1. Introducción
La investigación parte de la afirmación de que la Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca en el Perú es una entidad andina que ha contribuido a fortalecer las formas de vida y las relaciones sociales primigenias, logrando decantar y filtrar las funciones del discurso hegemónico (occidental, capitalista) para acondicionar y criar una institución de la propia comunidad. En este sentido, la pregunta que guía es: ¿de qué manera logra la Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca que los mecanismos de la cultura propia sean elementos esenciales para evitar que la cultura occidental hegemónica rompa los lazos de las primigenias relaciones entre geografías, naturaleza y cultura?
El objetivo general propone evidenciar la interrelación entre los fundamentos, los actores, los lugares y las acciones llevadas a cabo por la Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca como entidad andina que anima y expone la permanente imbricación entre naturaleza y sociedad, como propuesta tendiente a replicarse en el ámbito latinoamericano.
La Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca es una organización campesina que desde 1971 está presente en los campos cajamarquinos con los libros, la lectura y el rescate de la memoria oral, generando vínculos vitales y existenciales de las poblaciones rurales. Los principales protagonistas de esta propuesta socio-cultural son las familias bibliotecarias, que congregadas alrededor de los libros y la lectura hacen de la organización una gran familia que, como la chacra,1 también riegan, aporcan, siembran y recogen.
Son poco conocidos los estudios sobre organizaciones campesinas y, aún menos, los relacionados con libros, lectura, memorial oral en el mundo andino; no se cuenta con referencias de investigaciones que propongan interrelacionar el campo de la geografía con propuestas o iniciativas socio-culturales de este tipo; no obstante, sí existen importantes experiencias o iniciativas relacionadas con las bibliotecas, los libros, la lectura tanto en el Perú como en otros países; a continuación se reseñan algunas:
Red de Bibliotecas Rurales Quechuas en el Perú: está encargada de recoger la producción documental representativa del patrimonio cultural andino, organizada en formato audio para hablantes quechuas. Se trata de una producción con historias educativas y de salud, relatos grabados en quechua, musicalizados y que recrean costumbres y tradiciones de las comunidades, también presentan elementos del contexto: problemáticas y temas que preocupan a los pueblos campesinos peruanos. Los relatos son publicados en CD, acompañados de un folleto en español difundidos a través de los programas radiales en quechua. El programa piloto fue realizado en la comunidad de Ayaviri (Canosa, 2006, p. 14).
Red de Bibliotecas Rurales de Huancavelica, en Perú: proyecto iniciado en el año 1988. Se trata de una conexión de bibliotecas conformada por diez municipalidades distritales del departamento Huancavelica, que apoyan con implementación local, equipo, mobiliario y personal la incorporación de tecnologías de información y comunicación (TIC) en comunidades rurales (Tejada, 2008).
Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA), en Bolivia: es una organización no gubernamental que tiene como objetivo implementar propuestas de desarrollo rural apropiadas a las condiciones socio-económicas y ambientales del país. Elaboran gran cantidad de publicaciones alrededor de los temas económico-productivos, sociales, organizativos, políticos y culturales del desarrollo rural.2
Biblioteca del Apoyo para el Campesino-Indígena del Oriente Boliviano (APCOB): organización no gubernamental, coejecuta proyectos de manejo sostenible de recursos naturales con comunidades indígenas, maneja proyectos de comunicación y educación intercultural. Cuenta con un centro de documentación especializado en la problemática indígena y el medio ambiente.3
Red de Bibliotecas Comunitarias de Guatemala: iniciativa social para promover la lectura y el acceso al conocimiento en comunidades urbanas marginadas y rurales de Guatemala. En la actualidad cuenta con siete bibliotecas en áreas rurales en diferentes departamentos del país, con base en el trabajo voluntario, la autogestión comunitaria y las donaciones personales e institucionales.4
Associação Vaga Lume, de Brasil: organización sin ánimo de lucro que busca promover el acceso a los libros y la lectura en las comunidades rurales de la Amazonía brasileña y la valoración de la cultura local. El programa es una red de educadores, adolescentes, escuelas y organizaciones no gubernamentales en la ciudad de São Paulo y las comunidades de la Amazonía Legal mediada por Vaga Lume.5
Red de Bibliotecas Públicas del Estado Amazonas, de Venezuela: en 1984 ya se había constituido la Red de Bibliotecas Públicas del Estado Amazonas, tres años después, en 1987, esta red inicia la atención directa a las comunidades indígenas, teniendo como objetivos apoyar la educación formal y fomentar la lectura.6
