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Revista Interamericana de Bibliotecología

Print version ISSN 0120-0976

Rev. Interam. Bibliot vol.41 no.1 Medellín Jan./Apr. 2018

https://doi.org/10.17533/udea.rib.v41n1a04 

Artículos de investigación

Memorias colectivas de las Bibliotecas populares y comunitarias de la zona Noroccidental de Medellín - Colombia: una huella para el futuro*

Memories of the Popular and Community Libraries of the Northwest Zone, Medellin‑Antioquia

Nathalia Quintero-Castro1 

Jaime Alberto Bornacelly-Castro2 

1 Profesora e investigadora de la Escuela Interamericana de Bibliotecología, Universidad de Antioquia, Colombia, integrante del grupo Información, Conocimiento y Sociedad. Licenciada en Historia y Filosofía. Especialista en Cultura Política: Pedagogía de los Derechos Humanos. Magíster en Hábitat. Estudiante de doctorado en Geografía. nathalia.quintero@udea.edu.co. orcid.org/0000-0002-9869-6717

2 Profesor e investigador de la Escuela Interamericana de Bibliotecología, Universidad de Antioquia, Colombia, integrante del grupo Información, Conocimiento y Sociedad. Politólogo de la Universidad Nacional de Colombia, bibliotecólogo y magíster en Estudios Socioespaciales de la Universidad de Antioquia. jaime.bornacelly@udea.edu.co. orcid.org/0000-0003-3885-897X


Resumen

En este texto se presentan los resultados del proyecto de investigación Barrio y Biblioteca. Memorias colectivas en la constitución barrial de la Zona dos del Noroccidente de Medellín, las características de su abordaje metodológico, las voces de los bibliotecarios, de algunos líderes y habitantes de los barrios, investigadores y finalmente algunas reflexiones. Se concluye, entre otros aspectos que: la configuración barrial de la zona Noroccidental de Medellín da cuenta de un proceso histórico-comunitario diseñado por sus habitantes con fuertes convicciones colectivas de resistencia; las bibliotecas populares y comunitarias en dichos barrios fueron lugares de refugio y protección de un número importante de niños y jóvenes en la ciudad, en un contexto de violencias, narcotráfico, adicciones y ‘no futuro’; las bibliotecas participaron del florecimiento y formación de líderes barriales y bibliotecarios que se empeñaron en su deseo de hacer de los libros, la lectura y las bibliotecas herramientas y medios para la interacción social, el encuentro con otros, el reconocimiento de la humanidad y la solidaridad, imprimiendo en sus habitantes el deseo de una ciudad distinta, el anhelo de vivir en sus barrios sin miedos, violencias y exclusiones.

Palabras clave: bibliotecas populares-comunitarias; zona Noroccidental; Medellín; memorias colectivas; barrios; cultura popular

Abstract

In this text it is presented the results of the research project Neighborhood and Library. Collective memories in the constitution of Zone Two northwestern of Medellín, [Barrio y Biblioteca. Memorias colectivas en la constitución barrial de la Zona dos del Noroccidente de Medellín], the characteristics of its methodological approach, the voices of librarians and some leaders and inhabitants of the neighborhoods, finally some reflections. It is concluded, among other aspects that, the neighborhoods configuration of the northwestern zone of Medellin describes of historical-community process designed by its inhabitants with strong collective convictions; popular and community libraries, in these neighborhoods were containers or protectors of significant numbers of children and young people in the city, in a context of violence, drug trafficking, addictions, and “no future”; the libraries participated in the formation of leaders and librarians who were committed in to use the books, reading, libraries and, in general, the registered memory, tools and means for social interaction, the recognition of humanity and solidarity, fixing on their inhabitant’s memory the wish of a different city, the desire to live in its neighborhoods without fear, violence and exclusion.

Keywords: Popular-community libraries; Northwestern zone; Medellín; collective memories; neighborhoods; popular culture

1. Introducción

El proyecto de investigación tuvo origen en las ideas, diálogos y reflexiones de quienes participaron en la “Mesa de Bibliotecas de la Zona Noroccidental de Medellín”, escenario que permitió el reconocimiento de las personas vinculadas al movimiento bibliotecario de la zona, de las conversaciones alrededor de las necesidades, de sueños y proyectos comunes; de allí surgió la idea de recuperar y sistematizar las memorias colectivas sobre las relaciones biblioteca y barrio del noroccidente de la ciudad. Esta iniciativa se cristalizó en una propuesta de investigación presentada a la Tercera Convocatoria de Ayudas 2015 de Iberbibliotecas, en una línea dirigida a ofrecer apoyo a propuestas que estuvieran orientadas a la investigación del impacto de las bibliotecas en las comunidades, en asocio con las universidades y centros de investigación, llevada a cabo en el año 2016.

El proyecto de investigación congregó a diversas entidades y actores: El Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín, específicamente el Parque Biblioteca Gabriel García Márquez ubicada en la comuna Doce de Octubre y el Parque Biblioteca Tomás Carrasquilla localizado en Robledo; la Corporación Cultural Sembrando Futuro -Biblioteca Comunitaria Barrio Santander-, representantes legales y jurídicos del proyecto, un investigador independiente y la Universidad de Antioquia con la participación de ocho estudiantes pertenecientes al Semillero de Investigación y dos profesores pertenecientes al Grupo de Investigación Información, Conocimiento y Sociedad de la Escuela Interamericana de Bibliotecología.

Los objetivos trazados fueron rescatar la memoria de las bibliotecas de la zona Noroccidental de Medellín, de origen comunitario-popular y público para contribuir a su permanencia, reconocimiento y legitimidad; identificar los nexos entre las bibliotecas y la constitución barrial de la zona mediante un trabajo colaborativo y de coproducción de metodologías y de conocimiento con los bibliotecarios -agentes centrales-; y crear mecanismos que permitan la reconstrucción, la apropiación y la difusión de las memorias barriales, los nexos con las narrativas de las bibliotecas como espacios sociales y de sus bibliotecarios quienes imprimen a cada propuesta bibliotecaria un sello personal, un color, una manera de ser y una estética.

Las preguntas construidas colaborativamente con los bibliotecarios que sirvieron de guía al proceso de investigación fueron las siguientes:

  • ¿Qué tipo de relaciones se dieron entre el barrio y los orígenes de las propuestas bibliotecarias?

  • ¿Cuáles fueron los procesos comunitarios, sociales, culturales, artísticos y educativos impulsados por las bibliotecas en los barrios de la zona?

  • ¿Cuáles son las valoraciones, percepciones y opiniones que tienen los habitantes del barrio de la biblioteca y su relación con la comunidad?

  • ¿De qué manera influye y ha influido la biblioteca en el territorio de la zona dos de Medellín?

2. Descripción de fuentes, métodos, materiales y equipos

Se consideran fuentes de información en esta investigación las personas quienes ofrecieron sus historias, recuerdos, narraciones, fotografías o artefactos de la memoria barrial o bibliotecaria; en este sentido, la investigación pretendió dar presencia, voz y reconocimiento a los bibliotecarios de la zona, principales agentes y promotores de la memoria en los barrios de la ciudad y desde las actividades propuestas en la biblioteca pública, popular-comunitaria; usuarios, visitantes y lectores o participantes de las actividades ofrecidas por la biblioteca. Del mismo modo, otras fuentes esenciales en el proceso de la recuperación de las memorias colectivas fueron los líderes, lideresas fundadores del barrio, habitantes que con su trabajo, solidaridad y compromiso vecinal contribuyeron a la constitución de los barrios de este territorio; también personas emblemáticas que desde los inicios ayudaron en la fundación de las bibliotecas y en la intervención social, cultural y educativa de estos lugares de encuentro vecinal; promotores y gestores de convites, colectas, encuentros con la cultura, expresiones artísticas, movilizaciones políticas y ciudadanas. También se contó con los aportes de algunos agentes del territorio que bajo la figura del voluntariado han contribuido a la consolidación y permanencia de las bibliotecas populares y comunitarias, ellos son líderes barriales que cuentan con un amplio conocimiento del movimiento bibliotecario y de las muchas acciones que a lo largo de los años han realizado en Medellín y, en especial, en el Noroccidente de la ciudad.

El método o camino construido para llevar a cabo los propósitos de la investigación estuvo orientado, por un lado, por una perspectiva relacionada con la apertura, la sensibilidad y el respeto por las maneras comunitarias o barriales del hacer; es decir, la valoración de las prácticas de los bibliotecarios en su discurrir diario, en su forma para intervenir la realidad social y la sabiduría presente en su voz, en sus reflexiones, en sus recuerdos y, sobre todo, en la experiencia que se evidencia en la manera como llevan a cabo sus acciones, un estilo, una pasión que le impregnan a su quehacer diario y constante en las bibliotecas, sus comunidades y barrio.

