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Ideas y Valores

Print version ISSN 0120-0062

Ideas y Valores vol.68 no.171 Bogotá Sep./Dec. 2019  Epub Feb 15, 2020

https://doi.org/10.15446/ideasyvalores.v68n171.63862 

Artículos

CONSECUENCIAS ALTERNATIVAS Y ASIMETRIA DE RESULTADOS EN LA IMPLEMENTACIÓN DE POLITICAS SOCIOECONÓMICAS

ALTERNATIVE CONSEQUENCES AND ASYMMETRY OF RESULTS IN THE IMPLEMENTATION OF SOCIOECONOMIC POLICIES

LEONARDO IVAROLA* 

* Universidad de Buenos Aires / Conicet - Buenos Aires - Argentina. ivarola@economicas.uba.ar


RESUMEN

El conocimiento utilizado para armar e implementar políticas socioeconómicas refiere por lo general a aseveraciones causales que pueden ser conceptuadas de diferentes maneras; sin embargo, estas suelen omitir un tema central: las consecuencias alternativas o los desvíos que emergen en caso de fracasar, lo que puede acarrear consecuencias negativas. Se argumenta que, para una buena implementación, es fundamental tener en cuenta dichas consecuencias alternativas, lo cual implica un cambio sustancial en el modo de tomar decisiones, donde la asimetría de resultados es relevante.

Palabras clave: asimetría de resultados; consecuencias alternativas; políticas socioeconómicas; toma de decisiones

ABSTRACT

The knowledge used to structure and implement socioeconomic policies generally refers to causal assertions that can be conceptualized differently; however, they tend to disregard the central issue of alternative consequences or deviations that arise in case of failure, which can cause negative effects. The paper argues that a successful implementation entails taking these alternative consequences into account. This implies a substantial change in the way decisions are made, in which the asymmetry of results becomes relevant.

Keywords: asymmetry of results; alternative consequences; socioeconomic policies; decision making

Introducción

El uso del conocimiento causal tanto para la implementación de políticas socioeconómicas como para evaluar la efectividad de estas ha involucrado un creciente debate en distintas ramas de las ciencias sociales (cf.Cartwright 2012; Cartwright and Hardie 2013; Heckman 2010; Pearl 2010; Woodward 2003). A pesar de algunas diferencias de contenido, existe cierto consenso en aseverar que la posesión de un conocimiento de relaciones causales estables es condición necesaria para legitimar el diseño e implementación de políticas. En otras palabras, dichos enfoques defienden la idea de que para intervenir en el mundo real en general -y en política y planeamiento en particular- es necesario el conocimiento de algo invariante, esto es, algo que se mantenga estable una vez que la política sea implementada.

Se han ofrecido distintas maneras de conceptualizar este tipo de conocimiento. Una de ellas es el enfoque manipulabilista/intervencionista de Woodward (1996, 2002, 2003). Dicho enfoque involucra una tesis de simetría entre explicación científica e intervención, en el sentido de que todo argumento explicativo que reúna determinadas condiciones también servirá para propósitos de intervención y/o manipulación (cf. Woodward 2003). Según esta postura, una explicación satisfactoria requiere trazar patrones de dependencia contrafáctica de una clase particular, a la que Woodward va a llamar contrafácticos activos (cf. 1996) o intervencionistas (cf. 2002). Las explicaciones que tengan esta característica deberán apelar a generalizaciones que sean estables o invariantes bajo un cierto rango de intervenciones.

Una alternativa al uso de regularidades invariantes que justifican contrafácticos activos es el enfoque de la Política Basada en la Evidencia (PBE). De acuerdo con este enfoque, una política debe estar fundamentada en su éxito previo. En otras palabras, el principio fundamental de PBE es el de utilizar políticas que funcionaron en otro lugar. Dicho enfoque -basado en las pruebas de control aleatorio- ha estado siendo utilizado de modo creciente en los últimos años, sobre todo en el campo de las políticas sociales.

No obstante, Cartwright (2012) y Cartwright y Hardie (2013) han criticado dicha metodología, sugiriendo que las afirmaciones causales a las que apela PBE están fundamentadas en inferencias inductivas, por lo cual el éxito de políticas pasadas no constituye una buena base para el éxito de una política a implementar aquí y ahora. Para que ese éxito sea plausible, Cartwright y Hardie (2013) sugieren dos modos de investigación: la investigación vertical y la horizontal. La investigación vertical consiste en describir el principio causal en el grado de abstracción correcto. La investigación horizontal consiste en explicitar el acervo de factores coadyuvantes que complementan ese principio causal.

Ahora bien, ninguno de estos enfoques nos dice algo respecto de lo que podría pasar si las cosas fueran diferentes, esto es, si el proceso causal real se desviase del proceso descripto en el anteproyecto de la política socioeconómica a implementar. Este no es un tema menor. En algunas situaciones, las consecuencias alternativas de una "buena" decisión pueden ser sustancialmente perjudiciales.

En este sentido, un primer punto del presente trabajo consiste en argumentar que los procesos causales que emergen de la implementación de una política socioeconómica no son congruentes con una lógica de factores causales estables, sino con una lógica de resultados de final abierto. Específicamente, los procesos que tienen lugar en el mundo real dependen fuertemente del marco estructural en el que la política es implementada. Dicho marco involucra cuestiones institucionales, culturales, económicas, etc.

Asimismo, se argumentará que el conocimiento de las consecuencias alternativas que se derivan del ejercicio de una política socioeconómica es tan importante como el conocimiento que esta proporciona respecto de su curso planeado. Un hacedor de política debe ser consciente de que a veces las cosas pueden no salir de acuerdo con lo esperado. En otras palabras, el sendero causal de una política socioeconómica puede desviarse hacia un camino inesperado. El problema estriba en si ese desvío conduce a consecuencias significativamente negativas. Una vez que el hacedor de política tiene en cuenta este conocimiento, su toma de decisiones deberá tener en consideración la "asimetría" de los resultados (cf.Taleb 2012). Si en la implementación de una política lo que se gana (si tiene éxito) es poco y lo que se pierde (si fracasa) es mucho, lo ideal sería no implementar dicha política, independientemente de sus chances de éxito. Lo inverso sucede si lo que se gana es mucho en comparación con lo que se puede llegar a perder.

El conocimiento que proporcionan los anteproyectos de políticas socioeconómicas refiere a aquello que sucedería en situaciones muy precisas (cf.Cartwright 2009). Sin embargo, es incapaz de decirnos qué pasaría si algún elemento no planeado tuviese lugar. Por tal razón, en el presente trabajo se apelará a un modelo económico cuya contribución causal es ampliamente utilizada para la implementación de políticas socioeconómicas: el "modelo neoclásico de comercio internacional" (MNCI). En este se defiende la idea de que una política de libre comercio trae beneficios gracias al principio de las ventajas comparativas. Sin embargo, se mostrará que el conocimiento que este proporciona no solo refiere a un escenario muy específico, sino que también pueden originarse múltiples desvíos -los cuales serán ejemplificados con modelos alternativos- si la estructura del mundo real difiere de la estructura planeada en el anteproyecto. Tanto el MNCI como sus desvíos respectivos serán abordados a continuación.