Bibliotecas Rurales de Argentina: es una asociación civil fundada en 1963 con el objeto de garantizar el acceso igualitario a los contenidos culturales en todo el país. Tiene como función constituir bibliotecas a lo largo de todo el territorio nacional, privilegiando zonas rurales y marginales. Se basan en el trabajo voluntario y es auspiciada por diversas entidades.7
Alice Springs Public Library en Australia: es una biblioteca en el municipio de Alice Springs en Australia central, cuenta con el servicio de Colección indígena “Akaltye Antheme”. Ofrece la sesión de narración mensual bilingüe en inglés y en lengua arrernte, el préstamo de materiales aborígenes y actividades culturales con público indígena. La biblioteca tiene una base de datos llamada Ara Winki Pitjantjatjara, en esta agrupa una colección de historias del pueblo pitjantjatjara, habitante de la zona. Akaltye Antheme (dando conocimiento) es una colección de libros y revistas producida por y para los aborígenes de Australia central. Creada en 1993, brinda recursos informativos y bibliotecarios de los pueblos indígenas australianos (ATSILIRN), brinda apoyo e información para los aborígenes e isleños del Estrecho de Torres.8
La Biblioteca Pública de Espinal / Aurizberri en Navarra, España: ofrece un servicio gratuito de reparto de documentos a domicilio en la zona rural.9
Los anteriores proyectos son apuestas valiosas para lograr el acceso a los libros y a la lectura, la preservación del patrimonio cultural de los pueblos indígenas, la organización de los documentos, la difusión de la información para los contextos rurales, indígenas, las poblaciones y grupos excluidos.
No obstante, difieren en mucho de la experiencia de la Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca: no solo por las metodologías y formas de trabajo de la Red, sino también por la importante centralidad que tienen los agentes de dicho proceso: los comuneros bibliotecarios, es decir, las familias campesinas de Cajamarca.
Así mismo, por la claridad en los principios que los guían, pues la Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca es una institución autónoma e independiente de gobiernos, partidos, ONG o empresas, su concepción se basa en la profundización, guarda y defensa de la visión andina, rural, chacarera y voluntaria.
La Red abarca no solo el servicio de canje y distribución de libros y procesos de lectura en el campo cajamarquino, también abarca un conjunto de acciones y proyectos de rescate y publicación de la tradición oral cajamarquina a través del Programa de Enciclopedia Campesina (PEC), recogidos y conservados en el Archivo de la Tradición Oral Cajamarquina (ATOC); al mismo tiempo, abarca el adelanto de estudios sistemáticos sobre arte rupestre y la iconografía de Cajamarca, mediante el Grupo de Estudios de la Prehistoria Andina de la Red de Bibliotecas Rurales (GEPA) y el trabajo que realiza con las familias y los niños del campo “en situación de discapacidad”, a través del Programa Comunitario para el Acompañamiento de Personas con Capacidades Proyectables (PCCP).
La Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca se destaca porque las acciones y decisiones son ejercidas por la gente del campo cajamarquino, lo que hace que esta organización socio-cultural sea una experiencia peculiar y única en Latinoamérica, aún más, por su presencia constante e intensa que se acerca a los cincuenta años.
2. Fuentes, métodos, materiales
La pesquisa que se adelanta se guía por los presupuestos de la investigación cualitativa que nacieron de lo que en ciencias sociales se llamó giro en la mirada o retorno del sujeto (Uribe de Hincapié, 2004), que implicó la puesta en cuestión de la tendencia objetivista, estructural, universalista y aséptica de la investigación para poner de relieve la presencia de las personas, sujetos o agentes de las acciones y experiencias sociales, la valoración de sus percepciones, sensibilidades, memorias y recuerdos. De ahí que sea indispensable considerar las diferencias y particularidades de los contextos, las singularidades comunitarias o las culturas en su diversidad y peculiaridad; la valoración de las diversas formas de interpretar y producir la realidad y la consideración de que los hechos sociales y humanos se hacen “desde dentro de los sujetos mismos; desde sus maneras de vivir y de sentir las culturas y de adquirir conciencia de la historicidad de sus entornos específicos” (Uribe de Hincapié, 2004, p. 11). Se trata de los conocimientos situados que exigen, como expresa Haraway (1995), compromiso, interlocución, resonancia y ocupar un lugar. Lo dicho por la autora remite en este proceso investigativo a hacer una crítica a la asepsia investigativa, a las posturas relativistas o la elección de la neutralidad, es decir, los investigadores, al “ocupar un lugar”, optamos consecuentemente por principios y acciones éticas que guían el trabajo, nos ayudan a tomar decisiones y a ingresar en el universo sensitivo, profundo y familiar de quienes contribuyen con nuestro proceso investigativo y, sobre todo, con la transformación que vivimos como seres humanos al estar prestos a recibir sus enseñanzas.
