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Ideas y Valores

Print version ISSN 0120-0062

Ideas y Valores vol.69 no.174 Bogotá Sep./Dec. 2020  Epub Apr 28, 2021

https://doi.org/10.15446/ideasyvalores.v69n174.86544 

Reseñas

Ramas San Miguel, Clara. Fetiche y mistificación capitalistas: la crítica de la economía política en Marx. Madrid: Siglo XXI, 2018. 302 pp.

JAIME ORTEGA* 

*Universidad Autónoma Metropolitana -Ciudad de México - México jortega@correo.xoc.uam.mx


Resultado de una tesis doctoral en filosofía, el presente libro viene a sumar a las publicaciones realizadas en el bicentenario del nacimiento de Karl Marx. Con un prólogo del teórico alemán Michael Heinrich y un epílogo del filósofo español Carlos Fernández Liria, Clara Ramas aborda dos conceptos centrales en la escritura de El Capital, al tiempo que propone un "principio de lectura" desde el cual abordar el conjunto de la obra. En esta reseña abordaremos, de manera sucinta, los capítulos de los que se compone la obra en cuestión, movilizando algunos elementos críticos hacia el final.

En el primer capítulo, la autora ofrece un panorama general del conjunto de corrientes a partir de las cuales se identifica el trabajo. Deslinda entre las formas tradicionales del marxismo (que podríamos denominar marxismo fordista o de las fuerzas productivas); de aquellas que Anderson sancionó como la vertiente "occidental", corriente al cual debe gran parte de las fuentes y, finalmente, la "nueva lectura" (agregamos nosotros, centralmente "alemana"), a la que se adscribe en sus principales coordenadas. Es a partir de esta última que recoge el sentido del concepto marxismo y el contenido de su proyecto de investigación. El marxismo, entendido en esta corriente, es un programa de investigación que descansa sobre una crítica de la economía política tiene cinco borradores a lo largo de dos fases. La primera de ellas contempla un plan de seis libros, mientras que la segunda contempla uno de cuatro. Es significativo que no se enuncien hipótesis de las consecuencias que tiene para la autora esta transformación o adecuamiento. Esta distinción ha sido construida en la trayectoria de la "nueva lectura alemana" y tiene como eje el problema de las categorías.

El segundo capítulo realiza una reseña sobre el problema del fetichismo y la mistificación entre estas corrientes. El marxismo tradicional es despachado rápidamente y solo se mencionan algunas figuras relevantes (Pashakunis, Rubin), en tanto que el capítulo se concentra en el espacio compartido entre el marxismo occidental, en la tradición abierta por Lukács y continuada por la "teoría crítica de la sociedad", y la "nueva lectura", espacio teórico que no solo habría revivido las discusiones sobre fetichismo y mistificación, sino que, de alguna forma, las colocará en el centro de toda interpretación.

El capítulo tercero aborda la especificidad del concepto de fetichismo, el cual podría ser expresado como la capacidad de crear el efecto de la personificación de las cosas y la cosificación de las personas. Ramas explora con detenimiento lo que denomina la "forma matriz" del fetichismo: el de la mercancía. La "forma-mercancía" sería fetichista, no en un sentido ideológico ("falsa conciencia"), sino constitutivamente, pues el entramado en el cual se produce y se reproduce es este: la relación entre cosas que se da en el mercado y solo a partir del cual los seres humanos se relacionan. De la forma matriz, Ramas explora las siguientes formas del fetichismo: el del dinero y el del capital. Sobre el primero, la autora explora el consenso generalizado en el que el dinero asume el poder de representación sobre la universalidad de las mercancías, convirtiéndose en el siguiente nivel del fetichismo mercantil. Sin embargo, con el del capital, se percata de que existen confusiones y delimitaciones aún no realizadas, en donde los términos de mistificación y fetiche del capital se confunden. Tras esto, procede a inscribir este último en la sección cuarta de El Capital, delimitando el corazón del fetiche del capital: la apropiación de las fuerzas productivas de los seres humanos como fuerzas productivas del capital. Así, las descripciones de la cooperación, la maquinaria y la gran industria aparecerían justamente como la ejemplificación perfecta del fetiche del capital, en tanto que las relaciones sociales y de producción de los seres humanos son apropiadas, reordenadas y reconfiguradas. Con el fetiche del capital, Ramas nos recuerda que este somos nosotros mismos.

