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Revista Latinoamericana de Psicología

versão impressa ISSN 0120-0534

rev.latinoam.psicol. vol.44 no.3 Bogotá set./dez. 2012

 

Salas, G. y Lizama, E. (2009). Historia de la psicología en Chile 1889-1981. La Serena: Universidad de La Serena, pp. 274.

Hasta hace unos años hablar de la historia de la psicología en América Latina equivalía a reproducir en un orden relativamente cronológico los desarrollos ocurridos en la investigación psicológica y en la organización profesional de las naciones de mayor extensión territorial y población del continente. Estas, por los motivos mencionados y por una variada serie de causalidades derivadas de su historia, su cultura y hasta de su organización política y económica habían seguido con éxito un trayecto más largo, más poblado de autores eminentes y quizá incluso, de algunos creadores originales para la psicología. De otros países las menciones apenas si existían, o cuando estaban disponibles acusaban el inconveniente de la parcialidad, la esquematicidad y algunas veces, incluso, presentaban errores notables. Poco a poco fueron surgiendo en cada país autores, investigadores, profesores y estudiantes que se sintieron atraídos por aumentar o directamente crear de la nada la documentación sobre las alternativas seguidas por la psicología en sus propias naciones, identificando pioneros, investigadores de relieve, teorías de gran influencia, fundación de laboratorios y programas universitarios de formación que formaban los eslabones para la lenta y trabajosa evolución conceptual de la psicología como disciplina científica y como profesión liberal.

Uno de estos países es Chile. Escondido tras la formidable muralla natural que supone la Cordillera de los Andes, y frente a la majestuosa inmensidad oceánica del Pacífico a todo lo largo de su dilatada geografía, la nación trasandina nunca estuvo aislada de los avances culturales y educacionales que se daban en el resto de América y el mundo. En no pocas ocasiones, incluso, se situó a la vanguardia en muchas de ellas. Tampoco es raro que sus educadores se sintieran atraídos por el estudio de los procesos cognitivos o mentales, fenómenos que definían a la ciencia psicológica de los comienzos antes que tomara su asiento firme la noción del comportamiento como la esencia misma del contenido temático de la disciplina y que cambiara casi todo cuanto se entendía por psicología. En la misma época que educadores fundaban laboratorios en Argentina, Brasil o México, también hubo quienes hicieron lo propio en Chile, y fueron personas provenientes de este país quizás las únicas que desde este continente mantuvieron contactos directos con Wilhelm Wundt.

La investigación historiográfica de la psicología chilena, sin embargo, no había recibido en todos esos años el impulso necesario, permaneciendo así idéntica al caso de otras tradiciones en la historia de las ciencias del comportamiento de nuestro continente, sujetas casi siempre a los intereses esporádicos de psicólogos que en los paréntesis a sus obligaciones académicas o laborales dedicaban cierto tiempo para escribir artículos enfocados a los eventos temporales que marcan la ciencia psicológica en sus países. Quienes primero esbozaron algunas coordenadas básicas para una comprensión histórica de la psicología en Chile fueron Luis Bravo y Patricia Tschorne en un trabajo clásico de 1969 publicado en el primer volumen de la Revista Latinoamericana de Psicología (Bravo Valdivieso y Tschorne Tetelman, 1969). Tras este artículo siguieron otros de los mismos autores por separado y de otros investigadores, muchos de los cuales son también -con todo mérito- figuras históricas de la psicología chilena. Pero es a inicios de esta década cuando comienzan a multiplicarse esfuerzos por desentrañar las peculiaridades históricas de esta psicología nacional, reuniendo a diversas inteligencias en este propósito común. Las producciones de autoras como María Inés Winkler comienzan a tomar su lugar en las revistas especializadas del continente, en libros y en congresos o foros psicológicos, junto al de psicólogos eminentes y veteranos en otras subdisciplinas de la psicología, como Julio Villegas, uno de los más conocidos psicólogos sociales latinoamericanos. A este grupo de referentes distinguidos se suman ahora los nombres de Gonzalo Salas (profesor de la Universidad del Mar, Chile) y Eugenio Lizama (antiguo catedrático de la Universita Cattolica del Sacro Cuore y actualmente en Mind Room, Milán, Italia).