De modo que, en este proceso investigativo, se optó por la perspectiva de “estudiar con y aprender de” expuesta por Tin Ingold (2012), para quien ello solo es posible en tanto exista voluntad del diálogo y escucha, ya que “el novato gradualmente aprende a ver cosas, a escuchar y a sentirlas también, de la forma en las que sus mentores las saben hacer”, (p. 221). Esos maestros y maestras, los mentores, son los agentes que ofrecen su saber, su experiencia y vida, en este caso, la familia de la Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca.
En el desarrollo de este proceso de aprendizaje, se han utilizado diversas estrategias para acceder al campo: recorridos territoriales, visitas a las familias bibliotecarias; registro fotográfico y audio, diario de campo o cuaderno de apuntes; entrevistas, talleres, exposiciones y cartografías, así como la elaboración de planos, dibujo de rutas, esquemas y la elaboración de fichas bibliográficas.
3. Resultados preliminares
La Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca es una organización sin ánimo de lucro conformada por los y las comuneras, personas campesinas o chacareras del territorio de Cajamarca, en la sierra10 norte del Perú y, ahora, la zona de Huamachuco, en la provincia de la Libertad, en el Perú. Se trata de un movimiento socio-cultural fruto de la sedimentación de una geografía inclinada a la crianza, la solidaridad, la complementariedad y la lectura del propio contexto, en el que todo hace parte orgánica de la familia, su ayllu.11
3.1 Una red humana-geográfica y natural
La Red de Bibliotecas Rurales es ante todo un tejido de personas en estrecha interacción, cooperación, familiaridad y complementariedad que conecta los más diversos lugares y paisajes del territorio del departamento de Cajamarca, entramado que une los lugares entre sí y entre quienes lo habitan y palpitan, es presencia humana-comunera-rural, presencia geográfica y natural en tanto la apuesta de esta organización es la pervivencia de la cosmovisión andina que da cuenta del entrecruce y el respeto por los mundos: el mundo de adentro (interior o submundo), el mundo de aquí (lo que se ve crecer o lo que vemos del mundo); el mundo de arriba (las nubes, las estrellas); el mundo de afuera o mundo de allá.12
Los campesinos cajamarquinos, a través de la lectura, la escritura, el rescate y difusión de su memoria ancestral, contribuyen a fortalecer las formas de vida primigenias sustentadas en el parentesco comunitario: humano, natural, de las huacas13 o deidades, del tiempo y el espacio. La red que han conformado no es una red que atrape, no lo es para la captura, sino que conecta y fusiona con el otro, con la Tierra14 y la memoria.
Para el mundo andino, la naturaleza es parte constitutiva del espacio, es el espacio por excelencia y, por ello, no separan naturaleza de cultura, como lo hace Occidente, teniendo esta última como la superación de la primera o el avance a un estado superior. La cosmovisión andina permite ver la intrínseca unión que existe entre la Tierra y el cielo; lo material y lo espiritual; el espacio y el tiempo; las plantas, los animales, las montañas y todos los seres que tienen lugar en la tierra y aún fuera de ella.
En este sentido, la Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca apresta a la convivencia de los seres humanos, la naturaleza y el tiempo desde la óptica de la cultura ancestral. Se trata de una visión del mundo que está repleta de ánimo. El ánimo es una sustancia o composición que le ofrece a los seres potencia, los nutre y les da vida, alegría y equilibrio. Por ello, está relacionado con lo espiritual, pues se trata de un alimento, muchas veces, no material sino anímico, sentimental. Se refiere a algo no racional sino emocional; cargado de afectos y sintonías universales alejadas del cálculo y la objetividad. También, entonces, lo espiritual hace parte de lo que en este trabajo se nombra como concepción almática15 para referir a que algo tiene alma: profundidad, sensibilidad, emoción y corazón. Se trata de una “concepción planetaria y una sabiduría carnalizada de los pueblos”.
