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Revista Latinoamericana de Psicología

Print version ISSN 0120-0534

rev.latinoam.psicol. vol.40 no.3 Bogotá Sept./Dec. 2008

 


PARTICIPACIÓN EN EL DEPORTE, ORIENTACIÓN DE METAS Y FUNCIONAMIENTO MORAL.

SPORTS PARTICIPATION, GOAL ORIENTATION, AND MORAL FUNCTIONING

JOSÉ A. CECCHINI-ESTRADA1 , CARMEN GONZÁLEZ-GONZÁLEZ DE MESA
y
JAVIER MONTERO-MÉNDEZ
Universidad de Oviedo, España

1 Correspondencia: JOSÉ A. CECCHINI-ESTRADA. Facultad de Educación, Universidad de Oviedo. C/ Aniceto Sela s/n, Oviedo, España. Correo electrónico: cecchini@correo.uniovi.es


ABSTRACT

This study examined whether participation in sports of mid contact (football and basketball), has an influence on moral behavior in sports, and whether these effects are influenced by ego orientation. The participants were high level university sports players and professional players (N=225). They filled questionnaires valuing the participation in sports, goal orientations, and moral behavior. Te results indicated that the participation in mid contact sports predicted ego orientation, which in turn predicted low standards of moral behavior. The direct effects of sport
participation on moral behavior did not point out to be significant regarding ego orientation, indicating that the last construct mediates the relationship between the two variables. The orientation to the task was not significantly related to moral behavior. These discoveries help us to understand better the processes that operate in sports of mid contact. Finally, their implications are debated to eliminate anti sporting conducts.

Key words: Sports, moral development, ego development.

RESUMEN

Este estudio examinó si la participación en deportes de mediano contacto (fútbol y baloncesto), influye en el funcionamiento moral en el deporte, y si estos efectos están mediados por la orientación al ego. Los participantes fueron deportistas universitarios de alto nivel y deportistas profesionales (N = 225), quienes completaron cuestionarios valorando la participación en el deporte, las orientaciones de meta, y el funcionamiento moral. Los resultados indicaron que la participación en deportes de mediano contacto predijo la orientación al ego,
la cual sucesivamente predijo bajos niveles de funcionamiento moral. Los efectos directos de la participación en el deporte sobre el funcionamiento moral no resultaron significativos en presencia de la orientación al ego, indicando que el último constructo mediatiza la relación entre esas dos variables. La orientación a la tarea no se relacionó significativamente con el funcionamiento moral. Estos descubrimientos nos ayudan a entender mejor los procesos que operan en los deportes de mediano contacto. Por último, se debaten sus implicaciones para eliminar las conductas antideportivas.

Palabras clave: deportes, desarrollo moral, desarrollo del ego.



La creencia popular de que el deporte es una actividad sociocultural que permite el enriquecimiento del individuo en el seno de la sociedad, es casi tan antigua como sus orígenes. Una de sus consecuencias es el uso del término deportividad para expresar, en contextos diferentes, una actuación decidida contra la trampa, la manipulación y la adulteración de cualquier índole. Sin embargo, deporte y deportividad son términos que, a pesar de tener un origen común, cada vez parecen más distanciados, al menos en alguna de las manifestaciones del deporte contemporáneo.

Uno de los investigadores que más decididamente han abordado esta cuestión ha sido Bredmeier. En diferentes trabajos, estudió la relación entre la participación en el deporte, el razonamiento moral, las tendencias agresivas y los juicios sobre la legitimidad de acciones deportivas intencionadamente lesivas (Bredemeier & Shields, 1984, 1986; Bredemeier, Weiss, Shields, & Cooper, 1986, 1987). Los primeros resultados de sus investigaciones indicaron que los deportistas, en este caso jugadores universitarios de baloncesto, mostraban un nivel inferior de razonamiento moral que los universitarios que no practicaban deporte, no solo en el contexto deportivo sino también en otros ámbitos de la vida (Bredemeier & Shields, 1984, 1986).

