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Escritos

Print version ISSN 0120-1263

Escritos - Fac. Filos. Let. Univ. Pontif. Bolivar. vol.20 no.44 Bogotá Jan./June 2012

 

SOBRE UNA MISTERIOSA HISTORIA ABSURDA

ON A MYSTERIOUS ABSURD STORY

Luisa Fernanda González Restrepo*

* Estudiante de los programas de Filosofía y Estudios Literarios en la Universidad Pontificia Bolivariana (Medellín). Integrante del Semillero de Investigación en Estudios Literarios y Artefactos Culturales.
El presente trabajo fue presentado en el XII Foro de Estudiantes de Filosofía y Letras In memoriam Víctor Peñuela: Cultura, Pensamiento y Lenguaje, realizado los días 27, 28 y 29 de Septiembre de 2011 en la Universidad Pontificia Bolivariana.
Correo electrónico: luisa_g_rpo@hotmail.es.

Artículo recibido el 7 de noviembre de 2011 y aprobado para su publicación el 15 de diciembre de 2011.


Resumen

Alicia en el País de las Maravillas ha sido la historia preferida en los últimos tiempos para la investigación del sinsentido literario. Partiendo de ella los investigadores han obtenido infinitud de teorías, tanto literarias como matemáticas; casi todas ellas centradas en profundizar en la habilidad con la que su creador, Lewis Carroll, ha logrado erosionar la lógica. Este trabajo investigativo intentará una aproximación a la lógica que posiblemente utilizó Carroll en el proceso creativo de su aclamada obra literaria, pues a la obra escrita por él difícilmente se le agotarán todas sus posibles interpretaciones.

Palabras clave: Alicia en el País de las Maravillas, Lewis Carroll, Lógica, Sinsentido, Absurdo.


Abstract

Alice's Adventures in Wonderland has been over the last years the favorite text for researching in the concept of literary nonsense. Having as reference Lewis Carroll's masterpiece, researchers have developed endless theories, both literary and mathematical, most of which are focused in studying in depth the ability of the author to erode Logics. This paper, therefore, intends an approach to the logics used by Carroll in the creative process of his masterpiece, because we consider that his text will hardly use up all of its possible interpretations.

Key Words: Alice's Adventures in Wonderland, Lewis Carroll, Logics, Nonsense, Absurd.


Nota biográfica sobre Lewis Carroll

Hijo de un párroco anglicano, Lewis Carroll nace el 27 de enero de 1832 en Daresbury, población de Cheshire, un condado de Inglaterra. Era el hermano mayor de una numerosa familia compuesta por sus padres y sus nueve hermanos (dos hermanos y siete hermanas); curiosamente todos los hermanos eran zurdos y algo tartamudos.

Comenzó su educación en casa de la mano de sus padres, pero para su fortuna, su padre es trasladado a Yorkshire cuando contaba con once años. Luego de residir allí por un año, la mejorada situación familiar le permite costearse los estudios primarios en la escuela de Richmond. Cuando Carroll contaba con catorce años, ingresa a estudiar en el colegio público de Rugby. Con dieciocho años, ingresa a la Universidad de Oxford; allí se gradúa de bachiller.

A sus veinte años, Lewis Carroll aprueba los exámenes y obtiene un puesto de estudiante, convirtiéndose en miembro vitalicio de Oxford. En 1854 obtiene la Licenciatura y comienza su carrera por la ordenación de diácono.

En 1855 Lewis Carroll es nombrado ayudante del bibliotecario Christ Church; ese mismo año llega como nuevo Decano Henry George Liddell. Las tres hijas del Decano jugaban constantemente en la biblioteca en la que trabajaba el futuro creador de Alicia, así que pronto se hicieron amigos, aunque era obvia la preferencia de él por la pequeña Alice Liddell. Un año más tarde comienza a ejercer como profesor de matemáticas, y cambia su nombre de bautismo, Charles Lutwidge Dogdson, por el de Lewis Carroll. Pasado un año lo ordenan diácono, pero deja a un lado la carrera eclesiástica porque carecía de vocación; además porque la tartamudez que padecía le dificultaba la predicación.