Lo anterior tiene que ver con la coproducción de conocimiento (Gómez-Ramírez, 2014) o construcción de saber desde abajo, lo cual implica la articulación de diversos saberes y lógicas: por un lado, de la organización comunitaria y bibliotecaria popular -de quienes y para quienes habitan los territorios-, en este caso de la zona Noroccidental de Medellín; por otro lado, el saber y forma de la academia que, en este caso, estuvo representada por un grupo de estudiantes y profesores de la Escuela de Bibliotecología de la Universidad de Antioquia; la participación de un investigador independiente y conocedor de las dinámicas comunitarias de la zona. Y, finalmente, de la institucionalidad bibliotecaria pública representada por los gestores de bibliotecas y culturales pertenecientes a dos Parques Bibliotecas adscritos al Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín.

Las personas participantes -principalmente los bibliotecarios- fueron fuentes importantes de información; se constituyeron además como coautores, coproductores de conocimiento. En este sentido, el proyecto permitió ir construyendo un tejido para posibilitar “la relación horizontal y respetuosa entre investigadores académicos y comunitarios” (Gómez-Ramírez, 2014, p. 6). Aún más, permitió construir un terreno apto para el reencuentro entre vecinos, relatos, recuerdos, confluencias de emociones, sentimientos, olvidos y recuerdos de la historia del territorio, pues se trataba de recuperar, identificar y sistematizar las memorias colectivas de las relaciones entre el barrio y la biblioteca; sus mutuas influencias y sobre todo las narraciones de los orígenes de los barrios y el papel esencial de las bibliotecas del Noroccidente de Medellín, una de las zonas con mayor número de bibliotecas populares o comunitarias de la ciudad de Medellín.

De esta manera, el proyecto apostó por dar un reconocimiento al trabajo que han realizado los bibliotecarios de la zona, a su trayectoria, experiencia y conocimiento acumulado; también la valoración por las maneras de hacer, su estilo, talante, y el conocimiento que tienen de sus territorios y de los diversos contextos que se producen en ellos. En este sentido, la construcción metodológica contó con la participación de los bibliotecarios en estrecha cooperación con las otras personas y entidades participantes, en específico con la academia.

Se desarrollaron tres fases

1. Fase de construcción colectiva de metodología: en su fase inicial se propuso un encuentro entre los coproductores de conocimiento para acordar preguntas de indagación y establecer confianzas y reconocimientos mutuos; además la consolidación de equipos de apoyo y cooperación entre el bibliotecario, los estudiantes-investigadores y demás miembros del equipo.

2. Fase de recopilación de memorias, trabajo en campo: en esta etapa se desarrollaron recorridos territoriales, visitas a las bibliotecas populares-comunitarias, entrevistas, registros fotográficos, identificación de artefactos de la memoria en las bibliotecas y sobre todo las tertulias con los habitantes del barrio, así como los conversatorios y reuniones con personas con importante trayectoria y conocimiento de los barrios de la zona Noroccidental y de las bibliotecas populares y comunitarias. También se recopilaron algunas fuentes documentales como historias del barrio, libros sobre la zona, planes zonales y otras fuentes relacionadas con los barrios, comunas y zona dos.

3. Fase de escritura y diseño de soportes físicos de la memoria en cada biblioteca: fue el momento para adelantar ejercicios de escritura sobre las historias y relatos de los barrios; también las narraciones sobre las bibliotecas elaboradas por los mismos bibliotecarios y los estudiantes-investigadores; finalmente, la producción de manera colaborativa del estand de la memoria de cada biblioteca pública-comunitaria-popular.

Este despliegue metodológico tuvo la guía de un enfoque interpretativo que posibilitó la explicación de las experiencias, acciones y significados de las personas alrededor de las relaciones barrio y bibliotecas en la construcción social de su territorio, de sus lazos vecinales, de su apuesta política y ciudadana; así como el papel de la biblioteca como espacio público de encuentro y de desarrollo cultural, artístico, formativo y constructor de lazos identitarios y vecinales fuertes. Por ello, a lo largo del proyecto se enfatizó en la valoración, comprensión y significado de las vivencias de los bibliotecarios; en sus espacios, con sus comunidades, sus luchas, procesos, avances y dificultades; con lo cual se logró entre todos la sensibilización y el respeto por los proyectos de las comunidades, por los líderes y lideresas, por los voluntarios y apasionados de la acción popular; se logró comprender cuáles han sido sus razones, sus perspectivas y sus vivencias en los barrios mediante el impulso del arte, la lectura, la formación, el encuentro, la discusión y la cooperación. En este sentido, el enfoque permitió abrir nuevas preguntas y futuras investigaciones alrededor de las razones, sentidos y significados de las apuestas bibliotecarias populares y comunitarias en los nuevos contextos producidos en la sociedad contemporánea.

3. Exposición de resultados

3.1. Construcción colaborativa de la ruta metodológica

En el taller colaborativo llevado a cabo con los bibliotecarios, equipo coordinador del proyecto, los estudiantes del Semillero de Investigación y los profesores, se realizó una exposición llamada Museo de la memoria de los bibliotecarios, en ella, cada bibliotecario expuso los objetos, materialidades, ideas y significados de la biblioteca, el barrio y sus comunidades. Además, se realizaron unas preguntas que servirán de guía para el desarrollo metodológico. A continuación se exponen los resultados de estos interrogantes:

Tabla 1 Construcción colaborativa. Signicados de los bibliotecarios. 

Fuente: elaboración propia.

El taller adelantado por todo el equipo constituyó un importante encuentro entre bibliotecarios, gestores de bibliotecas públicas, equipo coordinador del proyecto, estudiantes de pregrado de la Universidad de Antioquia y profesores participantes del proyecto; su mutuo reconocimiento y creación de lazos de confianza, intercomunicación y compromiso colectivo con los propósitos del proyecto. Con base en las respuestas a las preguntas del taller, se diseñaron objetivos, fuentes y estrategias de información por cada biblioteca comunitaria-popular o pública para recopilar las memorias colectivas del barrio y la biblioteca.

3.2 Recopilación de memorias y trabajo de campo

realización de algunas entrevistas y tertulias entre vecinos, líderes, lectores y visitantes de las bibliotecas permitieron reconocer las relaciones que por años las bibliotecas populares y comunitarias han establecido con esta parte de la ciudad de Medellín; el papel de ellas en los orígenes barriales del noroccidente de Medellín. Así mismo, recopilar un conjunto de recuerdos colectivos de los habitantes mayores del barrio sobre las actividades y procesos comunitarios, sociales, culturales, artísticos y educativos impulsados por las bibliotecas en los barrios de la zona; finalmente, fue posible oír las propias voces de los actores, las valoraciones que tienen de la biblioteca popular y comunitaria y su importancia para la vida cultural-educativa y política de los territorios.

Muchas de las experiencias bibliotecarias populares y comunitarias de las ciudades de Medellín, Cali o Bogotá tuvieron el apoyo e impulso del pensamiento social de la iglesia, sobre todo las ideas de la teología de la liberación y de la Educación popular que se extendieron por toda Latinoamérica desde los años 50, 60 y 70 del siglo XX. Así, los barrios de la ciudad de Medellín fueron producto de unas prácticas que configuraron una fuerte cultura popular que avivó la búsqueda y la consolidación de la vivienda, las vías públicas, el acueducto, los servicios de cultura y educación, en las cual las iniciativas bibliotecarias populares y comunitarias son una de sus más queridas expresiones, tal como se relata en los siguientes fragmentos de tertulias, conversaciones o entrevistas realizadas a los bibliotecarios, líderes y habitantes fundadores del barrio y de las bibliotecas.

En el caso del barrio la Esperanza, hubo presencia de la comunidad religiosa Asuncionista belga que contribuyó con la organización comunitaria y a obtener las condiciones espaciales, económicas y sociales que les permitiera hacerse a un lugar para vivir dignamente, construir la ciudad y su barrio juntos, a ello también contribuyó la fundación de la biblioteca en 1968; los libros, la lectura, el encuentro y las diversas actividades culturales, educativas y políticas logran avanzar en medio de violencias y tensiones sociales.

Por su parte, los orígenes del barrio Jerónimo Luis Tejelo data de 1963 con las iniciativas de construcción de vivienda del Instituto de Crédito Territorial (ICT), cuyas familias beneficiadas trabajaron solidariamente para mejorar sus viviendas y consolidar el barrio con vías pavimentadas, creación de la Junta de Acción Comunal (JAC), la escuela, los servicios de salud y la biblioteca que fue creada en 1973 con el apoyo de un grupo de jóvenes quienes coordinaban y alentaban diversas actividades educativas y culturales en el barrio y en otros cercanos, “la biblioteca la hacíamos con todos nuestros libros” (Ancizar López, tertulia, 2016).

