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Escritos

versión impresa ISSN 0120-1263

Escritos - Fac. Filos. Let. Univ. Pontif. Bolivar. vol.21 no.47 Bogotá jul./dic. 2013

 

LA LITERATURA FILOSÓFICA: UNA AVENTURA INTIMA EN MIGUEL DE UNAMUNO

THE PHILOSOPHICAL LITERATURE: AN INTIMATE ADVENTURE IN MIGUEL DE UNAMUNO

A LITERATURA FILOSÓFICA: UMA AVENTURA ÍNTIMA EM MIGUEL DE UNAMUNO

Andrés Escobar V.*

* Licenciado en filosofía por la Universidad Pontificia Bolivariana (Medellín). Estudiante de la Maestría en filosofía en la misma universidad. Docente de la Institución Universitaria Salazar y Herrera.
Correo electrónico: elfilosofoso@gmail.com

Artículo recibido el 15 de abril de 2013 y aprobado para su publicación el 16 de agosto de 2013.


RESUMEN

El presente texto presenta una reflexión sobre lo que es y representa la literatura filosófica para el escritor y filósofo desde el referente teórico del autor español Don Miguel de Unamuno, filósofo y literato; muestra cómo en la literatura y en la filosofía se conjugan la vida y la muerte de todos los que intervienen en ella (autor, personajes y lector), como la paradoja misma del vivir haciendo un recorrido crítico-reflexivo fundamentado en tres conceptos que son la literatura, la filosofía y la vida. Como fruto de esta reflexión se plantea que para el filósofo la vida es una aventura íntima y discontinua.

Palabras clave: Pregunta, Paradoja, Intimidad, Personaje, Aventura, Búsqueda.


ABSTRACT

The following text presents a reflection on what it is and represents the philosophical literature for the writer and philosopher from the theoretical reference of an author like the spanish Don Miguel de Unamuno, philosopher and writer; it shows how in literature and philosophy are combined life and death of all those involved in it (author, characters and reader), like the same paradox of living making a critical-reflexive path based on three concepts which are literature, philosophy and life, as a result of this reflection for the philosopher argues that life is an intimate and discontinuous adventure.

Keywords: Question, Intimacy, Paradox, Adventure, Quest, Philosopher.


RESUMO

O presente texto apresenta uma reflexão sobre o que é e representa a literatura filosófica para o escritor e filósofo, a partir do referencial teórico de um autor como o espanhol Miguel de Unamuno, filósofo e literato; mostra de que forma na literatura e na filosofia se conjugam a vida e a morte de todos o que intervêm nela (autor, personagens e leitor), como o próprio paradoxo do viver, percorrendo um caminho crítico-reflexivo fundamentado em três (3) conceitos, que são a literatura, a filosofia e a vida. Como fruto desta reflexão se sugere que para o filósofo a vida é uma aventura íntima e descontínua.

Palavras-chave: Literatura, Filosofia, Pergunta, Intimidade, Personagem.


Cuando el lector llegue al fin de la historia se morirá conmigo.
Miguel de Unamuno

La literatura y la filosofía son mundos que para la mayoría de los colombianos (niños, jóvenes o adultos) son desconocidos o poco explorados; leer es para nosotros un deber, no una aventura. En la literatura encontramos situaciones y personajes que viven circunstancias similares a las nuestras -sí, a la suyas y a las mías-, tienen padecimientos y placeres, ríen y lloran como cualquiera, viven y mueren, tienen las mismas luchas internas -el bien contra el mal- como las tiene usted, querido lector; en la filosofía podemos encontrar concepciones del mundo y de la vida, podemos hacer nuestra concepción del mundo y de la vida. En el presente texto usted encontrará un acercamiento a la literatura y a la filosofía, a lo que ellas representan, por medio de las experiencias literarias y filosóficas de un autor como Miguel de Unamuno.

