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Revista Colombiana de Ciencias Pecuarias

versão impressa ISSN 0120-0690

Rev Colom Cienc Pecua vol.28 no.1 Medellín jan./mar. 2015

 

EDITORIAL

 

Emergencia viral y conciencia ecológica

 

 

Juan D Rodas
Profesor Universidad de Antioquia

Director, RCCP

 

 

En el año 2002, con motivo de la celebración de los 40 años de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de Antioquia (otrora Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia), fui invitado a dar una conferencia sobre mi trabajo. En aquel entonces me encontraba finalizando mis estudios doctorales en Arenavirus (virus transmitidos por roedores) y uno de mis intereses rondaba los agentes virales emergentes*.

Al preparar dicha charla me enfoqué en algunos de los temas tratados en un evento celebrado en Taos (New Mexico, Estados Unidos), donde se mencionaron -entre otros- los virus Nipah y Hendra, agentes zoonóticos aparentemente transmitidos por murciélagos y detectados en Malasia y Australia, respectivamente. Entre los ''invitados'' a la presentación también estuvo el virus de la Influenza, que en 1997 había mostrado uno de sus más temibles representantes: el H5N1, el cual fue desde entonces estudiado muy de cerca como el más probable causante de la próxima pandemia, que afortunadamente aún no se presenta.

No obstante, el tópico de las infecciones nuevas o re-emergentes ha vuelto a cobrar actualidad. Lo anterior lo demuestran los acontecimientos del 2009 relacionados con el H1N1, así como los más recientes informes -ampliamente difundidos por las noticias del país y del mundo- sobre la inesperada diseminación del Ébola fuera del territorio africano, y la del Chicungunya que ya alcanzó las costas caribeñas y suramericanas.

Más allá del amarillismo de los medios para atraer la atención, no se puede negar lo evidente: la congruencia de factores climáticos, la globalización, y la intervención humana sobre los nichos ecológicos de especies silvestres, han favorecido la permanente exposición a microorganismos a los que tradicionalmente poco o nada nos exponíamos.

En más de una ocasión se han demostrado los efectos perturbadores de la intervención humana al afectar el hábitat natural de los quirópteros y obligarlos a desplazarse hacia las explotaciones pecuarias, al disponer inadecuadamente de los residuos sólidos y favorecer la exposición a roedores y al usar de forma irracional los plaguicidas y generar resistencia en las poblaciones de insectos (vectores de múltiples agentes infecciosos). Todos los ejemplos mencionados incrementan las opciones de los virus para encontrarse con la especie humana y aparecer incluso en los ambientes urbanos más inusitados. Prueba de lo anterior fue el surgimiento del Virus del Oeste del Nilo en Nueva York durante 1999, el cual llegó para quedarse y extenderse a todo el continente.

Resulta irónico que lo que ayer se utilizaba como truco publicitario en las salas de cine, hoy se presente como una de las grandes preocupaciones de la OMS (Organización Mundial de la Salud); es un evento tardío pero largamente anunciado que solo requería de oportunidad. También resulta irónico que una de las más grandes invenciones del siglo XX, la aviación -que nos ha permitido acercarnos, explorar los continentes y avanzar en tan corto tiempo hasta reconocer al planeta Tierra como nuestro hogar- ahora también compite en eficiencia con las aves como un rápido medio de transporte para los agentes de riesgo biológico.

Así pues, tomando en cuenta solo algunos ejemplos de los últimos 15 años -y sin entrar a considerar siquiera otros agentes que afectan la productividad pecuaria como el Circovirus porcino-, la frecuente aparición de agentes nuevos y desconocidos o la reaparición de otros que considerábamos controlados evidencia la diversidad y versatilidad del mundo microbiano, mostrándonos su capacidad para aprovechar nuestros errores.

Deberemos entonces echar mano de toda nuestra capacidad creativa para ejercer un apropiado control y ser cada vez más conscientes de nuestro compromiso con la naturaleza y de nuestra vulnerabilidad con el fin de evitar futuras catástrofes naturales, solo comparables e incluso a veces confundidas- con atentados bioterroristas.

Sea también la oportunidad para que desde nuestra formación como responsables de la salud y la producción animal mostremos un mayor compromiso, conciencia y liderazgo en la protección medioambiental y en el cumplimiento de las normas que apoyan la explotación racional de los recursos y la conservación del cada vez más endeble equilibrio natural.

 

Referencias:

*Rodas JD. Virus emergentes e instrumentos para su estudio molecular. Rev Colomb Cienc Pecu 2000; 15(3):342-355.