Salas y Lizama publicaron en el 2009 un libro titulado Historia de la psicología en Chile 18891981. No es una obra que haya de referirse a autores, eventos o áreas del saber psicológico en forma parcial o fragmentaria. Por el contrario, se trata de un volumen con carácter integrador, una investigación cuyo principal eje unificador es la temporalidad periódica asignada al desarrollo de su objeto de estudio, la psicología en Chile. Este tipo de libros aún resulta infrecuente en la literatura psicológica de América Latina, esto es, trabajos que consistan en abordajes historicistas y que se acerquen a su tema con la aspiración del tratamiento global en todas las aristas más relevantes que presenta. En este sentido la obra que comentamos se inscribe perfectamente en la mejor escuela que en años recientes marcaron otros autores eminentes como el psicólogo peruano Reynaldo Alarcón, cuyo trabajo sobre la Historia de la psicología en el Perú. De la colonia a la república (Alarcón, 2000) es un ejemplo de tratamiento integrador sobre la psicología en un solo país, tanto en la temática como en la subyacente noción de periodicidad. Salas y Lizama, quienes también mencionan a Alarcón en el prólogo de su libro en prueba del debido reconocimiento, siguen una pauta bastante similar en su organización del tema. Comienzan con la etapa de los pioneros, la de las búsquedas iniciales, de la acción casi visionaria que tuvieron los educadores-psicólogos o los médicos-psicólogos, de la introducción y difusión inicial de las ideas, para detenerse finalmente en 1981, por razones que ellos mismos se ocupan de explicitar. En el mencionado año el régimen militar que gobernó el país hasta 1990 instauró la Ley General de Universidades que fue la base para una restructuración de la educación superior chilena. Con el paso del tiempo, esta nueva legislación condujo a una importante proliferación de carreras de psicología, fenómeno que se ha observado en muchos otros países de la región, y que en Chile modificó en mucho el panorama para la formación de los psicólogos. Prudentemente, los autores dejan el relato en el punto justo donde comienza este proceso.

Cuidadosos y con buen criterio intelectual, los autores avanzan paso a paso, se esfuerzan en no descuidar ningún aspecto importante que pudiera quedar fuera de su recuento. Es así que un primer capítulo explora el estado del arte en la investigación histórica de la psicología, identificando a la obra de F. A. Carus de 1808 como la primera que correspondería incluir en esta categoría. En un apartado subsiguiente mencionan a quienes han producido materiales de estudio en América Latina respecto al devenir de la psicología, principalmente los que trabajaron desde la década de 1980. Aquí desde luego las referencias a los libros de Rubén Ardila como La Psicología en América Latina: Pasado, presente y futuro (Ardila, 1986) y a otros investigadores recientes no se hallan ausentes. Junto a los autores que rescatan Salas y Lizama, también es conveniente incorporar a los pioneros como José Ingenieros con sus escritos de comienzos del siglo XX y a la importante obra de Américo Foradori, publicada a mediados de esa centuria (Foradori, 1954), que aportaron datos de gran importancia. Desde luego, Salas y Lizama no olvidan a quienes contribuyeron al campo de la investigación histórica de la psicología chilena antes que ellos mismos y los reseñan con pleno detalle antes de finalizar este capítulo. En el segundo abordan el no siempre fácil problema de definir la historia de la psicología, así como los conceptos emparentados de historia, historiografía e historia de la ciencia, entre otros. El capítulo tercero traza algunos eventos centrales en el desarrollo de la psicología latinoamericana, que son importantes para enmarcar el contexto general de fondo sobre el que emergió la psicología en esta nación del sur de América.

