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Revista Interamericana de Bibliotecología

Print version ISSN 0120-0976On-line version ISSN 2538-9866

Rev. Interam. Bibliot vol.28 no.1 Medellín Jan./June 2005

 

LECTURA Y FORMACIÓN CIUDADANA.
UN ESTUDIO APLICADO A LA ESCUELA DE ANIMACIÓN JUVENIL.
MEDELLÍN, COLOMBIA*

Didier Álvarez Zapata**

** Profesor asistente de la Escuela Interamericana de Bibliotecología e investigador asociado del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia. Especialista en Animación Sociocultural y Pedagogía Social. Magister en Ciencia Política. dial@nutabe.udea.edu.co

RESUMEN

Presenta algunos resultados de una investigación hecha respecto de las relaciones entre la lectura y la formación ciudadana en el contexto del trabajo con jóvenes que desarrolla la Escuela de Animación Juvenil (Medellín, Colombia). Para ello aborda la idea de lectura desde las claves comprensivas de la modernidad y se adentra en el ámbito de la formación ciudadana considerada como práctica pedagógica dentro de específicos contextos de cultura política.

PALABRAS CLAVE: Lectura y formación ciudadana / Escuela de animación juvenil. Medellín, Colombia

ÁLVAREZ ZAPATA, Didier. Lectura y formación ciudadana. un estudio aplicado a la Escuela de Animación Juvenil. Medellín, Colombia. En: Revista Interamericana de Bibliotecología. Vol. 28, No. 1 (ene.-jun. 2005); p. 147-167.

ABSTRACT

This article presents the results of a study of the relationship between reading and citizen education in the context of work with young people which the School of Juvenile Animation in Medellín, Colombia, has been undertaking. For that purpose this paper considers the idea of reading from the comprehensive keys of modernity and goes into the matter of citizen education considered as a pedagogical practice within specific contexts of political culture.

KEY WORDS: Reading and citizen education / Escuela de Animación Juvenil. Medellín, Colombia

ÁLVAREZ ZAPATA, Didier. Reading and citizen education: a study applied to the Escuela de Animación Juvenil. Medellín, Colombia. In: Revista Interamericana de Bibliotecología. Vol. 28, No. 1 (ene.-jun. 2005); p. 147-167.

INTRODUCCIÓN

“La alfabetización debe concebirse como un medio que constituye y afirma los momentos históricos y existenciales de la experiencia vivida que genera una cultura sometida. Por lo tanto, constituye un fenómeno eminentemente político, y debe analizarse dentro del contexto de una teoría de las relaciones de poder y una comprensión de la producción y reproducción social y cultural”

Paulo Freire1

Este artículo presenta un conjunto de discusiones y resultados de la investigación Exploración de las relaciones entre lectura, formación ciudadana y cultura política: una aplicación a las propuestas de formación ciudadana de la escuela de animación juvenil -EAJ- de Medellín, realizada por el autor dentro del Grupo de Investigación en Estudios Políticos, en su línea de ciudadanía, cultura y prácticas políticas, del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia.

Como consideración general, debe decirse que la investigación estuvo determinada por el hecho de aunque los estudios políticos se han concentrado en la comprensión de los usos y transformaciones del poder, la conformación del “orden” político, la elucidación de la participación política de las personas, los cambios, crisis, mutaciones y retos de los sistemas y los regímenes políticos, pueden encontrar en la lectura y la escritura ricas vetas temáticas al asumirlas como prácticas conectadas con procesos tan complejos como la ciudadanía, la socialización política y la cultura política. Tal cual lo propone Zilberman al decir que la lectura comienza a revelarse “(...) como un fenómeno históricamente delimitado y circunscrito a un modelo de sociedad que se vale de ella para su expansión. La consolidación de este modelo se relaciona con un repertorio de factores de orden económico, social, cultural e ideológico [político]”2 .

De hecho, desde hace ya un buen tiempo se posan miradas más atentas sobre la ellas y sus relaciones con los discursos políticos, como las propuestas por Antonio Gramsci, quien afirmaba que

“cada vez que de una u otra forma resurge la cuestión del lenguaje, significa que se avecinan otros problemas, como los relativos a la conformación y expansión de la clase dominante, la necesidad de establecer relaciones [políticas, o más exactamente, de cultura política] más íntimas y seguras entre los grupos gobernantes y las masas populares nacionales, es decir, lo concerniente a la reorganización de la hegemonía cultural”3

En este contexto, el trabajo que presentado buscaba aportar al impulso de perspectivas de mayor amplitud sobre la lectura que ayudaran a superar los acercamientos tradicionales, normalmente reducidos a los problemas didácticos de la formación de los lectores en los dominios del texto escrito y de espaldas a la lectura de otros textos como el oral, el audiovisual y el multimedial. Y alentar, de paso, la construcción de estrategias de formación ciudadana más congruentes con los retos que los nuevos modos de producción y consumo textual están trayendo al mundo y, mucho más específicamente, a los jóvenes.

LOS PROPÓSITOS E HIPÓTESIS DE TRABAJO

A partir del estudio de caso de la Escuela de Animación Juvenil de Medellín4 -EAJ-, el trabajo de investigación intentó reconocer si las continuidades, reconfiguraciones y quiebres que el concepto de cultura política ha traído a los programas de formación ciudadana desarrollados en Medellín durante los diez últimos años5 , se corresponde con un más claro lugar o no de la lectura como mediadora pedagógica y didáctica. A este respecto, se cree que en el medio local, subyacen ciertos sentidos, concepciones y usos de la lectura no claramente reconocidos que determinan con gran fuerza un lugar “incógnito” a la lectura y la escritura. En particular, se planteó el siguiente sistema de hipótesis.

Hipótesis central: Hay incoherencia de la representación institucional de la lectura con las prácticas de la lectura que se realizan en la Escuela de Animación Juvenil.

En la representación institucional de la EAJ, la lectura es considerada como un dispositivo con el cual se quiere lograr:

• La ilustración política de los jóvenes: dotar de contenido cognitivo a su experiencia política

• La racionalización de la experiencia política de los jóvenes: facilitándoles asumir marcos lógicos y críticos de comprensión de los fenómenos políticos.