Miguel de Unamuno es un hombre de paradojas y contradicciones, que con lo que dice, lo que escribe y lo que hace es y le gusta ser signo de interrogación1y, por lo tanto, de sabiduría. Para muchos un gran literato español, escritor de poesía, novelas, teatro, ensayos; pero no lo reconocen como filósofo, desconociendo que su literatura tiene un trasfondo filosófico profundo, que sus escritos muestran, piensan y sienten la vida en y desde lo más hondo que es la muerte; quien encuentra en la literatura una manera de comunicar su experiencia y reflexiones filosóficas; por la literatura expresa sus preguntas y conceptos utilizando de manera magistral las vidas de personajes "ficticios" que se preguntan, luchan, sienten, creen, razonan y viven -sobre todo viven- que es la crítica unamuniana a la filosofía que piensa y piensa elaborando conceptos desencarnados. La vida de Unamuno es una vida en constante lucha por vivir sin omitir esa gran compañera que es la muerte, es vivir libre para pensar, decir y hacer convencido de sí, es una lucha constante contra las estigmatizaciones y las clasificaciones que en su tiempo eran tan comunes, vive en la paradoja misma que es la vida (somos buenos y malos, vivos pero muertos, alegres pero tristes). Ese elemento de la paradoja es notorio en todas sus obras, por citar alguna Paz en la guerra; el título mismo es una paradoja, pero al interior de esta misma obra lo expresa así:

    En la monotonía de su vida gozaba Pedro Antonio de la novedad de cada minuto, del deleite de hacer todos los días las mismas cosas y de la plenitud de su limitación. Perdíase en la sombra, pasaba inadvertido, disfrutando, dentro de su pelleja como el pez en el agua, la íntima intensidad de una vida de trabajo, oscura y silenciosa, en la realidad de sí mismo, y no en la apariencia de los demás. Fluía su existencia como corriente de río manso, con rumor no oído y de que no se daría cuenta hasta que se interrumpiera (Unamuno 2008 22).

Por todo lo anterior intentaré abordar el pensamiento de Unamuno frente a la literatura desde varias de sus obras, principalmente Cómo se hace una novela, con el fin de interiorizar y luego mostrar cómo en Unamuno literatura, filosofía y vida son una y la misma cosa. En este aparece una reflexión profunda sobre asuntos de suma complejidad, trabajados a modo de tópicos, paradojas y como eje transversal en la obra de Unamuno; haré una breve profundización de los puntos o tópicos identificados:

  • La novela es la vida y la vida es una novela
  • El autor, lector y actor de su propia novela (que es la vida)
  • La novela como búsqueda de inmortalidad
  • Filosofía, literatura y vida

1. La novela es la vida y la vida es una novela

Al leer la obra de Unamuno es evidente la sed que él tiene de buscar, pero la pregunta que se genera es: ¿buscar qué? Considero que la respuesta es la vida. Unamuno lleva a su lector a hacer un viaje a lo más profundo de sí con cada personaje y cada vivencia; él lo expresa así:

    ¿No son en rigor, todas las novelas que nacen vivas, autobiografías y no es por esto por lo que se eternizan? Y que no choque mi expresión de nacer vivas, porque a) se nace y se muere vivo, b) se nace y se muere muerto, c) se nace vivo para morir muerto y d) se nace muerto para morir vivo.

Sí, toda novela, toda obra de ficción, todo poema, cuando es vivo es autobiográfico. Todo ser de ficción, todo personaje poético que crea un autor hace parte del autor mismo. Y si éste pone en su poema un hombre de carne y hueso a quien ha conocido, es después de haberlo hecho suyo, parte de sí mismo (Unamuno 1927 128).

Es pues notorio el apetito de vivir, de hacerse autor, personaje, lector, para emprender el camino hacia adentro, hacia sí mismo: "vivir en la historia y vivir la historia" (Unamuno 1927 30); es hacerse carne en la novela escrita o leída, hacerse vida en la vida de la novela.

Habría que preguntar: ¿qué es una novela en Unamuno? Según lo escrito en las líneas anteriores es posible inferir que la novela para Unamuno no es más que el monólogo de un escritor con su propia vida, pero el ingrediente principal de este monólogo es el método, que para Unamuno no es historia, es intimidad, es intimar, es dirigirse a lo más profundo de sí, es ir adentro; es pensar, sentir, vivir y morir realmente en la medida que se escribe o -en el caso del lector- se lee, porque leer una novela es vivir íntimamente la vida y la muerte de los personajes. Surge pues otra pregunta: ¿es realmente un monólogo? Para Unamuno no, y lo expresa en Niebla por medio de Augusto Pérez así: "sus monólogos son diálogos", son diálogos porque la persona (autor o lector) habla consigo mismo por medio de las conversaciones íntimas que los personajes de una novela tienen entre sí. La novela es un canal de comunicación de la persona con su viva intimidad, generando este monólogo o diálogo una cantidad de inquietudes que interpelan con gran insistencia la vida del autor y del lector.

