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Escritos

Print version ISSN 0120-1263

Escritos - Fac. Filos. Let. Univ. Pontif. Bolivar. vol.22 no.48 Bogotá Jan./Jun. 2014

 

LA LECTURA DEL TEXTO LITERARIO: DIÁLOGO POSIBLE ENTRE HERMENÉUTICA Y PSICOANÁLISIS

THE READING OF LITERARY TEXT: A POSSIBLE DIALOGUE BETWEEN HERMENEUTICS AND PSYCHOANALYSIS

A LEITURA DO TEXTO LITERÁRIO: DIÁLOGO POSSÍVEL ENTRE A HERMENÊUTICA E A PSICANÁLISE

María Cristina Machado Toro*

* Magister en Ciencias Sociales por la Universidad de Antioquia (Medellín, Colombia, 2005). Doctorando en Ciencias Humanas y Sociales por la Universidad Nacional de Colombia. Docente titular de la Escuela de Ciencias Sociales de la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB). Medellín, Colombia. Miembro del grupo de investigación de Psicología, en su línea Sujeto, sociedad y trabajo de la Universidad Pontificia Bolivariana. El presente artículo pertenece al proyecto Afecto y acto violento en el escenario de la violencia en Colombia 1936-1950 (CIDI UPB 2011).
Correo electrónico: maria.machado@upb.edu.co

Artículo recibido el 15 de mayo de 2013 y aprobado para su publicación el 18 de diciembre de 2013.


RESUMEN

Con el presente artículo se propone continuar el diálogo entre la tradición hermenéutica y el psicoanálisis, reconociendo en ellas dos de las corrientes de pensamiento más influyentes en la época contemporánea. Con este acercamiento se pretende aportar a la reflexión, siempre fecunda, sobre el abordaje de textos literarios a partir del acto interpretativo.

Palabras clave: Psicoanálisis, Hermenéutica, Interpretación, Literatura, Sujeto.


ABSTRACT

The following paper aims to continue with the dialogue between hermeneutical tradition and psychoanalysis, recognizing in both two of the most significant and influential schools of thought in our times. With such an approach, it is intended to contribute to the reflection, which has always been productive, about studying literary texts from the perspective of the interpretative act.

Keywords: Psychoanalysis; Hermeneutics; Interpretation; Literature; Subject.


RESUMO

Com o presente artigo é feita uma proposta de continuar o diálogo entre a tradição hermenêutica e a psicanálise, nelas reconhecendo duas das correntes de pensamento mais influentes na época contemporânea. Com esta aproximação se pretende contribuir à reflexão, sempre fecunda, sobre a abordagem de textos literários a partir da ação interpretativa.

Palavras-chave: Psicanálise, Hermenêutica, Interpretação, Literatura, Sujeito.


En aras de la construcción de una metodología de investigación que considere el texto literario como fuente original para la consolidación de un nuevo saber, se ponen en tensión las enseñanzas de dos grandes tradiciones: la hermenéutica y el psicoanálisis, por ser ellas las que han instaurado desde sus fundamentos la técnica de la interpretación como dispositivo central para la lectura de textos. El presente artículo propone pensar el lugar central que cobra la literatura dentro del pensamiento contemporáneo, al ser ésta una importante fuente de saber sobre las cuestiones humanas y una forma de acercamiento posible a aquello que justamente escapa a las formas corrientes de elaboración conceptual.

Primera consideración: psicoanálisis y hermenéutica

Explicar con palabras de este mundo que partió de mí un barco
llevándome

Alejandra Pizarnik (1996: 41)

Pese a la compleja relación que se avizora en la diada psicoanálisis - hermenéutica, se considera pertinente retomar una discusión entre ambas corrientes, no sólo por el gran impacto que infundieron a la historia del pensamiento, sino porque ambas propuestas adoptan, en el corazón de sus fundamentos, la clave misma para el abordaje de textos literarios: la interpretación.

¿Cómo entender la interpretación en estos dos campos de pensamiento? ¿Qué se busca a partir de un acto interpretativo? Al acercarnos a algunos de los pensadores que abordan el tema de la interpretación hermenéutica, podemos encontrar que dicha interpretación puede ser entendida como un método para la lectura de textos, lo cual ha llevado a situar a la hermenéutica como método de investigación dentro del campo extenso de las ciencias humanas y sociales, pero más allá de esto, no puede olvidarse que la hermenéutica tiene su origen en la filosofía, y conforma una de las más grandes corrientes de pensamiento del siglo XX, cuyo principio es, precisamente, la construcción, no de un saber, sino de una realidad creada por el hombre que representa su mundo y lo interpreta.

