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Revista Latinoamericana de Psicología

versión impresa ISSN 0120-0534

rev.latinoam.psicol. vol.45 no.1 Bogotá ene./abr. 2013

 

Identidad de lugar en usuarios de teleasistencia: un análisis conversacional

Telecare user's place identity: A conversation analysis.

Juan C. Aceros
Universitat Autònoma de Barcelona, España

María- Tereza L. Cavalcante
Universitat Ramon Llull, España

Miquel Domènech
Universitat Autònoma de Barcelona, España

Correspondencia: Juan C. Aceros, Departament de Psicologia Social. Facultat de Psicologia. Edifici B, Campus UAB, 08193 Bellaterra (Spain). E-mail: juancarlos.aceros@uab.cat

Este trabajo ha sido posible gracias al apoyo del Fondo Social Europeo y el Comissionat per a Universitats i Recerca (CUR) de la Generalitat de Catalunya, a través de las Ajuts destinats a universitats, centres de recerca i fundacions hospitalàries per a la contractació del personal investigador novell (FI-DGR 2011). También ha sido posible gracias a un Contrato posdoctoral Beatriu de Pinós de la Agència de Gestió d'Ajuts Universitaris i de Recerca, Generalitat de Catalunya, así como a los proyectos "Ethical Frameworks for Telecare Technologies for older people at home" (Ref. 217787/FP7-SCIENCE-IN-SOCIETY-2007-1), financiado por el Seventh Framework Programme de la European Commission, y "Ciencia, Tecnología y Atención a la Dependencia: La transformación del cuidado en la sociedad del conocimiento" (ref. CSO2008-06308-C02-01/SOCI) financiado por el Plan Nacional de I+D+I (2008-2011) del Ministerio de Educación y Ciencia de España. Los autores quieren agradecer a los revisores anónimos de esta revista por sus comentarios, así como a Daniel López, Nizaia Cassian, Tomás Sánchez-Criado y Blanca Callén por su participación en los proyectos de investigación de los que forma parte este trabajo.

Recibido: Marzo de 2011 Revisado: Octubre de 2012 Aceptado: Febrero de 2013


Resumen

Este artículo presenta un análisis discursivo de la identidad de lugar en usuarios de teleasistencia domiciliaria. Dicho análisis es parte de los resultados de dos proyectos de investigación interesados por el cuidado de las personas mayores y dependientes en España. Los datos analizados se extraen de un conjunto de diez grupos de discusión llevados a cabo en Cataluña durante 2009 (n=62). A partir del rastreo del uso que los participantes hacen de una frase hecha ("no hay lugar como el hogar"), se propone un examen secuencial y detallado de los datos inspirado en el análisis conversacional y la psicología discursiva. Este examen resalta el carácter co-producido de la identidad de lugar y llama la atención sobre diferentes herramientas discursivas que los participantes emplean para enfrentar las amenazas que la conversación le plantea a dicha identidad. El resultado es la descripción del contexto en el que se produce una identidad de hogar que da sentido a la preferencia que los participantes muestran por envejecer en casa. Dicha identidad de hogar se presenta como un recurso de orden explicativo y retórico.

Palabras clave: Identidad de lugar, análisis de la conversación, psicología discursiva, teleasistencia, envejecimiento en casa.


Abstract

This article presents a discourse analysis of place-identity in home telecare users. This analysis is part of the results of two research projects concerned with the care of old and dependent people in Spain. The data analyzed come from a set of ten focus groups conducted in Catalonia in 2009 (n=62). Drawing from tracking the participants' use of a fixed phrase ("there is no place like home"), a sequential and detailed examination of the data inspired by conversation analysis and discursive psychology is proposed. This examination highlights the co-produced nature of place-identity and draws attention to different discursive tools which the participants use to deal with threats that conversation supposes to that identity. The result is the description of the context in which a home-identity that gives meaning to the participants' preference for aging at home is produced. This home-identity is presented as an explanatory and rhetoric resource.

Key words: Place-identity, conversation analysis, discursive psychology, telecare, ageing in place.


La teleasistencia es una forma de cuidado remoto mediado tecnológicamente. Consiste en un conjunto de equipos instalados en el hogar (una terminal telefónica, un dispositivo "manos libres", detectores de caídas, etc.) que, en caso de emergencia, permiten establecer comunicación con una central de llamadas donde se valora el tipo y gravedad de la situación para enviar la ayuda que sea necesaria al domicilio del usuario. Estas tecnologías empezaron a ofrecerse hace décadas para enfrentar el progresivo envejecimiento de la población en las sociedades occidentales y para asegurar la asistencia a distancia de las personas de edad. Así pues, se ha propuesto en paralelo con políticas que promueven la permanencia de los adultos mayores en sus casas, tanto como sea posible (Hanson & Percival, 2006; Rodríguez-Ascaso, von Niman, Brown & Sund, 2007).

Diferentes estudios muestran que tanto el envejecimiento en el hogar como la teleasistencia son valorados positivamente por los mayores (Costa-i-Font, Elvira & Mascarilla, 2009; Davey, 2006; Hanson, Percival, Aldred, Brownsell & Hawley, 2007; IMSERSO, 2010; Rojo, Fernández-Mayoralas y Pozo, 2000). Sin embargo, queda mucho por saber respecto al significado que dichas alternativas tienen para las personas de edad, así como sobre las implicaciones que tienen en su vida diaria y, particularmente, sobre su identidad. La geografía humana y los Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología han sido las primeras disciplinas en ocuparse de estas cuestiones (ver, López & Domènech, 2009; Mort, Finch & May, 2009; Roberts & Mort, 2009). Sus trabajos han mostrado que el cuidado a distancia puede transformar el significado del hogar, las experiencias y rutinas diarias de sus habitantes, así como la identidad de quienes reciben atención remota.

De acuerdo con Milligan (2009), la introducción de tecnologías para el cuidado en el hogar tiende a transformar espacios considerados privados en lugares de trabajo para los inquilinos, sus cuidadores y nuevos profesionales de salud. Esto viene marcado por cambios en el mobiliario, la decoración y la distribución del hogar, todos ellos habitualmente empleados para la expresión de la individualidad. Oudshoorn (2012), por su parte, sostiene que los dispositivos de teleasistencia contribuyen a medicalizar el espacio doméstico, imponiendo a las personas el rol de pacientes y exacerbando la importancia que los problemas de salud tienen en la vida cotidiana. En la misma vía, otros autores han llamado la atención sobre la forma como las tecnologías de cuidado remoto prescriben formas de comportarse autónomamente (López & Domènech, 2009) que pueden traducir a los "telepacientes" (Mort et al, 2009) en "personificaciones del riesgo" (Manthorpe, 2004).