Pero hay un ingrediente más a este mar de inquietudes: la tragedia y la agonía como elementos constitutivos y constituyentes de la novela de Unamuno, porque la vida es trágica y agónica, y estos elementos están mediados por las experiencias de muerte que en la novela experimenta el autor, los personajes y el lector: "cuando el lector llegue al fin de la historia se morirá conmigo" (Unamuno 1927 135); este es el destino trágico de la vida. Pero morir con el autor en el personaje es dejar que la vida y/o la muerte de los personajes me hagan -como lector- adentrarme o ahondar en mi propia vida y/o muerte, me hagan dudar o pensar, puesto que como dice Augusto Pérez en Niebla: "dudar es pensar y pensar es dudar"; es así como el lector se hace en la novela, como el personaje se hace en el lector y el autor, y como el autor se hace lector y personaje.

2. El autor, lector y actor de su propia novela (que es la vida)

La obra de arte (en lenguaje heideggeriano) tiene tres estadios, a saber: autor, personaje y lector o intérprete; y los tres en la obra son uno. En Unamuno esto es claro, ¿pero qué los unifica?, ¿la obra?, ¡no! La vida o la muerte (que para Unamuno son lo mismo).

    ¿Qué voy a hacer de mi Jugo de la Raza? Como esto que escribo, lector, es una novela verdadera, un poema verdadero, una creación y consiste en decirte cómo se hace y no cómo se cuenta una novela, una vida histórica, no tengo por qué satisfacer tu interés folletinesco y frívolo. Todo lector que leyendo una novela se preocupa de saber cómo acabarán los personajes de ella sin preocuparse de saber cómo acabará él, no merece que se satisfaga su curiosidad (Unamuno 1927 162-163).

Con lo anterior es claro que tú y yo somos uno en vivir, vivir en el texto (novela) y en la vida de la que él habla, pero también vivir nuestras propias vidas, nuestra propia historia. Unamuno nos lo hace saber en unas bellas líneas de su novela Cómo se hace una novela?:

    Volvamos una vez más a la novela de Jugo de la Raza, a la novela de su lectura de la novela, a la novela del lector (del lector actor, del lector para quien leer es vivir lo que lee.) Cuando se despertó a la mañana siguiente, en su lecho de agonía espiritual, encontrase encalmado, se levantó y contempló un momento las cenizas del libro fatídico de su vida. Y aquellas cenizas le parecieron, como las aguas del Sena, un nuevo espejo. Su tormento se renovó: ¿cómo acabaría la historia? Y se fue a los muelles del Sena a buscar otro ejemplar sabiendo que no lo encontraría y porque no había de encontrarlo. Y sufrió de no poder encontrarlo; sufrió a muerte (Unamuno 1927 139).

Como es notorio para Unamuno, quien escribe, quien lee y quien vive (muere) son él mismo debido a que su novela no cuenta historias o circunstancias, habla de personas, del alma, de la intimidad (vida y muerte), de la intrahistoria2. Unamuno es un autor que provoca en el lector intimar con los personajes de sus novelas (Jugo de la Raza, san Manuel Bueno, Augusto Pérez, Don Hilario), meterse en las entrañas del texto desde las entrañas del lector haciéndolos uno. Al respecto, María Copé Gil refiriéndose a la obra San Manuel Bueno Mártir afirma:

    Unamuno, autor real, se hace lector de esas memorias, redactadas por Ángela Carballino. Leyéndolas, está creando el personaje, a la vez que se hace contemplador de su propia obra y novelista. Y todo para afirmarse como viviente; para convencerse y convencernos de que ese hombre de dentro, anegado de contradicciones y congojas, cuando se hace lector, se hace también autor, o sea, actor; cuando lee una novela se hace pues novelista; y todo por un ansia agónica de inmortalidad (Copé Gil 2009).

Así pues, para Unamuno autor, lector y actor son uno, son uno en el asunto de vivir y de morir, son uno porque la novela de Unamuno exige el viaje a la intimidad, que los tres deben hacer.