Así entonces, ánima, espiritual, alma y almático reúnen el significado de la fuerza y la profundidad que tiene la concepción andina de la vida, relacionada con el sentir, la armonía y la sacralidad que tiene el cosmos, la Tierra y los seres que la habitan. El mundo andino en el cual viven las gentes de Cajamarca es un campo que está cargado de sacralidad, pues la naturaleza no es algo que se tiene o posee, no es algo que se sobreexplota y contamina. La naturaleza es Pacha, que significa Tierra y tiempo, la totalidad del mundo: ella es geografía cósmica y, por tanto, digna de ser honrada y venerada porque es el alma de nuestras entrañas.
Esta visión almática está relacionada con la geografía en tanto relación espiritual con la naturaleza, y no como un medio para explotarla y controlarla. Pues bien, las familias campesinas, comuneras de Cajamarca, miembros de la Red de Bibliotecas, están hondamente vinculados con la vida y la felicidad. Ellos hacen parte de una visión sagrada de la naturaleza, unidos a la fuerza enunciadora y criadora de la solidaridad y el encuentro; al ritmo acompasado y complementario de la tierrita: de su chacra y sus cultivos, que son alimento, son agua, son sustancia viva de la Tierra a la que quieren, cuidan y protegen. Para muchos, los cultivos no son vendibles, comerciables ni rentísticos; son fuente de vida, de apoyo mutuo, de acompañamiento e intercambio con sus amigos, vecinos y familiares. La marcha de esa producción armoniosa con la naturaleza no tiene los afanes de sobreexplotación y ganancia a ultranza de los índices capitalistas, pues se trata de un insondable vínculo con la vida comunitaria que brota de la misma naturaleza.
3.2 El quién de la Red: quién lee, quién escribe y quién habla
Los actores o sujetos de la Red de Bibliotecas Rurales son las gentes campesinas y sus familias. Las bibliotecas son sus mismas casas, pues los libros funcionan como habitantes del hogar; allí llegan los niños, niñas, jóvenes o adultos que llevan los libros a su chacra o a su casa para que reunidos en familia hagan la lectura del día, la población campesina ha vinculado el libro como una herramienta más de su labor en la chacra y, luego de que son leídos, los libros son intercambiados con otras comunidades. El rol de los niños y niñas en la dinámica de la Red y la lectura colectiva es interesante, pues son ellos quienes leen a sus padres, vecinos o amigos; sus voces en las lecturas grupales ayudan a acercar a varias generaciones, a crear un vínculo generoso, un ambiente cercano y presto a la escucha, a la conversación y al aprendizaje; muchos papás y mamás han aprendido a leer al ritmo de la voz de su hijo o hija, quien con su dedo índice recorre palabra por palabra.
Ellos cuentan que en algún momento se encontraron libros con algunas de sus partes quemadas; esto debido a que los niños y niñas eran quienes leían para sus padres y hermanitos y, como casi siempre era después de la cena, al final del día, el sueño los vencía, el libro se desprendía de sus manos y caía al fuego. Las huellas de la lectura, del encuentro y también del sueño quedaron selladas en los libros.
Ahora, los miembros de la población lectora de la Red también se convierten en hablantes y, por tanto, en escritores. Mediante las sesiones de rescate de la memoria oral de los comuneros, se recopila información fundamental sobre muchos de los temas que atraviesa la vida cotidiana campesina de Cajamarca. Todo este proceso hace parte de la estructura de la Red de Bibliotecas y de uno de los proyectos más emblemáticos, el Proyecto Enciclopedia Campesina (PEC), que empezó sus andares con el interés de que sus gentes elaboraran sus propios libros. En el blog de la Red, se cuenta que:
En 1981 los Bibliotecarios Rurales de Cajamarca escribimos los cuentos de nuestras comunidades, armamos libros con ellos y fueron publicados para retornar a sus sitios. “No basta con aprender a leer, hay que producir nuestros propios libros”. En 1986 fundamos el Proyecto Enciclopedia Campesina y los comuneros en minga16 dan lugar a la serie Nosotros los Cajamarquinos: 20 tomos en los que con sus propias palabras reseñan la vida de quiénes fueron y siguen siendo. Identidad y dignidad se suman al proceso de deshacer el oropel que siempre revistió al libro como instrumento de poder. “Ahora no sólo leemos, ahora también lo hacemos”. Y la vida continúa. (Andares, 2008, s.p.)
Las comunidades, familias bibliotecarias, son los principales artífices de su historia, de sus lecturas, de sus conversaciones y de sus escrituras. Aquí la palabra hablada, escrita, escuchada y sentida se vuelve crisol, fermento y alimento de un modo de vida sencillo y profundo que da cuenta de la fuerza y el tesón de los y las comuneras, quienes no se avergüenzan de ser chacareros y están prestos a contar su propia historia y a escribir los relatos que los habitan y han forjado su vida cotidiana, sus acciones y los futuros deseables.