Fue el 25 de abril de 1856 el día en que sale de paseo por primera vez con las hermanas Liddell, pero el día en el que comienza su gran obra de Alicia en el País de las Maravillas es el 4 de julio de 1862, pues aquél día pasearon por el Támesis y Carroll improvisa cuentos para las niñas como es la costumbre. La diferencia esta vez es que la pequeña Alice Liddell le pide que lo escriba para ella y se lo regale. Así es que un año después, en época navideña, Carroll le regala el cuento escrito a la pequeña con el título de Las Aventuras Subterráneas de Alicia. Tiempo después algunos amigos suyos lo animan a publicarlo; él acepta, pero decide cambiarle el título porque lo de subterráneas se le parecía un poco a mineralogía.

Y fue en 1857 cuando se publica el cuento de Alicia como lo conocemos todos, más concretamente el 4 de julio, pues es en la misma fecha en la que lo contó por primera vez.

Sinsentido y absurdo

El absurdo y el sinsentido literario son términos un poco más complejos de lo que, en una primera lectura, se puede percibir. El absurdo se encuentra repleto de paradojas que convierten el sinsentido en exceso de sentido. La paradoja es entendida como la define María Moliner: "Expresión en que hay una incompatibilidad aparente que está resuelta en un pensamiento más profundo del que la enuncia, como en: el que no tiene nada lo tiene todo" (ctd en Arango 2010 25); también como lo hace Gustavo Arango (2010) en su texto El más absurdo de todos los personajes: "Las paradojas son sólo figuras del pensamiento; postulan y representan un problema más complejo: el problema del absurdo" (26); asimismo la explicación del absurdo que expresa Albert Camus es una paradoja: "Lo absurdo es el pecado sin Dios" (ctd Arango 48)1.

Sinsentido y absurdo son sinónimos que confunden el significado de una obra literaria, pues ambas violentan la lógica del pensamiento, además que fuerzan al lector a aceptar algo carente de sentido, ya que cualquier esfuerzo por brindárselo es inútil.

La pequeña Alicia es quien experimenta el absurdo en el País de las Maravillas, ya que ella es la extranjera, a la que se le enseñarán todas las costumbres de los nativos de ese extraño territorio; y lo sentirá más duramente porque se encontrará sola, sin nadie que apoye sus anteriores percepciones de la realidad, sus percepciones lógicas del mundo. Gustavo Arango en el texto citado expresa:

    La condición más propicia para experimentar la sensación de absurdo, es quizá la soledad. El absurdo acecha en los parajes solitarios. Cuando lo colectivo se desintegra y pierde solidez, cuando los individuos parecen condenados a seguir por su cuenta, sin el consuelo de una familia, una creencia, una ideología, el absurdo despliega sus colores (30).

Lo mismo sostiene Guajardo-Fajardo (2000):

    La soledad, superadas todas las ingenuas pretensiones voluntaristas, tiene como consecuencia inmediata la inseguridad, el miedo. En efecto, en nuestro fuero interno de nada estamos tan seguros como de que el mundo es más poderoso que nosotros; pocas certezas tenemos como la de que la misma tierra que arañamos para arrancarle sus frutos un día se vengará tragándonos. Y ante esta soledad, no coyuntural sino ontológica, es imposible no experimentar un paralizador vértigo frente a la disolución de la realidad (74).

Del mismo modo, Alicia en el País de las Maravillas se puede catalogar como una obra literaria absurda, pues reúne los tres elementos que son considerados característicos de la literatura del sinsentido: su trama es arbitraria, el comportamiento de sus personajes es completamente errático, además de que sus diálogos y su narración son caóticos.

También es muy común pasar por alto la importancia que tiene la traducción para comprender con mayor fidelidad lo que el escrito pretende mostrarnos, siendo así Alicia un texto doblemente complicado, pues Lewis Carroll gustaba de inventar palabras -generalmente compuestas de dos palabras ordinarias con significados diferentes, unidas con el propósito de fusionar también sus significados y crear un nuevo espécimen-, suscitando así un gran problema al traductor del idioma extranjero, ya que no le quedará más remedio que inventarlas también al idioma que intenta traducir, fracasando muchas veces cuando pretende regirse al estilo de Carroll porque una sonoridad similar es imposible en algunos casos. Además de que debe traducir algo sinsentido, pero que debe sostener ese sentido y no otro. Carroll (2010), sin querer, expresa esto último a través de su personaje Humpty Dumpty en Alicia a través del espejo, cuando discutiendo con Alicia argumenta: "Cuando yo uso una palabra -insistió Humpty Dumpty con un tono de voz más bien desdeñoso-, quiere decir lo que yo quiera que diga..., ni más ni menos" (195).