Que la identidad de los mayores pueda cambiar cuando se utilizan tecnologías de teleasistencia, y que dicha transformación esté relacionada con los significados que se asocian al hogar, son cuestiones que también pueden ser abordadas desde un punto de vista psicosocial. Sin embargo, los estudios sobre estas cuestiones son aún muy escasos en psicología (para una excepción, consultar Sánchez-Criado y López, 2009). Diferentes herramientas teóricas y metodológicas propias de la psicología social y la psicología ambiental (Páramo, 2008; Valera & Pol, 1994; Vidal y Pol, 2005), así como de la psicología del envejecimiento (Dulcey-Ruiz, 2010; Fernández-Ballesteros, 2001), pueden emplearse para cambiar esta situación. Aquí ponemos a prueba la noción de "identidad de lugar" (Proshansky, 1978) -y, particularmente, a su reciente redefinición discursiva (Dixon & Durrheim, 2000) - en el abordaje de los vínculos que los usuarios de teleasistencia establecen con el lugar de residencia.

En psicología ambiental, el estudio de la identidad de lugar ha estado fuertemente influenciado por las teorías cognitivas sobre la identidad personal. Desde esta tradición, ha sido definida como un componente del individuo (Krupat, 1983, Lewicka, 2008); como uno de los auto-conceptos que definen a la persona (Lalli, 1992). Su particularidad es que establece una conexión cognitiva entre el self y el ambiente físico a través de un conjunto de recuerdos, concepciones, interpretaciones, valores ideas y emociones relativas a los lugares que el individuo habita (Proshansky, 1978).

Como afirman Proshansky, Fabian y Kaminof (1983), la identidad de lugar no es un fenómeno puramente individual. En su constitución tienen un rol fundamental lo que otras personas hacen, dicen y piensan sobre el espacio físico. Pero esta afirmación no ha tenido gran impacto en la producción académica (para una excepción, Valera & Pol, 1994). Esto es especialmente cierto con respecto al papel que juega el lenguaje en la identidad de lugar. En efecto, lo que la gente dice acerca del contexto físico ha ocupado una posición marginal en la psicología ambiental. En el mejor de los casos, aparece sólo como una forma de acceder a lo que la gente piensa o hace (Dixon & Durrheim, 2000).

El papel secundario dado al habla en el estudio de la identidad de lugar puede deberse, entre otras razones, a que el fenómeno se entiende como algo que opera inconscientemente (ver, Proshansky et al., 1983). Así, por ejemplo, en su estudio sobre la identidad de lugar en la tercera edad, Rowles (1983) sostiene que el sentido de pertenencia a un espacio "generalmente se da por sentado y es raramente comunicado" (p. 304, énfasis en el original). Recientes desarrollos en psicología social y psicología discursiva hacen posible trascender esta idea. Hugh-Jones y Madill (2009) encuentran que preguntar a las personas por el espacio puede llevarles a realizar evidentes esfuerzos verbales por construir y proteger su identidad de lugar. Estos autores se alinean con un creciente grupo de investigadores que proponen un estudio discursivo del fenómeno (Dixon & Durrheim, 2000; Goodings, Locke & Brown, 2007; Taylor, 2001, 2003).

En las últimas décadas, diferentes autores han resaltado la relación entre el uso del lenguaje y la identidad (por ejemplo, Aceros & Evnitskaya, 2008; Antaki & Widdicombe, 1998; Shotter & Gergen, 1989). Algunos de sus estudios hacen una mención explícita del papel que tiene el espacio en la construcción y movilización discursiva de la identidad. En este sentido, el trabajo de Tölölyan (1989) sobre la construcción cultural del terrorismo armenio resalta la importancia que los "lugares y tiempos ausentes" tienen en la cultura política armenia. De manera similar, en el trabajo de Witteborn (2007), la expresión de la identidad de los inmigrantes palestinos aparece asociada a la tierra parcialmente perdida con la fundación del estado de Israel.

Dixon y Durrheim (2000) han sido los primeros en usar explícitamente el concepto de identidad de lugar desde un punto de vista discursivo. Para ellos, dicha identidad es "algo que las personas crean conjuntamente a través del habla: una construcción social que les permite dar sentido a su conexión con un lugar y que, en coherencia, guía sus acciones y proyectos" (p. 32). A partir del trabajo de estos autores, la identidad de lugar ha empezado a ser vista como un fenómeno que toma forma y se mantiene en las interacciones mediante el uso de diferentes recursos simbólicos (Goodings et al., 2007). A esto se refiere Taylor (2003) cuando sostiene que toda identidad de lugar requiere de un trabajo discursivo que se ve apoyado y constreñido por las herramientas discursivas disponibles en la sociedad. Dicha idea, a su vez, se corresponde con un supuesto defendido desde algunos sectores de la psicología social según el cual, tanto los lugares como las identidades, son construcciones sociales (Dulcey-Ruiz, 2010; Páramo, 2008; Valera y Pol, 1994; Vidal y Pol, 2005).

Para entender la identidad de lugar como construcción social, los analistas del discurso proponen centrarse en los recursos que los hablantes emplean para producir conexiones discursivas entre la persona y el espacio. Dixon y Durrheim (2000) han mostrado interés por las ideologías y dispositivos retóricos detrás de las definiciones, descripciones y metáforas espaciales. Taylor (2001, 2003) ha estudiado las categorizaciones de personas y lugares, los repertorios interpretativos referidos al lugar de residencia, y las formas narrativas que los hablantes emplean al construir sus biografías (Reynolds & Taylor, 2005). Goodings et al, (2007) han prestado atención a los deícticos o marcadores de lugar con los que las personas generan la sensación de encontrarse mutuamente cercanos.

Ahora bien, desde una perspectiva discursiva, la identidad de lugar no solo es una construcción social sino también un recurso simbólico. Es un fenómeno construido, pero también un fenómeno productivo y constitutivo (Taylor & Littleton, 2006) porque, además de alimentarse de las herramientas disponibles en una cultura, pasa a formar parte de esa misma reserva discursiva y puede emplearse para llevar a cabo diferentes acciones. Algunas de estas acciones tienen un carácter individual, como puede ser la gestión de los dilemas que las personas encuentran en sus biografías (Hugh-Jones & Madill, 2009; Taylor, 2003). Otras son más interaccionales, como el mantenimiento de la unidad de las comunidades virtuales (Goodings et al., 2007). Finalmente, también pueden tener un componente sociopolítico amplio, como la reproducción del racismo (Durrheim & Dixon, 2001) o la justificación del control en los espacios públicos (Dixon, Levine & McAuley, 2006).