El Modelo Neoclásico de Comercio Internacional (MNCI) y sus "desvíos"

Siguiendo los preceptos ricardianos, el MNCI muestra los beneficios derivados del comercio internacional sobre la base del concepto de ventajas comparativas. Los supuestos del modelo son los siguientes:

  1. Hay solo dos países.

  2. Cada uno de ellos produce y consume dos bienes (x e y).

  3. El consumidor busca maximizar su utilidad.

  4. Los trabajadores y las empresas buscan maximizar el rendimiento de su actividad productiva.

  5. El mercado es de competencia perfecta.

  6. No existen costos de transporte ni barreras oficiales al comercio.

  7. Los países tienen distintos tiempos de trabajo relativos y, por consiguiente, distintos precios relativos.

  8. Existe movilidad de factores dentro del país.

  9. No existe movilidad de factores entre países.

Tanto en autarquía como abierto al comercio mundial, la actividad productiva de un país se lleva a cabo sobre la "frontera de posibilidades de producción" (FPP). El lugar de la FPP en donde se opere es aquel donde quedará determinado por la relación entre el costo de los insumos y el precio de los bienes. Más precisamente, el punto de equilibrio del productor será aquel en donde la pendiente de la FPP o "tasa marginal de transformación" -la cual se define como la razón entre los costos marginales de los bienes- sea igual a la razón entre los precios. En este punto no habrá incentivos para que el productor cambie la producción del bien x al bien y (o viceversa), porque el precio que recibe en el mercado por cada bien es el mismo en relación con su costo marginal. Y, puesto que el consumidor también es un agente optimizador, este elegirá aquella canasta de bienes que maximice su utilidad. Este punto se dará cuando la razón de precios relativos (Px/Py) sea igual a la razón de utilidades marginales o "tasa marginal de sustitución". Así, el estado de equilibrio o de optimización social es aquel donde la tasa marginal de transformación sea igual a la tasa marginal de sustitución.

Supongamos ahora que un país abandona su situación de autarquía al incorporarse al mercado mundial. Esta apertura significa exponer al país a un nuevo conjunto de precios relativos (supuesto 7). Como la curva de precios relativos cambia, los países van a reajustar su patrón de consumo y producción. A los efectos de simplificar, supongamos que el precio relativo del país bajo análisis -o país base- es (Px/Py)1, y se enfrenta a los términos del intercambio internacionales (P x /P y ) 2 , donde supondremos que (P x /P y ) 1 < (P x /P y ) 2 . Como se puede apreciar, el costo relativo del bien x (esto es, el costo de x en relación con el costo del bien y) es menor para el país base. Por consiguiente, este tendrá ventaja comparativa del bien x (será relativamente más eficiente a la hora de producir x) y desventaja comparativa para producir y.

Para los productores del país base, el precio de x es relativamente más alto en el mercado mundial, por lo que querrán producir más de x y menos de y. Por ende, el óptimo de la FPP se trasladará de E a E', tal como lo ilustra el gráfico 1.

GRÁFICO 1 Optimización bajo los nuevos precios relativos 

Con los nuevos precios el consumo también cambiará, aunque su óptimo no será E', sino C'. El consumidor buscará optimizar su canasta para los nuevos precios relativos, y eso se expresará geométricamente como la búsqueda de una nueva curva de indiferencia CI' que sea tangente a la nueva curva de precios relativos (Px/Py)2. Ahora bien, C' se encuentra por encima de la FPP. Gracias al comercio mundial, el consumidor percibe más beneficios que los que ofrece la capacidad productiva de su país. En autarquía, la FPP era igual a la frontera de posibilidades de consumo (FPC). Con la apertura comercial, el dominio de la FPC es superior al de la FPP. Dos efectos pueden apreciarse en este proceso. El primero es el efecto sustitución, que surge como consecuencia del cambio en los precios relativos: al aumentar el precio relativo de x, los agentes consumirán menos de x y más de y. Sin embargo, también existe un efecto ingreso, derivado del aumento en el ingreso real que produce la especialización en el bien x.

Sin embargo, los supuestos del MNCI no tienen validez universal. Un claro ejemplo de esto es el supuesto de no movilidad de factores entre países. Tal suposición podría ser verosímil en la época de David Ricardo, pero no hoy. Hoy en día tanto las inversiones extranjeras como los movimientos migratorios son muy comunes. Podríamos incluso pensar que el supuesto de no movilidad de factores entre países es irrelevante para los resultados del MNCI, de modo que cambiarlo por otro supuesto más realista no afectaría a la robustez de tales resultados. Pero esto no es así. Según Emmanuel, el proceso de inversión extranjera produce un intercambio desigual que favorece al país inversionista, aunque en detrimento del país receptor de las inversiones.

Para Emmanuel, los movimientos masivos de capital son una consecuencia de los diferentes rendimientos entre los países, que a su vez dependen principalmente de las desigualdades salariales. En aras de una mayor claridad, supongamos dos países A y B, tal que en el país A los salarios son más altos que en el país B. Salarios más bajos mejorarían la tasa de ganancia de los productores de A, lo que estimula la inversión extranjera desde A hacia B. Como la tasa de ganancia es menor en A que en B, las empresas de A pueden ofrecer sus productos en B a un precio inferior al de los precios locales. A pesar de ello, es muy probable que su tasa de ganancia siga siendo mayor que la tasa de ganancia en A. Claramente este escenario será perjudicial para los productores locales de B, ya que su tasa de ganancia será menor. Asimismo, la disminución de precios en B generará un deterioro de sus términos del intercambio, empeorando su balanza comercial. Como se puede apreciar, el modelo de Emmanuel produce un resultado que difiere notablemente del resultado inferido en el MNCI: el comercio internacional beneficia al país A, pero tal beneficio es en detrimento del país B. Emmanuel solo modifica un supuesto y observa las consecuencias que se derivan de un proceso de inversión extranjera.

Shaikh (1990), por otra parte, asegura que el mecanismo ricardiano de ventajas comparativas es falso en sus propios fundamentos. Shaikh considera que la teoría cuantitativa del dinero está implícita en el mecanismo de ventajas comparativas.1 Independientemente de la ineficacia de un país, la prevalencia de esta teoría hace posible que sus desventajas absolutas se conviertan en ventajas comparativas.

En lugar de suponer que existe movilidad de factores entre países, tan solo recordemos que los precios en el país B son más bajos que en el país A. Esta discrepancia puede atribuirse a varios factores (v. gr., diferencia de salarios, tecnología, impuestos, etc.). Mantengamos el supuesto de que solo hay dos bienes (x e y). Shaikh afirma que, al iniciarse el comercio, A importará ambas mercancías de B. A debe pagar sus importaciones con oro, dólares u otra moneda extranjera. Dicho pago generará una disminución de las reservas del banco central de A. Si lo que prevalece es la teoría cuantitativa del dinero, entonces la caída de las reservas se traducirá en una disminución de la oferta monetaria, lo que a su vez conducirá a una disminución en el nivel de precios.

