid en 1881, porque se reunían las personas "ya por ese natural amor del espíritu humano a lo pasado, ya porque el conocimiento de lo pasado hace seguras y conformes a razón las leyes que han de gobernar lo porvenir" (Martí 1991d 100).

La visión unitaria e integradora está presente cuando afirma que en la poesía puede haber verdad, lo que se expresa de un modo específico, pues ella, asegura, tiene varios estados: "En forma de precepto da la verdad, el raciocinio filosófico. En forma de imagen da la verdad, la poesía" (Martí 1991s 268). Desde esta perspectiva, unos meses antes había observado la virtud. De ella había dicho que era para él es una especie de resumen de lo mejor de todo lo humano, por eso había afirmado: "¡La virtud es un hada benéfica: ilumina los corazones por donde pasa: da a la mente las fuerzas del genio! (Martí 1991i 134). Aparte de que pueda entenderse que la virtud era para él una fuerza externa, a la manera platónica, que por ende obra desde el exterior, lo sobresaliente en su mirada es la potencia impulsora que encuentra en ella y, más aún, su énfasis en el hecho de enfilar esta característica hacia la creatividad.

Sobre la base de esa concepción, Martí afirma que el corazón tiene "sus caudales y perecen en su palacio de oro, como el rey Midas, los pueblos que dejan morir estas puras riquezas. Sentir es ser fuerte" (1991g 88), y destaca su presencia en las personas, como en el filántropo, inventor e industrial estadunidense Peter Cooper (cf. Martí 1991m 47) y Giuseppe Garibaldi (1807-1882), líder de la lucha por la unificación e independencia de Italia; a este último Martí lo caracteriza por poseer un corazón vasto y ardiente, capaz de sentir el dolor y la alegría de su pueblo, por lo que de él se podría despreciar un extravío intelectual o un exceso irreflexivo de bondad (cf. 1991d 100).

Es necesario destacar que la visión unitaria e integradora le permite a Martí observar en conjugación los dos componentes del universo espiritual humano: el racional y el afectivo, pero que esta posición no impide que le preste atención a cada uno de ellos de manera específica.

En el marco de lo racional, no solo atiende la producción espiritual en cuanto que producción de ideas, sino también en cuanto al pensamiento de hombres y mujeres. Así, en septiembre de 1881, cuando exalta la oratoria de Léon Gambetta (1838-1882), abogado y político francés que desempeñó un importante papel en la proclamación de la III República, Martí lo hace no solo por el modo de pronunciar su discurso, sino por la grandeza de su pensamiento (cf. 1991b 46).

Subraya la inteligencia en varias personas (cf. 1991d 79, 1991r 449), pero lo llamativo es que destaca su empleo, sobre todo, cuando es en-noblecedor (cf Martí 1991r 449), porque "¡como si fuera algo más la inteligencia que el deber de emplearla dignamente!" (id. 458). Y esto actualmente tiene una extraordinaria vigencia, sobre todo en cuanto a las guerras, pues puede intentarse su decrecimiento e incluso su erradicación, con razonamientos centrados en el mejoramiento humano y no en las ganancias y la avaricia. Por eso elogia la política encaminada a "hacer en lo posible de la inteligencia, no un derecho a la holganza sino el deber de su aplicación" (1991d 95) y condena a quien "quería hacer instrumento de la razón, el instrumento del espanto" (1991i 235). No ha de extrañar que se oponga a quienes pretendía "expulsar de sus cátedras a los profesores que enseñan el modo de usar con dignidad y utilidad nuestra libre razón" (id. 258).

En el pensamiento de Martí no están ausentes la imaginación y la fantasía, pero en los textos que se estudian en este artículo no abundan las reflexiones en torno a ellas. Ahora bien, de la primera dice que es "águila, y vuela" (Martí 1991o 341) y, con la fuerza y velocidad propia de esa ave, la enlaza a la política, que es fruto de la razón (cf. Martí 1991t 499). Martí entiende la imaginación como una facultad humana que representa las imágenes de las cosas reales o ideales y, sobre todo, como la facilidad para formar ideas nuevas y emprender proyectos nuevos, y no como una aprehensión falsa, irrealizable. Estos rasgos ni siquiera los atribuye Martí categóricamente a la fantasía, de la cual da a entender que la capta como un grado superior de invención humana racional, más que como despliegue de lo irreal y ficticio. De la fantasía sale a relucir la relación que este autor establece entre ella, la razón y las emociones, porque en los hechos emocionales también está la razón, que se hace notar en que la lógica no excluye la fantasía, porque esta "tiene su lógica" (Martí 1991j 276).

La importancia que Martí le brinda a la afectividad sale a relucir sobre todo en sus vínculos con el amor. Con respecto a este hay dos aspectos de gran importancia. Por un lado, que considera como suprema la palabra amor (cf. Martí 1991q 425) y, por otro, que le impregna al vocablo corazón el rango de categoría para referir la afectividad y lo hace preservando la carga poética que aquel suele poseer.