Sentido lógico en Alicia

Desde el comienzo de la novela, se nota con qué facilidad Alicia penetra en el extraño mundo del País de las Maravillas. Ella no se extraña en lo más mínimo cuando aparece un conejo bien vestido, que se reconoce como alguien retrasado, conocedor del tiempo y de su importancia. Además con la habilidad evolutiva del habla y con capacidades de un ser creyente en entidades superiores e inmateriales: "No era nada muy extraordinario, y tampoco le pareció a Alicia demasiado extraño oír que el conejo se decía a sí mismo: ¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Voy a llegar tarde!" (Carroll 11). La intrépida Alicia, de apenas siete años, no se detiene a pensarlo dos veces y sale detrás del conejo parlante, sin saber que las consecuencias de esta acción temeraria son las que harán posible el relato.

Alicia en el País de las Maravillas es una novela que mezcla varios componentes de las novelas absurdas. Carroll, haciendo un uso aplicado de su inteligencia, utiliza como base de su sinsentido los siguientes elementos: la negación, la disyunción y el silogismo. Un famoso pasaje en Alicia que reúne estas condiciones es aquél en el que Alicia se topa con la Oruga, y comienzan una charla filosófica:

    -¿Quién eres tú? -dijo la Oruga.
    No era una forma demasiado alentadora de empezar una conversación. Alicia
    contestó un poco intimidada:
    -Yo... yo... Apenas sé, señora, lo que soy en este momento... Sí sé quién era
    al levantarme esta mañana, pero creo que he cambiado varias veces desde
    entonces.
    -¿Qué quieres decir con eso? -preguntó la Oruga con severidad-. ¡A ver si
    primero te entiendes a ti misma!
    -Temo que no puedo aclarar nada conmigo misma, señora -dijo Alicia-, porque
    yo no soy yo misma, ya lo ve.
    -Yo no veo nada -protestó la Oruga (Carroll 45).

La Oruga toma como literal lo último que ha dicho Alicia, así que puede negar perfectamente aquello, pues es verdadero lo que discute la Oruga: ella no puede ver que Alicia no es ella misma. Guajardo-Fajardo (2000) también analiza éste pasaje, remitiéndose a Alicia como una persona que necesita definir los límites dentro de sí misma para entender luego la realidad que la circunda, y extrae una pequeña conclusión: "Alicia tampoco puede explicarse a sí misma, pero porque el punto de partida es el desesperado 'yo no soy yo'. No hay aquí nada de serenidad o infinitud, sino el corruptor dominio de aquello que desmiente cualquier posibilidad de sentido, hasta el negar el punto de partida de todo pensamiento: el principio de identidad" (73). Lo mismo sucede anteriormente cuando Alicia se come el pastelito que la vuelve gigantesca: su cuerpo se torna tan enorme que ella no se reconoce y pierde su identidad, entrando a la angustia existencial que trata Albert Camus cuando expone aquel vacío en el que la vida comienza a perder su sentido, su por qué y no queda más que llorar la amarga existencia.

Algo similar sucede cuando Alicia se encuentra conversando con la Liebre de Marzo, el Lirón y el Sombrerero, en donde se ve afectada nuevamente por el sentido que los personajes dan a sus palabras, pues en un comienzo dicen cosas lógicas pero que no pueden suceder en ése justo instante; ella los corrige, pero termina nuevamente censurada porque lo que sostiene tampoco es lo que más lógica alberga:

    -Toma un poco más de té -ofreció, solícita, la Liebre de Marzo.
    -No he tomado nada hasta ahora -protestó Alicia en tono ofendido-, de modo
    que es imposible que tome más.
    -Querrá decir que es imposible que tome menos -puntualizó el Sombrerero-.
    Es mucho más fácil tomar más que nada (Carroll 71).