Posteriormente, observó que el grado de implicación de los chicos en deportes de alto contacto como el fútbol americano, la lucha y el judo, y la implicación de las chicas en deportes de mediano contacto, como fútbol y el baloncesto, se asociaba, no solo con un razonamiento moral menos maduro, sino también con tendencias agresivas y juicios sobre la legitimidad de acciones deportivas intencionalmente lesivas (Bredemeier et al., 1986). Estos descubrimientos fueron corroborados en estudios posteriores (Bredemeier et al., 1987; Conroy, Silva, Newcomer, Walker, & Johnson, 2001; Kavussanu & Ntoumanis, 2003).

Otras investigaciones también han observado que una extensa participación en deportes de mediano contacto, en este caso jugadores de fútbol y de baloncesto, ha tenido un efecto negativo en las opiniones y conductas de fair play (Cecchini, González & Montero, 2006), y que a medida que aumenta la categoría en la que se participa (infantiles, cadetes y juveniles), se da una mayor importancia a la Victoria y se produce una mayor permisividad del Juego duro (Boixadós & Cruz, 2000; Cruz, Boixados, Valiente, et al., 1991; Knoppers, 1985; Webb, 1969). La deportividad parece que se está perdiendo en el deporte juvenil por el énfasis excesivo en el resultado y la victoria a cualquier precio (García Ferrando, 1999; Pilz, 1995).

A tenor de estos hallazgos, la idea de que la participación en el deporte garantiza la formación del carácter debe replantearse. Es más, los resultados de estas investigaciones sugieren que una extensa participación en, al menos, deportes de contacto medio y alto, puede tener efectos negativos en el razonamiento moral e incrementar la agresividad. La pregunta que cabría hacerse es la siguiente: ¿este tipo de deportes son perjudiciales en sí mismos?, es decir ¿su lógica interna lleva a que los deportistas acaben saltándose las reglas y comportándose de una manera moralmente inaceptable? Creemos que la teoría de meta de logro puede arrojar algo de luz sobre estas cuestiones.

Esta teoría examina la motivación desde la perspectiva de metas individuales perseguidas en contextos de logro. La premisa básica es que los individuos se implican en estos contextos con la finalidad de demostrar competencia. La competencia, sin embargo, puede ser interpretada de modos diferentes en función de la orientación de meta personal. Nicholls (1989) sostiene que existen dos orientaciones de meta: una en la que la competencia se interpreta como mejora personal (orientación hacia la tarea), y otra en la que la competencia es interpretada como una capacidad que se construye en función de los demás (orientación hacia el ego). En un individuo implicado en la tarea, la demostración de habilidad y la percepción subjetiva de éxito se experimenta a través de la mejora personal, aprendiendo algo nuevo o desafiante, y/o empleando niveles altos de esfuerzo (auto-referencia). En contraste, la persona implicada en el ego utiliza criterios normativos o comparativos, y los sentimientos de competencia se derivan de la demostración de una habilidad superior a la de los demás (Nicholls, 1989).

Esto puede tener importantes repercusiones sobre el razonamiento moral en el deporte. La orientación a la tarea se debería relacionar con patrones más adaptativos: creer que el éxito deportivo se consigue a través del esfuerzo, pensar que el deporte tiene como único fin la formación personal, mostrar una mayor satisfac ción con los resultados que informan acerca del progreso personal, y evidenciar una mayor motivación intrínseca hacia la práctica del deporte. Como el éxito depende de uno mismo no parece que sea necesario agredir al contrario o saltarse las normas para sentirse competente. Por el contrario, la orientación al ego se relacionaría con la creencia de que el éxito deportivo se mide en función de los demás. Si para sentirse competente y tener éxito en el deporte es necesario sobresalir sobre los otros, parece más que probable que el deportista acabe saltándose el reglamento y comportándose de forma ilícita y antideportiva. De ser esto cierto, lo que debería examinarse no es el deporte en sí mismo, sino la estructura de logro que enfatiza la implicación al yo durante los años de práctica deportiva.