No espera que el amor siempre aparezca del lado favorable o positivo, también puede surgir de la desgracia, que concibe como necesaria y reparadora cuando esta "despierta en los corazones que la presencian nobles impulsos de aliviarla" (Martí 1991e 199), porque en tales situaciones "el dolor alimenta, el dolor purifica, el dolor nutre" (id. 221). Nuestro autor considera que "llorar es bueno. Cuando no mueve a más, mueve a tener compasión de los que lloran. Hacer llorar es mejorar" (Martí 1991j 276). De ahí que opine que "no han de ser los dramas cantos de lira, ni mostrador de ingenio, sino escenas potentes y desgarradoras, donde se vea, en sus simas y en sus cumbres, el corazón humano" (Martí 1991o 360).

El calor humano es una de las características que Martí destaca con mayor fuerza, por ejemplo, del poeta Josiah Holland, cuando enfatiza que los "versos [de este literato] brotan hechos de una hora real de dolor, de fe o de amor" (1991f 73-74). Martí encuentra que los teatros son un marco propicio para estimular la parte afectiva humana; un ejemplo de ello es el teatro parisién Ambigú, que caracteriza como el sitio teatral "del drama de emociones, donde va el corazón a ser sacudido, y no la mente a ser regocijada" (Martí 1991j 274), porque abundaban en él las pasiones vehementes. A propósito de estas, vale acotar que en los textos de Martí que aquí se estudian no abundan las referencias a ellas y cuando lo hace, por ejemplo, al hablar de las parcialidades democráticas de España, este pensador señala que hay que saber dominarlas cuando son negativas (cf. 1991t 499).

El amor, para Martí, es más de lo que puede ser en sí, pues, además de su grandeza, es para él un motivo para sentir orgullo de la condición de humano.

José Martí y el universo espiritual humano

La producción. Su importancia en el ideario martiano

En varios textos de La Opinión Nacional, Martí deja ver la importancia que para él tiene la producción. Este pensador no pocas veces muestra que le dispensa bastante atención a las situaciones económicas y políticas que tienen lugar en Europa en torno a la industria y sus productos (cf. Martí 1991i 230, 1991t 505); pero lo que más destaca de la producción es el beneficio que puede proporcionarle a los humanos y aquí es donde halla su valor más elevado (cf. Martí 1991t 504). En correspondencia, Martí admira a los hombres creadores, quienes, en su opinión, constituyen lo más alto, porque "rehacen sin cansancio las fortalezas que echan en tierra los hombres destructores" (1991m 47).

La creatividad es uno de los rasgos de importancia y presencia en el ideal humano de José Martí, junto con el amor, la inteligencia, la posesión de conocimientos y el interés por aumentarlos, la autodeterminación y la valentía (cf González 178). Esto se debe, en gran medida, a que es una aspiración suya que "el hombre se reconociese en sus creaciones más sublimes para que inyectara impulsos superiores que le hicieran alcanzar nuevos planos de excelencia" (Guadarrama 225). Fue continua su insistencia en la potencialidad cognoscitiva de los humanos y en su capacidad transformadora.

En los textos objetos de estudio, el punto de partida de las reflexiones de su autor es la sociedad y la cultura, predominantemente las de Europa y los Estados Unidos de Norteamérica, desde ellas, simultáneamente, desarrolla su concepción del ser humano y abre sus ideas acerca del universo espiritual humano, que en ambos casos despliega en nexos con el trabajo, lo que no debe extrañar cuando se trata de alguien que piensa que "en el sofá de cada hombre ocioso se sienta Mefistófeles" (1991p 391).

En estos textos se puede hallar el respeto que Martí siente por el trabajo y por quienes lo realizan; hay varias muestras elocuentes, como cuando, en octubre de 1881, dice: "Cada cual, al morir, enseña al cielo su obra acabada, su libro escrito, su arado luciente, la espiga que segó, el árbol que sembró. Son los derechos al descanso: ¡triste el que muere sin haber hecho obra!" (1991f 63); o como cuando asegura que lo que necesitaba España era "una época de gloria del trabajo, gobierno de la razón libre y provecho legítimo de todos los hombres trabajadores" (1991d 94); así mismo, esta posición es palpable cuando comenta los logros del dueño de una cadena de restaurantes de Nueva York, de quien enfatiza la modestia, la tenacidad, la honradez, su origen humilde, su constancia, por lo que destaca que resplandecía "en toda su figura la dignidad hermosa del trabajo" (id. 43).

Una muestra más la expone al asegurar que en Nueva York esa era "la época serena: la de la glorificación y triunfo del trabajo" (1991d 45) porque se observaban centenares de trabajadores construyendo; y corona su comentario exclamando: "¡qué himno mejor ha cantado a Dios el hombre!" (ibd).