Los diálogos en Alicia son impresionantes, alocados y sobre todo dejan estupefacto al lector al lanzarle a sus sentidos una lógica innegable. El autor logra sorprender al lector en la identificación con su personaje Alicia, porque sin ella la historia probablemente no podría resultar verosímil ya que ningún otro personaje nos permite sostener un balance entre nuestra lógica y la lógica del País de las Maravillas. Alicia discute constantemente con los habitantes de este país, pues no comprende su cultura, que al parecer está basada en rituales absurdos. Además, cada habitante que conoce Alicia posee una personalidad completamente diferente al anterior; lo único que conservan en relación unos con otros es que comprenden sus acciones, nada les parece ilógico o irracional. Igualmente, a pesar de que expresen extravagancias, ellos nunca se contradicen. Es la pobre Alicia quién constantemente se ve agobiada por sus extrañezas. Guajardo-Fajardo identifica en la obra Lógica del Sentido de Gilles Deleuze un pasaje que sirve como sustentación de lo anterior: "el mundo de Alicia introduce al lector en un ámbito donde el sentido convencional es superado por un paisaje fundamentador donde todo se confunde, donde la identidad es arrastrada en un devenir que nada respeta" (ctd en Guajardo-Fajardo 60).

Asimismo, Albert Camus se hace una pregunta sobre la validez de un mundo caracterizado por el sinsentido y el absurdo, encontrando una respuesta satisfactoria: "¿Es posible seguir escribiendo en un mundo caracterizado por la irracionalidad? Sí, a condición de que se asuma la condición del absurdo hasta sus últimas consecuencias" (ctd Arango 2010 36). Es por ello que también se tiene la creencia que Alicia en el País de las Maravillas es una historia más apropiada para un público infantil, pues como lo expresa José María Delgado (2011) en su escrito Matemáticas en el País de las Maravillas: "Si el público infantil es la audiencia propia del disparate, lo es sólo en la medida que deja que las cosas extrañas sean extrañas" (11). Los niños aceptan con mayor facilidad un mundo maniático, absurdo, desequilibrado, pero por sobre todas las cosas, interesante ya que Alicia exige al lector su total atención para ver si así logra entender un poco de sus disparatadas situaciones. Adicionalmente, exprime un poco su imaginación porque humanos y animales parlantes conviven sin ninguna diferencia. Si bien sólo hay dos personas que están por encima de los otros, que son el Rey y la Reina de Corazones, los otros personajes parecen estar siempre en igualdad de condiciones.

Algo que sucede constantemente en Alicia es que su personaje principal crece y decrece durante todo su recorrido por aquel mundo onírico. Al comienzo con el conocido frasco con el título "BÉBEME" (Carroll 15) que la hace pequeñísima. Y así chiquita se encuentra con el pastelito con instrucciones similares "CÓMEME" (Id. 16) que logra convertirla en un ser gigantesco. Luego, se empequeñece nuevamente al colocarse en una mano un guante que pertenecía al Conejo Blanco, que de nuevo la vuelve pequeña, aún más pequeña que la vez anterior. Y de maneras similares, Alicia continuamente crece y decrece, hasta que por fin logra dominar la técnica del crecimiento al hablar con la Oruga, demostrando su capacidad de adaptación al entorno en el que se encuentra.

Retomando situaciones extrañas de la novela escrita por Lewis Carroll, existe otro episodio que al leerlo por primera vez puede parecer absurdo por completo, aunque cuando el lector comprende el objetivo del autor se sorprende con su crítica a la sociedad. Este episodio es el de La Carrera Loca. En un intento de Alicia por secarse la ropa mojada, algunos pájaros y un ratón comienzan una carrera, una con una lógica distinta a las carreras de nuestro mundo:

    -¿Qué es una Carrera Loca? -preguntó Alicia, y no porque tuviera muchas ganas de averiguarlo, sino porque el Dodo había hecho una pausa, como esperando que alguien dijera algo, y nadie parecía dispuesto a decir nada. -Bueno, la mejor manera de explicarlo es hacerlo.
    (Y por si alguno de ustedes quiere hacer por su cuenta también una Carrera Loca cualquier día de invierno, voy a contarles cómo la organizó el Dodo). Para comenzar, trazó una pista para la Carrera, en algo que parecía un círculo (<la forma exacta no tiene importancia>, dijo) y después todo el grupo se fue colocando aquí y allá a lo largo de la pista. No gritaron <A la una, a las dos, a las tres, ya>, sino que todos empezaron a correr cuando quisieron, y cada uno paró cuando quiso, de modo que no era fácil saber cuándo terminaba la carrera. Sin embargo, cuando llevaban corriendo más o menos media hora, y ya estaban secos, el Dodo gritó súbitamente: -¡La carrera ha terminado! (Carroll 29).