Estas publicaciones son editadas, publicadas y puestas a disposición en el Centro de Canje, lugar donde reposan los libros propios y de otros autores que serán dispuestos en las bibliotecas de cada zona. Es decir, los libros que circulan en los campos de Cajamarca son, sobre todo, los libros de producción propia, también algunos diccionarios y enciclopedias, obras de literatura universal o latinoamericana, libros sobre agropecuaria, historia, salud, manualidades y oficios y libros de literatura de autores peruanos.
3.3 Libros: con qué
El libro, dice Mires-Ortíz (2008), ingresó a las culturas andinas con gran prepotencia y como fatal imposición, pues se instauró como una suerte de “fetiche del conocimiento ajeno y como un heraldo del dominio devastador de los invasores” (p. 5), por tanto, las comunidades rurales de Cajamarca han hecho un ejercicio de resignificación y, con ello, de transformación “del ADN” del libro, ya que lo tuvieron que criar como una herramienta que les fuera suya, propia, hecha a la medida y que hablara de ellos, como ellos y con ellos. En este sentido, los libros reingresan a los miembros de la Red de Bibliotecas en su más genuina conversación y diálogo, escucha y dignificación de su historia, su pensamiento comunitario.
El libro para los miembros de la Red de Bibliotecas de Cajamarca es visto como un instrumento de trabajo en sus chacras porque les es útil: útil para aprender y también para enseñar; útil para pensar y para sentir; útil para conocer a otros y para que esos otros sepan qué son y qué saben; útil para leer y también para escribir, conversar y encontrarse. El libro que allende fue elemento ajeno ha devenido en emancipación y memoria, acontecer activado por la cosmovisión de las gentes que lo entonan.
Aquí la connotación del libro no es meramente instrumental; los leen, los producen y los difunden, pero también es símbolo usado para el discernimiento y para que emerja la potencia transformadora de la historia, es tránsito a la conciencia de la capacidad de las personas para hablar, escuchar y ser escuchados. Los libros rotan y trasladan de mano en mano, de casa en casa, como el rotar de la tierra y se traslada dejando rutas y destellos de palabras y saberes que al igual que el tiempo va y permanece a la vez.
Así mismo, la naturaleza es también libro asombroso, inmenso y mágico, donde cada acción en contra de ella implica romper sus hojas, destruir su cuerpo, olvidar su historia.
[Los libros] pueden ser herramientas concretas de afirmación y de discernimiento, acompañantes firmes del camino y los propósitos colectivos. La lectura, entonces, equivale al proceso de recuperación y fortalecimiento de la identidad y la dignidad, restauradora del parentesco comunitario, propiciadora del respeto generacional, exhortadora de la criticidad y amacolladora de la actividad agrícola. (Mires-Ortíz, 2008, p. 4)
3.4 El cómo y los cuándos: lecturas, escrituras y conversas17 de la Red
Tal vez el cómo y los cuándos se lee, se escribe y se conversa en la Red de Bibliotecas Rurales tenga que ver esencialmente con el para qué y por qué. Pues bien, la Red exhorta al encuentro comunitario, al abrazo de muchos brazos18 a las presencias alegres y fraternas en las que el uno es el otro, pues nadie existe al margen del otro, lo cual no es una pose o actitud momentánea, se trata de un modo de vida que emerge de sus orígenes rurales, basados en la crianza, en la semilla, en la cosecha y en la vida. Nadie está al margen del otro, justamente, porque todo tiene ánima y es parte integral del cosmos.
Así las cosas, la Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca se organiza en todo cuanto tiene que ver con la forma en la cual conceptúan las relaciones de la naturaleza y la sociedad, de esa interrelación hermanada, de presencias y acciones conjuntas. Se trata de la reciprocidad abierta y sincera, cálida y considerada. De la solidaridad que les hace más fuertes porque son más, están juntos, son más sólidos. De la complementariedad que los convierte a cada uno, según su rol, en apoyo del otro, para y con el otro que es la comunidad plena en cooperación y sincronicidad. Estos principios constituyen el sustento que orienta la acción de la Red como una entidad que defiende los valores esenciales de las culturas primordiales andinas que son culturas de la humildad y la sencillez, de la honestidad y la sabiduría. Se trata de formas de vida diferentes a las occidentales que han pervivido pese a las experiencias desgarradoras de colonización intelectual o ideológica. La vigencia hoy día y la necesidad de aprender de los pueblos andinos nos conducen a preservar y profundizar en este modo de vida que tiene diferencias cualitativas al modo occidental19 de vivir y concebir la existencia con la naturaleza.