• La consolidación de una ciudadanía juvenil, como oposición a una ciudadanía propia de la sociedad mayor.

Subhipótesis 1: En la propuesta de formación de jóvenes de la EAJ, se ve la existencia de un discurso de cultura política entendida como construcción de sentido, esto es, la presencia de diversas culturas políticas públicamente disponibles que conviven en medio de múltiples luchas por la hegemonía. Esta representación busca la promoción de una ciudadanía crítica.

Subhipótesis 2: En sus prácticas pedagógicas, y más especialmente en su resolución didáctica, la EAJ acoge prácticas de la lectura de corte liberal tradicional que la llevan a la promoción de una ciudadanía ilustrada de corte cívico.

EL ABORDAJE METODOLÓGICO

El enfoque dado a este trabajo fue el crítico interpretativo. Para ello se partió del desarrollo de lo que podría llamarse un aparato crítico conceptual que se desarrolló bajo la forma de categorías constituidas, a su vez, por conocimientos teóricos, disciplinares y prácticos que orientaron la investigación pero que no fueron considerados como una construcción cerrada. En esto hay que destacar que, en lo referente al esfuerzo conceptual, se caminó hacia la conformación de un grupo de proposiciones lógicamente articuladas que ayudaran, en general, a explicar el lugar de la lectura y la escritura dentro del amplio campo de los estudios sociales y culturales y, en particular, a hacer visibles y sustentables las hipótesis de la validez, pertinencia y oportunidad de las investigaciones que relacionen el campo de lectura y la escritura con los estudios políticos.

Para abordar las hipótesis de trabajo, se estudiaron las representaciones dadas y las prácticas ejercidas con la lectura dentro de la propuesta de animación sociocultural y política que realiza la Escuela de Animación Juvenil, en especial, mediante la observación e interpretación de los modos de producción y consumo textual (MPCTs)6 desde los cuales interactúan los sujetos involucrados en la relación pedagógica (propia al modelo de formación ciudadana que plantea la EAJ) con los textos, soportes y fuentes de información. Es decir, se exploraron las interacciones que tienen los jóvenes así como sus docentes, con las diversas textualidades actualmente presentes en la oferta cultural. A esto se sumó el estudio de un conjunto muy significativo de documentos institucionales de formulación y evaluación de las tareas de la Escuela, y el desarrollo de un conjunto de entrevistas personales y grupales a estudiantes, profesores y directivos de la EAJ.

Como correlato a este trabajo de indagación se diseñó un aparato conceptual e interpretativo (marco referencial conceptual) y otro aparato operativo (estrategias de investigación de campo: revisión documental, entrevistas grupales y entrevistas en profundidad). Se operacionalizó el registros de lectura y tematización de los documentos y entrevistas realizadas (mediante análisis de contenido, principalmente). Se hizo uso del diario de investigación (en la perspectiva del registro metodológico), en el que se consignaron memos, reflexiones, interpretaciones, nuevas preguntas, entre otras cosas, surgidas en la marcha de la tarea investigativa. Se redactaron avances conceptuales e interpretativos parciales que fueron discutidos con algunos expertos, hasta lograr un informe final de investigación que recogiera estructuralmente los logros conceptuales y empíricos.

Con todo, debe advertirse que el desarrollo de este trabajo estuvo marcado por un conjunto de situaciones especiales que le establecieron, de hecho, grandes limitaciones teóricas y prácticas, entre las cuales es oportuno mencionar las siguientes:

• El escaso desarrollo discursivo del área de los estudios políticos de la lectura que se refunde, prácticamente, con algunas ideas y propuestas de la pedagogía social, la educación popular y la animación sociocultural. De hecho, son los enfoques críticos los que han puesto más explícitamente el énfasis en la alfabetización como un asunto del orden político, no obstante saberse que el uso político de la lectura es un factor común a todos los lenguajes políticos, desde los liberales a los socialistas, pasando por los conservadores y republicanos, y aun de los lenguajes “antipolíticos”, como el anarquista.

• En correspondencia con lo anterior, la escasa presencia de alusiones explicitas*** a la lectura y la escritura en los lenguajes políticos. De hecho, los estudios políticos de la lectura pueden considerarse como un campo emergente en la ciencia política y en un territorio en gran parte desconocido para la bibliotecología.

UNA PERSPECTIVA SOCIOCULTURAL Y POLÍTICA DE LA LECTURA Y LA ESCRITURA

Si bien se trató en el trabajo de impulsar la tesis de que la lectura ocupa un lugar central en las propuestas de formación ciudadana (en particular, en la propuestas de formación ciudadana de los jóvenes), se debe advertir, también, que ello se hizo sabiendo que tiene, como ya se ha insinuado, una historia de poca consideración dentro de los estudios sociales y políticos, y que ha tendido a verse como un asunto secundario, de utilería o ambientación, en comparación con otras prácticas “mayores” (más importantes, porque son más visibles...). Por este camino, en el medio local, la lectura permanece invisible, supuesta y subordinada en los estudios pedagógicos**** o, en el peor de los casos, ignorada por completo. Sólo algunos estudios de historia de la pedagogía se han acercado a la reflexión política de la lectura pero, en general, puede decirse que ha habido poco interés en explorar la lectura desde los intereses de la ciencia y la filosofía política o, viceversa, en nutrir a la reflexión política con estudios socioculturales y bibliotecológicos sobre la lectura, en temas tan actuales y críticos como, por ejemplo, el de la relaciones entre formación de opinión pública, lectura, consumo de información y comunidades lectoras; o las relaciones de la lectura con la formación de ciudadanía y participación política, entre otros. Pero todavía más, en la sociedad latinoamericana, a la lectura se le ha representado, normalmente, como una práctica reducida a la lectura de textos escritos, lejana de lo oral y aun mucho más distante de lo audiovisual y lo multimedial*****

Por las vías de esta reducción y enclaustramiento de la lectura en el texto escrito, se llega al encerramiento, también, de la lectura en la escuela. En efecto, si la escuela ha sido la dueña de lo escrito, la lectura, consecuentemente, ha de ser también una posesión de la escuela. De tal forma, leer aparece como un algo común y sobre lo cual hay muy poco que preguntarse más allá de lo que ya haya preguntado y respondido la pedagogía. De alguna manera, este centramiento escolar de la lectura (que, por lo común, se queda en la pose didáctica) es causa de que con demasiada frecuencia se le vea como un instrumento, y que casi nunca se pregunte en qué consiste como hecho sociocultural y cuál, entonces, es su importancia en la conformación y desintegración del vínculo político******.