Lo contrario ocurre en el país B. El aumento de las reservas derivadas de las exportaciones de x e y genera un aumento de la oferta monetaria, lo que a su vez conduce a un aumento de los precios de x e y. Este mecanismo continuará manteniéndose hasta que en algún punto A termine produciendo una mercancía más barata que alguna mercancía exportada por B. El ajuste en las variables monetarias permite que A pase de tener desventajas absolutas en ambos bienes a tener ventajas comparativas en la producción de uno de ellos.

Sin embargo, Shaikh sostiene que la noción de ventajas comparativas no se cumple si la teoría cuantitativa del dinero es reemplazada por la teoría del dinero de Marx. Según este último, los excesos o deficiencias de dinero se manifiestan como aumentos o disminuciones en las reservas de los bancos centrales. Si las reservas aumentan -como ocurre en B-, los bancos centrales tratarán de convertir sus reservas en capital, por lo que habrá una disminución en la tasa de interés. Esta disminución hace que los créditos sean más baratos, por lo cual habrá un estímulo para expandir la inversión y, en consecuencia, el nivel de producción.

Si lo que prevalece en una determinada economía es la teoría del dinero de Marx, entonces el mecanismo ricardiano de ventajas comparativas no tendrá lugar. Específicamente, en el país A las importaciones causarán una disminución de las reservas de los bancos centrales. Esta disminución producirá un aumento en la tasa de interés, lo que conducirá a una caída en la inversión. El resultado final será una disminución en la producción local de bienes. Para empeorar las cosas, este efecto se verá acrecentado por una disminución de la producción local que se genera como consecuencia de las desventajas absolutas: es más barato importar mercancías de B que producirlas en A. Así, el libre comercio solo producirá beneficios para B, aunque en detrimento de A, que sucumbirá en déficit comercial crónico y en un creciente endeudamiento.

Por último, en lugar de cambiar algunos de los supuestos del MNCI, podríamos simplemente examinar cómo dicho modelo funciona intertemporalmente. Al hacerlo, señalaríamos que el deterioro sistemático de los términos del intercambio convertiría un escenario con ventajas comparativas en uno con desventajas comparativas. Esta es la hipótesis de Prebisch-Singer (cf.Cypher y Dietz 1998). Los autores asumen dos tipos de países involucrados en el comercio internacional: países de la periferia (PP) -que exportan materias primas e importan productos manufacturados- y países centrales (PC) -que exportan manufacturas e importan materias primas-. Tanto si asumimos que el modelo es de solo un período como que los precios relativos internacionales permanecen constantes a través del tiempo, ambos países se beneficiarían del comercio internacional. Sin embargo, los resultados cambiarán significativamente si: a) el modelo es dinámico o multiperiódico y b) el PP experimenta un deterioro de sus términos del intercambio.

El deterioro de los términos del intercambio reduce el poder adquisitivo del PP. Se ha mencionado anteriormente que una condición necesaria para la existencia de ventajas comparativas es que los términos de intercambio se encuentren en un valor intermedio entre los precios relativos del PP y los precios relativos del PC. Supongamos que los precios relativos del PP son menores que los del PC. Si los términos del intercambio se encuentran entre estos dos valores, entonces el comercio internacional ofrecería ventajas para ambos países. Sin embargo, si los términos del comercio disminuyen con el tiempo, entonces los beneficios del PP serán cada vez más pequeños. Más aun, en la medida en que esta tendencia persista, se llegará a un punto en el que las ganancias derivadas del comercio con PC se conviertan en pérdidas. Cuando eso suceda, es razonable que PP termine implementando una política de industrialización sustitutiva de importaciones.

La estructura de los modelos económicos

El MNCI no representa un mecanismo aislado que para ponerlo en funcionamiento sea suficiente activar el factor correcto. Muy por el contrario, su resultado depende del cumplimiento de un conjunto de condiciones. Tal es así que cualquier alteración en alguna de estas condiciones provocará una modificación o desvío en el resultado esperado: si se levanta el supuesto de no-movilidad de factores entre países, o si se reemplaza la teoría cuantitativa por la teoría del dinero de Marx, o si los términos del intercambio se deterioran con el paso del tiempo, entonces el mecanismo de ventajas comparativas no tendrá lugar. Y lo que es peor, el beneficio de un país será en detrimento del otro.

El MNCI y sus respectivos desvíos nos muestran que los fenómenos económicos no guardan una relación singular o invariante entre las variables independientes y las dependientes. Muy por el contrario, estos responden a una lógica de "árbol de posibilidades" o "resultados de final abierto". Cuando un factor causal económico es activado, los cursos de acción son múltiples. Sea X la variable independiente e Y la variable dependiente. La noción de árbol de posibilidades refiere a que, dado un valor X1, la variable Y puede tomar más de un valor (Y 1 , Y2, Yn).

El hecho de que la variable dependiente pueda tomar más de un valor depende esencialmente de las actividades que puedan llevar a cabo las personas y de la estructura que subyace a un sistema objetivo. Las personas, por ejemplo, pueden aumentar su preferencia por el bien x. El cambio en la curvatura de la curva de indiferencia alterará el nivel de precios relativos de optimización y, por consiguiente, las relaciones de intercambio con otros países. Si este cambio en las preferencias y en los precios relativos es suficientemente grande, es plausible que ello termine provocando una modificación en la especialización del país.

Ahora bien, los resultados inferidos en el MNCI y sus respectivas variantes no solo dependen de las decisiones de los consumidores y productores, sino también -y principalmente- de una estructura que los subyace. Más precisamente, en los sistemas económicos coexisten miríadas de condiciones de fondo (v. gr., factores culturales e institucionales, valores nominales y reales de variables micro y macroeconómicas, etc.) que favorecen tanto la aparición como desaparición de ciertas regularidades económicas. Cartwright y Efstathiou (2011) llaman a esto el problema de los "habilitadores inestables". La noción de habilitadores inestables se relaciona con el hecho de que la contribución causal de un factor se ve perturbada por el contexto o las condiciones de fondo en el que dicho factor opera o puede llegar a operar. Cartwright (1999) afirma que gran parte de las regularidades o "leyes causales" que existen en el mundo lo son porque existe una máquina nomológica que la sustenta. El problema con estas leyes es que su invariancia no se mantiene ante cambios en la estructura subyacente. Por un lado, esto significa que las leyes causales no se mantienen más allá del dominio de las máquinas nomológicas. Este es un claro problema de validez externa. Sin embargo, existe un problema adicional asociado al hecho de que factores perturbadores pueden modificar el buen funcionamiento de la máquina nomológica. Cuando esto suceda, la invariancia de la ley causal se romperá.

El MNCI -y posiblemente casi todos los mecanismos en economía-adolecen del problema de los habilitadores inestables, en la medida en que son mecanismos cuyo funcionamiento regular depende de una estructura que lo sustente. El mecanismo de ventajas comparativas podría ser entendido, entonces, como una máquina nomológica cuyo funcionamiento dependiera crucialmente de una estructura en la cual los términos del intercambio no se deteriorasen secularmente, donde no hubiera movilidad de factores entre países, donde los precios relativos de los países fueran diferentes, etc. Cualquier cambio en esa estructura quebraría el mecanismo de ventajas comparativas.