En su aprehensión de la producción no solo determina lo racional; también cumple un papel destacado lo afectivo. Esto se puede observar en uno de sus textos de enero de 1882, cuando expone el alto precio que le otorga a la belleza en la producción, sobre todo cuando destaca el papel de las artes industriales en la vida cotidiana (cf.Martí 1991k 303). Martí observa la valía de dicha cualidad en toda la vida humana: "¡Los hombres serán hermanos en cuanto que los reúna la común contemplación de las obras hermosas!" (1991p 391). En torno a estas palabras, hoy se puede y se debe meditar mucho; no siempre se piensa, en la medida necesaria, en el precio que tiene la belleza para enriquecer el universo espiritual humano, y en el papel que tal enriquecimiento juega en el desarrollo de la sociedad, el cual no está dado únicamente por los bienes materiales que se lleguen a poseer.

La producción espiritual y los conocimientos en el pensamiento martiano

Los conocimientos y los adelantos que los humanos van logrando con todas sus facultades constituyen la muestra más elocuente de la producción espiritual, incluido el consumo de productos espirituales. De ella, Martí destaca su grandeza:

El hombre, fatigado de preguntar a lo desconocido la causa de su vida y el objeto de sus dolores, concentra en la tierra todo su poder de estudio, y saca de ella fuerzas con que alumbrarse en sus entrañas, destruir los gérmenes impuros e imitar al cielo. (1991d 45)

Entre los pilares que fundan el pensamiento de Martí está el optimismo epistemológico de la ilustración, cuya influencia es notoria en algunos criterios, puntos de vista y aspiraciones. Así, por ejemplo, esta influencia es palpable en la importancia que Martí les adjudica a los conocimientos en el crecimiento humano y a la necesidad de aumentarlos continuamente, así como en su ideal de república democrática y, entre muchos más, la atención acuciosa a los derechos y libertades humanos.

En la concepción acerca del ser humano que despliega Martí, el aumento de los conocimientos juega un papel destacable, pero de modo libre y en provecho de la humanidad; por ello, reconoce los méritos de las instituciones donde se explicaban las letras y las ciencias, sin las trabas de las escuelas de antaño y, así mismo, estima altamente "la cruzada de Madrid contra la ignorancia" (1991u 120).

Considera que leer es una vía imprescindible para aumentar el saber. Este autor exterioriza su respeto por quienes dedican su tiempo a ello cuando comenta las lecturas públicas que se realizaban durante el invierno en Nueva York, donde era notable la variedad de materias que se trataba. Su comentario se debió a que consideraba que dichas lecturas eran un modo honesto de vivir que se le proporcionaba a la gente de letras y porque los concurrentes sacaban provecho, abundante y agradable (cf.Martí 1991d 47).

En correspondencia con lo anterior, Martí asevera que la lectura

estimula, enciende, aviva, y es como soplo de aire fresco sobre la hoguera resguardada, que se lleva las cenizas y deja al aire el fuego. Se lee lo grande, y si se es capaz de lo grandioso, se queda en mayor capacidad de ser grande. (1991n 21)

Actualmente, en medio de tantos adelantos tecnológicos, no parece que crezca el deseo de leer y sobre todo el gusto, el placer, por la lectura. En Cuba se ha hecho común y frecuente que muchas personas compren libros, sobre todo en el marco de la Feria Internacional del Libro, pero resulta llamativo que en las aulas de las universidades no abunden los estudiantes que muestren avidez por la lectura y mucho menos vicio; y este comentario no se apoya solo en la literatura artística, sino también en el uso de la bibliografía de la especialidad que estudian. De tal modo, hace falta retomar las ideas de Martí acerca de esta temática, no para repetirlas mecánicamente, sino para pensar en ellas y desde ellas.

En el ámbito de los conocimientos, cabe destacar que para Martí una de las mayores conquistas de la modernidad es que el hombre ha llegado a "ser mano y no masa; ser jinete y no corcel; ser su rey y su sacerdote; regirse por sí propio" (1991c 58). El reconocimiento de la fuerza y poderío del ser humano lo enlaza con el presente y el futuro, como cuando Martí sentencia que "el hombre debe tener siempre en alto las bridas de sí mismo: no abandonarlas" (1991j 165). Este dominio se lo proporciona en gran medida el saber, que Martí subraya en Emerson, quien "se sumergió en la naturaleza, y surgió de ella radiante. Se sintió hombre, y Dios, por serlo" (1991n 20); a su vez, de él elogia su dominio de la lengua, porque "el lenguaje es obra del hombre, y el hombre no ha de ser esclavo del lenguaje (cf. id. 22).

Hay un aspecto que Martí expone, aunque no con mucho ímpetu, a pesar de su importancia y de que desde el siglo xix despertó la atención de pensadores, especialmente latinoamericanos: la identidad cultural, "pues la independencia de América tuvo como consecuencia, entre otras muchas, la necesidad de la autonomía cultural de España, por medio de la afirmación de lo propio" (Ocampo 206).