La hermenéutica, en tanto arte de la interpretación, funda sus presupuestos en la filosofía, siendo las propuestas de Scheleiermacher, Dilthey, Max weber, Heidegger y posteriormente de Gadamer, las que nutren sus postulados, por otra parte, la hermenéutica como método o ejercicio interpretativo, encuentra sus raíces en la exegesis de textos antiguos, desde la cual se propone el delicado trabajo de construcción de un saber, enmarcado en el círculo que inscribe el recorrido que va de la tradición a un cierto horizonte comprensivo.

Por su parte, el psicoanálisis nacido como práctica clínica, irá poco a poco consolidándose como otro de los modelos de pensamiento más representativos del mundo contemporáneo, al instaurar en el corazón de la modernidad tardía una herida narcisista que parte de pensar al hombre como un sujeto del inconsciente. Sin embargo, el psicoanálisis nunca ha de ser tomado como una corriente filosófica ya que su construcción conceptual depende necesariamente de su ejercicio clínico. El psicoanálisis como praxis funda sus conceptos en el ejercicio interpretativo propio de la experiencia analítica. El tratamiento de lo Real por medio de lo Simbólico supone un ejercicio interpretativo basado en dos principios: dejar ser al lenguaje en su condición de enigma y devolver la palabra al sujeto en su decir.

En 1984, Gadamer propone en su artículo "Texto e interpretación" que: "la interpretación no es un recurso complementario del conocimiento, sino que constituye la estructura originaria del ser en el mundo" (Verdad y método II 328). De esta manera, la hermenéutica fortalecida con Heidegger y posteriormente con Gadamer, aporta una comprensión del hombre en tanto ser de lenguaje, siendo la interpretación misma la forma originaria como el hombre constituye su realidad, consolidándose a su vez como ser hablante. Por su parte, el psicoanálisis toma la interpretación como la herramienta suprema que permite acercarse, dentro de este universo del lenguaje, al pathos que habita al ser humano, manifiesto en las formaciones del inconsciente y en aquello que escapa a la interpretación misma, de este modo, dirige sus esfuerzos a la lectura del texto del inconsciente por fuera de los límites de la comprensión.

Atreviéndonos a hacer un primer ejercicio comparativo entre la interpretación psicoanalítica y la tradición hermenéutica podemos encontrar que, si bien el acto interpretativo fundado en la clínica freudiana implica el desciframiento, éste se aleja del horizonte comprensivo y de su consecuente búsqueda de sentido, lo que marcará el mayor punto de divergencia entre la interpretación hermenéutica y la psicoanalítica. Partiremos de la idea de que esta primera separación, que en principio parece ser un asunto de método, encarna una divergencia mayor en relación a la postura que frente al sujeto asume cada corriente.

Reconociendo así, las diferentes finalidades y propósitos que guían ambas prácticas se pueden plantear varios interrogantes: ¿Desde qué lugar es posible instaurar un dialogo entre psicoanálisis y hermenéutica? ¿Cuáles son los puntos de separación, pero también de coincidencia entre estas dos praxis? Si bien en este texto no se podrá dar respuesta a estas cuestiones, se propondrán vías de reflexión sobre las cuales entablar futuras discusiones.

En primera instancia, es preciso retomar a dos de los más grandes pensadores del siglo XX, los cuales construyen su saber basados en el camino trazado por sus antecesores, y con genio y disciplina, consolidan y hacen florecer las dos corrientes a las que nos referimos, son ellos: Martin Heidegger y Sigmund Freud. Es importante señalar que tanto la filosofía de Heidegger como el psicoanálisis freudiano, se inscriben en el denominado giro lingüístico, a partir del cual el lenguaje pasará a ser el centro de la reflexión sobre las cuestiones humanas, evidenciando la separación irreductible entre la cosa y su representación (Foucault, Las palabras 13), hecho que a su vez enfatiza, la condición polisémica de la lengua y la imposibilidad radical de acceder a la Verdad.