En este trabajo enfatizamos la idea de que, con todo y su riqueza explicativa, la perspectiva sicolingüística de la lectura y la escritura debe ser complementada con un enfoque sociocultural. Para ello debe haber una renovación de los estudios sobre la lectura, de forma que pase a ser comprendida como una práctica de orden sociocultural y política, y no como una acción restringida al uso de habilidades y competencias sicolingüísticas. De hecho, en una visión sociocultural de la lectura se hace énfasis especial en los por qué, para qué y qué se lee como preguntas centrales de comprensión de la práctica lectora.

En este sentido, entenderemos la lectura como una práctica de orden sociocultural y política que habilita a las personas para interactuar con un texto (en cualquiera de sus modalidades o conformaciones: oral, escrito, audiovisual o multimedial) y producir significado, dentro de un contexto sociocultural, político e histórico preciso. De tal manera, leer se asume como el proceso cognitivo, semiológico, cultural, social e histórico de carácter complejo e interactivo entre el mensaje expuesto en el texto (que no sólo es el escrito) y el conocimiento, las expectativas y los propósitos del lector, dentro de contextos sociales, culturales, políticos e históricos determinados. En consecuencia, la lectura se perfila como una práctica que requiere del esfuerzo intencionado de las personas por construir sentido sobre el mundo y sobre ellas mismas como sujetos presentes en el mundo, en la perspectiva de su propia comprensión y emancipación de factores alienantes y auto alienantes. Esto es lo que podemos llamar práctica lectora, en tanto que se sostiene que la lectura se desenvuelve como práctica social con sentidos, intenciones y tendencias posibles dentro de contextos determinados históricamente. De esta manera, pueden verse en la práctica lectora la coexistencia de tres elementos básicos7 :

El sujeto lector, que puede ser considerado como sujeto individual o sujeto colectivo.

Las distintas textualidades, asumidas como productos socioculturales e históricos, que sufren grandes reconfiguraciones contemporáneas.

El contexto de lectura, visto como la conformación de mundo en la cual se desarrolla la práctica de la lectura o el ámbito social en el cual desarrollan los lectores las prácticas de lectura.

LA IDEA DE FORMACIÓN CIUDADANA: NUEVAS RELACIONES ENTRE EDUCACIÓN Y POLÍTICA

Una visión amplia y contemporánea, nutrida desde las nuevas reflexiones de la cultura, entiende la formación ciudadana como el conjunto de representaciones y prácticas político educativas, propuestas y desarrolladas dentro de una sociedad, con la intención de que las personas puedan reconocer y construir estrategias de acción por medio de las cuales se incluyan y participan, construyan y reconstruyan sus lugares y presencias en el plano de lo político.

En este enfoque, la formación ciudadana toma la dimensión de una práctica de pedagogía social dirigida al logro de la ciudadanía plena; de un trabajo de intervención sociocultural y educativo dirigido a impulsar un cambio en las representaciones y prácticas de la ciudadanía que una cierta sociedad tiene. Dicho de otra manera, se representa a la formación ciudadana como un campo comprometido con el impulso de la reflexión, la revalorización, la transformación y la construcción de los sentidos, idearios y prácticas de la ciudadanía, para así generar cambios en las personas, en sus contextos y en sus interacciones. Para ello, buscaría fortalecer a las personas como actores sociales, de forma que sean capaces de afrontar los retos vitales, sociales, culturales, políticos y económicos que se les presentan. La formación ciudadana, de tal forma, partiría del reconocimiento de las problemáticas de la vida individual y de la vida colectiva, dando a la ciudadanía el valor histórico que le corresponde, y enfatizando en su íntima relación con la cultura.

De cualquier manera, debe advertirse que la formación ciudadana, como propuesta de intervención sociocultural y educativa, ha dependido de las visiones que de la ciudadanía misma tienen los agentes encargados (tanto estatales como privados) de adelantar esos programas. Por ello, con frecuencia, en esos programas priman las perspectivas que ven la formación ciudadana como un problema de educación en valores y creencias que se asumen como los necesarios universales para poder vivir en un sistema democrático: participación, tolerancia, solidaridad, respeto. Se trata, pues, de la inculcación (enseñanza) e introyección (aprendizaje) de ciertas pautas de comportamiento, de específicas actitudes para poder relacionarse con el sistema político. Por este camino, la ciudadanía se hace reglamento y ejercicio vigilado de éste.

La idea de formación ciudadana se presenta como un amplio tejido de conceptos provenientes, principalmente, de dos grandes campos: uno, el de la formación, relacionado con la educación como hecho social, la pedagogía como reflexión de la educación (la pregunta por la educabilidad), el aprendizaje como arduo proceso de composición y recomposición cultural y social de las estructuras cognitivas y lingüísticas de las personas, la enseñanza como territorio de procesos de selección cultural y transferencia de conocimiento, y la didáctica como pregunta por la enseñabilidad. Otro, el de la política, la sociabilidad política, y, con mucho más interés para este trabajo, la cultura política.

Dicho de otra manera, la formación ciudadana se nutre del campo de las relaciones concretas y potenciales entre educación y política. Es decir, de las intersecciones conceptuales y prácticas entre la educación como territorio de reflexión de los ideales de formación de las personas, y la política como espacio de discusión y realizaciones del poder y el orden político en la sociedad. En los cruces dados entre estos dos territorios discursivos y fácticos, precisamente, es donde es posible hablar hoy de

• Ideales educativos políticos, es decir, de lo que se promueve en las personas, desde ciertas moralidades públicas, para que puedan estar y participar en el espacio político; como de

• Pedagogías ciudadanas, es decir, las reflexiones y las estrategias de intervención educativa en la sociedad que buscan educar en ciertos ideales educativos políticos. Esto significa la coexistencia de dos supuestos básicos: por un lado, que las personas construyen estrategias de acción política de acuerdo con ciertas moralidades públicas, y, por el otro, que es posible tanto enseñar como aprender esas estrategias de acción.