3. La novela como búsqueda de inmortalidad

Aparece un elemento más: la búsqueda de intimidad como camino a la inmortalidad, y si observamos bien, ambas palabras comienzan con el prefijo in, y para mí cuando Unamuno usa este prefijo busca ansiosamente entrar; lo íntimo es lo que está más profundamente dentro, es lo que no pertenece a nadie más que a mí, y lo que me pertenece -lo más íntimo- es la vida y la muerte, aunque todos compartimos el hecho mismo de vivir y de morir; pero vivimos propendiendo una inmortalidad, que para este caso o interpretación del pensamiento unamuniano es no morir a la "vida interior", no hacer de mi vida una absurda insustancialidad. Cada personaje, él como escritor y yo como lector, nos batimos entre paradojas que no pueden ignorarse porque hacen parte de nuestra vida íntima - el bien y el mal, querer y no querer, la capacidad de elegir que implica sacrificios, pensar sin querer pensar-; luchamos pues con vicios y virtudes que hay que escudriñar y conocer para poder enfrentar.

En una novela se comparten historias, vidas y vidas en el tiempo y el espacio, pero éstos vistos desde lo profundo como infinitud y eternidad: "en esa nuestra sagrada imaginación que funde siglos y vastedades de tierra, que hace de los tiempos eternidad y de los campos infinitud" (Unamuno 1927 153); porque cuando se escribe se crea y se cree, cuando se le da vida y/o muerte a un personaje se vive y se muere con él, cuando se lee una novela es leer la propia vida para vivirla y morirla, pero morirla con la esperanza de vivir, de sentir la vida, crear y creer la vida: "!la viva esperanza vence a la divina voluntad! ¡Creer en esto sí que es fe y fe poética! El que espere firmemente, lleno de fe en su esperanza, no morirse, ¡no se morirá…!" (Id. 162); y en otro trozo dice Unamuno: "Debo repetir a mi lector que se morirá conmigo".

Aparece implícitamente el problema del tiempo como inmortalidad, pero un tiempo que es vital, un tiempo donde tanto escritor como lector van haciendo y haciéndose, donde como bien lo expresa Unamuno vive y muere con él, pues el interés de Unamuno es llevar en sus novelas experiencias vitales de vida y de muerte, es decir, para Unamuno las experiencias no se repiten, cada día es una vida y una muerte que no vuelven.

El tiempo como kronos es enemigo del hombre, como lo es la lógica vacía de vida, las palabras (la literatura) distienden el tiempo, lo detienen para lograr que escritor y lector razonen despacio. Este es el interés de Unamuno, rescatar el carácter de persona (no de objetos) del escritor y lector, de ver su tiempo como una mezcla de pasado, presente y futuro al modo de Don Quijote de La Mancha (referencia de Unamuno en su obra Vida de Don Quijote y Sancho). Por esta razón en sus obras maneja el concepto de intrahistoria contrapuesto a la historia, comprendiendo la intrahistoria como la quietud o la detención del tiempo para inmortalizar los instantes de vida y de muerte, para hacer del instante un mar profundo que parece que no tiene fin cuando te sumerges en él. Unamuno lo expresa bellamente de la siguiente manera: "un adentro ido en las olas del mar, no hundido en las profundidades del océano" […]. "Vive al día, en las olas del tiempo, pero asentado sobre tu roca viva, dentro del mar de la eternidad; al día en la eternidad, es la eternidad, es como debes vivir" (Unamuno 1900 184). Las olas es lo que se ve (la historia), el mar en su profundidad son la intrahistoria, es allí donde todo se detiene y oscurece, donde el tiempo (lo que va y viene) pierden su propiedad para que la inmensidad el instante cobre vida.

La filosofía literaria de Unamuno posibilita que tanto lector como escritor puedan detener el tiempo para hacerlo eterno, para inmortalizar e inmortalizarse en sí mismos, para descubrir y descubrirse en cada personaje de novela, de poesía, que es donde el hombre "de carne y hueso" hurga dentro de sí y, como nos diría Unamuno: "avanza, pues, en las honduras de tu espíritu, y descubrirás cada día nuevos horizontes, tierras vírgenes, ríos de la inmaculada pureza, cielos antes no vistos, estrellas nuevas y nuevas constelaciones" (Unamuno 1900 184). Desde una lectura que María Zambrano hace de Unamuno ve el problema que para él representan la vida y la muerte trasmitidas en la literatura así:

    En el soneto "Mi cielo"; uno de los más esplendorosos que se hayan logrado en lengua castellana y que no resistimos a transcribir entero:
    Días de ayer que en procesión de olvido
    lleváis a las estrellas mi tesoro
    ¡No formaréis en el celeste coro!
    que ha de cantar sobre mi eterno nido?
    ¡Oh, Señor de la vida! No te pido
    sino que ese pasado por que lloro
    acabo en rolde a mí vuelto sonoro,
    me dé el consuelo de mi bien perdido.
    Es revivir lo que viví mi anhelo
    y no vivir de nuevo nueva vida,
    hacia un eterno ayer haz que mi vuelo
    emprenda sin temor a la partida,
    porque Señor no tienes otro cielo
    que de mi dicha llene la medida.
    Sueño, muerte, vida. El sueño contiene tanto la vida como la muerte. Pues que la vida y la muerte no están separadas abismáticamente y son, en Unamuno, casi indiscernibles. La vida no acaba con la muerte, sino que se hunde en ella, como en un ancho, maternal regazo, como en el sueño inicial donde van a dar todos los sueños, hasta los de la esperanza inalcanzable. La esperanza no se extingue con la muerte, se hunde en ella con un sueño, sustancia de la idea misma, que la muerte acoge y alberga. La muerte no acaba con la vida, pues la vida ella sola -lo vimos desde el principio- ella, la vida, no la trasciende, está tan muerta como la muerte, que a su vez tiene su vida. Y morir si sólo se ha tenido vida, es quedarse donde siempre se estuvo, en los brazos de la muerte. En el sueño que de la muerte tiene el dormir y de la vida, el soñar (Zambrano 2010).

Después de todo lo anterior es pertinente mencionar unas líneas de Unamuno sobre la inmortalidad en El sentimiento trágico de la vida: "¡ser, ser siempre, ser sin término, sed de ser, ser de ser más!, ¡hambre de Dios!, ¡sed de amor eternizante y eterno!, ¡ser siempre!, ¡ser dios!" (Unamuno 2003 30). Es notorio en las líneas anteriores que la inmortalidad para Unamuno está ligada directamente al amor, a Dios, y para Unamuno Dios es la misma vida, pues el amor engendra la vida y Dios es amor -en palabras de San Agustín tomadas de San Juan-. La literatura filosófica de Unamuno presenta el amor a la vida, la eternización del alma como fruto de intimación profunda, sentida, pensada, "entrañada", soñada, creada y creída; la persona se hace inmortal en la medida que sabe, siente y cree en su vida y en su muerte, es decir, en la medida que es un hombre de "carne y hueso", que vive y muere su propio yo, como lo expresa en líneas más adelante: "no quiero morirme, no; no quiero, ni quiero quererlo; quiero vivir siempre, siempre, siempre, y vivir yo, este pobre yo que me soy y me siento ser ahora y aquí, y por esto me tortura el problema de la duración de mi alma, de la mía propia" (Unamuno 2003 34).

En cada personaje Unamuno deja ver su anhelo, su sed insaciable de inmortalidad así:

    El personaje ha adquirido conciencia de sí y de su lucha agónica que arranca de la firme voluntad de seguir viviendo: "Quiero vivir, vivir..., y ser yo, yo, yo" (p. 669) implora Augusto. Este inquebrantable anhelo de inmortalidad, manifestación del voluntarismo vital que caracteriza al autor, nace del fondo trágico de la conciencia y actúa en el escritor vasco como un factor de unidad y dé identidad personal (Quinziano 139).

Aparece en todas las citas referenciadas un elemento no explícito; este elemento es la fe, y la fe entendida por Unamuno como poder creador del hombre. La fe es, pues, si no potencia creativa, flor de la voluntad, y su oficio crear. ¿Pero qué es lo que crea la fe? Crea esperanza, amor, vida y nos lleva a trascender la muerte, de tal modo, la muerte se convierte en un componente de la vida, no como fin sino como compañera. En los personajes y en las obras Unamuno deja ver este rasgo de lo que para él es la muerte; la muerte nos acompaña para suscitar en nosotros sentir la vida, la vida de aquí y ahora y la vida inmortal como la de Don Quijote.

La muerte es, entonces, una experiencia de vida o la vida una experiencia de muerte; sentir la muerte es sentirse vivo y vivir es sentirse muerto; la vida es una novela donde se vive y se muere, no como suceso sino como hecho, pues queda, y queda en lo profundo de ti y de mi cuando se vive de verdad: "mi papel es mi verdad y debo vivir mi verdad, que es mi vida" (Unamuno 1927 155). Después de todo esto me queda por afirmar que leer una novela, o cualquier texto, es una aventura, una aventura que lleva por caminos que pocas veces exploramos: la vía a nuestra intimidad. Leer es una muerte viva y viva muerte, es vivir y morir la propia vida en la vida de otro; es sentir, creer, crear, soñar, pensar y vivir…, por tanto vida y muerte son elementos comunes en la filosofía y en la literatura.