Tanto Freud (1856-1940) como Heidegger (1889-1976) aparecen como dos pensadores herederos de una tradición impregnada de la ciencia positiva y del racionalismo moderno, pero a pesar de ello, ambos se esfuerzan en hacer un giro epistemológico en relación a un nuevo objeto de estudio y a una nueva forma de conocerlo: el hombre en tanto lenguaje y el hombre en tanto inconsciente. Es claro que ambos autores serán precursores de un giro decisivo en la historia del pensamiento, debido a la concepción particular que tienen sobre el hombre, la ciencia, la filosofía, la literatura y otros temas afines. Cada uno de ellos abre un camino propio, en aras de la comprensión del alma humana, trazando vías posibles de conocerla. Este sería entonces el primero de esos puntos que podríamos llamar puntos de acercamiento.

El segundo acercamiento, estará ligado al tópico que Hans-Georg Gadamer trata ampliamente en la segunda parte de su texto Verdad y método, cuando se refiere a la historicidad y a la tradición (330). En la historia de la filosofía moderna se puede ver cómo en la época, bien llamada ilustrada, hay un desprecio por lo precedente, y es precisamente en este punto, en el que tanto Freud como Heidegger parecen instaurar una separación radical respecto a sus antecesores, encontrando en el pasado la clave para leer el presente y su historia.

En su análisis, Gadamer señala cómo la interpretación hermenéutica está siempre en estrecha relación con lo que se ha llamado la tradición. De igual modo, es posible ver cómo en Heidegger no hay desconocimiento ni desprecio por aquello que precede y determina cierto proceder anticipador (Caminos 87) el cual, para él, constituye la esencia misma del conocimiento; por su parte, Freud funda su ciencia como una arqueología, basada en el desciframiento y en la interpretación del texto que teje el inconsciente. Para Freud, el inconsciente debe leerse como un texto que, si bien habla, está determinado por la estructura misma del lenguaje que poco a poco cifra y descifra la historia de un sujeto.

Pero el reconocimiento de la tradición no es el único punto de coincidencia entre la propuesta hermenéutica y el psicoanálisis. La circularidad en relación al discurso, se revela como uno de los aspectos claves al orientar nuestra mirada hacia la interpretación. Desde las enseñanzas de Martín Heidegger se encuentra el tema de la circularidad hermenéutica y la apertura, aspectos claves para la lectura de un texto. La dinámica entre la circularidad propia del signo lingüístico y la apertura propia de la lengua, son claves que permiten construir desde este modelo, la historicidad de un texto y, por lo tanto, una vía posible de interpretación.

A su vez, la interpretación en psicoanálisis pasa por una circularidad determinada por el síntoma y su repetición. La apertura se encuentra a nivel del discurrir de la cadena significante, el cual se verá incesantemente interrumpido por un Real instalado fuera del lenguaje, un Real que se pone en cruz e impide el recorrido del discurso (Lacan, La tercera 81), haciendo que finalmente este se desvíe de su circularidad y genere una especie de espiral que avanza en un orden regresivo, acercándose cada vez más a ese ombligo, a ese hueso de lo Real que, en sí, puede definirse como la causa de deseo y el medio de goce para cada sujeto.

Podemos ver entonces que es en relación a la interpretación del texto del pasado y al reconocimiento de una repetición y de una cierta apertura - condición misma del universo significante- donde se encuentra la mayor convergencia entre estas dos corrientes de pensamiento. Sin embargo, veremos que es en torno a la manera misma de concebir al hombre y su relación con el lenguaje donde se sitúa la divergencia definitiva, lo que será señalado años más tarde por Jacques Lacan, quien es reconocido como un acérrimo lector de Freud y un amigo personal de Heidegger.

Gadamer afirma en un ensayo escrito en 1965, denominado Hombre y Lenguaje, que: "El lenguaje no es un medio más que la conciencia utiliza para comunicarse con el mundo. No es un tercer instrumento al lado del signo y la herramienta que pertenecen también a la definición esencial del hombre. El lenguaje no es un medio ni una herramienta" (147). De manera correlativa a esta idea encontramos el postulado fundamental que enuncia Jacques Lacan, desde el comienzo de su seminario: "El inconsciente está estructurado como un lenguaje" (Las psicosis 23) en el cual puede verse una resonancia directa con Gadamer al afirmar que el lenguaje es algo más que una herramienta que el hombre supone que puede maniobrar.

Más allá de esta coincidencia, en la que el lenguaje pasa de ser una herramienta comunicativa a ser aquello que constituye al hombre mismo, encontraremos que tanto para la hermenéutica como para el psicoanálisis, el universo simbólico será sólo una parte del mundo subjetivo. Para este último, el sujeto del lenguaje está fracturado irremediablemente por efecto de un Real irreductible al universo significante, lo cual implica un punto perdido en el horizonte comprensivo, un agujero intraducible o indescifrable por el trabajo interpretativo.