Así pues, una perspectiva de estudio de la formación ciudadana como la que se propone y que se nutre de la comprensión de la cultura como construcción colectiva de sentido,******* obliga a aceptar que la formación ciudadana tiene en su base los problemas relacionados con la pedagogía y con la didáctica:

Con la pedagogía, en tanto que la formación ciudadana está mediada por actos de comunicación y por negociaciones culturales entre los sujetos involucrados en ella (quienes forman y quienes son formados). Esos actos de comunicación vinculan el lenguaje (como construcción histórica, simbólica e ideológica) y la cognición (como producto cultural determinado por fuertes cargas ideológicas) en contextos históricos específicos. Por su parte, las negociaciones culturales exigen la selección de ciertos “contenidos” de la cultura en un proceso valorativo fuertemente determinado por la ideología y los móviles políticos. Los sujetos involucrados en el proceso de formación ciudadana (formadores y formados) entran, por lo tanto, en un territorio de disputas culturales. Los móviles de esta disputa, que no es siempre explícita y declarada, son, precisamente, las representaciones y las prácticas políticas en que unos y otros, diferencialmente, afincan su percepción del orden político, el poder y las decisiones políticas y las maneras de representar y representarse la vida en lo público.

Y con la didáctica, en tanto que los contenidos culturales y las estrategias de acción cultural política seleccionadas, deben ser trasladados del espacio social en el que transcurren, al espacio “controlado” en que se enseñan. Esto es lo que algunos teóricos, como Delia Lerner, llaman transposición didáctica********. Esta transposición didáctica, precisamente, es un proceso de “desnaturalización” de las estrategias culturales que fluyen en los cauces de la vida social para poderlas intervenir y reproducir en el espacio didáctico (formal o no formal). Ese ejercicio se expresa, particularmente, como un proceso de re-ordenación, re-visión y re-planteamiento de las relaciones sistémicas existentes socialmente entre los sujetos, los contendidos culturales y los propósitos de sus acciones para volverlas sujetos de formación, contenidos pertinentes y objetivos de enseñanza. A esto se agregan los métodos de enseñanza y, con especial interés para este trabajo, las valoraciones y usos, representaciones y prácticas, dados a los mediadores culturales que se emplearán en los procesos de enseñanza y de aprendizaje, es decir, principalmente, a la lectura y a la escritura.

Así pues, desde la clave comprensiva política que anima este trabajo, es necesario afirmar que hablar hoy de formación ciudadana remite a un conjunto muy intrincado de representaciones y prácticas asociadas con los aprendizajes sociales y las pedagogías ciudadanas, a la luz de ciertos discursos y lenguajes políticos. Estas representaciones y prácticas encuentran su confluencia educativa en dos grandes ámbitos de formación de las personas:

• La Escuela como institución social creada para integrar a las personas a la sociedad y a las formas de uso y configuración del poder y el orden político. En este espacio se da el desarrollo de la pedagogía como acto de reflexión de la educación asociado a la escuela formal; y de la didáctica como ámbito de reflexión y desarrollo del proceso docente educativo, dentro del ámbito escolar.

• Las propuestas no escolares que buscan, por su parte, la formación de las personas dentro del seno de la sociedad y, en muchos casos, en contravía a la escuela tradicional. Este es el territorio, precisamente, de la pedagogía social, de la animación sociocultural y la educación popular.

SIGNIFICADOS Y USOS DE LA LECTURA Y LA ESCRITURA EN LA ESCUELA DE ANIMACIÓN JUVENIL: HIPÓTESIS Y REFLEXIONES

Dentro del contexto de ideas anteriormente expuestos, se cree que en las propuestas de formación ciudadana que emergen en la dinámica social de los últimos diez años en Colombia, y en específico en la ciudad de Medellín y el valle de Aburrá, subyacen unas lógicas que construyen, deconstruyen y reconstruyen el lugar de la lectura y la escritura en el ámbito de la formación de la ciudadanía. En esas lógicas, para ser un poco más atrevidos, podría verse la existencia de un tejido discursivo común en el que se engarzan todas las tentativas políticas de modernización de la sociedad colombiana en el siglo XX. En efecto, parece ser que en cada propuesta de formación ciudadana hecha en este período se expresan unas iniciativas más o menos explícitas y comunes, dirigidas a la inclusión de la lectura y la escritura. Ese hipotético discurso sobre la lectura, se extendería desde las tempranas tentativas de «culturización» de los primeros años de la década de los noventa (dadas bajo las banderas de renovación de la relación de los ciudadanos con la ciudad, y bajo la forma de «ciudad educadora»), al momento de reflexión actual. En este contexto son muchas las razones que podrían argüirse para sustentar la necesidad de una revisión de los discursos sobre la lectura dentro de las propuestas de formación ciudadana. Pero en este trabajo se quiere presentar dos de carácter central:

La primera se refiere a que, en tanto que práctica de orden cultural, social, educativo y político, la lectura ha exigido o se ha acompañado de un cierto discurso que la justifica, la organiza y la informa como área o campo de desempeño de muchas disciplinas. Esto se hace especialmente evidente cuando se le ve atada a la animación sociocultural y sus responsabilidades educativas, sociales y culturales. De hecho, en su relación con la animación sociocultural, la lectura entra a participar de una tradición discursiva específica, vinculada con un conjunto disciplinario de conceptos, hipótesis, teorías y paradigmas que constituyen diversas concepciones del mundo.

La segunda razón se refiere a un orden mucho más acotado y práctico que el de la primera razón expuesta, es decir, con las necesidades discursivas del sector de los animadores socioculturales que trabajan en promoción y animación a la lectura, que se ven impelidos, cada vez con mayor fuerza, a tener que dar cuenta de sus prácticas. Y para ello deben hacerlo discursivamente.