Los conocimientos y el modo de asimilarlos no son ajenos a la identidad cultural; Martí lo nota y lo hace saber, como cuando apunta que "se retiene mejor lo que se ha oído brotar coloreado y palpitante de labios amigos, que lo que se lee en pálidos libros de tierras extranjeras" (1991d 47). La identidad cultural latinoamericana

no es una abstracción metafísica, ni una actitud sicológica: es una realidad colectiva [...], América Latina posee una identidad de este tipo porque en ella convive una sociedad que sobre sus diferencias ha sido capaz de construir una cultura que le es propia. (Chandía 17)

Lo anterior el patriota y pensador cubano lo capta racional y afectivamente.

La identidad cultural Martí también nota en el modo de expresarse y en las fiestas. Dice de Henry Ward Beecher que, al hablar, muestra que "ve las cosas con ojo americano" y "oírlo es dar con la clave en este país extraño, que tiene de infantil y de maravilloso, y en igual grado lo repulsivo y lo atrayente" (Martí 1991g 99). Con respecto a las festividades, destaca las diferencias entre las dos Américas:

No son las Christmas del yanqui como las Pascuas del hidalgo. [...] Las Christmas son las fiestas del dar y del recibir; de hacer donativos al pariente pobre; de ostentar sobra de dinero [...] de enviar, con ramos de flores, artísticas tarjetas de dibujos pascuales. (Martí 1991k 201)

Las partes del universo espiritual humano

En los textos objeto de estudio, las partes del universo espiritual humano a las que mayor atención le brinda Martí son el arte, la literatura, la ciencia, la religión y la política. Martí observa en estrecha relación el arte y la literatura; de esta apunta que no basta con que muestre los males humanos, sino que ha de brindar soluciones (cf. 1991p 389-390). En cuanto a las obras de arte, su mirada unitaria e integradora y su condición de amante de la justicia social lo conduce a que note la desproporción que existe entre el gran reconocimiento social que se le ofrece a la pintura y la escultura y el que se les da a las obras dramáticas; desde esta posición, pide que se reconozca la grandeza de cada una (cf. Martí 1991k 303).

No ha de perderse de vista que Martí escribe estos textos para que sean leídos en América Latina; así, los comentarios sobre el quehacer intelectual de París con sus bibliotecas, en las cuales hay jóvenes entregados al estudio, y sus talleres de pintura, donde algunas muchachas copian los lienzos de Murillo y de Rembrandt (cf Martí 199Ü 320), son en verdad una incitación a seguir su ejemplo, que no es copiarlo, sino desarrollar la creatividad que tantas veces subraya y admira.

Su mirada unitaria e integradora lo lleva a captar la obra humana con su grandeza y en la amplitud de las relaciones, característica que se hace notar cuando atiende a las obras de arte y la estética, como uno de los aspectos más significativos del universo espiritual humano (cf. Martí 1991l 222). Aquí sobresale lo que destaca del poeta Oscar Wilde (1854-1900). A partir del libro de versos de Wilde, dice que lo que descuella de este y del movimiento estético es el deseo de

que el hombre se dé más al cultivo de lo que tiene de divino, y menos al cultivo de lo que le sobra de humano. Quiere que el trabajo sea alimento, y no modo enfermizo y agitado de ganar fortuna. Quiere que vaya la vida encaminada, más a hacer oro para la mente, que para las arcas [...] Quiere que el arte sea un culto, para que lo sea la virtud. (Martí 1991l 222-223)

Como para recalcar el sentido humano que le confiere a la producción espiritual, expresa que en cuanto a la política, la idea fecunda se debe al estudio de sus necesidades y al aumento de sus bienes y derechos; sobre esta base, asegura que con esas intenciones se iba a crear en Francia el Ministerio de Bellas Artes, donde es "el arte rama creadora de tal riqueza de producción, amén del elevado pensamiento de ir preparando durables formas artísticas al ideal nuevo" (1991i 229).

Con su mirada unitaria e integradora, Martí aprehende en su amplitud otras partes del universo espiritual humano, como la ciencia. De esta recalca el desarrollo que había alcanzado y los beneficios que ya reportaba (cf. Martí 1991p 398), así reconoce el precio de la obra del químico e historiador estadounidense John William Draper (1811-1882), centrada en las investigaciones en fotoquímica, que le dieron fama mundial (cf. Martí 1991l 226); a su vez nota los cambios que sobre su base deben desarrollarse, incluida la moral y la religión, porque cambian las creencias y se fortalece el dominio humano sobre sí mismo (cf. Martí 1991p 398).

Para Martí, lo racional no es lo único consustancial de la ciencia, esta "y las letras doman las pasiones que engendra la política. Tiempo es ya de que el afecto reemplace en la ley del mundo al odio" (1991d 82). Esta afirmación tiene una vigencia y utilidad extraordinaria en el siglo xxi. No bastan los adelantos de la ciencia y la tecnología, que evidencia la grandeza humana, si los humanos refuerzan solo su parte racional y, tal vez sea lo peor, si dedican sus sentimientos a hechos y acciones que no contribuyen al mejoramiento humano o, más malo aún, si dichos adelantos terminan por convertirlo en un ser frívolo, calculador e insensible.