Asimismo, los supuestos de los modelos que permiten ensamblar una máquina nomológica son aserciones que cumplen la función de cerrar los diferentes caminos alternativos de un árbol de posibilidades. Estos cierres son necesarios para que un proceso económico no se desvíe, sino que esté dirigido hacia un objetivo determinado. Suponer que no hay movilidad de factores entre países anula la posibilidad de que tenga lugar un proceso de inversión extranjera directa. Suponer que los precios relativos internacionales deben corresponderse con un valor intermedio entre los precios relativos de autarquía de los dos países anula la posibilidad de que el deterioro de los términos del intercambio transforme un escenario de ventajas comparativas en uno de desventajas comparativas. Esto significa que tanto el MNCI como el modelo de Emmanuel, el de Shaik y el de Prebisch son mecanismos posibles entre varios mecanismos alternativos, es decir, caminos posibles entre muchos otros caminos alternativos de un árbol de posibilidades. No decimos que el NMIT es falso y que el modelo de Shaik o el modelo de Emmanuel sean verdaderos, ni viceversa. Cada modelo es un mecanismo posible, una contribución causal que emerge del funcionamiento de una máquina nomológica específica que la sostiene. El ejercicio de estas máquinas depende del contexto. Puede ser el caso que el MNCI funcione correctamente en EE. UU. pero no en Argentina. Sin embargo, no decimos que el MNCI sea verdadero en un país y falso en otro. Lo que en todo caso podemos decir es que en EE. UU. se cumplen las condiciones para el correcto funcionamiento del mecanismo ricardiano, mientras que en Argentina esto no es así.

El siguiente paso en este análisis consiste en examinar la naturaleza de las condiciones utilizadas para la construcción de una máquina nomológica. Al respecto, hay al menos dos tipos de suposiciones sustantivas involucradas en el cierre de un árbol de posibilidades: los supuestos conductuales y los supuestos estructurales. Los supuestos conductuales representan o refieren al comportamiento de las personas (v. gr., las preferencias de los individuos que se ven plasmadas en el grado de inclinación de la curva de indiferencia, la conducta optimizadora tanto de los trabajadores como de los empresarios, etc.). Los supuestos estructurales, por otra parte, se refieren al marco institucional, macroeconómico, cultural, etc., en el que tendrán lugar las decisiones de las personas. Un escenario donde se dé un deterioro sistemático de los términos del intercambio conducirá a un resultado diferente de un escenario donde estos permanezcan invariantes. Un marco de libre movilidad entre los países conduciría a un intercambio desigual, mientras que un marco de barreras a la movilidad de factores favorecería el ejercicio del mecanismo de ventajas comparativas. Así, un mismo factor causal (en este caso, la apertura de un país al comercio exterior) puede desencadenar diferentes cursos de acción, y estos cursos dependen tanto de cómo las personas actúen como de la estructura que sostenga al mecanismo bajo ejercicio. Asumir una determinada suposición conductual y/o estructural significa anular la posibilidad de que un proceso económico tome caminos diferentes.

Diferentes modos de alcanzar el conocimiento causal

El conocimiento utilizado para la implementación de políticas en particular e intervencionistas en general está estrechamente vinculado con el conocimiento de causas. A este respecto, existen diferentes maneras en cómo conceptuar el conocimiento causal. Una de ellas es el enfoque "intervencionista" de Woodward (1996, 2002, 2003). De acuerdo con el autor, una correcta intervención debe estar basada en generalizaciones que describan patrones de dependencia contrafáctica de una clase particular, a la que Woodward va a llamar contrafácticos "activos" (cf 1996) o "intervencionistas" (cf 2002). Esto significa que dicha regularidad debe describir cómo el sistema cuyo comportamiento se desea comprender cambiaría ante diferentes condiciones especificadas. Para que esto pueda darse, la generalización a la cual se hace referencia debe ser invariante bajo intervenciones en las variables independientes. Estos dos conceptos -invariancia e intervención- son claves en el enfoque de Woodward y, por tanto, merecen ser clarificados.

En primer lugar, hablar de invariancia implica hablar de estabilidad o de alta correlación ante cambios en ciertas condiciones o circunstancias. Sin embargo, la invariancia per se no es suficiente para su utilización en propósitos intervencionistas o de política. Por ejemplo, la regularidad "todas las monedas que tengo en mi bolsillo son de 10 centavos" es estable o invariante ante cambios climáticos. Sin embargo, esta no es la clase correcta de cambios a la que Woodward hace referencia. Por el contrario, la clase correcta debe estar asociada con cambios en la variable independiente, en este caso, con la introducción de nuevas monedas en mi bolsillo. Claramente, la generalización mencionada no superaría el test de invariancia sugerido por Woodward, ya que existe la posibilidad de que las nuevas monedas introducidas en mi bolsillo no sean de 10 centavos.

Asimismo, Woodward (2002) considera que una intervención es un proceso causal exógeno que produce el antecedente en cuestión. Heurísticamente, y solo heurísticamente, las intervenciones pueden ser entendidas como manipulaciones llevadas a cabo por la acción humana en un experimento idealizado. Dicha manipulación no debe estar asociada con otras causas que provoquen un cambio en la variable dependiente, así como tampoco debe afectar a esta última a través de una ruta que excluya la variable a manipular.

El modo de reconocer qué regularidad será útil para propósitos intervencionistas y qué regularidad no lo es a través de la justificación de condicionales contrafácticos. Sin embargo, no cualquier contrafáctico sirve para estos propósitos. La relación entre la altura de la columna de un barómetro y la presión atmosférica justifica contrafácticos del tipo "si la altura de la columna de un barómetro disminuyese, la presión atmosférica estaría aumentando". Sin embargo, la relación causa-efecto no es la correcta, ya que cambios en la altura de la columna del barómetro no provocan cambios en la presión atmosférica. Los contrafácticos requeridos en el enfoque de Woodward son aquellos que involucran intervenciones hipotéticas: si se interviniese sobre X, modificando su valor, cambiaría el valor de Y. En este sentido, la relación entre la altura de la columna de un barómetro y la presión atmosférica puede expresarse de dos maneras diferentes:

  • Si se manipulase la columna de mercurio del barómetro, esto no modificaría la presión atmosférica.

  • Si se manipulase la presión atmosférica, la columna de mercurio del barómetro cambiaría de tamaño.

Si bien las dos aserciones hacen referencia a una misma correlación de datos (y por tanto justifican una determinada clase de contrafácticos), es solo la segunda la que justifica contrafácticos activos o intervencionistas. Por tanto -y en general-, la regularidad válida para propósitos intervencionistas y/o de política va a ser aquella que exprese a la variable que figura en el consecuente del contrafáctico activo en términos de la variable que figura en el antecedente de dicho contrafáctico.