En general, es posible decir que las hipótesis propuestas en el proyecto de investigación se vieron corroboradas: ya que en un contexto de ciudad en el que leer y escribir viene representándose como algo que está mucho más allá de un proceso mecánico de descodificación, y que está atravesado por móviles políticos diversos*********, la EAJ no logra establece un claro lugar para estas prácticas dentro de su propuesta pedagógica, al menos en lo que respecta a la formulación de su modelo pedagógico y a los lineamientos curriculares. Esta situación puede ser entendida, creemos, a partir de la interconexión de las siguientes situaciones básicas:

Primera: En la propuesta pedagógica de la EAJ no hay una resignificación y actualización de las propuestas que sobre el lenguaje (leer y escribir, en específico) deja la herencia de la educación popular en América Latina. En efecto, es posible decir que ningún otro lenguaje político como el crítico**********, resalta tanto el lenguaje (hablar, escuchar leer y escribir) como un territorio de disputas y arduas negociaciones culturales del poder y de la acción política, es decir, de la formación del ciudadano. En específico, por ejemplo, en las propuestas de alfabetización freiriana es muy claro el afán por la recuperación de la palabra y de la voz de las personas vinculadas a los procesos de educación para la emancipación.

Sin embargo, resulta interesante observar cómo en las prácticas pedagógicas de la EAJ, parece haber una alusión sutil a las ideas críticas de la lectura como un acto de profunda vinculación del mundo y el signo. La muy citada idea de Freire de que la lectura del mundo antecede a la lectura de la palabra8 , se hace presente en una doble espiral en la EAJ:

En primer lugar, en la insistencia de la práctica didáctica en la oralidad como el principal espacio de construcción textual desde el cual se puede dar cuenta del sí mismo en el mundo, y como la forma adecuada (o al menos la predilecta) para promover la recuperación de los saberes previos y las sensibilidades de los alumnos ante las temáticas de formación como animadores juveniles. Esta preferencia y elección explícita por lo oral, tiene, de hecho, grandes implicaciones y efectos en la sustentabilidad del modelo pedagógico de la EAJ, en tanto que la relación de lo oral con los otro modos de producción y consumo textual, aparece anacrónico.

Pero es que no resulta exagerado decir que la EAJ vive, dentro de su modelo pedagógico y sus prácticas didácticas, las tensiones que toda América Latina sufre entre la persistencia histórica de lo oral como principal medio de relación social (lo que algunos, desdeñosamente, llaman, el lastre oralista, y que supuestamente nos mantiene en sociedades premodernas), y un ímpetu alucinante de lo audiovisual y lo multimedial***********. La escritura, ciertamente, queda rezagada en esa tensión, apareciendo como un producto residual de la actividad de aprendizaje, ya no como una práctica recurrida socialmente en la construcción y negociación de los sentidos públicamente disponibles sobre el mundo y el hombre, sino como una actividad puntual, cuyo utilidad está en la elaboración de un producto escrito ya de control de lectura o la elaboración final de un texto.

Por esta ruta, parece consolidarse una contradicción entre las formulaciones teórico pedagógicas (cercanas a la idea de cultura como construcción de sentido y al lenguaje político crítico de la lectura) que orientan el modelo de formación ciudadana de la EAJ, y sus prácticas didácticas cercanas a la cultura política como cultura cívica, y al lenguaje político liberal de la lectura. En el modelo, sin duda, se expresa una orientación a la idea de la lectura y la escritura como prácticas que permiten construir (se) y dar cuenta de sí en los espacios de lo público. Esto es claro cuando se afirma que la EAJ debe comprometerse con la integración y potenciación de las cuatro habilidades comunicativas (hablar, escuchar, leer y escribir). Pero, en la práctica didáctica, no hay una aplicación directa y explícita de la lectura y la escritura. Incluso, hay una actitud general a creer que la lectura y la escritura son una responsabilidad privada de los estudiantes. De hecho, no existen estrategias claras y estructuradas de seguimiento de lo leído y de lo escrito, consolidándose en ello, lo que algunos estudiantes de la actual cohorte del diplomado, llaman un “uso tradicional de la lectura y la escritura”. Esto es, un espacio pedagógico orientado desde la oralidad como principal dispositivo de comunicación, una lectura normalmente no hecha, aunque sí asignada por el profesor, y un proceso de escritura residual y terminal, es decir, al final del proceso.

Precisamente, esa situación impide que la experiencia de formación de la EAJ, ayude a los jóvenes a confrontar (y por tanto, a desarrollar) un uso más complementado y situado histórica y culturalmente de la oralidad, en relación con el leer y el escribir, esto es, un uso que de cuenta de la relación de co-construcción de lo oral con lo escrito, lo audiovisual y lo multimedial, en tanto que diversos Modos de Producción y Consumo Textual que favorecen la consolidación de su memoria, de sus discursos, de sus subjetividades, de sus identidades colectivas y retos de época.

En segundo lugar, la concepción que de la lectura y la escritura se tiene dentro de la Escuela parece responder a una idea amplia del leer tal cual lo formula el lenguaje crítico, es decir, como un proceso de construcción del sentido de las cosas del mundo y de los fenómenos sociales. De hecho, es frecuente el uso didáctico de la expresión “leer” como una forma de referirse al proceso por medio del cual los alumnos y los profesores se dedican a observar, conocer y analizar un cierto fenómeno. Podría creerse, buenamente, que esta alusión está empapada y determinada por ese lenguaje político crítico de la lectura, y que hay, en las prácticas educativas de la EAJ, una estrecha relación pedagógica y didáctica entre la lectura del mundo y la lectura de la palabra (y que, además, esta relación es promovida explícitamente como práctica de emancipación). Pero no creemos que esto sea completamente cierto. En las propuestas de alfabetización crítica, las relaciones entre leer y el mundo son plenamente intencionadas, críticas y emancipatorias. De tal forma, se lee y escribe para comprender y transformar el mundo. Por tanto, quien lee la palabra (oral y escrita) está leyendo también el mundo, para problematizarlo. En este sentido, la palabra escrita es el mundo contado por otros desde ciertas visiones y desde ciertos poderes), pero también recontado por quien lo lee, porque se vuelve un co-constructor de ese discurso.