A partir del cuarto capítulo se inicia la exploración de la historia de la psicología chilena propiamente dicha. En su inicio destaca la dedicatoria que se ofrece a Rómulo Peña Maturana, fundador del primer laboratorio de psicología experimental en Chile y que tuvo como su escenario la Escuela Normal de Copiapó en 1905. La figura de Peña Maturana es muy interesante en este sentido ya que los primeros reportes publicados sobre la historia de la psicología en este país, como por ejemplo el de Bravo Valdivieso y Tschorne Tetelman (1969) le daban esta preeminencia a los psicólogos alemanes Jorge Guillermo Schneider y Wilhelm Mann, quienes desde luego también realizaron sus propios aportes con la instalación de otro laboratorio experimental en 1908, que tuvo su asiento en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile. Sin embargo, de ser correcta la afirmación que la muerte de Schneider se habría producido en 1904 como se lee en la página 84 del libro, cuatro años antes de instituido aquél recinto, tendría que obligar a un replanteamiento sobre la verdadera paternidad que corresponde a este laboratorio y de la participación que le cupo a Schneider en el mismo.

Pero en relación a las cronologías reales, fue en un artículo de Manuel Poblete publicado en 1980 donde primero se consagró a Peña Maturana como propulsor del laboratorio de Copiapó. La psicología, no obstante, tuvo unos antecedentes especulativos que se sitúan en un tiempo anterior. Salas y Lizama dejan bien sentado que el primero en escribir un texto sobre temas psicológicos, aunque enfocados desde una perspectiva marcadamente filosófica y fisiológica, fue Vicente Padín en un libro que vio la luz en el año 1849. Los autores también aportan el importantísimo dato que, tras una temporada de estudios en Francia, Peña realizó un paso por la Universidad de Leipzig en 1892 donde tuvo a Wilhelm Wundt como profesor, lo cual también ayuda a corregir el dato anteriormente aceptado de que no hubieron latinoamericanos formándose en aquélla época con el célebre impulsor de la psicología experimental. Perdurable influencia correspondió también a Wilhelm Mann, el psicólogo germano que fue contratado para la enseñanza de la psicología en el Instituto Pedagógico y que fundó allí el que sería el segundo laboratorio de psicología experimental en 1908, cuyos aparatos fueron escogidos por el mismo Wundt. Pese a la precedencia cronológica del laboratorio de Peña Maturana y su indudable aporte histórico, Salas y Lizama consideran a Mann como el Gran Pionero (pp. 84) que tuvo la psicología chilena en los comienzos del siglo XX. El autor alemán también escribió extensamente sobre psicopatología, psicología y educación. Tuvo en Luis A. Tirapegui un continuador importante que a partir de 1923 sentó sus reales en el laboratorio del Instituto Pedagógico.

El capítulo quinto aborda el contexto de creación de las primeras carreras de psicología en el país y está dedicado a Egidio Orellana, Manuel Poblete, Eduardo Rosales y Hernán Larrain, todos ellos pioneros del período profesional. La Universidad de Chile tuvo su origen en 1842 y la Universidad Católica de Chile en 1888. Las dos se instauran en momentos en que para las autoridades políticas del país constituía elemento de primordial interés la investigación científica y el conocimiento de la realidad nacional a través de los estudios superiores. Esta peculiar marca de origen les confirió un perfil de inicio muy importante. La primera carrera de psicología surgió en los claustros de la Universidad de Chile. Tal vez fue también la primera en América del Sur, aunque sobre el año de creación exacta no existe pleno acuerdo. Pero antes, en octubre de 1941, se había creado el Instituto Central de Psicología, que funcionó en conexión con un Curso Especial de Psicología, antecesor directo de la futura carrera que habría de surgir años después en la Universidad de Chile. Gran importancia tuvo entonces este instituto, donde se realizaron investigaciones en psicología experimental, psicología diferencial y otras áreas conexas. Según determinados autores la carrera de Psicología en la Universidad de Chile comenzó en 1946, en opinión de algunos en 1947 y aún otros fijaron a 1948 como el año de inicio. La Escuela de Psicología quedó instituida en 1962 y su primer director fue Manuel Poblete. En este quinto capítulo también se detallan las circunstancias que llevaron a la creación de la carrera de Psicología en la Universidad Católica y es importante mencionar que con respecto a ella también existen inconsistencias en las fechas fundacionales, una característica que comparten las cronologías históricas de esta institución y de la Universidad de Chile. Las fechas señaladas por diversos autores que se ocuparon de la creación del departamento oscilan entre 1953, 1954 y 1955, mientras que para la organización de la Escuela de Psicología son mencionados los años 1954, 1956, 1957 e incluso 1959. Los comienzos estuvieron ligados al Instituto Pedagógico y en la constitución participaron importantes referentes de la psicología chilena así como otras personalidades de la psicología latinoamericana de la época, como el húngaro Béla Székely. La Escuela de Psicología debe el impulso de su creación al padre Hernán Larraín, quien había estudiado psicología en Alemania y en su retorno a Chile se haría cargo de esta nueva etapa en la formación de los psicólogos de la Universidad Católica, no sin antes verse rodeado de muchos conflictos.