Al interpretar las identidades de lugar como construcciones y recursos para la acción social, los vínculos entre las personas y el ambiente dejan de estar definidos por estructuras o procesos cognitivos inconscientes y pasan a formar parte de un acervo común, accesible a los miembros de una misma sociedad. La identidad de lugar ya no se refiere entonces a una subestructura del self sino a un conjunto de trabajos colectivos y públicos a través de los cuales las relaciones con el espacio se vuelven relevantes para configurar, reproducir, imponer, rechazar y modificar autodefiniciones. El lenguaje y la comunicación (no la mente o el pensamiento) aparecen como los medios a través de los cuales las personas llevan a cabo estas acciones. La discursivización de la identidad de lugar ofrece un contrapunto crítico a la psicología ambiental -que en el estudio del fenómeno ha sido predominantemente cognitivista- abriendo no solo nuevas formas de comprensión, sino nuevas vías de investigación. Con ayuda de la psicología social discursiva y de lo que Antaki y Widdicombe (1998) han llamado el "espíritu etnometodológico", el presente estudio avanza en este sentido.

El objetivo de este estudio es dar cuenta de la coproducción, a través de la lengua en uso, de un fuerte enlace con el hogar en adultos mayores que han contratado un servicio privado de cuidado remoto. Es importante examinar, específicamente, cómo se produce una identidad de hogar compartida con la ayuda de frases del tipo "no hay lugar como el hogar". Adicionalmente, se hace necesario delimitar usos convencionales de la identidad de hogar en el contexto de conversaciones sobre el envejecimiento en casa con teleasistencia. Para abordar estas cuestiones se ha analizado un conjunto de grupos focales. Los estudiosos de la teleasistencia han reconocido la utilidad de dicha técnica a la hora de medir las actitudes hacia la tecnología y el servicio (Hanson & Percival, 2006; Hanson, Percival, Aldred, Brownsell & Hawley, 2007). Aquí se conciben los grupos de discusión como escenarios para la producción de actitudes, creencias, opiniones e identidades (Puchta & Potter, 2004). El análisis realizado está fundamentado sobre los principios del Análisis Conversacional (AC).

El AC es una aproximación a la interacción verbal (Wooftt, 2005) que aborda sistemáticamente la acción social tal como se lleva a cabo a través del contenido y las regularidades del habla natural (Antaki, 2009). Harvey Sacks, junto con Emanuel Scheglof y Gail Jefferson, propusieron esta metodología en los años sesenta bajo la influencia de Erving Gofman y Harold Garfinkel (Atkinson & Heritage, 1984). Para el AC, la conversación es un producto colaborativo (Gallardo, 1993) y participar en ella supone el empleo de objetos, dispositivos, competencias y prácticas conocidos por los diferentes hablantes. Utilizándolos metódicamente, la conversación se produce como algo coherente, reconocible y significativo (Drew & Holt, 1998). El objetivo central del AC es la descripción y explicación de tales recursos, y de cómo permiten a los hablantes dar cuenta de su comportamiento y el de otros (Atkinson & Heritage, 1984).

El análisis discursivo de la identidad de lugar ha sido realizado, mayoritariamente, con datos procedentes de entrevistas (Dixon & Durrheim, 2004; Hugh-Jones & Madill, 2009; Taylor, 2003) y material de los medios de comunicación (Durrheim & Dixon, 2001). Aunque dichos datos permiten mostrar el carácter construido y productivo de las identidades de lugar, no son útiles para dar cuenta de cómo ocurre esto en situaciones de interacción. Así, son insuficientes para abordar la naturaleza dinámica y contingente del fenómeno. El AC, por otro lado, al preferir un examen detallado y secuencial de las conversaciones puede mostrar cómo la identidad de lugar se moviliza cotidianamente, con la participación activa y encadenada de varios hablantes. Para el caso concreto de los usuarios de teleasistencia esto tiene una relevancia especial. El AC que presentamos a continuación ofrece una idea de cómo las personas de edad deciden envejecer en casa con teleasistencia, así como sobre cómo justifican su decisión frente a otros. Como se verá a continuación, tales fenómenos ocurren paralelamente a la formación y uso de identidades de lugar, en el contexto de conversaciones con personas con las que se intercambian posiciones, se establecen alianzas, se identifican problemas y se co-producen preferencias.

Método

Participantes

En los grupos seleccionados para este estudio participaron un total de 24 personas. Los participantes fueron contactados con la ayuda de la Cruz Roja de Cataluña (España). Así pues, son clientes o beneficiarios de la organización y personal vinculado a la misma. Su distribución en los diferentes grupos de discusión obedeció a su lugar de residencia y/o trabajo, con lo que se repartieron así: en Igualada, 5 usuarias; en Granollers, 7 usuarias y 1 usuario; y en Badalona 5 usuarias, 2 usuarios, 1 familiar y 3 voluntarios. Los usuarios eran personas de entre 65 y 85 años, en su mayoría mujeres, con un tiempo promedio de 3 años de contratación del servicio. Aunque algunos de ellos contaban con apoyo familiar o profesional durante el día, la mayor parte vivía en su domicilio sin ninguna compañía. En el resto de los casos, los participantes eran adultos de entre 30 y 50 años. Una de ellas era una mujer que llevaba tres años cuidando de su madre (que no participaba del grupo). Los voluntarios tenían un promedio de dos años de vinculación con un servicio de teleasistencia.

De cara al análisis, es fundamental resaltar que la caracterización a priori de los participantes es secundaria para el AC (Antaki & Widdicombe, 1998; Puchta & Potter, 2004). Desde esta aproximación sólo se tienen en cuenta los atributos de los hablantes cuando ellos mismos los vuelven relevantes durante la interacción (es decir, cuando hablan sobre ellos). A pesar de dicha particularidad del AC, conviene delimitar las conclusiones del estudio para no caer en generalizaciones. Así pues, este trabajo debe entenderse como un análisis de la identidad de lugar en personas de edad, residentes en entornos urbanos, con varios años de experiencia con la teleasistencia domiciliaria privada.

Material

Los datos provienen de diez grupos de discusión realizados en Cataluña (España) como parte de dos proyectos en los que se ha analizado el cuidado de las personas mayores y en situación de dependencia en España. Dichos grupos contaron con la participación de 62 personas, entre usuarios, familiares, cuidadores, personal vinculado al servicio de teleasistencia de la Cruz Roja de Cataluña (institución con la que se tenía un convenio de colaboración para la realización de nuestras investigaciones).