El barrio Florencia, fundado en 1962, también contó con el impulso del ICT para diseñar y darle estructura urbana al territorio, la vida y el dinamismo de sus habitantes quienes en cooperación lograron mejorar sus viviendas e intervenir en la constitución de su barrio unidos con algunos organismos estatales. En el año 1979 nace la biblioteca Tren de Papel gracias a la gestión de la Biblioteca Pública Piloto, que en acuerdo con la parroquia de San Agustín la fundan como filial. Los vagones del tren han hecho parte de los significados más entrañables de los habitantes de Florencia y otros barrios cercanos; son trenes llenos de libros, información, imágenes y momentos de encuentro y aprendizaje; la biblioteca es considerada por sus usuarios y habitantes como única y particular: “Lo bueno de la biblioteca es que es diferente a todas y cuando hace buen tiempo uno pone las sillitas y se acomoda por ahí. Y el ambiente es muy diferente a otras bibliotecas” (doña Libia, tertulia, 2016).

En la parte baja de la zona Noroccidental se construyó, en 1978 --con motivo de los Juegos Centroamericanos y del Caribe en Medellín-, la Unidad Residencial Tricentenario con bloques de apartamentos, espacios públicos y una amplia zona arborizada. Poco a poco, este conjunto de vecinos fue fortaleciendo sus vínculos a la par que proyectaban espacios comunes para la educación, la cultura y la recreación; en el año 1984 se fundó la biblioteca, llamada Mario Gaviria Suárez, en honor a un habitante y primer administrador de la urbanización; fue él quien contribuyó con la gestión de recursos y con la dotación de libros y estanterías para hacer realidad este espacio que es visto por sus habitantes como “punto de encuentro, el hito del barrio, el corazón del tricentenario” (Alba, tertulia, 2016).

El barrio Kennedy se originó entre el loteo, la toma de tierras y la intervención del ICT para dar asiento a familias reubicadas o desplazadas, bien por las inundaciones o por el efecto de intervenciones urbanísticas en la ciudad, como fue el caso, en los años 80, de las personas desplazadas por la construcción del Centro Administrativo La Alpujarra (Alcaldía de Medellín, 2015, p. 333). Entre recuerdos de calles y sectores, quebradas, esquinas y nombres, los habitantes del barrio Kennedy dan cuenta de una memoria territorial, hecha de fronteras, diferenciaciones, separaciones y, a la vez, de cercanías y vecinazgos. Luego de la fundación de la JAC del barrio Kennedy, se fundó la Biblioteca Comunitaria del mismo nombre, muy cerca del Parque Biblioteca Tomás Carrasquilla, La Quintana en la carrera 76 A y la calle 90. El impulso de la biblioteca fue dado por un grupo de señoras, entre ellas Susanita Díaz, que empezaron a dar clases a los niños del barrio quienes no podían acceder a la escuela Carolina, institución educativa de Kennedy. Hoy la biblioteca sigue en la sede de la JAC, depende de ella y es reconocida por sus habitantes y miembros de la Junta como parte de sus instituciones más queridas en el barrio.

Alejandro Rivera y José Echavarría fueron líderes cívicos de gran influencia en los inicios del barrio Belalcázar; en sus inicios con el nombre El Retoñal, luego Barrio Nuevo y finalmente, después de un consenso entre los pobladores, decidieron el nombre Sebastián de Belalcázar. En 1984-1985 se inició la biblioteca para que los niños y los jóvenes pudieran realizar sus tareas escolares. La JAC emprende la tarea de reactivar la biblioteca comunitaria que venía con una radical disminución en su público. Abigail Valencia, presidente por aquel entonces de la JAC, comenta la propuesta de “darle más dinámica a la biblioteca” y sobre todo atraer a la población infantil que tanta vida le ha dado a esta experiencia educativa y cultural. Es por ello que los bibliotecarios se apropian de repertorios artísticos para lograrlo… “y ahí es donde con instrumentos nosotros hacemos que los niños vuelvan a la biblioteca, a través de la música” (Abigail, tertulia, 2016).

En el barrio Boyacá, fundado en 1971 y cuyo nombre rememora un hecho histórico nacional, existe desde 1986 una casa-biblioteca gracias el empeño de doña Elsy, quien dispuso su “casa y su corazón para impulsar junto a otras mujeres y hombres el más importante proyecto educativo y cultural con que haya contado el barrio Boyacá” (Gómez, 2016). Hoy, María Lucía asume la misión de impulsar los rumbos de la Corporación que alberga a la biblioteca. Según doña Dolly este lugar ha pasado por varios momentos, primero la visita de muchos niños a su casa-biblioteca y la creación de diversos grupos culturales y de esparcimiento; pasando por su cierre y luego la reapertura el 3 de diciembre 2013, momento en el cual surgió la Corporación Biblioteca y Casa de la Cultura Raíces de la Raza, que hoy sigue congregando los habitantes del barrio.

En el barrio Castilla, por la carrera 65, en donde antes se vendía bocadillos, se inauguró en 1987 la Biblioteca Comfenalco, en un territorio con muy escasa presencia de entidades privadas con interés en la inversión social. La primera, la única biblioteca público-privada presente en el barrio era la de Comfenalco, en momentos en que la ciudad se encontraba asediada por la violencia y en Castilla se incrementaban las bandas delincuenciales, el sicariato. Alrededor funcionaban cuatro bibliotecas populares y una pública: La Esperanza (en La Esperanza); Tejelo (en Jerónimo Luis Tejelo), filial de la BPP Tren de Papel (en Florencia); Alejandro Rivera y José Echavarría (en Belalcázar); y Raíces de la Raza (en Boyacá). Ninguna cerró sus puertas antes los hechos de violencia, pero se encontraban aisladas en sus barrios; la propuesta de trabajo conjunto vendría después. En esta década, el barrio Castilla, y buena parte de la zona Noroccidental, vivía dos momentos paradójicos: por un lado la realidad mostraba hechos de violencia creciente y sin control y, por el otro, surgían y se fortalecían propuestas artísticas y culturales diversas, entre otras, grupos de punk, rock, teatro, danza, así como organizaciones sociales y bibliotecas populares (Gómez, 2016).

El barrio Santander data de los años 50, cuando los nuevos habitantes de estos terrenos entre el loteo y la edificación de viviendas constituyeron su espacio barrial atendiendo desde problemas de alcantarillado y transporte, pasando por la construcción del quiosco de paja, emblemático centro cívico del barrio ubicado en el Parque de las Palomas (1962-1963), hasta afrontar situaciones de crisis de salubridad, desalojos, convivencia barrial, alta densidad poblacional y escasez de recursos. Poco a poco, entre los primeros habitantes, los que llegaron de otros lugares de la ciudad y de Antioquia configuraron un lugar no solo como referente espacial, sino también como hecho social y colectivo. Santander posee entonces un sello distintivo --como casi todos los barrios de la zona Noroccidental-- relacionado con el impulso a la educación, la cultura y sus múltiples expresiones en tanto estrategia dinamizadora de la convivencia comunitaria y barrial; muestra de ello es la existencia de dos propuestas bibliotecarias populares o comunitarias: la primera, por el año 1989 se fundó la biblioteca comunitaria Sembrando Futuro, hoy Corporación, y, la segunda, la Casa de la Cultura Francisco de Paula Santander con su biblioteca en el 2008. La biblioteca comunitaria Sembrando Futuro fue creada gracias a la unión de jóvenes líderes del barrio que acompañados por la comunidad de las religiosas del Calvario iniciaron un trabajo pastoral con niños, jóvenes y adultos; la hermana Socorro Cuesta, directora de la escuela Zoraida Trujillo, impulsó el grupo juvenil que se dedica a actividades lúdico-pedagógicas, las que dieron origen a la Corporación Cultural Sembrando Futuro y a la Biblioteca Comunitaria. Muy cerca de la Corporación y Biblioteca Sembrando Futuro se encuentra la Casa de la Cultura Francisco de Paula Santander (KdeK), construida entre los años 1974-1979

con la ayuda de los pobladores y la autogestión de todos los habitantes que unidos colectivamente se embarcan en un objetivo cultural y educativo que se desarrollaría en la nueva instalación del Barrio Santander en 1982 fue terminada donde comenzó a funcionar una institución-calle 110 carrera 76 A- dedicada a la educación de los niños y niñas del barrio. (Restrepo-Correa, 2010, p.16)

Allí no sólo se realizan las actividades propias de la Casa de la Cultura, también posa un buen número de libros y unos seres luminosos que con sonrisas y empeño dedican sus horas al voluntariado social, cultural y humano. La biblioteca en KdeK es vista por la familia Romero como un programa más de la Casa de la Cultura. Y fue justamente este sentido con el cual se configuró el espacio de la biblioteca, según Francisco Romero surge de la necesidad de información y consulta. Así, la biblioteca se constituyó en el 2007, con la donación recibida del Colegio Kennedy y su director Elkin Osorio; también recibieron los libros de la Corporación Casa Mía y otras entidades y vecinos del barrio. “En últimas la biblioteca comenzó a funcionar; la gente se comenzó a enterar de que había una biblioteca aunque el fin nunca fue la biblioteca, simplemente era tener un material de consulta para la gente que trabaja acá” (Francisco Romero, entrevista, 2016b).