La investigación que se ha realizado hasta el momento permite aceptar esta hipótesis. La orientación al ego ha sido relacionada con bajos niveles de fair play en jugadores de fútbol cadetes (Cecchini, González, López & Brustad, 2005), en jugadores de fútbol y de baloncesto universitarios y profesionales (Cecchini, et al., 2006), con la aprobación de actos intencionalmente injuriosos entre jugadores de baloncesto de instituto y universidad (Duda, Olson, & Templin, 1991; Kavussanu & Roberts, 2001) y jugadores de elite de hockey sobre hielo (Dunn & Dunn, 1999), Asi mismo, se correspondió a bajos niveles de razonamiento moral en jugadores de rugby adultos (Todd & Hodge, 2001), y jugadores de baloncesto, fútbol, hockey y rugby universitarios (Kavussanu & Ntoumanis, 2003). La orientación a la tarea, por otra parte, ha sido relacionada con actitudes deportivas positivas, concretamente el respeto por los convencionalismos sociales y la entrega personal en el deporte (Dunn & Dunn, 1999), aunque en general, ha sido menos consistente (Cecchini, et al. 2006).

Utilizando tres de los cuatro componentes del modelo de Rest (1984), concretamente el juicio moral, la intención y el comportamiento, Kavussanu y Roberts (2001) examinaron el papel de las metas de logro en una muestra de jugadores universitarios americanos de baloncesto. El término funcionamiento moral se usó para referirse a los tres componentes. Los atletas respondieron a dilemas morales describiendo comportamientos antideportivos que probablemente ocurran durante un partido de baloncesto. Una alta orientación al ego se correspondió con bajos niveles de juicio moral y de intención en mujeres; esto es, a mayor orientación al ego del deportista, más probablemente juzgaría los comportamientos descritos como apropiados y comunicaría su intención de comprometerse en estos comportamientos. Estos descubrimientos fueron confirmados en un estudio posterior en el que además se evidenció el papel mediador de la orientación de meta (Kavussanu & Ntoumanis, 2003).

Cecchini, et al., (2006), también observaron que la participación en deporte de mediano contacto repercute en las opiniones sobre las conductas y actitudes de fair play en el contexto deportivo, y que estos efectos están mediatizados por la orientación de meta.

Los estudios anteriores claramente sugieren que las metas de logro y la orientación al ego en particular, tienen importantes implicaciones para el funcionamiento moral en el deporte y que puede explicar, en gran medida, estos comportamientos antideportivos. También se ha observado que la orientación al ego es más pronunciada en los niveles más altos del deporte competitivo (White & Duda, 1994), y en deportes de contacto (Cecchini, et al., 2006; Kavussanu & Ntoumanis, 2003). En función de los hallazgos de estos autores, formulamos la hipótesis de que una amplia participación en deportes de mediano contacto tiene un efecto negativo en el funcionamiento moral (Kavussanu & Ntoumanis, 2003) y que este efecto está mediatizado por la orientación al ego. Es decir, la participación en estos deportes se relaciona positivamente con la orientación al ego, que sucesivamente se corresponderá con bajos niveles de funcionamiento moral.

MÉTODO

Participantes.

Los participantes fueron deportistas universitarios de alto nivel y deportistas profesionales varones (n = 165) y mujeres (n = 90) de uno de estos deportes: baloncesto (n = 60), y fútbol (n = 195). Estos deportes se seleccionaron porque pueden clasificarse como deportes de mediano contacto (Bredemeier & Shields, 1986; Bredemeier et al., 1986, 1987; Conroy et al., 2001; Kavussanu & Ntnoumanis, 2003), en los que se ha mostrado que una extensa participación (frecuente, amplia, intensa), se asocia con bajos niveles de razonamiento moral. Un total de 10 equipos participaron en el estudio. Las edades de los participantes oscilaban entre 18 y 34 años (media = 22.9, SD = 4.22) y habían participado en su respectivo deporte en un promedio de 8.82 sesiones semanales (SD = 3.09).