Ya antes en la filosofía se había trabajado arduamente la cuestión de la separación entre el mundo cognoscible y aquello inabordable, entre la cosa y su esencia, pero son los filósofos que se inscriben en la tradición hermenéutica los que dejarán en claro que no todo lo que es puede llegar a ser comprendido, que no todo lo que es puede llegar a ser dicho, reconociendo así algo que queda por fuera de los límites del lenguaje, lo cual se evidencia en las palabras de Gadamer cuando afirma: "El ser que puede ser comprendido es lenguaje" (Verdad y método II 323),

Es claro entonces, que ambas corrientes funden su concepción sobre lo humano en el hecho mismo del lenguaje, reconociendo que una parte de este universo quedará velado para la interpretación de manera irremediable, sin embargo, la propuesta hermenéutica hará primar aquello que del hombre es lenguaje y que por tanto se hace comprensible. Desde el psicoanálisis, en cambio, el sujeto está determinado por aquello que precisamente está fuera del universo simbólico, esto hace que el sujeto sea concebido no como el ser que constituye el lenguaje, sino como aquello que justamente escapa y hace objeción a la trama significante. Desde la teoría lacaniana se habla de un sujeto que emerge entre los eslabones de la cadena significante, siendo lo más propio del ser, aquello que queda fuera de la representación del lenguaje. La envoltura simbólica le permite al sujeto construir un saber que necesitará depurarse para acceder a una verdad, una verdad que solo podrá decirse a medias.

Para el psicoanálisis esa verdad del sujeto está ligada a un Real, a un objeto mítico que está situado fuera del lenguaje, lo cual implica que sólo pueda decirse a medias, en tanto tiene que ver con un objeto que en sí, es un agujero en lo simbólico, un imposible para el sujeto (Lacan, El reverso 187), haciendo que aquello que Freud llama el corazón del ser (Freud, La interpretación 593) quede por fuera del sentido y, por lo tanto, alejado de la interpretación comprensiva que vendría a darse por medio del trabajo significante.

Para el psicoanálisis es posible acceder a ese medio decir de la verdad a través de la interpretación, pero una interpretación que busca ir depurando lo Real por medio de la pérdida en el sentido, lo cual se logra precisamente declinando todo esfuerzo que tienda a la comprensión. De esta manera se busca llegar a una verdad por medio de la pérdida en el saber, esto implica el desgaste del significante a través de la repetición en lo que toca al sentido y a la significación, para así llegar a bordear un significante puro que nombre algo de la verdad del sujeto, la cual siempre estará referida a ese punto de real imposible que determina su ser de goce y de deseo. Esto sitúa la interpretación psicoanalítica como la lectura de un texto en su literalidad, que como "escrito no es para ser comprendido" (Lacan, Aun 46)

Como ya lo anotábamos en un comienzo, la interpretación hermenéutica fue concebida en sus orígenes como lectura exegética de textos, la cual suponía el desciframiento de un sentido subyacente al texto escrito. El psicoanálisis, por su parte, aborda el inconsciente como un texto, pero uno que no tiene profundidad, ya que su literalidad constituye una única superficie. De esta manera, se hace evidente la diferencia entre ambas praxis interpretativas: mientras la hermenéutica supone una lectura de la profundidad, el psicoanálisis supone una lectura de la superficie, lo cual conlleva una comprensión diferente del lenguaje y de la realidad que constituye. Así pues, la propuesta psicoanalítica, reformulada a partir de la topología lacaniana, hace un llamado a valorar el discurso como un fenómeno de superficie, haciendo de la interpretación una técnica de lectura del texto en su literalidad.

Desde la propuesta psicoanalítica, la apuesta está dirigida a tomar el discurso como un fenómeno de superficie, lo cual hace de la interpretación una técnica de lectura del texto en su literalidad. Este presupuesto no deja de hacer eco con las maravillosas obras que desde la filosofía se han desarrollado sobre el tema y que sin lugar a dudas alimentan las construcciones teóricas del psicoanálisis, cabe referir fundamentalmente las obras de Friedrich Nietzsche, a quien se le debe gran parte del pensamiento contemporáneo sobre el lenguaje, y posteriormente a autores como Michel Foucault, Gilles Deleuze y Félix Guattari, quienes, alejándose un poco de la tradición hermenéutica y siendo críticos acérrimos del psicoanálisis, buscan resaltar el valor del lenguaje en su ser mismo.