El enfoque de Woodward proporciona un modo interesante de conceptuar el conocimiento causal, al tiempo que lo relaciona con propósitos intervencionistas. Sin embargo, su análisis no tiene tanto en consideración la implementación de políticas (noción clave en el presente trabajo). Un enfoque que sí pone especial énfasis en las mismas es el de la Política Basada en la Evidencia (PBE). La PBE es un enfoque que consiste en la utilización del conocimiento causal basado en el éxito de políticas pasadas. El principio de la PBE es el de usar políticas que funcionaron en algún lugar.

La PBE está diseñada sobre la base de las pruebas de control aleatorio. Dicho método es una variante del método de las diferencias de John Stuart Mill. De acuerdo con este último, el descubrimiento de causas se logra en tanto se encuentren dos escenarios prácticamente iguales, a excepción del valor de una variable independiente x. Si se genera un cambio en la variable dependiente y, entonces diremos que x produce (o es causa de) y.

No obstante, un problema que subyace a este método es su dificultad de llevarlo a cabo en la práctica. Por un lado, es sumamente complejo conocer cuáles son todos los factores que afectan a un resultado. Por otro, tampoco es sencillo encontrar dos escenarios prácticamente iguales.

La prueba de control aleatorio es una estrategia alternativa para hacer frente a estos problemas. Esta prueba consiste en dividir a la muestra en dos grupos: el grupo de tratamiento y el grupo de control. Se supone que ambos grupos van a estar sujetos a un mismo principio causal para el efecto en cuestión, y que la distribución de los restantes factores causales va a ser idéntica (o al menos muy similar) para los dos grupos.

El éxito de este procedimiento depende principalmente de dos factores: que la muestra de la población sea aleatoria y que el tamaño de esta sea suficientemente grande. Respecto del primer punto, los elementos que se eligen de la población deben basarse en criterios de aleatoriedad. Esto garantiza que el mecanismo empleado para hacerlo no esté correlacionado con las variables que se vayan a estudiar, permitiendo así que no se tienda a presentar el denominado "sesgo de la selección" (cf. King, Keohane y Verba). Asimismo, los elementos de la muestra deben ser asignados aleatoriamente al grupo de tratamiento o al de control. Con respecto al tamaño de la muestra, la teoría del muestreo enseña que en la medida en que el tamaño de la muestra aumenta, el error de muestreo tiende a disminuir.

Los defensores de la PBE sostienen que este método es el "estándar de oro" para garantizar afirmaciones causales. No obstante, Cartwright (2012) y Cartwright y Hardie (2013) niegan esta posibilidad. De acuerdo con estos autores, la PBE no permite responder a tres clases de preguntas:

  1. ¿Funcionará en alguna parte?

  2. ¿Funcionará en general?

  3. ¿Funcionará aquí y ahora?

Estas preguntas se corresponden con diferentes afirmaciones causales. Es necesario conocer cómo bajo determinadas circunstancias un factor causal produce un efecto (funciona en alguna parte); esta es la piedra angular de la PBE. Sin embargo, de ello no se sigue que funcionará para el caso objetivo (funcionará aquí y ahora), y mucho menos que funcionará siempre (funciona en general). La mera extrapolación de políticas no está garantizada simplemente porque está basada en una inferencia inductiva. En otras palabras, que una política haya tenido éxito en un escenario no es condición suficiente para que tenga éxito en otro diferente.

En contraposición al enfoque de PBE, Cartwright y Hardie (2013) afirman que, antes de implementar un programa, un hacedor de política debería llevar a cabo dos tipos de investigaciones: la investigación vertical y la investigación horizontal. La investigación vertical consiste en averiguar si el factor causal central ha sido descripto en el nivel de abstracción correcto. Supongamos la afirmación "los martillos de uña (o de orejas) permiten sacar clavos de una pared", y comparémosla con la afirmación "sentarse en un extremo de un subibaja permite levantar a la persona ubicada en el otro extremo". Si bien estas afirmaciones causales parecen ser bastante diferentes, en realidad dicha diferencia solo es producto del grado de abstracción. Si se hiciera una investigación vertical en este asunto, uno podría ascender en niveles de abstracción hasta llegar a un principio que sea aplicable a ambos escenarios. Este principio es precisamente la ley de la palanca: "una palanca con un peso en un extremo puede levantar objetos más pesados en el otro extremo, acorde con la fórmula F 1 D 1 = F 2 D 2 , donde F1 y F2 denotan las fuerzas en los extremos y los D1 y D2 las distancias desde el fulcro.

Ahora bien, las causas no operan en aislamiento, sino en conjunción con otros factores, a los que Cartwright y Hardie (2013) denominan "factores coadyuvantes". Esta es la tarea de la investigación horizontal. La investigación horizontal consiste en bajar en niveles de abstracción, a los efectos de especificar los elementos puntuales que serán cruciales para el éxito de una política en un contexto determinado. Aquí es cuando la investigación vertical se complementa con la horizontal. Conocer la ley de la palanca no garantiza que al utilizar un martillo de uña se pueda sacar un clavo. Similarmente, que una política de apertura al comercio internacional funcione en EE. UU. no significa que la misma vaya a funcionar en Argentina o en Colombia. Cada escenario hace uso de factores coadyuvantes diferentes. Si bien el principio causal puede ser el mismo para un conjunto de políticas, es menester investigar las propiedades específicas de cada sistema objetivo.

Otra manera de entender la implementación de políticas es a través de la noción de "torta causal" (cf.Cartwright y Hardie 2013). La variable política o factor causal central es un ingrediente de la torta, y juega su papel causal trabajando con otros ingredientes a fin de producir una contribución al efecto final. Estos ingredientes son lo que Cartwright y Hardie llaman "factores coadyuvantes". Dichos factores pueden entenderse como condiciones iNus: una parte insuficiente pero necesaria de una condición que es innecesaria pero suficiente para su efecto (cf Mackie 1965). Una condición INUS es un ingrediente o una parte de la torta. Sin esto, su contribución causal no tendría lugar. Por lo tanto, es una condición necesaria para producirla. Sin embargo, es una parte insuficiente, esto es, no es suficiente para producir una contribución causal por su cuenta, sino que necesita de otros factores o ingredientes que la apoyen.

Por otro lado, cada torta se considera suficiente para producir una contribución causal. Sin embargo, esta contribución siempre se puede generar a partir de una variedad de tortas diferentes con diferentes ingredientes. Esa es la razón por la cual cada torta particular es también una condición innecesaria para conseguir una contribución al efecto. Cabe destacar también que las tortas causales son condición suficiente para el éxito de una política: si tanto la investigación horizontal como la vertical se llevan a cabo del modo correcto, el hacedor de políticas tendrá a su disposición todos aquellos factores que garanticen alcanzar el resultado deseado.

Anteproyectos de política. ¿Información sobre qué?