La parte religiosa del universo espiritual humano captura también la atención de Martí. Puede pensarse que en este aspecto deben sobresalir los nexos afectivos y, ciertamente, aquí se destacan en los vínculos entre el amor y la fidelidad (cf Martí 1991k 205), pero, en todo caso, en este plano no se ausenta lo racional, que reluce cuando Martí comenta la presencia de la política en el ámbito religioso, por ejemplo, en las preocupaciones de León XIII (Papa de 1878 a 1903) por modernizar la Iglesia (cf 1991g 193) y mejorar su sede (cf 1991l 336), así como las acciones de la monarquía española para fortalecer el catolicismo (cf. id. 328).

Uno de los rasgos básicos de Martí es que es un luchador político y, así mismo, un estudioso de la política, de las teorías en torno a ella y de sus cultivadores, pero, sobre esta base, deja correr su espíritu creativo, que trae como resultados sentencias con alto valor conceptual, definiciones con profunda carga racional y apariencia poética que actúan con gran velocidad, primeramente, sobre los sentimientos y, luego, sobre la razón. No hay capacidad humana que quede impasible ante el pensamiento de José Martí, no solo por la veracidad de sus consideraciones o por la justeza de sus ideales, sino también porque cada palmo de su ideario lleva su afectividad y, así, porta al hombre entero que acapara la integridad humana de quien lo recibe.

Los hechos políticos son uno de los aspectos de la sociedad que más llaman la atención de Martí y que destaca en su pensamiento; pero también las ideas políticas, acerca de las cuales tiene opiniones, entre ellas, que las considera

el arte de inventar un recurso a cada nuevo recurso de los contrarios, de convertir los reveses en fortuna; de adecuarse al momento presente, sin que la adecuación cueste el sacrificio, o la merma importante del ideal que se persigue. (1991c 60)

Si Martí concibe la política como un arte, también la comprende como una ciencia, pero una especial, porque "pocas ciencias requieren tanto arte y mesura y estudio y buen gusto como ella" (1991j 268).

Claro está que en la política no basta ni lo racional ni lo afectivo; por el contrario, es imprescindible la conjugación de ambas dimensiones y esto es algo que Martí subraya. Sobre esta base, Martí ve la política como fuerza para caer sobre el enemigo y vencerlo, pero también para construir y reconstruir, porque "en política, es crimen derribar lo que no se puede reconstruir" (1991t 496). Nuestro autor muestra admiración por los hombres sinceros y modestos y mucho más por los que tienen "el orgullo de su humildad, que es el único orgullo saludable" (Martí 1991h 109), y no oculta su desprecio por quienes simpatizan con el imperialismo norteamericano, les entregan su patria y sostienen

concepciones monstruosas, como una compañía peruana, que mantiene que los hombres del Norte de América tienen derecho a todo el oro y riquezas todas de la América del Sur, y a que [...] abra el Perú todas sus minas a los reclamantes avarientos. (Martí 1991k 205)

Martí sentencia algo de extrema importancia y que se presta para pensar: "en pueblos, solo edifican los que perdonan y aman" (1991t 496), porque "el odio no construye" (ibíd.). Son palabras profundas; para entenderlas y, sobre todo, para guiarse por ellas, es necesario poseer muchas cualidades, pero esto no es lo más significativo en cuanto a ellas, sino que, actualmente y ante todo, en el marco de la política mundial, es imprescindible borrar resabios milenarios, para lo cual es necesario dialogar y hallar soluciones pacíficas para todas las partes. Hoy la guerra es cada vez más inadmisible; hace falta que quede en el pasado de la humanidad.

Atendiendo al camino recorrido por la democracia en Europa y los Estados Unidos, Martí sostiene que los políticos de esos tiempos debían tener "dos épocas: la una, de derrumbe valeroso de lo innecesario; la otra, de elaboración paciente de la sociedad futura con los residuos del derrumbe" (1991c 59). En correspondencia con su opinión de que "los hombres se ennoblecen por el ejercicio y el gobierno de sí mismos" (Martí 1991o 355), este pensador enfatiza, en el haz de relaciones políticas, la condición libre de los humanos y sus derechos; por eso dice que ya era hora de que se luchara por elecciones democráticas honradas (cf. Martí 1991h 105-106), lo que implicaba oponerse a la aristocracia política que dominaba los periódicos e imperaba en las asambleas de los partidos políticos (cf. id. 108).

Especial atención le dispensa a las luchas políticas en la sociedad estadounidense que ya entonces expresan las rivalidades entre los republicanos y los demócratas. Sobre la base de lo que observa continuamente asegura que los hombres grandes, aquellos dignos de ser considerados como buenos, le hablaban al pueblo de las elecciones libres y del sueño de Jefferson de una patria donde la libertad del individuo y el respeto hacia él fueran centro impulsor de toda realización.