Y ¿cuándo y cómo leen los miembros de la Red? Para ser exactos, leen siempre, leen en solitario y acompañados, leen entre dos, entre muchos o en familia. Leen todo el tiempo, leen todo espacio, porque ellos consideran a la lectura como el cosechar, en lo cual se lee el contexto, lo material e inmaterial, lo celeste y lo terrenal. Ellos, los y las comuneras de la Red de Bibliotecas, leen la naturaleza: sus apus,20 la corriente de los ríos, las semillas y el crecimiento de los cultivos. Según dice Mires-Ortiz (en voz de Pascualito Sánchez, uno de los bibliotecarios veteranos de la Red, en el documental Libros y nubes):21
El libro más antiguo de todos es la tierra, donde están escritos los movimientos del tiempo y del viento, el canto de los árboles, los decires de las estrellas y del agua; donde están escritos los caminos de la lluvia y de las semillas, las voces de los pájaros y de los pueblos, las montañas indomables y las tierras cultivadas. Leer la tierra, caminarla, recorrerla y conocerla es la mejor manera de amarla y aprender a respetarla. (Mires-Ortiz en Giarolo, 2013)
Los miembros de la Red además de leer también escriben. Sí, escriben sus cuentos, relatos, refranes, secretos, vocabulario, señales y muchos más elementos que forman parte de la tradición cultural de los campesinos cajamarquinos. Se trata de un valioso proceso de rescate que la Red de Bibliotecas viene haciendo desde hace más de cuarenta años de las tradiciones y la sabiduría milenaria que estos pueblos andinos han construido colectivamente. El rescate incluye lo escrito, también se realizan rescates de la memoria oral que, a manera de homenaje, viaja a los lugares sentidos y profundos de la memoria andina, de las voces de sus mayores, de la palabra soberana y auténtica, afectuosa y plena.
Asumir el quehacer del rescate, reconocimiento y consolidación de nuestras tradiciones culturales nunca constituyó solamente una actividad coyuntural: aquí se juega nuestra capacidad de seguir siendo pueblo, porque se trata de recuperar los conocimientos que siempre nos permitieron vivir saludablemente con la tierra. (Mires-Ortiz, 2009, p. 2)
Por un lado, la Red realiza sesiones de rescate oral, organizadas por el coordinador de la zona, bibliotecarios y el asesor ejecutivo, quien es avivador de la sesión; se graban las participaciones para más adelante realizar el procesamiento y edición, revisión y publicación de los libros de su autoría, de acuerdo con las temáticas trabajadas, por ejemplo, el agua, los apus, los sombreros, las herramientas de trabajo en el campo, entre muchas otras. Por otro lado, también se recopilan, mediante los cuadernos de rescate, asuntos referidos a dioses y creencias; diablos-duendes-embrujos; cuentos sobre animales; historias sobre los orígenes de la humanidad, el mundo y las plantas; también chistes, anécdotas, refranes, entre otros. De estas sesiones de rescate emerge la producción de los libros de la misma Red, allí los comuneros aparecen como autores-escritores, a través de la palabra hablada o escrita en sus libros de rescate. Con ello se constituyen en productores, defensores y protectores de su patrimonio cultural.
Los libros para los comuneros miembros de la Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca constituyen semillas para dar vida y renovados aires a las palabras que contribuyan a resembrar las formas, los colores y los modos que tienen las gentes del campo para habitar la Tierra. Sabiduría plena, a la que hoy es urgente, preciso y esencial volver.
Y, si de recuperación de conocimientos se trata, también la Red de Bibliotecas recupera y profundiza, exalta y afirma el encuentro fecundo, la conversa, “la magia de los decires”, el lugar de la escucha y el silencio, el momento para el encuentro de múltiples voces, resuellos y cantos, sonrisas y abrazos. Por ello, la Red también es el lugar para la reunión, “la juntura generosa y fértil” para celebrar “su filiación con el mundo”. Esta filiación con el mundo está cargada de naturaleza y vida, de soberanía y acción y, también, de ritmo y música. Es común en el campo cajamarquino estar vinculados a las tonadas de los huaynos,22 los tristes23 y las cashuas,24 que el campesino interpreta, baila y escucha porque las siente y las lee también. La música popular de Cajamarca está asociada a las maneras de leer-se y escribir-se de los comuneros, quienes consideran que todo canta también.25
4. Discusión y conclusiones
Las enseñanzas que ofrece la Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca tienen que ver con la interrelación de una concepción andina, campesina y comunitaria, que ha hecho de su experiencia una práctica geográfica plena, pues está armonizada con sus paisajes: las montañas, las peñas, los ríos y, a la vez, con las prácticas de la cultura ancestral oral, que potencian la presencia y el desenlace de su vida en un tiempo-espacio.