En los enfoques examinados anteriormente se considera que el conocimiento causal obtenido es condición suficiente para una implementación de política efectiva. En el enfoque de Woodward, encontrar una regularidad que sea invariante ante intervenciones en la variable independiente (o que justifique contrafácticos activos) nos es de utilidad para satisfacer propósitos de manipulación y control. El enfoque de la PBE toma como referencia el éxito de políticas pasadas para extrapolarla a nuevos escenarios: en la medida en que una política funcione en alguna otra parte, y cuanto mayor sea el número de éxitos previos, mayor confianza tendremos en que dicha política funcione aquí. Para Cartwright y Hardie esto no es así: la mera extrapolación de conocimiento vía inferencia inductiva no garantiza el éxito de una política. Dicho éxito es alcanzable a través de las tortas causales: si tanto la investigación horizontal como la vertical se llevan a cabo del modo correcto, el hacedor de política tendrá a su disposición todos aquellos factores que garanticen alcanzar el resultado deseado.

Sin embargo, debemos notar que el mecanismo que emerge luego de implementar una política es un mecanismo cuyo comportamiento depende fuertemente de una estructura subyacente. El problema radica en que dicha estructura no es necesariamente invariante a lo largo del tiempo. Los modelos de comercio internacional descriptos anteriormente dan cuenta de ello. Si lo que rige es la teoría del dinero de Marx en lugar de la teoría cuantitativa, o si los términos del intercambio se deterioran secularmente, o si las diferencias en las tasas de ganancia entre países fomentan un proceso de inversión extranjera directa, entonces el mecanismo de ventajas comparativas no tendrá lugar. Un hacedor de política no puede manipular a su antojo los precios relativos de una nación o las preferencias de las personas. Sí puede crear instituciones para fomentar ciertas actividades y reducir otras, pero hay una brecha entre estos intentos de manipulación y exigir determinadas conductas. Cuando se diseña una política, se espera que las personas actúen de una determinada manera y que ciertas instituciones no cambien. Empero no hay seguridad de ello. La estructura o escenario a manipular no necesariamente tiene que coincidir con lo planeado por el hacedor de política.

También es importante señalar que los anteproyectos o modelos para la implementación de políticas no refieren a un conocimiento de contribuciones causales, sino a relaciones lógicas. Bunge hace una interesante distinción entre dos tipos de sistemas: concreto y conceptual. Un sistema concreto es "un conjunto de cosas reales unidas por algunos vínculos o fuerzas, que se comportan como una unidad en algunos aspectos y (excepto el universo en su conjunto) embebido en algún ambiente" (Bunge 415). Los sistemas naturales, sociales y técnicos son concretos. En cambio, los modelos, las teorías, las clasificaciones y los códigos son "sistemas conceptuales", y sus vínculos no son materiales ni causales, sino lógicos.

En los sistemas concretos las relaciones entre las variables son causales: decimos que el aumento de la cantidad de dinero condujo a un aumento en el ingreso nacional, o que la fexofenadina inhibió la producción de histamina. Todos estos son fenómenos en los que sus partes están causalmente conectadas. Sin embargo, en un sistema conceptual tales relaciones no son causales, sino lógicas. Supongamos la ecuación Y = 2X. Esta ecuación nos dice que, para cualquier valor asignado a X, Y siempre tendrá el doble. Sin embargo, no existe relación causal entre X e Y; tal relación es meramente lógica. Esto es lo que sucede en un anteproyecto de política: los factores coadyuvantes complementan a la variable política o factor causal central, y todos ellos están encadenados lógicamente. Los anteproyectos no se refieren a políticas que han funcionado en alguna parte. Cada anteproyecto está específicamente armado para que la política a implementar funcione en el sistema objetivo. Por lo tanto, la contribución de dicho anteproyecto no es otra cosa que un teorema, es decir, una propiedad que obtenemos a través de inferencias deductivas.

El conocimiento que proporcionan los anteproyectos no es necesariamente un conocimiento sobre contribuciones causales. Sin embargo, pueden convertirse en causales siempre y cuando la política se aplique con éxito: una vez que la torta se ejecute correctamente en el mundo real -o en el sistema concreto- las relaciones lógicas del anteproyecto terminarán convirtiéndose en relaciones causales. Así, la información proporcionada por el MNCI -el mecanismo de ventajas comparativas- es sencillamente un encadenamiento de razonamientos lógicos, un teorema que puede ser materializado en el mundo real en tanto se cumpla con las condiciones establecidas. Diremos entonces que el mecanismo de ventajas comparativas que emerge del MNCI es un teorema, mientras que el mecanismo de ventajas comparativas que tiene lugar en alguna economía real es una contribución causal. La cuestión es que de un teorema no necesariamente va a emerger una contribución causal.

Un tercer problema se asocia con las discrepancias entre las condiciones ideales (estipuladas en un anteproyecto) y las condiciones reales (la política implementada). Las condiciones y los valores establecidos en los anteproyectos son idealizaciones y abstracciones, de modo tal que siempre va a haber al menos una mínima discrepancia entre las condiciones de set-up del anteproyecto y las condiciones de set-up de la política implementada en el sistema concreto. El problema de esto radica en que pequeñas discrepancias en las condiciones de inicio pueden conducir a grandes discrepancias en los resultados. El clásico ejemplo de ello son los modelos económicos de caos. Estos son sistemas complejos y dinámicos donde, a pesar de ser modelos deterministas, es imposible hacer predicciones a largo plazo, ya que a mayor horizonte temporal mayor es la discrepancia que se puede generar respecto de las condiciones de inicio. Uno de los supuestos del MNCI es que no hay movimiento de factores entre países. Este supuesto es claramente una falsa idealización. En casi todos los países existe algún movimiento de factores, sea de capital o de trabajo. Un hacedor de política puede asumir que en su país ese movimiento es poco significativo, de modo tal que el mecanismo de ventajas comparativas no se verá alterado. No obstante, en un sentido estricto el hacedor de política es incapaz de anticipar ex-ante si la pequeña discrepancia entre el supuesto ricardiano y el movimiento real de factores en el país va a ser suficientemente significativa o no como para generar desvíos importantes respecto del valor esperado.

Como se puede apreciar, los anteproyectos de política solo nos proporcionan información respecto de lo que pasaría en situaciones muy concretas, donde ni hayan cambios en las acciones de las personas, en las instituciones, en las reglas del juego, etc., ni tampoco hayan discrepancias significativas entre los resultados esperados y los reales. Sin embargo, es incapaz de decirnos algo sobre los posibles desvíos del curso esperado. El problema radica en que el conocimiento de estos desvíos, en algunas situaciones, puede ser tanto o más importante que el conocimiento de los "ingredientes" de un anteproyecto. Esta problemática será abordada en la siguiente sección.