La exteriorización del universo espiritual humano

Martí no se circunscribe a la riqueza espiritual que se limita a la interioridad humana o a los individuos que viven una existencia solitaria, aislada de los demás, antes bien, atiende con cuidado a su exteriorización y recepción, sin perder de vista su complejidad dada por múltiples factores: las necesidades, los intereses, los fines, la identidad cultural y, entre otros más, el modo de expresarse y su repercusión en el entendimiento, sobre todo en el despliegue de ideas y, específicamente, en la capacidad y poderío que pueden tener.

La anterior relación puede observarse en la caracterización que Martí hace, en septiembre de 1881, de la oratoria de Léon Gambetta. De este político francés dice que la grandeza de su oratoria no se debe a su pensamiento, ni a su imaginación, ni a su fervor apostólico, ni a su colorido poético, sino al engranaje de las partes del discurso y a

la constante elevación relativa de todos los pensamientos que lo forman [...]. Costea, dirige, esclarece, prepara la mente de los que lo oyen para recibir sus fórmulas sonoras y lucientes [...]. Les hace creer que obedece a sus pensamientos, cuando en realidad se los incauta y esclaviza. (Martí 1991b 46)

De un modo similar, Martí destaca la manera de expresarse del presidente Garfield, que "hablaba y escribía un lenguaje accidentado, sólido, repleto, lleno de incisos enérgicos y oportunos, fundido -aun en la conversación vulgar- en molde clásico. No cupo nunca pensamiento bajo en su lenguaje amplio y hermoso" (1991f 73). En este mismo sentido, cabe señalar su texto de noviembre de 1881, donde alude a Henry Ward Beecher: "Su palabra es azote, canto, arrebato indignado; bufonada, chiste" (Martí 1991g 99); en opinión de Martí, estos rasgos no se logran solamente con la razón. De Henry Ward Beecher dice también que "no lleva ante la mesilla del orador un discurso elaborado, grandilocuente, bien armado. Revolotea, se para, anda a retazos, pica, muerde, pisotea, ridiculiza, brilla. Se le sigue con placer, con asombro, con provecho" (ibd.).

Entiende que la comunicación es básica en la esencia humana y que en ella está todo lo humano. Desde esa perspectiva, alude al cuerpo con sus gestos, al rostro con sus expresiones, a la voz con sus matices, a las ideas y, en ellas, a la óptica individual, al sello del pueblo y al peso de la sociedad, en todo lo cual radica su poder comunicativo donde está integrada su capacidad racional y su carga afectiva, por eso con sus textos "nos hace participar, pensar, y nos da herramientas, argumentos, claves, cauces" (Domínguez 23).

En todos los aspectos estudiados en cuanto a las ideas de José Martí en torno al universo espiritual humano vale subrayar su visión unitaria e integradora, la cual condiciona que lo conciba como un todo. Pero esta característica no lo conduce a entenderlo como algo rígido, ni eterno, sino cambiante, flexible, abierto y con el espacio pertinente para las especificidades y singularidades de los individuos.

Conclusiones

En los textos que José Martí publica en La Opinión Nacional hay de manera implícita una amplia concepción del universo espiritual humano, entendido este como una integración de razón y afectividad, pero ninguno de los dos desaparece ni pierde la independencia relativa de uno con el otro, antes bien, se refuerzan en conjugación.

En la concepción del universo espiritual humano de José Martí son decisivos y básicos tres aspectos. Uno es que lo concibe en unidad dialéctica con los seres humanos como sus creadores y portadores, de ellos es de quienes dependen sus características, de ahí sus vínculos con las necesidades, los intereses y los fines de aquellos. El segundo es que entiende su existencia no como un simple resultado humano, sino como muestra de su desarrollo, por eso halla su razón de ser en el mejoramiento humano. El tercero, una especie de colofón de los dos anteriores, consiste en que solo cumple su función en un enriquecimiento continuo.

En el despliegue de ese último aspecto, José Martí brinda una importancia crucial a los conocimientos, tanto a su adquisición como a su producción. De ahí el valor que le otorga al incremento de la lectura y al beneficio espiritual que los nuevos saberes les proporcionan a los individuos y a toda la sociedad.

En las ideas de José Martí acerca del universo espiritual humano sale a relucir, de manera persistente, su comprensión de los humanos como seres activos y dispuestos continuamente a desplegar creatividad, vinculada a las características y exigencias de su tiempo y enfilada a la pretensión de superar el presente en aras de un futuro mejor.