Para aproximarse a la forma como la identidad de lugar es construida y usada en los grupos de discusión se han examinado todos los datos a nuestra disposición. Pero en este estudio sólo presentamos tres fragmentos de interacción. Los mismos han sido seleccionados debido a que en ellos (a) los hablantes emplean la frase hecha sobre cuyo significado queremos recaer, y (b) puede escucharse predominantemente la voz de los usuarios (en otros grupos la frase fue empleada por familiares, cuidadores y/o profesionales). Los grupos de los que provienen los fragmentos se realizaron en tres ciudades distintas: Igualada, Badalona y Granollers.

Procedimiento

Los grupos de discusión tuvieron una duración de entre una hora y hora y media. El encuentro empezaba con una breve explicación de los proyectos de investigación en los que se enmarca este estudio, así como una presentación de los participantes. Para promover la producción de opiniones en torno a la teleasistencia, los moderadores contaban con una guía de preguntas, cuyo orden variaba en cada uno de los grupos. La guía se estructuraba en torno a las siguientes categorías orientadoras: (a) opinión sobre el servicio, (b) beneficios y riesgos de la tecnología, (c) circunstancias y contextos de uso, (d) lugares y espacios de la vida cotidiana, (e) desarrollo y usabilidad de los dispositivos. La guía no incluía ninguna referencia explícita a la identificación con el hogar, si bien las preguntas referentes a los lugares y espacios vitales arrojaron datos en ese sentido. Todos los encuentros fueron grabados en audio con la autorización de los participantes, para lo cual diligenciaron el correspondiente consentimiento informado.

Tras la ejecución de los grupos de discusión se realizó una primera transcripción del contenido de los encuentros. Los investigadores hicieron una lectura repetida independiente del material en busca de fragmentos donde ocurrieran actos verbales asociados con las identidades de lugar de los usuarios. Durante esta revisión llamó la atención el empleo que los mayores hacen de frases del tipo "no hay lugar como el hogar", por lo que se decidió profundizar en el significado contextual de este fenómeno. Los fragmentos en los que se usan estas frases hechas se volvieron a transcribir empleando las convenciones expuestas en Atkinson y Heritage (1984, ver apéndice).

El análisis se realizó siguiendo pautas y principios propios de la AC. De acuerdo con Antaki y Díaz (2006) hay dos maneras de hacer este trabajo. La primera es describir la organización regular del habla en una amplia variedad de materiales. La otra manera es utilizar el conocimiento obtenido por el primer tipo de análisis para dilucidar lo que ocurre en fragmentos concretos. Nuestro tratamiento de los datos es del segundo tipo. El contexto más inmediato en el que se realiza el análisis es la secuencia de turnos de palabra que se da a lo largo de los fragmentos. Este estudio ha prestado especial atención a la distribución ordenada de estas secuencias y se ha preguntado por qué la frase hecha se moviliza en un momento dado. En respuesta a esta pregunta examinamos la forma como el evento en cuestión afecta las acciones posteriores y cómo ha sido afectado por intervenciones anteriores. Para este examen se han empleado, conjuntamente, las transcripciones y el registro sonoro de los fragmentos.

Resultados

A continuación se presentan los fragmentos objeto de análisis. Para cada fragmento se indica el lugar donde fue obtenido (la ciudad donde se realizó el grupo de discusión) y el momento de la grabación en el que empieza su primer turno de palabra. Cada línea ha sido numerada para facilitar el análisis y se ha marcado con una fecha el uso de la frase hecha. Para asegurar el anonimato de los participantes sus nombres han sido reemplazados por seudónimos y se ha retirado cualquier mención de lugares identificables concretos. Aunque muchas de las intervenciones se produjeron originalmente en catalán, fueron traducidas para su comprensión en contextos de habla castellana.

El fragmento 1 pertenece el grupo de discusión llevado a cabo en Igualada. La interacción ocurre en el marco de una charla que las participantes mantienen respecto a diferentes tipos de cuidado durante la vejez. Concretamente, debaten si permanecer en casa pagando un cuidador profesional resulta más costoso que trasladarse a una residencia.

En este fragmento llama la atención la insistencia con la que se resalta el vínculo entre el usuario y su hogar. La producción de este vínculo se presenta en la forma de la frase "yo en mi casa", repetida en varias ocasiones por Belén y luego por Neus. Tales intervenciones, acompañadas por la anuencia de otras hablantes, permiten dar cuenta de un acuerdo generalizado entre ellas. Casi todas optarían por envejecer en su propio domicilio. Únicamente Gemma se muestra dispuesta a trasladarse a casa de sus hijos. Esta opción es activamente rechazada por Neus, quien interviene en repetidas ocasiones dejando clara su elección.

La orientación de los hablantes hacia una identidad de hogar, acompañada por una apuesta conjunta por el envejecimiento en casa y la oposición a otras alternativas es una constante en los fragmentos encontrados. En el fragmento 2 aparecen conjuntamente con la mención explícita de la teleasistencia. Dicho fragmento se extrae del grupo de discusión realizado en Badalona con usuarios y personal vinculado a un servicio de teleasistencia. La secuencia de turnos responde a la solicitud, por parte de la moderadora, de que se hable sobre lugares adecuados para pasar la vejez.

En este fragmento intervienen la moderadora, tres usuarios (Blanca, María y Dolores), y dos voluntarios (Lluis y Pere). Como en el fragmento 1, aparece una orientación hacia el vínculo con el hogar ("[yo] deseaba ir a casa", líneas 11 y 18) y hacia el envejecimiento en el hogar. Blanca es quien asume el papel más activo. Los demás le apoyan utilizando la frase hecha. A diferencia del primer fragmento, la opción con la que se compara el envejecimiento en casa no es el traslado al domicilio de los hijos, sino el internamiento en residencias geriátricas. El contraste entre este tipo de espacio y el hogar también se aprecian en el grupo de discusión realizado en Granollers. En la situación que se reproduce aquí los usuarios hablan, precisamente, sobre las residencias geriátricas.

En este fragmento, Anna se muestra favorable al cuidado institucional. Los demás hablantes optan de manera considerable por la opinión de envejecer en casa (líneas 13, 14 y 16) y rechazan abiertamente la posibilidad de trasladarse a una residencia geriátrica. Olga y Lucía, son especialmente activas en este sentido. La frase hecha es empleada precisamente por Lucía en contra de Anna, en la línea 20, en un intento (exitoso) por anular su participación y cambiar el tema de la conversación.

En el conjunto de los fragmentos se aprecia un posicionamiento colectivo a favor del envejecimiento en casa y en contra de otras opciones. La frase hecha se emplea en el contexto de intervenciones con las que los usuarios intentan expresar su comprensión y acuerdo con la primera alternativa (que aparece como mayoritaria) y su oposición a otras opiniones (minoritarias). Por esta vía se orientan hacia una identidad de lugar construida como una clara preferencia por el lugar de residencia (una "identidad de hogar"). A continuación se procede a mostrar cómo los hablantes co-producen dicha identidad a medida que expresan, con la frase hecha, su común acuerdo por el envejecimiento en casa.