El barrio Aures, surgido en los años setenta, era un terreno de laderas, de paisaje quebrado, rocoso y con abundantes quebradas, lo que generó dificultades para la construcción de vías y acueductos. La JAC tuvo un importante rol en la construcción de bienes comunes como las redes y fuentes de agua, aunque después de instalada

cada familia debía ir resolviendo individualmente su problema de agua. En la actualidad hay una alta cobertura, aunque en sectores como El Paraíso, barrio de invasión situado más arriba de los límites de Aures, hay dificultades para el abastecimiento de agua (Hernández, 2015, p. 18).

En 1988, los habitantes del barrio Aures y sus aledaños vieron nacer la biblioteca Fernando Gómez Martínez como la segunda casa, un refugio del barrio, un lugar de encuentro, una casa campesina en sus orígenes. Hoy, la Biblioteca Pública Barrial Fernando Gómez Martínez despierta en sus asiduos habitantes sensaciones de alegría y bienestar; un usuario de más de setenta años de origen campesino que hace parte de los programas de formación de usuarios expresó: “cuando entré por primera vez, me generó miedo y susto al encontrarme gente desconocida, pero ya he perdido el miedo” También ha significado “aprender a leer” y más significativo aún, “aprender a leerle a otras personas”, es pues “un lugar especial, un refugio del barrio, un lugar de encuentro” (Fernando Gómez Martínez, tertulia, 2016).

El barrio Brisas del Norte surge en año 1971, cuando el ICT compró los terrenos e inició la construcción programada en cuatro etapas. Se inició además un rico movimiento comunitario que impulsó la atención a las necesidades en la construcción de vías, transporte, alumbrado público y alcantarillado, así como los requerimientos en cultura y educación. En 1993 se inauguró la Biblioteca Comunitaria Brisas del Norte; en medio de cierres, aperturas, insistencias y muchas actividades culturales, educativas y de integración barrial hoy pervive este espacio como una sede social.

El barrio Miramar cuenta con la Biblioteca Popular Frank Vásquez, vinculada a la Corporación Mundo Nuevo; sus historias atraviesan la vida y la muerte de sus líderes, la persistencia de la Corporación Mundo Nuevo, de los más importantes procesos barriales y de ciudad vividos desde finales de los años ochenta hasta lo corrido del siglo XXI. Esta organización social y comunitaria, que obtiene personería jurídica en 1991 y crea la biblioteca en 1994, surge como resistencia a un orden social con profundas contradicciones que se expresan con fenómenos como la violencia política y la violencia criminal. Era la época de consolidación del narcotráfico, la conformación de clanes, la asunción de la figura de Pablo Escobar y el ingreso de una subcultura mafiosa y criminal que impactó profundamente las prácticas barriales y comportamientos de los pobladores, en particular, transformó una generación de jóvenes que cooptados por dineros del narcotráfico, conformaron combos que hoy ejercen control territorial. Hoy la biblioteca y corporación persisten en las acciones relacionadas con la lectura y la escritura como derechos y herramienta de defensa de los derechos humanos; por la apuesta de la danza, las artes y la música como posibilidad de expresión y creación; y con la extensión de la biblioteca como centro documental, que además permita convertir a la biblioteca popular en un activador de la memoria del barrio Miramar.

El barrio Palenque en Robledo es un poblado emplazado en el noroccidente de Medellín en la vía al mar Caribe. Como otros barrios contiguos a Robledo Palenque, como Villa Flora, El Cucaracho, Aures, y Robledo, estas laderas eran fincas y terrenos que luego fueron vendidos mediante el loteo pirata, la venta a empresas urbanizadoras, instituciones educativas y empresarios. La Biblioteca Infantil y Comunitaria BINCO existe en el barrio desde el año 2004 como proyección social de la Fundación Universitaria Seminario Bíblico de Colombia en la comunidad de Palenque, Villa Flora y El Cucaracho, entre otros barrios cercanos, orientada a la población infantil de 3 a 12 años promoviendo el arte, la lectura, la escritura en inglés y español, así como el acompañamiento en sus consultas escolares; es un lugar de sociabilidad y encuentro infantil. Para las niñas y niños la biblioteca significa: “compartir con otros, hacer y estar con los amigos, fantasía, imaginación, pintura, juguetes, ser, pintar con los amigos y aprender, construir en la diferencia, para juntarnos, querernos, hacer amigos y aprender a partir de la creación y el juego” (Exposición de pinturas de los niños usuarios de BINCO. Abril de 2016).

El siglo XXI trae para la zona del noroccidente de Medellín proyectos municipales de infraestructura urbana, en gran formato y con pretensiones de cambiar el rostro y la piel de una ciudad golpeada por la violencia que requería transformaciones sociales; fueron tomados los elementos del urbanismo social como modelo de gestión urbana para la ciudad a partir del año 2004, por lo que Medellín vio la construcción en sus laderas o espacios considerados de alta vulnerabilidad, mega estructuras bibliotecarias, llamadas Parques Bibliotecas. Los Parques Bibliotecas hacen parte de los muchos “Proyectos Urbanos Estratégicos” definidos como prioritarios dentro de los Planes de Desarrollo Municipal de la ciudad. Es así que después de la intervención en la zona Nororiental, inició la construcción de la infraestructura en la zona dos --la Noroccidental-- con el Parque Biblioteca Tomás Carrasquilla en el año 2007 y el Parque Biblioteca Gabriel García Márquez en el barrio Doce de Octubre en el año 2011.

El Parque Biblioteca Tomás Carrasquilla --La Quintana-- se construyó en 2007 en una intersección entre las comunas 6 y 7, justo en una frontera social y en medio de desarrollos territoriales desiguales y diversos. En su costado noroccidental, barrios como El Diamante, Kennedy y Miramar fueron apropiados mediante la autoconstrucción desde los años sesenta y setentas en terrenos loteados, de manera pirata, por la familia Cock Alvear. En contraste, en el suroriente del Parque Biblioteca se encuentran los barrios Luis López de Mesa, Altamira y Alfonso López Pumarejo, que fueron construidos con una importante presencia estatal a través de agencias como el ICT, El Banco Central Hipotecario y los Fondos de Vivienda. Antes de que fuera la llamativa biblioteca que es ahora, los habitantes recuerdan que este lugar era una finca con frondosos árboles, agua que corría con fuerza y servía de fuente para la población, lugar de recreo y encuentro de amantes, caminos por donde transitaban habitantes del barrio Kennedy y López de Mesa, desde la década del sesenta y el setenta en que estos fueron fundados. También, fue depósito de desperdicios sólidos y cuerpos humanos asesinados por décadas de violencia. Es por ello que el Parque Biblioteca Tomás Carrasquilla será una memoria de tensiones e interacciones territoriales, y hoy significa para sus usuarios:

frontera, territorios, lugar de encuentro, integrar barrios, es un balcón, buena vista, ciberespacio, puerto digital, redes sociales, teatro, cine, fotografía, cercanos, lejanos, amas de casa, cuerpo, gimnasia, ludoteka, visitantes del exterior, huertas urbanas, apropiación, permanecer en este espacio, interacción, espejo de agua, buen clima, espacio generoso, como en casa, amplitud, grandeza, zona de conflicto, paz en mi corazón, lugar de paz… (Habitantes del barrio Kennedy, tertulia, 2016)

El barrio Doce de Octubre fue habitado en principio por familias que venían de distintas zonas de la ciudad, entre obreros, empleados y personal de la Policía que vieron su oportunidad para obtener vivienda propia. Para la década del setenta,

el Instituto de Crédito Territorial inició la urbanización del barrio Doce de Octubre, pensado bajo el modelo de desarrollo progresivo y siguiendo, por primera vez, las “normas mínimas de urbanización” de la ciudad. El Instituto se encargó del diseño, la planificación y la construcción de las viviendas, y lo convirtió en un programa modelo de vivienda popular. (Alcaldía de Medellín, 2015, p. 332)

La estrategia utilizada fue la autoconstrucción y el desarrollo por etapas, aun así, las familias recibieron sus viviendas en forma precaria. Rápidamente, el Doce de Octubre configuró su estructura barrial con la abundante infraestructura urbana en salud, educación, recreación, deporte; ya desde 1974 el barrio contaba con la parroquia Santa María del Carmen bajo la guía de la comunidad religiosa los Carmelitas.