Asimetría de resultados en la toma de decisiones

Supongamos que un grupo de terroristas toma al presidente de una nación como rehén. Hay varios francotiradores que se colocan estratégicamente para no ser percibidos por los terroristas. Dada su experiencia en tiro, ni la distancia ni el viento son factores que puedan complicar la ejecución satisfactoria de cualquiera de estos francotiradores. Supongamos, no obstante, que uno de los terroristas ha tomado al presidente como "escudo". Esto es una situación comprometida para los francotiradores, ya que una mínima desviación en sus cálculos puede terminar con la vida del presidente. El resultado de tal desviación puede tener consecuencias trascendentalmente desfavorables. Debido a esto, tal vez la decisión más razonable para los francotiradores sea la de no disparar, al menos en esta situación particular. Si los francotiradores siguiesen las ideas de Woodward y de la PBE, el disparo al terrorista estaría asegurado debido al éxito de sus disparos en situaciones previas. Si los francotiradores siguiesen las prescripciones de Cartwright y Hardie, entonces estos deberían ajustar el rifle teniendo en cuenta la distancia, el viento y cualquier otro factor coadyuvante que los lleve al éxito. Pero el tiro puede fallar, y tal fracaso puede surgir debido a una discrepancia mínima entre el valor ideal y el valor real o porque el terrorista y el presidente se movieron en ese momento.

Los enfoques causalistas de Woodward, de la PBE y de Cartwright y Hardie proporcionan información respecto de lo que sucedería bajo determinadas circunstancias. Sin embargo, en ninguno de ellos se dice algo respecto de lo que sucedería si alguno de los condicionamientos de un anteproyecto no se cumpliese, esto es, si la política se desviase de su curso esperado. En algunas situaciones estos desvíos pueden ser intrascendentes. Pero en otras situaciones -como la del presidente y el terrorista- pueden ser determinantes. Y esas desviaciones pueden llegar a ser suficientemente significativas como para marcar un punto de inflexión en la historia de la humanidad. Esto es lo que Taleb (2007) denomina "cisnes negros". Un cisne negro es una rareza, un evento que habita fuera del reino de las expectativas normales. Dado que es un suceso altamente improbable, es prácticamente imposible de predecir, al menos en la lógica del modelo utilizado. Asimismo, sus consecuencias son trascendentales, al punto de que cambian el rumbo de la historia.2 Pensemos un segundo en éxitos tales como el descubrimiento de la penicilina, el invento de internet, el atentado del 11-S o la crisis financiera de 2008. Todos ellos son eventos que estaban fuera de lo "normal", pero que al ocurrir terminaron cambiando el curso de la historia.

En la lógica del cisne negro prevalece la idea de prestar atención no a lo conocido, sino a lo improbable y a lo extremo, ya que son precisamente estos hechos los que terminan dominando nuestro mundo. Ahora bien, esto es justo lo que no se hace cuando se implementa una política sobre la base de regularidades invariantes o de tortas causales. Dado que el objetivo central de esta estrategia es inferir un resultado con el mayor grado de certeza posible, el sistema bajo análisis recibe todo tipo de cierres y restricciones que garanticen el logro de ese resultado. En otras palabras, se focaliza en lo común, en lo acontecido, y no en lo que podría llegar a ocurrir. Esto significa que cualquier resultado alternativo o desviación de un anteproyecto es descartado, es decir, se convierte en una rareza. Ahora bien, el problema no es tanto lo que se deja de lado en sí mismo, sino que lo que a veces se deja de lado puede tener consecuencias negativas e irreversibles.

Conocer los desvíos de una torta es una buena base para la toma de decisiones de un hacedor de políticas y, en este sentido, dicha toma de decisiones puede estar basada no en las probabilidades de éxito de la política, sino en sus consecuencias directas e indirectas. Esto es lo que Taleb (2012) denomina "asimetría". De acuerdo con Taleb, existen tres tipos de funciones subyacentes a relaciones causa-efecto: convexas (o asimetría positiva), cóncavas (o asimetría negativa) y lineal. Cuando hablamos de linealidad, decimos que el efecto es proporcional a su causa, es decir, que el cambio en la variable dependiente es proporcional al cambio en la variable independiente. Cuando hay asimetría, el cambio en la variable dependiente fluye en una proporción diferente de la independiente. Supongamos que estamos en el dominio de los positivos de un eje cartesiano. Dado un mismo punto de referencia, cuando una función es convexa lo que se pierde (valores ubicados a la izquierda de la función) siempre es menor que lo que se gana (valores ubicados a la derecha de la función). Cuanto más convexa sea esta función, mayor será la diferencia entre lo ganado y lo perdido. Lo inverso sucede con una función cóncava: lo que se pierde siempre es mayor a lo que se gana. Cuando la asimetría es positiva (o convexa), un agente tiene mucho para ganar y poco para perder. El resultado es claramente desconocido. Sin embargo, podemos hacernos una idea de las consecuencias de cada alternativa de decisión. La estrategia racional para Taleb no es la asignación de probabilidades a los eventos futuros, sino tomar decisiones basadas en las consecuencias: si el escenario involucra asimetría positiva, tendrá sentido seguir esa alternativa, ya que se tiene mucho para ganar y poco para perder. Si el escenario involucra asimetría negativa, lo racional será no actuar a favor de esa alternativa, ya que se tiene poco para ganar y mucho para perder.

Supongamos entonces que un país desea usufructuar los beneficios del comercio internacional, y para ello aplica una política de libre comercio. Supongamos que el mecanismo de ventajas comparativas funciona en primera instancia. El resultado de ello será una expansión en la frontera de posibilidades de consumo, dando como resultado una mejora en la utilidad social. Supongamos también que la especialización (parcial) en una de sus mercancías ha incrementado considerablemente la producción de ese bien, el cual buena parte es exportado. Supongamos ahora que, con el paso del tiempo, las mejoras en la producción y en la productividad se derivan en una presión de los sindicatos para aumentar el salario real de los trabajadores. Esto hará que los costos de los empresarios aumenten, lo cual se trasladará a los precios.

Como lo que aumenta es el nivel general de precios y no los precios relativos, los términos del intercambio permanecerán inalterados. Asimismo, el aumento en los precios hará más atractiva a las importaciones, al tiempo que encarecerá el volumen de las exportaciones. Ceteris paribus, esto hará que el nivel de reservas del Banco Central disminuya. Un camino posible es devaluar la moneda. Sin embargo, supongamos que el hacedor de política desea mantener el mismo nivel de utilidad social, por lo que esto se traduce en una caída en las reservas. Supongamos también que dicha caída se compensa con un mayor endeudamiento. En el largo plazo, el resultado será crítico: una fuerte caída en la actividad productiva (producto de un aumento de las importaciones y una caída de las exportaciones) y un endeudamiento crónico, el cual conducirá en algún momento a problemas con su pago. La política de libre comercio, que en un principio se creía beneficiosa, terminó llevando al país a una crisis.

Así, un anteproyecto de política puede tener consecuencias positivas si todo sale de acuerdo con lo planeado. Sin embargo, el concepto de asimetría nos dice que más que apegarnos a esta única consecuencia, deberíamos también tener en cuenta qué desvíos o qué consecuencias alternativas pueden emerger en caso de que algo falle. Hay situaciones donde hay poco para ganar y mucho para perder. Y cuando esto suceda -esto es, cuando haya concavidad-, lo más prudente será no hacer uso de dicha política. A diferencia de Cartwright y Hardie -quienes eliminarían un anteproyecto en caso de que sus condiciones no sean implementables en un sistema objetivo-, el enfoque basado en la noción de asimetría sugiere que estos anteproyectos se eliminen en caso de que sus consecuencias alternativas (aunque a veces improbables) sean sustancialmente dañinas para el sistema objetivo.