4. Filosofía, literatura y vida

Para abordar esta triada problemática comenzaré por preguntar: ¿qué es la filosofía? Y a esta pregunta responderé desde la misma concepción unamuniana: la filosofía es un modo de comprender el mundo y la vida. Unamuno lo expresa así: "la filosofía responde a la necesidad de formarnos una concepción unitaria y total del mundo y de la vida, y como consecuencia de esa concepción, un sentimiento que engendre una actitud íntima y hasta una acción […]. Nuestra filosofía, esto es, nuestro modo de comprender o de no comprender el mundo y la vida brota de nuestro sentimiento respecto a la vida misma" (Unamuno 2003 4); y yo agregaría "una manera de vivir". Por tanto el filósofo es un viviente, es decir, un hombre de carne y hueso que piensa, siente, cree, hace, expresa o comunica, interactúa; la filosofía no debe ser sólo "enciclopedismo", es y debe ser lo que vivo y discurro, cada pregunta es muerte viva y viva muerte; la filosofía no es producir o consumir (capitalismo), la filosofía es vivir y morir la filosofía; es sentir, creer, crear, soñar, expresar, pensar y vivir filosofía.

Cuando el filósofo vive -en el sentido más amplio y unamuniano de la palabra- inexorablemente llega a preguntarse por sí mismo, por los otros y por las cosas, pues la pregunta es el "vehículo" del filósofo -y de la filosofía misma- para intimar, para relacionarse, para lograr pensar y definir lo que siente, lo que cree, lo que sueña; la pregunta lleva al hombre de carne y hueso a afirmarse y afirmar, pero también a contradecirse, pues la pregunta obliga a escudriñar en lo más profundo de sí, de los otros y de las cosas para construir una comprensión del mundo y de la vida. La pregunta nos conduce a lo más profundo, a lo más hondo, a adentrarnos en nuestra intimidad, a saber cómo somos o a dudar de lo que somos. Pero el mundo no es sólo de humanos, el mundo es más cosas; es animales, el aire, el agua, la vida, la muerte, el universo, los pensamientos, los sueños, los dioses…; y al contemplar esto nos preguntamos por ello y, en ello, por nosotros; por ejemplo, surge la pregunta por la muerte y nuestra relación con ella -también con la vida-, desde ésta, la pregunta por los dioses y la esperanza; surge la pregunta por nuestro origen, por el orden del universo; la pregunta por saber por qué sabemos y pensamos, entre otras tantas que se convierten en una búsqueda permanente de nosotros en los otros y en las cosas, una búsqueda a partir de intimar en la pregunta y desde ella. Según todo lo anterior se podría definir la pregunta como el camino directo a la intimidad, pues por ella nos conducimos a lo profundo de nosotros, de los otros y de lo otro.

El hombre de carne y hueso (como se llama Unamuno en El sentimiento trágico de la vida) es como un mar profundo, infinito, borrascoso, oscuro, pero lleno de vida; o como un bosque donde al penetrar en él todos los caminos son iguales, pero todos conducen a distintos destinos haciendo del bosque algo infinito e indescifrable. Para Unamuno, la imagen del mar representa la intimidad de persona, ese mar que es profundo pero que fluye en las olas; cuando preguntamos por nosotros nos hundimos en lo que llama Unamuno "la honduras espirituales" (Unamuno 1897), navegamos en mares tranquilos o borrascosos; pero los mares tranquilos son inauditos en la vida entendida por Unamuno, pues las preguntas nos hacen descubrir la penumbra que en muchas ocasiones llevamos adentro, en nuestra intimidad; la duda, el miedo y la muerte son penumbras que agitan nuestro mar cuando por la pregunta entramos en nosotros mismos y en la duda, el miedo y la muerte es donde la profundidad de nuestra persona comienza a exteriorizarse, pues comunicamos y hacemos en nuestra vida lo que de nuestro interior brota. La profundidad de nuestro mar se agita cuando por las preguntas de otros, fruto de las relaciones intersubjetivas, nos damos cuenta de lo que llevamos dentro; por lo tanto, el destino de toda relación del hombre es el adentro, lo íntimo; Unamuno lo expresa así: "en vez de decir, pues, ¡adelante!, o ¡arriba!, di: ¡adentro! (…), para ello tienes que hacerte universo, buscándolo dentro de ti, adentro" (Unamuno 1900 184). Intimar es una búsqueda de eternidad, de infinitud: "avanza, pues, en las honduras de tu espíritu, y descubrirás cada día nuevos horizontes, tierras vírgenes, ríos de la inmaculada pureza, cielos antes no vistos, estrellas nuevas y nuevas constelaciones" (Ibíd).