Con el impulso eclesiástico de los padres Carmelitas se fundaron grupos juveniles e infantiles, lograron un importante movimiento y participación comunitaria y barrial, además de su incidencia en procesos de formación y educación de la población; en el año 1987 se fundó la Biblioteca Parroquial Tito Brandsma en honor al mártir carmelita de la Segunda Guerra Mundial (Montoya-Cossio, 2005). Hoy en la Sala Mi Barrio se conserva, organiza y difunde una selección del material bibliográfico de esta biblioteca parroquial; además, el Parque Biblioteca se destaca por su importante trabajo de conexión entre las artes, la cultura y educación, con la cual construye territorio mediante el fortalecimiento de las relaciones biblioteca y diversos contextos sociales; información y ciudadanías; expresiones culturales y barrio; biblioteca-espacio o sede de grupos y organizaciones. Este lugar de encuentro es usado, habitado, representado y querido por muchos de diversa forma, un habitante dice:

en este momento estoy estudiando en el SENA, entonces vengo… yo escogí la biblioteca para hacer mis trabajos, es decir, yo aquí me siento cómodo estudiando, porque yo sé que, uno en la casa puede estudiar pero no siente la comodidad para uno hacer los trabajos. (Leonel Castañeda, tertulia, 2016).

Los habitantes del Doce y sectores cercanos han logrado vincular la biblioteca como un espacio o, mejor, un lugar que habitan y quieren, donde pueden quedarse, entretenerse y hacer parte de un circuito de expresión artística, aprendizaje permanente, conexión social con otros, además de escribir, leer y conversar.

3.3 Escritura y diseño de soportes físicos de la memoria

Para reconstruir las memorias colectivas de las bibliotecas públicas, comunitarias-populares de la zona Noroccidental fue preciso recurrir no solo a la memoria incorporada y la expresión oral de los recuerdos, los significados, los olvidos y la manera de narrar los trayectos de los bibliotecarios; también este proceso recurrió a la memoria inscrita, esto es, el registro de la palabra de los bibliotecarios como de los estudiantes del Semillero de Investigación de la EIB, quienes siguieron el proceso de guía, acompañamiento y colaboración con el bibliotecario en la reconstrucción de las narraciones y los recuerdos.2 Aquí se exponen fragmentos de los textos producidos por los bibliotecarios y los estudiantes.3

( 1968. Biblioteca Fundación Familia La Esperanza. En La Esperanza se respira un apego muy grande por la vida. Cada quien viene con sus búsquedas, sus preguntas y experiencias y, poco a poco, reconoce que con el otro es posible jugar, aprender, dibujar, cantar, crear. Los niños, niñas, jóvenes y adultos que asisten a este espacio son grandes maestros, porque nos invitan a reflexionar constantemente, a gestar ideas y a hacerlos sonreír (Diana María Giraldo, Lorena Zapata Lopera, algunas voces de sus promotoras, 2016).

Como estrategia para conservar la memoria de la biblioteca -dice Lizeth Andrea Aristizábal, estudiante de bibliotecología-, su personal ha designado un pequeño aparador que custodia material audiovisual, fotografías y recortes de periódicos que evidencian la trayectoria de esta a través del tiempo, sus funciones sociales y culturales con la comunidad, y las diversas transformaciones que ha tenido en los últimos años. Es un hecho que la historia de la Esperanza se fortalece y crece día tras día, sus jóvenes, sus adultos y bibliotecarios vienen dejando un poco de su esencia en este lugar (2016).

( 1973. Biblioteca Popular Tejelo. Tener usuarios, amigos, personas en la biblioteca es lo mejor; poder atenderlos, leer un cuento a los niños y sus abuelos y encontrar sonrisas y respuestas… Compilar una información, prestar un libro. Conversar con una niña que me dice que está en otro colegio distinto porque tiene déficit de atención y… a esa niña le he prestado libros de arte y origami y me impresiona su avance y su atención. Me he vuelto más perceptiva, a confiar [confío] en el camino, en la vida, aquietar mi mente para escuchar. Aprendo de las mujeres, de los niños, de los hombres que me preguntan algo. Aprendo a ser yo misma. En este hermoso y a veces inquietante camino aprendo a juntarme, a construir acompañada (testimonio de su bibliotecaria Gladys Eugenia López López, 2016).

Los talleres de lectura y origami -anota Edward Yesid Patiño, estudiante de Bibliotecologìa-- de la Biblioteca Popular de Tejelo te permiten entrar en un mundo, con cada cuento entras a un lugar diferente. Cada palabra te adentra al libro y luego con el origami das vida a los cuentos, traes el cuento a tu mundo. El enfoque artístico que se le da a los talleres es muy divertido, te saca de la monotonía; con los talleres de pintura puedes colorear tu propia biblioteca; porque cuando haces parte de ella, le estás dando color. Participando en las tertulias. En esas tertulias que se hacen con los niños, adultos y jóvenes, todos compartiendo un espacio, demostrando que no hay distinción, a la hora de crear todos tenemos las mismas capacidades. Todos podemos esforzarnos y mostrar nuestra creatividad (2016).

( 1979. BPP Filial Tren de papel Carlos Castro Saavedra. He comprobado que la biblioteca está entrelazada con la comunidad, (...) la comunidad no abarca solamente el barrio Florencia, sino que son muchos barrios e inclusive usuarios que vienen de Bello, por eso nuestra biblioteca es un punto de encuentro para niños, jóvenes y adultos, donde buscan nuestros usuarios libertad, tranquilidad, esparcimiento, diversión, información, formación y lo más importante la adquisición del conocimiento y formación en valores (testimonio de Mario Andrés Ceballos, su bibliotecario, 2016).

Juan Diego Ramírez, estudiante de bibliotecología escribe: Eran finales de la década de los 70 y la cotidianidad del barrio se vio interrumpida de la nada por dos enormes vagones del viejo ferrocarril que, ante las miradas atónitas de la comunidad, se instalaban en un pequeño predio justo al lado de la parroquia. ¿Una estación del ferrocarril? ¿Una nueva atracción turística? ¿La ambientación para una película del viejo oeste? Nada de eso, ¡Una biblioteca! ¿Una biblioteca… y eso pa‟ qué? Ni el más incrédulo le hubiera atinado a predecir lo que representarían aquellos dos vagones como referentes educativos, culturales e históricos de la zona (2016).

( 1984. Biblioteca Mario Gaviria Suárez. Siento que a través de la lectura, la escritura, el juego, la danza y todas las actividades que compartimos en la biblioteca, por más sencilla que sea, nos acercan a la creación y formación de un ser humano menos agresivo y más tolerante, más respetuoso de los Derechos humanos y en síntesis, para preparar a un ciudadano incluyente que se valore y valore a los demás, previniendo de éste modo conductas que generen conflictividad en los territorios donde tiene influencia la biblioteca (Adriana Gutiérrez Rengifo, actual bibliotecaria, 2016).

Mientras más conocía de la biblioteca, más comprendía cuánto la quieren sus usuarios -expresa Lizeth Andrea Aristizábal estudiante de bibliotecología-, cada uno de los objetos allí presentes estaba ligado a una historia del barrio y escuchar esas anécdotas me permitió conocer un poco más del Tricentenario y de su gente, pero más que eso, me ayudó a percatarme de esos vínculos latentes entre el barrio y la biblioteca, son unos vínculos fuertes que se fortalecen día a día, pues en la biblioteca hay impregnado un poco del territorio, de sus historias, anécdotas y de su gente, la misma gente que durante la tertulia la definió como el alma de Tricentenario, no cualquier cosa puede considerarse el alma de un lugar, definitivamente hay vínculos allí (2016).

( 1985. Biblioteca Popular Kennedy. Mi papel en la Biblioteca popular Kennedy fue en un principio como usuaria, cuando era estudiante no salía de allí, era el ratón de la biblioteca pues solo me faltaba dormir en este espacio (Alexandra Galvis Zuluaga, su bibliotecaria, 2016).

La biblioteca -anota Jesús Francisco Cardona, estudiante de bibliotecología- no es una creación más, no es una edificación como las demás, es una acumulación de anécdotas, es un repositorio de recuerdos y Saberes Populares que se encuentran adormecidos o a la espera de reanimar esas vivencias cotidianas, de gente común y corriente, con errores, con dolores y más que nada con esperanzas (2016).