El mismo narrador tiene que entrometerse en su narración para explicar mejor la diferencia entre ésta y las carreras con las que nosotros nos relacionamos. Primero dice que explicará lo que a continuación harán todos los personajes, por si acaso nosotros, en nuestro mundo, algún día queremos organizar una carrera con estas condiciones. Luego, hace hincapié en la diferencia, al enfatizar que no contaron: "A la una, a las dos, a las tres, ya", sino que comenzaron a correr cuando cada uno lo encontró apropiado. El resultado de todo esto es una carrera azarosa sin ningún vencedor, pues al final todos resultan ser vencedores. Así, Carroll desde el comienzo intenta que el lector entienda que su País de las Maravillas es un país en el que nunca ha estado y que, así como Alicia, sólo podrá estar allí en sueños porque el País de las Maravillas es un país ficticio con lógica propia.

Alicia intenta desenredar la lógica de aquel extraño país, aunque se enfada constantemente con sus habitantes, pues en muchas ocasiones la toman por tonta al ser incapaz de encontrar un sentido no arbitrario a lo que ellos expresan. Alicia se encuentra en un mundo impredecible, donde cualquier cosa puede suceder, literalmente. Camina a través del mundo creado por Carroll sin ningún tipo de mapa, no se preocupa siquiera por perderse en aquel extraño lugar, y cuando camina siempre arriba a un lugar con claras características diferentes: el comportamiento de los personajes es arbitrario de un escenario a otro y nada se conecta entre sí. Es ahí donde Alicia se prueba ante el lector como un personaje inteligente porque, a medida que avanza la historia, se nota cómo soporta mejor el sinsentido y los alegatos absurdos de los personajes: comienza a entenderlos y a refutarlos de una manera similar a como lo haría ya sea el Sombrerero o la Liebre de Marzo, o cualquier otro habitante onírico. En su defensa en el juicio en el que la llaman como testigo del robo de las tartas horneadas por la Reina de Corazones, Alicia discute con el Rey dando respuestas que se podrían esperar de los demás personajes de la historia, con su conocida lógica:

    En este momento el Rey, que había estado muy ocupado escribiendo en su
    libreta de notas, gritó: < ¡Silencio!>, y leyó de su libreta:
    -Regla Cuarenta y Dos. Toda persona que mida más de un kilómetro de altura
    tendrá que abandonar la sala.
    Todos miraron a Alicia.
    -Yo no mido un kilómetro -protestó Alicia.
    -Sí lo mides -dijo el Rey.
    -Casi dos kilómetros -añadió la Reina.
    -Bueno no me iré, de todos modos -aseguró Alicia-. Además, esta regla no
    vale: usted la acaba de inventar.
    -Es el artículo más viejo de todo el libro -dijo el Rey.
    -En tal caso, debería llevar el Número Uno -dijo Alicia.
    El rey palideció y cerró a toda prisa su libro de notas (Carroll 115).

Así pues, El País de las Maravillas, hace honor a su nombre. Posee cosas extraordinarias: no son sólo sus habitantes los que lo hacen peculiar; también son las manzanas que crecen en el jardín del conejo bajo tierra y toca cavarlas para poder recogerlas; aparecen puertas en troncos de árboles; existen sustancias por doquier que permiten crecer o decrecer; y hasta en un lugar el Tiempo está detenido y siempre son las seis de la tarde.