Unamuno, como se analizó en el numeral dos del presente texto, vive en los personajes de sus novelas, pregunta lo que sus personajes, muere en sus personajes y vive, sobre todo vive, en sus personajes; cada personaje representa una pregunta, una muerte, un sentimiento, una contradicción, una vida del mismo autor; se podría inferir de esto que la vida es una y múltiple, que la vida es dinámica y cambiante, la vida es vida y muerte cada día; cada jornada hace brotar preguntas y concepciones nuevas del mundo y de la vida, cada día es una novela diferente que hay que escribir y vivir. La vida no es continua y cuando se hace continua no hay preguntas sólo rutina; Unamuno lo expresa así: "[…] porque para mí, el hacerme otro, rompiendo la unidad y continuidad de mi vida, es dejar de ser el que soy, es decir, es sencillamente dejar de ser" (Unamuno 2003 9); el filósofo aventura cada día en su vida, como cada novela es una aventura.

"Hay que vivir (…), sentir la vida, sentir el sentido de la vida sumergidos en el alma (…), perdernos para quedarnos en ella" (Unamuno 1966, 74). Como lo ilustra Unamuno en la cita anterior, vivir es sumergirse en lo más profundo de la vida, pero lo más profundo de la vida es lo más sencillo y evidente; vivir es sentir, pensar, querer, hacer, soñar; la tarea del que vive es adentrarse en sus sentimientos, sus pensamiento, su voluntad, su libertad, sus sueños, sus quehaceres; vivir es la operación básica, la verdad más verdadera de la persona. La persona vive en la medida que intima con su propia vida; el filósofo es filósofo en la medida que intima con la filosofía, que intima con él mismo por la pregunta, que se sumerge en el mar profundo de la filosofía que se convierte en su propia vida, que intima con los otros y con lo otro, en la medida que establece relaciones de verdad con esto -al modo unamuniano-, una verdad trágica y cómica donde se duda, se teme, se muere, se vive, se aparenta…; el filósofo es el íntimo por excelencia. La tarea del filósofo es aventurar íntimamente en sus preguntas, sus sentimientos, luchas, certezas, contradicciones, pensamientos, dudas, creencias… La tarea del filósofo y de la filosofía es vivir.


Pie de página

1 Entendiendo la interrogación como el inicio de cualquier saber, es decir, de la sabiduría.
2 "La intrahistoria", que significa "lo que queda en el alma"; emplea el término intrahistoria para designar lo que queda en cada hombre: lo que pensó, sintió, creyó, vivió y lo que esta persona puede y quiere hacer con esto. Y aparece la historia como lo permanente, lo infinito. Además de esto Unamuno comprende la historia como un vivir, hacer día a día la vida.


Referencias

Copé Gil, María. "El quijotismo de Unamuno". Innovación y experiencias educativas (revista digital), No. 19 de junio de 2009.         [ Links ]

Unamuno, Miguel de. Adentro. 1900.         [ Links ]

____. Sueño. 1887.         [ Links ]

____. Cómo se hace una novela. Madrid: Alianza, 1927        [ Links ]

____. San Manuel bueno, mártir. Madrid: Alianza, 1966.         [ Links ]

____. Sentimiento trágico de la vida. México: Porrúa, 2003.         [ Links ]

____. Paz en la guerra. Barcelona: Txalaparta, 2008.         [ Links ]

Quinziano, Franco. Niebla: Miguel de Unamuno y el sueño de la nivola. Centro virtual Cervantes. IULM di Milano.         [ Links ]

Zambrano, María. Unamuno. Consultado el 20 de noviembre de 2010. <http://klytemmnestra.blogspot.com/2010/10/unamuno-pormaria-zambrano.html>         [ Links ]