Instrumentos

Participación en el deporte. El grado de participación en el deporte se midió con un solo ítem preguntando a los atletas que indicasen el número de sesiones en las que habían participado en su deporte respectivo. Este ítem se ha usado frecuentemente en la investigación anterior para valorar la participación en el deporte (p. ej., Bredemeier et al., 1986, 1987; Cecchini, et al., 2006; Conroy et al., 2001).

Orientación de meta. El Cuestionario de Percepción del Éxito (POSQ; Roberts & Balagué, 1991) se usó para valorar las orientaciones de meta a la tarea y al ego. El POSQ es una escala de 12 ítems: 6 de orientación a la tarea y 6 de orientación al ego. Ejemplos de ítems que constituyen la subescala de tarea son "demuestro una clara mejoría personal" y "trabajo duro". Ejemplos de ítems que constituyen la subescala de ego son "soy claramente superior a los demás" y "mi actuación supera a mis rivales". La robustez del POSQ fue confirmada en idioma español por Cervelló, Escartí y Balagué (1999). Los sujetos respondieron a la raíz "Siento éxito en el deporte cuando...". Los participantes respondieron en una escala Likert de 1 a 5 puntos que oscilaban entre "nada identificado" = 1 y "totalmente identificado" = 5. El POSQ ha demostrado una satisfactoria consistencia interna con un coeficiente alfa de Cronbach, de .90 para la subescala de tarea y .84 para la subescala del ego (Roberts & Balagué, 1991).

Funcionamiento moral. El funcionamiento moral se valoró usando un instrumento desarrollado por Gibbons, Ebbeck y Weiss (1995) modificado posteriormente por Kassuvanu y Ntoumanis (2003). Se usaron cuatro dilemas (alternativas) en referencia a comportamientos antideportivos que probablemente ocurran en los dos deportes: engañar al árbitro, quebrantar una norma, riesgo de lesión a un jugador contrario y daño intencionado a un oponente.

Se valoraron el juicio, la intención y el comportamiento en cada dilema. El juicio se midió preguntando a los deportistas que juzgaran si era apropiada la conducta descrita. Para valorar la intención se les preguntó que indicaran si ellos actuarían de ese modo. Por último, el comportamiento se midió preguntándoles cuantas veces habían actuado así en lo últimos cinco partidos. En todos casos las respuestas variaban desde "nunca" = 1, hasta "muy a menudo" = 5. Estas cuestiones se han utilizado en la investigación anterior (Kavussanu & Ntoumanis, 2003; Kavussanu & Roberts, 2001) para valorar índices de funcionamiento moral.

Procedimiento.

Nos pusimos en contacto con los entrenadores de todos los equipos, informándoles del propósito del estudio y pidiéndoles permiso para pasar un cuestionario a sus deportistas. Los 10 entrenadores contactados aceptaron colaborar con el estudio. Posteriormente el tercer autor visitó a los equipos y les proporcionó a los deportistas los cuestionarios antes de una sesión práctica. Todos los deportistas que estuvieron presentes en el momento de la recogida de datos participaron en el estudio. Se siguieron los procedimientos normales de información para que nos dieran su consentimiento. Se pidió a los deportistas que respondiesen a las preguntas tan honestamente como fuese posible, y se les aseguró que sus respuestas serían confidenciales y que podrían retirarse del estudio en cualquier momento.

RESULTADOS

Estadísticas descriptivas y análisis de correlación.

Las desviaciones medias y estándar para todas las variables se enumeran en la Tabla 1. Esta tabla también incluye correlaciones entre la participación en el deporte, la orientación a la tarea, la orientación al ego y las variables de razonamiento moral.