( 1985. Biblioteca Comunal Alejandro Rivera y José Echavarría -- Belalcázar--. La biblioteca es un espacio para compartir, conocer personas diferentes y hacer nuevas amistades. Es un lugar cargado de los más lindos paisajes, porque en cada cuento y cada historia que leemos, podemos transportarnos a lugares mágicos llenos de alegría y mucho color (Lorena Rivera, 2016).

Edwad Yesid Patiño, estudiante de bibliotecología, explica que: para sentir la magia que se crea en esta biblioteca, escuchar los instrumentos que tocan los jóvenes del barrio, ver a las personas que día a día invierten su tiempo para hacer las actividades en la biblioteca, cambiar vidas de tantos usuarios, para todo esto hay que visitar la biblioteca y conocer a estas personas, porque uno puede describir muy bien la sonrisa de un niño pero no es lo mismo leerlo que verlo, ver como una biblioteca cambia la vida de las personas que en un futuro cambiaran el mundo (2016).

( 1986. Biblioteca Raíces de la Raza. Doña Elsy prestó su casa y su corazón para impulsar junto a otras mujeres y hombres el más importante proyecto educativo y cultural con que haya contado el barrio Boyacá. Propósito que hoy sigue vigente, a pesar de los cierres temporales, los bajos recursos para su funcionamiento, o las dificultades para que alguien abra la puerta de esta casa-biblioteca con mayor tiempo y compromiso por el quehacer bibliotecario (Dolly Correa, bibliotecaria, 2016).

Duan Steven Ramírez, estudiante de Ciencia Polìtica, participante del Semillero EIB escribe: ...Hay carteles y avisos por toda la biblioteca que dicen lo siguiente: ―La poesía es el esplendor de la verdad‖ y ―La cultura es la buena educación del entendimiento‖. Sin duda todo esto está dispuesto para que los presentes mantengan los valores o principios morales y el sentido de pertenencia por las personas y espacio. En toda esta disposición del espacio y sus cosas, se puede notar que la biblioteca es un lugar habitado, que cuenta con su propia estética y refleja una identidad; un lugar cargado de significado para los visitantes (2016).

( 1987. Biblioteca Comfenalco Castilla. La Biblioteca Pública Comfenalco Castilla ubicada en la comuna 5 de la zona Noroccidental fue fundada el 29 de febrero de 1987, ha estado orientada hacia el libre acceso de los materiales de lectura como fuentes de información, dinamizando la cultura de la zona Noroccidental mediante actividades y medios de información, generando sentido de pertenecía en la comunidad ávida de espacios de encuentro. Así mismo, promueve el trabajo conjunto con las Instituciones Educativas en programas de alfabetización y promoción de la lectura. Hace parte además de una red compuesta por entidades, instituciones, organizaciones, líderes y gestores culturales, que posibilita el trabajo mutuo y la proyección a la comunidad, para ampliar la cobertura y beneficiar a un mayor número de habitantes (Andrés Felipe Tamayo Arias, Sebastián Serna García --equipo bibliotecario encargado --, 2016).

En Comfenalco Castilla se tienen sueños --expresa Jesús Francisco Cardona, estudiante de bibliotecología-- uno de ellos es que los niños desarrollen una cultura de la lectura como estilo de vida, otro es que la biblioteca pueda vincularse con el trabajo social de otras organizaciones que trabajan por la comunidad. Y todo esto parece lograrse paso a paso porque cuenta con gente pujante y llena de buena energía como Andrés Felipe Tamayo, bibliotecario que sabe de corazón que perder la sede no ha sido una catástrofe, sino la oportunidad de salir a prestar sus servicios desde afuera, de salir a conquistar a los usuarios allá, en el barrio (2016).

( 1989. Biblioteca comunitaria Sembrando Futuro. Yo, Luz Marina Palacio Montoya, llevo colaborando en la biblioteca de la Corporación Cultural Sembrando Futuro aproximadamente 14 años, tiempo durante el cual he apoyado en la labor como bibliotecario. Durante estos años mi experiencia ha sido muy positiva y enriquecedora a nivel personal, familiar y profesional (Luz Marina Palacio M., bibliotecaria, 2016).

Viviana Mazón, estudiante de bibliotecología escribe: La materialización de la biblioteca, conocimiento que florece desde la palabra representada en vívidas plantas dentro y fuera del recinto. La tomatera, los árboles, la flor blanca, el rocío… la pintura del ilustrísimo padre del ingenioso Hidalgo, invitando a entrar, allá, al fondo, donde ocurre la magia, allá aguarda recibiendo aire y agua…resistiendo entre el verdor de una planta despeinada y una larguirucha espinosa que quiso ser suculenta pero no lo fue (2016).

( 1990. Biblioteca pública Fernando Gómez Martínez. Por su trayectoria y por su posicionamiento en el área de influencia, sin duda alguna la Biblioteca Fernando Gómez Martínez es hoy y lo será por mucho tiempo un referente social y cultural de los habitantes de los barrios altos de la Comuna 7 Robledo (Luis Alonso Arias, bibliotecario, 2016).

Abelardo Holguín, estudiante de bibliotecología indica: Por la carrera 88, en Robledo, se encuentra la Biblioteca Público Barrial Fernando Gómez Martínez. Está ubicada al lado de una urbanización y su arquitectura difiere de ella. A diferencia de una casa común, esta casa biblioteca no tiene una sala, sino varias, en las cuales no solo comparten unas personas, sino toda una comunidad, no tienen camas, sino estantes y en ellos reposan libros del conocimiento universal (2016).

( 1993. Biblioteca Comunitaria Brisas del Norte. Fueron muchos los logros que se alcanzaron con mi labor. Entre ellos tenemos: • certificación a cerca de 250 alfabetizadores y 50 jóvenes universitarios, 30 talleristas y más de 40 talleres en diferentes modalidades. • Ganadora del estímulo en la primera convocatoria de fortalecimiento a bibliotecas populares y comunitarias en el 2014. • Pionera en la recopilación de la memoria oral del barrio. • Como bibliotecaria fue condecorada en el 2005, como adulta mayor sobresaliente de la Comuna Cinco. Se entregaron más de 2000 títulos bibliográficos, y en funcionamiento los programas Tula viajera, el Cuento rodante, y el Recreando. Próximamente empezaremos un curso de caricatura con el artista Didier Ortiz, residente en el barrio (Martha Castaño, bibliotecaria, 2016).

El lugar --relata Duan Steven Ramírez, estudiante de Ciencia Política-- está lleno de cuadros, vitrinas y adornos en su mayoría de fabricación hechiza, incluso, saltan a la vista los arrumes de papelería, pintura, pinceles y otros materiales con los que seguramente se realizan actividades y talleres en el espacio ya señalado; sin embargo y teniendo en cuenta todas las experiencias y por ende las anécdotas de las personas que giran alrededor de la biblioteca, debo decir que ese pequeño espacio de más o menos cinco metros de ancho por nueve metros de largo, se expande y se propaga de bienes intangibles por todo el barrio, que son construidos con los lazos y las redes comunitarias que enriquecen la cultura de la zona (2016).

( 1993. Biblioteca Popular Miramar, hoy Biblioteca Popular Frank Vásquez barrio Miramar. La Biblioteca cuenta con una sede nueva y acondicionada en el barrio Miramar y espera los visitantes del barrio y la ciudad, para contarles que no ha sido fácil reabrir la biblioteca, que el poder para que esta permanezca se encuentra en el corazón de la comunidad (Juan Pablo Gómez Arcila, bibliotecario, 2016).

Abelardo Holguín, estudiante de bibliotecología dice: Al mencionar la Biblioteca Popular del Barrio Miramar, tenemos que recordar un proceso que llevas más de dos décadas, proceso que ha tenido varios tropiezos y grandes avances. Pues como en el caso del barrio Miramar, su fundación también fue por iniciativa comunitaria y desde un principio enfocó sus esfuerzos en temáticas como los procesos artísticos culturales y de derechos humano (2016).

( 2005. Biblioteca Infantil Comunitaria --Binco--. Amor, al servicio de personas que confían en ti sin preguntar tu pasado, que abren su corazón y su historia de vida al leer o escuchar lecturas de libros como No te rías, Pepe, porque se identifican con la historia… Amor, a la comunidad que visita día a día la biblioteca, que no le da miedo entrar a un Seminario porque saben que hay algo para ellos en medio de tanta gente “grande” (refiriéndome a los adultos) (Yancy Johana Hernández Echeverry, bibliotecaria, 2016).