Discusión

La co-producción de la preferencia por el envejecimiento en casa

Los fragmentos presentados en la sección anterior muestran una aceptación generalizada del envejecimiento en casa entre las personas mayores. Este dato resulta coincidente con lo que ya han apuntado otros estudios (Costa-i-Font et al., 2009; Davey, 2006; Rojo et al., 2000). Así, de acuerdo con el Instituto de Mayores y Servicios Sociales (IMSERSO, 2010) el 87,3% de las personas mayores en España prefiere vivir en su casa, aunque sea en soledad. El análisis que se presenta a continuación empieza examinando la forma como esta opinión mayoritaria es producida mediante el habla por los participantes de nuestro estudio. Se observa, con esta intención, las líneas 18 a 21 del fragmento 1. Esta breve secuencia comienza con una pregunta que Gemma le dirige a Belén, quien en turnos anteriores ha manifestado su deseo de permanecer en casa en la vejez. La respuesta de Belén se produce tan pronto como Gemma culmina su turno ("sí sí sí sí", en la línea 20). A continuación, antes de que Belén haya terminado de responder, Anna interviene expresando la frase hecha (línea 21). Se produce aquí un fenómeno sobre el que queremos recaer: una violación voluntaria de las reglas que regulan la distribución ordenada de turnos de palabra (reglas cuya habitual aplicación minimiza la ocurrencia de silencios y solapamientos, ver Sacks, Scheglof y Jefferson, 1974).

Aunque la alternancia de turnos de palabra suele ocurrir sin problema en las conversaciones cotidianas, en ocasiones se producen momentos (generalmente breves) de habla simultánea. Gallardo (1993) se refiere a dos formas de ocurrencia de dicho fenómeno. La primera es el "solapamiento competitivo" que, mediante una elevación del tono, alargamientos y repeticiones, se impone al turno en curso. Sobre estos solapamientos volveremos más adelante. El habla simultánea ocurre también cuando un hablante procura terminar el turno de otro, empleando las mismas palabras, de manera simultánea. Gallardo (1993) considera este segundo tipo de acciones como "solapamientos colaborativos" y de ellos dice que están sometidos a dos restricciones: el hablante que los produce debe demostrar que reconoce lo que su interlocutor dice (a) antes de que termine su turno, pero (b) después de que haya terminado la parte más relevante del mismo. Quien interrumpe colaborativamente debe saber ubicar su intervención, tanto como demostrar comprensión de lo que el hablante interrumpido está refriendo. Teniendo en cuenta estas condiciones, consideramos que el uso que Anna hace de la frase hecha es del tipo de los solapamientos colaborativos.

Para intervenir, Anna espera que Belén conteste la pregunta, dejando clara la naturaleza afirmativa de su respuesta. A continuación, se autoselecciona como hablante y añade un comentario. Este último no es una repetición de las palabras de Belén, sino una expansión de la segunda parte de un par adyacente pregunta-respuesta (en AC, se entiende por "par adyacente" dos turnos de palabra de diferentes hablantes, localizados ordenada y típicamente uno después del otro, ver, Atkinson & Heritage, 1984; Goodwin, 1981; Scheglof, 2007). Consiste en una toma de posición frente a la respuesta de Belén, ofreciendo una suerte de reflexión en voz alta que aparece como una comprensión de lo expresado. Así pues, el solapamiento colaborativo le permite a Anna apoyar a Belén en la construcción de su turno, al tiempo que le otorga un sentido. Añadiendo su voz a la de Belén, Anna se posiciona junto a su interlocutora como coproductora de sus opiniones e intérprete de las mismas. Al producir la frase hecha, aporta una posible razón para contestar positivamente a la pregunta "¿en casa?". No podemos saber si esta razón había sido considerada por Belén, o si formaba parte de sus pensamientos, pero para los efectos de la conversación en curso sirve como una explicación del contenido del turno.

El uso del solapamiento colaborativo y de la expansión del par adyacente pueden interpretarse como acciones a través de las cuales los hablantes se orientan conjuntamente hacia el envejecimiento en casa. El resultado de su empleo es la configuración de una comprensión compartida y la emergencia de un colectivo favorable a dicha alternativa. Este mismo efecto es apreciable en el fragmento 2. Al examinar las líneas 11 a 15 de este fragmento encontramos de nuevo la producción de una elección ("deseaba ir a casa", pronunciada por Blanca en la línea 11) y la formulación de una pregunta ("e::h?", en la línea 14), seguida del uso de la frase hecha. Aquí la frase "como en casa en ningún sitio" no expande un par pregunta-respuesta, sino que aparece directamente como la segunda parte del par adyacente. La respuesta afirmativa queda implícita, y se pasa directamente al ofrecimiento de una comprensión compartida de lo dicho. La acción se desarrolla como sigue: Blanca lleva varias líneas exponiendo una experiencia con una "residencia" en la que fue internada por motivos de salud; en la línea 11, anuncia que dirá algo de importancia con un enfático y rápido "ahora" seguido de un corto silencio. Acto seguido, afirma que "deseaba estar en casa". Después de finalizar así su turno, sin recibir más respuesta que una leve señal de la moderadora (un "mhmm" en la línea 13), Blanca cede explícitamente la palabra a los demás hablantes con un "e::h?", en la línea 14. La frase hecha es producida por Pere rápidamente (aunque vacilante) en respuesta a esta pregunta.

Al decir ">como en casa ninguna::::< en ningún sitio", Pere produce una interpretación de la experiencia de Blanca; de hecho, transforma su intervención en la línea 14 en una unidad del tipo "¿entendéis lo que acabo de decir?". Pere responde a este chequeo de comprensión [comprehension check], dándole a entender a su interlocutora que le sigue y le entiende. Además, complementa su respuesta con una posible explicación del deseo que Blanca manifesta de volver a casa. Su intervención podría traducirse más o menos así: "sí claro, te entiendo: es normal que cualquiera en esa situación desee volver a casa". Por supuesto, nada de esto aparece dicho abiertamente; pero puede derivarse del instrumento empleado como segundo turno del par pregunta-respuesta.