Modelo de ecuación estructural

El modelo de ecuación estructural (SEM) se usó para probar el modelo de hipótesis formulado. Cuando se usa el SEM se recomienda, en el primer paso, probar la medida de cada modelo por separado, o sea, la relación de los ítems observados con sus factores subyacentes. Si se descubre que esto es adecuado, se puede proceder al segundo paso para examinar el modelo estructural, esto es, la relación entre factores latentes (Anderson & Gerbing, 1988). Siguiendo esta recomendación, examinamos la estructura factorial del POSQ y el funcionamiento moral y luego probamos la hipótesis del modelo estructural formulado.

Estructura factorial del POSQ

El análisis del factor confirmatorio (CFA) se usó para examinar la estructura factorial del POSQ. Los parámetros del modelo original fueron estimados mediante el criterio de Máxima Verosimilitud (García Cueto, Gallo & Miranda, 1998; García, Ruiz & Abad, 2003; Sandín, Chorot, Santed & Valiente, 2003). Además del ? 2 se han considerado de manera complementaria otros índices como el GFI (Goodnes of Fit Index), RMR (Root Mean Residual), RMSA (Root Mean Square Error of Approximation), NFI (Normed Fit Index), y el CFI (Comparative Fit Index). En el caso del GFI, NFI y CFI se consideran valores adecuados por encima de .90; y en el caso del RMR y RMSA cercanos a .05. La estructura de la hipótesis tuvo una pobre forma: ? 2 (53) = 170.81, p < .001, GFI = .89, RMR = . 07, RMSA = .09, NFI = .83, CFI = .88. La inspección de los índices de modificación de Lagrange y la matriz residual estandarizada sugirieron que dos ítems de la subescala de orientación a la tarea y dos ítems de la subescala de orientación al ego tuvieron que ser tachados para mejorar la forma del modelo. Borrar ítems para mejorar la estructura factorial de un instrumento se considera un proceso legítimo en una medida de evaluación, ya que conserva la estructura general del modelo formulado originalmente, pero con únicamente los indicadores más convenientes (Hofman, 1995). El modelo modificado de 8 ítems tuvo una excelente forma: ? 2 (19) = 29.62, p > .1, GFI = .97, RMR = . 04, RMSA = .04, NFI = .92, CFI = .98.

Estructura factorial del funcionamiento moral

Debido a que los tres índices de funcionamiento moral (juicio, intención y comportamiento) fueron medidos a través de cuatro dilemas, el enfoque del CFA para el análisis del método multirasgo (MTMM) se consideró el método más conveniente para examinar la estructura factorial del funcionamiento moral (Marsh & Grayson, 1995). Los tres índices de funcionamiento moral fueron considerados como rasgos, mientras que los cuatro dilemas se consideraron como métodos diferentes empleados para valorar los diferentes rasgos. El propósito de este análisis es averiguar la relación entre rasgos, cuando los efectos del método de varianza y error aleatorio están presentes. El análisis CFA MTMM valora la validez convergente, validez discriminante y los efectos del método (Marsh & Grayson, 1995).

De acuerdo con Marsh y Grayson (1995), hemos comprobado y comparado los principales modelos del MTMM (ver Tabla 2). El primero postula factores de rasgo correlacionados (3CT). El segundo postula tres rasgos correlacionados y cuatro factores de método correlacionados (3CT 4CM). El tercer modelo también postula factores de rasgo, pero los efectos del método se deducen de la singularidad de los términos correlacionados entre las variables medidas, valoradas por el mismo método (3CTCU). Los efectos del método se deducen cuando las correlaciones entre la singularidad de los términos son moderadas a lo amplio y cuando el modelo tiene una considerable mejor forma que el único rasgo del modelo (Marsh, 1989).

El modelo más apropiado es seleccionado basándose en: a) una evaluación de los índices de forma, y b) si el modelo ha convergido a una solución apropiada, esto es, si los parámetros calculados están dentro de una extensión de valores permisible (Marsh & Grayson, 1995). Si un modelo falla en la convergencia, o si converge a una solución impropia, entonces no es considerado creíble.