Los cambios acaecidos al interior de la psicología chilena desde 1968 en adelante, coincidentes con los gobiernos de Eduardo Frei Montalva y luego del trágicamente trunco de Salvador Allende, son temas del sexto capítulo. La psicología no permaneció inmune a los cambios que se fueron dando en el entorno social y que influyen fuertemente en la reorientación de las tendencias teóricas y en la creación de nuevos campos laborales para el psicólogo. En esta etapa, el interés vocacional hacia la psicología va en continuo aumento entre los estudiantes secundarios. Son años de reformas universitarias estructurales, tanto en la Universidad Católica como en la Universidad de Chile. En la primera destaca la figura de Sergio Yulis como director de la carrera en estos años. Yulis fue referente importante para la psicología por varias razones, entre ellas por haber sido uno de los primeros en introducir la noción del modelo psicológico basado en el aprendizaje del comportamiento en sustitución al modelo médico tradicional, popularizado con la difusión del psicoanálisis (Yulis, 1980). Pero el golpe de estado del 11 de septiembre de 1973 que encumbró a Augusto Pinochet al poder de facto y abrió una etapa de gran violenta en la historia política del país, transtornó la vida institucional de formas profundas y duraderas y tuvo, como era de esperar, consecuencias muy directas sobre la educación universitaria y desde luego también respecto a la formación de los psicólogos. Los autores consideran estos procesos, que generaron polarizaciones extremas en la sociedad chilena y dejaron heridas que aún no acaban de cicatrizar, con equilibrio y objetividad, lejos de cualquier panfletarismo de tinte ideológico. Las universidades chilenas debieron enfrentar los rigores de la intervención y se instauraron como líderes académicos a militares con funciones de rectores. Muchos profesores destacados, Yulis entre ellos, debieron abandonar la academia o partir al exilio. Otro tanto ocurrió en la Universidad de Chile, que perdió grandes profesores. Hubo muchos abusos, los autores recogen abundantes testimonios orales que los ilustran. La tribuna oral del maestro y las botas ajustadas de la milicia en ningún lugar han congeniado bien, pero en el caso chileno en particular el cruce fue dramático. Los efectos van más lejos todavía y los autores no olvidan mencionar que algunos psicólogos prestaron su colaboración directa con las tareas represivas del gobierno militar, incluyendo la aplicación del pentotal sódico durante los interrogatorios y el asesoramiento en procedimientos de tortura a los detenidos y prisioneros. Estos fueron también los años del ostracismo forzoso de los cuestionadores del régimen, que los chilenos han denominado el apagón cultural y que, desde luego, también afectó a la psicología y a su enseñanza universitaria. Otros eventos importantes como el establecimiento de la Revista Chilena de Psicología en 1978 y la fundación de varias sociedades y asociaciones profesionales corresponden también a este período. En esta misma época, en 1968, se crea el Colegio de Psicólogos de Chile.