Las frases "como la casa no hay nada" o "no hay lugar como el hogar" son lo que Pomerantz (1986) denomina una "formulación de un caso extremo". Se trata de expresiones descriptivas o evaluativas que, mediante términos como todo, nada, siempre, nunca, la mayoría, cualquiera o absolutamente, se refieren a las propiedades máximas o mínimas de un objeto/situación (Sindell, 2004). Este tipo de recursos lingüísticos, sostiene Pomerantz (1986), tienen tres funciones: (a) hacerle frente a la deslegitimación de una intervención; (b) atribuir un fenómeno a causas objetivas; y (c) sostener que un comportamiento es correcto o adecuado en virtud de su carácter recurrente. Los casos que venimos examinando son ejemplos de la segunda función. Anna en el primer fragmento y Pere en el segundo explican el deseo de envejecer en casa a partir de una causa exterior a los participantes: el espacio doméstico y sus condiciones. Así pues, la reacción de sus interlocutores se atribuye a la calidad incomparable del hogar como lugar de residencia. El vínculo con este espacio y el deseo (generalizado) de mantenerlo, son consecuencia necesaria o razonable de la inexistencia de lugares mejores. Es por esto que cualquier persona en la situación de Belén o Blanca preferían estar en su casa durante la vejez (y que cualquier hablante podría, eventualmente, entender y aprobar dicha preferencia).

Por otro lado, la frase hecha forma parte de la reserva de recursos disponibles en lo que Taylor y Littleton (2006) llaman el "ambiente discursivo" de una sociedad. Junto con otras frases hechas, modismos, dichos y expresiones, hace parte del "saber popular". Como tal, representa un conocimiento ampliamente aceptado y validado por los miembros de una misma cultura. Así pues, al emplearla no se está explicando la preferencia de un interlocutor con la ayuda de una opinión personal, sino con un argumento social. En este sentido, puede afirmarse que la frase hecha -en el contexto que estamos analizando- empodera la opinión particular de un hablante, traduciéndola a una opinión de orden más amplio. El deseo expresado de envejecer en casa se torna en algo comprensible, no solo por la atribución de una causa objetiva, sino por su asociación con una verdad dada por sentada en un grupo. Esta estrategia aparece en el fragmento 2 de una manera claramente conversacional: la frase hecha no solo es pronunciada por Pere, sino que es repetida por otros dos hablantes (Dolores y Lluis) en las líneas 17 y 20. De tal manera, la expresión "como en casa en ningún sitio" no solo expresa un convencimiento grupal, sino que de facto es utilizada colectivamente.

De lo dicho hasta aquí se desprende que, en el contexto de nuestros grupos de discusión, la frase hecha tiene por lo menos dos funciones. Una de ellas es la de expresar comprensión del punto de vista de un interlocutor; la otra es dotarla del poder de una verdad objetiva y/o socialmente compartida. Si se consideran ambas funciones en conjunto, lo que tenemos es la producción de una opinión mayoritaria a partir del uso cooperativo de una frase hecha (y de otros recursos) que da cuenta del carácter autoevidente y/o social de la opinión expresada por un hablante concreto. Es así como el envejecimiento en casa queda constituido como la opción preferida y preferible al interior de los grupos de discusión. Por esta misma vía, la relación entre las personas y el espacio doméstico se vuelve relevante para la conversación en curso y los hablantes terminan por orientarse hacia la definición de sus interlocutores a partir de una identidad de hogar. Entre las muchas formas posibles de describir a una persona, los participantes optan por una en la que el vínculo con el espacio es central: los construyen como personas (objetiva y/o razonablemente) hogareñas.

La identidad de hogar aparece en los grupos de discusión de diferentes maneras. Así, en el grupo de discusión de Vic se dice que la casa es como "el abrigo de la personalidad" y que es "el mundo" de las personas mayores. En el grupo de discusión de Granollers se dice que "la casa es la continuación de la persona". Con estas metáforas y afirmaciones, lo que la persona es y el lugar en el que vive quedan definidos como elementos indisociables. La frase hecha contribuye a generar la misma comprensión. A través de su uso, Belén en el primer fragmento, y Blanca en el segundo, aparecen ligadas por necesidad (objetiva) a sus casas; atadas a ellas de tal manera que la posibilidad de que se trasladen a otro lugar resulta poco deseable. Considerar a estas interlocutoras como otras tantas personas vinculadas profundamente con sus hogares deviene prerrequisito para entender sus intervenciones, y brindarles apoyo. Por otro lado, resaltar colectivamente el carácter objetivo de este ligamen tiene implicaciones retóricas; funciona, de hecho, como un argumento de poder. Como ha defendido Pomerantz (1986), la formulación de casos extremos puede ser de utilidad a la hora de defender o justificar una determinada idea, sentimiento o intervención. Un examen más amplio del contexto en el que se produce la frase hecha nos muestra que, en efecto, su empleo tiene sentido para avalar una opinión y protegerla de posibles críticas. Postular que "no hay lugar como el hogar" instituye, a la vez que defende, una identidad de hogar.

La amenaza a la identidad de hogar

Para llegar a la identidad de hogar, en este trabajo se ha dado un rodeo. El estudio se ha aproximado a ella a través de los esfuerzos de los hablantes por mostrarse comprensivos. Se sugiere, en este sentido, que para ofrecer una interpretación de lo que Belén o Blanca dicen, sus interlocutores deben atribuirle al contenido de sus intervenciones una causa objetiva: la calidad extrema del hogar. De esta calidad se deriva un vínculo estrecho entre las personas y el espacio doméstico que da sentido al deseo de envejecer en casa. Así pues, la identidad de lugar se ubica en el centro de un aparato explicativo; el mismo que permite a los participantes alinearse con aquellos que desean permanecer en su hogar en la vejez. La consecuencia de esta adscripción identitaria es, por tanto, no solo la comprensión de lo que Belén y Blanca dicen, sino la generación de un grupo (depositario de una opinión compartida).

Ahora bien, además de ser útiles para formular explicaciones y generar solidaridad, frases del tipo "como la casa no hay nada" establecen distinciones. Dixon y Durrheim (2004) han mostrado cómo el significado de un lugar puede desprenderse de su contraste discursivo con otros lugares. Dicho contraste, afirman, suele aparecer en términos dicotómicos, distinguiendo parejas del tipo natural/urbano, trabajo/placer, estresante/relajante, etc. El fragmento 3 es un ejemplo de este proceder. En la conversación previa al inicio del fragmento, Milena ha mencionado que conoce a personas internadas en una residencia geriátrica y asegura que el trato que reciben es excelente, por lo que sus conocidos se encuentran satisfechos. La secuencia de turnos siguiente es una respuesta a esta opinión. Lucía, pero especialmente Olga, se muestran activamente comprometidas en desacreditarla. De la vida en las residencias geriátricas la última hablante dice que es algo "horroroso" (línea 2). Refere, además, una situación concreta: "ves que que aquella estaba y mañana no está". Llama la atención, de esta manera, sobre la fragilidad de las relaciones sociales establecidas entre los internos; relaciones afectadas constantemente por la amenaza que significa la muerte de aquellos con los que se convive. Compárese estas intervenciones con lo que la misma Olga dice sobre envejecer en casa. En la línea 13 expresa una preferencia incondicional por esta opción ("(me va mejor) más en casa, sea como sea."), y en la línea 15, fortalece su postura orientándose hacia su rol como usuaria de teleasistencia ("teniendo la teleasisten(h)cia ya me encuen(h)tro bien").