En este sentido, lo andino no es una unidad homogenizadora, sino que reconoce la existencia de una multiplicidad de diversidades. Lo andino muestra un claro sentido de unidad en la pluralidad y la diferencia y nos permite además repensar nuestras sociedades desde esa perspectiva. Lo andino no se agota en “lo indio”. La misma configuración espacial y geográfica hizo posible también una diversidad en el ámbito social y étnico; es por ello que a partir de lo andino podemos entender también lo mestizo, lo criollo, lo cholo, lo negro y ver las complejidades simbólicas que se reflejan en las distintas relaciones interétnicas. Lo andino nos permite, en consecuencia, entender la diversidad y riqueza de nuestra configuración multiétnica, en cuyo reconocimiento podemos constatar la existencia de pueblos distintos, portadores de una cultura con rasgos diversos y cargados de identidades propias. (Guerrero, 1993, p. 7)
De esta cosmovisión andina emerge y persiste en la familia de la Red su vivencia de la comunidad, pues, de acuerdo con Grimaldo Rengifo (2003):
Para las familias andinas la comunidad no es algo externo, sino que cada ser es una comunidad en sí misma […] cada persona es en sí una comunidad de relaciones, estando el acento de una actividad realizada no tanto en cada uno de estos “cuerpos”, sino en la conversación que mantienen estos entre sí y con los demás seres que le rodean. (p. 22)
Las lecturas, escrituras, publicaciones y decires de la Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca son el fruto de 48 años de trabajo cultural y educativo que los campesinos-chacareros cajamarquinos vienen sembrando en medio del sistema económico dominante que no cesa de intentar romper los lazos que los pueblos andinos y los pueblos del mundo entero tienen con su tierra, su agua, sus cultivos, con su geografía. Urge entonces volver a mirar desde y -a pesar de nuestros ojos enceguecidos por el consumo, el capitalismo sin límites y el discurso del “desarrollo” al estilo europeo- a las culturas primordiales como la andina, que pervive en los campesinos cajamarquinos, en tanto fuentes de sabiduría que mediante sus vivencias, experiencias y simbología ancestral indican caminos que nos lleven a volver a ser comunidad; ser uno en el otro, en lo cual sentir la tierra, y sentir las dimensiones espirituales del universo hacen parte del diario vivir.
Los lugares de la Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca están hechos de proximidad, hermanamiento y cercanía, de conversaciones y remembranzas que se hacen en familia, en el ayllu andino que implica espacio existencial repleto de emociones y sentimientos. En este sentido, la proximidad tiene vinculación con la contigüidad física entre personas en una misma extensión, en un mismo conjunto de puntos continuos, viviendo con la intensidad de sus interrelaciones […] es así como la proximidad puede crear la solidaridad, los lazos culturales y de ese modo la identidad. (Santos, 2000, p. 271)
Son justamente estos principios de solidaridad, reciprocidad y complementariedad los que propician la fuerza de los lugares de la Red de Bibliotecas Rurales en Cajamarca; dado que a través de estos sentimientos y convicciones se ha hecho de su caminar una relación entre ellos y la naturaleza. La copresencia, la familiaridad y la vecindad (Santos, 2000, p. 272) hacen de esta geografía andina un conjunto de lugares singulares, con una identidad y carácter propio. Esos lugares emiten fuerza y tesón, producto del vínculo, la conversación, el compartir diario y la defensa de sus tradiciones y sueños.
La geografía de los lugares de la Red de Bibliotecas Rurales en Cajamarca está configurada además por espacios singulares como los de reunión, encuentro, festejo, muerte, conversación, trabajo en la chacra o en la casa; juego y diversión, canto y poesía, rituales, coplas e improvisación teatral, los de los ritmos y las voces, en fin, los lugares del silencio. Estos lugares hacen más plena la vida y, por tanto, le da un compás existencial y experiencial a su geografía andina.