La Biblioteca Infantil Comunitaria --anota Kelis Ruiz, estudiante de bibliotecología-- es un espacio para el encuentro con la lectura, el juego, las risas y la amistad entre los niños. Presenta un ambiente agradable donde se refleja tranquilidad y está insertada en las instalaciones de la Fundación Universitaria Seminario Bíblico de Colombia. Afuera de la biblioteca hay mangas y árboles gigantes, y allí el silencio en sus alrededores ayuda a respirar la alegría de llegar a la biblioteca; para los niños es un refugio después del colegio, quienes sienten la invitación a dejar atrás el ruido de la ciudad que queda a una cuadra (2016).

( 2007. Parque Biblioteca Tomás Carrasquilla La Quintana. La biblioteca es un lugar de contrastes porque en ella descubrimos un poco de todo: niños que llegan con sus padres, niños con muchas soledades, jóvenes con algunas oportunidades, otros en busca de ellas, adultos que quieren escapar de realidades y adultos mayores con el deseo de reconquistar su existencia. En fin, esta diversidad es lo que hace que nuestro caminar por el Parque Biblioteca Tomás Carrasquilla-La Quintana, valga la pena y nos compromete a pensar en la manera de llegar a cada persona para mejorar su calidad de vida, pero sin pretender cambiar su esencia (Clara Victoria Mejía Correa, gestor coordinador; Juan Camilo Rave, gestor social y cultural; Mariza Velásquez, gestora Servicios Bibliotecarios, 2016).

( 2008. Biblioteca K de K - Casa de la Cultura Francisco de Paula Santander. En la biblioteca se anida la recopilación de memorias e historias. Pero más que un lugar físico, un trabajo o parte de lo cotidiano, la biblioteca es un motivo para llegar a la gente con amor y aprecio. Para construir futuros conocimientos y compartir experiencias mutuas con la comunidad y sus habitantes… Es reconfortante ver los rostros de las personas, de los niños, corriendo por las calles de su barrio; habitando su sector (Rosita Romero, bibliotecaria, Francisco Romero, 2016).

En esta biblioteca --explica Viviana Mazón, estudiante de bibliotecología-- hay alegrías, añoranzas, construcciones y pasados imborrables enmarcados sin mucha parafernalia, pero con todas las ganas.  Fotografías de antaño parecieran estar dispuestas y seleccionadas con la intención de evocar nostalgias y recuerdos bajo un manto de magia inexplicable. Hay también una opacidad en el ambiente que invita a escuchar, a oler, a tomar asiento en una de las viejas sillas de la mesa del centro… la poca luz ambarina que ilumina el espacio adormece los ojos, pero despierta otros sentidos (2016).

( 2013. Parque Biblioteca Gabriel García Márquez Doce de Octubre. Miro a través de la ventana y veo como la ciudad se trasforma, los grandes equipamientos arquitectónicamente resaltan y sobresalen, pero también se ven algunos otros que irrumpen completamente en la lógica de los barrios, huellas de procesos urbanísticos acelerados. Viene a mi mente el recuerdo de hace algunos años, los cuales el transitar por el territorio me llevó a encontrarme con los cimientos de lo que hoy es el Parque Biblioteca Gabriel García Márquez Doce de Octubre, visión que trajo a mi labios un solo comentario “Cómo sería trabajar acá”, pregunta que años después el destino, la vida o como se quiera llamar me llevó a responder (Gabriel Fernando Londoño, gestor coordinador; Lizet Macías Arce, gestor social y cultural; Juan Carlos Rodríguez Clavijo, gestor Servicios Bibliotecarios, 2016).

Finalmente, como parte del reconocimiento de las propuestas bibliotecarias populares y comunitarias de la zona dos, se dispuso como producto de la investigación realizada el diseño consensuado de los soportes o artefactos de la memoria para cada biblioteca con el ánimo de que hicieran parte de sus materialidades y, a la vez, contribuyeran al desarrollo de las actividades cotidianas de promoción, lectura, escritura y formación. Así las cosas, desde diseños de juego de canica a través de un mapa del barrio, pasando por estantes para los libros, casitas de lectura, soportes móviles para portar los materiales por el barrio; hasta artefactos para visualizar la historia del barrio a través de imágenes hicieron parte de esta producción en la que juntos, diseñador y bibliotecario, lograron proponer un símbolo, un recuerdo y un producto vivo de este proyecto en el cual participaron. Con dichos artefactos --estands de la memoria-- se llevaron a cabo varias exposiciones en las cuales los bibliotecarios pudieron hablar de sus bibliotecas y los procesos educativos, culturales, cívicos y de esparcimiento que las bibliotecas han protagonizado y, hoy, dichos artefactos los impulsan a continuar con diversas acciones de lectura, de encuentro, recuperación y conservación de las memorias colectivas de los barrios de la zona dos de Medellín, la Noroccidental.

4. Discusión y conclusiones

La configuración barrial de la zona Noroccidental de Medellín da cuenta de un proceso histórico-comunitario diseñado por sus habitantes con fuertes convicciones colectivas, ellos a pulso y con intensa organización social lograron tener un hábitat urbano con rasgos populares en lo cual la solidaridad, el convite, la asociación y la cooperación fueron pilares de una manera de actuar en la vida pública de aquellas épocas.

Se trata del trabajo colaborativo hecho instrumento esencial para la gestión de las transformaciones sociales, la lucha por la vivienda digna, por un lugar en la ciudad y por ser incluidos en sociedades con problemas graves de equidad, igualdad y ausencia de Estado; y, a la vez, una sociedad a la que habían llegado las teorías sociales de la Iglesia y la educación popular que imprimían el talante de lucha, utopía, crítica, la acción político-cultural dinámica y comprometida. Eran momentos en los cuales las poblaciones latinoamericanas bebían las influencias de la educación social, los movimientos de izquierda, el sindicalismo, el movimiento obrero, el marxismo, el comunismo y, de la mano de muchas comunidades religiosas bajo los preceptos de la teología de la liberación, dieron impulso a las bibliotecas populares y comunitarias, con ellos aprendieron a estar y trabajar juntos, a pensar en colectivo, a sentirse uno en todos.

Las bibliotecas populares y comunitarias han tenido un trascendental papel en la vida barrial de los territorios de la ciudad de Medellín; fueron contenedores o protectores de un número importante de niños y jóvenes en la ciudad, en un contexto de violencias, narcotráfico, adicciones y ‘no futuro’. Ellas, las bibliotecas y sus bibliotecarios, fueron artífices de encuentros, socialización y escenarios de estética y literatura; imprimiendo a sus habitantes el deseo de una ciudad distinta, el anhelo de vivir en sus barrios sin miedo, balas, muertes violentas y zozobra.

Las bibliotecas populares y comunitarias vieron y participaron del florecimiento de líderes barriales que se empeñaron, y aún lo hacen, en su deseo de hacer de los libros, la lectura y la cultura herramientas y medios para el encuentro con otros, el reconocimiento de la humanidad y la solidaridad.

También fueron espacios donde tuvieron asiento muchos niños y jóvenes que no podían o no alcanzaban a entrar al sistema educativo formal; fueron las bibliotecas comunitarias y populares quienes brindaron momentos de formación, instrucción, acompañamiento y desarrollo intelectual y personal de muchos de quienes hoy son adultos en los barrios. A la vez fueron centros cívicos y artísticos en donde tuvo lugar un sinnúmero de expresiones estéticas y prácticas culturales que daban identidad a los barrios de la zona Noroccidental de Medellín.

Los habitantes de los barrios consideran las bibliotecas como lugares con los cuales pueden contribuir a la recuperación, organización y difusión de las memorias colectivas barriales, a exaltar el saber popular para conectar a las nuevas generaciones con su pasado, y que hoy hacen y deben seguir haciendo parte de su presente; un presente que pareciera se disuelve en la rapidez, el consumo y la instantaneidad. Las bibliotecas populares y comunitarias conservan en sus espacios no solo libros, también guardan un importante registro fotográfico, fílmico y material de las memorias de los barrios y de las muchas acciones protagonizadas por las bibliotecas como lugares de importante influencia para su configuración.

Los procesos comunitarios impulsados por las bibliotecas tienen que ver con la lucha por generar espacios alternativos y sanos; enriquecedores y solidarios para los niños, jóvenes y adultos; por ello, las acciones emprendidas por las bibliotecas de la zona estuvieron concentradas en el impulso de expresiones artísticas y culturales en la población, el arte, la música, los clubes de lectura, la danza, el teatro, entre muchas otras; se unían en los centros de formación ciudadana y política, en diversas organizaciones de tipo cívico, en espacios espontáneos de discusión colectiva sobre los problemas sociales para la formación e instrucción en cooperativismo y el aprendizaje de oficios. Lo que significa que las bibliotecas populares y comunitarias fueron centros protagonistas de formación de ciudadanos en los barrios, sin miedo a luchar por sus derechos, a protestar y a trabajar juntos en pos de intereses colectivos.