Los postulados que estos autores hacen dentro del campo filosófico-literario encarnan la discusión acerca del sujeto moderno y su fractura, discusión que mantiene viva la relación del psicoanálisis con la filosofía, reconociéndose, claro está, como campos diversos tanto en sus presupuestos como en sus fines. Muestra de ello es la intervención que Jacques Lacan hace frente a las propuestas de Michel Foucault en la conferencia ¿Qué es un autor? (Foucault, Entre filosofía 360) en la cual, el psicoanalista francés señala los puntos de acercamiento y divergencia entre ambas corrientes de pensamiento.

Estas anotaciones nos evidencian que más allá de esos puntos de acercamiento y divergencia, tanto las propuestas de Heidegger y Gadamer como las de Freud y Lacan hacen parte del movimiento intelectual que comienza a gestarse a mediados del siglo XIX, y continúan nutriendo el pensamiento filosófico, el desarrollo científico y las nuevas formas de expresión estética, en las cuales se aborda esa diada inseparable hombre/ lenguaje.

Sobre la lectura del texto literario

Que el poetizar también sea un asunto del pensar es algo que
tenemos que empezar a aprender en este momento mundial.

Martin Heidegger

Después de haber puesto sobre la mesa de discusión algunas consideraciones desde las cuales se pueda pensar la relación entre interpretación psicoanalítica y hermenéutica, dirigimos ahora la mirada al valor que otorgan, tanto filósofos como psicoanalistas, a la lectura del texto literario para la construcción de un nuevo saber sobre lo humano.

Volver la mirada a la literatura, implica volver a abrir la pregunta por el sujeto que la habita, pero sobre todo por el ser mismo del lenguaje. Luego de combatir las posturas dogmáticas de la ciencia y la filosofía, pensadores del siglo XIX y xx vuelven la mirada a lo micro, a lo particular, a lo otro, a aquello que queda fuera de las estructuras de los grandes sistemas hegemónicos, y de esta manera el texto literario vuelve a ser considerado como reflejo fidedigno de una época o como la encarnación misma del ser vivo del lenguaje, lo cual será señalado por pensadores como Michel Foucault al afirmar que:

    La literatura manifiesta la reaparición, allí donde no se le esperaba, del ser vivo del lenguaje [...] A través de ella brilla de nuevo el ser del lenguaje en los límites de la cultura occidental -y en su corazón- pues es lo más extraño, pero está en el centro de lo que ha recubierto. (Las palabras 51)

La poesía representa para Heidegger, el canto cercano a la naturaleza, cada vez más necesario, en una época de técnica y destrucción. Para Foucault la literatura es signo de la reaparición del ser vivo del lenguaje, para Deleuze la manifestación de la salud. Estas consideraciones que merecen ser desarrolladas de manera amplia, solo son un ejemplo de como la filosofía contemporánea asume la palabra del escritor como una de las más fieles manifestaciones de la experiencia subjetiva. Ese poeta desterrado de la república, ese heredero de la manía y de la locura, vuelve a ser escuchado como aquel que con ojos ciegos porta un saber anticipado. En palabras de José Luis Pardo, el poeta:

    Es un cazador en el bosque (más allá de los límites de la ciudad) que tiene que adivinar donde se encuentra su presa sin poder verla y disparar su palabra y acertar; la visibilidad de lo dicho no pre-existe como una evidencia a la palabra del poeta, es ella (la palabra cuando es acertada, cuando "dice bien") la que hace visible aquello que dice, y lo hace visible como algo anterior a su palabra -algo recordado- así como la flecha del buen cazador hace visible a la presa en el momento mismo en que la captura. (16)

Es en la literatura donde veremos manifestarse ese ser del hombre como efecto de lenguaje, y es en el hecho literario donde veremos puesto a prueba ese proceder anticipador de la interpretación del mundo. El poeta anticipa, su palabra dice de su experiencia, su palabra habla de un hombre que ya existió aun sin haber nacido. Esto lo convierte en adivino, ese que hace evidente aquello que, estando allí, no se alcanza a percibir. El poeta es entonces ese que parece leer en el alma humana algo de aquello que ni la ciencia, ni la filosofía han sabido reconocer, lo cual es bellamente expresado por Sigmund Freud cuando en su texto sobre El delirio y los sueños en la "Gradiva" de W. Jensen escribe:

    Ahora bien, los poetas son unos aliados valiosos y su testimonio ha de estimarse en mucho, pues suelen saber de una multitud de cosas entre cielo y tierra con cuya existencia ni sueña nuestra sabiduría académica. y en la ciencia del alma se han adelantado grandemente a nosotros, hombres vulgares, pues se nutren de fuentes que todavía no hemos abierto para la ciencia. (Freud, El delirio 8)

Y es que para el padre del psicoanálisis los poetas van siempre un paso adelante de los filósofos y de los científicos, ocupados de comprender el alma humana. En cada parte de su obra es posible encontrar la referencia no sólo a la literatura sino a la obra de arte en general, desde la cual extraerá un nuevo material para construir sus postulados teóricos. Freud reconoce en el escritor un aliado valioso para el desciframiento del alma, por ser éste quien se acerca de manera más clara y desprevenida a asuntos que desde la razón y el intelecto no podrían ser tratados, como es el caso de las pasiones, los afectos, el deseo y la pulsión. De esta manera Freud vuelve a la literatura, sabiendo que es en la obra de arte, donde se puede leer aquello que escapa a las formas corrientes de enunciación y que es en la obra de arte donde se encuentra más claramente el tratamiento que el sujeto hace frente a las imposiciones de la cultura.

De esta manera, al proponer la literatura como experiencia en la que el afecto se devela, encontramos una de las razones por las que Freud ve en el texto literario un aliado valioso para sus investigaciones, no para hacer con él, psicoanálisis aplicado, utilizando el texto escrito como un caso para corroborar sus presupuestos, sino por el contrario, para leer en el texto escrito la emergencia de nuevo material y a partir de allí, construir nuevos desarrollos teóricos.

Del mismo modo, algunos de los pensadores situados dentro de la corriente hermenéutica dan al texto literario un valor particular, encontrando en él un más allá del sentido y de la comprensión. En su ensayo Texto e interpretación, Gadamer trata el problema de la interpretación hermenéutica en el campo de la obra literaria, la cual, según él, difiere de otras formas de interpretación al estar referida a textos que no aparecen ligados a sus destinatarios, a textos que no aparecen insertos en la realidad del entendimiento por no ser precisamente un puente para la comunicación con el otro. El texto literario, dice Gadamer, no hace referencia ni a un texto originario, ni a la intención del hablante (334), ya que el texto habla y debe ser leído en cuanto tal.

"La obra de arte, aunque se presente como un producto histórico, y por tanto como posible objeto de investigación científica, nos dice algo por sí misma, de tal suerte que su lenguaje nunca se puede agotar en el concepto." (Gadamer, Verdad y método II 321), De esta manera, Gadamer hace alusión nuevamente, a aquello que de la literatura no puede ser aprehendido por métodos interpretativos, permitiendo reconocer desde la propuesta hermenéutica un más allá del concepto, sin embargo, como ya se ha señalado anteriormente, la apuesta que se hace desde este modelo, girará en torno a aquello que puede ser interpretado como unidad a través de la lectura comprensiva (345).

Cabe anotar que el texto literario desmonta para Gadamer un destinatario, pero para otros pensadores, contemporáneos a él, como es el caso de Maurice Blanchot y Michel Foucault, lo que desaparece propiamente en el hecho literario no es un destinatario sino, sobre todo, un referente originario como tal, es decir, un sujeto autor (Foucault, Entre filosofía 332), presupuesto que debe ser leído con atención, si consideramos que en la lectura del texto ha de primar, en lugar de aquel que habla, aquello que habla en él.

De este modo, luego de haber hecho este recorrido es preciso dejar abierto el dialogo, reconociendo en él posibles vías de análisis y discusión, destacando de antemano el gran valor que tanto la filosofía y el psicoanálisis han dado a la literatura, resaltando que para la construcción de un nuevo saber a partir de la lectura de textos escritos, se ha de apostar, más que por un desciframiento, por un caminar juntos, un andar paralelo, en el que puede reconocerse nuevas formas de decir el mundo y el alma humana.


Lista de referencias

Blanchot, Maurice. El espacio literario. Buenos Aires: Editorial Paidós, 1969.         [ Links ]

Deleuze, Gilles, y Guattari, Félix. ¿Qué es la filosofía? Barcelona: Editorial Anagrama, 2005.         [ Links ]

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Pardo, José Luis. La regla del juego. Sobre la dificultad de aprender filosofía. Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2004.         [ Links ]