La idea de que la lectura es una acto de construcción de sentido en que se interactúa con el pensamiento de otro y un contexto, está plenamente vigente en la educación popular. En esto hay que advertir, por otra parte, que “leer el mundo” es un acto comúnmente representado como accesible para todos, pero que requiere una cierta “alfabetización” desde, principalmente, la lectura de la palabra, es decir, desde los acumulados históricos registrados; desde la valoración de la tradición oral vuelta memoria colectiva, desde el reconocimiento de la imagen vuelta signo que comunica y señala ideales y realidades.

En las resoluciones didácticas planteadas por la EAJ, en efecto, la alfabetización necesaria para poder dar cuenta de una adecuada lectura de la realidad, normalmente se da por medio de la lectura de textos orientada desde una intencionalidad discursiva científica, originada en una fuerte necesidad de racionalización de la experiencia, que casi siempre busca producir textos escritos. Por ello, el valor de leer y escribir dentro de la experiencia formativa de la EAJ, se expresa en tres cosas: la posibilidad de acceder al discurso acumulado históricamente en publicaciones reconocidas, la posibilidad de racionalizar la experiencia de quienes estudian y de quienes enseñan, y la posibilidad de generar cambios sociales.

Por este camino, leer la realidad no es más que construir sentido del mundo por las vías de la recepción, la asimilación y crítica de una cierto discurso ya construido por otros en otros momentos, quizás con otras necesidades. Esto, obviamente, vincula a la EAJ con la idea de cultura como construcción de sentido, y lleva a pensar que la lectura de la realidad lo que hace es permitir la co-construcción, asimilación y reactualización de ya existentes estrategias de acción social y política. Esto desemboca en un mar de preguntas para la EAJ, en el cual resalta, por su dinámica, la que llama a entender las profundas relaciones entre lectura como acto de significación y la cultura como elemento diferenciador de la presencia pública de los sujetos jóvenes.

De cualquier modo, el frecuente uso metafórico del leer como construcción del sentido del mundo en que viven y conviven animadores y jóvenes en la EAJ, no parece corresponderse con una comprensión clara de la lectura de la palabras (para seguir en la clave freiriana) como práctica sociocultural y política por medio de la cual los sujetos jóvenes se empoderan y pueden construir presencias ciudadanas. Las ideas freirianas al respecto de la alfabetización, tan propias de los lenguajes críticos de la lectura y la escritura y referentes necesarios de mucha de la historia de la educación popular en América Latina y Colombia, no están presentes en los discursos de directivos, maestros y alumnos.

Dos: No hay un desarrollo premeditado de la idea de lectura y escritura dentro de la propuesta de formación ciudadana de la EAJ. En efecto, la idea central de que es posible impulsar desde la EAJ la ciudadanía juvenil, es decir, hacer un reconocimiento y promoción de los jóvenes como sujetos de derecho capaces de participar en la construcción de lo político, entendido como espacio de tramitación de lo social y democratización de la vida colectiva, pasa por entender desde la clave de las tensiones culturales y políticas presentes en la interacción de diversos Modos de Producción y Consumo Textual -MPCTs-, el lugar que la lectura y la escritura ocupan en los actos de comunicación y procesos de negociación cultural que se dan entre los sujetos involucrados en las propuestas de formación ciudadana. Ya se había dicho que esos actos vinculan el lenguaje y la cognición en contextos históricos específicos, y desde posiciones político-ideológicas específicas.

Por otra parte, las negociaciones culturales en las que se sustenta el acto formativo ciudadano exigen, a su vez, una cierta y determinada elección de contenidos culturales para poderlas realizar. La pregunta que surge, ante esto, es si es posible una activa y democrática negociación cultural dirigida a la toma de conciencia, hacia el empoderamiento, hacia el autorreconocimiento y autovaloración de los jóvenes, sin la posibilidad de acceder autónomamente a través de competencias de lectura y escritura formadas y activas, a la información que pueda ayudar a autorreconocer y satisfacer las necesidades de información que los jóvenes tienen frente al mundo social, cultural y político. Dicho de otra manera, los esquemas de dependencia y heteronomía de la sociedad mayor, del mundo adulto ilustrado************, que con frecuencia traen los jóvenes a la EAJ puede verse fortalecido en virtud de un escenario pedagógica que no cuestiona explícitamente, y de manera fundada, los mecanismos por los cuáles se establece (y ahí la lectura y la escritura, lo que se lee y escribe). Esto es, que no critica los procesos de perpetuación de la exclusión cultural y la pérdida de la memoria colectiva por las vías de la negación del leer y la elitización del escribir. En esto podría decirse que la EAJ no ve agotarse las posibilidades de construcción de significación en la lectura del texto escrito, pero es que tampoco tiene construidas pedagogías ni didácticas precisas de apropiación y construcción de lo audiovisual y lo multimedial que se sean respuesta a las tensiones culturales, educativas y políticas de la coexistencia de diversos modos de producción y consumo textual.

Nos parece que en ello pervive la mitificación del joven como un sujeto fundamentalmente oral y audiovisual. Un mito que bien ha capitalizado la industria cultural masificadora. Esa representación del joven lo pone, de entrada, en tensión con el texto escrito y alienta los procesos de escolarización de la lectura y la escritura que ya anteriormente se señalaban.

Podría señalarse, además, que los fundamentos teóricos de carácter pedagógico político de las propuestas de formación de la EAJ, en tanto que vinculados con las corrientes activas, libertarias y contractualistas, afilian implícitamente una dimensión activa de la lectura y la escritura en los procesos educativos. En efecto, si se revisan las ideas pedagógicas de Freinet9 , por ejemplo, se verán profusas alusiones y usos de la lectura y la escritura como prácticas centrales de una escuela activa. Las ideas libertarias, por su parte, estuvieron plenamente vinculadas a la posibilidad de los sujetos de poder acceder por sí mismos al conocimiento a través de la lectura pública.

ALGUNAS IDEAS DE SALIDA

Las lecciones y preguntas que quedan de las búsquedas de este trabajo, confirman que ahondar en los estudios políticos de la lectura, puede representar muy interesantes réditos al desarrollo de temas inter y transdisciplinarios, visto como confluencias de la ciencia política con campos como la pedagogía social y la bibliotecología, por ejemplo. Sin duda, cada vez es más urgente la necesidad de comprender las maneras en que desde las prácticas culturales y sociales (las prácticas bibliotecarias, por ejemplo) se procesan asuntos políticos tan definitivos como la aceptación de la dominación, la integración política, la legitimación de los sistemas políticos, la presencia pública de los sujetos, la conformación e integración ideológica y funcional de los ámbitos privado y público, la formación de opinión pública, y la formación ciudadana que, se supone, ayuda a hacer viables la socialización y la integración política de los sujetos.