La Tabla 2 muestra los índices de forma de los modelos que toman parte en el MTMM, que representan, de manera diferente, la estructura factorial de las tres variables morales a través de cuatro dilemas. Basándose en los dos criterios esbozados anteriormente, ninguno de estos modelos se consideró aceptable. La inspección de la matriz residual estandarizada y los índices de modificación, sugirieron que un factor de método fuera tachado, específicamente, el dilema "riesgo de lesión". Debido a que algunos problemas encontrados en las soluciones de los modelos del MTMM, pueden resolverse tachando un factor del método (Eid, 2000), la modificación sugerida se aceptó y los cuatro modelos que tomaban parte fueron vueltos a analizar postulando tres factores del método.

Los resultados de este análisis también se presentan en la Tabla 2. El 3CT 3CM y el 3CTCU fueron los únicos modelos que tuvieron una excelente forma y también dieron como resultado soluciones apropiadas. El modelo 3CTCU fue seleccionado para el posterior SEM, porque los modelos CT x CU son considerados los más rigurosos de los modelos MTMM (Marsh & Grayson, 1995). Sin embargo, en términos prácticos, ambos modelos, en este estudio, habrían producido idénticos resultados. El modelo global de las cargas del factor rasgo indicaron un grado moderado de validez convergente (cargas medias del factor rasgo = .62). La mitad, aproximadamente, de las correlaciones entre las variables observadas valoradas por el mismo método estuvieron por encima de .50 (media r = .52), indicando la presencia de efectos de método relativamente grandes. Las correlaciones entre los factores de rasgo fueron .97 entre juicio e intención, .65 entre juicio y comportamiento, y .74 entre intención y comportamiento, indicando moderada validez discriminante.

En este estudio utilizamos el juicio, la intención y el comportamiento como índices de funcionamiento moral. Esta hipótesis implica un modelo jerárquico de funcionamiento moral, siendo un factor de segundo orden definido por los factores de primer orden: juicio, intención y comportamiento. El modelo jerárquico requiere la prueba de menos pasos y por eso da como resultado un modelo más parsimonioso, por ello fue importante examinar la forma del modelo de la estructura jerárquica propuesta. Los resultados mostraron que los modelos de primer orden 3CTCU y jerárquica 3CTCU tuvieron idéntica forma (ver Tabla 2). Este es generalmente el caso cuando hay tres factores de primer orden, porque los grados de libertad que se necesitan para explicar las relaciones entre los factores de primer orden son iguales a los grados de libertad necesarios para explicar las relaciones entre éstos y los factores de orden más alto.

Probando los pasos del modelo en la hipótesis formulada.

Se formuló la hipótesis que la extensa participación en deporte de mediano contacto, repercutiría en el funcionamiento moral a través de la orientación al ego (Cecchini, et al., 2006; Kavussanu & Ntnoumanis, 2003). Para ello se probó, primero, el modelo incluyendo todas las variables. Todos los parámetros calculados fueron significativos y se muestran en la Figura 1. La participación en el deporte predijo positivamente la orientación al ego (B = .26), que sucesivamente predijo el funcionamiento moral (B = .35). La orientación a la tarea, sin embargo, no predijo el funcionamiento moral (B = -09). Debido al modo en que se midió el funcionamiento moral, una relación positiva implica que una alta orientación al ego se corresponde con bajos niveles de funcionamiento moral.

Para examinar si la orientación al ego mediatiza la influencia de la participación en deporte sobre el funcionamiento moral, seguimos los cuatro pasos propuestos por Baron y Kenny (1986). El primer paso establece si la variable inicial predice el mediador. Como muestra la Figura 1, la participación en deporte predijo significativamente la orientación al ego. El segundo paso establece si la variable inicial predice el resultado de la variable. Para examinar esto, probamos un modelo en el cual la participación en deporte tuviera un camino directo conducente al funcionamiento moral.