En estas intervenciones de Olga resulta llamativa la diferencia en el tono afectivo empleado para referirse a cada opción. En la mención que se hace de las residencias geriátricas impera la referencia al miedo: a la sensación de "horror" que genera el espacio y el enfrentamiento cotidiano con la muerte de otros, que anticipa la propia muerte. En la forma como se habla de la casa, por otro lado, se vislumbra una opción más conveniente y "mejor". Permanecer en ella con el apoyo de un servicio de teleasistencia es una experiencia de la que incluso se puede hablar entre risas. Se trata en este último caso de una forma de envejecer compatible con el bienestar ("me encuen(h)tro bien"). Así pues, las intervenciones de Olga dibujan una situación en la que se ha de decidir entre el "horror" y la satisfacción. Se trata de una simplificación parcial, que predispone para alinearse a favor del envejecimiento en casa y en contra de otras posibilidades.

En efecto, de lo que se trata es de producir una opinión colectiva, pero también defender una alternativa. Por un lado está la opción de permanecer en casa gracias a la teleasistencia; por el otro está la opción de trasladarse a una residencia. Mediante el discurso, la primera opción aparece como preferible, mientras que la segunda se muestra inquietante. La producción de la frase hecha participa de este contraste. Como hemos dicho, lo hace presentando a la casa como el caso extremo del bienestar; por oposición a otros lugares de los que no se espera el mismo grado de satisfacción. En el fragmento 3, además, lo hace violando el sistema de transición de turnos de una manera hostil. A diferencia de lo que ocurre en el fragmento 1, el solapamiento de las líneas 19 y 20 de la secuencia que estamos examinando es del tipo competitivo: Lucía se impone aceleradamente a una intervención de Milena a través de un aumento del volumen al principio de la frase y de un enfático "eh?" al final.

Esta forma de habla simultánea, afirma Gallardo (1993), puede hacer ininteligibles las intervenciones, llevando a una serie de reinicios y repeticiones. En otras ocasiones, resulta de utilidad para provocar un cambio de tópico. Tal es el caso de la secuencia examinada. Para cuando Lucía interrumpe a Milena, esta última empieza a mostrarse más dispuesta a aceptar la opinión de las demás participantes (de hecho, en la línea 19, ha empezado a decir que "todos acabarán aquí en casa"). Después de la interrupción, opta por abstenerse de defender su opinión sobre las residencias geriátricas; desaparecen, en consecuencia, las referencias a dichos espacios. Así pues, la frase hecha aparece en un momento en el que la comparación entre la casa y las residencias se está agotando, y contribuye a su cierre. Este poder para clausurar temas ha sido documentado por Drew y Holt (1998) para el caso de otro tipo de frases hechas: las expresiones figurativas.

El estudio de Drew y Holt (1998) muestra con detalle el papel de las expresiones hechas en los cambios de tema. Se cuidan, eso sí, de dejar claro que la aparición de este tipo de frases no se traduce automáticamente en la finalización de un tópico. A veces este se sostiene de otras maneras. Podemos volver al fragmento 1 para ilustrar tal fenómeno. Desde que Anna emplea la frase "como la casa no hay nada", hasta el cambio de tema, hará falta que se produzcan nuevas intervenciones de Neus, Gemma y Belén (líneas 22 a 28). La respuesta de Neus a la frase hecha permite determinar lo que ocurre: antes de que Anna termine su turno, Neus la interrumpe diciendo "no, ya lo sé". En los turnos precedentes, la hablante ha rechazado abiertamente la posibilidad de vivir con los hijos en su vejez (líneas 8 y 14 del fragmento 1) y, en este sentido, se ha opuesto a Anna y Mercè, para quienes esa alternativa es viable si los hijos están de acuerdo (líneas 10 y 11). Esto hace que resulte ambiguo el significado de la frase empleada por Anna. Puede asumirse que, como se ha apuntado, es una extensión de la respuesta de Belén (y, como tal, es un recurso que se dirige a Gemma); pero también puede pensarse como un argumento contra Neus. Este es el sentido que la frase hecha tiene para la hablante quien, en consecuencia, se esfuerza por exponer la razón por la cual no viviría con sus hijos: "no quiero ir a mortificar a nadie" (línea 28).

De lo dicho se desprende que las frases del tipo "no hay lugar como el hogar" o "como la casa no hay nada" formulan un caso positivo extremo que (a) puede usarse como argumento contra posibles desafíos a la preferencia por el envejecimiento en casa, y (b) puede orientar a otros hablantes hacia la realización de actividades de carácter retórico. Si esto es así es porque estas frases se emplean en el contexto de conversaciones en las que se comparan diferentes espacios para envejecer: la residencia de los hijos en el fragmento 1 ("ir con las hijas", línea 8) y las residencias geriátricas en los fragmentos 2 y 3 ("una residencia de estas que hacen recuperación", líneas 3-4, y "vivir (.) tal como dice usted, allá", líneas 1-2, respectivamente). La mención de estos espacios alternativos puede resultar (potencialmente) amenazante para los hablantes y puede servir como el estímulo discursivo requerido para iniciar un trabajo de construcción y defensa de la identidad de hogar. Poner sobre la mesa la posibilidad de que los interlocutores puedan llegar a requerir de cuidado institucional o del apoyo de sus familias es una amenaza a la percepción de su propia persona y a la identidad de lugar que se han procurado a través de la conversación.

Tal como Hugh-Jones y Madill (2009) han apuntado, hablar sobre el espacio puede llevar a las personas a construir y proteger identidades de lugar. En nuestros datos, sin embargo, no se trata sólo de hablar del espacio, sino del tiempo. El tema es el futuro, tal como los hablantes lo proyectan discursivamente en las opciones que logran vislumbrar: mantener su vínculo con el hogar, trasladarse a casa de sus hijos o ingresar en una residencia. Tener que abandonar el hogar implica aquí desprenderse de un lugar altamente preferible, donde es posible que se haya residido por muchos años. En este sentido Taylor (2003) ha llamado la atención sobre la importancia que tiene el lugar de residencia en la construcción de continuidad en las narrativas autobiográficas, así como en su proyección hacia el futuro. A través de lo que ella llama un "repertorio interpretativo de residencia", los hablantes pueden imaginar una perspectiva vital caracterizada por la permanencia de su propia persona. Romper los lazos con el hogar significa, por esta vía, fracturar dicha permanencia: afectar la identidad.