Queda, en fin, mucho por hacer pero también el compromiso palpitante por empezar a resolverlo mediante la formulación de un programa de investigación que, a largo plazo, se adentre en los campos esbozados en este trabajo. Sólo se sabe que tal empresa exigiría equipos multidisciplinarios de investigadores que asuman el leer y el escribir como un problema altamente enriquecedor de las ciencias humanas y sociales, así como de la ciencia política y la bibliotecología que tendrían bastante que hacer con la resolución de preguntas como las siguientes:

• ¿De qué manera las transformaciones de los modos de producción y consumo textual están afectando la sociabilidad política?

• ¿Cómo las prácticas de leer y de escribir han sido explicadas dentro de los diversos lenguajes políticos y sus propuestas de desarrollo y mantenimiento del orden político, los sistemas y regímenes políticos.?

• ¿De qué manera y con qué razones políticas cada paradigma de cultura política ha resuelto, históricamente, el lugar del leer y el escribir.?

• ¿Cómo la cultura política entendida como construcción colectiva de sentidos públicamente disponibles sobre el plano de lo político, asume la idea de la lectura y la escritura, como prácticas sociales de construcción de significación y transformación de la realidad?

• ¿De qué manera las propuestas de formación ciudadana presentes en el medio local pueden transformar las representaciones y usos del leer y el escribir, haciendo de ellas prácticas de emancipación y transformación?

En general, puede decirse que en el campo de la lectura y la formación política se están cruzando febrilmente nuevas y viejas ideas que se entretejen en un manto más o menos confuso de nociones, conceptos, hipótesis y teorías que se asemeja más a girones de ideas a medio enunciar, a medio revisar, que a verdaderos enunciados disciplinarios. Esta es, queramos o no, la situación actual del área y uno de los mayores retos para la bibliotecología como disciplina social.

Pie de paginas

* Artículo resultado de la investigación “Exploración de las relaciones entre lectura, formación ciudadana y cultura política. Una aplicación a las propuestas de formación ciudadana de la Escuela de Animación Juvenil (Medellín)”, que el autor desarrolló como parte de su tesis para optar al título de Magister en Ciencia Política en el Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia, 2003. Artículo recibido el 15 de octubre de 2004, evaluado el 4 de mayo y aceptado con las modificaciones sugeridas el 23 de mayo de 2005.

1. FREIRE, Paulo. La alfabetización y la pedagogía crítica. En: FREIRE, Paulo y MACEDO, Donaldo. Alfabetización : lectura de la palabra y lectura de la realidad. Barcelona : Paidós, 1989. p. 144

2. ZILBERMAN, Regina. Sociedade e democratizacao da leitura. En: HEITOR BARZOTTO, Valdir, comp. Estado de leitura. Campinas, SP : Mercado de Letras : Associacao de Leitura do Brasil, 1999. p. 31

3. Citado por: GIROUX, Henry. La alfabetización y la pedagogía de la habilitación política. En: FREIRE, Paulo y MACEDO, Donaldo. Alfabetización: lectura de la palabra y lectura de la realidad. Barcelona: Paidós, 1989. p. 25

4. La EAJ es una experiencia muy significativa de formación ciudadana sobre la cual otras intenciones investigativas han puesto sus ojos, de hecho la EAJ ya tiene bien ganado el reconocimiento nacional e internacional. De hecho, sus prácticas formativas se han documentado, sus propuestas se están sistematizado y sus logros y dificultades se han discutido y analizado de manera abierta. Ver, en particular: ARANGO CUARTAS, Marta Eugenia Una acción educativa: entre la apuesta política y la propuesta pedagógica. En: Jóvenes: Revista de Estudios sobre la Juventud. México. Vol. 6, no. 16 (Ene.-Jun. 2002); 91-101

5. Para ver un estudio pormenorizado de estas instituciones y su labor en el campo de la formación ciudadana, véase la investigación ya mencionada: HURTADO, Deisy y otros. Exploraciones sobre la formación de ciudadanía. Una propuesta de reconstrucción de aprendizajes sociales para la formulación de pedagogías ciudadanas en contextos conflictivos urbanos. Medellín: Universidad de Antioquia. Instituto de Estudios Políticos, 2003. (En edición).

6. Para un desarrollo en extenso de la idea de MPCT, véase el trabajo: ALVAREZ ZAPATA, Didier. Del modo de leer como modo de producción y consumo textual: ideas fundamentales de una categoría en construcción. Revista Educación y Pedagogía. Universidad de Antioquia. Medellín. (Ene. -Jun. 2002), p. 135-152.

*** Con el afán y el deber de no caer en posiciones arrogantes, debemos decir que, en el mejor de los casos, los trabajos consultados en la etapa de revisión bibliográfica, daban cuenta de la lectura y lo político, buscando río abajo, es decir, ya explorando el problema de la lectura como un factor constitutivo de la ciudadanía (ciudadano alfabetizado), sin abordar una discusión sistemática de los problemas de la formación ciudadana a la luz de la cultura política (partiendo de los aprendizajes sociales) y la formación ciudadana como pedagogía social; o avocando por la formulación de políticas públicas de lectura y escritura (un problema de administración pública) sin dar cuenta de las relacione que, con todo respeto, creemos son fundamentales para asir la nuez del asunto.

**** Parece que eso se corresponde y encuentra su origen en el hecho de que las prácticas de la lectura y la escritura han tendido a ser cooptadas por la Escuela que, con todo el poder normalizador a ella asignado dentro del proyecto de modernidad, se ha vuelto casi por completo su dueña. Este es un fenómeno ya estudiado con el nombre de “escolarización de la lectura y la escritura”. En este sentido, sería valioso tratar de revisar los discursos sobre la lectura en la perspectiva de apreciar en ellos no sólo el lugar e impacto de la institución escolar sino también el peso y dinámica de otras instituciones sociales y culturales como las bibliotecas, las librerías y las tertulias, por ejemplo, desde el lugar que se les asigna en el ideario político.