El capítulo séptimo pasa revista a las influencias teóricas que determinaron a la psicología. La Universidad de Chile, por ejemplo, se caracterizó en sus inicios por una visión ecléctica y no dogmática de la ciencia psicológica, aunque luego fue orientándose con mayor fuerza hacia el psicoanálisis. El interés en lo práctico predominó desde el principio, principalmente a través de los estudios en psicología experimental y psicometría. Se analiza el desarrollo y crecimiento de las áreas de aplicación, en particular la psicología educacional (destacando los esfuerzos pioneros de Guillermo Mann y Luís Tirapegui), la psicología del trabajo (resaltando la figura del profesor francés Jean Cizaletti), la psicología social (con Carlos Descouvieres) y la psicología clínica, asociada en sus comienzos con el psicoanálisis pero con un fuerte giro hacia la terapia del comportamiento desde inicios de la década de 1970, por la prédica del psicólogo Sergio Yulis. En la Universidad Católica, las influencias de Béla Székely fueron muy determinantes, lo mismo que la enseñanza del padre Hernán Larraín, quien defendió el enfoque de la fenomenología alemana. Igualmente en los claustros de la Universidad Católica ejerció su influjo la terapia del comportamiento a partir de la década de 1970, también aquí de la mano de Sergio Yulis. Las mismas cuatro áreas de aplicación cuyo desarrollo se analizó para el caso de la Universidad de Chile, son revisadas también en relación a los procesos que siguieron en la Universidad Católica. Cierran la obra dos capítulos más, el octavo, de conclusiones y síntesis y el noveno, que es un epílogo.

Historia de la psicología en Chile 1889-1981 es una obra importante que tiene el mérito de llenar un vacío no solo en la literatura psicológica chilena, sino latinoamericana también. Es fruto de un trabajo cuidadoso de selección de fuentes donde los autores supieron contrapesar bien el uso de los trabajos publicados que se hallan disponibles al acceso público con los testimonios personales y relatos de primera mano -con todo lo que ellos pueden encerrar de sesgo personal y subjetivo- en una manera seria, profesional y rigurosa. En Chile, al parecer, el interés académico hacia la historia de la psicología no ha sido significativo ni abundante, prueba de lo cual es que en los planes curriculares de sus universidades casi no figura este campo entre las áreas de estudio que son obligatorias para la formación de los alumnos de psicología. Leyendo el libro queda muy claro, sin embargo, que Chile ostenta una tradición psicológica muy interesante y respetable desde el punto de vista histórico, lo cual hace no solo deseable, sino urgentemente necesario el desarrollo de obras de esta clase. Desde luego, habrá que seguir trabajando en forma sistemática para develar las lagunas que seguramente permanecen. Pero la obra que comentamos es un eslabón fundamental en la consolidación de una historiografía de la psicología chilena. Uno no puede menos que dar la bienvenida no solamente al libro en cuanto tal, sino también a estos dos jóvenes cultores de la disciplina que demostrando gran talento para los estudios históricos han hecho un trabajo suficientemente bueno con una obra esencial para la tarea de documentar el proceso de desarrollo de la psicología latinoamericana.

José E. García Asunción
(Paraguay)
Correo electrónico: joseemiliogarcia@hotmail.com


Referencias

Alarcón, R. (2000). Historia de la psicología en el Perú. De la colonia a la república. Lima: Universidad Ricardo Palma.         [ Links ]

Ardila, R. (1986). La Psicología en América Latina. Pasado, presente y futuro. México: Siglo XXI.         [ Links ]

Bravo Valdivieso, L. y Tschorne Tetelman, P. (1969). La psicología en Chile. Revista Latinoamericana de Psicología, 1, 95-104.         [ Links ]

Foradori, I. A. (1954). La Psicología en América. Buenos Aires: Instituto Cultural Joaquín V. González.         [ Links ]

Yulis, S. (1980). Terapia del comportamiento. En R. Ardila (Ed.), Terapia del comportamiento (pp. 19-37). Bilbao: Desclée de Brouwer.         [ Links ]

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