Los pasos desde la participación en el deporte a la orientación al ego y desde la orientación al ego al funcionamiento moral fueron reducidos a cero. El paso directo fue B =.20 y significativo. El tercer paso prueba si el mediador predice el resultado variable después del control realizado por la variable inicial. Como muestra la Figura 1, la orientación al ego fue un predictor significativo de funcionamiento moral después del control realizado por la participación en deporte. El último paso, realizado en el mismo modelo del paso 3, examina si en la presencia del mediador, el camino directo desde la variable inicial al resultado variable es reducido a cero (mediación completa), o si es reducido en su tamaño pero sigue siendo diferente de cero (mediación parcial). En la Figura 1 se añadió un camino directo desde la participación en deporte al funcionamiento moral; este camino fue B =.12, no significativo, y más pequeño que el camino original de B =.20. Por ello se concluyó que la orientación al ego mediatiza parcialmente el efecto de la participación en el deporte sobre el funcionamiento moral.

DISCUSIÓN


Hemos propuesto, en este estudio, que el grado de implicación en deportes de mediano contacto tiene un impacto negativo en el funcionamiento moral y que este efecto está mediatizado por la orientación al ego. Por lo tanto, se formuló la hipótesis de que una amplia participación en estos deportes estaba relacionada positivamente con la orientación al ego, que, sucesivamente, se correspondería con bajos niveles de funcionamiento moral. Basándonos en el modelo de Rest (1984), se examinaron el juicio moral, la intención y el comportamiento como índices de funcionamiento moral. Hemos recogido la aportación de Kavussanu y Ntoumanis (2003), en el uso del enfoque MTMM para examinar simultáneamente el alcance en que los tres índices de funcionamiento moral variarían a través de un número de dilemas morales.

Como se formuló en la hipótesis, el nivel de participación en deportes de mediano contacto, medido en el número de sesiones semanales, tuvo un efecto negativo en el funcionamiento moral. Diferentes estudios han revelado que los deportistas que han participado extensamente en deportes de contacto medio o alto muestran tendencias agresivas, juicios de que actos lesivos son legítimos o bajos niveles de razonamiento moral (Bredemeier & Shields, 1986; Bredemeier et al., 1986, 1987; Conroy et al., 2001). Tales relaciones, sin embargo, no han sido identificadas en atletas de deportes en los que no existe contacto con el adversario, como la natación, la gimnasia o el golf (Bredemeier et al., 1986; Conroy et al., 2001). En la interpretación de estos descubrimientos, Bredemeier et al. (1987) razonaron que los deportes de alto contacto promueven la transgresión moral porque están acompañados de una mentalidad de combate que estimula una visión negativa de los demás y disuade de una interacción altruista.

Estos descubrimientos nos llevan a plantear la siguiente pregunta: ¿es tal la naturaleza de estos deportes que la trasgresión moral es inevitable? Es decir, ¿son los deportes de contacto, debido a su lógica interna de enfrenamiento directo con el adversario, los que necesariamente llevan a los deportistas, a medida que se van implicando más en su práctica, a trasgredir las normas morales? Nosotros creemos que no es el deporte per se sino la perspectiva de meta adoptada, la que explica los efectos negativos de la implicación extensa en ciertos deportes sobre el funcionamiento moral de los deportistas (Duda et al., 1991; Kavussanu & Roberts, 2001). En efecto, la relación directa de la implicación del deporte sobre el funcionamiento moral se redujo considerablemente cuando la orientación al ego fue introducida en el modelo, confirmando el papel mediador del último constructo en la relación entre las primeras dos variables (Cecchini, et al., 2006; Kavussanu & Ntoumanis, 2003).