El tipo de relaciones dadas entre los barrios y el origen de las bibliotecas populares y comunitarias están caracterizadas por la lectura de sus territorios y contextos específicos para actuar de manera autónoma e independiente de la institucionalidad, en sus barrios; a la vez, son capaces de demandar y lograr mayor inclusión social, respeto por los derechos y el deber de hacer de su espacio social un lugar para el desarrollo individual, familiar y colectivo.

Biblioteca y barrio constituyen escenarios de socialización, de vivencia del territorio, de encuentro estético con la ciudad; porque “un barrio es vitalidad, encuentro de lo público y lo privado, ejercicio de la palabra, vecindad y lugares para practicar la amistad” (...) Un barrio es un poco de paisaje de tienda y de ventanas abiertas, de vecina que todavía se viste con trajecitos de atrevimiento para llamar la atención, de muchachos que persiguen un balón de esquina a esquina. Es tener árboles con azulejos y carpinteros y uno que otro arrendajo. Y teja española y balcones que atardecen con golondrinas” (Spitaletta, 2016, p. 6).

Ahora bien, es fundamental que las bibliotecas populares y comunitarias reaviven los vínculos con los ideales populares que hoy no dejan de ser fuente inagotable de elementos comprensivos para la sociedad actual, pues

Volver el rostro hacia nosotros mismos es un buen comienzo. Saber de nuestra hechura fortalece la autoestima y el respeto a los demás. Porque nunca fueron benditos el servilismo ni la arrogancia. Y recordar lo que hemos sido es aporcar la dignidad. (Mires-Ortiz, 2015, p. 50)

Recordar los orígenes de estas bibliotecas y sus vínculos con la constitución de los barrios permitirá volver sobre los principios de autogestión local, el sentido de solidaridad y cooperativismo que ayudaron a emprender acciones en el pasado y que hoy son principios requeridos con mayor urgencia, dado el actual sistema social que impulsa el culto al dinero, al consumo y al individualismo.

Se trata entonces de enfrentar una sociedad de lo evanescente e impermanente mediante el rescate de la cotidianidad como forma de conocimiento del barrio y de la biblioteca, allí, en ese saber popular que se hace día a día están los principales símbolos, vivencias, imaginarios y emociones humanas que hacen de los barrios entornos que pueden revivificar las relaciones sociales en la actual sociedad, sin desaparecer. Volver a la cultura popular y comunitaria también puede ser una estrategia de resistencia a que las estructuras tradicionales de nuestros barrios no desaparezcan con la vertiginosa construcción de torres y edificios que quiebran la estructura urbana barrial, vecinal, solidaria o darle paso a los centros comerciales donde todas las personas somos convertidas en factor económico y consumible; individuos solitarios y encerrados en moles de concreto frías y artificiales.

Las bibliotecas populares y comunitarias al ser portadoras de historia y memoria deberán emprender nuevas acciones dirigidas a fortalecer los lazos entre vecinos, líderes y habitantes de los barrios con una apuesta que vincule sus orígenes de espacio de encuentro e integración barrial, unido a los propósitos de la reconstrucción, apropiación y difusión de las memorias barriales.

Por otro lado, debido al vínculo estrecho que las bibliotecas tienen con los procesos de lecturas, escrituras y oralidades de la ciudad, en el marco de la implementación del nuevo Plan Ciudadano 2016-2020, podrán y deberán avizorar caminos que integren el desarrollo comunitario y barrial con estas importantes prácticas socio-culturales; y al bibliotecario como demiurgo y orfebre de los encuentros con la palabras, las letras, la voz, la música y los ritmos barriales y ciudadanos de Medellín.

Finalmente, es preciso emprender acciones de futuro con entusiasmo y optimismo, pues “en estos tiempos en que el arrebato aumenta y el desamparo asuela, vale lo indecible sabernos acompañados, rechazar los abandonos y crecer, ser solidarios” (Mires-Ortiz, 2015, p. 29)

5 Referencias

1. Alcaldía de Medellín. (2015). El libro de los barrios. Medellín: Secretaría de Cultura Ciudadana, Universo Centro . [ Links ]

2. Corporación Sembrando Futuro. (2016). Barrio y Biblioteca. Memorias colectivas en la configuración del Noroccidente de Medellín (1.a ed.). Medellín: Universidad de Antioquia EIB, Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín, Iberbibliotecas. [ Links ]

4. Gómez-Ramírez, H. (2014). Los desafíos en la coproducción de conocimiento. En A. Colak, et al., Nuestras voces sobre seguridad humana en Medellín (pp. 1-32). Medellín: UdeA-INER. [ Links ]

5. Gómez, L. V. (2016). En Barrio y Biblioteca. Memorias colectivas en la configuración del Noroccidente de Medellín. Medellín: Corporación Sembrando Futuro. [ Links ]

6. Hernández, J. F. (2015). Un barrio entre la niebla. En Alcaldía de Medellín, El libro de los barrios (pp. 348-355). Medellín: Secretaría de Cultura Ciudadana, Universo Centro. [ Links ]

7. Montoya-Cossio, E. A. (2005). Parroquia Santa María del Carmen y Organización Social en la configuración del Barrio 12 de Octubre (1970-1990). (Trabajo de Grado para optar el título de historiador);. Medellín: Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, Departamento de Historia. Universidad de Antioquia. [ Links ]

8. Mires-Ortiz, A. (2015). Esa luz de más adentro. Prólogos de la Enciclopedia Campesina de Cajamarca. (1.a ed.) Perú: Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca [ Links ]

9. Restrepo-Correa, A. (2010). Santander. La mejor esquina de Medellín. Acciones colectivas de investigación social para la identidad y la memoria. Medellín: Departamento de Sociología, Universidad de Antioquia. [ Links ]

10. Spitaletta, R. (2016) ¿Barrios de edificios o edificios sin barrio? Un recorrido por viejos y nuevos paisajes urbanos, y una agonía. En: Barrio y Biblioteca. Memorias colectivas en la configuración del Noroccidente de Medellín Medellín: Rocco Editores [ Links ]

1El presente texto es resultado del proyecto de investigación “Barrio y Bibliotecas. Memorias colectivas en la constitución barrial del noroccidente de Medellín" financiado por el Programa Iberoamericano de Bibliotecas Públicas -Iberbibliotecas- en su convocatoria de 2015. En el proyecto participaron el Grupo Información, Conocimiento y Sociedad de la Escuela Interamericana de Bibliotecología de la Universidad de Antioquia, El Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín y la Corporación Sembrando Futuro. Algunos apartados de este artículo fueron publicados en las memorias del IX Encuentro de Bibliotecarios, Archivistas y Museólogos -EBAM- realizado en Ciudad de México en el año 2017. A diferencia de la ponencia, este artículo muestra en extenso los resultados de la investigación.

2En el libro, resultado de esta investigación, llamado Barrio y Biblioteca. Memorias colectivas en la configuración del Noroccidente de Medellín , se encuentra en extenso diversas memorias sobre el origen, desarrollo y contexto barrial.

3Los fragmentos que se relacionan a continuación hacen parte de transcripciones de audio y entrevistas realizadas en las diferentes bibliotecas, así: Biblioteca Barrio Santander, Corporación Sembrando Futuro. (2016). Tertulia, marzo 30 de 2016, grabación audio. Medellín. Biblioteca Familia La Esperanza. (2016). Conversatorio, mayo 14 de 2016, grabación video. Medellín. Biblioteca Popular y Comunitaria Kennedy. (2016). Tertulia, abril 28 de 2016. Medellín. Biblioteca Alejandro Rivera y José Echavarría. (2016). Tertulia, abril 2 de 2016, Medellín. Biblioteca Fernando Gómez. (2016). Tertulia, marzo 31 de 2016. Medellín. Biblioteca Tren de Papel. (2016). Tertulia, abril 16 de 2016. Medellín. Biblioteca Comunitaria Barrio Santander y Corporación Sembrando Futuro. (2016). Tertulia, marzo 30 de 2016. Medellín Biblioteca Comunitaria Tejelo. (2015). Tertulia. noviembre 5 de 2015. Medellín. Biblioteca Mario Gaviria Suárez. (2016). Tertulia, junio 4 de 2016. Medellín. Casa de la Cultura Francisco de Paula Santander. (2016a). Reporteritos, abril 2 de 2016. Medellín. Casa de la Cultura Francisco de Paula Santander. (2016b). Entrevista, junio 7 de 2016. Medellín. Parque Biblioteca Gabriel García Márquez. (2016). Tertulia con habitantes, líderes y usuarios, junio 16 de 2016. Medellín.

Recibido: 10 de Febrero de 2017; Aprobado: 21 de Marzo de 2017

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