Durante todo el relato, Carroll logra que el lector no pueda imponerse jamás sobre la lógica de su famoso País porque inmediatamente después de soltar un argumento con sentido sale detrás otro absurdo que desequilibra la calma del lector, ya que es inevitable para él buscar durante toda la historia la realidad, una verdad con la que pueda identificarse. El autor introduce paradoja tras paradoja en su historia, imposibilitando que el lector logre pararse sobre tierra firme. Por el contrario, lo hunde cada vez más en un pantano neblinoso en donde su percepción se ve gravemente damnificada y, con su percepción afectada, éste es incapaz de crear conceptos sólidos a los que aferrarse para acompañar tranquilamente a la pequeña Alicia en su recorrido. El sentido que busca el lector es comunitario, y como ya se ha mencionado anteriormente, su protagonista se encuentra sola en aquel mundo, y para encontrarle el sentido, debe ser uno que todos reconozcan. Pero Alicia en el País de las Maravillas se niega a ofrecerle eso, así que su esperanza de encontrarlo se ve destruida una y otra vez. Citando nuevamente a Guajardo-Fajardo (2000):

    La joven Alicia se enfrenta a un mundo cambiante, hasta el punto de que las cosas son sólo objetos imposibles de conceptualizar y, por tanto, de reconocer en ellos un sentido. Pero tal metafísica no resulta indiferente para el hombre porque lo que define nuestro ser es exigencia de verdad, deseo de estabilidad dentro de una realidad que se muestre a nuestra mirada como algo ordenado y bondadoso. Por eso, ante la experiencia del absurdo, de la contradicción trágica, Alicia comienza a ponerse negra y la idea de llegar hasta un límite, de perseguir la realidad cambiante para encontrar en ella un punto de firmeza, aparece como lo más humano; es la lucha de la razón contra el enemigo de la vida: el absurdo (68).

Alicia se ve constantemente afectada por sucesos que escapan a su entendimiento, se siente perdida en un mundo que no es el suyo: "El desconcierto de Alicia procede, por el contrario, de la desesperación que provoca el caos, su falta de esperanza, porque no hay ninguna razón para esperar ya que la razón ha sido vencida" (Id. 72). Pero al igual que ella, el lector se desespera en el laberinto paradójico en el cual lo envuelve Lewis Carroll, desesperándolo constantemente con situaciones absurdas, con diálogos que contienen sinsentidos pero que, al mismo tiempo, están llenos de sentido; lo cual lo obliga continuamente a intentar hallar verdades o realidades en la historia para poder sostener su idea de la lógica intacta, pues en un momento similar que Alicia, el lector comienza a adaptarse a ese extraño razonar que existe en el País de las Maravillas.

A pesar de todo lo anterior, el absurdo cobra sentido cuando se estudia detenidamente la obra. Cuando se intenta descifrar los diálogos se puede descubrir el uso de las negaciones que utiliza el autor para hacerle creer al lector que todo es arbitrario a pesar de ser lo contrario. Además, el País es complejo y es dueño de sus propios misterios, conectando escenarios de una forma asombrosa, casi como si tuviera vida propia y eligiera dónde quiere que Alicia vaya.

Lewis Carroll escribió un gran clásico porque, a pesar de haber sido publicada hace muchísimos años, hoy Alicia en el País de las Maravillas sigue siendo objeto de estudio. Además, su historia es incapaz de brindarle la verdad a una sola teoría, pues está compuesta de muchas ella misma.


Pie de página

1 Remítase también a las entradas del diccionario de la RAE (2001): Sinsentido: Cosa absurda y que no tiene explicación. Absurdo: adj. Contrario y opuesto a la razón; que no tiene sentido/ Extravagante, irregular. / Chocante, contradictorio. /m. Dicho o hecho irracional, arbitrario o disparatado.


Bibliografía

Arango, Gustavo. El más absurdo de todos los personajes. Medellín: Universidad Pontificia Bolivariana, 2010.         [ Links ]

Camacho Naranjo, Luis A. "Jabberwocky: ¿se puede traducir el sinsentido?". Revista de Filosofía de la Universidad de Costa Rica. 36, 88-89 (1998): 457-465.         [ Links ]

Carroll, Lewis. Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas. Trad. Dolores Aranguren. Buenos Aires: Planeta, 2010.         [ Links ]

Guajardo-Fajardo Colunga, Francisco Javier. "La nostalgia de realidad en las aventuras fantásticas de Alicia". Isidorianum. 9, 17 (2000): 59-96.         [ Links ]

Odifreddi, Piergiorgio. Juegos matemáticos ocultos en la literatura. Barcelona: Ediciones Octaedro, 2007.         [ Links ]

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Sánchez Delgado, José María. "Matemáticas en el País de las Maravillas". Epsilones. 10 sept. 2011. <http://www.epsilones.com/documentos/d-lewis-carroll.pdf>         [ Links ]