Alternativamente, existen casos en donde lo que se tiene para ganar es muy superior a lo que se tiene para perder, esto es, casos donde la asimetría es positiva. Cuando esto suceda, independientemente del éxito o fracaso de la política, va a ser razonable su implementación, ya que no solo se tiene control sobre lo que se pierde, sino que también las ganancias pueden ser ilimitadas. Tomemos como ejemplo aquellas políticas que consisten en combatir la desnutrición y malnutrición infantil. Lo que se "pierde" es algo conocido: son los recursos destinados en la implementación de la política. Lo que se gana es algo muy superior: una sociedad futura saludable, con menores índices de mortalidad infantil y con mayores oportunidades de llevar a cabo la vida que estas personas tienen razones para valorar. Las políticas que invierten en "buscar" cisnes negros son otro claro ejemplo de ello.3 Pensemos en las políticas que invierten en descubrir la cura contra enfermedades. Lo que se pierde es conocido y hasta controlable (ya que el hacedor de políticas puede decidir en algún momento cortar el flujo de recursos destinados a esta investigación). Pero lo que se gana con su descubrimiento es incalculable: así como son incalculables las vidas ganadas con el descubrimiento de la penicilina, también son incalculables las vidas que se ganarían el día que se descubra la cura contra el cáncer o contra el SIDA.

Aquí existe otro fuerte contraste con el enfoque defendido por Cartwright (2012) y Cartwright y Hardie (2013). Para los autores, una política debe ser implementada solo cuando se cumplan todas las condiciones estipuladas en las tortas. El enfoque de las políticas basadas en la asimetría de resultados pone mayor atención en las consecuencias que en la factibilidad del cumplimiento de estos factores coadyuvantes. Tomemos como ejemplo una situación de vida o muerte: un niño necesita con urgencia un trasplante de pulmón y, puesto que la lista de espera es muy larga, el padre del niño decide donarle uno de sus pulmones. Existen altas chances de que el organismo del niño termine rechazando el pulmón de su padre. Pero también existe la chance de que lo acepte. Para el padre, el cumplimiento de los factores coadyuvantes se hace menos relevante que las consecuencias de hacer o no hacer el trasplante. Lo ideal sería que el pulmón a trasplantar perteneciera a un niño y no a un adulto. Pero "perdido por perdido", el padre decide arriesgarse. No hay peor resultado para él que la muerte de su hijo. Y esta está asegurada sin un trasplante. Al padre no le importa tanto si no se cumplen algunos de los factores coadyuvantes. El padre examina las consecuencias y observa una asimetría positiva en su decisión. Y es sobre la base de esta información que él toma la decisión de donar su propio pulmón.

Así, si bien se reconoce el hecho de que conocer los factores coadyuvantes es de importancia clave para el éxito de una política, también lo es conocer las consecuencias alternativas de la misma. Y al conocerlas, la toma de decisiones puede cambiar sustancialmente. Conocer qué acervo de factores contribuyen al éxito de una política es solo una parte de la historia. Sin un conocimiento de las consecuencias alternativas el hacedor de políticas puede ir de una situación levemente complicada (v. gr., baja utilidad social por la existencia de políticas proteccionistas) a una situación crítica (v. gr., fuerte caída de la actividad productiva sumado a un endeudamiento crónico). Asimismo, puede que no todos los factores coadyuvantes se cumplan, pero si la situación es de una asimetría positiva muy fuerte (como puede ser una política de urgencia donde el peor resultado ya está prácticamente asegurado), es perfectamente razonable que un hacedor de políticas decida igualmente implementar la política pertinente.

Consideraciones finales

A lo largo del presente trabajo se examinaron diferentes modos de conceptuar el conocimiento utilizado en la implementación de políticas socioeconómicas. A pesar de ciertas discrepancias de contenido, los enfoques examinados toman como punto de apoyo aquello que debería ocurrir si se dieran ciertas condiciones muy precisas. Sin embargo, dejan de lado aquello que podría llegar a ocurrir si alguna de estas condiciones no se cumpliese. Ignorar el conocimiento de consecuencias alternativas a veces (muchas veces) puede ser intrascendente, sobre todo si se hace especial hincapié en el cumplimiento efectivo de todos aquellos condicionamientos que forman parte de un anteproyecto de política socioeconómica. Asimismo, en algunas situaciones estos desvíos pueden ser insignificantes. Sin embargo, no siempre es así, sino que las consecuencias pueden ser sustancialmente desproporcionadas respecto de la política pensada, y este resultado asimétrico puede conducir a consecuencias trascendentalmente negativas.

Debido a esto, en el presente artículo se ha argumentado que el conocimiento de los resultados alternativos de una política resulta ser tan importante o incluso más que el conocimiento de factores invariantes bajo intervenciones, de políticas que funcionaron en alguna parte, o incluso del conocimiento causal para que dicha política funcione aquí. Al tomar como punto de referencia el conocimiento de resultados alternativos, la toma de decisión estará sesgada por la asimetría de los resultados. Si un escenario involucra asimetría positiva (es decir, si hay mucho para ganar y poco para perder), entonces sería coherente implementar la política. Del mismo modo, si un escenario involucra asimetría negativa (es decir, si hay mucho para perder y poco para ganar), entonces independientemente de las chances de éxito, lo coherente sería descartar esa política. No se niega la importancia de realizar tanto la investigación vertical como la horizontal; de lo contrario una política podría fracasar por no tener en cuenta su escasa validez externa. Tampoco se niega la importancia de conocer regularidades que justifiquen contrafácticos activos, o de conocer políticas similares que ya hayan tenido éxito en otro lado. El problema es que esa información, aunque útil, a menudo resulta ser insuficiente para una buena toma de decisiones.

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1De acuerdo con la teoría cuantitativa del dinero, existe una relación directa entre la cantidad de dinero (u oferta monetaria) y el nivel de precios.

2No toda rareza es un cisne negro. Para que un evento sea considerado como tal, el impacto que provoca en un determinado sistema debe ser importante.

3En este caso estaríamos hablando de cisnes negros positivos: aquellos que generan un beneficio incalculable. Estos se diferencian de los cisnes negros negativos, como las crisis económicas, las guerras, etc. (cf. Taleb 2007).

Cómo citar este artículo:

MIA: Ivarola, L. "Consecuencias alternativas y asimetría de resultados en la implementación de políticas socioeconómicas." Ideas y Valores 68.171 (2019): 13-36.

APA: Ivarola, L. (2019). Consecuencias alternativas y asimetría de resultados en la implementación de políticas socioeconómicas. Ideas y Valores, 68(171), 13-36.

CHICAGO: Leonardo Ivarola. "Consecuencias alternativas y asimetría de resultados en la implementación de políticas socioeconómicas." Ideas y Valores 68, n.° 171 (2019): 13-36.

Recibido: 19 de Marzo de 2017; Aprobado: 07 de Junio de 2017

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