No obstante, y a la luz de estos resultados, podríamos volver a hacernos una pregunta muy similar a la que nos hemos hecho en párrafos anteriores: ¿es tal la naturaleza de estos deportes que inevitablemente llevan a sus participantes a incrementar la orientación al ego, la cual, necesariamente, repercute en bajos niveles de funcionamiento moral? Quizá esto ocurra en buena medida; debido a que el éxito en la competición se mide en función de los oponentes directos, e inevitablemente tienen que interactuar con los demás. Los deportes de contacto contienen elementos adicionales que pueden aumentar este efecto. El éxito depende de saber establecer la superioridad sobre el oponente, y este intento de dominio se mantiene constante a lo largo de la participación. En este contexto los deportistas probablemente desarrollen la tendencia a usar criterios de medida que les lleven a evaluar su competencia en función de la capacidad para resistir la comparación con los demás, reforzando, por este motivo, la orientación al ego constantemente.

Pero la orientación de meta depende fundamentalmente del contexto social en el que se mueve el deportista. Las reacciones del entrenador y de los aficionados seguramente subrayan, en este caso, la importancia del éxito normativo y también ayudaran a entender este proceso. El modo en que el deportista construye su marco de referencia para interpretar el éxito deportivo, está mediatizado por el contexto sociocultural en el que se desenvuelve, animando a los deportistas a emplear criterios auto-referenciados para juzgar su nivel de competencia y enfatizar la importancia de hacer lo mejor que uno sea capaz. Esto podría aliviar los efectos potencialmente negativos en el funcionamiento moral de una extensa implicación en deportes de contacto. En este sentido, el clima motivacional que rodea al deportista es también muy importante. Diferentes estudios evidencian esta relación (Cecchini, González, Carmona, Arruza, Escartí & Balagué, 2001; Cecchini, González, Carmona, & Contreras, 2004; Cervelló, Hutzler, Reina, Sanz & Moreno, 2005). Aunque existe una predisposición personal que determina la probabilidad a priori de adoptar una meta particular y de representar un patrón particular de comportamiento, y que además la lógica interna de determinados deportes lleven, en buena medida, a comparase constantemente con los demás, estos estudios permiten aceptar la hipótesis de que la orientación de meta puede reconstruirse por las intervenciones o por las influencias ambientales (Nicholls, 1989). Los deportistas que practican en un contexto de implicación en el yo, generado por el entrenador, los aficionados, los padres, los iguales, etc., construirán expectativas relacionadas con la victoria en la competición, ser el mejor, derrotar a los demás. Por el contrario, los deportistas que se forman en un clima de implicación en la tarea evaluarán su participación en el encuentro deportivo en función de su actitud hacia la misma, el esfuerzo, la entrega y la mejora personal.

Este estudio tiene algunas limitaciones, y sus descubrimientos necesitan ser interpretados a la luz de estos. La primera es que no queda suficientemente claro si es el deporte el que, en última instancia, determina el bajo funcionamiento moral por intermedio de la orientación al ego. Creemos que el clima motivacional debe ejercer una poderosa influencia sobre la orientación de meta y, por tanto, se deberían realizar nuevas investigaciones en las que se considerase esas variables en conjunto. Tampoco queda suficientemente claro si la participación en deporte aumenta la orientación al ego de los atletas, o si los individuos altamente orientados al ego fueron atraídos por deportes de medio o alto contacto. Una investigación longitudinal podría proporcionar una fuerte evidencia de la dirección de causalidad. Por último, nuestra investigación se ha centrado en deportistas universitarios de alto nivel y deportistas profesionales de fútbol y de baloncesto. No sabemos si los mismos procesos se mantienen para deportistas que participen en otros deportes y en diferentes niveles competitivos. Se necesita mayor investigación para examinar si se puede generalizar los presentes descubrimientos.

En conclusión, el presente estudio amplía la información proporcionada por investigaciones previas que identificaron las relaciones entre la implicación en deporte y diversos aspectos de moralidad y el fair play, que subrayaron el papel de la motivación en el funcionamiento moral y la importancia del papel mediador de la orientación al ego (Cecchini, et al., 2006; Kavusannu & Notumanis , 2003; Kavusannu & Roberts, 2001).

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Recepción: Abril, 2007
Aceptación final: Abril, 2008

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