Como otros autores han apuntado, la esfera doméstica suele ser entendida por las personas mayores como el lugar donde les es más plausible encontrar seguridad (Prieto et al., 2009). La disposición habitual del hogar, su regularidad, es el sustrato sobre el que se puede asentar la autonomía personal. La teleasistencia puede también contribuir a esta sensación (López & Domènech, 2009). Así pues, considerar alternativas distintas del envejecimiento en casa supone un reto a la definición de lo que los hablantes son como individuos independientes que se mantienen idénticos a sí mismos a lo largo del curso vital. La referencia a la muerte por parte de Olga (fragmento 3, línea 8), y la anticipación que Neus hace de un posible deterioro de las relaciones familiares (fragmento 1, línea 28) son señales de esta ruptura de la continuidad con la que amenazan otros espacios para el envejecimiento.

Así pues, la frase hecha participa de los esfuerzos que los hablantes llevan a cabo para lidiar con la amenaza que, para su identidad de lugar, suponen otras alternativas. Ayuda a distinguir radicalmente el envejecimiento en casa del traslado al hogar de los hijos o a las residencias geriátricas. Semiotiza de manera extrema el hogar, describiéndolo como el más preferible de los lugares para hacerse mayor. justifica el deseo expresado por los participantes de permanecer en casa tanto como les sea posible y sirve de arma arrojadiza contra quienes pongan en duda este deseo. Es, de esta manera, un instrumento retórico a la vez que explicativo. Orienta a los hablantes hacia el fuerte vínculo entre las personas y sus casas, permite dar cuenta de dicho lazo (objetivamente sustentado, socialmente aceptado) y posiciona a los usuarios de teleasistencia que han participado de nuestro estudio en personas de su casa, en personas con una identidad de hogar.

La identidad de lugar en la interacción

Hablar sobre el espacio y las relaciones con él forma parte del trabajo discursivo a través del cual los hablantes construyen su identidad (Taylor, 2003). Por esta vía, las personas se orientan hacia la definición de comportamientos esperables y adecuados en situaciones específicas (Dixon et al., 2006), y establecen distinciones entre grupos humanos (Wallwork & Dixon, 2004). Este trabajo se ha inspirado en estas conclusiones de los analistas del discurso para mostrar cómo los usuarios de teleasistencia coproducen una identidad de lugar en el contexto de unos grupos de discusión sobre el cuidado a distancia en España. Por esta vía, se ha evidenciado que la identidad de lugar es un logro colaborativo que ocurre en situaciones de intercambio cara a cara, donde se reproducen determinados discursos sobre el lugar y la identidad. Nuestra atención se ha centrado, concretamente en lo que podría denominarse la identidad de hogar en la interacción.

El estudio muestra que la identidad de hogar es un fenómeno que se organiza y se vuelve observable en la conversación. Los resultados están limitados a un contexto local de producción discursiva (los grupos de discusión) y son válidos para un tipo de personas muy específico (los mayores usuarios de teleasistencia privada). Sin embargo, ofrecen conclusiones que son potencialmente aplicables a la identidad en general (ver, Aceros y Evnitskaya, 2008) o a otros fenómenos de interés para la psicología ambiental (por ejemplo, el apego de lugar o la memoria de lugar, ver Lewicka, 2008). Por otro lado, la metodología empleada abre nuevas vías de investigación.

En los estudios sobre cuidado remoto, por ejemplo, se vuelve factible dar cuenta de cómo el vínculo con el hogar

-fundamental para el funcionamiento de la teleasistencia- se reproduce y utiliza en diferentes contextos: durante el diseño de los dispositivos, durante la interacción de usuarios y familiares con profesionales de la salud y de los servicios sociales, durante las instalaciones de los dispositivos y otras actuaciones de los servicios de teleasistencia (visitas de control técnico, visitas de voluntarios, etc.), durante conversaciones espontáneas entre vecinos, etc. Esto permitiría comprender mejor cómo los servicios de cuidado a distancia pueden llegar a prescribir determinadas identidades en sus usuarios.

El estudio de otras situaciones de interacción en las que se habla de los vínculos entre los usuarios de teleasistencia y el espacio doméstico no es solo una oportunidad que abre el AC; también es una tarea por realizar si se quiere tener una mirada más amplia de la identidad de lugar en la interacción (esto es, si se quiere superar el carácter local de las conclusiones aquí presentadas). Como se mencionó previamente, la construcción y movilización discursiva de la identidad se realiza de manera selectiva (Aceros y Evnitskaya, 2008). Entre las diferentes formas que los hablantes tienen a su disposición para presentarse ante otros, actualizan y utilizan aquellas que les permiten obtener determinados efectos interaccionales. Así pues, la identidad de hogar que hemos analizado no ha de entenderse como algo que poseen los hablantes (Antaki & Widdicombe, 1998), sino como un logro que puede ser alcanzado o que puede no darse en absoluto. Así pues, nuestras conclusiones no agotan los múltiples trabajos identitarios en los que participan diariamente los usuarios, ni permiten sostener afirmaciones con carácter universal. Sin lugar a dudas, son concebibles otras estrategias y dispositivos para construir y movilizar la identidad de lugar. Su abordaje, sin embargo, se pospone para posteriores investigaciones.

La identidad de hogar en la interacción es una noción que puede contribuir a paliar el tradicional abandono del espacio en las teorías psicosociales de la identidad (ver, Valera y Pol, 1994; Vidal y Pol, 2005). Los estudios sobre identidad de lugar necesitan prestar más atención al papel que cumple la materialidad en la construcción y movilización de auto y heterodefiniciones (ver, Michaels, 1997). En este sentido, un reto para investigaciones futuras es el de dejar de tratar al espacio y los objetos como constructos y herramientas simbólicas (sean estas cognitivas o discursivas), para considerarlas en su dimensión semiótico-material (Sánchez-Criado y López, 2009). Por esta vía, podría dársele un mayor protagonismo, no solo a los espacios domésticos, sino también a los dispositivos técnicos. Una vez más, la geografía humana y los Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología tienen mucho que aportar a esta empresa (López y Sánchez-Criado, 2009).


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Apéndice

Los símbolos utilizados en la transcripción son una adaptación de las convenciones propuestas por Gail Jefferson (Atkinson & Heritage, 1984). Estas convenciones suponen el empleo de símbolos especiales que hacen visibles los silencios, las vacilaciones, las repeticiones, los solapamientos, los cambios de tono, volumen, velocidad, y otros aspectos habitualmente desatendidos en otras formas de transcripción, más centradas en el contenido.