El cuarto capítulo aborda el problema de la mistificación, delimitando así el concepto con respecto al de fetiche. Estableciendo una discusión con la literatura que usa indistintamente ambas nociones, establece la línea de demarcación a partir de la "forma matriz" de la mistificación: la salarial. La mistificación debe ser entendida en el libro que ahora reseñamos como el conjunto de formas de manifestación que ocultan la realidad efectiva y hacen aparecer su contrario, distinguiendo así la forma de aparición y su aspecto de relación efectiva.

El problema del precio del trabajo y del precio de la fuerza de trabajo ocupa la mayor parte de sus esfuerzos, pues es a partir de este único, pero importante ejemplo, que en Marx se puede rastrear la mistificación. Ramas profundiza en este aspecto para aclarar la forma de operar de estos dos elementos, para posteriormente proceder a las formas superiores o desarrolladas. Al igual que con el fetiche se opera una forma trinitaria, en este caso a la mistificación del salario le sigue la de la ganancia (cuya cúspide es el interés) y la de la renta del suelo. A este último elemento le dedica un largo apartado, pues, siguiendo al propio Marx, se da cuenta de la anomalía o rareza que supone la noción de renta del suelo o precio de la tierra.

A partir de este momento, Ramas proyecta un trabajo de reconstrucción de la crítica de la economía política. Por reconstrucción, la autora entiende el establecimiento de un marco de inte-legibilidad, mientras que por crítica de la economía política entiende el proyecto esbozado únicamente en El Capital. Así, el marco que ella propone es que el texto de Marx pueda ser leído en dos claves: la primera, una teoría del valor (distribución social de los trabajos) en donde el fetichismo es el concepto clave; la segunda, una teoría del plusvalor (funcionamiento de la estructura construida por la distribución social de los trabajos) cuyo eje será la mistificación. Aquí, Ramas realiza críticas la "nueva lectura" y procede anudando su propuesta de lectura.

Los siguientes dos capítulos abordan de manera detallada el lugar de la teoría del valor, en una vertiente que se ha explicitado en distintos lugares: el carácter social del trabajo. Desmarcándose de otras formas de comprensión, como la demostración de la fuente del valor o la cuantificación de este; la autora procede a concentrarse en el carácter social y la forma de constituir el trabajo en su dimensión capitalista. El segundo aborda (contra Schumpeter y Foucault) el carácter específico del aporte de Marx con respecto al problema de la existencia del plusvalor en una sociedad que declara la equivalencia. En ambos capítulos se presiente el proceso de negociación entre un discurso filosófico, una problematización de los textos y los múltiples referentes y vías de confrontación que el marxismo ha tenido que sortear frente al pensamiento social.

Finalmente, el texto cierra con una breve reflexión de la autora y un epílogo del filósofo Fernández Liria. En el primero, Ramas declara tanto sus objetivos iniciales como su proyección posterior, de alguna manera opera ese segmento como una declaratoria del programa de investigación que desea seguir. El epílogo representa una crítica constructiva, pues sienta las bases para un posible diálogo entre dos tradiciones separadas tanto por su lenguaje como por sus intenciones. Fernández Liria argumenta su escepticismo ante cierta perspectiva, que podríamos llamar "hegelianizante", sentando las bases para pensar El Capital de otra forma, diametralmente opuesta a la "nueva lectura". De alguna forma, sin embargo, logra percibir puntos de contacto que restará explorar a futuro.