***** Con todo y sus aportes, la mayoría de los trabajos sobre la lectura tampoco se han preocupado por estudiarla como categoría teórica en reconfiguración dentro del convulso contexto mundial actual, determinado muy fuertemente por la aparición de nuevas textualidades audiovisuales y multimediales (impulsadas, a su vez, por los vertiginosos avances tecnológicos en la informática y la telemática). De hecho, el nuevo contexto sociocultural, con la misma fuerza con que exige el desarrollo de nuevas competencias y habilidades lectoras, inducen insospechados cambios en las maneras de operar que tiene las personas con las textualidades de primer orden (oralidad), de segundo orden (escrituralidad)y de tercer y cuarto orden (audiovisualidad y multimedialidad, respectivamente). Es decir, cambios en los juegos, si quiere, entre las textualidades centrales de la antigüedad - modernidad (oralidad - escrituralidad) y las de la llamada posmodernidad (audiovisualidad - multimedialidad).

****** Las visiones y los discursos que se proponen desde los tres grandes lenguajes políticos modernos (el liberal, el republicano y el crítico), constituyen el ámbito de reflexión de nuestro artículo.

7. Estas ideas desarrollan algunas propuestas teóricas hechas en el trabajo de investigación: ALVAREZ Z., Didier; BETANCUR B., Adriana y YEPES O., Luis Bernardo. Diagnóstico de la promoción de la lectura en las bibliotecas públicas de Medellín y el Valle de Aburrá. Medellín : Universidad de Antioquia. Escuela Interamericana de Bibliotecología, 1994.

******* No puede olvidarse que todo proceso de formación (incluido, por tanto, el de la formación ciudadana), conlleva una ardua tarea de selección de los “contenidos” culturales que deben “enseñarse” y “aprenderse”. Ningún acto de formación puede prescindir de ello.

******** La transposición didáctica como proceso de migración a la escuela de los contenidos culturales de las prácticas sociales, no puede confundirse con el proceso, ya común en el argot pedagógico como didactización. Este se refiere al acto por medio del cual se ordena algo para poderlo enseñar. Es por ello que puede decirse que en la epistemología contemporánea se hace énfasis en la enseñabilidad de las ciencias y se pregunta por los procesos de didactización, por ejemplo.

********* CLEBA, por ejemplo, acoge desde mucho tiempo atrás, tales ideas emancipatorias de la alfabetización.

********** En este trabajo entendemos que bajo el calificativo de “lenguaje político crítico” se pueden arropar las comprensiones que de la sociedad y del hombre contemporáneos hacen, desde contextos diversos, la Animación Sociocultural, la Pedagogía Social y la Educación Popular, entendidas como iniciativas de intervención emancipatorias.

8. FREIRE, Paulo. A importancia do ato de ler: em tres artigos que se completam / Paulo Freire. 13 ed.. Sao Paulo: COAEZ Editora: Autores editores, 1986, p. 11.

*********** Resulta interesante recordar que un punto central en el debate actual de la lectura, es el referido a las tensiones que se presentan entre oralidad, escrituralidad y multimedialidad, que en el contexto de América Latina resultan ser neurálgicas al momento de entender las relaciones entre lectura, cultura y política. En efecto, nuestra continente es frecuentemente representado como un espacio cultural rico en oralidad y pobre en escrituralidad, en el que las nuevas tecnologías informáticas y massmediáticas resultan ser apropiadas de manera inédita o, que al menos, traen nuevos retos de orden cultural y político. De hecho, para algunos investigadores (entre los que hay que resaltar a Emilia Ferreiro y a Jesús Martín Barbero), los “saltos” culturales que debe dar América Latina tras el uso globalizador de las nuevas tecnologías, retan profundamente las estrategias de acción cultural cimentadas en una oralidad activa y exigen a las personas rehacer la idea de la palabra, de la lectura y de la escritura. De hecho, intensos usos comunicativos de la palabra en una oralidad de este tipo (tradicional y vinculante: de primer nivel), se ven hoy replicados por otros usos de la palabra en una oralidad de segundo nivel: la oralidad autoritaria de la escuela y la oralidad trunca, de la radio y la televisión, por ejemplo.

************ El concepto de mundo adulto ilustrado, lo utilizamos para representar aquella expresión de la sociedad mayor que, con un cierto discurso estructurado en la formación académica y científica, sirve para integrar al joven al mundo adulto por las vías de la “imposición” pedagógica de ciertas explicaciones del mundo, normalmente de corte “científico oficial” y que se difunden, principalmente, por la Escuela y los medios masivos de comunicación. En esto se actualiza y perpetua la idea moderna de la ciencia como dadora de sentido y de construcción de la imagen del mundo que debe ser inculcada a las nuevas generaciones. Por cierto, debe decirse que ese substrato ideológico científico, sigue radicado principalmente en la escrituralidad.Sobre este tema, véase el libro. SANMARTIN E, José. Los nuevos redentores : reflexiones sobre la ingeniería genética, la sociobiología y el mundo feliz que nos prometen. Barcelona : Anthropos Editorial, 1994. 234 p.

9. Las ideas de Freinet sobre la lectura y la escritura eran, en efecto, claras en cuanto a la necesidad de una presencia activa de ellas en la formación de los alumnos. Mirémoslo en algún pasaje biográfico, frecuentemente recordado de este pedagogo:“[...] la observación de sus clases le hace darse cuenta de que no hay continuidad entre el pensamiento del niño y el texto definitivo, puesto que los episodios interesantes, escritos, leídos y copiados en la pizarra no dejan rastro alguno. Es así como se le ocurre que la solución está en imprimir el pensamiento del niño. Se inicia entonces Freinet en todo lo relacionado con la imprenta, cuyo manejo de las letras le da grandes esperanzas para los niños.” Tomado de: Perfil biográfico y humano de Célestin Freinet. En:  http://didac.unizar.es/jlbernal/frein3.html - 13k [consultado el 8 de Julio de 2003]

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