Bibliografía

Arias R. y Lemos V. "Una aproximación teórica y empírica al constructo de inteligencia espiritual." Enfoques XXVII (2015): 79-102. [ Links ]

Castillo, N. "Desarrollo humano, desigualdad y pobreza." Cultura de Paz 22 (2016): 10-19. [ Links ]

Chandía, M. "Martí: nación, sujeto e identidad. En una relectura de nuestra América." Alpha 39 (2014): 9-22. [ Links ]

Díaz, T. El momento del agua. La Habana: Publicaciones Acuario, 2011. [ Links ]

Domínguez, M. "¿Por qué y cómo estudiar la lengua de Martí?" Anuario del Centro de Estudios Martianos 37 (2014): 13-23 [ Links ]

Errázuriz, L. "La educación por el arte: ¿utopía o agente de cambio social?" Aisthesis 60 (2016): 317-323. http://doi.org/10.4067/S0718-71812016000200024Links ]

Fernández, L. "Amor y sexualidad: algunos desafíos." Universidades 28 (2004): 21-33. Web. 5 Sept. 2018. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=37302804Links ]

Fernández, R. "José Martí: escritor clásico." Anuario del Centro de Estudios Martianos 37 (2014): 155-162. [ Links ]

Goleman, D. Inteligencia emocional. Barcelona: Editorial Kairós, 2008. [ Links ]

González, D. J. "El ideario martiano y la formación del hombre." Anuario del Centro de Estudios Martianos 23 (2000): 177-196. [ Links ]

Guadarrama, P. José Martí: humanismo práctico y latinoamericanista. Santa Clara: Capiro, 2015. [ Links ]

Laburu, J. A. Los sentimientos. Su influjo en la conducta del hombre. Montevideo: Mosca Hrnos. S. C., 1946. [ Links ]

Lardellier, P. "El liberalismo a la conquista del amor." Revista de Sociología de la Universidad de Chile 29 (2014): 77-87. [ Links ]

López, D. "De la naturalización de la violencia a la banalidad del mal." Revista Ratio Juris 24 (2017): 111-126. http://doi.org/10.24142/raju.v12n24a5Links ]

López-Casquete, M., Muñiz-Velázquez, J., y Gómez-Baya, D. "Materialismo consumista e (in)felicidad: una revisión de la bibliografía." ARBOR Ciencia, Pensamiento y Cultura 194.788 (2018): 1-9. https://doi.org/10.3989/arbor.2018.788n2012Links ]

Llopis, R., y Tejerina, B. "Crisis, educación y precariedad-afluencia." Política y Sociedad 53.2 (2016): 413-442. http://doi.org/10.5209/rev_POSO.2016.v53.n2.49370Links ]

Maisonneuve, J. Los sentimientos. Barcelona; Madrid: Salvat Editores S.A., 1953. [ Links ]

Martí, J. "México en los Estados Unidos." Obras Completas. t. 7. La Habana: Ciencias Sociales, 1991a. 50-57. [ Links ]

Martí, J. "Al director de La Opinión Nacional, Nueva York, 20 de agosto de 1881." Obras Completas. t. 14. La Habana: Ciencias Sociales , 1991b. 45-49. [ Links ]

Martí, J. "Al director de La Opinión Nacional, Nueva York, 3 de septiembre de 1881." Obras Completas. t. 14. La Habana: Ciencias Sociales , 1991c. 57-63. [ Links ]

Martí, J. "Al director de La Opinión Nacional, Nueva York, 16 de septiembre de 1881." Obras Completas. t. 14. La Habana: Ciencias Sociales, 1991d. 37-49, 77-82, 93-101. [ Links ]

Martí, J. "Al director de La Opinión Nacional, Nueva York, 1 de octubre de 1881." Obras Completas. t. 13. La Habana: Ciencias Sociales , 1991e. 199-222. [ Links ]

Martí, J. "Al director de La Opinión Nacional, Nueva York, 15 de octubre de 1881." Obras Completas. t. 9. La Habana: Ciencias Sociales , 1991f. 63-69, 73-81. [ Links ]

Martí, J. "Al director de La Opinión Nacional, Nueva York, 29 de octubre de 1881." Obras Completas. t. 9. La Habana: Ciencias Sociales , 1991g. 85-93, 97-102. [ Links ]

Martí, J. "Al director de La Opinión Nacional, Nueva York, 12 de noviembre de 1881." Obras Completas. t. 9. La Habana: Ciencias Sociales , 1991h. 105-120. [ Links ]

Martí, J. "Al director de La Opinión Nacional, Nueva York, 26 de noviembre de 1881." Obras Completas. t. 9. La Habana: Ciencias Sociales , 1991i. 131-142, 227-235. [ Links ]

Martí, J. "Al director de La Opinión Nacional, Nueva York, 10 de diciembre de 1881." Obras Completas. t. 14. La Habana: Ciencias Sociales, 1991j. 165-176, 273-283. [ Links ]

Martí, J. "Al director de La Opinión Nacional, Nueva York, 24 de diciembre de 1881." Obras Completas. t. 9. La Habana: Ciencias Sociales , 1991k. 199-207, 253-259, 299-304. [ Links ]

Martí, J. "Al director de La Opinión Nacional, Nueva York, 7 de enero de 1882." Obras Completas. t. 14. La Habana: Ciencias Sociales , 1991L 221-228, 313-321, 335-338. [ Links ]

Martí, J. "Peter Cooper." Obras Completas. t. 13. La Habana: Ciencias Sociales , 1991m. 47-54. [ Links ]