El texto de Ramas cumple cabalmente con los objetivos que se propone. No se limita a un comentario, sino que articula una propuesta de lectura. Además, no presenta -como suelen hacer los teóricos marxistas alemanes- su propuesta como la única posible, sino que traza las líneas de demarcación necesarias con sus pares, señalando silencios, huecos, hiatos y ambigüedades, tanto de ellos como de los textos.

Podemos, sin embargo, articular algunas perspectivas críticas, no como un ejercicio de corrección, sino de diálogo y ampliación. Uno tiene que ver con el problema de la traducción política o ampliación del espacio teórico de la crítica de la economía política, el otro con algunas fuentes que pueden ser útiles para una reconstrucción más rica de los debates con Marx y con respecto a él.

La primera perspectiva tiene que ver con una ausencia notable. A pesar de dialogar en un cierto sentido con Fernández Liria -quien, como dijimos, escribe un epílogo - la autora no introduce en su argumentación el problema teórico que se labra en el capítulo xxiv de El Capital, manteniéndolo como un estatuto histórico. A diferencia del coautor de El orden de 'El Capital', no ve en el establecimiento de las condiciones de producción, por medio del despojo, la expropiación y la separación del productor con sus medios de vida, instrumentos útiles para la crítica. Sin este conjunto de elementos, que no son la génesis del capital, sino condiciones de su reproducción permanente, no hay ni teoría del valor ni teoría del plusvalor. Es decir, el establecimiento de las relaciones sociales fetichizadas, que permite una estructura de funcionamiento mistificada, no es posible sin el proceso histórico de expropiación ni sin su reproducción continua por la vía de la separación del productor de sus medios de vida.

El segundo aspecto que se extraña es una reflexión sobre las implicaciones que tiene el abandono (o cambio) del proyecto de los seis libros que la autora señala. Este tema ha sido de los más recurrentes en algunas tradiciones del pensamiento, teniendo múltiples efectos. El que más nos interesa discutir aquí es el de la traducción política: ¿nos dice algo El Capital sobre las formas de la dominación moderna? O con mayor precisión ¿tiene algo que decir la crítica de la economía política con respecto al Estado, las relaciones entre Estados y el despotismo vigoroso del mercado mundial? Este tema se encuentra (por mencionar solo a los más famosos) de Robert Kurz a Ansel Jappe, de Michael Heinrich a Moishe Postone: la crítica de la economía política se vuelve un terreno fino, preciso y minucioso de reflexión textual, pero un espacio teórico poco fértil para pensar las formas, caminos o efectos que contribuyan a la emancipación. Desde mi punto de vista, este es el punto ciego de las lecturas "alemanas".

Finalmente, si bien sus interlocutores se encuentran bien definido s y puede interpelarlos a partir de un conocimiento importante del idioma alemán, resultaría sugerente que con este arsenal contrastara reflexiones producidas por fuera de la comarca europea. Nos referimos a los trabajos de Franz Hinkelammert, Bolívar Echeverría y Enrique Dussel. Del primero su lectura del fetichismo y su propuesta de una "economía para la vida" resultarían claves para la teoría del valor que realiza la autora. Del segundo, encontraría un desarrollo de los tres niveles del fetichismo (al igual que en los trabajos en México de Jorge Veraza y Carlos Aguirre y en Chile de Osvaldo Fernández), así como un principio de lectura que problematizaría el argumento de los tres tomos. Finalmente, sorprende la ausencia de Dussel, uno de los pocos comentaristas de lo que se denominan las "cuatro redacciones de El Capital" y con el cual el problema del fetichismo, en su dimensión religiosa, pero también el de la transformación del concepto de trabajo vivo al de fuerza de trabajo, resultarían muy alentadores. Un sano diálogo, junto con una ampliación de los vínculos con el mundo latinoamericano reforzaría el espíritu universal que animó a Marx, dando lugar a borrar barreras y derribar murallas, voluntad necesaria en los tiempos que corren.

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