Pero en la Red de Bibliotecas Rurales en Cajamarca también se lee y se escribe con la tierra, en lugares significados y valorizados, por lo que esos espacios impregnan las vidas personales, familiares y comunitarias. Se construyen espacios a partir de las lecturas del mundo y de los textos y se imaginan universos desde el impulso de los libros; se renuevan sus geografías con los caracteres personales y colectivos recompuestos.
Ellos y ellas tejen sus lugares mediante las lecturas y los libros, pues escribir sus propios libros y leerlos, acceder a otros libros que les hablan de mundos e historias diferentes también hace parte de sus recorridos e integran la red de lugares; constituyen la forma de preservar su memoria histórica y sus múltiples maneras para hacerla presente.
Las bibliotecas de la Red hacen parte de la geografía de sus lugares; no obstante, nada tienen que ver con aquellas clásicas y opulentas bibliotecas, repletas de computadoras, salas de lectura y video, salones para reuniones, jardines y estancias para pasar el tiempo libre o de ocio, muy propio de los contextos urbanos. Las bibliotecas de la Red en tanto se encuentran en las casas de las familias son espacios, en muchos casos pequeños, donde se ubican los libros: un estantito, una mesita, un huacal26 o una alforja podrían ser los artefactos para poner los libros. Es decir, los libros son unos habitantes más del humilde y sencillo hogar, hacen parte integral de las actividades agrícolas, por esto los libros están cerca de las semillas o, a veces, cerca de las camas o comedores. Además, los libros están prestos a ser circulados por otras viviendas, por las chacras y muchos lugares más donde se pueda sentar a leer un poco. En este sentido,
De muchos modos, las bibliotecas han contribuido con la faena de exorcizar la pasión y las libertades recreadoras, unas veces haciéndonos creer que la cultura se circunscribe a los libros y otras instándonos a emular a los que nos ignoraban. […] Se trata entonces, como cuando se cultiva los campos, de sembrar las ganas de encontrarse con el libro y con la libertad de leerlo; de abonar el deseo de develarlo y la urgencia de compartirlo; de cosechar el ímpetu de gozarlo y el deslumbre de comprenderlo. Y en el caso de las comunidades indígenas y campesinas, tantas veces ignoradas y vilipendiadas, la biblioteca puede también avituallar a las poblaciones de otra fuente de lectura. Porque la filiación ancestral de las comunidades con la naturaleza ha generado culturas extraordinariamente lectoras del entorno, de lo objetivo y lo subjetivo, de manera que no se trata de suprimir la lectura inherente, sino consolidarla con el concierto de otros decires. Pues al fin, no se trata de sembrar una lectura libresca ni petulante, sino omnímoda, abrazante y plena. Que no leemos para renunciar a nuestro mundo, sino para re-sembrarlo, para re-escribirlo. (Mires-Ortíz, 2010, p. 7)
La Red de Bibliotecas Rurales en Cajamarca, a la vez que ha configurado una geografía de los lugares, también ha hecho una geografía de las voces, aquellas que han recordado, exaltado y resignificado los valores del mundo andino; una geografía de los libros con los que han afinado la indocilidad, “porque se lee lo aparente y lo subyacente, al derecho y al revés, es decir, subvierte” (Mires-Ortiz, 2017). También una geografía de las lecturas, al fin, leer es un buen pretexto para juntarnos y renovarnos.
Las vivencias de las geografías rurales y los libros que la Red de Bibliotecas lleva a lo largo de sus 48 años de camino recorrido dan muestra de la constante refundación de los sentidos y los sentires del quehacer bibliotecario de los comuneros y comuneras en Cajamarca. Pues ellos no dejan de examinar el sentido de su tarea, por los impactos de sus acciones, por las razones que los fundaron y los hacen presentes aún hoy; ellos siguen preguntándose por el tipo de sociedad que se imaginan, por el mundo que quieren para sus hijos, por la reverencia y sacralidad que le debemos a la tierrita, a la agüita, a los apus, a los muertos, a los alimentos, al sustento de una vida que sea digna de ser vivida.
Al experimentar las vivencias y los sentires cotidianos de los campesinos y campesinas, comuneros-bibliotecarios de la Red, solo se puede decir que -a nosotros, los alienados por el mundo occidental- nos queda mucho por escuchar y aprender; nos queda, tal vez -recordando el ritmo de Gabriel García Márquez-, una única oportunidad sobre la tierra para recomponer un camino que fue cercenado hace más de quinientos años.