Martí, J. "Emerson." Obras Completas. t. 13. La Habana: Ciencias Sociales , 1991n. 17-30. [ Links ]

Martí, J. "Al director de La Opinión Nacional, Nueva York, 21 de enero de 1882." Obras Completas. t. 14. La Habana: Ciencias Sociales , 1991o. 341-352, 355-360. [ Links ]

Martí, J. "Al director de La Opinión Nacional, Nueva York, 17 de febrero de 1882." Obras Completas. t. 14. La Habana: Ciencias Sociales, 1991p. 387-392, 395-400. [ Links ]

Martí, J. "Al director de La Opinión Nacional, Nueva York, 18 de marzo de 1882." Obras Completas. t. 14. La Habana: Ciencias Sociales, 1991q. 423-430. [ Links ]

Martí, J. "Al director de La Opinión Nacional, Nueva York, 1 de abril de 1882." Obras Completas. t. 14. La Habana: Ciencias Sociales , 1991r. 447-453. [ Links ]

Martí, J. "Al director de La Opinión Nacional, Nueva York, 15 de abril de 1882." Obras Completas. t. 15. La Habana: Ciencias Sociales , 1991s. 263-270. [ Links ]

Martí, J. "Al director de La Opinión Nacional, Nueva York, 23 de mayo de 1882." Obras Completas. t. 14. La Habana: Ciencias Sociales , 1991t. 489-496, 499-506. [ Links ]

Martí, J. "Centenario de Calderón." Obras Completas. t. 15. La Habana: Ciencias Sociales , 1991u. 109-115. [ Links ]

Martí, J. "Darwin ha muerto." Obras Completas. t. 15. La Habana: Ciencias Sociales , 1991v. 371-380. [ Links ]

Martí, J. "Juicios de filosofía." Obras Completas. t. 19. La Habana: Ciencias Sociales , 1991w. 359-370. [ Links ]

Martí, J. "A Manuel Mercado, Nueva York, 13 de noviembre, s. a." Obras Completas. t. 20. La Habana: Ciencias Sociales, 1991x. 74-78. [ Links ]

Maturana, H. Emociones y lenguaje. Santiago: Dolmen Ensayo, 2001. [ Links ]

Morán, M. L., y Benedicto, J. "Los jóvenes españoles entre la indignación y la desafección política: Una interpretación desde las identidades ciudadanas." Última década 44 (2016): 11-38. Web. 21 Nov. 2018. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=19546923002Links ]

Ocampo, L. "Los apuntes americanos de José Martí." Anuario del Centro de Estudios Martianos 35 (2012): 204-213. [ Links ]

Ortega, A. "Filosofía del derecho y humanismo. En diálogo con la espiritualidad. Apuntes para una ética solidaria de los derechos humanos." Revista de Derecho UNED 18 (2016): 457-469. http://revistas.uned.es/index.php/RDUNED/article/view/16897/14483Links ]

Pérez, M. "Inteligencia espiritual. Conceptualización y cartografía psicológica." INFAD Revista de Psicología 1 (2016): 63-69. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=349851777007Links ]

Rousseau, J. J. "Discurso sobre el origen de la desigualdad." Tania Samé Iglesias. Antología. Historia de la filosofía. La Habana: Félix Varela, 2012. 165-172. [ Links ]

Santos, M. "Alteridad y sujeto. Educar desde una realidad rota." Bordón 68.3 (2016): 147-159. [ Links ]

Teixeira, F. "O cuidado espiritual no trabalho em saúde." Revista APS 17 (2014): 120-126. [ Links ]

Tolstig, V. I. La producción espiritual. La Habana: Ciencias Sociales , 1989. [ Links ]

Varona, F. "El método filosófico de José Martí en la aprehensión humana." Logos. Revista de Filosofía 115 (2011): 95-124. [ Links ]

Varona, F. "Una mirada humanista a la educación estética de la sensibilidad humana." Aisthesis 60 (2016): 111-128. http://doi.org/10.4067/S0718-71812016000200006Links ]

Vila, M. T. "Lugar y papel de la producción espiritual en la transformación práctica del mundo por el hombre." Filosofía marxista. La Habana: Félix Varela, 2009. 179-198. [ Links ]

Zardoya, R. "La producción espiritual en el sistema de la producción social." Filosofía marxista. La Habana: Félix Varela, 2009. 107-124. [ Links ]

Cómo citar este artículo:

MLA: Varona, F. “El universo espiritual humano en los textos de José Martí de La Opinión Nacional.” Ideas y Valores 68.169 (2019): 83-107.

APA: Varona, F (2019). El universo espiritual humano en los textos de José Martí de La Opinión Nacional. Ideas y Valores 68 (169), 83-107.

CHICAGO: Freddy Varona. “El universo espiritual humano en los textos de José Martí de La Opinión Nacional.” Ideas y Valores 68 n°. 169 (2019): 83-107.

Recibido: 27 de Enero de 2017; Aprobado: 21 de Marzo de 2017

This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License.

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons